ISSN 2692-3912

“Mujeres sosteniendo el paso migrante en México en tres materiales audiovisuales mexicanos”

 
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“Mujeres sosteniendo el paso migrante en México en tres materiales audiovisuales mexicanos: Sin señas particulares de Fernanda Valadéz, Te nombré en el silencio de José María Espinoza, y María en tierra de nadie de Marcela Zamora.

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Daniela Ornelas Enríquez

Universidad Autónoma de Chihuahua

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Resumen: El presente texto analiza, el cruce categorial entre tres materiales audiovisuales de origen mexicano, enfocados en la visibilización de las historias de distintas mujeres que conforman una comunidad de resistencia. Estas subjetividades femeninas y sus narraciones se encuentran conectadas a través de las injusticias y las distintas violencias que sufren en su peregrinar los migrantes en territorio mexicano. Los materiales son Sin señas particulares (2021) de Fernanda Valadéz, Te nombré en el silencio (2021) de José María Espinoza, y María en tierra de nadie (2011) de Marcela Zamora. Estas tres materialidades audiovisuales se analizarán desde el papel de las mujeres en estos contextos de sufrimiento y de violencia a través de las categorías de ‘Communitas de dolor’, ‘Liminalidad’, ‘Horrorismo’ y ‘Presencias Fantasmagóricas’.

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Palabras clave: Migración, Estudios sobre violencia, Communitas de dolor, Horrorismo, Subjetividades femeninas.

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Abstract: This text analyzes the categorical crossing between three audiovisual materials of Mexican origin, focused on the visibilization of the stories of different women who make up a community of resistance. These feminine subjectivities and their narratives connects through the injustices and various forms of violence suffered by migrants in their pilgrimage through Mexican territory. The materials are Sin señas particulares (2021) by Fernanda Valadéz, Te nombré en el silencio (2021) by José María Espinoza, and María en tierra de nadie (2011) by Marcela Zamora. These three audiovisual materialities will be analyzed from the role of women in these contexts of suffering and violence through the categories of ‘Communitas de dolor’, ‘Liminalidad’, ‘Horrorismo’ and ‘Presencias Fantasmagóricas’.

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Keywords: Migration, Studies on violence, Communitas de dolor, Horrorism, Feminine subjectivities.

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Introducción

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El presente texto está enfocado en las mujeres que resisten y que sostienen de distintas formas el paso de los migrantes a través de territorio mexicano. En este artículo se analizará el cruce de afecciones que se producen entre estos tres materiales audiovisuales de origen mexicano. Las tres materialidades se concentran en distintas historias de mujeres que intervienen favorablemente y que ayudan en el camino a los y las migrantes del México contemporáneo. En cada uno de ellos (dos documentales y uno de ficción) retrata un dolor muy real y desafortunadamente cotidiano: la migración y sus injusticias. Así mismo, además, desde ellos es posible aproximarnos a los distintos temas y a las diferentes violencias que se cometen diariamente, desde hace muchos años en contra de las personas migrantes en territorio mexicano. Sin embargo, el presente trabajo se enfocará en las historias de las mujeres que han formado una comunidad de gran fortaleza para algunos países latinoamericanos. Sus historias, extremadamente reveladoras están todas conectadas a través de las injusticias que ven sufrir en el camino de los migrantes. Los materiales son Sin señas particulares (2021) de Fernanda Valadéz, Te nombré en el silencio (2021), distribuido por Ambulante, y María en tierra de nadie (2011) de Marcela Zamora. Se abordarán en este orden con el fin de trazar una narrativa sobre el papel de las mujeres en estos contextos y la violencia a la que se enfrentan desde la perspectiva de la crítica cultural bajo las categorías de ‘Communitas de dolor’, ‘Horrorismo’ y ‘Presencias Fantasmagóricas’.

A manera de contexto, el papel de las mujeres en la migración ha cambiado con el paso de los años, en un principio, en la historia de las migraciones contemporáneas en territorio mexicano, eran las mujeres quienes se quedaban, los hombres iban en búsqueda del “sueño americano”, ellas esperaban y cuidaban de quienes como ellas se quedaban, según Silvia Rodriguez “La migración femenina ha estado presente a través de la historia, aunque se ha mantenido en las sombras” (23). Ahora, las mujeres se mueven a través del territorio, de un país que no pueden llamar hogar porque les faltan las piezas que lo conformaban, y que ahora deben buscar a través de un territorio violento. Al hablar de migración ya no resaltan palabras como trabajo, remesas, progreso en la calidad de vida de quienes se van. Al hablar de migración hoy en día, se habla de víctimas, crímenes, violencia, desapariciones y violaciones a los derechos humanos, una enorme lista de injusticias que día a día van en aumento. En este tortuoso camino es que se encuentran las mujeres, tejiendo redes de apoyo que entrelazan historias, que conforman communitas de dolor, y que han dado paso a nuevas subjetividades femeninas, entendiendo esto como nuevos roles y más activos de apoyo, ayuda y resistencia entre mujeres en Latinoamérica.

En México, día a día aumentan las estadísticas de personas desaparecidas, y las familias habitan un espacio de pérdida, como ecos de los que ya no están, que siguen en su búsqueda y viven en medio de su recuerdo. Se habla de desaparecidos, de personas a las que se les ha perdido la pista, no están muertos, pero no están aquí, sus cuerpos no han sido encontrados por lo tanto no se les puede dedicar un luto. Cabe aclarar que toda Latinoamérica en su vasta historia de pérdidas, es considerada una gran fosa, plagada de muertes sin resolver[1], en palabras de Ileana Diéguez en su valioso texto Cuerpos sin duelo, en México “Andamos sumergidos entre fantasmas. Y hacemos como si nada sucediera” (Diéguez, 6), la vida continúa, nos seguimos moviendo a pesar de las pérdidas y el dolor, las mujeres en territorio de tránsito migrante se mueven por las pérdidas y el dolor.

Para entender el contexto de profundo sufrimiento que atraviesa al territorio mexicano, es importante abordar los conceptos trabajados por Ileana Diéguez: Communitas o Communitas de dolor. La forma según Diéguez en que un individuo llega a las communitas es entendido como el surgimiento de un proceso de Liminalidad, de estar en límites, cruzarls, es decir, las distintas formas en que se manifiestan las pérdidas que orillan a los individuos a la liminalidad, esto se refleja tanto en las manifestaciones de los cuerpos desaparecidos, como los duelos o la falta de duelos en su caso para las familias de víctimas de desaparición, algo que debe entenderse bajo el derecho al duelo. Estas ‘comunidades de dolor’ envuelven las distintas formas de miles de ciudadanos y ciudadanas de enfrentarse a la falta de un cierre, pero también asumen las manifestaciones artísticas que pueden derivar de esto dado que la cultura como expresión simbólica, sostiene un papel fundamental para la resistencia y las demandas sociales cuando las vías jurídicas-políticas parecen cerrarse. Diéguez aborda el concepto de Necropoder (acuñado por Mbembe) para analizar el papel de los territorios políticos y criminales en el ejercicio de la violencia contra los migrantes. Será en estas categorías culturales próximas al horror, a la injusticia y a la violencia extrema en el que estas subjetividades femeninas han tejido sus valiosas redes de apoyo y se han mantenido en movimiento, sosteniendo y resistiendo el paso migrante.

En el mismo sentido los escenarios del horror que crea el necropoder en el universo doloroso migrante nos obliga a replantear nuestras ideas dadas por sentadas con respecto al Terror y el Horror, tal como lo concibe Adriana Cavarero en su texto sobre Horrorismo, donde refiere a la relación del poder con el terrorismo denominado como un instrumento para generar caos, que a su vez marca un énfasis en cómo una víctima también puede infligir violencia, pero dónde también se analizan los mecanismos los mecanismos bajo los que opera el horror y el terror tales como la Física del terror y el horror, el temblor, la huída, la parálisis, entre otros. “[…] la esfera del terror estaría entonces caracterizada por la experiencia física del miedo tal y como se manifiesta en el cuerpo que tiembla. Esta percepción física del miedo […] no sólo alude al movimiento, por así decir local, del cuerpo que tiembla, sino que también alude al movimiento, mucho más dinámico, del huir” (Cavarero, Horrorismo, 19), la crudeza y crueldad ejercidas por el necropoder al momento de dar muerte o de representar su poder por medio de la muerte, siendo reproducido en las víctimas y en la sociedad que lo presencia, y que a final de cuentas quedan expuestos a las consecuencias de la muerte, los vestigios de todo esto, el horror, la sensación de terror, de estremecimiento que provoca huir para evitar esas muertes violentas.

La crueldad ejercida para reafirmar el poder es lo que en los estudios sobre violencia se entenderá bajo la categoría de Horrorismo Las consecuencias de la violencia y el horror, se explican a partir del movimiento que ya se ha mencionado, el cuerpo que tiembla no solamente se mueve, sino que tiene una especie de repercusión. Esto es la Física del terror que, activaría los detonadores necesarios en los individuos expuestos al terror, hasta que ellos mismos se convirtieran en agentes que infligen ese terror, con la intención de no convertirse en víctimas se convierten en victimarios “[…] la física del horror […] tiene que ver con la instintiva repulsión por una violencia que, no contentándose con matar, porque sería demasiado poco, busca destruir la unicidad del cuerpo y se ensaña en su constitutiva vulnerabilidad” (Cavarero, Horrorismo, 25), esto genera escenas de extrema violencia, relacionadas con la categoría de capitalismo gore, es a la vez un mecanismo del poder. Para tener la capacidad de ejercer estos grados de violencia extrema, el perpetrador debe despojarse de su humanidad, dejando de reconocer en el otro su humanidad, despojándolo de su dignidad “más que para cortarle la vida, trabaja para deshacer la unidad simbólica, hiriéndolo y desmembrándolo, desprendiéndole la cabeza” (Cavarero, Horrorismo, 34).

Por su parte, Sayak Valencia ha acuñado el término de Capitalismo Gore como una herramienta de análisis que responde a los tiempos convulsos de la actualidad, la globalización y, en el contexto de un México sumido en las violencias que desencadena el narcotráfico. Así mismo, marca una línea de rastreo sobre la relación de la construcción de la masculinidad con la violencia, y la identidad nacional arraigada. A pesar de hablar sobre la identidad nacional, también resalta el concepto del colonialismo. El concepto de Endriago como sujeto activo en la participación de este sistema será fundamental. Otra perspectiva que se ha de tomar en cuenta para trazar con mayor especificidad la crítica contemporánea, es el Narcogótico Mexicano, las Presencias Fantasmagóricas del necropoder, y la forma en que se han instalado en la cotidianeidad de los mexicanos, en escenas de terror que narran los migrantes en su paso por México, esto como formas de ejercer el poder sobre ellos.

El Capitalismo Gore de Sayak Valencia responde a problemáticas mexicanas contemporáneas, las cuales se unen a partir de la relación que tiene el subalterno con el consumo. La brecha social se ha visto ampliada durante los últimos años, creando grandes desigualdades entre las distintas clases sociales. El consumismo está muy ligado al colonialismo, la globalización, los avances tecnológicos que no se han detenido, la publicidad cubre cada vez más cada aspecto de la vida del individuo mostrando lo que debería comprar, las formas en que debería vivir, a dónde debería viajar. Estos mensajes son recibidos por personas que no tienen forma de tener acceso a esto, o que no podrán tener acceso hasta dentro de mucho tiempo. Sayak Valencia plantea que, ante este deseo de hiperconsumo, el individuo buscará las formas más rápidas para acceder a este, o para salir de su condición de subalterno. El término Gore alude a la hiperviolencia, que se presenta como una de las vías para acceder a un nuevo estrato económico, por vías ilegales, por formas violentas, pasando por encima de la vida de otras personas.

A este concepto, se une la categoría de necropoder, el consumismo es una forma de demostrar poder, el poder adquisitivo, dado que se relaciona con la idea de la masculinidad en el contexto mexicano entendida como machismo, por medio de la violencia se ejerce el poder y se valida. Foucault introduce “la noción de necropoder como manifestación específica del terror actual. También Giorgio Agamben ha reflexionado la dualidad de los poderes en los Estados totalitarios del siglo veinte y en particular en el Estado nazi, en el que la biopolítica ‘pasa a coincidir de forma inmediata con la tanatopolítica’ (2005, 87)”. Es ejercer el poder o demostrar poder a partir de decidir sobre la muerte del otro, no solamente sobre la desición de vivir o morir, envuelve las formas y el momento en que la muerte se da, incluyendo las crueldades a las que se someterá a alguien para reafirmar este poder.

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Desarrollo

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Estos escenarios de extrema violencia, de inhumanidad, en donde el poder se alcanza sólo a través de la muerte, y la sociedad, en medio del horror encuentra como única salida huir, se instaura el terrorismo como lo aborda Cavarero “El terrorismo en general, en cuanto hace de la violencia un proceso desestabilizante, no tiene como fin, en realidad, garantizar un orden social […], sino difundir y perpetuar el orden del terror” (Horrorismo, 136). El caos se instaura como poder, quien ejerce el terror tiene el control, aunque eso signifique que ha dejado de existir un control en lo absoluto. Los agentes de este terror se reconocen bajo la categoría de Endriago, entendido como “Un monstruo, cruce de hombre, hidra y dragón. Se caracteriza por su condición bestial[…]Proponemos esta analogía entre el endriago (como personaje literario que pertenece a los Otros, a lo no aceptable, al enemigo) y las subjetividades capitalistas y violentas, que hacen que estos sujetos se vean orillados a convertirse en endriagos. (Valencia, 2010: 89-90)

Respecto a esto, Vladimir Guerrero aborda la categoría de Narcogótico mexicano, describiendo este estado de terror en el que se encuentra la sociedad, y los mecanismos que se utilizan para instaurar el miedo. Los comportamientos monstruosos que presentan los sujetos endriagos, que coinciden con el concepto que propone Guerrero:

Una herramienta teórico-crítica conformada por el carácter híbrido de diversos materiales culturales, tales como narrativa, música, teatro, cine, televisión, pintura, perfomances, moda, artículos decorativos, iconografías, fenómenos de internet, videografías, etc., que son representados a través de características temáticas y formales como: la muerte, lo monstruoso, los lugares malditos, lo diabólico, lo fantasmal, el cuerpo mutilado, la tortura, el dolor, entre otras y pertenecientes todas a la tradición estética de lo sublime. El narcogótico mexicano está enmarcado por las “experiencias límite” generadas por la narcoviolencia extrema del México contemporáneo y por las constantes intersecciones entre la realidad, el horror sobrenatural, y la tradición del horror en la cultura de masas moderna o la contemporánea. (Guerrero, El narcogótico mexicano -dispositivos culturales del horror y la violencia en el México del siglo XXI-).

Las manifestaciones culturales se verán fuertemente marcadas por el narcogótico mexicano como ya se ha señalado. Las experiencias límite se convertirán en un factor característico de las sociedades inmersas en el capitalismo gore, y quienes se ven envueltos en estas experiencias, pueden iniciar como víctimas de esta violencia al límite y, si sobreviven, los puede llevar a convertirse en sujetos endriagos. Sobre este punto se ejemplificará más adelante. Por su parte, se integra a este concepto el de las Presencias fantasmagóricas o el aspecto fantasmal que envuelve estos miedos relacionados con la violencia, el narcotráfico y los temores de los mexicanos que se han instalado en el imaginario popular, “el escenario especial para la irrupción del nuevo monstruo mexicano estaba preparado: una ciudad de pulso anormal regulada por el miedo a la muerte, al descuartizamiento, a la vulnerabilidad del cuerpo, de los cuerpos”(Guerrero,  Masculinidades monstruosas. Narcocultura, narcoviolencia y sicariato en el México contemporáneo. 125). 

En medio de este terror, de las presencias fantasmagóricas, de la predominancia del necropoder, se erigen distintas formas de resistencias, esto es explicado a partir del concepto de Liminalidad que es el punto de inflexión por el que pasa un individuo que es parte de la sociedad, la cual es una estructura normativa, dentro de esta estructura pasa por una crisis, esta crisis lo lleva a un punto de inflexión. Este punto pueden ser las experiencias límites que ya se han mencionado, episodios de violencia extrema. Posteriormente entra a una communitas, una comunidad que entiende su dolor que se reconocen en el dolor del otro, en donde predomina un fuerte sentimiento de pertenencia y union social. Esto es muy común en colectivos que comparten un mismo sentimiento de dolor o pérdida.  “En los espacios públicos ellas y ellos se exponen y junto con el dolor instalan la rabia, instalando también el rostro de sus hijas e hijos a través de la huella fantasmagórica fijada en las fotos que portan. Los rostros de quienes ya no están aparecen en los rostros de los familiares que ponen sus cuerpos poniendo sus rostros” (Diéguez, Cuerpos sin duelo, 20). Todas estas manifestaciones de colectivos, de communitas, llevan a cabo acciones que se vinculan a duelos sin resolver, falta de justicia, cuerpos que aún no son encontrados, que también se convierten en presencias fantasmales, o muertes que no se han confirmado. Estas representaciones por parte de los familiares de los desaparecidos, remiten a una imagen construida a partir de ausencias, de vestigios, los despojos que quedan atrás y que cuentan la historia de los que ya no están y que es rastreada por quienes se han tenido que mover buscando sus huellas, buscando algo que ya no se encuentra ahí, que solo es un eco, una forma ínfima de acceder a la verdad y de vivir en medio del terror.

Para ejemplificar de manera más amplia la operatividad de estas categorías, se analiza el dispositivo cultural Sin señas particulares película dirigida por Fernanda Valadez de 2020, en esta película se narra la historia de Magdalena, una madre que busca a su hijo que partió de su hogar para convertirse en migrante. De esta manera, se buscará arrojar luz sobre estos conceptos que nos permitan un acercamiento hacia la multiplicidad de violencias que han plagado nuestra realidad, exponiendo las formas en que se entrecruzan las responsabilidades de distintas capas de la sociedad, que parecen estar separadas, pero en realidad se conectan en puntos medulares, llevando a convertirnos en sujetos que, como menciona Diéguez: caminamos “sumergidos entre fantasmas”.

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Sin señas particulares es una película de 2020, distribuída en cines en México en el año de 2021. Esta película, en palabras de su directora “No puede resumirse en un solo género cinematográfico. De esta manera mezcla el thriller psicológico con el road movie y lo fantástico” (Cruz, “Sin señas particulares: la crisis por encontrar la verdad en México”, LadoB). Esta película aborda el tema de las desapariciones forzadas, desde la perspectiva de Magdalena, una madre que busca a su hijo viajando hacia la frontera. Tratando de seguir su rastro, en el camino se cruzará con personajes que representarán distintas capas de la sociedad que participan y son víctimas de un sistema que los ha absorbido, del necropoder, el narcogótico mexicano y que forman parte de la inercia de la física del terror. Esta película es de suma importancia para comprender los estudios sobre la violencia en México como territorio de tránsito en el camino migrante ya que es una manifestación de todas las categorías que ya se han mencionado y, constituye un testimonio artístico y cultural, de ficción, dado “El papel de la cultura como expresión simbólica para sostener una demanda cuando las vías políticas se clausuran” (Canclini, Culturas híbridas, 326). Sin señas particulares (2020) - Filmaffinity

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Figura 1. Poster promocional de la película.

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La película inicia con un recuerdo, el recuerdo de Magdalena de su hijo Jesús que parte hacia la frontera para trabajar, aquí vemos una de las características del concepto de Capitalismo Gore y el colonialismo, en donde las desigualdades y la brecha social mueven a los individuos en búsqueda de otras oportunidades, en este sentido, las migraciones son uno de los numerosos síntomas del capitalismo, a medida que la historia avanza se puede ver como se transforma en Capitalismo Gore, como una maquinaria en donde cada acción tiene una reacción violenta, como efecto dominó, en donde las consecuencias terminan siendo funestas para los involucrados.

Magdalena busca a Jesús junto con otra madre, que busca a su hijo Rigo. Vemos cómo ante la angustia y la sensación de pérdida estas dos mujeres conforman una communitas de dolor, y al mismo tiempo se dan cuenta de la inmensidad de esa communitas al buscar ayuda por las vías legales, y como ya se había mencionado anteriormente, estas vías legales se ven agotadas, para pasar a tomar acción fuera de estas. Al acudir a presentar una denuncia por la desparición de los jóvenes (dos semanas sin saber si llegaron a la frontera o si cruzaron), el agente les dice que lo único que puede hacer por ellas es mostrarle una carpeta de gran volumen que contiene fotografías de restos y vestigios de cuerpos encontrados en las rutas de migrantes, encontrados en fosas clandestinas, incluso en lugares de exterminio en donde los sicarios ni siquiera se tomaron el tiempo de excavar una fosa, dejando los cuerpos expuestos, como se puede observar en la figura 2. La madre de Rigo lo identifica y reclama el cuerpo, pero Magdalena sólo puede identificar una maleta, por lo tanto su duelo no tiene un cierre, y emprende una travesía por el territorio de la frontera para poder encontrar la verdad, para encontrar a su hijo, aunque sea sólo su cuerpo sin vida,  tal y como lo expresa Diéguez “En México hemos seguido marchando y caminando para hacer visible que la muerte no se detiene, que la justicia es una gran ausencia, que el duelo es colectivo y público, atravesado por la incertidumbre y la espera.” (Diéguez, Cuerpos sin duelo, 29). La muerte y la pérdida no se detienen, quedan vacíos, no hay derecho al duelo, Magdalena no puede acceder a ese duelo y solo le queda la incertidumbre de no saber, es una de las principales motivaciones que la mueven “yo necesito saber” clama.

Figura 2 Fotograma de Sin señas particulares (2021)

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La historia avanza, el viaje de Magdalena comienza, y se ve envuelta en una de las escenas de terror y narcogótico mexicano que combina las presencias de lo fantasmagórico, y a la vez marcará el ritmo de la escencia del thriller, la tensión constante: Un amigo de Magdalena la lleva a la frontera y en la carretera comienza a escucharse cómo se va acercando un automóvil, el espectador intuye que por las características del sonido pordría ser una pickup. Este automóvil “reta” al amigo de Magdalena presionando el acelerador, acercándose peligrosamente y de fondo música de banda. Por las miradas de Magdalena y su amigo, de tensión, evitando mirar a quienes tratan de intimidarlos, podemos imaginar de qué se trata: sujetos endriagos de la narcomáquina. Como ya lo describe Guerrero, el narcogótico mexicano lleva a los sujetos a vivir “experiencias límite” a convivir con estas como parte de una cotidianeidad, la violencia ya es identificada con facilidad y han aprendido no sólo a identificarla sino a sortearla, esta escena se mueve entre la realidad y el horror sobrenatural, dado que es una esecena muy familiar en zonas donde se presenta la violencia del narco en México, pero al narrarlo en el filme, no se distinguen a los sujetos que inflingen esta violencia de ahí que semejen a figuras fantasmagóricas.

Una vez que Magdalena llega a la frontera y se dirige a una instancia oficial para el reconocimiento de cuerpos y vestigios, se enfrenta al horror, un sentimiento de sobrecogimiento ante la cantidad de cuerpos y restos que llegan en bolsas de plástico negras, ya un ícono del narcogótico, intervenciones abyectas de los cuerpos abordado desde la perspectiva de Julia Kristeva “Lo define cómo aquello que perturba una identidad, un sistema, un orden, y que encuentra en el cadáver el colmo de su manifestación.”  (1988, 11). Esto remite a una dimensión fantasmal de las imágenes en donde nos enfrentamos a personas desaparecidas, y cuando aparecen vestigios de estos cuerpos, son fragmentos, sin nombre y casi imposibles de identificar, su identidad ha sido borrada, lo único que queda es una “Memoria del dolor”. Esta memoria del dolor se puede ver a manera de catálogo abyecto en la serie de fotografías que los agentes le muestran a Magdalena, restos de ropa carcomidas por la intemperie, una irónica estampa del “Angel de la guarda”, y una maleta con la leyenda “Tierra de oportunidades” la cual reconoce Magdalena ya que es la misma que ella le empacara a su hijo antes de irse, estas son “…inevitablemente evocaciones y/o representaciones del estado catastrófico en el que se sobrevive o se muere en ciertos espacios de Latinoamérica” (Diéguez, Cuerpos sin duelo, 25).

 Vemos entonces, cómo el horrorismo atormenta a las communitas de dolor, madres que se reúnen en fila a esperar que las llamen por su nombre y que proporcionen una muestra de sangre, la cual permitirá identificar restos con mayor especificidad. En este mismo edificio, a donde las personas acuden con esperanzas de saber qué es lo que ocurrió con sus familiares, vemos rostros de quienes tras años de búsqueda sólo esperan un cierre, el derecho al duelo y al dolor, a poder expresar “Me duele”. Sin embargo, Magdalena abandona el edificio sin la certeza, sin saber, a pesar de encontrar pistas de su hijo, no hay un cuerpo, no puede confirmar su muerte, sin poder reclamar su derecho público a llorar su dolor, tampoco puede saber qué le pasó.

Por otra parte, ocurre una historia paralela, que eventualmente se cruzará con la de Magdalena, Miguel, un joven que al parecer corre con mejor suerte que Jesús, se encuentra en medio de los “Removal procedures”, será deportado de vuelta a México, lo que parecía una salida, ahora se convierte en un punto sin regreso, debe volver a México empezar de cero y tratar de encontrar a su familia con quienes no ha tenido contacto, al momento de cruzar la frontera de vuelta a México la tensión narrada a través de los sonidos en el filme comienza a aumentar, el ruido de los automóviles, como un monstruo enorme que ruge por cruzar, por el consumo: el monstruo del capitalismo gore que lo puede devorar ahora que vuelve a la tierra del narcogótico mexicano.

Un elemento más del narcogótico mexicano se sitúa en una escena en dónde Magdalena, siguiendo el rastro de su hijo busca información en la línea de autobuses que debía llevarlo a la frontera. Al tratar de buscar información sólo encuentra puertas cerradas. Más tarde, una mujer que no se identifica, le habla a escondidas en el baño y le aconseja que no ande preguntando esas cosas en ese lugar porque le puede ir mal. Nuevamente se presentan estas presencias fantasmasles del terror que no están presentes, que no se materializan pero que el miedo y el poder que ejercen a través del miedo que infunden en la población es latente ya que ni siquiera se atreven a nombrarlos en voz alta. Pero logra averiguar algo, la línea ha perdido camiones en esa zona y han vuelto sin personas, sigue la pista hacia un albergue de migrantes.

En el albergue consigue información sobre un hombre que sobrevivió al secuestro de uno de los camiones en el que pudo haber viajado Jesús, el hijo de Magdalena. A partir de esta pista, el camino de Magdalena se cruzará con Miguel, el joven migrante que ha sido deportado, busca a su familia pero encuentra un pueblo abandonado y una casa igualmente abandonada, un pueblo víctima del terror desplazado por la violencia, o desaparecido ya que no se termina de aclarar qué es lo que ha sucedido con las personas en ese lugar. Miguel trata de buscar a su madre y a lo lejos le responden “¿Eres tú? Ya nadie queda, vete” (Valadez, Sin señas particulares, 01:02:20). Miguel y Magdalena conforman una particular communitas de dolor, una madre con un hijo perdido, y un hijo con una madre perdida.

Una de las escenas más representativas de este thriller del narcogótico mexicano es la narración del hombre que huye del asalto al camión en el que viajaba Jesús, quien sobrevive a los sicarios. Esta escena se va construyendo a partir de ‘capas de niebla’ que ocultan y a la vez muestran la faceta espectral de la narración, eleva la tensión. Una de estas capas es el idioma, el hombre no habla español y narra lo sucedido en una lengua que parece ser originaria, otra capa es la debilidad visual del hombre, la escena se representa a partir de luces y sombras, las imágenes no son claras, no puede reconocer la fotografía de Jesús por su debilidad visual, pero recuerda una marca blanca en el rostro de Rigo, el amigo de Jesús, sobre esto afirma “Lo mató el diablo”. Lo diabólico es una característica temática y formal que Guerrero menciona sobre el narcogótico mexicano, como se expone en la figura 3.

Sin señas particulares (2020) - I saw the devil. - YouTube

Figura 3 Fotograma, Sin señas particulares (2021)

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En esta escena se puede ver de forma difusa, así como nos llegan todas las narraciones de estos sucesos en el camino migrante, por ‘oídas’, rumores velados, a medias, a causa del miedo a las consecuencias o por no nombrar aquello a lo que se le teme, esto remite a la imagen de Medusa a la que Caravero alude en su texto, ese horror que no podemos ver de frente, estas capas de niebla, los relatos a medias y ‘sobreentendidos’ nos permiten enterarnos de ese horror sin sumergirnos por completo en este. Los sicarios, bajan del camión a las personas, encienden una hoguera y dan paso a una experiencia límite como lo menciona Valencia, generada por la narcoviolencia extrema, asesinan a los pasajeros con gran brutalidad y arrojan los cuerpos o los restos a la hoguera, el hombre que sobrevive, ve en medio de su debilidad visual y el horror exacerbado, una imagen diabólica, con cuernos y cola que se para frente a las llamas. Esta imagen recuerda al texto de Velázquez “If you tolerate this your children will be the next”, esta cita es mencionada en el trabajo de Guerrero para ejemplificar el terror del narcogótico mexicano “Una noche, por fin, mis peores temores se cristalizaron. Tuve un encuentro con un sicario” (175).

Esta escena de terror se repite una vez más cuando por la noche Miguel le dice a Magdalena que deben irse ya que escucha que se acercan los sicarios a la casa donde se encuentran, trágicamente Miguel sale del escondite y es asesinado, Magdalena ve lo que pasa y es descubierta. Cabe aclarar que en esta escena no se ven con claridad los rostros o las figuras de los sicarios, son solamente luces que los persiguen, se comunican por medio de silbidos, restándoles humanidad y transfigurándolos en algo cada vez más monstruoso. Magdalena trata de huir, pero es alcanzada por uno de los sicarios, comienza a rezar y cuando la luz cegadora baja, Magdalena descubre con horror que el sicario es Jesús, su hijo “No se levante mamá…quédese ahí hasta que nos vayamos…me agarraron y ya no puedo irme” (Valadez, Sin señas particulares, 01:25:45-01:27:11). Descubre que el sujeto endriago fue absorbido, es su propio hijo, ‘el diablo’ lo monstruoso, el capitalismo gore lo alcanzó.

En este material fílmico, de ficción, se plasma una historia aterradora, una mujer, madre, que es movida a través de la violencia y territorio hostil en búsqueda de un hijo que fue atraído por el camino migrante, y ahora es ella quien tiene que seguir sus pasos para tratar de encontrarlo. La historia de Magdalena se cruza con las de cientos de mujeres en búsqueda de sus familiares en fosas, en territorio mexicano, siguiéndoles la pista a través de carreteras, caminos y albergues para migrantes, intentando contactar con autoridades o cualquier persona que les pueda ayudar, y que encuentran que no están solas caminando a través de ese dolor.

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Respecto a este reconocimiento en el dolor de otros, podemos referirnos a una de las escenas del documental Te nombré en el silencio, distribuido por Ambulante, en donde un grupo de madres buscadoras de Sonora se enfrentan día a día a sus propios duelos, a ausencias y soledades, viven una lucha que no todo el mundo puede entender, pero el grupo que han conformado para realizar sus búsquedas también es ese espacio en donde la queja “Me duele” es escuchada y entendida a un nivel profundo, como se expresan las mujeres en la figura 5, cuando recuerdan el aniversario de sus desaparecidos y se sobrecojen ante el dolor, pero lo comparten. Esta mujeres se mueven a lo largo del territorio mexicano buscando cualquier indicio de sus familiares desaparecidos, aunque no solamente son familiares de migrantes, sí se encuentran muchos de ellos entre sus historias. Son mujeres que tejen esas redes de apoyo porque se reconocen entre sí, reconocen su dolor y sus necesidades, saben por lo que pasan que, aunque puedan no ser las mismas circunstancias, sí comparten el dolor; pero es gracias a ese dolor que se mantienen en movimiento, enfrentándose no solamente a la violencia e injusticia sino a choques culturales sin detenerse. Te nombré en el silencio (2021) en cines.com

Figura 4, Poster del documental

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Dieguéz menciona a Martín Buber y su concepto de Communitas, esta como una comunión de individuos iguales, reunidos en una situación de encuentro totalmente contraria a lo que representa la ley, es decir que no necesariamente son estructuras o colectivos que se apoyan en la ley, o en lo jurídico-político, sino que desarrollan sus propias formas de operar, sin que esto implique llegar a la ilegalidad.

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Te nombré en el silencio - Ambulante

Figura 5, Fotograma, Te nombré en el silencio, (2021)

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Las desapariciones remiten a una dimensión fantasmal de las imágenes en donde se enfrentan a personas desaparecidas, y cuando aparecen vestigios de estos cuerpos, son fragmentos, sin nombre y casi imposibles de identificar, su identidad ha sido borrada, lo único que queda es una Memoria del dolor, que poco a poco ha ido permeando en cada una de las esferas de la vida pública y privada, el movimiento de las madres buscadoras ha tenido gran impacto a nivel nacional, y representa una expresión más de las redes que tejen las mujeres, madres que sostienen un país azotado por la violencia. Al nombrar a sus desaparecidos, buscarlos “Hasta encontrarles” luego de muertes y desapariciones, y la tensión que se genera a partir de estas relaciones crean lo que la autora denomina como Escritura entorno a la ausencia y Cuerpos espectrales, estas escrituras van erosionando poco a poco los discursos entorno al duelo, exponiendo estas ausencias de formas muy particulares “Ex – puesto es también, el pasado de una presencia que ha sido vulnerada, de un cuerpo que ya no es visible, que ya no puede estar ante la mirada, ante nosotros y los otros” (Diéguez, Cuerpos sin duelo, 25).

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La historia de María en María en tierra de nadie, un material documental que recoge historias de mujeres que de una manera u otra se ven envueltas en el camino migrante y quedan atrapadas en el limbo del territorio mexicano. Estas historia se entrelaza con las historias de las madres buscadoras, de las madres de los migrantes desaparecidos y la de los migrantes. María es una mujer mayor en El Salvador, que se dedica a vender dulces para reunir dinero que le permita realizar el viaje migrante de 3,000 kilómetros hacia el norte, en dirección a México, para buscar a su hija Sandra, quien se fue buscando “el sueño americano”, en palabras de María, su razón para moverse a través de los territorios y enfrentar la violencia: “Yo le pido a Dios que me ayude a encontrarla, porque me hace falta”. El documental sigue la historia de otras mujeres, que junto con María buscan llegar al norte de México, algunas de ellas buscando familiares perdidos, otras buscando trabajo, mejorar las condiciones de vida de su familia o huyendo de situaciones de violencia de género a las que las mujeres se enfrentan en Latinoamérica. Una de ellas busca regresar a E.E.U.U dado que ha sido deportada por inmigración y no le permitieron llevarse a su hija quien si contaba con ciudadanía Estadounidense. Maria en tierra de nadie - Película 2011 - SensaCine.com

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Figura 6, poster del documental

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Es así como inicia el viaje de 30 madres salvadoreñas buscando a sus familiares a través del territorio mexicano, enfrentándose al horrorismo, un sinúmero de actos de violencia, robos, abusos de poder por parte de autoridades mexicanas, y al narcogótico mexicano al encontrarse a los Zetas, un grupo criminal del narcotráfico. Sin embargo, también encontrarán en el camino que hay una communitas de dolor que trasciende fronteras, que sin importar la nacionalidad entreteje una red a lo largo de uno de los países que ha desaparecido, en fosas comunes, en el narcotráfico y en el sistema a un enorme número de personas migrantes. En el camino, estas madres nombran a sus desaparecidos y resguardan las fotografias con las que no solo los recuerdan sino que se han convertido en herramientas de resistencia, para nombrarlos, para encontrarlos, como se puede observar en la figura 7.

Figura 7, Fotograma, María en tierra de nadie, (2011)

Otras de las historias de mujeres migrantes que se encuentran en el documental son las de las migrantes que no han llegado a su destino y se encuentran en burdeles, víctimas de la trata de blancas[2]. Aquí las mujeres se apoyan entre sí, con la esperanza de salir de ese lugar, pagar sus deudas y encontrar a sus familiares, ya sea siguiendo su camino hacia el norte o volviendo a sus países de origen. Siguiendo la historia de María y las madres migrantes, llegan a los refugios de migrantes y se encuentran con otras mujeres que les comparten sus consejos, cómo guardar dinero, qué caminos son seguros, qué albergues visitar y qué oficinas de gobierno evitar. Es así como poco a poco se va tejiendo la red de apoyo entre los migrantes, con rumores, con consejos, creando historias míticas de espacios y personas como los albergues, los Zetas, “la migra”, la Bestia[3] y las Patronas. Las Patronas son un grupo de mujeres en Veracruz, voluntarias que a diario, por más de 19 años han hecho comida, para lanzar a los migrantes que lo necesiten cuando La Bestia, pasa por el lugar donde ellas se encuentran “(…) hay unos que nos gritan ‘¡Madre a mí, yo llevo tres días que no he comido!’ si nos alcanza bien” (Doña Leonila, María en tierra de nadie, 39:20-39:27). Estas mujeres apoyan a los migrantes desde distintos lugares de resistencia, en comunidad, como se puede observar en la figura 8, donde una de las Patronas lanza comida y agua al paso del tren en donde viajan los migrantes.

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Figura 8, Fotograma, María en tierra de nadie, (2011)

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Así han conformando una comunidad de resistencia, sosteniendo vidas migrantes con frijoles, pan y botellas de agua lanzadas al aire tras el paso de la Bestia. Mujeres que sostienen resistiendo, tejiendo redes que eviten, por lo menos por unos momentos que vidas humanas se vengan abajo.

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Conclusión

Estos materiales fílmicos enmarcan las categorías de Communitas de dolor y Liminalidad como estrategias de resistencia ante el necropoder, horrorismo, el mecanismo de la física del terror, el terrorismo, el capitalismo gore, los sujetos endriagos y el narcogótico mexicano; constituyen una radiografía de la sociedad contemporánea latinoamericana, y la forma en que operan estos mecanismos en las sociedades en contextos migratorios, el estado de terror en espacios fronterizos, en territorios de tránsito en donde hay gran vulnerabilidad para ser expuesto a estas experiencias límites. Al final se encuentra una crudeza igualmente al límite, ¿Es la verdad, conocer lo que en verdad ha pasado lo que nos puede otorgar el derecho al duelo? O es que vivimos en un tiempo tan convulso y violento que la verdad también ha pasado a formar parte del horrorismo.

Es en los dispositivos culturales donde es posible encontrar espacios en los que estas preguntas tengan lugar, estas reflexiones pueden ser expuestas cuando lo político y jurídico se ha agotado, cuando la comprensión de estos actos inhumanos se nos escapa como sociedad y sólo nos queda refugiarnos tras las capas de niebla, el escudo contra la medusa, la monstruosidad y el miedo que se ha apoderado de nosotros, con los consejos, los rumores y las conversaciones perdidas, los vestigios de los que se fueron y quedan como huellas para quienes los buscan. Es en estas historias de mujeres donde se ve una forma de poder muy distinta, alejada del necropoder, no concentrado, distribuído en muchas manos, en la diversidad de sus historias, su dolor y manos de mujeres; más allá del poder concebido bajo la propuesta patriarcal heteronormada, y que se asemeja más a la fuerza colectiva, que busca la supervivencia, por encontrarse, por no desaparecer.

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Fuentes:

Cavarero, Adriana. Horrorismo: Nombrando la violencia contemporánea. Anthropos, Universidad Aut6noma Metropolitana-Iztapalapa. Div. Ciencias Sociales y Humanidades, 2009.

Cruz, Gene. “Sin señas particulares: la crisis por encontrar la verdad en México”. LadoB. 14 de septiembre de 2021. https://www.ladobe.com.mx/2021/09/sin-senas-particulares-la-crisis-por-encontrar-la-verdad-en-mexico/ (Fecha de acceso: diciembre 2021) 

Diéguez, Ileana. “Cuerpos sin duelo.” Córdoba: Ediciones DocumentA/Escénicas (2013).

Heredia, Vladimir Guerrero. “Masculinidades monstruosas. Narcocultura, narcoviolencia y sicariato en el México contemporáneo.” Taller de Letras (2020): 119-131.

López, Erick Gómez Tagle. “Migración internacional, explotación laboral y trata de blancas en el siglo XXI.” Revista Venezolana de Ciencias Sociales 8.2 (2004): 193-212.

María en Tierra de nadie, Dir. Marcela Zamora. Coproducción México-El Salvador-Guatemala; Idheas. México. 2011

Osorio Ruiz, Ever Esther. La bestia: muerte y violencia hacia migrantes en tránsito por México. MS thesis. Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Departamento de Comunicación, 2014.

Rodríguez Hicks, Sonia A. “Mujeres en movimiento: La representación de la migración femenina en los cuentos de Cristina Pacheco, Nadia Villafuerte y Rosario Sanmiguel.” (2017).

Sin señas particulares. Dir. Fernanda Valadez. Corpulenta Producciones, FOPROCINE, Avanti Pictures, EnAguas Cines y Nephilim Producciones. 2020 (2021 en cines)

Te nombré en el silencio, Dir. José María Espinoza. EMT Films, Cinema del Norte, No Ficción. México. 2021

Triana, Sayak Valencia. “Capitalismo gore: narcomáquina y performance de género.” MUJERES INTELECTUALES(2011): 371.

Valencia, Sayak. Capitalismo gore. Vol. 158. España: Melusina, 2010.

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  1. Según cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda, desde 1964 a la fecha, en México se han encontrado 8mil 719 personas sin vida. (Información de artículo México llega a las 90mil 34 personas desaparecidas de Animal Político). Por otra parte, en la exposición Río abajo (2008) de Erika Diettes, se menciona que “Los ríos de Colombia son los cementerios más grandes del mundo”, haciendo referencia a los asesinatos derivados del conflicto armado interno en Colombia.

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  2. “En el marco jurídico internacional se define al fenómeno ‘trata de blancas’ como el hecho punible de enganchar o reclutar mujeres, menores y mayores de edad, mediante el engaño, o uso de la violencia, para ‘arrastrarlas’ al ejercicio de la prostitución o vicios afines fuera de su país” (Gómez Tagle, 200)

  3. “La Bestia, un tren de toneladas de acero industrial que atraviesa el territorio mexicano desde Chiapas hasta los estados fronterizos del norte del país. Esta Bestia porta en sus entrañas mercancías y en su lomo centenas de migrantes.” (Osorio, 51)


Daniela Ornelas Enriquez es originaria de Chihuahua, México, es Licenciada en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Es aspirante al título de Maestría en Investigación Humanística en la Universidad Autónoma de Chihuahua y actualmente concentra sus estudios en migraciones, hibridez y transculturalidad. Periódicamente brinda tutorías de idioma español para jóvenes y niños en comunidades angloparlantes que residen en el norte de México.