ISSN 2692-3912

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Dos monólogos

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El ermitaño

 

Arriba de la azotea de una vecindad del centro y en medio de tendederos sin ropa, el ermitaño medita.

El Ermitaño, imitando a Shiva, sostiene entre sus manos dos tapas de cacerola alrededor de sus orejas. Emite la sílaba sagrada del “om”; el “om” por momentos recuerda el principio de la melodía “Fue en un café” de los Apson y luego regresa al primer sonido del Todopoderoso.

Esta melodía se irá y regresará todo el tiempo, como el amor.

El Ermitaño intempestivamente se yergue y mira al ocaso justo en la orilla de la azotea, aferrándose a las tapas de la cacerola.

Om – Tierra- Om – Atmósfera – Om – Cielo. Shiva Nataraja, señor de la danza, dueño del presente, del pasado y el futuro. Shiva.

El Ermitaño coloca las tapas entre sus piernas, empieza a tocar.

El tambor de Shiva produjo el Om y con él creó y destruyó el Universo.

Los tambores-cacerola inventan la existencia al ritmo de los Apson.

Yo no soy Shiva, pero sí tengo un tambor. Éste.

El Ermitaño toca más fuerte.

Me levanto antes del amanecer y medito. Yo medito. Om.

Reproduzco el sonido del alma del Dios y atrás de mí, la vecina del 08 tiende su ropa, son las siete de la mañana y medito. Abajo, en la calle, el señor de los tamales me pregunta si quiero uno verde o uno rojo, pero a mí no me importa porque el sabor es relativo.

No pido nada, pero él insiste porque no “puede verme así” y me manda uno de dulce. Digo me lo manda, pero en realidad me lo sube por la cubeta que tengo colgada. La cubeta es mi contacto con el mundo. Mi ancla. Luego la levanto y el mundo detrás, adelante, arriba, abajo y a los lados, se destruye. Yo parto.

El Ermitaño adopta la pose de Shiva.

Ahora soy nada.

En la nada en la que me encuentro soy el principio y el fin.

Los ojos de la madre que llora a su hijo muerto en la balacera.

La moneda de diez centavos que nadie recoge.

La mujer que compra huevos con su primer salario.

El helado que se le cae al niño regordete en el parque.

El grillo que canta en una esquina del cuarto del velador.

El hombre que mira a la maestra de spinning dar su clase y suspira.

El ying y el yang.

El punto fijo que ella mira cuando anochece

y se pregunta por qué me fui

mientras le sirve la cena a Raúl,

su ahora esposo,

mientras le calienta la cena a Raulito, su hijo.

“Más pan, mami, por favor”.

 

Silencio.

Soy la vuelta a la esquina la tarde de domingo en que la vi con él… y soy también el dolor entre el pecho y la garganta que nunca desaparece.

Soy el que era hace años mientras se aleja arrastrando los zapatos y la tristeza.

Abro los ojos, son las cuatro de la tarde, no tengo hambre porque el tamal era enorme y porque los seres como yo no necesitamos comer tanto, para eso está el prana o el maná.

El tipo del 02 fuma mota, me pregunta si estoy loco o soy un iluminado, me dice que no nota la diferencia, pero que si tiene que elegir, elige el primero; el segundo ya vino, dice, lo crucificaron; tú me caes bien y no quiero verte en la cruz, sufriendo mientras le pides perdón a tu padre que es el padre de mi padre y el padre de todos mientras que él enojado por su hijo, parte los cielos en dos.

Yo lo ignoro. Om. Medito.

Reproduzco el sonido del Alma de Dios y el tipo se marcha mientras me desea buena suerte.

¡Ánimo, ella se lo pierde!.

El Ermitaño coloca las tapas de las cacerolas en sus oídos. Se va al interior de su ser.

Silencio.

Pero ella nunca pierde. Yo lo sé.

El Ermitaño abre los ojos.

El tipo lo dice para “meter aguja y sacar hilo” porque no sabe nada. Nadie sabe nada y no pienso explicarles. Antes “del día”; saludaba a algunos cuantos; hola, ya amaneció; buenas tardes; creo que va a llover; buenas noches, descanse. Yo no preguntaba nada y ellos no respondían nada. Era el trato perfecto, cordial. Y hasta sonreía.

Caminaba apresurado a la fábrica donde era velador y contaba las horas para salir y vivir.

Vivir para mí empezaba en su puerta y terminaba en su mano.

El Ermitaño coloca las tapas de la cacerola en sus oídos.

Ya no más.

Pausa.

La noche cae y miro la Luna, hoy particularmente es grande, redonda, ilumina mi santuario, el templo consagrado, ilumina los tinacos Rotoplas y las pinzas de tender. Los niños abajo me gritan, me insultan, se ríen de mí y sus madres los obligan a callar porque es grosero expresarse así de alguien, les dicen; y los meten a sus casas, no son horas y mañana hay escuela.

Pero a mí no me importan ni los niños, ni las madres ni si pasan la materia o no. No me importa si es lunes o sábado, si empezamos el año o ya es invierno. He cambiado los segundos por respiraciones y los meses por saludos al Sol.

Soy perfecto en mi imperfección y en mi abandono, soy perfecto en el vacío en el que me encuentro sin ella.

Yo no soy Shiva, pero sí tengo un tambor.  Éste.

El Ermitaño toca más fuerte.

Me levanto antes del amanecer y medito. Yo medito. Om.

Reproduzco con él, el sonido del alma del Dios y coloco mi antídoto en las orejas.

El Ermitaño coloca las tapas de la cacerola en sus oídos.

No tengo nada que me ate salvo mi cubeta, pero la cubeta sólo la bajo por cinco minutos tres veces al día, todos los días. Las otras 23 horas con cuarenta y cinco minutos deambulo solo, adentro de mí y afuera del mundo. Arriba y abajo son el mismo camino, si se sabe mirar.

Allá arriba, allá abajo. Yo en el centro. No recuerdo cuánto llevo aquí y me da igual porque no me moveré. No moveré ni una sola célula de mi cuerpo. Ninguno de mis átomos, ni uno de mis chakras. Ni el darma, ni el karma. No.

Sé que al principio la jaula del nueve estaba vacía y ahora la llenan de pañales de tela y dos camisas de vestir; que a tres cuadras construyeron una unidad habitacional de más de quince pisos con departamentos de 35 metros cuadrados, que ya todos se ocuparon y que el impermeabilizante con garantía de ocho años ya está cuarteándose y caen goteras en el que antes era mi cuarto y que habita un par de ratas que chillan cuando llueve y se mojan.

Tampoco ellas me importan aunque debieran, ellas estuvieron conmigo en las buenas y en las malas; pero ahora medito y el tiempo y espacio no existen, tampoco ellas.

Así que coloco el antídoto en mis orejas y el mundo ya no duele porque desaparece. El poco odio que queda adentro es callado por los tambores y los chillidos de las ratas ya no me llegan. Las dejo morir de hambre como yo, las dejo sin agua, sin luz, sin tamales verdes o de rajas, como yo. Las dejo suspendidas, como la dejé a ella, pero por más que me esfuerce, de nuevo es domingo, todos los días es domingo y camino.

Soy el que era hace años mientras se aleja arrastrando los zapatos y la tristeza.

El Ermitaño emite la sílaba sagrada del “om”, el “om” por momentos recuerda el principio de la melodía “Fue en un café” de los Apson y luego regresa al primer sonido del Todopoderoso.

Su ausencia me mata y yo/

Esta melodía se irá y regresará todo el tiempo, como el amor.

 

 

Oscuro

El operador telefónico

 

Una cabina llena de cables que conectan llamadas telefónicas que hacen un eco escuchado sólo por Joel.

Joel con audífonos puestos se concentra en oír al mundo para enmudecer a su corazón.

Joel sube un cable, baja otro. Toma una Coca Cola.

Poco a poco aparecen más botellas, todas vacías.

JOEL: Lo más que llegué a dudar en un trabajo fueron dos meses, el primero porque le daba el beneficio de la duda; no, no puede ser tan horrible… y el segundo porque lo confirmaba: sí lo es. Huye.

Así es como empecé a llenar mi cv de pequeños empleos, uno más raro que el otro, más agotador, más desgastante, más triste: recogedor de chicles pegados después de conciertos masivos; limpiador de ventanas en hospitales de enfermos terminales, levantador de perros sacrificados en perreras, bordador de pañuelos para llorar la soledad.

Joel conecta con más lentitud una llamada a otra.

Cuando cumplí treinta, mi currícula tenía más de doscientas hojas repletas de renuncias e inestabilidad emocional.

Claro, eso último, “la inestabilidad”, no lo digo yo, lo dicen mis “empleadores”, o lo decían, porque debo confesar que desde hace siete años mantengo el mismo empleo y además, por si eso no fuera suficiente, soy el mejor en mi área.

Joel se enorgullece, se endereza, es el centro del mundo.

Soy el empleado del mes, el ejemplo, la imagen corporativa de los calendarios y el encargado de dedicar unas palabras en el aniversario de la empresa. Yo soy la empresa.

Joel le da un gran trago a su Coca Cola.

Cuando me preguntan cada año qué quiero como retribución a mi excelente desempeño laboral, yo contesto fuerte, con decisión, con estilo: Un centenar de Coca Colas de vidrio bien frías envueltas con un moño rojo al frente. Y ellos, mis patrones, se alegran porque no les pido un viaje a Nueva York, un carro, un aumento. Nunca he tenido un aumento. ¿Para qué? No lo necesito.

Vivo en un cuarto pequeño, sin ventanas, con un colchón individual en el suelo y dos juegos de sábanas, una que pongo abajo y otra que pongo arriba para cubrirme. No tengo gustos caros, ni sueños imposibles. Mi única aspiración es tomarme la cantidad exacta de Coca Colas que equivalgan a las lágrimas que se le pueden llorar al amor de tu vida. Nada más.

Pausa.

Nuestra existencia es corta y si uno no la gasta en lo que le gusta, luego se arrepiente y yo no quiero arrepentirme en el lecho de mi muerte de no haberme acabado todas las Coca Colas que tenía pensadas. Yo no quiero morir triste.

Joel se acaba la Coca, toma otra. Mira la botella, la observa con amor.

Dicen que existe una fórmula secreta y que esa es la razón por la que sabe bien, otros dicen que tiene una especie de droga y que por eso apenas tomas un trago, quieres otro y otro y otra y otro. Que eso explica el por qué te cuesta tanto dejarla, dicen que me hará daño, que mejor tome agua, que me vea en los demás, en Lucrecio, por ejemplo, en sus treinta kilos que le sobran, en ese cuerpo que apenas y mueve para entrar o salir de trabajar, para ir al comedor… pero yo les contesto que no se metan, que cuando ellos lleguen a ser los empleados del mes, entonces me cuestionen. Yo no escucho a perdedores.

Joel conecta otra llamada.

Luego el mismo Lucrecio o Luis, el del área 4 me miran feo y se van a comer sin mí; pero no me importa. No estoy aquí por ellos.

Silencio.

Joel es una fotografía nostálgica.

Estuvimos juntos mucho tiempo, años. Hablábamos diario, al principio una vez antes de ir a la cama, luego dos: al despertar y para decir “Buenas noches, descansa, sueñas conmigo. Cuelga tú primero, no tú, anda tú. Hasta mañana. Besos, chau, muack”. Después para saber qué estábamos comiendo, qué estábamos viendo frente a nosotros en ese momento en el que nos extrañábamos, luego porque sí. Porque no nos bastaba vivir juntos, cocinar juntos, entrelazar nuestros dedos, porque a veces no se tiene suficiente de algo. Porque a veces ese algo tiene una fórmula secreta que te hace adicto y llamas tres veces al día, 1095 llamadas al año, 3285 llamadas en tres años y no te son suficientes.

Joel trabaja más y más rápido, el murmullo de las conexiones crece.

No lo son, no puedes parar, aunque ya no hagas más cosas y no te importe, aunque te enfermes o acabes como Lucrecio. Pobre Lucrecio, pobres tobillos, pobres zapatos, pobres kilos de más.

Joel escucha una llamada, la llamada es de una mujer que abre dulces que nunca se come, la mujer habla al 911, un murmullo pidiendo ayuda.

Joel se tranquiliza.

Ya no recuerdo, por más que lo intento, y vaya si lo intento… ya no recuerdo el por qué nos dejamos o si no nos dejamos y yo me fui.

Unos días, estoy seguro que fue porque me aburría, otros porque yo la aburría a ella; la mayoría de las veces estoy deambulando en ese punto medio, esa zona gris, en donde ninguno de los dos tiene la culpa porque ambos la tenemos y las llamadas entran y entran. Un coro gigante de llamadas que debo conectar para que la vida siga…

…Y las personas se citen, se saluden, se pregunten cómo están.

Silencio.

Joel mira al frente.

¿Cómo estás? ¿Sigues ahí? ¿Cuántos huevos has cocinado? ¿Me extrañas?

Joel continúa conectando llamadas.

Entiendo y soy consciente de la importancia de mi función aquí, soy un engranaje para la maquinaria de alguien más, por eso me esfuerzo, porque de mí depende que dos desconocidos puedan empezar a amarse, se cierren negocios, se descubran traiciones, se den buenas noticias o se le llame a la hija para decirle que encontraron a su padre tirado en la banqueta. Paro fulminante, reciba nuestra más sentido pésame, seguro que lo superará.

Joel destapa una nueva Coca Cola.

Después el reloj avanza, acabo mi turno y las horas extras que yo mismo me haya impuesto porque uno nunca se debe confiar, ni aunque sea el mejor. Uno debe entrenarse siempre.

Salgo, miro la cabina telefónica de la esquina, saco un papel, pienso en marcar y dejo que la imaginación haga lo suyo.

Lo imagino todo, cada uno de los pasos a seguir. Oigo perfecto el tono telefónico, seguramente conectado por Lucrecio que en ese momento cubre los retrasos de la semana y espero a que se levante la bocina.

Después escucho su voz, no ha cambiado, o eso me gusta pensar. Es la misma, una voz pausada, tranquila, casi cantadita. Y yo sonrío, porque en mis fantasías me gusta sonreír y mostrar los dientes perfectos y blancos que no tengo.

Joel sonríe como si la felicidad en estuviera en los dientes.

Cuando estoy a punto de decir “Hola” “¿Me recuerdas?” “Aún conservo mi sartén”… las manos me tiemblan, las palabras enmudecen y entonces me invento a una buena alma caritativa que me mira ahí, frente a la cabina telefónica y se apiada de mí, cuelga la bocina y me pregunta si estoy bien, si sigo aquí. Lo hace sólo para comprobar si todavía no es tarde y puedo recuperar un poco de mi forma humana y ya no soy más ese pedazo de fracaso que segundos antes se derrite frente a tu voz.

Yo respondo que sí, que todo bien, que marqué equivocado y sigo mi camino con la frente en alto, triunfante. Ganador.

Luego llego a casa y agradezco no tener línea telefónica, estar cansado y con un nuevo record de rendimiento, agradezco superarme a mí mismo, agradezco ser mi única competencia, agradezco ser el mejor. Me recuesto en el colchón, estiro la mano, destapo una coca, la tomo al hilo y cierro los ojos.

Nunca sueño. ¿Para qué? No lo necesito.

Vivo en un cuarto pequeño, sin ventanas, con un colchón individual en el suelo y dos juegos de sábanas, una que pongo abajo y otra que pongo arriba para cubrirme. No tengo gustos caros, ni sueños imposibles. Mi única aspiración es tomarme la cantidad exacta de Coca Colas que equivalgan a las lágrimas que se le pueden llorar al amor de tu vida. Nada más.

Joel mira al frente

Yo no quiero morir triste.

Joel se concentra más en su trabajo hasta que lo absorbe.

 

Fin

 

 

 

Itzel Lara es Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, en la disciplina de Dramaturgia.

Dramaturga y guionista de cine y televisión. Fue becaria de la Fundación de las Letras Mexicanas; dramaturga residente de The Royal Court of London y becaria Jóvenes Creadores, FONCA. Con diez libros publicados, sus obras se han traducido al inglés, francés y al alemán. Como guionista, su guion “Distancias Cortas” obtuvo el premio Pantalla de Cristal y fue nominado al Ariel. Estanislao, su segundo largometraje tuvo su estreno mundial en el Tallinn Black Nights Film Festival de Estonia en 2020. En televisión ha trabajado para Netflix, Sony, TNT, Televisa, entre otros.

Fernando: Yo soy María Carlota, emperatriz del hielo

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            Yo soy María Carlota Amalia Victoria Clementina Leopoldina, Emperatriz de México. Yo soy quien, a escondidas, come hielo.

            La Señora Kuchacsevich le dice a mi madre que con él enfría el agua para limpiar mi rostro en las noche de insomnio y, Matilde Doblinger, mi camarera, cómo refresca mi cuello por las tardes. Son piadosas, Maximiliano, ayudan a ocultarlo. Si no, los médicos o mis hermanos, me lo quitarían. Pensar en él produce un vacío parecido al hambre: salivo. El hielo me tranquiliza, cada día aumento las cantidades. Adormece las mejillas con el frío parecido a un beso descuidado, ayuda a tener mi boca helada mas nunca el pecho. Ellas, guardan mi secreto. Se conforman con una gargantilla de diamantes o con vestidos de seda que les muestro sobre mi cama por las mañanas cuando el sol ilumina la habitación. Parecen hijas mías, levantando las telas, las joyas, probándoselas mientras yo hundo mis manos en la bandeja de plata rebosante de hielo troceado y lleno mi boca con él.

            Si tú sintieras sus pedazos, Maximiliano, su voz seca al multiplicarse entre mis dientes y sus dedos delgadísimos que le nacen. Ágilmente trazan en mis encías pequeñas heridas. Así pruebo el sabor de mi sangre. Mi sangre ilustre, con títulos y medallas y tierras y honores y nombres y apellidos largos e imposibles de recordar por los mexicanos. Mi sangre, la que tú querías.

Yo soy María Carlota Amalia Augusta Victoria Clementina Leopoldina de Sajonia Coburgo y Orleans Borbón Dos Sicilias y de Habsburgo Lorena, y digo que un hielo fino flota y cubre todos los días la costa de Miramar, ese mar que contemplábamos, Maximiliano. Yo soy la Emperatriz del Hielo. Yo soy quien decreta que dentro de mi boca, la carne se rinda como el calamar ante el cuchillo, blanda. Separándose de mis colmillos, cediendo ante el hielo. El hielo es como el cristal en que bebimos los mejores vinos en México. El hielo en mi garganta, como vidrio fino de balcones roto por caídas al abismo de cientos de obispos diabólicos de este tiempo y de los futuros.

            Saco a gritos a mi madre, a mis hermanos, a mi cuñada de la habitación, Maximiliano. Espero a estar sola, para meter mis manos a la bandeja y tomo uno o dos o tres y los introduzco en mi boca y los trozos caen en mi garganta como piedras heladas y deliciosas de arroyos mansos y cristalinos de los volcanes de México.

            Con el filo del hielo puedo cortar las manos que izaron la bandera equivocada en el barco Eugenia que me trajo a París. Porque mi bandera, nuestra bandera de México, debe ondear en París, en el mundo, donde sea que se pronuncie tu nombre. Y todavía, Maximiliano, el sonido de su aleteo en el mástil que veló mi sueño, me despierta por las noches y bajo escondida, arrastrándome por los pisos, pegada a las paredes a buscar más hielo.

            Yo soy Carlota Amalia, Princesa de Bélgica, Lorena y Hungría, Archiduquesa de Austria, Condesa de Habsburgo, Virreina consorte del Lombardo­Véneto y Emperatriz de México. Yo soy tu esposa y hay un hombre que nos sueña, Maximiliano, también lo saben las kikapú que amanecen suspendidas en nuestra ventana. Y cuando tengo los ojos de hielo y duermo, yo soy la que lo sueño y veo y escucho: Él detesta a los demonios de la iglesia, ha escrito un libro donde la condena y ha escrito otro libro donde habla también de todas las mujeres que tuviste, y habla de mí. Y me duele y no quiero soñarlo porque dice que estás muerto y por eso siento que tengo el corazón de pañuelos blancos empapados en tu sangre hechos nudo. Y callo su voz con el hielo que me tranquiliza como animal ártico en las noches que despierto y no te encuentro. Y cuando tengo los ojos de hielo y duermo, sueño con él, Maximiliano. Sé que después de escribir el libro contra la iglesia se encerró en su casa como yo en mi camarote de regreso a Europa. Él es liberal, Maximiliano. Rojo como yo. Él nos sueña en mis sueños y escribe sobre nosotros como poseído por agua salada que se desliza en su pluma de centellas azules y rayos cayendo sobre un océano de guirnaldas y diamantes y de brazos suaves y blancos tuyos multiplicados. Lo veo cuando tengo mis ojos de hielo: viste colores amarillos, púrpuras y cristales negros cubren sus ojos. Lo veo, Maximiliano, su cabello es blanco, como la sal. Y estamos tendidos tú y yo en una mesa de plata, con su dedo mueve mis cabellos, acomoda mi corona, te toma los brazos y los deja caer, y abre tus ojos y sólo encuentra cavidades sombrías. Nos examina sobre su mesa como insectos dormidos. Lo sueño con mis ojos de hielo que son tuyos y sé que él nos sueña en nuestro país que ahora tiene hielo en las venas, por tanto dolor y tanto olvido.

            Él dice que has muerto Maximiano, que yo me quedé sola en Miramar. No te conoce, no desobedecerías nuestro deseo. No estoy sola porque llegarás para causarme placer al verte y dolor porque siempre, siempre estás abriendo y cerrando tu recámara contigo dentro. Yo sé que estás ahora mismo en Cuernavaca, de regreso a Miravalle y yo soy la Emperatriz de México, la Reina del Frío, por eso mi madre llena nuestra amada habitación frente al mar, Maximiliano, con pedazos de hielo. Llegan los barcos de Norteamérica cargados con bloques de Boston y los sirvientes ya saben lo que tienen que hacer: traerlo hasta mí. Sea verano o invierno. Y vuelo al hielo, lo muerdo hasta arderme la lengua como si comiera pimentón sobre mi muñeca. Si pudieras ver los barcos que traen a nuestras costas los bloques de hielo. Unos gringos los comercian, ¿recuerdas? Se están haciendo riquísimos. Ellos, los mismos malditos que obligaron a Napoleón III a retirarnos su apoyo, los mismos que provocaron mi regreso a París para hacerle ver que hacía mal en abandonarnos. He llorado consiguiendo ayuda de todos los que creí nos respetaban. Busqué, Maximiliano, en castillos y en salones y audiencias y, nada. Y traté de hallar consuelo en el Rhin, donde alguna vez mi sonrisa escalaba los días por un beso tuyo: Cuando te inclinaste hacia mí y tus delgados labios presionaron los míos, tú y yo en el barco, en nuestra luna de miel. Tan suave fue que mi encía y mi lengua, inflamadas por el deseo, no sospecharon nunca que seríamos tan desdichados.

            ¡Ay Maximiliano!

            Yo soy Carlota, la Emperatriz de las Palomas, la Emperatriz de las Redes, la Reina de los Caballos que te llevan de regreso a mí por ese largo y cuidado camino lleno de flores mexicanas y europeas que tú llamaste “Paseo de la Emperatriz”. Donde por las tardes te veía regresar. Yo que soy tu esposa, quien recibió informes de todo el país mientras tú viajabas y soy yo la misma que recibió el sarape de Saltillo y lo sacó de una caja de madera perfumada y fui yo quien te vio por primera vez con él puesto. Deja que te diga algo al oído: en mi sueño, el mismo muchacho que manejaba el carruaje que lo trajo, chocó años después, ya hecho un hombre, en la esquina de Centenario y Castelar en Saltillo: cargaba bloques de hielo envueltos en sal.

            Yo soy Carlota y esta noche no hay nadie afuera de los ventanales, sólo el mar. Soy la Reina de las Mejores Cartas Escritas a Eugenia de Montijo. Soy la reina de las cartas que describían mi soledad, la impotencia y la corrupción en México, mi amor por México. Soy yo quien escribió las mejores cartas escritas a una traidora, Maximiliano. Soy la reina de los ejércitos que rompen los bloques de hielo para traerlos hasta Miramar. Si pudieras ver: cuelgan suspendidos en redes de plata en nuestra habitación.

            Soy Emperatriz de la Historia Mexicana que dice que tú y yo vamos a gobernar hasta morir de viejos. Soy la Reina de las Carrozas y de los Hospitales, del Cuartel Desolado de Querétaro, soy la Reina de las Palomas, Maximiliano. Soy la Reina de la Sal. Soy, amor mío, quien ponía un poco de ella entre tus sábanas para que tu piel blanquísima y cansada, que no podían tocar mis manos, sintiera sólo un poco mi dolor. Sí, yo soy y yo era Maximiliano, quien apresurada la sacaba de entre mis ropas, y me figura imitando el vuelo de la mariposa ante la fuente: la esparcía como quien acomoda diamantes sobre la mesa. La misma que nos entregaban los comerciantes de Tarécuato, Michoacán. Para que tus codos y rodillas, finamente se rasparan y sintieras el ardor que despierta de improviso a mis labios por las noches. ¿Has notado que la sal es del mismo color de mi vestido de Emperatriz que luce en un cuadro y que yo quisiera destruir?

            Yo soy Carlota, la Reina del Mareo, la Reina de los Médicos, la Emperatriz de los Pilotos que Vuelan de París a México. Yo soy Carlota, Maximiliano, quien reconoce el sonido de los barcos que traen toneladas de hielo del ártico, de las costas de Inglaterra, y escucho el ruido del desembarco. Me ha dicho Matilde que algunos marineros han perdido pedazos de lengua al probarlo, como yo. Que ellos cuentan que en sus viajes han visto ballenas quebrando bloques de hielo y, sientes tristeza, Maximiliano.

            Yo soy Carlota Reina de la Música Clásica, de la Música Maya, de los Tapices. Yo soy Carlota Reina de las Tijeras, de los Cuadros Imperiales. Porque yo, Maximiliano te he visto caminar sobre la nieve, te he visto noche y día, cómo cada una de tus pestañas arrebata los copos del mismo viento y, he visto, cómo tu barba rubia se escarcha. He visto sacudirte la nieve suavemente del traje de coronel mexicano, ensillar el caballo y perderte en lo blanco de mi vestido de Emperatriz.

            Yo soy Carlota, Reina de los Hijos sin Padre, Reina de las Placentas Enterradas en las Raíces de los Nogales de México. Yo soy Emperatriz de las Herencias más Obscenas del Mundo, Maximiliano. Mi corazón te siguió a Cuernavaca y mi corazón, en ese entonces blanco, chupaba del aire mis temores. Nunca me rompiste el corazón, no. Era una paloma ágil y una paloma me ha seguido desde México hasta Miramar, se debió esconder en algún sitio. Fue ella quien al posar sus patitas sobre el hielo que enfriaban los fresas que comería, me lo mostró: con su pico hizo un agujero en él. Primero intermitente, como dudando y luego con una fuerza tal que parecía un caballo nervioso quebrando con sus patas el hielo. Y así, en pedazos, frente a mí, supe lo que sería descansar, sintiendo el quiebre, el ruido dentro de mi boca de esa música helada, sólo mía.

            Maximiliano, Primer Emperador de México, aprendí a imitar el canto de la paloma con los labios más helados que las carrozas en invierno y, al hacerlo, muchos de mis vestidos no resistían una noche sin aparecer manchados de sangre, hechos jirones. Entonces un día, Maximiliano, me tomaron y abrieron mi boca, querían sacar a la paloma, querían ver si la tenía dentro. Decían que los huesos podían herirme la garganta. La abrieron ellos, los doctores. No lograron quitármela. Corrí por el castillo, me escondí en la cocina, fui al cuarto del hielo y al lado de las carnes y jamones y los pescados y frutos de mar, me recosté sobre los bloques de hielo y tomé las tijeras, Maximiliano. Picaba con cuidado y, lo comía.

            Te dije acaso, Maximiliano, que en Querétaro, en el mismo estado donde luchaste, donde dicen te fusilaron en su Cerro de las Campanas, y yo sé que no es así, construyeron años después la primera fábrica de hielo en México. No podía ser de otra forma, tu frialdad hacia mí era tan fértil que se quedaron pedazos de ella. La sembraste en esa tierra y dio frutos extraños cubiertos de aserrín.

            ¿Puedes verlos Maximiliano? ¿Los buques de Frederic Tudor, el magnate que primero vendía hielo del Lago Walden Pond en Massachusetts y luego de Boston y otros glaciares hacia todo el mundo? Llegan cargados a las costas italianas y los marineros con sus bufandas, tan pronto descargan en el puerto se retiran los guantes apresuradamente para tocar las manos de muchachas, sus cuerpos y vestidos. Él Maximiliano, debió ser mi hermano. Nunca se rindió. Tenía fe en el hielo. Si él te hubiera conocido, te habría amado porque amaba las empresas imposibles, como yo.

            Pero no te perdono el que se llevaran a mi hijo, Maximiliano, era mío. Nuestro hijo. El hijo de México destinado a gobernar. Yo sólo quería arrullarlo, tener impregnado en mis manos su olor todos los días de mi vida, tocar su piel. Como la piel de ajolote bellísimo que te daban como remedio para tus enfermedades. ¿Porqué estaba mal que lo dejara andar desnudo en nuestro palacio? ¿Porqué debía vestirlo si no tenía frío? Me tenía a mí para escuchar sus latidos con mi oído. Sí, es cierto, decía que mis joyas estaban heladas. Por eso me quitaba las gargantillas, los aretes, las herencias familiares. Mis anillos de brillantes. Las pulseras de rubíes. Haría todo lo que me dijera, él, niño mío. No así su corazón porque ese era de su madre. Pero su piel, Maximiliano, me pertenecía y sus dientes pequeños con los que mordisqueaba los postres y dulces que disponía traer para él. Sus mejillas tersas, enmieladas por el sol, sonrientes ante los conejos pequeños que personalmente le llevaba a la habitación. Sería terrible que una criatura tan bella, que un hijo mío y tuyo, no caminara desnudo. Cuando lo tomaba entre mis brazos, te juro que lo tocaba con cuidado, como si fuera un colibrí, pero al final él se resistía e iba a esconderse detrás de las cortinas. Yo, Maximiliano, le dije que no tuviera miedo pero no me creyó. Lo quería arrullar por siempre, tocar por siempre el delgado cartílago de sus orejitas, esa suave ingle limpia de sol. ¿Por qué me lo quitaron?

            Yo soy quien ordena a Matilde y a la Señora Kuchacsevich colocar un bloque de hielo frente al ventanal de mi recámara en Miramar, para que el sol le pegue de lleno. El calor que da su luminosidad me entibia el cabello, la piel. Mi amado Maximiliano, aunque no quieras, la frialdad también refracta y produce más que tibieza. Mi pecho y rostro lo sienten: desnuda sobre un sillón cubierto de seda, levanto los brazos, y a veces me pongo de pie y doy vueltas y vueltas mientras el hielo me ilumina y se derrite sobre pieles.

            Me ha dicho Matilde que la Señora Kuchacsevich ha seguido mis órdenes. Fue al puerto. Llegarás por fin. Te presiento si cierro los ojos antes de abrir las puertas de nuestra habitación y el aire frío mueve mis cabellos, Fernando Maximiliano José, Archiduque de Austria, Príncipe de Hungría y de Bohemia, Conde de Habsburgo, Príncipe de Lorena, Emperador de México y de América, mi amor. Llegarás. Es una profecía: te veo con tus rizos, tu traje imperial, la corona entre tus manos, cubierto por majestuosas telas y joyas que refulgen casi nada comparadas con tu mirada eterna, abierta, suspendida dentro de un enorme bloque de hielo, el que la Señora Kuchacsevich fue a recibir al puerto. Yo soy Carlota Amalia, y perfumo con vainilla el castillo Miramar sobre el acantilado mientras llegas. Yo soy la Emperatriz que pidió para ti mariposas y ha ordenado que llenen nuestra habitación con ellas para derretir tu hielo.

 

 

 

Mercedes Luna Fuentes (Monclova, Coahuila, 1969) Su libro Elogio a la incomodidad (Colección Siglo XX Escritores Coahuilenses UAdeC, 2011), “se cuenta entre los libros más extraños, fuertes y fascinantes de la reciente poesía hispaonamericana”, según palabras del poeta Raúl Zurita. Es también autora de los libros yo/carnicero (Icocult, Conaculta, 2008) y La mejor forma de usar un rifle (SEC-Conaculta, 2105). Ha participado en distintos suplementos culturales y festivales nacionales e internacionales. Ha sido jefa de cultura a nivel federal y consejera editorial del Grupo Reforma. En 2017 publicó con la poeta Lyn Coffin el libro de poemas Rifles and reception lines, en inglés y español. También en 2017, recibió la Presea Arte y Cultura otorgada por el gobierno de Monclova, su ciudad natal, y el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en Poesía entregado en 2018, por su libro La habitación higiénica, publicado por Mantis Editores en 2019. Ha publicado en Nexos, Milenio y Este país.

“Despacito” Surfing the Reggaetón Wave

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Abstract:

Daddy Yankee’s “Gasolina” (2004) put reggaetón on the map as the first major crossover into the mainstream U.S. music market. However, Luis Fonsi and Daddy Yankee’s “Despacito” (2017) surpassed “Gasolina” becoming the most watched YouTube video of all time with over 7.4 billion views as of June 2021. With an interest in how “Despacito,” a monolingual Spanish song, became one of the most popular in the world, this research traces its international pathway to fame. In the article, we highlight the historical roots of reggaetón and examine the musical creation of a pan-Latinx identity. Furthermore, through the pan-Latinization of the genre, we point out the ways that reggaetón has transitioned to what we term Hurban Pop Latino forming a fusion of musical styles, cultures and languages. This article also employs Appadurai’s (1996) “scapes” of globalization and the role of imagination as a means of initiating a discussion on “Despacito’s” globalized popularity. In particular, we consider the plethora of global streaming platforms and social digital media outlets in order to trace the online mobility of the U.S. Latinx population. Appadurai’s theory on the role of new media and imagination from globalized perspectives offers compelling references about comprehending the importance and global use of online mediums, propelling the collective consumption of popular music and culture.

Keywords: Reggaetón, “Despacito,” Hurban music, U.S. Latinx, Crossover songs, Globalization

 

 

  1. Introduction: “Despacito” Surfing the Reggaetón Wave

 

            In 2017, Luis Fonsi’s “Despacito” became a household name as the first Spanish language song to surpass milestone records around the globe. In fact, “Despacito” was the first Spanish song to reach 1 billion views on Spotify. As of September 2019, it is the most watched video on YouTube with over 6.4 billion views and over 3 million comments from fans. In June 2021, the respective numbers surpassed 7.4 billion and agglomerated over 4 million comments. The vast popularity of this song marks a turning point for the Latinx community from global, cross-cultural and online streaming perspectives.i Not only does “Despacito’s” tropical rhythm entertain fans world-wide, its popularity has also led artists around the world to proliferate instrumental adaptations and linguistic reproductions spanning from Armenian to Zulu and including indigenous and sign language varieties.

            “Despacito” unexpectedly sparked a wave of change in the reggaetón genre marking new global consumption trends towards what we term Hurban Pop Latino.ii  With an interest in “Despacito’s” ground-breaking success and world-wide popularity as a monolingual Spanish song, this article examines its path to international fame. The article commences with a brief overview of previous studies that examine the genre and delineates the global, cultural, and urban factors, which led the genre to transition to Hurban Pop Latino. Moreover, the project employs Appadurai’s (1996) “scapes” of globalization and the role of imagination as a theoretical means of initiating a discussion on the role of Latinx and non-Latinx fans in shaping popular music and culture and propelling the globalized success of “Despacito.” In particular, we analyze the success of the song by demographics, which we argue was sparked by U.S. Latinx online mobility, along with international participation of non-Latinx fans in the song’s proliferation through online platforms and streaming services such as YouTube, Spotify, and social media networks. We conclude the article with a general discussion and point out related future research directions.

  1. A Brief Overview of Reggaetón  

            Reggaetón’s origins have been closely linked to Panama, Jamaica, Puerto Rico, and New York. Musically speaking, the genre was influenced by a variety of Caribbean rhythms including salsa, son, reggae, dancehall and soca (Rivera et al. 2009, 20). Reggaetón also draws heavily from U.S. hip-hop that also has been influenced by the Latinx presence during its heyday (Flores 2000; Rivera 2003; Rivera 2007). Reggaetón’s musical heritage is far more complex when we consider the international exchange of ideologies and music, as well as the history of migration between the Caribbean and the U.S., mainly New York.iii For a detailed historical and musical overview of reggaetón see: Jillian Báez (2006), Marshall (2008), Rivera Z. et al. (2009), Baker (2011) and Rivera-Rideau (2015).

            Daddy Yankee’s (2004) hit “Gasolina” is perhaps the song that put reggaetón on the map as a crossover song in the contemporary U.S. pop market as it conjures club culture through its interaction with other musical styles like hip-hop, reggae, and R&B (Rivera et al. 2009, 20-21, 49; Rivera-Rideau 2015, 130). Around this time, reggaetón lyrics began to move away from messages of race and class to focus more on sexuality and dancing. This thematic shift can be seen in many of the most popular Billboard reggaetón hits of the early 2000s including: “Abusadora” (Wisin y Yandel 2002), “Baila Morena” (Hector y and Tito 2004), “Hips Don’t Lie” (Shakira 2005), “Salió el Sol” (Don Omar 2007), to name a few. By nature of the genre transforming into music representative of club culture, and its explicit sexual lyrics, many of the songs perpetuated a stereotypical view of Latinos as “hot-blooded” people to their American audience (Rivera. et al. 2009, 24). With this music losing its notoriety as music of the Afro-Latino diaspora, and gaining popularity as club music, reggaetón was propelled into being seen as an expression of pan-Latinidad. As a result, the genre shifted towards Reggaetón Latino which celebrated diversity within the greater Latinx community.

            More recently, we posit that the promotion of the aforementioned pan-Latinx reggaetón identity is seen in artists born outside of Puerto Rico, the Spanish-speaking Caribbean, or New York, such as Colombian artists like Maluma and J. Balvin, who have both gained international fame. In fact, in 2017, J. Balvin’s “Mi Gente” reached a level of popularity to where the remix to the song included American star Beyoncé singing in monolingual Spanish. Typically, crossover Latin artists who gain fame in the U.S. and abroad have tended to change their lyrics to English, like Selena Quintanilla, Ricky Martin, Mark Anthony, and Gloria Estefan, among others (Cepeda 2001, 70). In the case of the remix for “Mi gente,” having one of the most well-known contemporary artists in the world sing in Spanish illuminates the visibility of reggaetón as an accepted mainstream genre in global pop culture. In addition to highly-circulated remixes with American collaborators, reggaetoneros have begun to feature Brazilian artists and Portuguese lyrics in their songs. This is a newer development for the genre as typically the bilingual songs tend to include English as the second language. Recent popular collaborations featuring Portuguese include: “Danza Kuduro” (Don Omar 2011), “Corazón” (Maluma ft. Nego do Borel 2018). These recent updates to reggaetón have further propelled it into the sphere of Hurban Pop Latino and increased its visibility and artistic inclusiveness across the globe.

  1. Previous Scholarly Studies Examining Reggaetón

            Much of the scholarly discourse published on reggaetón often focuses on lyrical constructions related to race, sexuality and stereotypical images in mainstream U.S. culture (Rivera-Rideau 2015; Rivera-Rideau and Torres-Leschnik 2019). Aside from providing a historical examination of the genre, some recent analyses examine reggaetón and corresponding music videos. For example, Maria Elena Cepeda, has published a wealth of literature examining contemporary Latinx music from U.S. and Latin American contexts. Cepeda (2009) explored the creation of a pan-Latinx identity in the U.S. through “Nuestro Himno,” an abbreviated Spanish version of the Star-Spangled Banner, and the music video of “Reggaetón Latino” (2005) by Don Omar. The study found that both of these cultural productions emphasized notions of familia and belonging amongst Latinx of all backgrounds living in the United States.

            Rivera-Rideau (2015) analyzed the racialization of reggaetón through media coverage surrounding the genre’s transition into the U.S. mainstream in the mid-2000s that was preceded by the Latin Pop Boom of the 1990s. This genre of music included artists such as Shakira, Ricky Martin, and Enrique Iglesias, who sang in monolingual English, Spanish, and both languages. Latin Pop brought forth wider “processes of racialization of Latinos” and became the “embodiment of stereotypical hypersexuality” (Rivera-Rideau 2015, 131). As a result, lighter-skinned Latino artists were able to assimilate into the U.S. mainstream. Though presenting an urban format, Rivera-Rideau (2015, 132-3) notes that this process of racialization represents reggaetón as “not quite black” through the creation of a “Hurban” category/label (Hispanic and Urban) which encompasses a rigid distinction between Blackness and Latinidad (hip-hop and reggaetón, correspondingly).

            Scholars Balaji and Sigler (2017), with an interest in the link between identity and cultural production, investigated the ways that popular Caribbean genres like soca, dancehall, and reggaetón have transcended their national and regional origins to gain global popularity. They found that platforms like YouTube have enhanced the global appeal of these styles of music, propelling their artists into internationally recognized superstars. Furthermore, they note the shift in the music of these artists to include more interaction with American pop music, suggesting a change to producing these musical genres for transnational consumption. 

            Lately, Rivera-Rideau and Torres-Leschnik (2019) have explored the racial politics surrounding “Despacito” paying particular attention to performance and media coverage of the song. The authors argue that Luis Fonsi and Daddy Yankee reproduce stereotypes of Blackness and hypersexuality by way of stereotypical reproductions of tropicalized Latinidad. Rivera-Rideau and Torres-Leschnik (2019) conclude by positing that through these stereotypical notions, “Despacito” was able to cross over into the U.S. mainstream market to obtain its current level of success, though we agree the artists represent stereotypical images of tropicalized Latinidad and the notion of the Latin Lover. Furthermore, in addition to producing familiar stereotypical images for non-Latinx consumers, the present article points out that “Despacito” gained international fame through the addition of Justin Bieber to the remix, as well as newer music streaming platforms, which allowed for transnational music consumption and participation in the global music market. In the next section we discuss the consequence of reggaetón’s interaction with a variety of musical genres that facilitated its transition to what we term Hurban Pop Latino.

  1. “Despacito” Surfing the Pop Latino Wave

            Reggaetón was initially regarded as música negra, which narrated the daily struggles of the Afro-Latinx community in the Spanish-speaking Caribbean and New York (Marshal 2009). However, the genre’s transition to a more lyrical and thematic identity, engagement with the larger pan-Latinx population, as well as the inclusion of international artists and interaction with a variety of musical styles including salsa, reggae, dancehall, hip hop, among others, has led reggaetón to shift into Hurban Pop Latino. This fusion of musical styles highlights a milestone and a progressive change in the genre and the music industry at large by steering away from historical notions of the origin and race related to primordial reggaetón.

            In regard to “Despacito’s” crossover, Rivera-Rideau and Torres-Leschnik (2019, 95) argue that the song’s popularity in the U.S. was unexpected as Luis Fonsi intended to create a hit for the Latin American market. In examining the reggaetón genre from its historical roots to contemporary hits such as “Despacito,” the genre has progressed from la música negra de los caserios to Reggaetón Latino in the mid-2000s, and has more recently shifted to Hurban Pop Latino. We believe these changes were catalyzed by an interest in creating transnational music capable of surpassing geographic and national borders, without focusing on a particular market.

            Rivera et al. (2009, 60-61) notes that reggaetón music is now crafted and consumed across the Americas and see it as a pan-Latin endeavor. In particular, producers and performers from across “the Latin Caribbean, Latin America and Spanish-speaking communities in the U.S. have embraced the music as a sound of their generation, as a style that signifies their Latino or national heritage as well as dimensions of the global, the modern, and the urban” (Rivera et al. 2009, 61). Over the past few decades, reggaetón has been widespread in those Spanish-speaking regions while in the U.S., it has had a presence since the mid-2000s as a symbol of urban Latinidad.

            To this point, Victor Caballero, the brand manager of 96.3 FM La Mega Los Angeles, comments on the growing popularity of reggaetón and hurban music, “I launched ‘Latino’ back in the day, in 2005, in Los Angeles. It was the first bilingual, rhythmic station in the country. In hurban Latin radio it has always been a struggle to find just the right mix of music. We wanted to find a way musically to speak to all Hispanics” (Derrick 2017, interview). Similarly, in the mid-2000s, other Latinx radio stations switched to a hurban format dominated by reggaetón and pop hits in Spanish, while fewer stations played tropical salsa and bachata hits, including: 106.7 El Sol (Miami) and 97.9 La Mega (New York City), 100.7 La Kalle (San Francisco). These radio stations have begun to accommodate a hurban format appealing to and connecting the diasporic Latinx community in the U.S. and abroad. As pointed out by Rivera-Rideau (2015, 136), the hurban category served as a link between Latinidad and Blackness via the stereotypes associated with poor, urban communities while simultaneously maintaining the rigid separation between two categories in the U.S. racial lexicon.

            Hurban Pop Latino reflects the transition of reggaetón and Spanish pop music into a rhythmic fusion of musical styles. Specific to “Despacito,” Oriana Cruz (2017) notes that the abundance of different Latin styles of music and international musical influences makes it nearly impossible to classify “Despacito” within one uniform musical lineage. Furthermore, Marshall (2017) attributes the song’s success to a sophisticated harmonic chord progression that has been evolving since the turn of the millennium. Related to the musicality of the song, in an interview with Mench (2017), the producers of “Despacito,” Andres Torres and Mauricio, comment that the aim was to produce a “Cumbia vibe but with [the] Reggaeton, and […] not to do a classic Reggaetón track but to do pop.” They further note that they see reggaetón as today’s pop, and that it doesn’t have to be treated “like this urban dark thing” (our emphasis, “The making”). By blending the Latin genres and filtering a classic Reggaetón, the musical linage evolves, hence the producers emphasize it does not have to be stigmatized due to its progression.

            In an interview with Ventaneando (TV Azteca), Luis Fonsi echoes the shift from reggaetón to Pop Latino when he notes: “[l]a realidad es que el pop, hoy día, está sumamente influenciado por el reggaetón porque tiene ese ritmo sabroso que ya no es ritmo urbano, es un ritmo latino que ya es parte de nuestra cultura latina” (Luis Fonsi 2019). (“The reality is that pop nowadays is heavily influenced by reggaetón because of its rich rhythm that can no longer be classed as an urban rhythm, it’s a Latin rhythm that already forms a part of the Latin culture.”)  Accordingly, the evolution of Reggaetón Latino to Hurban Pop Latino is representative of the Latinx community’s engagement with a variety of musical styles due to their inherent proximity to urban culture. These aforementioned elements found in “Despacito” contributed to the song’s relatively easy crossover into the U.S. mainstream market, thus allowing it to achieve global visibility.

            Regarding the musical collaboration between Luis Fonsi and Daddy Yankee in “Despacito,” Erica Ender revealed that initially the song “was written by Fonsi and me on a guitar. Fonsi decided to call Daddy Yankee who wrote his rap and post chorus” (Derrick and Pawelek 2019, interview). The song enjoyed success in Latin America and the U.S. and reached over two billion views on YouTube within the first 154 days (Weiss 2017). Soon after, Justin Bieber heard it while touring in Colombia and within four days had recorded his part of the remix. With the addition of Justin Bieber, one of the most well-known international white urban-pop artists, “Despacito” opened to a larger listenership for the song. In fact, Beltrán (2017) comments about the popularity of the song in the U.S. saying, “[f]or white Americans to queue up “Despacito” on Spotify, or request it on their local radio station, they need Justin Bieber’s whiteness to make it safe.” As an English-speaking white urban artist, his reputation as a bad-boy with hip-hop swagger made him an ideal addition to the song, propelling it to crossover into the U.S. and global music markets. Battan (2015) notes about his notoriety that, “Bieber plays a tormented but self-assured bad-boy with complicated relationships, a dynamic R&B singer, and a person willing to experiment.” Hence, adding Justin Bieber to “Despacito” was a much-needed vessel to brand the song as a romantic pop ballad with an urban feel which celebrated a nexus of diverse cultural and musical practices.

 

            Outside the diversity of artists that participated on the track aiding in “Despacito’s” popularity, its world-wide success was catalyzed by global consumers and their online mobility within social media and streaming services. The following section delineates demographic factors and the online mobility of U.S. Latinx within streaming services and social platforms as crucial aspects leading to its mainstream success. We resource Appadurai’s “scapes” of globalization (1996) as a theoretical means to allocate popular music consumption and engagement of Latinx and non-Latinos fans in the globalized phenomenon of Hurban Pop Latino. The section allocates “Despacito” as a vessel that underlines socio-cultural functions of popular music by opening a space for non-Latinx music fans into Hurban Pop Latino.

  1. “Despacito” Effect: The Globalized Techno-Latinx

            In the age of mass media, social media platforms, and globalization, “Despacito’s” popularity marks a milestone illuminating the direction in which Reggaetón has been moving to since its pioneering diasporic origins towards becoming a socio-cultural marker of transnational youth in the Americas and a collective signifier of pan-Latinidad as Reggaetón Latino. More recently, its progression to Hurban Pop Latino reflects a further fusion of musical genres, styles, and languages.

            This section employs Appadurai’s (1996) “scapes” of globalization and the role of imagination as a means of initiating a discussion on “Despacito’s” globalized popularity. In particular, we consider the plethora of global streaming platforms and social digital media outlets in order to trace the online mobility of the U.S. Latinx population. Appadurai’s theory on the role of new media and imagination from globalized perspectives offers compelling references about understating “Despacito’s” mainstream popularity, which derives from demographic and technological factors.

 

            Eminent theorist, Arjun Appadurai (1990, 1996, 2001) opened new debates regarding the cultural horizons of globalization. In his consideration of globalization, with respect to the movement of people, objects, and the exchange of information and ideas across diverse boundaries, Appadurai (1990, 290-310) formed the concept of “global cultural flow” within five “scapes” of globalization: technoscapes, mediascapes, financescapes, ethnoscapes, and ideoscapes. These scapes or dimensions refer respectively to global networks of technology, media, finance, the flow of people, and ideas and information.

            A vital point to Appadurai’s theory on the new global cultural economy is the departure from center-periphery, nation-state models (1990, 32). Appadurai (1996, 33-48) proposes to replace the terms used for components such as villages, localities, and communities with the term “ethnoscapes.” Ethnoscapes is how he frames landscapes of stable communities characterized by networks of kinship, (im)migration, and their involvement in mass-mediated imaginary (Appadurai 1996, 33-34). Pertinent to the mainstream popularity of “Despacito” and Pop Latino are Appadurai’s  points of disjuncture among ethno-, techno-, media-, and ideoscapes.

           Ethnoscapes stand out as a locus of social, spatial, and cultural formation of group identities as they rely on imaginary, media and technology. Within these scapes, one encounters processes of globalization that point to transnationalism. Portes et al. (2017, 217) point out that transnationalism “is composed of a growing number of persons who live dual lives: speaking two languages, having homes in two countries, and making a living through continuous regular contact across national borders.” In this regard, ethnoscapes are relevant to the U.S. Latinx transnational community as their narratives derive from shifting landscapes of individuals across borders, roots, and trans-local experiences encompassing diasporic and trans-local communities. Therefore, considering Pop Latino an extension of reggaetón, whose aforementioned trajectory equally mirrors these transnational processes and the role of U.S. Latinx in shaping popular music consumption, deserves further attention.

            Various scholars (Erlmann 1996; Connell and Gibson 2004) have pointed out that the increasing international familiarity with reggaetón in recent years has led to a growing globalized music market. In recent years this process has also been accelerated by the arrival and consumption of new technologies, principally digital streaming services of music and videos (Edmond 2012). Rivera-Rideau and Torres-Leschnik (2019, 93-94) point out that Latin America is leading the way in music revenue globally “with a 57% increase in streaming and an overall 12% increase in revenue, the highest increase for any region internationally.” Their study, however, encourages the examination of the practices of U.S. Latinx music consumers.

            Currently, half of the U.S. Latinx population, which consists of 56 million, is younger than eighteen and accounts for the youngest major ethnic group (Lopez et al. 2018). Due to the socio-cultural and linguistic background, as well as the substantial Latinx demographic in the U.S., this group has a considerable influence on popular music consumption. The concept of people moving through social landscapes and borders also relates to U.S. Latinx consumers as their respective involvement in the use of technology and electronic social media networks is noteworthy. Regarding the consumption of social media amongst U.S. Latinx, “US Hispanics and Digital Usage” (Dolliver 2018) reveals that 80% watches YouTube, 70% of surveyed users follow performers on social media sites, and 65% are social network users. In regard to Nielsen’s Music Study (Schneider 2016)  on streaming services, it states that 88% of U.S. Latinx consumers use YouTube to view music videos, 45% subscribe to audio streaming services, and 95% of people between the ages of thirteen and seventeen own or have access to a smartphone.

 

            Explicitly, the increased U.S. Latinx demographic and their substantial mobility in modern day technologies also relate to Appadurai’s (1996) technoscape and mediascape. In this light, as advanced technology allows individuals a world-wide access to a network of instantaneous information, technoscapes can be interpreted as the usage of modern technologies, such as diverse devices (smartphones, computers, Alexa) capable of streaming services via the internet. In a wider context, the ability to use technology with the speed of a click leads to an increased consumption and reception of popular music and by extension, facilitates the transmission of cultures and languages globally. Appadurai’s (1996) mediascapes respectively, are reflected through YouTube or other digital mass media and streaming platforms that broadcast and transfer information. These services disperse information instantaneously across the globe while influencing individual views about culture, language, and popular music. Furthermore, Appadurai’s (1996) ideoscapes references the flow of ideas, which can be regarded as the transmission of cultures, language and ideology through digital social media platforms. If one factors in techno-mobility and U.S. Latinx demographics and their engagement within the five scapes, these modalities may empower globalized processes and shape the mainstream and global reception and consumption of popular music.

            Streaming services are prominent in influencing pop music globally. To this point, the CEO of Universal Music Latin America and Iberian Peninsula, Jesús Lopez, notes that, “[streaming services have] democratized music consumption, […] it made Latin music increasingly relevant in the charts, and it has amplified our songs and videos to a world stage” (Brandle, 2017). In this sense, platforms such as YouTube, Apple Music, and Spotify stand out as democratized forerunners of music consumption as they open a space for dynamic cross-cultural expressions, identification, or exchange of ideas amongst Latinx and non-Latinx consumers. However, these online platforms differ in comparison to charts like Billboard as they allow consumers a more participatory experience. The ability to comment, like, subscribe, and leave ratings facilitates the active membership and circulation of Pop Latino. Accordingly, this systematic flow and exchange of ideas globally, through social and digital media platforms, exemplifies the ideoscape.

            The dissemination of popular music is further illuminated by “Despacito’s” prominence within streaming services. As of September 2019, “Despacito’s” YouTube video reflects more than 6.4 billion views and over 3 million comments while in June 2021 this number exceeds 7.4 billion views and over 4 million comments. The video views are approaching the global population of 7.7 billion (World Population 2019). In sum, the proximity of the U.S. Latinx youth to technology and online mobility, as well as the participation of universal audiences through online streaming services, are vivid testimonies of socio-cultural practices of transnational music consumption that also bring economic benevolence to sites and music services. This point is exemplified by streaming services like YouTube with 1.6 billion subscribers, Spotify with 200 million subscribers, and Apple Music with 50 million subscribers, whereas the global music consumption of these services respectively represents 85%, 12.5% and 5% (Ingham 2019).  The YouTube platform emerges as a forerunner in creating a popular social space which highlights current musical tastes.

            Furthermore, the services provided by YouTube, Apple and Spotify generate both popularity and revenue. Thus, newly emerging tracks or artists that previously became popular in one region, are able to more quickly gain international fame via their presence and recognition on online platforms, explains Ingham (2019) as he regards the importance of YouTube and other streaming services as contemporary forerunners of popularity and financial success. These platforms allow for participatory fan experience, broadcasting, as well as producing financial contributions, thus correlating with ideo-, media-, and finanscapes. Digital streaming services play a role in altering the global popular music scape by engaging Latinx and non-Latinx audiences, the services and its audience shape both cultural and musical phenomena. Returning to Appadurai’s (1996) role of the imagined in communities of sentiment, in particular, his theory factors in human agency and the role of imagination and technologies, which are useful tools for making apparent the globalized practices of Latinx and universal audiences in Hurban Pop Latino.

Hurban Pop Latino fans enter Virtual Mainstream.

            Appadurai (1996, 4) expands on Anderson’s (1983) concept of imagined communities and postulates that the imagined is a “space of contestation in which individuals and groups seek to annex the global into their own practices of the modern.” Accordingly, imagination yields a productive force that individuals employ to construct and pursue their objectives, form collective allegiances and group identities in the age of modern technologies. Hurban Pop Latino as a socio-cultural practice of the diaspora, or more broadly of the transnational pan-Latinx community, offers engagement in popular music and shapes a common bond for its participants due to transnational community norms, linguistics, and cultural preferences.

            Appadurai (1996, 195) echoes the significance of “electronic billboards” and “the internet.” He proposes that these “new forms of electronically mediated communications are beginning to create virtual neighborhoods, no longer bounded by territory, passports […], but by access to both the software and hardware that are required to connect to these large international computer networks” (1996, 195, our emphasis). In respect to digital mass media and streaming, engagement in musical practices contributes to shaping and delineating group boundaries that form virtual communities of imagination. Namely, the imagination employs human agency which transcends boundaries and allows individuals to construct virtual communities. In effect, for the Latinx listenership, Hurban Pop Latino establishes a mutual space for the enactment and imagination of Latinx identity and Latinindad outside of old-fashioned national ideologies shaped by racism, gender, xenophobia and sexism, while offering an alternative mode of expression through streaming and social media platforms. These processes form borderless virtual theaters of memory, opening dimensions that equally have propelled the globalized popularity of “Despacito” and by extension elevated the scape of Pop Latino.

            Progressing from the borders that listeners of Hurban Pop Latino have transcended, the consumption of music has entered a virtual mainstream – an interactive, undefined space where fans and artists are connected by digital music services and social media platforms, as well as having the capability to interact collectively and instantaneously shape the (viral) success of popular music. As a result, this globalized interaction between fans and artists in turn alters the digital reception and consumption of music. Simon Frith (1987, 345) noted decades ago that music allows people to “place” or locate themselves emotionally, vis-à-vis with musical performers as well as with other fans. Thus, sharing the musical experience nurtures the inclusion of fans in their consumption of music while enabling them to negotiate its popularity and relevance. As a result, newer technologies available to universal audiences create a borderless virtual mainstream which is built and shaped by the collective imagination of the masses.

            This virtual relationship between artist and fans is apparent in Daddy Yankee’s (2017) Instagram post. Once “Despacito” became number one globally, Daddy Yankee acknowledged this milestone in an Instagram video by commenting:

Gracias a todos Uds. los fans por apoyar este movimento este…número uno no es de Daddy Yankee, es de todo el género… asi que la familia, lo logramos… and also thank you to all brothers around the world who have embraced our culture, you guys are definitely a part of it, we have been on this wave for a long time, now it feels good that the whole world gets to surf with us (emphasis ours, Daddy Yankee 2017).

 

This bilingual gesture acknowledges the Hurban Pop Latino community and highlights their collective efforts, namely their involvement in social media and digital music services leading to “Despacito’s” global popularity. Daddy Yankee’s (2017) Instagram post highlights la familia, giving a nod to the Hurban Pop Latino community. Furthermore, his Instagram post pays homage to the genre’s achievement in surpassing its diasporic roots creating a trans-local collective expression. It also appears that by the use of the term “la familia” to refer to fans, this trans-local consumption of music extends to non-Latinx fans of the song impacted by trends in global music consumption. These globalized practices are increasingly more inclusive with respect to the world-wide consumption of pop-reggaetón crossovers, placing “Despacito” as a harbinger of change and a catalyst opening the doors to non-Latinx audiences by acknowledging their cultural endorsement and by welcoming them into la familia.

            As global digital media network users create virtual imagined communities, they surpass borders by dissolving national distinctions and simultaneously interconnect individuals and spaces from around the globe. For these reasons, “Despacito,” with its 7.4 billion views as of June 2021 and top placements on music charts globally, stands out as a phenomenon that highlights the creation of imagined communities which empower and shape global music consumption. Consequently, “Despacito” was able to become one of the most popular songs in the world, a feat that would have been impossible without streaming services, online mobility of masses, and their global participation.

  1. Conclusions

            The arrival of social networks and digital music platforms have changed the tide in the involvement of Latinx and non-Latinx music fans who interact and participate virtually, therefore changing the musical ecosystem of the genre. In this article, we have pointed out the diasporic roots of reggaetón which have progressed through the pan-Latinization and the stylistic shift of the genre to Hurban Pop Latino. The article illuminated how the use of streaming and social media services as the primary mode of music consumption globally creates a borderless musical experience and allow fans to participate in a virtual mainstream experience. Hurban Pop Latino establishes a mutual space for the enactment and imagination of Latinx identity and Latinindad while offering an alternative mode of expression through streaming and social media platforms. As a result, this notion also aids in the popularity of “Despacito” by allowing fans global participation in the shaping and circulation of Hurban Pop Latino.

            Since reggaetón has been moving towards a more diverse sound and has broadened its reach to universal audiences, we believe its transition into Hurban Pop Latino has also shifted the types of artists reggaetoneros include in their remixes, as illuminated in “Despacito,” a remix with the inclusion of Justin Bieber. Reggaetón artists are increasingly showcasing collaborations with English-speaking artists and more recently Portuguese artists. In fact, Hurban Pop Latino collaborations are becoming extremely noteworthy in the music charts, as exemplified by YouTube’s Top 10 hits of 2018. The charts reflected global pop artists holding eight out of ten of the biggest hits of the year were in fact, in Spanish (Ingham 2019). “Despacito’s” aftermath has set a model for forthcoming megahits which highlight the importance of a diversified interchange of language, ethnicity, and musicality. Future research could explore the linguistic and instrumental adaptations of “Despacito” in relation to its acceptance and popularity amongst non-Latinx music consumers. 

 

 

Endnotes

iWe use the term Latinx to denote unspecified gender. Furthermore, it serves as a nod towards inclusion.

ii This term is discussed in section 4.

iii. For a detailed historical and musical overview of reggaetón see: Jillian Báez (2006), Marshall (2008), Rivera Z. et al. (2009), Baker (2011) and Rivera-Rideau (2015).

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Lukasz D. Pawelek, (Ph.D. Wayne State University) is an Assistant Professor of Spanish and German in the Department of Humanities at University of South Carolina Beaufort. His research interests encompass U.S. Latinx and diasporic literature, literary representations of nostalgia, collective memory and globalization, and the evolving Latinx identity in the United States; secondary field of interested: Post-Wall Ostalgie memoir and film. Pawelek is a co-founder and co-organizer of the annual Gateway to Interdisciplinary Graduate Studies Conference. He established Polyphony Research Group that engages students in undergraduate research, conference presentations and service in the Latinx Community of Lowcountry.

 

Dr. Roshawnda A. Derrick is an Assistant Professor at Pepperdine University. She investigates Spanish-English code-switching in various discourses including literary texts, social media, songs, among others. Dr. Derrick currently serves as an Executive Committee member of the Language Change Forum of the Modern Languages Association. She is also a member of many prestigious national organizations including: The Linguistics Society of America, Modern Languages Association, Latin American Studies Association and American Association for the Teachers of Spanish and Portuguese

 

 

Contemplation Walk

0

 

the trunks reveal their veins of ember

 

I observe what we already know

I see the arm of a tree

fall apart

 

for the blaze to burst

something breaks        something yields

 

and the chimney does not work

and in the living room

a landscape of smoke spreads between the chairs

 

fire is a woman who covers her face

with her hand

so darkness does not come

I contemplate the bonfire

calmly

for we see the flames

we see how the logs melt

and fall faintly

           on top of each other

 

fire is witnessed

           like this

                          quietly

                          with patience

when we have something similar

 

inside

 

Translated by Mario Castelán
Mercedes Luna-Fuentes, The Hygienic Chamber (2019)

 

 

Mercedes Luna Fuentes (Monclova, Coahuila, 1969) Su libro Elogio a la incomodidad (Colección Siglo XX Escritores Coahuilenses UAdeC, 2011), “se cuenta entre los libros más extraños, fuertes y fascinantes de la reciente poesía hispaonamericana”, según palabras del poeta Raúl Zurita. Es también autora de los libros yo/carnicero (Icocult, Conaculta, 2008) y La mejor forma de usar un rifle (SEC-Conaculta, 2105). Ha participado en distintos suplementos culturales y festivales nacionales e internacionales. Ha sido jefa de cultura a nivel federal y consejera editorial del Grupo Reforma. En 2017 publicó con la poeta Lyn Coffin el libro de poemas Rifles and reception lines, en inglés y español. También en 2017, recibió la Presea Arte y Cultura otorgada por el gobierno de Monclova, su ciudad natal, y el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en Poesía entregado en 2018, por su libro La habitación higiénica, publicado por Mantis Editores en 2019. Ha publicado en Nexos, Milenio y Este país.

 

Mario Castelán (Pánuco, Veracruz, 1978) es Doctor en Ciencias de la Computación por la Universidad de York, Reino Unido. A partir de 2006, se desempeña como profesor investigador en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, Campus Saltillo. Su investigación aborda el descubrimiento de patrones ocultos a través de modelos matemáticos basados en aprendizaje automático, para aplicaciones de robótica, ciencias de los materiales, visión por computador, ciencias sociales y ciencias de la salud. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Mario ha encontrado en la poesía un camino de autoconocimiento que combina con su interés en la ciencia, la psique y el misticismo. Su primer libro “El día 33” ganó el Certamen Nacional de Poesía de los XXXVII Juegos Florales Nacionales Universitarios, 2019.

Nueva piel de león viejo

0

 

En la misma fecha en que proveniente del Distrito Federal entró la droga a León, también provenientes del Distrito Federal entramos nosotros a la avenida principal de León, mi esposo al volante. La realidad nos había forzado a alterar los trazos del mapa y obligado a recordar que las señales en caminos y puentes al ras y elevados, curvos y rectos, tréboles y tallos de asfalto y de alta tecnología o high tec, resultan más bien desviadoras en México, que merece por igual ser país mágico por excelencia como la cuna del humor negro, y si queríamos llegar a donde nos dirigíamos y atender mi compromiso con la Biblioteca Central Estatal e inaugurar un taller de creación narrativa y conducirlo, había que ser más listos que ellas y meta interpretarlas.

            En la puerta del Hotel Radisson Poliforum Plaza León, en el boulevard con nombre de un ex presidente del país genuinamente amigo de sus inmigrantes libaneses, ya nos estaba esperando para recibirnos y darnos la bienvenida Abel, un joven historiador y empleado bibliotecario que haría el papel de guía durante nuestra estancia relámpago en esa ciudad en el centro del país o zona del Bajío, en el territorio no montañoso del estado de Guanajuato, asiento del Festival Internacional Cervantino, “la fiesta del espíritu”, o de la música, el teatro y la danza, más importante de México, y uno de los más célebres de América, fundado, con el patrocinio del entonces presidente del país y amigo de artistas e intelectuales pero ex Ministro de Gobernación responsable de la Matanza de Tlatelolco en 1968, a raíz de la celebración del vigésimo aniversario de la primera puesta en escena en la historia que hizo Enrique Ruelas de las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados de Cervantes, que el actor y director teatral guanajuatense cristalizó en los Entremeses cervantinos, montaje mundialmente considerado como un aporte fundamental al teatro y su historia.

             Al estrechar la mano del engafado y macizo cicerone, sellé la trama del viaje; al presentarme esa misma tarde ante el grupo de alumnos inscritos, desaté mi versión más actualizada de uno de los temas atávicos de la literatura, el del origen y la razón de la existencia del escritor y el desarrollo de su oficio o quién es y cómo es y qué está haciendo en su rincón en el Universo, la Historia, o un taller de creación narrativa.

            De León sabía que era la capital mundial con mayor actividad industrial de cuero bovino y porcino, manufacturado en especial en forma de calzado en una amplia gama de manifestaciones, que abarcan desde la alpargata, la babucha, la bota, el botín, el calco, la chancla, la chancleta, la chinela, el chapín, el escarpín, la pantufla y la sandalia, hasta la zapatilla; también sabía que León era una de las ciudades más grandes de la República, con millón y medio de habitantes, así como el bastión más significativo del catolicismo mexicano; sabía que la cocina de su región era rica en carnes en general y en barbacoa en particular; pero eran muchas más las cosas de León que ignoraba.

            Por ejemplo, entre las más pintorescas, la finalista, que consistía en que la ciudad tuviera un malecón que la protegiera contra las aguas de un río seco años atrás, vertiente del río Lerma, o la ganadora, que León fuera la sede de la asociación civil de los Doctores de la Risa, cuya finalidad es dar risoterapia a los hospitalizados para acelerar su recuperación. El tratamiento, llamado también cooperación alegre, contempla alcanzar de paso a los parientes del enfermo y al personal médico que lo atiende, y para conseguir su propósito se vale de una técnica que combina juegos, bromas, magia y mímica. Los fundadores de esta sociedad son los hermanos Olivares Ramírez, Héctor y José T., guanajuatenses que aprendieron el arte de hacer reír con fines terapéuticos de los esposos y fundadores del Teatro Pronto Alex Navarro, clown español, y Caroline Dream, comediante inglesa licenciada en Teatro por la Universidad de Exeter y formada en el British Circus School.

            Caroline Dream vive en Barcelona y cree que la manera más eficaz de aprender es la más inmediata, declara que quiere ver, escuchar y sentir la reacción del público. Aprendió cómo encantarlo y divertirlo, y procura hacer que sus espectadores rían sin consideraciones y sin miedo al ridículo. Sostiene que su filosofía es sencilla. La parafraseo: Mientras más me divierto yo, más se divierten mis espectadores. Si me dejo llevar por el ritmo y la exageración que los juegos proponen; si permito que mis emociones se expresen con libertad a través del juego; si no detengo la risa y soy franca en mis razones, emociones y expresiones, el público responderá. En medio de la selva en la que vivimos, y de la cual el león es el rey, quiero crear un círculo mágico en el que los humanos nos humanicemos y en el que reconozcamos que nosotros también podemos caer en el ridículo.

            Otro hecho inesperado con que me encontré en camino a la Biblioteca fue ver el sistema de transporte público o metrobús que atraviesa la avenida principal de León y que fue inaugurado dentro del periodo del ex presidente de la Coca Cola y del país, hijo de madre nacida en San Sebastián, Guipúzcoa, país vasco; nieto de abuelo paterno estadounidense nacido en Cincinnati, Ohio, descendiente de inmigrantes alemanes católicos; e hijo de padre que, si bien nació en Irapuato, Guanajuato, se educó en los Estados Unidos y tuvo nacionalidad estadounidense.

            Al llegar a la Biblioteca Central Estatal, una de las edificaciones que integrarán el Centro Cultural Guanajuato que incluirá, aparte de un museo y una universidad de las artes que están por inaugurarse, un teatro, una plaza comercial y un hotel de cinco estrellas y veinte pisos, me enteré de que es obra del arquitecto estadounidense de origen chino Chien Chung (Didi) Pei, responsable de la ampliación del Museo del Louvre en París, y quien, cuando diseñó el nuevo Centro Médico de la Universidad de California en Los Ángeles con nombre de ex presidente del país y ex actor de Hollywood, declaró que su intención era de crear “un entorno hospitalario alegre y conducente a la curación.” El Centro Cultural Guanajuato reemplaza la construcción de lo que fue el Instituto Lux de León, una de las dos instituciones de educación básica en las que se formó el ex gobernador del estado de Guanajuato y ex presidente del país que, durante los dos correspondientes mandatos, calzó por el mundo y el Vaticano botas de León; la otra fue el Colegio La Salle, cuyo lema es el de ofrecer una “Educación de calidad fundada en valores cristianos” y cuya constitución se remonta al siglo XVII, obra de San Juan Bautista de la Salle.

            En medio de estas observaciones fue cómo aquel lunes 1° de septiembre me apersoné en la Biblioteca Central Estatal de Guanajuato, en León, para inaugurar el Taller de creación narrativa, una de las actividades con que la Biblioteca, con el lema “Leer provoca”, celebraría su Segundo Aniversario, programa que incluiría las conferencias “Independencia, Identidad y Nación en México 1810-1910”, del Dr. Enrique Florescano e “Historia del periodismo cultural en México”, de Humberto Musacchio; la presentación del libro Cuauhtémoc, de Pedro Ángel Palou y del espectáculo del cuentacuentos Mario Iván Martínez titulado, Leyendas del México Antiguo. Animalitos de México, así como la plática “El oficio del monero en la literatura mexicana”, de Eduardo del Río, Rius, que fue disuadido de presentar en esa ciudad su libro recién aparecido, ¿Sería católico Jesucristo?, y no por los organizadores inmediatos Marilú, Claudia o Pepelucho, que sin duda tendrían este nuevo catecismo de libro de cabecera, o de qué otro modo explicarse la vitalidad y buen ojo con que organizaron y llevaron a cabo la celebración del Segundo Aniversario de la Biblioteca.

            Como advierte Don Quijote en la frase que yo tampoco he situado en el texto pero que se le atribuye porque podía haberla dicho, “Cosas veredes, Sancho, que harán temblar las paredes.”

 

*

 

             Después de definir ante el grupo lo que podía ser un taller de este tipo y dejar claro que por lo tanto desde esa primera sesión yo me haría cargo de la parte teórica y los alumnos de la práctica, para situarnos y marcar un punto de partida, aunque muy a grandes rasgos, dividí la escritura en poesía y prosa, y la prosa en narrativa y ensayística, y fui dando ejemplos para entendernos, tratando de deducir de su expresión o comentarios lo que parecieran entender los treinta y tantos hombres y mujeres que me escuchaban en esa sala de la Biblioteca, deseando que algún listo del grupo no recordara en voz alta a Homero y pusiera en evidencia ante sus compañeros lo endeble de mi clasificación, pues no había tomado en cuenta la poesía narrativa ni siquiera de forma tangencial. Me parecía excesivo o demasiado pronto o equivocado conducir al auditorio al origen de la literatura como medio de comunicación primero, y de entretenimiento después, hasta finalmente alcanzar el de manifestación artística, o al destacar la rima y la música como incitadores de la memoria, y a los actores o juglares y su actuación como el motor que echó a andar el registro de la historia.

    Dos pesos me habían impedido hasta el momento pasar de no considerarme sino aprendiz de escritora a poder considerarme además aprendiz de maestra. Por una parte, la certeza de la distancia que me separaba de mis propios maestros, y por otra el temor de que mis posibles discípulos padecieran las consecuencias. Sin embargo, la vida me sonrió, pues tras apenas uno que otro enunciado relativo a la definición de los términos taller, creación y narrativa, que constituían el título de nuestra materia, fueron los alumnos, con sus preguntas o sus ejemplos, voluntarios o involuntarios, quienes se encargaron de delinear los puntos esenciales de nuestro tema que, como he confirmado, no sólo son pocos, sino que coinciden con los principios que me han guiado a mí en el oficio de escribir.

    Delante de mí se había reunido un grupo heterogéneo de entusiastas que se acercaban al quehacer de la literatura quizá sin saber del todo lo que estaban haciendo. Había asistentes jóvenes y viejos. A juzgar por su aspecto, podían ser desde estudiantes hasta profesionistas, desde obreros y empleados hasta amas de casa, desde ciudadanos modernos y postmodernos hasta burócratas y funcionarios públicos. No parecía haber campesinos, ni otomíes ni chichimecas ni, entre éstos, mucho menos chupícuaros, los pobladores más antiguos de esa zona geográfica. No era probable, pero tal vez habría también los que en un grado u otro vivieran fuera de la ley y por lo tanto resultaran inclasificables según los términos convencionales de una descripción social. Quiero decir que igual que en todo grupo, en la concurrencia del taller podían estar presentes todos los credos y todas las orientaciones de todo tipo, sexuales, políticas o alimenticias; representados casi todos los estratos sociales, los coeficientes intelectuales y los niveles culturales o de educación o civilización; personificadas por lo menos dos razas y por lo menos un par o dos de nacionalidades, naturalizaciones, o estados migratorios. Asimismo, habría funcionarios públicos o pujantes aspirantes a funcionario público en calidad de su verdadera vocación, apenas solapada por la de escritor que le servía de tradicional y prestigioso pretexto.

             Estábamos en el centro de México. Era la primera semana del mes de septiembre de 2008 y yo era conductora primeriza de un numeroso grupo de aprendices de escritura. A partir de hechos y de supuestos, de circunstancias y de intuiciones, mi sensación era la de estar enfrentando la realidad. Había perdido la conciencia y la estaba recuperando, o había hibernado y estaba despertando, o había vivido otra vida y estaba empezando a vivir una vida nueva. La necesidad de responder a mi medio y a mi tiempo sólo que, a mi modo, y formar parte de ellos, sólo que también a mi manera, para mí parecía materializarse en un extraño por diferente anhelo de que este taller particular, al definir como grupo social específico a esa comunidad determinada de participantes que lo formaban, me definiera a mí. Igual que la payasa de apellido Dream, me había soñado viendo, escuchando y sintiendo la reacción de los asistentes al taller a la arriesgada aventura que ahora emprendía como su conductora. Oportunamente, al echar a andar mi función de maestra de creación literaria, en la fecha y los alrededores oportunos estaba dando mi Grito de Dolores particular, pues estaba independizándome del papel de alumna que en ese renglón había representado toda mi vida hasta ese momento, con los dolores y los sinsabores propios del caso. En un arranque de entusiasmo incluso me llegué a ver mudándome a León para seguir de cerca la evolución de mis talleristas.

 

 

*

 

            El término castellano taller se deriva del francés atelier y éste del latín astellarium o astillero, que literalmente es el establecimiento donde se construyen o reparan embarcaciones. Por extensión, un taller es el sitio en el que se trabaja en cualquier actividad manual o en el que se hacen diversos tipos de reparaciones o se realizan determinadas fases de la elaboración de un producto. O es una escuela práctica organizada por un organismo o institución en que los estudiantes o talleristas aprenden alguna actividad. O es el propio grupo de participantes que trabajan juntos sobre algún tema en un seminario. O es el conjunto de colaboradores del artista o del maestro que los conduce.

            Si no todo el que ha hecho algo lo ha aprendido a partir de otro o con otro, todo el que quiera aprender a hacer algo puede aprender de otro o de otros o con otro o con otros.

 

 

*

 

            Desde el fondo del salón un joven contó que en una entrevista había leído que Juan Rulfo declaraba que los primeros borradores de los cuentos del Llano en llamas los había anotado en boletos del metro. ¿Qué metro?, le pregunté. Cuando Rulfo escribió sus libros no había metro en México y él no había salido de su país como para haberse referido al metro de ciudades que para entonces ya contaran con él. Además, ¿cómo iba a apuntar una frase en un boleto sin espacio suficiente en el que escribir ni siquiera una letra y que ha de depositarse en la entrada antes de poder abordar el vagón del transporte público subterráneo?, comentó el único integrante del taller de creación narrativa de camisa blanca y corbata, ésta a rayas diagonales azules y rojas. En todo caso, la declaración de Rulfo que el joven leyó demostró lo que es la ficción y hasta la fantasía.

            Pero me fue imposible lograr transmitir al desbordado grupo de participantes alrededor de las mesas dispuestas por la Biblioteca para la ocasión por qué, si la narrativa pretende transmitir alguna verdad, no deberá basarse en la verdad sino en la verosimilitud, pues no he encontrado una muestra contundente que ilustre el concepto registrado por primera vez en la Poética de Aristóteles, y que todo maestro de literatura y todo escritor conoce y procura o debería explicar a sus alumnos o sus lectores cuando no a sí mismo.

            Para ejemplificar por qué se cae un personaje, una frase o una trama si son planos, y en qué consisten los relieves que sostendrían lo plano para impedir que se cayera, aunque a sabiendas sin éxito, pero bien a la vista del grupo, y no tanto por explicarlo como por demostrarlo, intenté parar verticalmente sobre la mesa una hoja de papel y acto seguido y a sabiendas de que ahora sí lo haría exitosamente paré un libro de pasta dura, aunque me parece que más efectivo que mi pobre remedo de enseñanza Zen fue el relato que para la tercera sesión de teoría y práctica del arte narrativo proporcionó Sandra, una joven gorda consecuentemente alegre que se había presentado como internista en jefe del servicio de urgencias del hospital general de León y cuyo relato la había protagonizado a ella misma recibiendo al mayor del grupo de talleristas con un infarto del corazón y a la vez oyendo los comentarios de la esposa del paciente en el sentido de que ella había visto venir el desenlace desde que su esposo, jubilado de la Universidad de Guanajuato como profesor de historia, se había inscrito en el taller de escritura para convertirse en el cronista de la ciudad, cosa que era de nacimiento y que hacía encantadoramente y que no necesitaba aprender a ser en ningún taller, y menos cuando en lugar de todo esto podía dedicar su encanto a entretenerla a ella o a los nietos de los dos y de este modo dar una salida positiva a su inquietud y a su mal genio de profesor retirado en vez de hacerlo mediante un infarto del corazón.

            Hice ver a los oyentes que lo que parecía un relato ocurrente pero plano, en cambio podía sostenerse como narración si el lector advertía, al saber interpretar a partir de señales como el atrevimiento de la autora de retratar como infartado a su compañero de taller, así como de la risa más bien nerviosa que verse en esa situación le produjo al aludido, las dimensiones que alcanzaría y lo sostendrían si entre líneas leyéramos como posible intención de la autora la de vengarse del modelo real del que el personaje de su ficción había partido. Para suponer de qué podía querer vengarse Sandra, bastaba imaginar que el objeto de su imaginación en la realidad le hubiera hecho a ella un pase, por ejemplo, motivación factible de deducir al saber interpretar el atrevimiento de la alumna de retratar como infartado a su compañero de taller o a la inquietud que éste manifestó al oírse retratado en público de esa manera. O la venganza también podía deberse a que ella hubiera sido la que le hizo el pase a él, pase que él, en su calidad de decano cronista oficioso de León, había desatendido o ignorado. El volumen o la profundidad que una intención como éstas u otras sea capaz de dar a un relato sería la estructura o el soporte que lo sostendría sin caerse. Hay que aprender tanto a leer como a vivir para aspirar a aprender a escribir.

            A manera de experimento para mí misma, no había empezado por pedir a mis alumnos de creación narrativa, como en cambio sí había empezado por hacer en experiencias anteriores de docente de lengua inglesa, orientación vocacional y práctica de diario y de traducción, que antes que cualquier otra cosa se identificaran a sí mismos y aparte de sus señas de identidad convencionales declararan cuál era su ocupación y cuáles sus expectativas particulares para asistir al taller, sino que les había propuesto el ejercicio inverso como primera práctica. Consistía en que retrataran a cualquiera de los integrantes del grupo siempre y cuando no lo conocieran de antemano, caso en el que se encontraba la mayoría, que se veían ahí por primera vez. Más adelante en el transcurso de las cuatro sesiones que constituirían nuestro taller, al ser apenas relámpago y por lo tanto contra su cualidad inherente de convertirse en la verdadera segunda naturaleza de la vida del escritor, se describirían a sí mismos y por último, la cuarta tarde, urdirían o tramarían un suceso que relacionara a los dos retratados y de este modo hiciera que el resultado del texto fuera un relato o una narración, y no únicamente el registro de las señas particulares de uno y otro de los asistentes. El texto de Sandra era una narración; no la historia clínica que podría haber sido si la autora, médica de profesión, en lugar de imaginar una relación o de crearla se hubiera limitado a describirla, por más ocurrente que esta descripción pudiera haber sido.

            Di por supuesto que los aprendices se presentarían a un taller de creación narrativa con papel y lápiz como mínimas extensiones de la vida de todo escritor. Para fundamentar mi suposición recurrí a la anécdota de Joyce que lo capta permanentemente registrando en una pequeña libreta cuanto le llama la atención, actividad que desempeña no sólo en su vida privada sino en medio de una reunión social y aun si lo que anota es una frase que hubiera dicho alguno de los asistentes a la reunión y que, al anotarla, Joyce la convirtiera impunemente de su propiedad, lo discurriera igualmente así o no la víctima despojada de su frase. Lo que en el acto un escritor no anota en su cuaderno desaparece y no vuelve, por lo que es aconsejable que el escritor cuente con el material en el que registrar lo que se le ocurra en cualquier momento y circunstancia. Por no abrumar a los inscritos no aludí al poema de Coleridge, aparentemente inacabado por la interrupción que el poeta cuenta que sufrió mientras lo componía, pero podía haberlo citado sin abrumar a nadie. O por lo menos no a Carlos, El Bibliotecario que, libro que fui o que fuimos mencionado los alumnos y yo, libro con el que de los pasillos de estantes reaperecía con la frase, “Lo tenemos en la Biblioteca”, y por lo pronto él como blasón en las manos.

            A juzgar igualmente por la declaración de principios con la que ante los demás se había identificado la menor de los apuntados a las sesiones, una quinceañera que se refirió a una joven integrante del taller como su mamá biológica y a otra como su mamá adoptiva, el tema del encuentro y el nivel cultural de los inscritos había quedado gratamente establecido y demostraba que sabían lo que estaban haciendo, pues se presentó en calidad de lectora que entró al mundo de la literatura nada menos que a través de Alicia en el país de las maravillas. “Mamá le regaló el libro a mi hermano, que es mayor que yo, pero él no terminó de leerlo. En cambio, yo leo cuatro o cinco libros a la semana. ¡Desde cuándo me urgía inscribirme en un taller de creación literaria! Toda la vida he querido ser escritora y toda la vida había querido empezar a escribir.” No era el único miembro del grupo que demostraba tener vocación de escritor; ya otro había revelado a lo que se llega cuando esta vocación es lo suficientemente poderosa en el afectado. Un muchacho contó que se las arregló para transferir su empleo de joven ejecutivo en un banco a su esposa con tal de entonces poder él quedarse en casa a escribir, decisión que tomó sin ni siquiera preguntarse si tenía el talento necesario y de hecho arriesgándose a empezar a hacerlo antes de incluso inscribirse en ningún taller de creación narrativa, lo que contribuía a que su acción fuera encomiablemente meritoria. Otra asistente decidida era La Contadora, que cambió la contabilidad de números por la contabilidad de sucesos, según contó en su narración.

            Un aprendiz que no había captado la diferencia entre la prosa y la poesía, ni advertido que nuestro taller era de prosa, leyó un poema y con orgullo declaró que lo había escrito de un tirón y desafió a los reunidos a comentarle qué nos había parecido su narración. El recuerdo de Homero y la poesía narrativa me impedía comentarle que la narrativa es exclusiva de la prosa, pero sí insistí en que en todo caso en un taller de creación narrativa el aprendiz debía circunscribirse a abordar la prosa, esto sin mencionar siquiera la prosa poética ni aun menos la atmósfera poética que idealmente debe impregnar la prosa que aspire a buena.

    Sin embargo, aproveché las obvias asociaciones de ideas a las que me llevó la intervención de la poeta involuntaria, para dar su lugar a la poesía como la primera forma de expresión de la lengua para atender la necesidad inherente del hombre de comunicar a los demás tanto su propia historia o quehacer como los de su entorno. Quiso saber por qué; y me referí a la poesía como más mnemotécnica que la prosa para facilitar el recuerdo de hechos y sucesos y su transmisión. Entonces quiso saber qué significaba mnemotecnia o mnemotécnica. Tras contestarle que era un sistema de mañas encaminadas a aumentar el alcance de la memoria, aproveché la oportunidad para añadir a la lista de instrumentos del escritor o herramientas indispensables los diccionarios, enciclopedias, gramáticas y todo libro o medio de referencia. Me apoyé en una de muchas citas posibles de Borges, Jorge Luis: “Para un hombre ocioso y curioso (yo aspiro a ambos epítetos), el diccionario y la enciclopedia son el más deleitable de los géneros literarios.” Ya había aparecido en el coloquio la mediación de la música como extensión natural de la poesía o su propio acompañamiento subcutáneo, así como el indispensable surgimiento de los trovadores, juglares y actores y por supuesto del teatro o la creación dramática, antecedentes del registro de la historia y en su momento de la literatura, poética, dramática, narrativa o ensayística.

    Aproveché estas menciones para hacer ver a los aprendices de escritor a mi alrededor cómo, aun cuando el ensayo literario, o sea, el ensayo no erudito ni académico, el comentario personal, también puede ser narrativo, en cambio la ficción es exclusiva del género narrativo. La diferenciación básica entre la ficción y el ensayo estaría en el uso de la primera persona del singular como voz expositiva. Si en una narración en primera persona del singular la voz del narrador no necesariamente corresponde a la del autor, por definición en un ensayo ese yo es el mismo, o el autor es el mismo que el narrador, y caracteriza per se el género ensayo.

            La coincidencia en que concurrieron varios de los asistentes en la primera práctica del taller al intentar describir a quien fuera que para ese propósito hubieran elegido del grupo como “el de camisa azul”, dio pie a la observación del error que es pretender caracterizar a un miembro de un grupo determinado como “el de camisa azul” cuando, por ejemplo, aquella tarde y sólo en nuestro grupo específico había presentes por lo menos cuatro asistentes con camisa azul. Quien entendió mejor lo que puede ser una buena caracterización fue la participante del taller que se presentó como uno entre no sé cuántos miles de seres humanos que tienen la falange o punta del pulgar mucho más ancha y gruesa que las del resto de los dedos.

            Pero si en el contexto de cualquier taller de creación narrativa resultaría impactante que uno de sus miembros se autodefiniera como alguien que no tenía nada que decir, ciertamente lo fue mayormente y en particular en el nuestro cuando, quien lo declaró, tuvo que repetir su declaración hasta dos veces pues hablaba con un volumen tan bajo de voz que no se oía lo que decía, que, por cierto, no sólo no era nada, sino que era mucho. Ella era una chica menuda y de boina que sin sonrisas y entre pausas, con un tono tortuoso y vacilante, con una pronunciación levemente conosureña del castellano sin necesidad añadió que su problema era su voz, que no se oía, con lo que involuntariamente aludió al sentido metafórico del asunto que hace que, mientras que lo que escribe un escritor bueno o malo se oiga, lo que escribe otro, bueno o malo, no se oiga, misterio que define la vida de unos como la de ganadores y la de otros como la de perdedores, lo que por fuerza aumenta el drama de la vida de la mayoría de los escritores buenos y malos que de por sí ya es suficientemente dramática.

            También de parte de la sala surgió una representación mejor que la mía de lo que significa situar en narrativa, cuando uno de los jóvenes propuso la imagen de la descripción de una mesa flotando en la atmósfera de una habitación contra la de una mesa situada, es decir, parada en sus patas sobre el piso. Claro que, si el aprendiz quiere internarse en la literatura fantástica, surrealista o de ciencia ficción, puede situar sólidamente una mesa flotante, sólo que entonces tendrá que conocer de antemano las reglas y las técnicas de la narrativa del género correspondiente que, comoquiera que sea, no atañían a lo básico de nuestro taller en curso.

            No quería ni siquiera rozar el tema de la mezcla de géneros, pero me fue inevitable referirme al establecimiento del género que combina el ensayo factual con el arte narrativo literario, que Truman Capote acuñó ejemplarmente en el término faction, o fact y fiction, y en particular en su novela ¿o qué es? ¿Reportaje? A sangre fría. Es que no es nada superficial insistir en que, al narrar, si no es fundamental la realidad de un suceso o personaje determinado, sí lo es la precisión de su expresión escrita. Sin convocarla, recordé a la poeta surcoreana Kim Seung-hee, a quien conocí precisamente cuando años atrás coincidimos en un programa internacional para escritores en la Universidad de Iowa en los Estados Unidos, y lo más sucintamente posible expuse ante los alumnos lo que su recuerdo me sugirió. Si quisiera describir la ciudad de León en la que nos encontramos, me ayudaría tener en mente a Kim Seung-hee para hacerlo con viveza. Es decir, mentalmente dirigiéndome a ella de manera que ella, que nunca ha estado en León, ni en México, se representara esa ciudad y el espíritu de este país con toda la exactitud que yo quisiera o fuera capaz de imprimir a mi descripción escrita, es decir, de una forma tan efectiva como la que yo esperaría percibir en la descripción escrita de, digamos, Kwang-ju, la ciudad natal de Kim Seung-hee, que no conozco para nada. Se sobreentiende que, de semejante descripción, en manos de la poeta, además de exactitud yo esperaría percibir belleza y gracia literariamente hablando, así como las impresiones afectivas personales que la autora quisiera o fuera capaz de imprimir a su descripción e incluso críticas, por más leves que éstas fueran. Una alumna vestida en tonos color café, y con actitudes evidentes de persona bien educada, levantó la mano y esperó a que yo le diera la palabra para comunicar, de pie, su inquietud. Quería saber si la forma escrita en la que Kim Seung-hee, como poeta, describiera la ciudad de Kwang-ju adoptaría un lenguaje poético. No exclamé “¡Cuidado!” por no confundir ni mucho menos alarmar a nadie; opté por transcribir a lo largo del pizarrón a mis espaldas el conocido diálogo que Antonio Machado publicó en Madrid en 1936 en su Juan de Mairena y en el que, en la clase de retórica y poética, el profesor se dirige a un alumno en los siguientes términos:

            –Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: “Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa.”

El alumno escribe lo que se le dicta.
–Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético.
El alumno, después de meditar, escribe: “Lo que pasa en la calle.”
–No está mal –comenta Mairena.

            Con la esperanza de que los estudiantes advirtieran de qué manera la cita hablaba por sí misma y de cómo, a través de ella, sin necesidad de una explicación mayor la joven formal y sus compañeros captaran tanto el humor, o específicamente la ironía, del autor español, como la diferenciación entre los contrastantes sentidos que es posible dar al término lenguaje poético, pedí a mis alumnos que reflexionaran.

            Luego, también del grupo surgió el tema de la diferencia entre el cuento y la novela, que Jesús, alias El Redentor, compartió con el grupo y quien, además de uno de los setentones y por lo tanto mayores de los integrantes del taller, era el de aspecto más distinguido y que resultó ser viejo profesor de literatura y el director general actual de las Bibliotecas Públicas Municipales de León. Citó más que acertada y oportunamente la célebre comparación entre los dos géneros narrativos por excelencia que Julio Cortázar puso en circulación y que dice que, mientras que “el cuento gana por knock-out, la novela gana por decisión”, tan ilustrativa y exacta que aún el menos conocedor del pugilismo y sus técnicas y términos puede entenderla y valerse de ella para orientarse y saber qué es qué cuando lee o cuando empieza a escribir. El cuento, igual que la vida, es breve; y la novela, como el arte, es larga, diría, parafraseando a no recuerdo cuál poeta latino. El cuento debe poder leerse en una sola sentada o de un solo tirón.

            Narrar significa relatar o contar algún suceso, y una guía para establecer lo que es un suceso consiste por ejemplo en procurar que la narración conteste el cuestionamiento implícito en los pronombres interrogativos quién, cuál, qué, cuánto, cómo, dónde, por qué, para qué. En la segunda práctica, quien al autodefinirse se valió más despejadamente de estas direcciones fue un joven ingeniero agrimensor moreno que, según nos indicó emocionado, después de que unos meses atrás había quedado viudo y al cuidado de sus dos hijos pequeños, de ocho y seis años de edad, decidió inscribirse por las tardes en el taller de escritura para abrirse paso y escribir la biografía de su esposa y de esta manera procurar que la memoria de su estancia en el mundo no desapareciera con ella. Bueno, otra autodefinición conmovedora y bien definida fue la de una integrante del taller que, después de poner sobre la mesa el tema de la falta de identidad, que la había perseguido los cuarenta y tantos años que llevaba de haber nacido y de vivir en México, pues por su aspecto no era reconocida como mexicana y en cambio quizá sí rechazada como extranjera o, en todo caso, como diferente, declaró entre sollozos que desde que su hija se había casado y llevaba su propia vida, ella había decidido escribir algo más que su diario para dejar huella de su existencia.

            Para limitarme a entresacar de las exposiciones de estos dos talleristas el material que mejor contribuyera a seguir definiendo el significado del nombre de nuestro curso, me referí a los géneros prosísticos de la biografía y del diario a los que ambos habían aludido, con mayor o menor conciencia del mundo que abrían al hacerlo, y los situé en el de ensayo y destaqué el aporte, por no hablar del placer, con el que pueden contribuir al conocimiento y a la literatura. Pero su mención me permitió recomendar al grupo la lectura de biografías de escritores y de entrevistas, pues, en su calidad potencial de carrera universitaria, estos géneros abren paso a múltiples caminos posibles y, entre otra información, muestran al lector la variedad de motivaciones y de formas de vida y de trabajo que siguen y han seguido siempre los escritores, diversidad que posibilita o apoya al lector a definirse y desarrollarse comoquiera que sea, pero en buena compañía.

            Hice énfasis en la práctica del diario personal e incluso deslicé la de llevar diferentes diarios o abrirle a uno distintas secciones, por ejemplo, una específica para cuestiones de trabajo, otra íntima, otra de lecturas, otra de registro de la vida cotidiana y de la vida social del diarista. Un chico infirió que yo era diarista y quiso saber si en mi diario ya me había referido al taller de León y a sus participantes. La curiosidad del aprendiz me dio oportunidad de hacer ver al grupo cómo, si el escritor ha de leer, escribir, llevar diario y encima ganarse la vida, no le quedará tiempo para vivir a menos que se organice y ordene y renuncie a cuanto se lo impida y finalmente haga lo que pueda, pero a sabiendas de que al encerrarse o, lo que es lo mismo, convertirse en escritor, se convertirá en consecuencia en un ser solitario y monstruoso.

            Una señora desenvuelta y pelirroja que se identificó como periodista de sociales del diario más conocido de León exclamó, “Pero a mí me da miedo eso de tanta soledad.” Por todo comentario recordé en voz alta la solución que Katherine Mansfield dio al problema, y que consiste en colgar la oreja en la parte exterior de la puerta de tu estudio antes de echar llave al cerrojo y encerrarte adentro a trabajar. “¿Pero no es la soledad lo que convierte al escritor en monstruo?” La soledad le permite poblarse de multitudes. (¿Será esto lo que implicó Whitman?) Un escritor es como un actor. El mejor actor es el que puede representar con realismo y efectividad múltiples papeles y cualesquiera. Se deja habitar por multitudes. Calza los zapatos de multitudes. Para no tropezar y caer, se hará a la talla del zapato que sea que ocupe de la multitud. El mejor escritor se posesiona del papel de multitudes. Por eso no tiene género ni edad ni raza ni credos ni sentimientos ajenos a los del papel que represente de la multitud que lo pueble. Si su relato protagoniza a un asesino, él debe personificar al asesino para poder transmitir vívidamente al lector lo que el asesino experimenta al cometer el asesinato.

            Pero la oreja de Katherine Mansfield representa apenas la quinta o sexta parte de los sentidos que un escritor tiene que aguzar para conocer su materia y su material en todas sus dimensiones. Aldous Huxley pone el ejemplo del pellizco. Si el concepto de pellizco es universal, la experiencia de un pellizco es individual y esto es lo que determina la diferencia. Así como la narración cuenta un suceso que se define al contestar los pronombres interrogativos quién, cuál, qué, cuánto, cómo, dónde, por qué, para qué, el narrador debe definir el suceso que cuenta al responder a, o al experimentar los estímulos captados por sus cinco o seis sentidos. No aguza ni educa únicamente el oído o el taco o la vista, sino cuanto sea capaz de captar mediante su percepción. Además de la intuición, de las sensaciones y las emociones, el sexto sentido incluye la gama completa de las facultades mentales, la memoria, el conocimiento, la inteligencia, el humor, la imaginación. Así como la intención del actor cómico es la de mover a risa al espectador, el autor debe saber qué emoción o qué estado mental quiere despertar en el lector a través de su relato para ser efectivo. Por ejemplo, el suspenso, el miedo, la confusión, la reflexión, el asombro, la incertidumbre, la duda.

            A los talleristas les fue más fácil describir el exterior e imaginar el interior de otro que de sí mismos, y también les fue más fácil caracterizar el exterior de otro que el interior de ellos mismos. Una aprendiz en sus cuarentas, maestra de escuela infantil y enyesada del tobillo a la ingle de la pierna derecha, se atribuyó la virtud de la prudencia. Le pregunté el origen del yeso y las muletas. “Quería enseñar a los niños a patinar, pero me caí.” ¿Y se considera una persona prudente? Con el Conócete a ti mismo, el Yo sólo sé que no sé nada, el Conocerte y conocerme y el Estate atento a ti mismo de los griegos y los latinos sabios, de los Padres de la Iglesia y de los filósofos, arranca la historia del pensamiento y debería arrancar la práctica de la introspección y de la literatura en general, así como de la autobiografía en particular. En este punto y con algunas frases que entresaqué de la lectura oral que los aprendices hicieron de su tercera y última práctica, procuré demostrar que sólo al aplicar una enseñanza el aprendiz demostrará si la aprendió o no. “Yo te enseñé a chiflar”, reclamó el maestro; “Sí; pero yo aprendí”, se reafirmó el discípulo, con lo cual, además, superó al maestro.

            Otro de los mayores del grupo, apodable El Cordero, describió a una joven moderna con el pantalón de mezclilla desagarrado como a una gatita, graciosa pero molesta, que no me dejaba en paz a mí, pues no había asunto que yo empezara a abordar que ella no interrumpiera con un comentario o con una pregunta. Y gracias a esta intervención deslicé ante el grupo de qué manera la crítica puede abrirse paso en la literatura para señalar, mejor si con una sonrisa, los defectos del hombre o sus acciones. Con sus interrupciones, Liz, La Gatita, fue la primera de los asistentes en hacerse notar y la más seleccionada entre todos a ser descrita en la primera práctica del taller de creación narrativa.

            El muchacho peor sentado que, en lugar de rellenar con la cintura el ángulo de la silla en que se juntan el respaldo y la base, apoyaba el cuello sobre el borde del respaldo y dejaba la espalda en diagonal, resultó ser maestro de griego clásico en la universidad. Tituló su redacción final en esta lengua, con lo que demostró, y sin presunción, que su dominio del griego era envidiable y auténtico. Entre las herramientas del oficio del escritor mencioné el conocimiento de por lo menos una lengua extranjera, clásica o no tanto, así como la práctica de la traducción a manera de otro de los medios para ampliar y precisar el dominio de la lengua propia. Hablé también de la práctica del periodismo, que orienta al escritor, igual que al bailarín que sale a escena, a saber con qué espacio cuenta, con qué tiempo y a quién se dirige, guías que le crean la disciplina y sobre todo la precisión tanto del lenguaje como de la expresión, para decir lo esencial y para poder comunicarlo y despertar el interés de una gama amplia de lectores, observación a la cual varios periodistas asistentes al taller, como Miguel o Eduardo, asintieron con un gesto de la cabeza.

            De las lecturas finales de los alumnos había entresacado ejemplos que demostraban descuidos contra los que cuanto antes debe estar prevenido todo aprendiz de escritor. El narrador de una composición que personificaba la rebelión por la rebelión misma era una joven que se había robado el coche de papá, pero a la que la realidad la había zarandeado pronto, pues no había avanzado por la calle ni una cuadra cuando el coche de placas 896SJX que la seguía se le incrustó en la defensa y de este modo silenció el grito de independencia implícito en el acto de la rebelde de conducir un coche sin autorización. Lo que parecería un relato preciso y efectivo, sin embargo, se resquebrajaba debido a una falla de lógica por parte de la autora. Si el coche que la seguía se le incrustó al suyo en la defensa, ¿en qué momento le pudo ella ver el número de las placas? Otro de los textos protagonizaba a un joven que el narrador caracterizó con ojos color frambuesa. ¿El personaje del iris rojo era conejo o marihuano? ¿O sería que Johnattan, el autor del relato en cuestión, lo retrató con flash? ¿Y el flashazo rebotó en los brillantes incrustados sobre las aletas de la nariz de El Poeta, otro de los concurrentes al taller? Con razón todavía otro de ellos, para protegerse de tanta luz, no se quitó los lentes oscuros a lo largo de las cuatro tardes que duró el taller y por lo tanto no se enteró cuando, para describir lo asustado que estaba un personaje, dijo que al hablar tartamudeaba y que se le paralizaban los dientes, de lo ilógica que era su lógica y lo equivocado que resultaba expresarla. ¿De qué manera se puede paralizar un diente, no digamos todos? ¿O al que se le paralizaron los dientes fue al personaje de El Roquero, alto, flaco y de pelo largo?

            Por supuesto que también hablamos de lenguaje, de lenguajes, de niveles de lengua, algo de lo cual recogió El Cervecero y Ex Seminarista al citar literalmente a un cantinero conocido suyo, “No es que no aiga más cerveza, joven, es que para servirles otras a usted y sus amigos, primero demen las botellas vacías como ya les dije desdenantes”, o de lo que El Griego asimismo aportó un ejemplo al hacer convivir en su redacción la cita griega en el título con interjecciones como “¡Carajo!” o “¡Cabrón!”.

             Pero empezar a escribir implica escribir con descuidos, pues en el principio es el caos y la ignorancia es un buen principio. De hecho, si he de concentrar en una sola enseñanza el taller de creación narrativa en el que yo me formé, en los primeros años de la década de 1970, citaría la declaración de Augusto Monterroso que, al afirmar: “Yo no escribo; corrijo”, alertó a sus discípulos incluso futuros contra lo pronto y lo inmediato implícitos en la escritura espontánea o inspirada o no elaborada, equivocadamente considerada la mejor, y a favor de la paciencia y la perseverancia implícitas en la lectura constante de los maestros, la consulta de los libros técnicos, la práctica de la reflexión y la elaboración de la experiencia y hasta de los sueños y de toda y de cualquier otra práctica del método del ensayo y el error que satisfaga la curiosidad y de la que pueda echar mano el aprendiz que permanentemente tienda a convertirse en buen escritor.

 

Bárbara Jacobs nació en 1947 en la Ciudad de México, dentro de una familia de inmigrantes libaneses, los abuelos paternos judíos y los maternos cristianos. Fue profesora e investigadora de traducción en El Colegio de México, y de lengua inglesa en la Universidad Iberoamericana. Ha publicado: Doce cuentos en contra (cuentos, 1982); Escrito en el tiempo (ensayos, 1985), Las hojas muertas (novela, 1987, Premio Xavier Villaurrutia”), Las siete fugas de Saab, alias El Rizos (novela, 1992), Vida con mi amigo (novela, 1994), Juego limpio (ensayos, 1997), Adiós humanidad (novela, 2000), Atormentados (ensayos, 2002), Florencia y Ruiseñor (novela, 2006), Vidas en vilo (cuentos, 2007), Nin reír (ensayo narrativo, 2009), Lunas (novela, 2010), Leer, escribir (ensayos, 2011), Un amor de Simone (ensayo, 2012), Antología del caos al orden (ensayo, 2013); La dueña del Hotel Poe (novela, 2014), Hacia el valle del sueño (ensayo, 2014), La buena compañía (testamento literario, 2017), La época horizontal de Bárbara (testimonio, 2018), Rumbo al exilio final (autobiografía intelectual, 2019). Con Augusto Monterroso, Antología del cuento triste (1992). Desde diciembre de 1993 colabora quincenalmente con un artículo en las páginas de cultura del diario mexicano La Jornada. Ha sido reconocida por la comunidad libanesa en México con el Premio Biblos” al Mérito 2013; en 2019, recibió en México la Medalla de Bellas Artes en el área de Literatura.

 

Foto por: Juan Barbosa

Clima

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No puede tenerse el otoño en las manos, pero el invierno puede apretarse con las
palmas endurecidas.

En la última nieve yo estaba deshecha, la miraba y solo pensaba en mis deseos de
caer así. Quiero ser nieve y caer así, decía en la ventana. Quiero ser nieve y caer así.

A la noche estaba roja de apretar el invierno y me dormía sobre la ventana.
Quisiera tener una palabra que concentre ese espacio entre la tensión de observar
mucho tiempo algo y la entrega completa del cuerpo, espeso y liviano como un
manojo de algodón.
Siendo tirada y levantada por las estaciones dibujo los vidrios de mi casa.

 

*

 

La cama empezaba a transpirar, es el comienzo del otoño pero nevó muy cerca,
y las ventanas empañadas tienen una textura abierta.
Elijo salir, abro la puerta y con las piernas cruzadas miro el patio.
La noche húmeda regenera el anuncio de la helada que en un par de horas podría
escarchar el pasto y los cerámicos.
En esta hora equivocada para los ojos, con las manos aún tibias,
saco una seda, un filtro, algo de tabaco y armo un cigarrillo.
Los álamos de ciudad vieja y mediana se esfuerzan por sostener las últimas horas
de una calle de tierra. ¿Quién hizo este lugar?
La humedad se vuelve cada vez más aplastante, y entre las grietas del suelo se hace
líquida, chorrea o se pierde.
Me desinflo el pecho de humo, el frío me toma por dentro y la poca piel que asoma
en mis brazos empieza a gotear.
Antes, alguien se ocupaba de mis palabras luego hubo silencio. Entonces tuve que
salir a
buscar señales.
Indicios de que las noches no siempre se desnucan alrededor de los álamos, y no
siempre estaremos persiguiendo ausentes.
Junto mi tabaco, me froto los ojos y vuelvo a la cama. Un territorio denso y
recurrente como una ciudad vieja.

 

*

 

Los días son más largos, y esta mañana encontré
varias hormigas sobre la mesa
entre cáscaras de mandarina y tabacos desarmados.
Termino de atravesar este invierno
luego de que me haya masticado
y devuelto al centro de mi casa
como una ocupación inútil.

 

*

 

Volví a mi casa. Las cortinas
crujieron ante costumbres anteriores.
Olí lavandina y alcohol evaporados,
me froté la cara reseca y la vista lagrimosa
-los ojos son tan frágiles-,
dejé la puerta de atrás totalmente abierta y me acosté.
El aire lleno de calor se estiraba hacia afuera,
soltaba sus partículas compactadas entre paredes.
La soledad de mi casa bailaba para mí,
salía por la puerta del fondo
y me dejaba sola.

 

 

Micaela Lépore Rodi nació en 1997 en Neuquén. Actualmente reside en Cipolletti, Río Negro, es estudiante de Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional del Comahue. Escribe poesía y participa de talleres literarios.

Un chico de mi edad

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Únicamente los niños saben lo que buscan.
El Principito

 

Estaba en la terraza jugando a que mi casa era un barco. A lo lejos, los monoblocks de la General Paz por un lado y los de la Riccheri por otro eran la flota enemiga. Ordené disparar el cañón principal —el tanque de agua—, cuando de pronto una sombra cruzó la tarde. Levanté la cabeza. El sol era eclipsado por una figura que, difusa al principio, fue cobrando forma a medida que el viento la corrió del centro de la luz. Alguien caía lentamente hacia el barrio, colgando de un paracaídas. Pasó por encima de las terrazas y los galpones de Monti y luego descendió en alguna de las canchas de la Sociedad de Fomento, a una cuadra de casa. Me refregué los ojos y miré alrededor. Era la hora de la siesta y por eso las calles estaban vacías, así que yo, aparentemente, había sido el único testigo. Bajé la escalera y salí de mi casa a toda velocidad. Corrí por la calle Giribone y después crucé San Pedrito. Junto al arco que daba a la Estación de Gas, un chico de mi edad —nueve, diez años— arrastraba varias bolsas de arpillera que se había atado con unas cuerdas.

 

Me detuve a unos metros. Vi que trataba de desatarse los nudos, pero no podía. Al verme, me hizo señas para que me acercara.

—Buenas tardes, señor, ¿sería usted tan amable de ayudarme?

¿Señor? Me reí solo.  Pero él me miraba fijo, esperando que lo ayudara, así que no dije nada y puse manos a la obra. De a poco, fui desenredando el embrollo hasta que finalmente pudo liberarse.

—Muchas gracias —me dio la mano bien fuerte, como si fuera una persona grande—, tome esta moneda, por sus servicios.

Era una chapita plateada que no tenía dibujos ni nada escrito. Me sentí confundido.

—Cuídela —me aconsejó después—, es de otro país, pero vale más de diez millones de pesos.

Me la guardé en el bolsillo.

—¿Qué lugar es este? —preguntó, mientras miraba el campito.

—Villa Celina.

—Ahá —sacó un cuaderno Gloria y una birome Bic—, lo anotaré en mi bitácora.

La tarde era calurosa y todo el lugar estaba prácticamente en silencio. Ni siquiera se escuchaba el canto de los pájaros. Pensé que capaz dormían la siesta.

—¿Cómo se llama usted? —Me miró de arriba abajo.

—Juan Diego.

—¿Nada más?

—No entiendo.

—¿Por qué tiene sólo dos nombres?

—¿Es poco? Tengo dos nombres y un apellido.

—¡Es muy poco! Tiene que conseguirse más nombres.

—¿Para qué? ¿Y cómo se hace?

—Vea —me explicó—, yo soy joven, pero ya tengo cinco nombres —sacó un peine del bolsillo y empezó a peinarse, dándose importancia—. Mi abuelo —siguió—, que ya es viejo, tiene más de cincuenta nombres. Si uno quiere ser respetado en esta vida, hay que tener muchos nombres.

—No sabía. ¿Y cómo se consiguen?

—Bueno, no sé cómo es acá, pero en mi país a los chicos se los dan en la escuela y a los grandes en el trabajo. Hasta ahora me llamo Antonio María Juan Bautista Rogelio. Para servirle.

Volvió a darme la mano. Yo no sabía qué pensar.

—¿Cuál es ese país? —Pregunté.

—Mi país natal, Francia.

—Ah, pero eso queda muy lejos.

—¿Qué dice señor? ¿No sabe que Francia queda acá al lado, cruzando la General Paz? Mire —me señaló hacia los monoblocks—, ya puede verse París.

—Disculpe, pero está equivocado —ahí me di cuenta de que yo también empezaba a tratarlo de usted—. Allá queda Lugano. Lo sé porque siempre la acompaño a mi mamá a hacer las compras en Chilavert.

—Ah, pero usted se ha vuelto loco, no sé de qué me habla. Con su permiso —dijo ofendido, y empezó a alejarse, arrastrando las bolsas de arpillera hacia la profundidad del campito, donde los pastos altos se movían con el viento como si fueran algas en el fondo del mar.

—¡Chau! —le grité.

—¡Chau Juan Diego! —Escuché que contestó—. ¡No olvide conseguirse más nombres!

De a poco, el horizonte lo fue cubriendo y su figura desapareció de mi vista.

Miré el cielo. Las nubes parecían animales salvajes.

Miré el suelo. Los pastos parecían pelos de animales salvajes dormidos.

 

 

Juan Diego Incardona nació en Buenos Aires en 1971. Dirigió la revista El interpretador. Publicó Objetos maravillosos (2007), Villa Celina (2008), El campito (2009), Rock barrial (2010), Amor bajo cero (2013), Melancolía I (2015), Las estrellas federales (2016) y cuentos en distintas antologías, diarios y revistas. Actualmente, dicta talleres literarios, coordina un ciclo de cine en el ECuNHi (Espacio Cultural Nuestros Hijos) y realiza actividades en escuelas y bibliotecas populares, en representación de la conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares).

Posdesorden

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El universo es ancho
El universo es hondo
El universo sin fin ni confín
Y nosotros pedazos suyos
Nosotros multitud de pigmeos nacidos de él
Nazim Hikmet

 

 

Ahora es distinto
Ahora es diferente
Nadie te ordena
Ahorita
Que te pongas de rodillas
Que caves una zanja
Que beses el anillo

 

Pero tú lo sabes
Lo sabes bien
La aguja oscila lentamente
De un lado a otro
Y la muerte es tu único destino

 

No cabe embelecamiento alguno
El bajel jadeante e invisible
De la ñamería
Está esperando
Y te cortará el resuello

 

Decapitada la palabra
Abre bien los ojos
Levanta el rostro hacia el cielo

Y leva
Orza
Enverga

 

Pues en algún momento
Tal vez
(Te dices)
Esta multitud de pigmeos
Que se engalla en la observancia
Del decreto y la consigna
Entenderá
Que el amanecer duerme
Dulcemente
En el fondo de la palma
De la mano

 

 

Aquende la enboscada

 

Yo, acumulado en mí;
ella soltando suspiros rubios,
como igual que su pelo, en lo oscuro
Froilán Escobar

 

No hay puertas, hay espejos
Escribe Paz en Libertad bajo palabra
Y sin embargo cada mañana
Abres la puerta que es sombra
Y reflejo de tu propia huella
Para salir al interior de tu mirada

 

Sigue pues
Zanquea
Con ojos de aire puro congelado
Por la vastedad inacabable
Del espejismo que te habita

 

           Abemola
Y ayerma
Porfía en el espejo de la memoria

 

Que el polvo que pisas
Llaga estéril del perdido
Cubra de perfume
La piel que te refleja

 

Que la desnudez fría
El fuego fatuo de ti mismo
Vértigo diáfano
Rabia amartelada
Apague tus cenizas

 

Y que al fin
Al fin
Ay madre
Cuando este rehús estelífero
Cierre sus párpados
Las largas praderas
Las grandes inmensas
Corrientes de tus brazos
Me desborden

 

 

Arena *

Si mi beso te ofende
entonces castígame con los tuyos
Estratón de Sardes

 

Hoy amor
Estás cansada
Tienes el sol entre los ojos
Hablan los pájaros con tu boca
Y lloras como una loba bajo la luna
Porque yo no sé leer entre tus sueños

 

Me miras y no me comprendes
Porque soy arena

 

Pero arena es
Amor
La vida que a la velocidad fulminante
De las máquinas
Se desliza entre tus dedos
Y arena es el vapor
Que borra tu imagen en el espejo
Arena los retoños
Que de tus entrañas
Huyen perdiéndose en el horizonte
Y arena los labios
Que te cubren de palabras
Sin hablarte
Los besos que te inundan
Sin tocarte

 

Que el universo todo
Amor
Arena es
Y arena
Naturaleza muerta
Polvo de turba calcinado
Sea
Si te pierdo

 

 

*Poema aparecido en el poemario Poemas a Clara (Ediciones Eón, México D.F. 2018)

 

Enrique Contreras Martínez. Español (malagueño). Licenciado en Filología Inglesa y Doctor en Filología Española. Ha sido profesor de inglés en centros públicos de enseñanza secundaria. 1988 – 2020 residente en EE.UU. (California y Texas) donde participó activamente en la enseñanza, divulgación y promoción del español. Director de la revista De par en par, publicación con materiales didácticos para la enseñanza del español en Estados Unidos. Asesor lingüístico de la Embajada de España en California y Texas. Profesor adjunto en UTPB (University of Texas of the Permian Basin).

Free-lance articulista en periódicos españoles y estadounidenses. Colaborador de la revista de poesía Litoral y Sapos y culebras, entre otras. En 2018 Ediciones Eón publicó en México Poemas a Clara.  Pendiente de publicación una antología de su obra poética Todos los días son pájaros.

Damasco, muralista del desierto

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Serie Erótica

 

 

 

 

 

 

Serie Cráneos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Murales

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Arturo Damasco es un pintor y muralista mexicano nacido en Ciudad Juárez. Ha recorrido más de 8 países exponiendo su obra y pintando murales tanto en Europa, Estados Unidos y México. Tuvo la oportunidad de trabajar con el cantante y compositor Juan Gabriel, con quien pintó 75 obras y elaboró un mural de altas dimensiones dedicado al cantante, considerado el mural más grande del estado de Chihuahua y localizado en la mítica avenida Juárez. Actualmente, reside en Ciudad de México, donde trabaja en galerías y difunde su obra por todo México.

El ruiseñor de Alfeo

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En la página 526 de su edición de la Obra poética (verso y prosa) de Ramón López Velarde, Alfonso García Morales observa que un endecasílabo relativamente misterioso del autor de Zozobra,

                                                      y en que se instruye el ruiseñor de Alfeo,

es juzgado por José Luis Martínez apenas “una broma o un disparate de López Velarde”. Martínez, en efecto, en las notas de la segunda edición de las Obras del jerezano —no aún en las notas de la primera edición—, descarta que ningún ruiseñor aparezca en el mito griego de Alfeo y añade que la expresión el ruiseñor de Alfeo “no parece, tampoco, el nombre literario de un poeta o un cantante”.[1] Hoy se podría pensar que, si acaso fue una broma, su gracia ya resulta indescifrable. Más difícil aún sería demostrar que fuera un disparate.

            Martínez resume con claridad el mito de Alfeo, cazador oceánida: prendado de Aretusa, una ninfa o náyade que no se interesa por él, Alfeo la persigue hasta que Diana lo transforma en río, mientras que la náyade queda convertida en fuente. Martínez, aunque no lo declara, toma sin duda el mito del quinto libro de las Metamorfosis de Ovidio. García Morales, por su parte, ofrece dos interesantes explicaciones que dejan de lado las referencias mitológicas:

Creo que en principio puede descartarse toda relación con el río mitológico Alfeo, no así con el nombre de un poeta. De hecho es probable que estemos ante una errata de imprenta o un error del propio López Velarde, y que el nombre “Alfeo” se confunda con el del famoso lírico griego “Alceo” de Mitilene, contemporáneo de Safo. En este caso “ruiseñor” habría que tomarlo en sentido general, como metáfora de “poesía”, equivalente de “lira”. No me atrevo, sin embargo, a corregirlo, pues López Velarde puede estar refiriéndose a otro poeta, mucho menos conocido, Alfeo de Mitilene, del que se conserva un epigrama en la Antología palatina (IX, 95) referido a la muerte de un pájaro cantor, cuyo sentido, aunque lejano, puede convenir al de los versos.[2]

Aíslo, para destacarlas, cuatro de las palabras que Martínez y García Morales emplean para sugerir que López Velarde pudo no haber dicho lo que intentaba decir, o incluso que pudo haber estado jugando irresponsablemente al escribir la tercera estrofa de “Idolatría”, trigésimo poema de Zozobra: “disparate”, “broma”, “error”, “errata”. Probablemente no estemos ante ninguna de las cuatro cosas, diría yo; pero todo a su tiempo. Los versos en cuestión son éstos:

Idolatría
de la expansiva y rútila garganta,
esponjado liceo
en que una curva eterna se suplanta
y en que se instruye el ruiseñor de Alfeo.[3]

Todavía en la órbita de López Velarde, por cierto, el “ruiseñor de Alfeo” aparecerá de nuevo en el soneto, de título “Colofón”, que Rafael López escribió como epílogo para El minutero (libro cuya primera edición, como se sabe, fue publicada en 1923, en el segundo aniversario de la muerte de López Velarde):

Minutos donde el ruiseñor de Alfeo
de la flor del silencio viola el broche…[4]

Aunque la estrofa de López Velarde contenga varios enigmas, la hipérbole final es bastante clara: la voz de las mujeres es tan agradable y encantadora que incluso el ruiseñor de Alfeo aprende a mejorar su canto escuchándola. Ello, desde luego, no aclara de qué ruiseñor ni de qué Alfeo se trate. Para esclarecerlo, como ya se ha visto, García Morales presenta dos hipótesis, de las cuales la segunda parece la más firme: un poeta llamado Alfeo habría escrito un epigrama en torno al tópico de la muerte de un ave canora. López Velarde tal vez haya pensado en ese Alfeo.

            Pero la hipótesis pierde fuerza cuando, al verificar la reputada traducción que Guillermo Galán Vioque hizo de los epigramas helenísticos, el ave resulta ser, más que canora, de corral. Podría decirse, con cierta laxitud, que algunas aves de corral son también canoras, como el gallo; pero en este caso se trata de una hembra que protege a sus crías, al grado de morir por ellas, no habiendo en el poema la menor alusión al canto. El texto figura entre los “Epigramas de atribución dudosa”, de modo que ni siquiera es del todo seguro que un tal Alfeo de Mitilene, si de verdad existió, lo haya escrito. Aparece con el título de “Una madre ejemplar”:

Un ave de corral a la que estaban cubriendo invernales nieves
envolvió con sus alas a modo de nido a sus polluelos
hasta que murió de frío, pues ella se quedó a la intemperie
desafiando a las nubes del cielo:
Proene y Medea, avergonzaos como madres en el Hades,
aprendiendo la lección que os dan las aves.[5]

Si bien López Velarde hace de la garganta femenina un “liceo” donde “se instruye” nada menos que un ruiseñor, y al parecer un ruiseñor por antonomasia, la “lección” que da el ave del epigrama helénico es moral, no artística. El ave de corral del epigrama, si algo enseña, son las virtudes del amor materno, no las musicales. En otras palabras, no queda otro remedio que desestimar la hipótesis de que Alfeo, el poeta epigramático, sea el Alfeo del ruiseñor.

            Me parece importante añadir a las conjeturas de Martínez y García Morales dos comentarios que podrían leerse, si se quisiera, como dos nuevas hipótesis. En primer lugar, creo que no necesariamente debe descartarse que nuestro Alfeo sea el Alfeo mitológico. Uno de los Estudios poéticos (1878) de Marcelino Menéndez Pelayo es la traducción del idilio de Mosco a la muerte de Bión hecha por el erudito santanderino en 1876. En el idilio aparecen los ruiseñores que, al borde de la fuente de Aretusa, le comunican a la ninfa la muerte del poeta pastoril Bión. Alfeo no es mencionado en el poema, pero la fuente de Aretusa está unida por implicación, como ya se ha visto, con el río Alfeo:

Ruiseñores que en densas enramadas
También os lamentáis en voz confusa,
Anunciad a las aguas veneradas

 

De la sícula fuente de Aretusa,
Que el boyero Bión ha fenecido
Y con él la dulzura y doria Musa.[6]

Es perfectamente posible que López Velarde haya leído los Estudios poéticos de Menéndez Pelayo. En el poema de Mosco, las versiones convencionales del mito de Alfeo se mezlcan con otro relato, el la muerte de Bión, tema relacionado a su vez con otro, el de la muerte de Adonis, que alimenta de manera muy señalada la tradición de la elegía, vinculándola, como explica Curtius, con la exaltación pagana de la naturaleza, más bien propia de la poesía bucólica.[7] El tópico de la muerte de Bión, tratado por Mosco, es una derivación del tópico de la muerte de Adonis, tratado en su momento por el propio Bión.

            Admito que todo lo anterior peca de cierta vaguedad. Quiero creer que mi segundo comentario será menos difuso y, sobre todo, menos injusto con López Velarde. Me remitiré, para ello, a dos autores mexicanos bien conocidos y admirados por el poeta zacatecano: Manuel Gutiérrez Nájera y Amado Nervo.

            En efecto, por lo menos en cuatro textos de Gutiérrez Nájera y uno de Nervo es mencionado un monje de nombre Alfeo. Citaré brevemente pasajes de todos ellos. En un famoso cuento del Duque Job, “Rip-Rip”, se lee:

Si no fuera pecaminosa la suposición, diría yo que Rip-Rip ha de haber sido hijo del monje Alfeo. Este monje era alemán, cachazudo, flemático y hasta presumo que algo sordo; pasó cien años, sin sentirlos, oyendo el canto de un pájaro.[8]

Luego, en una crónica publicada en El Partido Liberal el 21 de junio de 1885 y recuperada en el primer volumen de sus Obras con el título de “Las historias de durmientes”, Gutiérrez Nájera informa que la leyenda de aquel monje alemán fue puesta en verso por José María Roa Bárcena:

En Alemania y Dinamarca es muy sabida la leyenda del “Ave del Paraíso”, que Schubert trae en su precioso libro Lo antiguo y lo moderno, y que nuestro inspirado poeta don José María Roa Bárcena puso en sonoros versos castellanos.[9]

Roa Bárcena, efectivamente, publicó las primeras dos partes de su poema “El canto del ave del Paraíso” en La Cruz (“Periódico exclusivamente religioso, establecido ex profeso para difundir las doctrinas ortodoxas, y vindicarlas de los errores dominantes”) el 10 de enero de 1856. Roa Bárcena también apuntó a pie de página: “Lo sustancial de esta leyenda, originaria de Suecia, ha sido dado a conocer en Francia por Schubert en su obra intitulada, Lo antiguo y lo moderno”. El nombre completo de aquel Schubert era Gotthilf Heinrich von Schubert, y el título de su libro en alemán es Altes und Neues aus dem Gebiet der innren Seelenkunde (“Lo antiguo y lo moderno en el campo de la psicología interior”), publicado en cinco volúmenes entre 1817 y 1844. El poema completo es parte de Leyendas mexicanas, cuentos y baladas del norte de Europa y algunos otros ensayos poéticos, de 1862.

            Es llamativo, por lo menos, que José Luis Martínez, editor de una importante antología de Gutiérrez Nájera (publicada, es verdad, en 2003, varios años después de que aparecieran las ediciones de 1971, 1990 y 1998 de López Velarde) y conocedor tanto de sus crónicas y narraciones como de sus poemas, haya pasado por alto la presencia de Alfeo en la obra del Duque Job. Sin ir más lejos, en esa misma selección de textos de Gutiérrez Nájera elaborada por Martínez figuran dos que incluyen menciones al monje Alfeo. Primero, en una crónica de 1883 cuyo tema son las narraciones tradicionales mexicanas, Gutiérrez Nájera dice lo siguiente refiriéndose al escritor José de Jesús Cuevas: “Cuevas se ha detenido, como muchos, a escuchar las canciones de esa ave que escuchó ensimismado el monje Alfeo”.[10] Después, en su famoso ensayo sobre Shakespeare, Gutiérrez Nájera dice del bardo inglés: “A ocasiones, es el canto de un ruiseñor extraordinario, y lo oímos extasiados como el monje Alfeo al ave del paraíso”.[11]

            Dejo para el final el texto de Nervo por ser, valga la redundancia, concluyente. Apenas al comienzo de su Juana de Asbaje, libro publicado en 1910, Nervo escribó:

Un recogimiento misterioso parecía apoderarse de todas las cosas, y el sabor de mi contemplación era tan hondo y suave que cuando silbó la locomotora anunciándonos que íbamos a reanudar el roto camino, parecióme que, como el monje Alfeo que oyó cantar al ruiseñor celeste, mi espíritu volvía de un éxtasis de siglos, a las vanas fatigas de la vida.[12]

El ruiseñor y Alfeo aparecen, pues, reunidos en al menos un texto de Gutiérrez Nájera y otro de Nervo pocos años antes de la publicación de Zozobra. Se habrá observado que Gutiérrez Nájera no siempre aclara que aquel ave paradisiaca fuera un ruiseñor, e incluso en una ocasión sugiere que Alfeo, más que oír su canto, lo ignoraba. Conmueve pensar que cuando Gutiérrez Nájera se refiere a Shakespeare y cuando Nervo se refiere a Sor Juana el monje inequívocamente oye al ruiseñor.

            Es comprensible que Martínez y García Morales conjeturen —y, casi diría yo, presientan— que Alfeo es un poeta. En la obra de López Velarde, las “aves que cantan nuestro mismo idioma” ocupan un lugar de privilegio. Los “canarios vocingleros”, la saltapared “matemática” y, por supuesto, el “zenzontle impávido” simbolizan, con su canto, el oficio mismo del poeta, su fragilidad y hasta su aislamiento. Es en esta idea órfica de la poesía donde adquiere pleno sentido el ruiseñor, pupilo y divulgador de la belleza.

            En síntesis, no hay tal broma ni hay tal disparate. Tampoco hay tal error o errata tipográfica, como no sea por obra de la insinuación, muy discutible, de que López Velarde habría sido una especie de “ingenio lego”, hipótesis que ya no goza de ninguna credibilidad. Al parecer tampoco hay tales poetas o ríos griegos. Alfeo, el monje absorto de la leyenda, se limitó a escuchar al ruiseñor durante cien años.

 

[1] José Luis Martínez, en Ramón López Velarde, Obras, México: Fondo de Cultura Económica, col. Biblioteca Americana, 2ª ed., 1990, p. 878.

[2] Alfonso García Morales, en Ramón López Velarde, Obra poética (verso y prosa), México: UNAM, col. Poemas y Ensayos, 2016, p. 526.

[3] Ramón López Velarde, Obras, op. cit., pp. 214-215.

[4] Rafael López, La Venus de la Alameda. Antología, ed. de Serge I. Zaïtzeff, México: Secretaría de Educación Pública, col. Sep Setentas, 1973, p. 50.

[5] Guillermo Galán Vioque (ed.), Antología palatina, II. La guirnalda de Filipo, Madrid: Gredos, col. Biblioteca Clásica Gredos, 2004, p. 480.

[6] Una transcripción fiel de los Estudios poéticos de Menéndez Pelayo se puede consultar en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes con esta dirección: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/estudios-poeticos–0/html/.

[7] Ernst Robert Curtius, Literatura europea y Edad Media latina, trad. de Margit Frenk Alatorre y Antonio Alatorre, México: Fondo de Cultura Económica, col. Lengua y Estudios Literarios, 1955, pp. 139-142.

[8] Manuel Gutiérrez Nájera, Cuentos, crónicas y ensayos, selección y prólogo de Alfredo Maillefert, México: UNAM, col. Biblioteca del Estudiante Universitario, 3ª ed., 1992, p. 4.

[9] Manuel Gutiérrez Nájera, Obras, I. Crítica literaria. Ideas y temas literarios. Literatura mexicana, México: UNAM, col. Nueva Biblioteca Mexicana, ed. de Ernesto Mejía Sánchez et al., 1995, pp. 79-80.

[10] Manuel Gutiérrez Nájera, Obras, ed. de José Luis Martínez, México: Fondo de Cultura Económica, col. Letras Mexicanas, 2003, p. 221.

[11] Manuel Gutiérrez Nájera, ídem, p. 391.

[12] Amado Nervo, Juana de Asbaje, Madrid: Hijos de M. G. Hernández, 1910, p. 14.

 

 

 

Luis Vicente de Aguinaga es poeta, ensayista y traductor mexicano nacido en 1971. Es doctor en letras románicas por la Universidad Paul Valéry de Montpellier y profesor titular del Departamento de Letras de la Universidad de Guadalajara. Ha publicado once libros de investigación literaria, crítica y ensayo, entre los cuales figuran De la intimidad (2016) y La luz dentro del ojo (2018). Es, además, autor de trece poemarios, el más reciente de los cuales, Qué fue de mí, apareció en 2017.