ISSN 2692-3912

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José Balza en México

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José Balza está a punto de cumplir ochenta años. No debería decirlo porque es un socias de Dorian Grey y uno de los más jóvenes escritores de la literatura latinoamericana y le gustaría más que ser inmortal ser eternamente joven. Durante muchos años, cuando la fluidez del tránsito de los libros era más normal y no tan azarosa como ahora lo leía con avidez y sus páginas me dejaron emocionantes lecciones de rigor e inventiva, de capacidad para ir más allá de lo previsto en busca de una experiencia extrema del lenguaje como forma expresiva. La distancia y la poca comunicación, aunada a las crisis políticas y el magro mercado del libro dificultan el seguirle la pista a su obra.

          Veo por la bendita y peligrosa Wikipedia –no hay que confundir la información con el conocimiento- que publica con frecuencia y recibe merecidos galardones y es miembro de la Academia de la Lengua de su país, Venezuela, lo cual me regocija. Pero sobre todo escribo está nota para felicitarlo en su cumpleaños y contarle al lector uno de esos milagros que la cultura provoca en medio de nuestro plañir. En Querétaro, ciudad más conocida por sus escándalos políticos que por su hermosa arquitectura, hay una notable actividad editorial y la Universidad Autónoma de Querétaro en su Fondo editorial dio a las prensas el libro Ensayos simultáneos de José Balza. Una verdadera joya. Balza es un ensayista singular porque sus textos reflexivos son visiblemente artefactos verbales que usan y recrean el léxico y la sintaxis, el ritmo las ideas para entregarnos piezas literarias de gran calado, cartografías personales de enorme vuelo creativo.

          No le interesa tener razón, le interesa pensar en y desde la literatura misma. Eso lo sabíamos ya desde las deslumbrantes páginas que conocimos hace ya más de un cuarto de siglo gracias a Adolfo Castañón, sobre El Quijote. El Fondo de Cultura le ha publicado en México tres libros, Este mar narrativo, Medianoche en video y Setecientas palmeras plantadas en el mismo lugar. La UNAM –creo que fue Hernán Lara Zavala- le publicó Ejercicios narrativos (que tuvo una segunda edición) y luego ambos lugares perdieron la buena costumbre de editar sus libros en México. Lo mismo ocurrió con Ediciones Sin Nombre que le publicó La mujer de la roca y otros cuentos. Por eso me entusiasmó tanto la aparición de Ensayos simultáneos: volver a leer a José Balza. Pero en su caso volver es en cierta manera releer, aunque también leer de nuevo, como novedad, sin importar si lo es de facto, es una reedición o una antología. La escritura de Balza es siempre una especie de mecano que el lector arma, que se reconstruye desde si misma, pero lo hace siempre de manera distinta. Por eso siempre relee, por eso siempre es novedad.

          Cuando yo empecé a leer a Balza él ya llevaba un largo camino recorrido. En los primeros años  sesenta se dio a conocer el grupo de escritores de la revista En Haa –Jorge Nunes, Teodoro Pérez Peralta, Aníbal Castillo, Armando Navarro, Lubio Cardoso, Carlos Noguera- y Balza destacó de inmediato, vinculado a lo que se podía considera una literatura experimental, influida por las lecturas del estructuralismo francés e interesado en la lingüística y en las teorías convergentes, ya en franca distancia (pero no negación) del realismo mágico que alcanzaba por entonces sus momentos más célebres. Balza fue un crítico exigente y un narrador arriesgado en un país dominado por la literatura realista a la manera de Rómulo Gallegos. Sus búsquedas coincidirían en el tiempo con la de narradores como Cabrera Infante o incluso Severo Sarduy o con las de Salvador Elizondo. Su experiencia de la narrativa no le impide practicar el ensayo más como lo hacen los poetas: escuchando muy de cerca el texto. Por ejemplo, la deslumbrante reflexión que abre el libro, sobre las relaciones entre aforismo y ensayo, a la vez concentración inusitada de información e intuiciones punzantes con un alto grado de sorpresa e ironía. O, por ejemplo, su famosa reflexión sobre una coma (,) en Cervantes. Balza forma parte de ese postboom que inicia con particularidades muy propias –admiración por la cultura popular, referencias barrocas, oído hiperestésico, conocimiento teórico-.

          La crisis del mercado del libro a mediados de los 90 afectó su circulación entre nosotros. Dejó de publicarse aquí y los libros venezolanos circulan poco en otros países, más ahora que un descarado bloqueo internacional impulsado por los Estados Unidos en la época más baja de su política mundial (más incluso que la de Kissinger en los setenta) los aísla deliberadamente no sólo política y económicamente, sino también culturalmente. He de hacer también una confesión: me resisto a leer libros electrónicos, y lo digo porque en Porrúa se consigue en versión electrónica su más reciente novela, Largo, de 2016, pero aún me lo estoy pensando.

          Entre las literaturas latinoamericanas la venezolana es tal vez la más desconocida y misteriosa, y sin embargo está presente con constancia en ese margen de una escritura heterodoxa –José Antonio Ramos Sucre, Guillermo Meneses, Rafael Cadenas, Guillermo Sucre, Eugenio Montejo- a la que tanto necesitamos ahora devolverle su vigencia, Y Balza y sus ensayos simultáneos, y sus cuentos y novelas es una inmejorable manera de entrar en ella. Al empezar esa nota hablé del milagro editorial que significa un libro de Balza, porque cuando se dice que un libro aparece hay que tomarlo literalmente: es una aparición. Y el milagro tiene, además, una característica física que también tiene algo: es una edición de gran belleza, sobria, clásica, llena de detalles tipográficos y oficio editorial. Algunas de las mejores ediciones que se hacen en México se hacen allí, en Querétaro.  Y eso se debe en buena medida editores de pura cepa, como Federico de la Vega.

 

II

 

Si a Balza se le preguntara que cómo se define seguramente diría: narrador. Y eso provoca que sus iluminadores ensayos sean escritos como escolios o marginalia a su obra narrativa. Eso es también lo que les da una enorme versatilidad en su forma y libertad en su método. En estos Ensayos simultáneos nos habla, por ejemplo, de diferentes escritores venezolanos que, después de sus palabras, uno quiere leer de inmediato (y se topa, claro, con la dificultad de conseguir sus textos), pero además propone una especie de contracanon o corriente secreta de la literatura venezolana, muy sorpresiva por su sofisticación y alcance. Ya la figura fascinante de insomne absoluto que fue José Antonio Ramos Sucre es una conocida puerta de entrada a esa vía, a ese abismo, de una escritura secreta. No es que Balza no conozca –parece haberlo leído todo- la literatura canónica, sobre la cual dice además cosas muy interesantes, sino que le interesa llevar a la luz esa cara oculta, esa zona de sombras y que expone desde sus fundadores –Teresa de la Parra, Guillermo Meneses- hasta el día de hoy, sin importarle edad, prestigio y jerarquía. Y, con llamados ocasionales, señala también su conocimiento y la manera de ponerlos en relación con otras geografías. Pongo un ejemplo: Ensayos simultáneos incluye un notable ensayo sobre la obra de Christopher Domínguez Michael, penetrante y complejo, lleno de sutilezas que ninguno de los críticos mexicanos hemos escrito, no tanto porque esté menos contaminado por bandos, posiciones y prejuicios, sino porque tiene más claro qué le pide al crítico. Así es difícil precisar el campo temático del libro ¿literatura venezolana, latinoamericana, poesía o narrativa, música o pintura? Todo está mezclado, como en botica, pero como en buena botica, perfectamente ordenado y delineado su flujo conceptual.

          Así que empecemos por el principio: el título mismo. Ensayos simultáneos. Tiene miga. Se reúnen textos escritos para la ocasión –un homenaje, una reseña de un libro recién aparecido, un discurso de agradecimiento de un premio- pero la circunstancia no lo circunscribe. Para Balza leer y pensar es un acto simultáneo, tal vez por eso el título, que se erige, además, como una paradoja, frente a la inevitable naturaleza sucesiva de todo ejercicio crítico. Como suele suceder con estos libros misceláneos uno los empieza leyendo por aquí y por allá y termina devorándolos en la secuencia propuesta por el escritor.  Y buscando otros libros del autor para releerlos. Por ejemplo, en el breve recuento que hice de su presencia editorial en México no mencioné –no lo tenía presente- un libro peculiar, Iniciales, publicado por la UNAM. Simplemente lo había olvidado y al ir al librero allí, estaba, esperando que lo leyera. Pero, ya se dijo, autores como este siempre se releen aunque sea la primera vez. Y ese libro, que se ocupa de los orígenes de la literatura hispanoamericana, me hace caer en otra paradoja: Balza es un autor intermitente cuya intermitencia en algún momento se muestra como continuidad. Y así el francotirador que formula nuevos cánones y descubre autores inesperados es también capaz de dar una mirada histórica consecutiva –y consecuente- a nuestros clásicos. Y así mirarlos desde otro punto de vista, también ellos como heterodoxos y marginales a la continuidad que ellos mismos han creado. Y así dialogar, por ejemplo, con Guillermo Sucre de La máscara, la transparencia y con el Rafael Humberto Moreno Durán de De la Barbarie a la imaginación.

          Así, calificarlos de simultáneos, quiere decir que ocurren al mismo tiempo o que el tiempo es en realidad espacio transfigurado en la lengua. El tiempo sucesivo deja lugar a un tiempo distinto, que tampoco es el del eterno retorno, sino el del instante, experiencia contenida en lo simultáneo que no significa exactamente algo que sucede al mismo tiempo, sino que aporta un matiz existencial distinto. Balza estará entre los cuatro o cinco escritores venezolanos vivos más importantes actualmente –Rafael Cadenas, Guillermo Sucre, Ednodio Quintero, Yolanda Pantin y algún otro que se me olvida- y sin embargo se ocupa por igual de sus antecesores que de jóvenes muchos años menores que él. Esa es otra noción de lo simultáneo que también hay que agradecerle, en una época en que los medios masivos simplifican todo y lo reducen a la obviedad. Porque eso mismo que yo acabo de hacer –mencionar apenas unos cuantos, es ya también un ejercicio de reducción al que Balza no se pliega, en buena medida porque, a la manera de Maurice Blanchot, la literatura siempre es un diálogo infinito y por venir. Balza es un sismógrafo de su inminencia, nos avisa del terremoto no para que busquemos escapar sino para que vayamos hacia él con los ojos bien abiertos. Una de las venas del libro es la relación entre literatura y pintura, con la obra de Armando Reverón como eje articulador de esa relación.

            Balza vive plenamente el mundo de la expresión creativa tanto a lo ancho como a lo largo, por ejemplo en la música. Los Ensayos simultáneos se cierran con un largo capítulo, un poco inconexo, sobre la música venezolana, y un colofón verdaderamente inspirado sobre el bolero. Alta cultura y cultura popular, inicios de la literatura latinoamericana y lo más nuevo de lo nuevo, igualmente cumple la paradoja de hacer en su condición cosmopolita un ensayo más que nacionalista nacional, no por obsesión ideológica sino por necesidad personal, en la que el entorno más que patria y nación es matria y paisaje, léxico y ritmo como alimento vital. Y a eso se extiende también la condición simultánea, los ensayos de Iniciales no son ejercicios de investigación histórica sino actualización del sentido vigente de esos clásicos, El Inca Garcilaso y Netzahualcóyotl, Hernando Domínguez Camargo y El lunarejo, Sigüenza y sor Juana, no son objeto de arqueología y recuperación, son leídos como poetas de hoy. Y lo consigue. Ese guiño implícito en el título (la edición de Monte Ávila, de 1992, se titula así, I, mientras que la mexicana de 1997, agrega como subtítulo, “Siglos XVI y XVII”, lo que anula un poco el juego de no saber a qué se refiere esa i, si son ensayos, relatos, escritura pura), nos muestra también la inteligencia lingüística de este escritor, adscrito sin duda a lo que en México llamaríamos escritura, contrapuesta a la onda, la famosa dicotomía planteada en los años sesenta entre las vías abiertas por la nueva narrativa.

            El método de Balza es el del collage, notas de diversas épocas se ensamblan con singular precisión para dar forma al discurso. Esa libertad de ensamblaje se apoya en las constantes que recorren los 60 años de escritura de nuestro autor, pues en su evolución no abandona temas sino que los reformula y los lleva a otros espacios y niveles. Entre los cultivadores de un nuevo barroquismo Balza es un buen ejemplo de que no se quiere resucitar un estilo o una época sino entender que hay en ellos de necesidad verbal, de un Adán que nació barroco al nombrar las cosas por vez primera.

 

III

 

Un juego demasiado fácil de palabras sería señalar que la exclusión de la c nos abre a un abismo: Balza no es Balzac. Pero el universo narrativo que comparten los hermana en su heterodoxia. La simultaneidad es en el relato disposición consecutiva. Por eso Balza en sus ensayos presta tanta atención a la composición narrativa, son ensayos de narrador, y nos cuenta una historia, la de una inquietud o curiosidad, la de un deslumbramiento, la de un interés en el lenguaje y/o en el autor. En Iniciales, lo que se busca es contar la novela de esa novela sin novelista, de ese continente que sólo la imaginación puede formular –descubrir- y que en el viaje de Colón, en las de eso navegantes extraordinarios y conquistadores crueles, de Cortés  a Magallanes sin olvidar a Aguirre, Balza ve la transición del hecho al mito y del mito como hecho. Vivimos en una ficción: ese nuevo mundo. Los compone como un cuento. Por eso su interés por el Quijote y su coma: la novela de Cervantes es un elogio de la locura, perdón, de la lectura ¿sinónimos acaso? Fue algo que surge con el boom, sobre todo en Carlos Fuentes y en Mario Vargas Llosa y que la generación siguiente hace costumbre, buena costumbre. ¿En que latitud, al cruzar qué paralelo los conquistadores perdieron la razón? Porque la novela no es el reino de la razón sino de la imaginación, eso que es en cierta manera la razón perdida. No somos los hispanoamericanos kantianos y necesitamos hacer la crítica de la razón narrativa. Balza lo entiende muy bien. ¿Y los poetas? Bueno, como suele acontecer lo sabían antes, de allí la centralidad de José Lezama Lima y de Octavio Paz el último medio siglo.

 

IV

 

Balza es, ya se dijo, un narrador, pero lo es de manera tan esencial, que sus espléndidos ensayos se vuelven también relatos. ¿Qué quiere decir esto? Que su sabiduría para contar la historia de las obras alcanza para contar la de los autores y coinvertirlos en personajes. Tal vez sea esta la enorme diferencia entre los ensayistas puros, los ensayistas poetas y los ensayistas narradores: estos últimos acaban convirtiendo al autor en personaje. Y vuelve a la historia una novela y así la hace más verdadera. Eso provoca que su ensayística no sea iconoclasta ni este armada con la espada ante sus antepasados y contemporáneos, pertenece más a la parte de la tradición que de la ruptura si usamos los términos de Paz, y crea una continuidad discursiva admirable. Por eso este tipo de ensayo se lee con fluidez incluso cuando tiene sus complejidades conceptuales o filológicas. Por ejemplo, cuando Balsa señala la condición lectora de sor Juana y alude a la lectura del sueño de la monja que hace Paz, no hace, como si lo hizo el poeta, preguntarse por las lecturas de sor Juana, le importa que lea no lo que lee. A partir de sor Juana, el libro publicado por Monte Ávila y el publicado por la UNAM son distintos. En el primero hay algunos textos que nos iluminan para leer el segundo. En realidad hay muchas diferencias, los mismos ensayos son diferentes, más amplios en la edición mexicana. Balza acostumbra hacer de sus libros trabajos en construcción y los modifica, reordena y cambia cuando los vuelve a publicar. No es un trabajo de re ensamblaje sino muchas veces de reescritura. En la edición mexicana agrega dos textos, sobre Nicolás de Herrera y Ascanio y sobre Eugenio de Santa Cruz y Espejo, señal de que no agota sus temas ni los cancela en sus lecturas. A Balza le atraen tanto el discurso mismo de esos siglos iniciales como el recurso reflexivo barroco, le gusta lo que piensan con relación a como lo piensan, y a veces más el cómo de ese cómo. (Estoy seguro que le entusiasmaría la figura de Guillermo de Lamparte y su extraño proceso, su curiosa figura y su condición del proceso más largo llevado por el Santo oficio en la Nueva España.)

            Es evidente que lo bizantino no es bizantino, si primero usamos la palabra para designar una época y después para designar una discusión sin objeto. Lo primero, la época, como el barroco, es fascinante en sus tropos expresivos que son casi siempre discursivos.  Y podemos entonces decir que lo barroco no es barroco y sacar las consecuencias del enunciado. Pero seamos aún más radicales: los sofistas no hicieron del pensar un sofisma. La extrema formalización de los periodos mencionados en Grecia, la edad media y siglo XVIII nos lleva a ese “género” que tanto inquieta al narrador Balza: el ensayo.  Habría que (volver a) preguntarse si realmente es un género o un antídoto contra la formalización genérica. Porque, cosa curiosa, el ensayo es una elección constante en los sofistas, los bizantinos y los barrocos.  Es un antídoto que provoca la enfermedad, como suele ocurrir con las vacunas, antídotos anticipados a los que se les pasa la mano y te enferman de lo que te curan.

            A Balza le interesa, y lo va señalando con sutileza en cada uno de los textos, mostrar la gestación de la crítica literaria en nuestro continente, cómo esa búsqueda de las finezas del discurso va dando paso a través del humor y el uso del lenguaje basado en oídos atentos hasta la hiperestesia, se va abriendo camino hasta nuestros días para conformar ya una tradición admirable, que se desarrollará sobre todo en el siglo XX a partir de pilares culturales como Pedro Henríquez Ureña y sus discípulos. Del ensayo se puede decir, cuando alcanza ese momento dorado, lo que San Agustín del tiempo: si no me preguntan sé que es, si me lo preguntan ya no. Saber qué es quiere decir que lo reconocemos en cuanto lo vemos pero que nos evade en cuanto queremos que nos lo diga.

            Una de las estrategias ensayísticas de Balza es que en sus libros reflexivos suele incluir, casi siempre como prólogo o epílogo (a veces ambos) un texto muy conciso y concentrado sobre la función del ensayo y la reflexión para dar así un sentido a sus relatos reflexivos sobre los autores y las obras. Acaba Iniciales con un brillante texto homenaje, glosa y nueva propuesta sobre Alfonso Reyes que da sentido al libro. Lo sitúa en la senda de un discurso literario que se edifica entre todos y que no es, como ya se dijo, un devenir histórico sino imaginario. Por eso es importante volver al libro por el que los mexicanos –mi caso no fue el único- lo conocimos, Este mar narrativo. Los epígrafes de Thomas Mann y de Cervantes que abren su libro dan el tono: Cervantes, como él mismo Balza discurrirá en las páginas siguientes cambia la literatura e instaura la idea y  el modelo de lo que hoy llamamos novela, hoy, es decir, de manera moderna, distinta a la que señalaba la palabra en la edad media. Como Iniciales, se trata de un libro erudito y riguroso, pero no de una académico, filólogo o lingüista, sino de un escritor.

            Ciertos descubrimientos historiográficos nos hablan de la voluntad que tuvo en cierto momento Cervantes de venir a América, César Antonio Molina nos dice: “…el 21 de mayo de 1590, solicitó por medio de su hermana Magdalena la contaduría del Nuevo Reino de Granada, la gobernación de la provincia de Soconusco en Guatemala, ser contador de las galeras en Cartagena de Indias o ser corregidor de la ciudad de La Paz.” Los críticos nos fascinamos incluso sólo por la posibilidad misma de que el autor de La Galatea hubiera venido al continente recién descubierto. Y los ensayos de Iniciales, cuentan cómo, si no él sí su espíritu, o el de su escritura y el de su personaje central Don Quijote, viajaron a nuestro continente. En efecto la secuencia de Cervantes a sor Juana está perfectamente dibujada por el modo de referir la realidad, por el sentido que instaura en ella el imaginario literario. ¿No hay algo ya de cervantino en Bernal Díaz del Castillo y su Crónica?

            Sin embargo Balza, y eso lo notamos desde las primeras páginas de Este mar narrativo, tomo a la obra cumbre de Cervantes como una obra moderna, no escrita ayer ni hoy, sino mañana. Toda gran literatura, diría Maurice Blanchot, es una literatura por venir. Así que la intención de Cervantes de venir al nuevo continente, es en cierta manera otra de las aventuras de su trasunto, el caballero de la triste figura. Y, como se sabe, la narración tiene su origen en la vida, desde luego (¿qué no?), pero sobre todo en la vida de lector.

 

José María Espinasa nace en la ciudad de México en 1957. Realiza estudios de cine y literatura en la Universidad nacional Autónoma de México. Ha publicado los libros de poemas Son de cartón, Cuerpos, Piélago y El gesto disperso, Escritos en un muro de aire y Al sesgo de tu vuelo. También los libros de ensayo Hacia el otro, Cartografías, El tiempo escrito, El cine de Marguerite Duras, Roberto Gavaldón director de cine. Temor de Borges, Actualidad de Contemporáneos y El bailarín de tap (Retrato de Truman Capote con Herman Melville al fondo). Es profesor, periodista y editor. Ha dirigido las revistas La orquesta, Casa del tiempo y Nitrato de plata, fue secretario de redacción de La Jornada semanal de 1990 a 1995. Fundó y dirigió el suplemento Ovaciones en la cultura durante dos años (1999-2000). Fue Coordinador de producción editorial en El Colegio de México y director de Ediciones Sin Nombre. Forma parte del Sistema Nacional de Creadores del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. En 2015 publicó Breve historia de la literatura mexicana del siglo XX en El Colegio de México, que va en su tercera reimpresión, y en 2019, como fruto de un apoyo del Sistema Nacional de Creadores el libro Notas para una política del texto (La literatura mexicana después de 1968). Actualmente dirige la Red de museos de la Ciudad de México, de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, desde 2014. Se ha especializado en literatura mexicana. Colabora actualmente en diversas publicaciones en la red y escribe regularmente para La Jornada semanal, suplemento del diario del mismo

Fälla

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El ferrobús cruza el límite de la comarca y de lo aprendido. Si no busco el aire ya tengo aliento. La única dirección del clima es la repetición. Apostar por mí misma esta vez.

***

Todo empieza en una defensa, guardando el silencio, como si no presenciáramos esto. Pero que lo acostumbrado puede decir más de las personas con las que hemos convivido que de nosotros mismos. El terreno busca los terrenos, vastas turberas.

Si nos mantenemos despiertos sobre el lago, ahora que todos han olvidado o simplemente han dejado de buscar. Absorbe este otoño, la línea de los árboles, matorrales de abedul.

***

Ser posible hasta. Rebasemos los caminos, viajemos con los árboles. Hay una comprensión en. Terrenos sin nieve, nos moviste aquí. El río se reúne hacia abajo, una espera que pasó. El conato y cuando hacemos mención del lugar.

***

Respondemos únicamente a ti

La distancia influye marcadamente en la sensación

Hacerse literal, no interpretar

Fijar la distancia, las líneas telefónicas, la red de caminos que me ata cada vez más

Dejaremos de ser nuestra historia

***

No quedarse cuando la región se vuelve demasiado significativa

Hablas de nosotros como si estuvieras aquí

Enseñas sin una seguridad

Cuando escuchamos una voz recuerda el cuerpo

Donde hemos buscado latas al pie de la colina

***

Enorme enorme es la verdad la única

El terreno comparte el terreno

Digo que quiero esperar una estación del año

Hay un sentido en el terreno

Bosques expulsados de tus manos

***

Cuando protegemos     salimos del pueblo     la señal de tráfico

a la que  siempre cantamos     como una puerta principal     caminos que tenemos que llevar

terrenos dentro de un hogar     dónde estamos antes de

reales cuando decimos     ver cómo es     qué vamos a hacer con las casas

con el color de las maderas     qué vamos a hacer con el bloque de sal

***

La tierra termina ante el mar,

Aquí uno frena, aquí está el carrizo, el nuevo puerto.

 

Tenemos que hablar de la realidad para ver cuándo está.

 

Pernilla Berglund (Umeå, Suecia, 1982), poeta y editora, es autora de tres libros de poemas. Debutó en 2013 con la colección de poemas Tilltar (‘Aumentando’), la cual recibió buenas críticas y fue nominada a uno de los premios para debutante más prestigiosos de Suecia, Borås Tidnings debutantpris. En 2015, se publicó el segundo libro de poemas, Fälla, el que igualmente tuvo una recepción positiva, y una nominación al premio literario del periódico Svenska Dagbladet. Rätten (‘El derecho’), el tercer y más reciente poemario de Berglund fue publicado el año pasado.

 

Versiones en español: Petronella Zetterlund

Retrato del hijo como un alma en pena

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Difícil negar que, desde su aparición en 1847 en las páginas de la literatura de Occidente, uno de los personajes más enigmáticos se llama Heathcliff. Violento y desalmado, egoísta y feroz, este hombre arrasa con los destinos de dos familias en los fríos páramos de Yorkshire, al norte de Inglaterra, durante los primeros años del siglo XIX. Su historia la encontramos en Cumbres borrascosas (Wuthering Heights), de Emily Brontë (1818-1848). La pregunta ha sido siempre: ¿quién es Heathcliff?, ¿de dónde vienen su perversión y su inquietante deriva hacia las prioridades del mal?

          En un primer acercamiento, la causa de su ambición y crueldad sería el desmedido amor por la joven Catherine Earnshaw. El lugar de Heathcliff en la novela es claro: recogido en una calle de Liverpool cuando niño, es adoptado por el viejo señor Earnshaw, patriarca de Wuthering Heights, quien lo protege al grado de marginar a su hijo primogénito, Hindley. Desde esos años primerizos Heathcliff crea con Catherine, la hija de su protector, un vínculo de cariño y camaradería que rozaría las premisas de la hermandad y, con la llegada de la adolescencia, de una equívoca pasión que sin embargo jamás toca los linderos de la carne.

          Luego de la muerte del viejo Earnshaw, el nuevo heredero de la propiedad, Hindley, cobra venganza de los menosprecios paternos y hostiga al foráneo, en ese momento ya adentrado en la pubertad. A raíz de una desventurada confusión, el muchacho toma la decisión de huir y nadie sabe más de él hasta varios años más tarde, cuando regresa mutado en un hombre adulto y fuerte, con dinero y aleccionado en la tosca verdad de los tratos sociales.

          Aun así, persiste una zona de sombra, un signo de interrogación. Pues, si no conocemos los orígenes de Heathcliff, tampoco sabremos cómo logró una transformación tan absoluta e inesperada: ¿qué hizo él durante esos años?, ¿de dónde sacó todo ese dinero? Ante la consistencia del enigma, deseo sumar mi conjetura de lector diletante que ha regresado en varias ocasiones a las páginas de esta novela mayor.

          Debido a sus rasgos agitanados y la mención de Liverpool como el puerto en que lo habría hallado su viejo protector, podría especularse que el muchacho sería el hijo de una prostituta y un marinero de rumbos distantes que tocó tierra en algún momento y luego retomó sus travesías. También, podría señalarse con un tono de cuestionamiento la identidad que la novela plantea entre una piel oscura y una conducta inhumana, en tanto una muestra de los prejuicios raciales de la sociedad británica. Algún estudioso acaso ya hizo una reflexión, siguiendo las de Edward Said en Cultura e imperialismo, sobre los vínculos entre las naciones imperialistas y las colonias dotadas de enormes riquezas y habitadas por personas de piel morena. Todo eso tendría peso, a no dudarlo.

          Hay otras pistas sin embargo que me interesa rastrear.

          El discurso de Cumbres borrascosas surge gracias a la interacción de dos personajes. El señor Lockwood, un hombre culto y pedante procedente de la gran ciudad, renta una de las propiedades de Heathcliff y durante un periodo de convalecencia, para distraerse, pide a la sencilla y humilde señora Ellen Dean que le cuente la historia en torno de su violento casero. En el extenso discurso de esta narradora se van incluyendo los recuentos de una variedad de personajes. Es decir: Nelly Dean es la novelista dentro de la novela: tiene un punto de vista privilegiado pues, por su condición proteica de niñera, cocinera, ama de llaves y confidente, conoce a medio mundo en los alrededores y ha hablado a lo largo de los años con casi todos los integrantes de las familias involucradas en la aparición, ascenso y rapacidad de Heathcliff. Ha escuchado y guarda en la memoria los testimonios, debido al vínculo afectivo que tuvo con las dos familias. Mientras el estreñido Lockwood trae la mirada escéptica del hombre de la ciudad, para quien la historia de Cumbres borrascosas es mero chisme y entretenimiento, Nelly Dean es la representante del apego emocional, la compasión y el cuidado.

           Emily Brontë creó así un personaje para quien recordar y narrar bien una historia es un asunto entreverado a la solidez y pervivencia de los afectos. Muy cercana ha estado Nelly de los hechos que le han causado felicidad, tristeza o preocupación; no hay manera, pues, de que los traicione malévolamente o los sospeche como falsos. La memoria puede perderlo todo, menos aquello que se aloja en las emociones. No es raro, entonces, que Nelly incluso reporte sucesos en los que cometió errores de juicio o que se precipitaron adversamente debido a su impericia. Lo que quiero decir es que Nelly Dean es una persona de fe y digna de fe. Cree en la verdad de lo que han vivido esos seres a quienes ha amado. ¿Cómo podría ella entonces dudar de la naturaleza extraordinaria del amor que une más allá de la muerte a Heathcliff y Catherine? ¿Cómo podría no creer en que el alma en pena de Catherine Earnshaw aún vaga por los páramos de Yorkshire? El origen foráneo y el ánimo escéptico de su escucha, el señor Lockood, la contienen o intimidan, y debido a esa reticencia hace uso de la alusión o la elipsis a la hora de acercarse a los episodios sobrenaturales de la historia.

          Se entenderá ahora por qué me inclino a pensar que esta novela de corte gótico termina asumiendo una explicación maravillosa: el amor de los dos protagonistas sí sobrevive a la muerte de los cuerpos. Esto resolvería la ambigüedad e incertidumbre que se alojan en el desarrollo de todo texto de narrativa fantástica (como lo planteaba Tzvetan Todorov), tensado entre una explicación racional y otra de tipo irreal o mágico.

          A partir de esta premisa, rescato de un breve pasaje de la novela a un personaje de quien nunca se habla. Luego de la primera noche del pequeño Heathcliff en Wuthering Heights recién llegado de Liverpool, la narradora Nelly cuenta: “Descubrí que lo habían bautizado ‘Heathcliff’: era el nombre de un hijo que murió en la infancia, y lo ha usado desde entonces, como nombre y apellido”. Nelly menciona esa única vez a un hijo muerto de la familia Earsnshaw. Es decir: Hindley y Catherine habrían tenido un hermano fallecido en sus primeros años. No sabemos si era el primogénito; no sabemos cuándo murió. Pero el hecho de que el padre otorgue ese mismo nombre al niño rescatado sería la pista central de esta lectura que planteo.

          Pues en distintas instancias los demás personajes señalan a Heathcliff como un demonio debido a su conducta inhumana, mi hipótesis va en el sentido de que el niño rescatado en las calles de Liverpool sería una reencarnación del hijo fallecido. Esta explicación maravillosa sustentaría no sólo su profundo apego casi incestuoso con Catherine, sino también la rivalidad con Hindley (dos hijos varones pelean por la primogenitura) y la devoción que siempre le tuvo el anciano patriarca, el único que habría de intuir la escondida identidad de su hijo muerto con el nuevo habitante de la casa. También esta filiación ultraterrena explicaría por qué Heathcliff no duda en verse como alguien dotado del derecho para apropiarse de todo aquello que pertenecía al señor Earnshaw, quien así sería, pues, su padre verdadero. Y una última señal: a pesar de todas sus crueldades, Heathcliff siempre es atendido y escuchado con una preocupada inclinación afectiva por la misma Nelly Dean, quien parecería delatar una consciencia sobre los auténticos derechos del alevoso protagonista.

          De ser esto posible, la tragedia de Cumbres borrascosas tendría su origen en la conducta de un padre que eligió proteger a un hijo que vuelve de entre los muertos por encima del cariño que merecía también un hijo vivo. Al escoger a Heathcliff, su hijo no confesado, el señor Earnshaw puso en marcha el odio de su otro descendiente, Hindley —quien se supo rechazado y al borde del expolio—, avivó el amor obsesivo de Catherine y todas las secuelas de una historia apasionante de rencores y violencia. Un ejercicio injusto y desequilibrado de la paternidad habría tenido como consecuencia el enfrentamiento a muerte entre dos hermanos.

          De este modo, Heathcliff es, en efecto, no un ser vivo, aunque tampoco un demonio: sería un alma en pena que cobra carne y vuelve de entre los muertos para reclamar su sitio en el corazón de su secreta hermana y sus derechos ante la familia y la tierra originaria

 

Geney Beltrán Félix (Durango, 1976) es autor de las novelas Adiós, Tomasa (Alfaguara, 2019), Cualquier cadáver (Cal y Arena, 2014) y Cartas ajenas (Ediciones B, 2011), el volumen de relatos Habla de lo que sabes (Jus, 2009), los libros de ensayos Asombro y desaliento (FCE, 2017), El sueño no es un refugio sino un arma (UNAM, 2009) y El biógrafo de su lector (Tierra Adentro, 2003) y el tomo de aforismos El espíritu débil (Cuadrivio, 2017). Ha obtenido el Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos (2002) y el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada (2015). Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas. Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Es director ejecutivo de la Casa Estudio Cien años de soledad, en la Ciudad de México.

Mapas

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I

Comencemos por el principio:
La Tierra  no es La Tierra.
El mapa no es el territorio.
El territorio no es el mapa.

Un mapa es una imagen.
Un mapa es un modo de hablar.
Un mapa es un conjunto de recuerdos.
Un mapa es una representación proporcional.

Los cuatro vientos, los cuatro ríos, las cuatro puertas, los
cuatro pilares de la tierra de los que hablan los mitos no
son más que las cuatro esquinas de un mapa.

Todo mapa es una imagen, un cuadro, una metáfora, una
descripción…
Pero no toda descripción, metáfora, imagen o, para el caso, todo
cuadro es –por necesidad– un mapa.
Pero puede llegar a serlo.

 

II

Un mapa no es más que –como lo dijo el pintor Nabi Maurice
Denis de todos los cuadros– un arreglo de formas y
colores sobre una superficie bidimensional.

Si todo el territorio fuera homogéneo, sólo se acotaría en un
mapa el perfil de los límites del territorio.

No crecen árboles en un mapa.

Un mapa del mundo real no es menos imaginario que un mapa
de un mundo imaginario.

@Alberto Blanco

III

Un mapa no es más que una representación bidimensional de un
mundo tridimensional que recorre un fantasma: el tiempo.

Si hemos podido mapear un mundo de tres dimensiones en dos,
ha de ser posible mapear un mundo de cuatro en tres.

Con un mapa holográfico se podría mapear el tiempo.

Así como la Tierra no deja de cambiar con el tiempo, la historia
de los mapas no deja de cambiar con la historia.
Nuestra idea del espacio cambia conforme cambia nuestra idea
del tiempo.

 

IV

Todo mapa comienza con un viaje.
Pero, ¿todo viaje comienza con un mapa?

El mapa es al viaje lo que el mito es al lenguaje.

Los mapas, al principio, fueron relatos de viajes.
Después los mapas fueron paisajes al ras del horizonte:
narraciones visuales.
Finalmente, vistas a vuelo de pájaro: poemas geográficos.

Un mapa es una manifestación artística del miedo a lo    desconocido.

@Alberto Blanco

V

Ver la tierra desde arriba: arrogancia de un dios impostado.

Al principio los mapas de la tierra siempre fueron acompañados
por los mapas del cielo.
Después los mapas se quedaron sin cielo.
De seguir las cosas como van, muy pronto los mapas se
quedarán sin tierra.

La verdad que se puede decir no es la verdad.
Las palabras no son las cosas que designan.
Los mapas de la tierra no son la tierra.
Las cartas estelares no son el cielo.

Un punto es un pueblo.
Una línea es una carretera.
Una superficie coloreada es un país.
Un volumen debe ser un mapa de la historia.

 

VI

Mapas exteriores: geografía.
Mapas interiores: psicografía.
Las puertas son los sentidos.
Los límites son el cuerpo.

La moral que se deduce de los mapas tiene que ver con una
idea de dominio o –en el mejor de los casos– con una idea
de conservación.

Cuando se piensa en la relación directa que existe entre los
mapas, las ganancias, las guerras de conquista y el
dominio del tiempo, no se puede menos que pensar en el
título de aquel poema de Stephen Spender:
Un cronómetro y un mapa de artillería.
Un mapa a la medida de la ambición de un hombre.
La ambición de un hombre a la medida de un sistema de
referencias.

Todos los puntos de referencia en un mapa ven hacia afuera.

@Alberto Blanco

VII

Los mapas son retratos ideales de nuestra madre.

Los mapas nos miran de frente cuando dan cuenta de las
superficies.
Cuando quieren dar cuenta de las profundidades, nos miran de
lado.

En la infancia de la cartografía no era posible –y, tal vez, ni      siquiera
deseable– deslindar los territorios de la vigilia de
los paisajes de los sueños.

¿Qué son los colores en un mapa sino un sueño?
El recuerdo anestesiado de nuestra infancia.
Las ventanas abiertas en el gabinete del cartógrafo.
Una fuente de la más pura y sencilla dicha.

@Alberto Blanco

VIII

Todo mapa es una isla.

Lo que antes era un territorio salvaje, ya es un mapa.

Toda escritura es fragmentaria.
Todo mapa es fragmentario.

En mapas no se ha andado nada.
En poesía no hay nada escrito.

 

Alberto Blanco nació en la ciudad de México en 1951. Estudió química y filosofía, y una Maestría en Estudios Orientales, en el área de China. Es poeta, traductor y ensayista, además de ser bien conocido como artista visual. A partir de la publicación de su primer libro, Giros de faros, en 1979, ha publicado 36 libros de poesía en México y quince más en otros países, además de diez libros con sus traducciones de poesía, otros tantos libros de ensayos sobre artes visuales, así como una poética en tres tomos que le ha valido el premio “Xavier Villaurrutia” en México. Su obra no sólo es extensa, sino muy diversa. En ella ha explorado un sinnúmero de formas poéticas: desde las más arcaicas y tradicionales hasta las estrictamente contemporáneas y experimentales. Sin embargo, el autor insiste en que toda su vida ha estado trabajando sólo en tres libros: un libro de poemas, otro de ensayos sobre artes visuales, y una poética. Sus poemas han sido traducidos a más de una veintena de idiomas. En 2018 fue nombrado Creador Emérito.

Latitudes of Bilingual Memory: Nostalgia, Cartography and Identity Maintenance

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Abstract:
Chávez-Silverman’s transcultural experiences, multilingual encounters and globetrotter excursions in the Scenes from la Cuenca (2010) open new ways for a literary analysis of contemporary Latinx experience when considering nostalgia as a catalyst and theoretical approach. Within the pages of the Scenes, the reader encounters how the author frames her globetrotter life-journey through bilingual memories, questions her Latinx identity in the evolving urban and geographical spaces and rediscovers her inner self. While Killer Crónicas portrays an active Latinx globetrotter experience Scenes frames urban locales and linguistic coalitions catalyzed by the author’s nostalgic recollections. This article examines the composition of Latinx identity and bilingual memory by providing an interdisciplinary examination of Scenes.

          This paper employs Boym’s off-modern typology of nostalgia (2001) to approach literary manifestations of longing induced by contemporary urban and global experiences. Furthermore, the project approaches psychological implications of nostalgia and engages Davis’s Discontinuity Hypothesis and Ascending Orders of Nostalgia as functional platforms to examine the role of nostalgia as a lens of self-analysis that partakes in Latinx identity maintenance and continuity. The article denotes how Chávez-Silverman fuses her globetrotter experiences and reconfigures undesirable life events into a coherent life narrative through the implementation of nostalgic catalysts and bilingual memory.

 Keywords: Nostalgia, Latinx, Crónica, Chávez-Silverman, Identity Maintenance, Cartography

 

The twentieth century began with utopia and ended with nostalgia. Optimistic belief in the future became outmoded, while nostalgia, for better or worse, never went out of fashion, remaining uncannily contemporary.

Svetlana Boym “Nostalgia and its Discontents”

          Although nostalgia can be traced to antiquity, it came of-age during the Romanticism; however, it is not historically universal but rather epoch-oriented singularity. In the age of internet and globalization, the socio-cultural and urban milieus embrace widespread change over lesser periods amplifying nostalgia as a devoted syndrome of 21st century Human Condition illuminates Boym in the Future of Nostalgia. On one hand, nostalgia borrows vitality from historical, national and political events, which occurred in homelands. On the other, Boym reveals yearning enhanced through progress, urbanization, modernization and capitalist development, frequently transforms into a deep national, social and cultural spectacle. Nostalgia repetitively feeds on spatial and temporal separation and the lingering notion of impossibility of return to those old days. Once fast-tracked by progress, nostalgia puts an individual in the forefront who contemplates memorable signs and landscapes of memory while lamenting the irreversibility of time. What one may encounter, is an intersection of nostalgia, estrangement and modernity denotes Svetlana Boym (2001). Boym’s observation can be considered valuable platform in examining contemporary globetrotter U.S. Latinx experiences that emerge as a reaction to passage of time, social and urban reconfigurations, and diasporic or global movements.

          A salient marker of the U.S. Latinx texts often includes themes related to binary powers, loss and nostalgia, assimilation and identity development. Within the literature, readers often note the struggles of U.S. Latinxs living on the margins of both Hispanic and mainstream American culture, shaped by the historical exodus, post 1960. The political turmoil in Latin America predating the 1960s, such as Operation Bootstrap (1950-1960), the fall of Leonidas Trujillo’s Dictatorship (1930-1961) and the Cuban Revolution 1959, triggered large migration waves from the Caribbean mainly to the U.S. as well as produced outbreaks of nostalgia captured in literary projections of longing (Pawelek 2015). Nostalgia infiltrates the life narratives of many immigrants and provides a valuable platform to examine the contemporary U.S. Latinx experience, which typically includes travels between two locales.

          Nostalgia frequently progresses in literary texts as a reaction to the passage of time, social and urban reconfigurations, historical events and diasporic movements (Pawelek 2015). These personal transitions and collective events, captured in the literature written by U.S. Latinx writers and so-called 1.5 generation –those who came as children or adolescents to the United States, denote their experiences as they assimilate linguistically, socially and culturally to the mainstream. Works by Christina García, Sandra Cisneros, Junot Díaz, Esmeralda Santiago, Gustavo Pérez-Firmat, Susana Chávez-Silverman, Angie Cruz, among others, portray the issues of longing and belonging while factoring in the realities of adjusting to a new way of life, including the process of acquiring a new language, as well as social interaction with others in both Spanish and English.

          A notable feature of (semi)autobiographical literary texts written by 1.5 generation writers such as Santiago, Díaz and Pérez-Firmat is the inclusion of lexical items and popular expressions from Puerto Rican, Dominican and Cuban varieties of Spanish mixed into English sentences (Pawelek 2015). These Spanish insertions and phrases often reference socio-cultural values pertaining to life on the island as well as the portrayal of vivid dilemmas of what it means to be a 1.5 generation émigré and assimilate into the mainstream culture, society, and language. 1.5 generation Latinx writers question landscapes of memory, the mainland experience and the past predating the diaspora. They explore civic landmarks, national and cultural symbols, customs, and personal memories searching for dispraised fragments of what they left behind and who they became after having spent more time in the society of residence than in their native lands.

           Individuals who came as children or adolescents, transit across borders and find themselves in cultural and linguistic intersections shaped by hyphenated, bi-cultural or hybrid experiences (Pawelek 193). While the works of Santiago, García, Díaz and Cruz focus on bilateral geographies, and life between the Caribbean islands and the continental U.S., Chávez-Silverman’s works incorporate a wider scope of worldwide, pan-Latinx multicultural experiences and linguistic performances. Further, distinguishing Chávez-Silverman’s works from her contemporaries, Killer Crónicas and Scenes from la Cuenca de Los Angeles y otros Natural Disasters (Scenes) employ radical bilingualism using Spanish and English as a prominent feature of both texts, as well as the incorporation of other languages, denoting the author’s globetrotter experiences.[1]

            Theoretical perspectives that examine evolving pan-Latinx identity represented by globetrotter and transcultural experiences, highlight nostalgic reactions in a contemporary world in sustained bilingual mode, present in Scenes, are novel literary features and remain relatively unexplored in the U.S. Hispanic literary context. This paper implements theoretical perspectives by Boym (2001) and Davis (1979) to articulate nostalgic catalysts and their functionality in respect to globetrotter Latinx experiences and identity maintenance in Chávez-Silverman’s Scenes.

Susana Chávez-Silverman’s crónicas

          Scenes emerged from a grant in Montalvo Arts Center in California and similar to Chávez-Silverman’s previous work Killer Crónicas (KC), it originated from the author’s globetrotter journeys, e-mail correspondences, diary entries and letter exchanges. “Scenes of the Los Angeles Basin” consists of profoundly intimate, reflective epistolary pieces dedicated to specific muses, friends, loved ones who passed away or ghosts from the author’s past –detailed by their true names in “Cartografía humana/Space Map Crónica.” The vignettes trace Chávez-Silverman’s personal history from la Cuenca (California) to South Africa, Mexico and back to the United States. Moreover, they detail in a remarkable bilingual style the author’s memories anchored in distant geographies, urban spaces, elusive fragrances and objects of memorabilia. Notably, her bilingual crónicas filled with profound joy and loss are induced by an overpowering presence of nostalgia. The author emphasizes her globetrotter experiences through bilingual Spanish and English prose and occasionally includes terms in German, French and Zulu to reference her travel experiences.

            The majority of scholarly analyses of Chávez-Silverman’s crónicas examine the use of language found in her works (Torres, Spyra, Derrick, Casielles-Suárez). Other scholars have examined the crónicas with an interest in the role of global experiences and their relation to cyberspace (Allaston and Browitt), as well as linguistic transnational performance (Lee). Furthermore, Pawelek and Derrick examined KC under the lens of the literary representation of nostalgia as a response to globalization triggered by the author’s ethnographic, multilingual and multiethnic global encounters, which manifest through Chávez-Silverman’s hybrid mixture of Spanish and English and illuminate her pan-Latina identity. Pawelek and Derrick suggest the examination of U.S. Latinx literature in respect to nostalgic catalysts and symbols with an interest in how these modalities affect the evolving pan-Latinx identity.

          While the antecedent, Killer Crónicas accounts for the author’s active journey through Chile, Argentina, South Africa, Spain and Mexico, Scenes frames urban locales, distant geographies and linguistic coalitions induced by the author’s introspective journey, predominantly composed by unfathomable loss and joy, and catalyzed by nostalgia. The second part of the title, otros Natural Disasters accounts for to the revival of Chávez-Silverman’s experiences of loss, blocked off miscarriage memories that she did not have access to prior drafting her memoir. In this context, the writing retreat in Montalvo Arts Center in California, although a stationary location, resurfaces as a sanctuary of the mind that allows the author to access latitudes of bilingual memory. Arguably, Chávez-Silverman reactivates expelled memories through implementation of nostalgic discourses and ethnographic symbols, and consequently this process empowers her to reconfigure past experiences into coherent life-narrative culminating in identity maintenance.

          Due to the geographic, cultural and global experiences and linguistic complexity found within Scenes, the current article applies Boym’s (2001) “off-modern” typology of nostalgia to articulate representations of longing derived from urban and globetrotter experiences. Moreover, it employs Fred Davis’s Discontinuity Hypothesis (1979) as theoretical means to discuss nostalgic recall as a psychological filter of self-analysis that partakes in identity maintenance and continuity.

Nostalgia: From Homesickness to a Resource, a Brief Overview

          Parting from Davis’s Discontinuity Hypothesis, which has psychological consequences such as “fears, discontents, anxieties or uncertainties,” Wildschut et al. (“Nostalgia: Content, triggers, functions” 231-232) assessed the regulatory role of nostalgia. They distinguished four key psychological functions, (1) nostalgia serves as repository of positive effect, (2) nostalgia carries existential meaning, (3) nostalgia fosters affiliation or stronger social bonds, and (4) nostalgia maintains and increases self-positivity. Sedekides et al. (“Nostalgia counteracts”) followed by expanding on the regulatory function that takes place as nostalgia progresses from aversive states including negative life events such as divorce, break ups and the death of loved ones. Thus, these states may lead individuals to encounter self-discontinuity or restore self-continuity. As a result, Wildschut et al. (“Nostalgia as a repository”) distinguished social connectedness as a chief factor that counters self-discontinuity.

          Aside from psychological and sociological research directions, the phenomena of nostalgia have made a reappearance as a syndrome of contemporary times. Boym (2001) notes that modernity and modernism are responses to the condition of modernization and consequences of progress. Modern nostalgia is related to the mourning for an impossibility of return for a “loss of an enchanted world with clear borders and values” (8). In this light, modernity is an ambivalent, contradictory, critical and reflective on the nature of time as it encompasses fascination with the present and longing for another timeframe. Boym further explains that what drives migrants like Chávez-Silverman to tell their story is diasporic intimacyor a strategy of finding a feeling to substitute for home (50). In this context, nostalgia invites dislocated individuals to rethink their broader life narrative in the context of contemporary experiences and notion of home.

          The phenomenon of nostalgia penetrates diverse disciplines ranging from medical and social to the field of media, marketing consumption, including psychological and cognitive methodologies. This brief literature review favors presence of nostalgia across disciplines, societies, cultures, languages and periods. The next section portrays theoretical frameworks employed to examine the contemporary Latinx manifestations of nostalgia and psychological implementation of nostalgic discourses that foster identity maintenance in Scenes.

Theoretical Methods:

          Ethnographic and psychological elements of nostalgia anchored in Chávez-Silverman’s Scenes are topics of particular interest. Scenes offers a vivid testimony of the author’s globetrotter experiences, geographical, social and cultural transitions and linguistic hybridity that is filled with loss, joy and yearning progressing from the passage of time, personal dilemmas, urban and global experiences. Boym’s aforementioned approach highlights a conflicted relationship between individuals and modern modalities that foreshadows manifestations of nostalgia while Davis’s study proposes nostalgia as a resource of identity maintenance progressing from events that cause discontinuity in one’s life. In respect to Chávez-Silverman’s personal and social transitions Davis’s Discontinuity Hypothesis and Ascending Orders of Nostalgia are plausible platforms to consider as they highlight the role longing partakes in events that cause discontinuity in one’s life, yet also functions as a psychological resource in respect to identity maintenance and continuity.

          Regarding the latter (global transitions and urban experiences), Boym’s “off-modern” approach to nostalgia as a byproduct of contemporary times offers a valuable paradigm in analyzing Latinx experiences and indisputably can be extended to pan-Latinx and global perspectives. According to Boym (2001) yearning augmented through modern day technologies, capitalist developments and globalization, more frequently transforms into a profound social and cultural narrative. In this regard, Boym’s off-modern nostalgia invites individuals to excavate landscapes of memory rooted in specific timeframes and urban locales, but those who engage and cope with nostalgia, face estrangement and continuity, memory and forgetting, fascination and disdain. In a wider context nostalgia as a reaction to social and urban reconfigurations, modernization and global movements in the contemporary times can be regarded as a vital angle of analysis when considering Chávez-Silverman’s Scenes as a product of her bilingual testimony of Latinx and transcultural experiences.

          Textual symbols of nostalgia and Chávez-Silverman’s recollections in continuous Spanish-English bilingual code perpetually emerge within the crónicas. Within this context, Davis and Boym provide a theoretical space that underscores sentimental catalysts and delivers a platform to analyze how bilingual nostalgic recall partakes in Latinx identity formation and maintenance, and foregrounds a testimony of contemporary Latinx literature. The next section employs Boym’s off-modern typology and delineates Chávez-Silverman’s approximation urban recollections.

Nostalgia, Cartography and Urban Landscapes:

          The recollection inspired by modernization of urban landscapes and a shifting perception of time are topics of particular interest in analyzing Chávez Silverman’s bilingual chronicles, Scenes from la Cuenca and other natural disasters. As the title suggests, the author mediates between her home, or “la Cuenca” and “natural disasters” or other natural losses. Vivid aspects of the Urban Crónica allocate the subject as both the chronicler and a historian documenting oneself and what pertains to the collective urban experiences (Pawelek and Derrick 2018). Reactions against passage of time, modernization, the internet era, that the author witnesses awaken longing and invite Chávez-Silverman to reconstruct her life-narrative in the evolving metropolitan milieu.

           Chávez-Silverman contemplates “¿Habré cambiado? Yo tanto que ya no puedo regresar, no longer recognize myself en estos landscapes urbanos?” (29). A mixture of entrapment and fondness within urban locales are elusive and call the author to explore diverse memories and experiences rooted within specific timeframes, and metropolitan areas. The rhetorical questions resurface as a navigational device and comprise an urban undertone in “On Going Back Crónica”:

          ¿Cómo aguanto tanta nostalgia? How can I even bear up bajo el peso de volver (volver, volveRRRRR) este spring/inpaciente verano, tanto revisting nuestros former lugares en el mundo: San Francisco, the Bay Area? […] Después de dos decadas away. Hubo muchos returns visits. Pero that’s all they were: two-to three day escapades de SoCal, cuando todavia hangueaba con los remaining friends (so many had died of AIDS, or move away…) 36.

          In the above passage, the city no longer wavers toward the future, instead promises a renewal of the past embedded in specific timeframes, topographies, and shared social experiences. The urban revival of memories is no longer futuristic, but rather nostalgic. Nonetheless, the direction of “volveRRRRR” or return is misleading. Related to such ambivalence, Boym elaborates, in the off-modern scope that longing, estrangement and affection form a junction and confuse the sense of direction (The Future xvii). In the off-modern way, individuals like Chávez-Silverman revisit former places to feed on longing yet is not a place they seek. Nostalgic individuals face juxtaposed reactions such as absence and presence, memory and forgetting, continuity and estrangement.

            After two and half decades, the familiar surroundings lose their charm. The occasional escapades to SoCal with the remaining friends become mournful signifiers of the common past, place and memories of those who perished. In this off-modern scenario, Boym remarks that diasporic intimacy drives individuals to share their stories. What defines diasporic intimacy is that it is composed and empowered by defamiliarization and uprootedness, and can be approached from indirection and intimation, and oftentimes includes stories as well as secrets (Boym 235). Chávez-Silverman inspired by diasporic intimacy, confronts its modalities. Correspondingly, she delivers a discourse in foreign languages that reveals the inadequacies of translation and indirection while the intimate secrets resurface within her urban chronicles of life.

           In a similar manner, Chávez-Silverman continues her bilingual discourse: “En estas two and a half decades, post SIDA, y luego, todo lo del dot-com boom y bust. Tanta yuppification y millonarios, all over…Tan hollow. Tan . . . después. Yuck. Casi irreconcible. What remains?” (37). Californian places of the author’s adulthood have been altered by time, progress and the age of internet labeled dot-com boom y bust. Chávez-Silverman instead of finding coherence in the new millennium, faces a sense of defamiliarization, estrangement and affection which dwell on technophobia and produce nostalgia. While Chávez-Silverman engages in sentimental dialogue with the past, the civic theater emerges as an alternative microcosm of memories and a somber reminder that only those shared memories can restore the golden moments. In an off-modern fashion, nostalgic recollection is not a place that the author seeks, but rather to reconstruct a timeframe. This evocation sets an undertone to her urban chronicles and foreshadows a mental journey inspired by the author’s globetrotter journey and life longings.

          While Boym’s nostalgia highlights an impossibility of a return to specific timeframe and places, in an off-modern way, it sends the individual elsewhere feeding off both negative and positive states that are anchored in the author’s past. The upcoming segment employs Davis’s theory to ponder how Chávez-Silvermann’s nostalgia progresses from adverse states, attains psychological dimensions, and partakes in identity maintenance.

Feeding off/on Nostalgia: Pain, Loss and Desire   

          In an interview with Daniel Olivas from La Bloga, Chávez-Silverman comments: “[t]he act of writing—even when grounded in acts of remembering—always implies an art of composition…This book [Scenes from la Cuenca] is more ‘soul baring’ than Killer Crónicas, in a way; it deals with visceral memories and feelings I didn’t even have access to.” While drafting Scenes, the author reaches the core of her inner self, and gradually unearths those visceral memories and feelings. In Scenes, pain, imagination, and eros fuse and form an interplay of memory and life longings. The subtitle “other natural disasters” suggests the author’s soul baring mediation and other losses. The text gradually uncovers the author’s love-hate relationship with Howard (South African lover), a failed attempt to move back and live with him in Pretoria, Africa, and the recovery and eventual acceptance of sealed off miscarriage memories. These modalities elicit the soul baring meditation, which prevails in, “The Montalvo Diary,” infiltrates “Momentos Hemorrágicos,” “On Going Back,” and culminates in “Currawong” Crónicas. Accordingly, current work focuses on the selected Crónicas. The analysis traces the implementation of author’s nostalgic catalysts and delineates how they partake in reconciliation of blocked off experiences, and how these nostalgic practices lead to maintenance of the author’s Latinx identity.

          “The Montalvo Diary” reveals Chávez-Silverman’s habits of remembering and existential questions progress from the past. In the prelude, the reader encounters three quotations: “Yo no puedo olvidar nada. Dicen que es mi problema” (Amuleto, Bolaño), “[…] algo de pasado despertó y nos ha emborachado. Nos ha puesto a sonar” (Magia blanca, Piña), “The past isn’t dead and buried. In fact, it isn’t even past” (As I Lay Dying, Faulkner), (Scenes 17). All three entries evoke nostalgic behaviors towards the past and foreshadow Chávez-Silverman’s query. Bolaño’s highlights a past that one cannot simply forget because it is too vivid. Piña’s references intoxicating memories that awake daydreams, while Faulkner’s highlights how the past regains vitality in the present. These three quotes resonate the author’s quest and prelude a revival of bittersweet recollections. In this context, the interplay of bilingual memory and life longings foster a critical lens of remembrance and entail a leitmotif that prevails throughout Crónicas.

             Davis remarks that nostalgia, as a response to the experience of loss, can be regarded as an essential resource to cope with the discontinuity in one’s life. Suitably, nostalgia arises from ambivalence and may resurface as a useful lens that assists subjects with feelings of loneliness and loss (of a lover, friends, an unborn child), as well as social changes, all experienced by Chávez-Silverman. Specific catalysts such as sensory agents, scents, tunes, places, foods, and people (friends, family members, etc.) trigger those states (Heeper et al.). Also, a romantic partner, relationship break up, or a divorce might stimulate a nostalgic episode (Wildschut et al. “Nostalgia: Content, triggers, functions”, Sedikides et al. “Nostalgia counteracts self-discontinuity”).

         Chávez-Silverman’s awakened memories follow patterns of pain, desire, and loss associated with her true love: “My reconnecting with Howard now. Duele, de algún modo. Un chingo” (Scenes 26). These experiences bring forth vivid images, which fuse both negative and positive feelings and emotions, such as love, pain and loss.  As pointed out by Davis, nostalgia is “the search for continuity amidst heats of discontinuity” (35). In this view, the disconnecting elements of Chávez-Silverman’s life must first become building blocks. Her life experiences recurrently consist of multiple geographies, languages, timeframes, and self-perspectives.

          To this point, the author comments on past locales and her former self: “My San Francisco and South Africa self. Escendida de mi pasado. De Howard. De la que fui. Y sigo siendo, coño. I am still her, ¿no?. Ella es yo” (Scenes 24). Chávez-Silverman recognizes herself as an object of analysis on the verge of progressive transformation and acknowledges the need to reconfigure her self-perspective. The author’s life longings alternate with and highlight the pathos of loss and transition where I, yo, and ella are not separating (escendida) her past. Rather they illuminate cartographical references to distant geographies, timeframes and bilingual modes of remembering. These references emerge and merge via Chávez-Silverman’s act of remembering and re-drafting of her bilingual life experiences. This mediation between I, yo and ella corresponds to Davis’s “Interpreted Nostalgia”, as it targets nostalgic recollection, and aims “[to] cultivate appreciative stances toward former selves” and emphasizes continuity between the past and present (Davis 35). At the same time, upon the revival of those bilingual memories, Chávez-Silverman naviagtes various geographies, languages, and life stages. She charts her own cartography spanning North America and Africa, while mediating between herself, Howard and other loses. Davis’s Discontinuity Hypothesis proposes that nostalgia is an effective resource for coping with an existential threat, and accounts for a depository reaction to events that prompted discontinuity in one’s life. Similarly, Chávez-Silverman’s Scenes mirrors a self-narrative filled with loss, desire and longing.

          So far, we identified Chávez-Silverman’s personal experiences with Howard and her globetrotter journeys and urban transitions as a basis of a nostalgic enactment. In Scenes, this mental journey can be traced to a much earlier stage of the author’s life. The next segment focuses on Chávez-Silverman’s 1982 diary and her approximation to blocked off miscarriage memories and employs Davis’s premises to examine how longing progresses from negative life events, achieves regulatory functions, and ultimately fosters identity maintenance and continuity.

1982 Diaries and Reassembly of Life Narrative

          The author’s 1982 diary stands out ­­­as token of bittersweet memories and a sentimental medium, which holds silent memories of her miscarriage. Chávez-Silverman comments: “En ese cuaderno chino de 1982. I had blocked that memory [miscarriage] totally, suppressed it. […] all the feelings of loss from twenty-six years ago –de tremenda promesa y amor lost” (25). Fred Davis’s key finding indicates that nostalgia may attain soul healing dimensions because it is capable of countering psychological ills by ‘fostering an appreciative stance towards former selves; reinterpreting “marginal, fugitive, and eccentric facets of earlier selves” (44-45). Upon revisiting her diary so many years later Chávez-Silverman, unlocks once expelled memories, which she labels “la caja de Pandora” (26). The Greek mythological reference resonates the difficulties Chávez-Silverman must overcome in order to retrieve those eccentric memories of tremendous promise and lost love. Chávez-Silverman revisits the 1982 memoir, carefully recounting the broken fragments of her memory and fostering an appreciative stance towards her former selves. Chávez-Silverman further comments about this process:

          “Part of my past burning up. Burning away. Esos extranos, harsh winds de ayer, they must be fanned it. Hoy quiero –necesito–escribir […] en esta relectura, in my broad calligraphic fuchsia pen-strokes en la página. Coupled, now with a keening pain of, the awareness of, no, el reconocimiento de la perdida” (Scenes 27—emphasis)

          In Davis’s view, (35-37) longing perceived as an empirical catalyst aims to establish the dialogue with the past from the present perspective. In order to achieve continuity, one must examine the broken strands of memory. Similarly, Chávez-Silverman unfolds the painful past and gradually digests it. Metaphorically speaking, “harsh winds de ayer” leave a bad aftertaste of nostalgia and a reconfiguration is needed. With this regard, the act of rewriting and rereading creates a growing awareness of Chávez- Silverman’s painful loss and love, the lost entity of her past. This reasoning parallels what Davis posits as, “yearning for return, albeit accompanied often by an ambivalent recognition that such [return] is not possible” (21). Paradoxically, once an individual removes oneself from past yearnings and embraces present perspectives, a transformation may occur.

          In a broader picture, nostalgia’s functionality allows for interaction with strains of the past, present and future, as well as with an individual and their collective experiences. Chávez-Silverman engages these memories through longing (for geographies, urban spaces and languages) and loss (of loved ones and miscarriage). Most importantly by indicating the impossibility of a return, a forthcoming acceptance of the loss may occur. This notion can be traced equally to the author’s allusion to Lacan, “esa haunting presencia de una ausencia” which mirrors the author’s search for missing absences (Scenes 27). Chávez-Silverman’s desire to liberate herself from loss and reception of absence echoes her quest in the pages of the memoir, what forms an undertone of the narrative. The unifying process of dispersed memories gradually leads to “el reconocimiento de la perdida” (Scenes 27). Longing, loss, and inability to return cross paths and mitigate between Chávez-Silverman’s former selves and her losses. Davis (35-38) argues that the recognition of the loss as unattainable through acceptance of lack, serve as a chief factor within the Ascending Orders of Nostalgia. In turn, the mnemonic practice once activated, fosters self-analysis through all three constitutes absence, loss and longing, thus may lead to self-continuity.

          “My Country Crónica” underlines the author’s dilemma: “for so many years the slightest reference to Suid-Afrika, just the slightest mention, and I’ll get teary, nostalgic: I was there, I lived there. Was it when I began to embrace my Latinidad, con ahinco? (Scenes 54). Although longing progresses from negative or bitter life events and memories with Howard in South Africa, it achieves regulatory functions and questions her identity as Latinx. The analysis of the negative self-discontinuity experienced by Chávez-Silverman, leads her to implement experiences from diverse geographies and languages, and allows her to mediate between her collective experiences. Experiences digested after 26 years through the lens of loss, lack and longing, resurface as a medium nurturing personal stability. From this perspective, nostalgia emerges as both existentially and socially valuable qualities. It provides a foundation to analyze change, to reconcile it with the remembered past, and relate it to the strands of continuity in the present. These troublesome experiences transpire in “Montalvo Diary” and culminate in “Momentos Hemorrágicos Crónica.”

          The Montalvo residency in Chávez-Silverman’s studio accounts for much more than an intimate grant-writing retreat. The author’s solitary moments in her “glass walled studio,” grow into a sensitive oculus where the author revitalizes her past (Scenes 19). In the author’s own words: “[o]nly here in this Montalvo tunnel or memory vortex did its heel-tapping magic take effect. So here, now let me rewind, Let me remind you [Howard]. Let me tell you, my way” (Scenes 114). Thus, the Montalvo residency facilitates emancipation of her painful memories and activates what the author labels as memory vortex. This memory tunnel can be regarded as a lens of empowerment and self-analysis, capable of fusing the author’s past life experiences between self and other. The addressee in question, Howard, stands out as nostalgic medium awakening latitudes of intimate memories. He is highlighted in her 1982 diary as her true love, and is the source of loss, pain and loneliness. Thus, the bittersweet perceptions of the shared experiences with Howard opens a space, which enables the author to mediate between her previous and current selves and reconfigure those stages in her autobiographical narrative. At the core of this mnemonic journey, the author comes to terms with her blocked off miscarriage memories that resurface during her and Howard’s joint Mardi Gras trip in New Orleans:

I am remembering with you. Abrí la caja de Pandora, I clicked my heels here in this Montalvo Emerald Forest y los ruby slippers de estas páginas me transportan patrás, back to San Francisco, to New Orleans. Back to you. Estas diary pages, with me all this time, todos estos años this memory, esta sangre (Scenes 115).

In this excerpt, the past gives vitality to the present, both periods fortifying the formation of Chávez-Silverman’s life experiences. The ruby slippers emerge as a sentimental memory marker, a catalyst resurrecting shared past. This process indulges the movements between distant geographies, US, New Orleans and South Africa, as well as personal dilemmas and mutual experiences with and without Howard. Essentially, the imaginary trip culminates in rediscovery and acceptance of her suppressed memories. The author comments: Leí de la sangre, our blood/loss, y te juro, Howard, era como el so-called New World. Like a Discovery, uncannily, rather than retrieval, a remembering…ultimately, los funcionamentos de la memoria (Scenes 116). Remarkably, this longing first bridges the geographical displacement and estrangement from her lover, and then liberates her miscarriage memories. In respect to Davis’s Interpreted Nostalgia, the memory itself resurfaces as the entity in question. this retrieval and rediscovery of miscarriage memories becomes a product of analysis (37).

          Concurrently, the author’s bilingual memories transcend time, place, and geography, and are retrieved, understood, and finally accepted. The recollection process constitutes of longing, loss, and the acceptance of the past. This transformational process serves as a basis of Chávez-Silverman’s mnemonic journey. Nostalgia’s power of recollection holds both existentially and socially valuable qualities. They resurface as a tool allowing individuals to comprehend change, settle with the remembered past, and relate it to the present as means to enable identity maintenance and continuity. This intimate dialogue aids Chávez-Silverman in reconfiguring undesirable life events and threading together her past, present and future into coherent Chronicles of Life while accepting other natural disasters or losses.

Conclusions

          Although the historical origins of nostalgia considered it as a medical disorder connected to homesickness, it currently represents memories and experiences that induce longing featured in literary, psychological and sociological discourses. As pointed out by Davis, Sedikides et al. “Nostalgia counteracts self-discontinuity”. Nostalgic recall often illuminates transitory or migrant experiences, which engage both the individual and one’s cumulative experiences, and highlights its regulatory functions. In this context, the notion of nostalgia serves a plausible literary platform for examining pan-Latinx globetrotter experiences in the 21st century as the contemporary U.S. Latinx experiences subsequently encompass urban and global transitions, modernization and the increased use of multiple languages. I this light, the lens of nostalgia provides a valuable examination of these experiences in relation to global encounters and socio-urban reconfigurations present in Scenes. Within the text, we note evidence of these multi-geographical experiences represented through the author’s creative use of sustained code switching. Chávez-Silverman’s mode of self-expression and incorporation of nostalgia allows her to recall events, continue and maintain her pan-Latinx identity. Thus, the author is able to revive her globetrotter experiences through recalling bilingual Spanish and English, while longing and the search for missing threads, provide an undertone to her crónicas, and prompt a mnemonic journey to her inner self.

          As a result, her innovative linguistic code illustrates diverse instances of nostalgic recall progressing from negative life events, yet in turn; the engagement of bilingual memories foster regulatory functions of longing and culminates in the continuity of her pan-Latinx identity. In conclusion, through the lens of nostalgia as an empirical catalyst, the paper analyzed the ways in which Chávez-Silverman revitalizes remote urban experiences, reconfigures her fragmentary past through meditation with undesirable life events that illuminate loss, lack and longing. Future areas of study could examine (a) the functionality of nostalgia as a cognitive resource related to identity maintenance and (b) analyze memoirs written by U.S. Latinx authors with a comparative interest in the ways they utilize nostalgic catalysts in their texts.

[1] The Simple Nostalgia is a unexamined state of beliefs about a past where everything was happier, healthier, the individual does not reflect critically upon the past. Reflective Nostalgia takes into account a critical consideration and connects an individual with his or her historical and social events. Interpreted Nostalgia is a critical account of nostalgic recollection itself with exponential power to “cultivate appreciative stances toward former selves” and emphasizes the continuity between past and present (Davis 35).

 

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Home Sweet Home

0

 

No
extrañaré
nada,
no
habrá
nada,
qué
extrañar:
si
da
la
casualidad
que
hubiese
algo,
un
cacho
de
cuerpo
óseo
con
entendimiento,
cuerpo
enamorado
entre
dos
chubascos
y
unos
matorrales
de
monte
bajo,
quizás
en
un
seto
de
alheña
y
lagartos
o
un
techo
de
terraza
habanero
con
salamandra
de
ojos
botados
te
extrañaría(de
la
indefensión
sacando
fuerzas
de
flaqueza
contra
la
Imbatible,
la
de

misma
Pagada,
Lechuzona,
Calaca
insustancial)
tal
y
como
Guadalupe
en
vida
te
extrañaba
a
diario
durante
años
en
casa.

 

DE LO PINTADO A LO REAL

Esa cabeza llena de pájaros, la oía desde que
tengo uso de razón,
y a la defensiva in
mente respondía
(respondo) calandria
a ruiseñor, especie de
responso, monólogo
en parte autista (no
lo soy) alcotanes,
grullas, pelícanos,
el águila real y la
tiñosa, fragatas,
velámenes, zarpar:
transversal. Alejarse
la nave de los locos,
del marinero
inmemorial que le
asestó al albatros,
chotacabras (México)
chotacabras (Humboldt),
avutardas, cuervos para
la muerte, en Cuba
gavilanes (el Kid
Gavilán) marbellas:
la exaspero hasta el
día de hoy, va para
veinte años de su
defunción y todavía
la exaspero.

Una fantasía (aves) otra fantasía (alturas) y dale que
te pego: adentro, me
concentro, vaciar,
vaciarme, entorno
la vista, la cabeza
se me corre,
nomeolvides,
minutisas, celeste
Aída, hortensias
a dos colores,
pérgolas: y
platabandas. Mi
vecindario, en
cada casa un jardín,
portales, un columpio
obliga oscilar el tiempo,
el tiempo se come al
tiempo, fantasía la
aurora boreal, voy
para muerto.

En los pernos a la entrada sombrero de lona, salacot,
sombrero de castor,
son historias
verdaderas, la
Alpujarra, arrozales
de China, Safed y
la judería de Israel:
en la alcándara
donde hubo azores
demudados cuelga
la capa de hule
verde (bilbaína)
para posibles
temporales: siete
objetos en la repisa
de la blanca chimenea,
pecios de una vida
cada uno con su
historia, lo que no
tiene historia soy
Un trompo con
la púa rota, un chino
sentado sobre peana
palo de rosa, un
juguete hindú para
los niños muertos,
qué niño muerto ni
nada eso son
chorradas, dos
platillos para el
saké, los tengo
hace treinta años
por no decir
cuarenta, costaron
99 centavos pieza,
y ahí están (intactos)
les paso a diario
bayeta, de dónde
vendrán: y la rosa de
plástico que tuvo
mamá en un florero
de hojalata, rosa que
hiciera con sus manos
reumáticas qué edad
tendría cuando descubrió
aquella afición, hacer
flores de plástico con
miga de pan, flora que
la sostuvo hasta el
final: aprendió el oficio
en México con la tía
Chiquitica, se tiraban
las tardes haciendo
flores, bordaban,
miraban juntas las
musarañas, no
hablaban, a mí me
remitían a otras
fantasías (propias)
mayores recogimientos.

EL reloj que destronara el tiempo, reloj desorejado,
orín, no tiene mudanza.

Y el pisapapeles comprado en un mercado de
pulgas en España pisa
una resma de poemas
que iba a escribir.

No fueron fantasía los jueves con mi padre almorzar
en Las Maravillas
adonde Rogelio,
no hay mejor
camarero, a mi
padre lo llamaba
don David,
pedíamos siempre
sopa de chícharos
y un filete miñón
encebollado mucha
cebolla Rogelio por
favor: 1957. Y era
que en casa los
jueves se comía
pescado, anatema
para mi padre, y fu
p’al gato, reíamos y
yo, 1960 (Artur
Lunkdvist, “estoy
con los revolucionarios
hasta que ocupan el
poder”): salí por
Rancho Boyeros
a Nueva York, un
matrimonio desastrado
y el cuento de nunca
acabar.

 

UTOPOS

Llueve a cántaros, una lluvia sedosa al bies, aguas
mansas llaman en casa
a aguas menores, la
vaca no se mueve:
tintinea el cencerro,
ojos de vaca
entornados bajo el
agua, no corre viento,
se lo lleva el agua,
la vaca oye chapotear:
las mujeres desnudas
fregotean sus cuerpos,
la India aprovecha el
momento, hora sin
padecimiento, la
India cuando disfruta
es un festival de olores
colores, chilladeras en
idiomas, en los ojos
abiertos de par en par
de la vaca, esta vaca
tiene entendimiento.

La lluvia, esa constancia del Universo mojaba la vaca
en sus generaciones,
ubres empapadas
segregarán agua de
lluvia en los pechos
inquietos de las
madres, el odre viejo
entre las piernas de
los padres, colgajos
muertos a la
reproducción.

Tres dioses primeros tiene la vaca, veneremos a
Vishnu que es venerar
a la vaca: comparten
los nueve avatares,
consistencia de la
materia visible,
definámosla como real:
lo real. Y todo el aparato
eléctrico, facsímil de la
Nada, todo el pedrisco
y la centella, el susto
humano, la idea del
castigo saltan a la
vista como una
ofrenda a la vaca,
charcos de grumos,
charcos lácteos,
cuajarones entre
sus pies.

Yo por primera vez , ahora que simplifico, soy aprendiz
de hatos y rebaños,
me pliego a lo exterior,
a las generaciones, el
redil y el aprisco
guardados por perros
caballerosos, y la perra
madre que ríe y canta
cuando oye mugir, gañir
(ecos) bramar qué miedo,
los chiquillos reír a
mandíbulas batientes,
balar es reír: funjo de
rabadán y más allá
reconozco un Universo
inexacto, día primero,
Vishnu rige, todo será
reconstruido durante
el décimo avatar en
nombre de la Vaca.

Kali
yuga,
Kali
yuga,
la
vaca
duerme
y
respira
a
un
mismo
tiempo,
qué
tiempo
donde
no
hay
tiempo
me
instalo:
telas
holgadas,
las
recuas
y
los
establos,
un
mugido
corto,
una
casa
donde
se
conversa
en
voz
baja,
el
agua
cae
perpendicular,
se
retira
en
línea
recta,
gota
a
gota
en
los
ojos
de
la
vaca
(nunca
parpadea)
(su
iris
vacío)
damos
a
luz
en
casa
de
la
ingle
izquierda
de
la
madre
(sin
suturas)
a
la
gónada
integral
(genital)
cópula
sin
artimañas
de
las
parejas.

 

Foto por: Carlos Blackburn.

José Kozer (La Habana, 28 de marzo de 1940) es un poeta prolífico y traductor cubano radicado en los Estados Unidos desde 1960. De padres judíos de Europa Central —él polaco, ella checa—Kozer creció en Cuba, donde alcanzó a estudiar un año en la Universidad de La Habana, pero después de la revolución emigró a Estados Unidos. Hizo una maestría y un doctorado en literatura luso-brasileña y fue codirector de la revista Enlace de Nueva York (1984-1985). Clasificado dentro de la estética neobarroca —fue uno de los editores de Medusario: Muestra de la poesía latinoamericana, Fondo de Cultura Económica, México, 1996—, ha publicado un centenar de libros, la gran mayoría de poesía, aunque entre ellos hay también de prosa. Durante tres décadas fue profesor de literatura hispana en el Queens College de Nueva York (1967-1997); después vivió dos años en España y luego regresó a Estados Unidos; reside con su segunda esposa —española— Guadalupe en Hallandale, Florida. En 2013, obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.

Cartography: Place: Biogeography

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Abstract:

Place matters; it makes a difference to who you are. Biogeography is the study of place and why organisms live where they do. Alexander Humboldt (1769 – 1859) was one of the first to introduce this to science and popular culture of his time. His curiosity about the natural world and ability to communicate with different audiences is still needed today. Temperature and moisture largely determine what species live in an area, but factors of latitude, proximity to large bodies of water, fire, herbivory and altitude are also important. Hot temperatures with little water create climates where unique success strategies are demonstrated. These strategies are also present in the human social interactions and personal behaviors. Where and how we live determines who we are. As we recognize the life and wonder in the place where we are, we learn about ourselves and our fellow species living with us. We can celebrate and care for wherever we are. Recognizing the importance of our place or location and its relationship to ourselves will make us better stewards of our world and ourselves.

Keywords: biogeography, Humboldt, biophilia, biome, microclimate, water

 

          Place matters; it makes a difference to who you are. Biogeography is the study of place and why organisms live where they do. Many things determine where organisms live: water, temperature, dispersal, survival, competition and disturbance. Alexander Humboldt (1769 – 1859) was one of the first to introduce this to science and popular culture of his time. Humboldt traveled extensively in the Americas and took scientific measurements and records of everything he came across it seems. He received permission from the Spanish court to access all the land under their jurisdiction at the time. Simon Bolivar, one of the liberators of South America from Spain, called him the true discoverer of America. Most things with the name Humboldt attached are because of him, from Humboldt County, Iowa, USA to the Humboldt Current off the west coast of South America. Everywhere he went he meticulously documented the connection between the physical location and the living species. He was broadly knowledgeable about many sciences and recognized their interdependency.

“Lines of the geography of plants,” (Humboldt, 1817)

          Humboldt measured and marked where temperature changed across areas creating temperature maps. He did the same thing with moisture. These two vital components, temperature and water, create climate. Physical location determines climate, which consists of long-term weather, temperature and moisture. How hot or cold does it get? How wet does it get? Are there regular patterns of hot or cold? Wet and dry? Some general patterns can be determined. These patterns of temperature and moisture are called climate.

          One of the primary factors determining temperature and moisture patterns is air movement and the sun. Of course, they are related. The equator and tropics receive the most direct sun all year round. The warm air rises picking up moisture. Warm air can hold more water than cold air. Warm air is more spread out and has space for lots of water molecules. This warm wet air rises in the tropics and cools as it does. The newly cool air is denser and cannot hold all that water, and so it rains, particularly in the tropics, where it is near constant. (Nairobi Kenya 1.2921° S, 36.8219° E; 869mm precipitation) The warm wet climate fuels all the photosynthesis and growth of the tropical rain forests. This type of climate also fuels the high diversity of all living species in the tropics, where the rainforests have the highest biodiversity of terrestrial or land ecosystems. In the water, it is coral reefs.

Hadley cells created by different warming of the earth’s surface, (Pinzke 2014).

          This newly dry air high above the tropics moves towards the poles in both directions and falls around 30° lat N and S. These are dry hot places. The great deserts of the world are located here (Cairo, Egypt 30.0444° N, 31.2357° E; 18mm precipitation). Warm rising air at 0° lat and dry falling air at 30° lat is a unit of air movement called a Hadley cell. The pattern repeats itself at 60° lat with rising moist air. The regular consistent moisture fuels the growth of the evergreen conifer forests (taiga and boreal) across Canada, northern Europe, Russia and China. The pattern continues with falling dry air at 90° lat. Place on the globe matters in large-scale air and moisture patterns; it largely determines the heat and moisture available for life.

Whittaker biome delineated by temperature and precipitation. (Whittaker 1975)

          In addition to latitude, the tilt of the earth gives us the seasonal changes throughout the year. The closer the location is to the poles N and S, the more dramatic the seasonal changes. In the summer on either hemisphere, the earth points toward the sun receiving more direct sunlight than in winter months. At the poles in summer, there is light all day long. The opposite is true in winter.  The closer to the equator, the more similar the seasons are year-round.

          In addition, closeness to large bodies of water (ocean or lake) and altitude affect local climate. Water changes temperature very slowly, and so locations close to the ocean do not experience the temperature extremes that landlocked locations do. Seattle USA (47.6062° N, 122.3321° W; 23°C high, 5°C low) is next to the Pacific Ocean and has a 20°C temperature range. Bismarck USA USA (46.825905° N, 100.778275° W; 30°C high, -15°C low) has a similar latitude but its landlocked location gives it a temperature range of 45°C.  Increases in altitude means cooler temperatures and less water loss. Moving up a mountain there are regular changes in species from broadleaved deciduous mixed forest to evergreen conifer forests to bare rock past tree line if the peak is high enough.

          I live in the 30° area with the falling dry air. (Odessa TX USA 31.845682° N, 102.367645° W; 373mm precipitation) In general, there is denial that this area is a desert. It does depend on how one defines desert. On average, Odessa has over 300mm of precipitation annually. That is a bit more than the 200mm high for most desert definitions. Definitely arid here though, maybe just the edge or neighboring the Chihuahua desert of North America is how we could define this area.  The first time we had local water restrictions of any kind was recently with a serious regional drought. 2011 was a strong La Niña year with warm dry weather extremes in the southwest of the USA. The drought In Texas started in 2010 and ended summer of 2015. 2011 was the worst year of the most recent drought. Denial of the dry arid native atmosphere regime is the norm, but landscaping with low water plants, rock and artificial turf has become more common.

          So, I live in the dry of West Texas USA. What does that mean? Dry adapted plants give more resources to roots than shoots – roots over shoots. Root networks compete fiercely for available moisture. This is called resource allocation. Sending valuable metabolic energy resources to the most needed part of the organism in order for success.  Different strategies work. A shallow, spread out network can gain access to any available moisture when it comes. This area is economically tied to the oil field, and the population fluctuates with oil prices. People come in and out for work temporarily without established social ties. They strongly connect with each other for the time that they are here in the same schools, neighborhoods, churches and communities.

          Another successful strategy for water in dry areas is deep taproots. Deep taproots can gain moisture away for the dry top soil horizon or layer. In my city, there are old timers who have endured many cycles of the oil industry. They are flush with resources in the good times and are very generous. In the lean times, they are still here, and they dig deep. They are still generous and help each other to survive downtimes.

          In the desert, often reproduction cycles with moisture, not the temperature, of the seasons. Ocotillo (Fouquieria splendens) put on leaves and bloom when it is wet, regardless of time of year.  The common name for this plant, Devil’s coachwhip, could describe the dry prickly seemingly dead stalks when the water is low.  These plants are native to Sonoran and Chihuahua deserts of North America (McDonald 2020). In the wet years, everything greens up. Wildflowers show up I did not expect. Everything feels lush and relaxed. There is a problem with all this abundant primary production in photosynthesis. There is a lot of plant growth in the wet years. When the dry years come, and they do (Mose and Philpott 2015); there is a lot of dry plant fuel for fires. Lightning strikes, not to mention all the other ignition sources, will start a grass fire that can easily get out of control with wind, heat, and no rain. 2011 was also the year of dramatic and dangerous fires in Ft. Davis in my region (Gabbert 2019). I do enjoy the wet years, but they are tempered by concern for coming dry times and fire possibility with more vegetation now dried and ready to burn.

Ocotillo green and leafed in my neighborhood. (Perry 2020)

          I grew up in the eastern, wetter side of Texas. I do not miss it in general, but as I drive east, I feel my soul hydrate. When it rains, I often go to the porch or window just to watch it. I had never seen, experienced, or even known about dry lightning storms until moving to West Texas. The feeling of the moisture in the heavy air before rain is rare, and I notice it. Often though, it feels like rain, but it does not. Virga is common to see in the wide skies when it is stormy. Virga is rain that falls but evaporates before it reaches anything. It looks like wet, teasing tails dragged behind the storm clouds. Despite forecasts of rain, I do not believe it or expect it. I just enjoy it when it happens. I love the sound of rain. Rainstorms are often dramatic deluges, sometimes with hail. Awareness of rain and moisture has become a regular habit due to its scarcity. Now I have lived longer here, in a dry hot place, than anywhere else in my life. When I visit other places, the moisture of the area is one of the first things I notice and feel. Of course, skin, the largest organ, does respond all over the body to this, so there is a lot of sensing surface.

          The importance of moisture and adaptations for it fascinate me. Microclimate changes in moisture create interesting small-scale differences. My neighbor’s air conditioning unit collects condensation and sits at the drip line for the house. Moss grows there. Moss in the wild and dry of west Texas! Resurrection ferns, though, are native in our area. These ferns brown and curl up most of the time. In a rainy time, the ferns quickly green up and stretch out. I can simulate this in a 3-hour lab period in my classes. I feel as though I do the same on rainy days; I green up and stretch out taking in as much moisture as possible.

The moss growing outside my neighbor’s air-conditioning unit. (Perry 2020)

          Before I moved to west Texas, I had an art book at my house featuring West Texas. Pecos to Rio Grande: Interpretations of Far West Texas by Eighteen Artists. My favorite quote about the area by one artist is: “Some say it’s the “Land That God Forgot.” But stand a moment – very still – and you will feel his presence” (Collins 1983). I loved the drama of the images in this book. The openness of the landscape, the bigness of the sky and sunset, the dramatic clouds and the few human inhabitants. I have always been a fan of the underdog, the unseen, the overlooked and little noticed. Maybe because I felt that way in my life; not dramatic and not exciting. However, I felt intrinsically my importance and value. The love and support of my parents to me as a middle child despite the hectic and crazy of a large family fostered this sense of importance and value. I see the presence of the divine in the everyday and the mundane when I look for it and pay attention.

           Of course, temperature and moisture cannot explain everything. There are some holes in Humboldt’s ability to predict by location what to expect in living organisms (Pausas and Bond 2018). One of the considerations is the importance of fire to many natural systems. The long term stability of unforested areas was seen, and sometimes still is, as an undesirable outcome. The idea that trees and a stable climax forest is the goal or the pristine condition is inaccurate currently and historically. Another consideration is plant eaters, herbivores, that can make a big difference to what exists or not in any given location. As human expansion changes the food web by eliminating top predators, the herbivore prey can increase and change the plant community. This change in the base of the food web changes the amount and kind of photosynthesizing organisms. The disappearance of large animals, megafauna, in geologic history had a dramatic effect on organism food web structure.  Not everything can be explained by physical location.

          Humboldt was endlessly curious in his travels and data collection. He used these experiences and information to publish and lecture widely. He was able to make science interesting and accessible to regular people without an academic or technical background (Schrodt et al. 2019). I imagine that nowadays Humboldt would have a popular science blog, podcast, Ted talks and documentaries. Ira Flatow, on NPR’s Science Friday, would interview him.

          Curiosity about our world, local small scale and globally large scale, is needed to understand ourselves individually and our collective future on this planet. The ability to make data and scientific inquiry accessible to the public in meaningful ways is vital. I am optimistic about the future of humanity and our world. Young people, and the rest of us, will be able to look and understand our world and situation in ways that have never been imagined. This new vision will prepare humanity for needed changes and enable us to enact them.

          Humboldt in the 19th century and E.O. Wilson in the 21st century both advocate for appreciation and love of nature and life; they used the terms naturphilosophie and biophilia respectively. Where and how we live determines who we are. As we recognize the life and wonder in the place where we are, we learn about ourselves and our fellow species living with us. We may not be able to change our DNA and become a different species. We may not be able to change our latitude or the tilt of the sun without moving somewhere else. However, we can control microclimate to our benefit. We can choose shade and a cool drink on a hot dry day. We can celebrate and care for wherever we are. Recognizing the importance of our place or location and its relationship to ourselves will make us better stewards of our world and ourselves.

 

BIBLIOGRAPHY:

“Average Monthly Temperature in Seattle (Washington State), United States of America (Celsius).” World Weather          & Climate Information, weather-and-climate.com/average-monthly-min-max-Temperature,seattle,United-States-of-America.

Buchele, Mose, and Ben Philpott. “The Texas Drought’s Over, But The Texas Slow-Motion Water Crisis Is Not.” NPR,           NPR, 2015, stateimpact.npr.org/texas/2015/07/24/texas-droughts-over-heres-the-bad-news/.

“Climate and Average Monthly Weather in Bismarck (North Dakota), United States of America.” World
Weather & Climate Information
, weather-and-climate.com/average-monthly-Rainfall-Temperature-Sunshine,bismarck-north-dakota-us,United-States-of-America.

Collins, Finis F. Pecos to Rio Grande: Interpretations of Far West Texas by Eighteen Artists. Texas A & M University           Press, 1983.

“Data.org.” Climate, en.climate-data.org/africa/kenya/nairobi/nairobi-541, 2020/.

“Data.org.” Climate, en.climate-data.org/africa/egypt/cairo-governorate/cairo-3392/, 2020.

Gabbert, Bill. “Update on Rockhouse Fire at Fort Davis, Texas; 23 Homes and 2 Businesses Destroyed.” Wildfire Today,            26 Aug. 2019, wildfiretoday.com/2011/04/12/update-on-rockhouse-fire-at-fort-davis-texas/.

Humboldt, Alexander von. De Distributione Geographica Plantarum Secundum Coeli Temperiem Et Altitudinem           Montium: Prolegomena. Libraria Graeco-Latino-Germanica, 1817.

McDonald, Charlie. “U.S. Forest Service.” Forest Service Shield, www.fs.fed.us/wildflowers/plant-of-the-week/fouquieria_splendens.shtml, 2020.

Pausas, Juli G., and William J. Bond. “Humboldt and the Reinvention of Nature.” Journal of Ecology, vol. 107, no. 3, 2018,           pp. 1031–1037., doi:10.1111/1365-2745.13109.

Schrodt, Franziska, et al. “Challenges and Opportunities for Biogeography—What Can We Still Learn from Von           Humboldt?” Journal of Biogeography, vol. 46, no. 8, 2019, pp. 1631–1642., doi:10.1111/jbi.13616.

Perry, Irene H. “Moss by AC unit.” 2020 JPEG file

Perry, Irene H. “Ocotillo.” 2020 JPEG file

Pinzke, Kenneth G. Applications and Investigations in Earth Science. Pearson Education (Us), 2014.

“Weather Averages Odessa, Texas.” Temperature – Precipitation – Sunshine – Snowfall, www.usclimatedata.com/climate/odessa/texas/united-states/ustx2587.

Whitakker, Robert Hardings. Communities and Ecosystems. Macmillan, 1975.

 

Irene Perry is a Biology Lecturer at University of Texas Permian Basin, Odessa TX USA. Her background is in ecology. She loves to share the wonder of life and enjoys exploring.

Los tiempos del Covid en Dinamarca

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          Mi agradecimiento a Julio Jensen por el interés en mi obra y sus consejos literarios y a Thierry Machet por el diseño del fotomontaje y el texto. Gracias a Robert Paddison y Lawrence Young por la revisión de la versión inglesa del poema. Gracias igualmente  a Tecla Lumbreras, Thora Vinther, Hans Lauge Hansen, Isabel Yordí Aguirre y Luka Lazovic por sus comentarios críticos.

           D.R

 

   Estimado lector “Los tiempos del Covid en Dinamarca” es un  poema que seguramente defraudará y molestará a algunos. El poema se gestó a partir de la realización de un pequeño video –  el cual filmé de modo improvisado sobre este motivo con mi teléfono móvil- y cuyas imágenes subrayé con algunas frases rimbombantes, en un inglés tosco e imperfecto. Me pareció que así se acentuaba el carácter burlesco y tragicómico que quería que éste tuviese.

Que el tema es conflictivo es seguro, porque envié un borrador a algunos amigos y coseché de inmediato un aluvión de críticas. La más llamativa de ellas fue la de una persona de la que obtuve una respuesta contundente e injusta: una foto, enviada por WhatsApp, de gran número de sarcófagos alineados acompañada por un pie de página, también en inglés, que rezaba “FYI”…o lo que es lo mismo “For your information”. Evidentemente dicha persona, que desde luego no debe de conocerme bien, daba a entender que yo no estaba informado de la situación, que era un irresponsable diciendo que no había que protegerse contra la pandemia y lo que es peor ¡qué me olvidaba del sufrimiento de la gente y de los muertos!

¡Cuánto se malinterpreta por causa del pánico y la histeria! Por ello quiero aclarar que no es mi intención ofender a nadie con el poema y el video, si no decir lo que pienso y siento. Quizás esto ayude a algunos a despertar de esta extraña pesadilla.

Así que, independientemente de mi opinión sobre el tema, aprovecho este prólogo para expresar mi empatía con las muchas personas que dan lo mejor de si mismos -incluidos ¡sí!  también algunos políticos-     y están tratando de minimizar los daños de esta trágica situación. Entiendo que puedan sentirse molestos y ofendidos por mi punto de vista. Es como si les dijesen que mientras reparan el presente agujero negro más urgente, abren otro en el futuro quizás más profundo. Eso es muy difícil de asimilar cuando se están haciendo las cosas con la mejor voluntad…y más difícil aún escuchar y rectificar si intuyen cierta razón en mis argumentos poéticos.

 

D.R

Self portrait with mask / Autoretrato con máscarilla Pencil on paper (6 cm by 8 cm) / Lapiz en papel
Self portrait with mask / Autoretrato con máscarilla Pencil on paper (6 cm by 8 cm) / Lapiz en papel

 

I.

Las nueve
la luna llena brilla loca
sobre la costa brumosa del mar Báltico
en la tierra del vacilante Reino de Dinamarca

El Reino
donde una vez Hamlet
el príncipe que dudaba se preguntó
sobre el sentido de ser y el sentido de no ser

La tierra
donde Søren Kierkegaard
paseaba por las calles de Copenhague
susurrando palabras en círculos concéntricos de pensamientos

La pequeña Dinamarca
donde Niels Bohr y su Escuela
reveló la dualidad de la luz punto u onda
y el principio de incertidumbre de posición y momento

¿Estoy aquí o no estoy aquí?

También dudando
profundamente pensando profundamente
meditando profundamente meditando profundamente
sobre el sentido de la vida en estos días locos de dolor y tristeza

Estos días locos
en los que el Coronavirus
está vaciando las calles de gente
y sembrando los campos de muerte y desolación

Estos días locos
de confusión y de caos
encrucijada donde nos jugamos el futuro
y donde nuestros valores éticos son puestos a prueba

 

 

II.

Y os advierto
compañeros os advierto
que se avecinan tiempos trágicos

Tiempos trágicos
donde el acero de nuestras almas
será fundido y forjado a fuego en la fragua del dolor

Un enemigo invisible
nos está rodeando silenciosamente
escondiéndose en todas partes escondiéndose en ninguna parte

Escondiéndose silenciosamente
en las rosas de nuestros jardines

Escondiéndose silenciosamente
en la miel de nuestros más dulces besos

Escondiéndose silenciosamente
en las honestas manos de nuestros amigos más queridos

Y entonces de repente
todos los regalos se convierten en Caballos de Troya
donde un virus agazapado acecha para destruir nuestra fe

¡Nuestra fe en la libertad que es lo que más amamos!

Y de ahora en adelante
todos serán sospechosos
y aquellos que una vez se amaron
se acusarán mutuamente de ser impuros y culpables

¡Ser culpables por amar la vida y repartir la muerte!

Así que os advierto
estad vigilantes y no tembléis compañeros míos
porque caer presa del pánico y del miedo sería el principio del final

¡El final de la inocencia de nuestras almas inmortales!

 

III.

Porque aquellos
que adoran al Becerro de Oro
y ocupan el poder y los gobiernos
sacarán provecho de nuestra debilidad
y del terror que nos ha invadido los corazones

En el nombre de nuestra seguridad y del bien común
cuestionarán los valores que nuestros mayores
generación tras generación
nos enseñaron

¡Oh sí cuestionaran los valores por los que vivieron y murieron!

En el nombre de nuestra seguridad y del bien común
nos robarán el fuego de nuestras acampadas
las noches bajo las estrellas
el polvo de los caminos

¡Oh sí también nos robarán la loca luna llena que ahora brilla!

En el nombre de nuestra seguridad y del bien común
controlarán la fiebre de nuestros pensamientos
el número de asiento que ocupamos
y nuestros deseos más secretos

¡Oh sí podrán saber hasta lo que cenamos!

En el nombre de nuestra seguridad y del bien común
reducirán nuestra identidad a un algoritmo
y encerrarán nuestra imagen
en una caja inteligente

¡Oh sí sacrificarán nuestras vírgenes sobre el teléfono del Minotauro!

En el nombre de nuestra seguridad y del bien común
los inocentes serán acusados de ser impuros
y los sofistas argumentarán
hasta condenarlos

¡Oh no habrá espacio libre para ellos sólo una prisión de tiempo!

En el nombre de nuestra seguridad y del bien común
en el nombre de una democracia falsa
condenarán a Sócrates
de nuevo a muerte

¡Oh no nunca aprendemos la lección y la historia se repetirá de nuevo!

 

IV.

Y el miedo y la envidia harán al hombre lobo del hombre

Y cientos de máscaras nos ocultarán los colmillos

Y miles de máscaras nos borrarán las sonrisas

Y millones de máscaras nos amordazarán las lenguas

Y se censurará la libertad de expresión como noticia falsa

Y se levantarán muros para dividir la esfera

Y la esfera del Mundo no rodará ya más

Y un profundo precipicio se abrirá entre nuestras sombras

Y dos metros de vacío impedirá el amor

Y lavaremos nuestras manos sangrientas y culpables una y otra vez

Y el pánico hará de nuestras cárceles dulces hogares

Y las cadenas y los carceleros serán bienvenidos

Y adoraremos a la Diosa Computadora para entrar al Paraíso

Y seremos fumigados en el Túnel de la Purificación

Y los impuros serán confinados en el Arca de Noé

Y a los impuros se les caerán las alas y ya no volarán más

Y quienes traten de escapar serán encarcelados y condenados

Y miraremos el mar azul azul azul desde cubos de plástico

Y los fariseos argumentarán que la libertad ofende a los que sufren

Y los hipócritas argumentarán que la libertad ofende a quienes mueren

Y sufrimiento y muerte se utilizarán para disimular la debilidad

Y no veremos los rostros de nuestros muertos

Y los cadáveres se amontonarán en el Palacio de Hielo

Y se cuantificará la vida por razones lógicas

Y a los más débiles se les dejará morir en favor de los más fuertes

Y a los mas viejos se les dejará morir en favor de los más jóvenes

Y sólo será un asunto de humana supervivencia

Y aquellos que decidan se considerarán a si mismos jueces justos

¡Ignorantes! ¿cómo pueden estar tan seguros de quién sobrevivirá
si no han inventado ellos la vida?

 

No saben que según la ciencia la vida es un Misterio
un misterio surgido desde el vacío potencial
y que las matemáticas ya no son exactas

No saben que según la ciencia la vida es un Milagro
y están seguros de que una mariposa pesa
menos que una tonelada de plomo

¡Ignorantes! no han superado a Newton
no saben física

 

V.

Así que compañeros Os aviso y os advierto
estad atentos al peligro ser astutos
uníos primero para resistir en vuestros castillos
y contraatacar después volviendo en su contra las armas tecnológicas

Sed cautelosos ser prudentes
pero pelead por cada centímetro de libertad
no dejéis que la arranquen de nuestras ciudades y plazas públicas

Porque si ellos nos la roban nunca nos la devolverán
¡ni en mil años!

Porque el fuego sagrado de la Humanidad está en peligro

Si no lo hacemos así
si huimos como escarabajos asustados
si permitimos que el aliento de la muerte y el terror nos paralicen
si rendimos nuestro deseo de libertad a la seguridad y a la comodidad

Entonces la oscuridad y la tristeza caerán sobre nosotros
y sólo alrededor nuestro oscuridad y tristeza
y solo dentro de nosotros oscuridad
y sólo tristeza

Y entonces el enemigo escondido detrás del Coronavirus
¡mucho más peligroso que el Coronavirus!
quizás no destruya
nuestros cuerpos

¡Pero poseerá nuestras almas!

Creedme el Mal pretende que las almas no existen
¡pero está tan hambriento
de ellas!

 

VI.

¿Acaso creéis
que no siento miedo y no tiemblo?
cada noche sueño pesadillas en que cuento el número de muertos

¡Muchos más murieron por la libertad a través de los siglos!

¿Acaso malentendéis
que canto que no debemos proteger a los nuestros?
no es cierto la paranoia y los fantasmas os hacen confundir mis versos

¡Pero nadie holla la nieve alta sin riesgo!

¿Acaso no veis a los traidores?
aquellos que cuidaban de las ovejas
y que nada hicieron cuando la fiera rondaba

¡Ahora pretenden velar por nuestro bienestar…y ponernos un
geolocalizador en el cuello!

¿Tanto vértigo nos causa admitir como en el cuento de H. C. Andersen
que el emperador está desnudo?

 

VII.

Recordad a nuestros héroes a nuestros iguales

Recordad la Ilíada
a Agamenón arengando a sus tropas atrapadas entre el mar y Troya

“Aqueos émulos de Ares en la batalla está nuestra única salvación”

Recordad a Pericles
derrotando a los Persas en Micala enfrentándose a una armada

Recordad a Churchill
caminando entre las ruinas de Londres desafiando a las bombas

“Sólo os prometo sangre esfuerzo sudor y lágrimas”

Recordad a los chavales
jugando al fútbol en Sarajevo ignorando a los francotiradores

…Y tantos y tantos y tantos ejemplos

 

VIII.

Así que compañeros hijos míos
estad preparados para la pelea afilad vuestras espadas
“sursum corda” reid alto celebrad alto vivid alto venced alto
y gritad conmigo el sonido de la Libertad el sonido de la Libertad

Sí gritad
el sonido de la Libertad
que el girar de las aspas de los molinos de viento canta

El canto de la Victoria

Porque he oído
ángeles vestidos de bomberos
tocar sus trompetas colgados de las nubes

Y su canto era el sonido de la Libertad el canto de la Victoria

Porque he oído
a los balcones llenos de flores
aplaudiendo a los héroes todos ellos gente sencilla

Y su canto era el sonido de la Libertad el canto de la Victoria

Porque he oído
el fuego que cura arder en los ojos de la compasión
en las caricias de quienes tocan la muerte y arriesgan sus vidas

Y su canto era el sonido de la Libertad el canto de la Victoria

Porque he oído
voces en todas las lenguas
convocando a la unidad ¡un mundo único un mundo libre!

Y su canto era el sonido de la Libertad el canto de la Victoria

Porque he oído
las campanas del mundo rebotando en el eco
llamando a la batalla llamando a la lucha y celebrando la victoria

La Victoria de la Vida

 

IX.

Y sí
compañeros míos hijos míos
amados míos no alberguéis ninguna duda
en la tierra del vacilante Reino de Dinamarca

El Reino
donde una vez Hamlet
el príncipe que dudaba se preguntó
por el sentido de ser y por el sentido de no ser

No dudéis
la victoria es nuestro destino

Está escrito en el Alma del Universo

 

Este poema se terminó de escribir el día 31 de mayo de 2020, en la ciudad de Copenhague.

 

El espacio simbólico en la crónica “Muxes de Juchitán”, de Martín Caparrós

 

Resumen: En este trabajo se analizaron los recursos literarios de la crónica intitulada “Muxes de Juchitán”, de Martín Caparrós, que aparece en la Antología de crónica latinoamericana actual, del editor Darío Jaramillo Agudelo (2012). De los recursos literarios estudiados, se privilegió la construcción verbal del espacio.  Para la base teórica de la investigación se retomaron,  principalmente,  los lineamientos de la narratología y la hermenéutica analógica. El examen de los espacios simbólicos develó, entre otras importantes aportaciones de carácter social, algunos aspectos poco conocidos de la economía cuyo origen se remonta a la fundación mítica del poblado. La economía de los juchitecos, con base en la tradición indígena, es única en todo México.

Palabras clave: crónica latinoamericana, periodismo narrativo, recursos literarios, narratología

 

El espacio simbólico en la crónica “Muxes de Juchitán”, de Martín Caparrós

          Es necesario indicar que en la crónica latinoamericana aparece, con bastante frecuencia, que el periodista escriba acerca de lugares distintos al de su país de origen. Tal es el caso del escritor argentino, Martín Caparrós (2012), quien escribe la crónica “Muxes de Juchitán” (publicada en Surcos en América Latina, abril de 2006), así como muchos otros textos de periodismo narrativo en los que trata acontecimientos que suceden en diversas partes del mundo.

          En algunos cronistas, la construcción que realizan de los lugares –rurales y urbanos; internos y externos-, representa uno de los elementos constitutivos literarios que se presta a un análisis en particular pues de otra manera no podría comprenderse la magnitud de su trabajo. Tal es el caso de esta crónica que se ubica en Juchitán, ciudad localizada en el estado de Oaxaca, México.

          El texto “Muxes de Juchitán” está dividido en trece fragmentos que se encuentran diferenciados por espacios en blanco y, además, se identifican por el recurso tipográfico del uso de mayúsculas al inicio de cada fragmento. Las frases en mayúsculas dan la apariencia de que Caparrós (2012) tratara de que fueran una especie de subtítulos: “AMARANTA TENÍA SIETE AÑOS . . . ” (p. 65); “SON LAS CINCO DEL ALBA . . .” (p. 65); “JUCHITÁN ES UN LUGAR SECO . . .” (p.67) ; “MUXE ES UNA PALABRA ZAPOTECA . . ” (p.68), por mencionar solo algunas frases iniciales.

          Cada una de los fragmentos se va alternando, con cierta regularidad, para relatar, principalmente, dos líneas narrativas: la historia del muxe Amaranta y un relato que trata de la vida cotidiana de Juchitán e incluye una breve reconstrucción histórica de la ciudad.

          El juego de alternancias, que propone la voz narrativa, permite una mayor comprensión del significado del término “muxe”. En otras palabras, contextualiza los datos biográficos del muxe Amaranta en su sociedad; debido a que los muxes solo pueden explicarse en su dimensión social.

          Entre las aproximaciones que realiza el narrador para explicar el concepto de “muxe”, se encuentra el de buscar posibles sinónimos más cercanos al lector común: “Muxe es una palabra zapoteca que quiere decir homosexual pero quiere decir mucho más que homosexual. Los muxes de Juchitán disfrutan desde siempre de una aceptación social que viene de la cultura indígena” (Caparrós, 2012a, p. 68). Al mismo tiempo que señala el posible sinónimo, también aclara la enorme diferencia. Y agrega que los muxes circulan por las calles, vestidos de mujeres, con la mayor naturalidad como lo hacen las demás señoras, sin que esto provoque un señalamiento por parte de los otros (Caparrós, 2012a).

          Otra de las variantes que utiliza Caparrós (2012a), para determinar el concepto social de muxe, es el de comparar a los muxes con los travestis: “Pero sobre todo: según la tradición, los muxes trasvestidos son chicas de su casa. Si los travestis occidentales suelen transformarse en hipermujeres, hipersexuales, los muxes son hiperhogareñas” (p. 68).

          Para fundamentar sus afirmaciones, cita de manera directa cómo se conciben a sí mismos los muxes. Recurre a la voz de Felina, un muxe, que anteriormente llevó por nombre Ángel, quien posee una tienda donde se dedica a cortar el pelo y, a su vez, a vender ropa. Felina habla de sí misma pero a nombre de los muxes:

Los muxes de Juchitán nos caracterizamos por ser gente muy trabajadora, muy unidos a la familia, sobre todo a la mamá. Muy con la idea de trabajar para el bienestar de los padres. Nosotros somos los últimos que nos quedamos en la casa con los papás cuando ya están viejitos, porque los hermanos y hermanas se casan, hacen su vida aparte… pero nosotros, como no nos casamos, siempre nos quedamos. Por eso a las mamás no les disgusta tener un hijo muxe. Y siempre hemos hecho esos trabajos de coser, bordar, cocinar, limpiar, hacer adornos para fiestas: todos los trabajos de mujer. (Caparrós, 2012a, p. 69)

Además de la función social de cuidar a los padres que señala el muxe en la cita anterior, también realizan otra función muy distinta. Caparrós (2012a) refiere que en su plática con Felina, esta le dijo que los muxes eran los encargados de la iniciación sexual de los jóvenes juchitecas. La iniciación sexual de los jóvenes adquiere mucha importancia en la comunidad dado el valor social de la virginidad femenina.

          Otro aspecto que los hace diferentes, señala el autor, es que los muxes juchitecas, por tradición, no se dedican a la prostitución. La posible explicación para ello radica en que no se les margina. Por supuesto, existen algunos muxes que sí se prostituyen por diversas razones como la de conseguir algún dinero extra.

          En términos generales, en las comunidades del sur de México, como Juchitán, el papel de la Iglesia sigue siendo un factor determinante. Desde la perspectiva religiosa, los muxes, hasta cierto punto, son tolerados. El cronista, en su afán por profundizar en la dimensión social del concepto de muxe, recurre al padre Paco, quien asume una posición ambivalente entre la visión religiosa y la visión indígena:

El cura quiere ser tolerante y a veces le sale: dice que la homosexualidad no es natural pero que en las sociedades indígenas, como son más maduras, cada quien es aceptado como es. Pero que ahora, en Juchitán, hay gente que deja de aceptar a algunos homosexuales porque se están “occidentalizando”.
-¿Qué significa occidentalizarse en este caso?
-Pues, por ejemplo meterse en la vida política, como se ha metido ahora Amaranta. (Caparrós, 2012a, p. 75)

Sobre la problemática de conseguir pareja, quizá la declaración más contundente sea la del propio muxe Amaranta. Es necesario señalar que las distintas voces de muxes que aparecen citadas en la crónica corresponden al muxe común. Y en términos generales, sumadas las voces, sí se reconoce que al muxe le cuesta mucho tener una relación sentimental más o menos duradera. En este sentido,   Amaranta es un muxe muy distinto al común: realizó estudios fuera de Juchitán; formó parte de un grupo, las New Les Femmes, que realizó presentaciones en diversos lugares; y, sobre todo, participó activamente en la política. Aun así, puede considerarse su apreciación como una síntesis contundente de lo que significa para el muxe conseguir y sostener una relación de pareja. Al ser considerado como un personaje público, el cronista le advierte que por ello le va a resultar mucho más difícil conseguir un novio. Amaranta asume una perspicaz respuesta:

Sí, se vuelve más complicado, pero el problema es más de fondo: si a los hombres les cuesta mucho trabajo estar con una mujer más inteligente que ellos, ¡pues imagínate lo que les puede costar estar con un muxe mucho más inteligente que ellos! ¡Ay, mamacita, qué difícil va a ser! (Caparrós, 2012a, pp. 76-77)

De entre todos los aspectos que distinguen a los muxes, quizá ninguno sea tan reiterativo, a lo largo de la crónica, y desde la perspectiva de diferentes voces, como el señalar que el origen de los muxes es un factor de nacimiento y no de determinantes culturales. Sobre ello, existe una convicción generalizada en la comunidad de Juchitán.

          Como se podrá apreciar, el panorama centrado en el concepto de “muxe”  se plantea desde una amplia dimensión social sin la cual es imposible concebir la vida de los muxes.

          Aunque la crónica tiene por título “Muxes de Juchitán”, y por ello se profundiza en el concepto de “muxe”, es muy comprensible por qué el autor le dedica su principal atención –sin que signifique que se excluya a los otros muxes como Felina, Mística, Pilar, etc.-, a la figura de Amaranta. El cronista señala las posibilidades que tuvo el muxe en el ámbito nacional e internacional:

Empezó a recorrer el país buscando apoyos, hablando en público, agitando, organizando: su figura se estaba haciendo popular y tenía buenas chances de aprovechar el descrédito de los políticos tradicionales y su propia novedad para convertirse en la primera diputada travestida del país y –muy probablemente- del mundo. (Caparrós, 2012a, pp. 74-75)

Con la valoración expresada por el autor, están claras, pues, las razones de su elección para desarrollar la línea narrativa de Amaranta. Sus actividades de carácter social y político alcanzaron una notable popularidad.

          La línea narrativa del muxe Amaranta inicia desde que él tenía siete años de edad y aún conservaba su nombre inicial, Jorge. Desde su infancia, se apartaba de los niños y jugaba a las muñecas. Y también disfrutaba a jugar a cocinar. El seguimiento biográfico de Amaranta sigue un orden cronológico bastante regular pero alternado, como se ha dicho, con los fragmentos dedicados a la vida cotidiana de Juchitán.

          Enseguida, en otro fragmento, aparece el periodo que va de los ocho a los trece años; edad a la que decide abiertamente presentarse como un muxe ante su familia. Luego continúa cuando ya había alcanzado los catorce años y se llamaba Nayeli, que significa “te quiero”, en zapoteca. A esa edad se traslada a Veracruz a estudiar inglés y teatro. En la misma etapa es cuando lee Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y asume el nombre de uno de los personajes de la novela, Amaranta. Como parte de la toma de conciencia de crearse su propia identidad, se integra a un show travesti, llamado New Les Femmes, pues le gustaba figurar y ser conocido entre la gente. Con el grupo, integrado por cuatro travestis, Amaranta recorre el país durante un par de años con bastante éxito. Posteriormente, sobreviene la desintegración del show travesti tras la muerte de dos integrantes a causa del sida y otro más en cama por la misma causa. En este fragmento, Caparrós (2012a) apunta un enorme cambio en la vida de Amaranta: de la conciencia social a la participación política. El tema del VIH es el detonante del cambio:

Amaranta se especializó en el tema, consiguió becas, trabajó en Juchitán, en el resto de México y en países centroamericanos, dio cursos, talleres, estudió, organizó charlas, marchas, obras de teatro. Después Amaranta se incorporó a un partido político nuevo, México Posible, que venía de la confluencia de grupos feministas, ecologistas, indigenistas y de derechos humanos. Era una verdadera militante. (p. 71)

En la cita está muy claro que la transición de la actividad social a la política no representa para Amaranta un cambio radical. Se puede interpretar, más bien, que una actividad condujo a la otra. En el fragmento, Caparrós (2012a) suma muchas tareas de Amaranta, con gran velocidad narrativa, para concretar una imagen de ella como “militante”.

          Caparrós (2012a), en otro fragmento donde retoma la figura biográfica de Amaranta, se centra en la vida amorosa de la misma. A diferencia de otras etapas, en esta sí precisa la fecha, septiembre de 2002. El hombre con el que se une Amaranta es un técnico en refrigeración que trabaja dando mantenimiento a los hoteles del conocido pueblo turístico de Huatulco, ubicado al norte de Juchitán. El idilio terminó muy pronto. Tal vez alrededor de un mes o más. No se precisan los tiempos. El autor refiere que en septiembre, Amaranta sufre un accidente en la carretea hacia Oaxaca y debido a las consecuencias de este, le tienen que amputar completo el brazo izquierdo. Ante la situación, sobrevino la ruptura amorosa entre Amaranta y aquel hombre con el que había decidido ella formar una posible familia.

           En el último párrafo de la crónica –que, a su vez, coincide con el fragmento final de la misma-, el autor elige como subtema el resultado de la actividad política de Amaranta y su partido. De esta manera, conjunta el resultado de las elecciones políticas y el cierre de su texto periodístico:

Amaranta Gómez Regalado y su partido, México Posible, fueron derrotados. El resultado de las elecciones fue una sorpresa incluso para los analistas, que les auguraban mucho más que los 244.000 votos que consiguieron en todo el país. Según dijeron, el principal problema fue el crecimiento de la abstención electoral y las enormes sumas que gastaron en propaganda los tres partidos principales. Amaranta se deprimió un poco, trató de disimularlo y ahora dice que va a seguir adelante pese a todo. (Caparrós, 2012a, p. 77)

Todo lo anteriormente expuesto sobre la línea narrativa de Amaranta puede considerarse como una especie de síntesis con la finalidad de dar una idea general de la figura de Amaranta pues, como se ha expuesto, la biografía de Amaranta, sin duda, constituye la principal línea temática del texto. Y Amaranta, de una manera u otra, representa a los muxes en general.

          La visión de los hombres acerca de los muxes es una temática también tratada en la crónica. Son dos pasajes breves pero con una carga de significación muy marcada. La primera mención se da en un espacio que se caracteriza por su exclusividad masculina, la cantina. En el año en que se publica la crónica, 2006, en algunos lugares de México ya se permitía el acceso de las mujeres en las cantinas. Sin embargo, en la cantina de Juchitán, al parecer, aún permanecía la exclusividad pues así se infiere del único indicio textual sobre este punto: “En la cantina suena un fandango tehuano y solo hay hombres” (Caparrós, 2012a, p. 72).

          Al narrador lo invitan a compartir una mesa donde beben cerveza cinco hombres cuyas edades oscilan alrededor de los cuarenta. En un momento dado, les pregunta acerca de los muxes. La reacción de todos consiste en soltar carcajadas y en vacilar sobre el hecho de que cada quien tiene su mujercita o varias. Sin embargo, uno de ellos retoma la pregunta del narrador y propone un desafío basado en la respuesta honesta por parte de sus interlocutores: “-A ver quién de ustedes no se ha chingado nunca un muxe. A ver quién es el maricón que nunca se ha chingado un muxe” (Caparrós, 2012a, p. 72).

          El desafío resulta ser efectivo. Los hombres no responden pero intercambian sonrisas de complicidad. Finalmente, uno de ellos propone brindar por los muxes y se suman todos, incluyendo el narrador.

          Con la escena de la cantina, se resume no solo la aceptación generalizada de los muxes -sin que por ello se omitan las burlas-, sino la necesidad que tienen de ellos los hombres en alguna etapa de sus vidas. El pasaje se complementa con otro en el que se relata la vida de un hombre quien compartió una vida amorosa con un muxe.

          En sus recorridos por la ciudad, el narrador encuentra, en alguna calle del centro de Juchitán, un lugar dedicado para las reuniones de un grupo de neuróticos anónimos: “Adentro, reunidos, seis hombres y mujeres se cuentan sus historias; más tarde ese señor me explicará que lo hacen para dejar de sufrir…” (Caparrós, 2012a, p. 70).

          El autor se vale de la intertextualidad para evocar, en el pasaje anterior, un texto sumamente conocido, el Decamerón, de Giovanni Bocaccio. El concepto de intertextualidad es entendido aquí como lo propone Genette (1989), quien la define “. . . como una relación de copresencia entre dos o más textos, es decir, eidéticamente y frecuentemente, como la presencia efectiva de un texto en otro” (p. 10). Asimismo, distingue varias formas de intertextualidad. En este caso corresponde a lo que el crítico francés llama la alusión, en la cual “. . . un enunciado cuya plena comprensión supone la percepción de su relación con otro enunciado al que remite necesariamente tal o cual de sus inflexiones, no perceptible de otro modo…” (Genette, 1989, p. 10).

          En el enunciado de la crónica se alude al Decamerón al mencionar el número seis, de hombres y mujeres reunidos para relatar historias. En el Decamerón, como es sabido, siete mujeres y tres hombres -huyendo de la peste bubónica que azotaba Florencia-, se refugian en una villa donde, cada uno de ellos, van a relatar historias cuyo tema principal gira en torno al erotismo, sin descartar otros temas como el amor, la fortuna, etc.

          Los signos son opuestos entre las historias que se cuentan en el Decamerón pues lo hacen por divertimento para contrarrestar el aburrimiento, mientras que en el pasaje de la crónica, lo hacen para evadir el sufrimiento, según se lo cuentan al narrador. La explicación del sufrimiento humano se debe a los celos, la ira, la cólera, la soberbia, la lujuria. Que, a su vez, alude, hasta cierto punto a los pecados capitales. El mismo señor que explica lo del sufrimiento humano es el que relata una historia de amor entre un hombre y un muxe. La historia del hombre refiere que, ya casado, seguía extrañando al muxe. El hombre se encontraba en un gran conflicto de toma de decisiones entre formar una familia heterosexual, común, o dejar u olvidar al muxe. La esposa del hombre estaba enterada del conflicto de su marido. El hombre en cuestión asistía, desde hacía muchos meses a las reuniones del grupo, para tratar de olvidar al muxe.

          El narrador, en un momento dado, intuye o tiene la certeza de que el hombre cuenta, en realidad, su propia historia. Y no la de alguien más. Entonces, el narrador dirige una pregunta hacia el final de esa historia. Y el hombre sabe muy bien la respuesta: “-No, yo no creo que se cure nunca. Es que tienen algo [los muxes], mi amigo, tienen algo” (Caparrós, 2012a, p. 70).

          Con esta visión, breve y significativa, de la comunidad masculina acerca de los muxes, el texto presenta otro aspecto de la complejidad de una sociedad sumamente distinta a la del resto de México.

          Por lo que respecta a la línea narrativa referente a la vida cotidiana y alusiones históricas de Juchitán, esta se caracteriza, principalmente, por contener una serie de descripciones de los lugares más representativos de la ciudad; por tratar costumbres, tradiciones y leyendas; y  por incluir diversas notas de carácter histórico.

          La línea se inicia con el segundo fragmento, uno de los más extensos de toda la crónica, y está centrado en el mercado de Juchitán; después, se realiza un trazo histórico que va desde la fundación mítica hasta la actual ciudad de Juchitán; luego, se trata la tradición de los muxes en Juchitán. Posteriormente, aparece el fragmento más breve de la crónica: la imagen típica de la cantina (tema que ya se revisó); más adelante se trata el tema del aniversario número veinticinco de uno de los muxes, donde también se aborda el problema del sida. Finalmente, se recrea, de manera descriptiva, el ambiente festivo y ruidoso del zócalo de Juchitán.

 

 La voz narrativa

          El narrador de la crónica “Muxes de Juchitán” constituye una de las voces más interesantes debido a sus desplazamientos. El primer párrafo con el que se inicia la crónica evoca la infancia de Jorge-Amaranta cuando tenía siete años. Lo que llama la atención son los verbos que utiliza para expresar las sensaciones y las emociones del niño:

Amaranta tenía siete años cuando terminó de entender las razones de su malestar: estaba cansada de hacer lo que no quería hacer. Amaranta, entonces, se llamaba Jorge y sus padres la vestían de niño, sus compañeros de escuela le jugaban a pistolas, sus hermanos le hacían goles. Amaranta se escapaba cada vez que podía, jugaba a cocinar y a las muñecas, y pensaba que los niños eran una panda de animales. De a poco, Amaranta fue descubriendo que no era uno de ellos, pero todos la seguían llamando Jorge. Su cuerpo tampoco correspondía a sus sensaciones, a sus sentimientos: Amaranta lloraba, algunas veces, o hacía llorar a sus muñecas, y todavía no conocía su nombre. (Caparrós, 2012a, p. 65)

Lo reiterativo del nombre, cinco veces citado en el párrafo, cumple la función de imponerlo en la memoria del lector y de exaltar su importancia en el texto. El nombre oficial del niño, Jorge, aparece únicamente dos veces. Y serán muy contadas las ocasiones en que se le nombre así, Jorge,  en toda la crónica.

          Si el párrafo, únicamente con fines de análisis, se sustrae de su contexto, del resto de la crónica, y se estudia al narrador para determinar cuál es la relación que se establece entre él y el mundo narrado; y a partir de ello, especificar si se trata de un narrador homodiegético o heterodiegético, es muy posible que la decisión se inclinara hacia el narrador heterodiegético.

          En lo citado, el narrador da la impresión de que tiene acceso a la conciencia de Amaranta: “terminó de entender las razones de su malestar”, “pensaba que los niños”, “fue descubriendo”. El artificio usado por el narrador presenta una posible ambigüedad, entre un tipo de narrador y otro, debido, principalmente, a la cuidadosa selección de los verbos.

          En el siguiente fragmento de la crónica, el narrador describe el movimiento y los personajes anónimos que caracterizan el mercado de Juchitán. La voz narrativa inicia usando la tercera persona. Sin embargo, hacia el final del primer párrafo aparece, por primera vez, la primera persona: “Las señoras les gritan órdenes en un idioma que no entiendo: los van arreando hacia sus puestos. Los hombrecitos sudan bajo el peso de los productos y los gritos: Güero, cómprame unos huevos de tortuga, un tamalito” (Caparrós, 2012a, p. 65).

          El narrador especifica que describe desde la subjetividad de su voz. Asimismo, desde su postura testimonial, sostiene que no comprende el idioma que se usa en el mercado. Lo cual implica que puede tratarse de expresiones propias del zapoteco o tratarse de la jerga en español que comúnmente se usa en esos lugares. O una combinación de ambos usos del lenguaje. Por otra parte, también queda clara su condición étnica que lo distingue del resto. El mote de “Güero”, con el que lo nombra una de las vendedoras, sintetiza uno de los pocos rasgos descriptivos que aluden a la figura del narrador.

          Se trata, pues, de un narrador homodiegético, el cual puede tener una doble función, como se ha dicho: su función vocal, al momento de narrar, y su función diegética, cuando actúa lo que se narra.

          En el mismo fragmento, dedicado al mercado de Juchitán, unas líneas más adelante vuelve a repetirse otra escena muy similar a la anterior: “¿‘Qué va a llevar, blanco?’ ‘A usted, señora’ Y la desdentada empieza a gritar el güero me lleva, el güero me lleva, y arrecian las carcajadas” (Caparrós, 2012a, p. 66).

          Además de reiterar lo de “güero”, se suma otro rasgo característico del narrador: su sentido del humor. Por medio del cual, logra integrarse al ambiente del mercado y ganarse la simpatía de las vendedoras.

          El uso del diálogo es otro de los recursos que utiliza la voz narrativa. Dado que la información que proporciona el narrador homodiegético depende exclusivamente de su propia visión, el uso de los diálogos o la citación de determinadas voces permiten que en el lector se cree una visión conformada por múltiples voces. Sin embargo, el narrador es el que selecciona esas voces y, a su vez, determina, hasta cierto punto, la configuración de su contenido. Para ilustrar la forma como aparecen los diálogos, sirva de ejemplo la entrevista entre el narrador y el muxe Felina. En una de las pláticas, el narrador retoma el tema de la tradición juchiteca sobre la idea de que el muxe no puede eludir su destino, en otros términos, el muxe nace como tal, no es producto de las circunstancias culturales:

La tradición juchiteca insiste en que un muxe no se hace –nace- y que no hay forma de ir en contra del destino.
-Los muxes sólo nos juntamos con hombres, no con otra persona igual. En otros lugares ves que la pareja son dos homosexuales. Acá en cambio los muxes buscan hombres para ser su pareja.
-¿Se ven más como mujeres?
-Sí, nos sentimos más mujeres. Pero yo no quiero ocupar el lugar de la mujer ni el del hombre. Yo me siento bien como soy, diferente: en el medio, ni acá ni allá, y asumir la responsabilidad que me corresponde como ser diferente. (Caparrós, 2012a, p. 69)

Los fragmentos de entrevistas, como el anterior, aparecen a lo largo de toda la crónica. En ellos, como se puede apreciar, la voz narrativa formula diversas preguntas y los entrevistados expresan abiertamente sus opiniones. La estrategia discursiva seguida por el narrador permite al lector deducir el trabajo periodístico que subyace en la crónica sin importar que el narrador no explicite su labor. El tratamiento que el narrador le da a su figura como periodista y a su labor está trazado con rasgos sumamente sutiles.

 

 La construcción del espacio simbólico: el mercado de Juchitán

          En el plano de la dimensión espacial, los modelos descriptivos del cronista representan uno de los recursos literarios que, a su vez, permiten establecer el carácter simbólico de Juchitán.

          El nombre de Juchitán constituye el tema descriptivo que el narrador-descriptor, por medio de una selección de detalles, conforma una imagen del lugar. O mejor dicho, de la ilusión de espacio donde se desarrollan las líneas narrativas.

          El segundo fragmento de la crónica “Muxes de Juchitán”, uno de los más extensos, presenta como tema descriptivo el mercado de Juchitán. El tema del mercado reviste una singular importancia, la cual se puede sintetizar en tres vertientes. Primera, el mercado constituye el núcleo de la actividad económica de Juchitán; segunda, a diferencia de los otros estados del país, los juchitecos, en su mayoría, no son asalariados ya que se dedican, por su propia cuenta, a la producción o a la comercialización; y tercera, está ligada al mito cultural de que en Juchitán existe y prevalece el matriarcado.

          En términos de descripción, el narrador-descriptor principia con la frase de “El mercado se arma” para indicar el inicio de la actividad comercial a partir de la salida del sol. Luego selecciona una lista enorme de los productos sin explicitar su ubicación desde la cual percibe los objetos:

. . . con el sol aparecen pirámides de piñas como sandías, mucho mango, plátanos ignotos, tomates, aguacates, hierbas brujas, guayabas y papayas, chiles en montaña, relojes de tres dólares, tortillas, más tortillas, pollos muertos, vivos, huevos, la cabeza de una vaca que ya no la precisa, perros muy flacos, ratas como perros, iguanas retorciéndose, trozos de venado, flores interminables, camisetas con la cara de Guevara, toneladas de cedés piratas, pulpos ensortijados, lisas, bagres, cangrejos moribundos, muy poco pez espada y las nubes de moscas. Músicas varias se mezclan en el aire y las cotorras. (Caparrós, 2012a, p. 64–65)

Por lo que respecta a la temporalidad, el narrador-descriptor, para enumerar los objetos, se instala temporalmente en simultaneidad con los mismos. De tal manera que se provoca una imagen en el lector donde el narrador-descriptor coexiste con los elementos que percibe.

          En la citada lista que va prefigurando la imagen del mercado, resalta lo cuantitativo con la utilización de los siguientes términos y expresiones: mucho, en montaña, más, muy, interminables, toneladas, muy poco, nubes y varias.

          El efecto de sentido general es la abundancia pues de las ocho expresiones usadas, siete de ellas apuntan hacia una cantidad mayor y solo una de ellas se refiere a una cantidad menor. También, en algunos productos no se hace ninguna referencia en particular, solo se pluralizan los objetos. La pluralización pudiera interpretarse como una cantidad intermedia entre lo de mayor cantidad y lo de menor cantidad. Pero aun así, en su conjunto, prevalece la sensación de la abundancia.

          Además, el orden de la lista es interesante: se inicia con el sol como punto de partida temporal y luego sigue con una serie de elementos propios del reino vegetal: piñas, mango, plátano, tomate, aguacate, hierbas, guayaba, papaya, chile. Para calificar a las piñas, el descriptor las compara con las sandías para tratar de precisar su tamaño. Sobre los plátanos, agrega el calificativo de “ignotos”. Dada la variedad de plátanos que existen en el sur de México, el descriptor apela a sus limitaciones. Por lo que respecta a las hierbas, las califica el descriptor con el término de “brujas”. Con lo cual se evoca, posiblemente a esos usos de sanación que tradicionalmente se le atribuyen a las plantas y a esas prácticas llamadas comúnmente “limpias”, las cuales se encuentran muy arraigadas en determinadas regiones del sur de México. Sobre los chiles, exalta el enorme acopio al decir que se encuentran apilados en montaña. Como es sabido, el chile es uno de los elementos más abundantes en la gastronomía mexicana.

         Después de los elementos propios del reino vegetal, de pronto, irrumpen en la lista “los relojes de tres dólares”. El brusco rompimiento con el orden inicial va a prefigurar otro efecto de sentido, el de contraste. Se contrastan los elementos propios del reino vegetal con los elementos culturales de lo popular.

          En seguida, el descriptor cita a las tortillas. El narrador-descriptor realiza un juego dinámico con la repetición “tortillas, más tortillas” (Caparrós, 2012a, p. 65); con lo que recrea, con más intensidad, la ilusión de un recorrido por el mercado. En términos generales esa parece ser la forma desde donde se describe. Sobre “las tortillas”, es el único elemento que se repite en el enlistado de la descripción. Lo reiterativo obedece, seguramente, a la gran cantidad de tortillas en los mercados, y en particular en los puestos, ya que con ellas, en la gastronomía mexicana, se preparan muchísimos platillos como tacos, enchiladas, quesadillas, totopos, chilaquiles, flautas, entomatadas, por citar algunos.

          Después de las tortillas, se sigue con una lista del reino animal terrestre: pollos, huevos, vacas, perros, ratas, iguanas, venado. Acerca de la lista, se puede señalar la observación del narrador-descriptor, que los pollos se pueden conseguir vivos o muertos.

          La referencia a los perros concierne a la manera desde donde se realiza la descripción. Quiere decir, a la sensación de recorrido por el mercado que hace el descriptor. Sin duda, alude a los perros “callejeros” que deambulan por el mercado.

          Por otra parte, compara a las ratas, para dar una idea de su tamaño, con los perros. En los mercados, estas alcanzan proporciones desconocidas para el común de la gente.

          La lista con elementos propios del reino animal terrestre,  se contrasta, de nueva cuenta,  con tres términos que corresponden a otro orden: flores, camisetas y cedés.

          Sobre las flores, el calificativo de “interminables” puede evocar no únicamente a la cantidad sino también a la variedad. Las flores, también, son muy representativas de los mercados del sur de México.

          Tanto las camisetas como los cedés refuerzan el efecto de sentido de contraste. Las camisetas con el estampado del rostro del “Che” Guevara se refieren a una cuestión cultural; es un producto cuya venta es permanente en una gran mayoría de los mercados mexicanos. En cuanto a los cedés “piratas”, como invasión de la tecnología a bajo costo, constituyen otro elemento de contraste pero mucho más reciente que el estampado del “Che”. Sin duda, la elección hecha por el descriptor es sumamente provocativa al colocar un referente simbólico junto a otro referente banal pero muy propio de la sociedad que recrea el descriptor.

          Luego, continúa con una lista que alude al reino animal marítimo: pulpos, lisas, bagres, cangrejos, pez espada. La descripción termina con una alusión a las moscas, a las que compara con las nubes debido a su gran cantidad. Finalmente, agrega una frase para cambiar del sentido de la vista al del oído. Menciona lo que escucha: diversos temas musicales y las cotorras.

          Con todo lo expuesto, el narrador-descriptor ha construido una imagen del mercado de Juchitán a partir de su perspectiva. Inicialmente, lo que pudiera sintetizarse como una lista caótica descriptiva, y cuya finalidad sería dar una idea del ambiente del mercado, con la aproximación analítica del modelo descriptivo usado se muestra que el descriptor impone al lector una imagen que conlleva un efecto de sentido de abundancia y de contrastes.

          Después de desarrollar el tema descriptivo del mercado, el narrador-descriptor prepondera un dato cuantitativo que apuntala su afirmación sobre considerar al mercado como la principal dinámica económica de la ciudad: “El mercado de Juchitán tiene más de dos mil puestos y en casi todos hay mujeres: tienen que ser capaces de espantar bichos, charlar en zapoteco, ofrecer sus productos, abanicarse y carcajear al mismo tiempo todo el tiempo” (Caparrós, 2012a, p. 66).

          En términos de la dimensión espacial y sus narrativas, el mercado de Juchitán y sus más de dos mil puestos constituyen un aspecto de lo urbano, de lo físico de una ciudad.

          El narrador-descriptor a partir de una parte de la ciudad, o sea, el mercado, totaliza su apreciación para determinar que Juchitán es una ciudad comercial. Según Aragón (2014), el proceso parte de lo urbano, de lo físico, del cual se estructura el texto para después ser narrado o vivido por el observador. En este caso, el narrador-descriptor percibe lo urbano, el espacio físico del mercado, como un ícono donde se desarrollan las actividades económicas de la ciudad. A partir de lo físico de la ciudad, construye un sintagma, un primer orden significativo, lo cual conlleva a representar la ciudad como un paradigma, es decir, Juchitán como una ciudad comercial.

          Sobre la segunda vertiente, en el tercer fragmento de la crónica, el narrador centra su atención en un hecho sumamente importante de la vida económica de Juchitán: a diferencia de los otros estados del país, los juchitecos, en su mayoría, no son asalariados ya que trabajan por su propia cuenta. Se dedican a las labores del campo o a la pesca. Es necesario hacer notar que, en toda la crónica, el narrador  no relata desde estos dos posibles espacios donde se desarrollan dichas actividades. En otras palabras, en las narrativas de la ciudad que realiza el narrador, no recorre dichos lugares o, al menos, no figura en la crónica una descripción desde tales perspectivas. El narrador afirma que “En la economía tradicional de Juchitán los hombres salen a laborar los campos o a pescar, y las mujeres transforman esos productos y los venden” (Caparrós, 2012a, p. 66).

          Así como la comercialización ocupa un lugar preponderante en la narrativa de la ciudad, la producción representa otra vertiente similar. Producción y comercialización constituyen una dualidad que se remonta a la misma fundación de Juchitán. Para ello, el narrador, primero, califica a Juchitán como un lugar “seco” y “difícil” y luego refiere la creación mítica de Juchitán:

Cuentan que cuando Dios le ordenó a San Vicente que hiciera un pueblo para los zapotecos, el santo bajó a la tierra y encontró un paraje encantador, con agua, verde, tierra fértil. Pero dijo que no: aquí los hombres van a ser perezosos. Entonces siguió buscando y encontró el sitio donde está Juchitán: éste es el lugar que hará a sus hijos valientes, trabajadores, bravos, dijo San Vicente, y lo fundó. (Caparrós, 2012a, p. 67)

La referencia a San Vicente Ferrer Goola, venerado como el santo patrono de Juchitán, constituye un relato mítico. El narrador omite el tema histórico de las dos figuras relativas al Santo, o sea, los dos San Vicente. La problemática histórica de las dos figuras concluye en la reinstalación de San Vicente, el fundacional, y de su continua conmemoración actual. Sin embargo, la omisión no tiene una relevancia importante ya que el narrador se aboca al Santo fundador del poblado de Juchitán.

          El relato mítico constituye uno de los símbolos más representativos de la cultura de los juchitecos. Sobre todo si se considera las múltiples alusiones a lo “tradicional” que el narrador recopila en sus recorridos y entrevistas, tanto las anónimas como las de personajes plenamente identificados.

          Ante la única referencia al relato mítico en toda la crónica y dada la complejidad interpretativa del mismo como símbolo, se puede comentar que los vínculos entre el espacio físico y los pobladores provienen desde su mismo origen. En este sentido, el espacio elegido por San Vicente se basa en su intención de dotar de ciertas cualidades a los zapotecos: “valientes”, “trabajadores”, “bravos”.

          La cualidad de “trabajadores” permeará la vida de los zapotecos: desde sus orígenes en Juchitán hasta las coordenadas espacio temporales desde las que narra el cronista. De acuerdo con Aragón (2014), las transmisiones orales –entre las que se ubica el relato mítico fundacional referido-, pueden determinar ciertos patrones de conducta o “. . . reglas latentes de la forma de vida urbana” (Aragón, 2014, p. 39). Es muy posible que, por ello, los juchitecos se consideran a sí mismos como gente muy laboriosa.

          Dicha cualidad de gente laboriosa, se encuentra, a su vez, íntimamente ligada con el tema de la productividad y de la comercialización. Asimismo, el lugar también constituye un factor determinante de la actividad económica de los juchitecos; es evidente que el narrador-descriptor ubica a Juchitán, en el contexto del país, como un lugar propicio para la comercialización:

Ahora Juchitán es una ciudad ni grande ni chica, ni rica ni pobre, ni linda ni fea, en el Istmo de Tehuantepec, al sur de México: el sitio donde el continente se estrecha y deja, entre Pacífico y Atlántico, sólo doscientos kilómetros de tierra. El Itsmo siempre ha sido tierra de paso y de comercio: un espacio abierto donde muy variados forasteros se fueron asentando sobre la base de la cultura zapoteca. (Caparrós, 2012a, p. 67)

El narrador-descriptor califica a Juchitán con términos que la posicionan entre puntos intermedios. Primero alude a su externsión territorial, refiriendo a los dos extremos “grande” y “chica” para que el lector deduzca que se trata de una ciudad de extensión intermedia. De esta manera involucra al lector a realizar simples deducciones. Su estrategia discursiva es la misma para continuar con lo referente a la riqueza y finaliza con la apreciación estética. En toda la valoración de la ciudad, el narrador la realiza considerando las coordenadas espacio temporales en que ha hecho su recorrido y desde el cual concreta su narrativa de la ciudad, es decir, un “ahora” que corresponde a la simultaneidad temporal en que el descriptor ha hecho su trayecto. Por otra parte, el narrador-descriptor contextrualiza a Juchitán en el plano territorial del país, México. Su consideración “emotiva” consiste en señalar que en el Itsmo existe muy poco espacio de tierra. Y luego, califica al Istmo, en términos generales, como un lugar propicio para el comercio y para el asentamiento de individuos extraños que se integran a la cultura zapoteca.

          En seguida de la cita anteior, el narrador-descriptor continúa con lo relativo a la productividad:

Y su tradición económica de siglos le permitió mantener una economía tradicional: en Juchitán la mayoría de la población vive de su producción o de su comercio, no del sueldo en una fábrica: la penetración de las grandes empresas y del mercado globalizado es mucho menor que en el resto del país. (Caparrós, 2012a, p. 67)

La concepción previa de Juchitán como una ciudad comercial adquiere una dimensión que pudiera calificarse como complementaria. Esto significa, la estrecha relación entre productividad y comercialización. La base de la economía, que ha permanecido a través de los siglos, es el arraigo cultural en sus tradiciones.

          Por lo tanto, se tiene un paradigma de Juchitán como ciudad comercial. En este contexto, el narrador-descriptor resignifica lo “comercial” con base en la “producción” y, sobre todo, con la importancia que indica acerca de la “economía tradicional”. Para ello, el narrador-descriptor refiere una resultante esencial de la práctica heredada: no depender de un salario. Dicha resultante singulariza a Juchitán en todo México. En términos simbólicos, Juchitán es una ciudad comercial en el imaginario de quienes la habitan y la viven. Y, por extensión, de quienes la visitan, como en este caso, el narrador-descriptor. Sin embargo, el narrador-descriptor resignifica el sentido de “ciudad comercial” pues si se le compara con otra ciudad comercial de México, Juchitán seguiría distinguiéndose por sus bajos índices de ciudadanos asalariados.

          El narrador-descriptor continúa con su narrativa de la ciudad a partir de la expresión de una mujer del mercado:

-Acá no vivimos para trabajar. Acá trabajamos para vivir, no más.
Me dice una señorona en el mercado. Alrededor, Juchitán es un pueblo de siglos que no ha guardado rastros de su historia, que ha crecido de golpe. En menos de veinte años, Juchitán pasó de pueblo polvoriento campesino a ciudad de trópico caótico, y ahora son cien mil habitantes en un damero de calles asfaltadas, casas bajas, flamboyanes naranjas, buganvillas moradas; hay colores pastel en las paredes, jeeps brutales y carros de caballos. Hay pobreza pero no miseria, y cierto saber vivir de la tierra caliente. Algunos negocios tienen guardias armados con winchester “pajera”; muchos no. (Caparrós, 2012a, p. 67)

Entre la expresión de la mujer y el recuento temporal de las transformaciones que ha sufrido Juchitán, da la impresión de que sigue siendo la “mujerona” quien relata los cambios, tal como si estuviera platicando lo vivido por ella en Juchitán en los últimos veinte años. Luego, se reafirma la distancia entre el narrador-descriptor y la ciudad que visita al señalar la cantidad de habitantes y de los cuales él no forma parte. La imagen de un damero le permite al narrador-descriptor imponer una visualización en el lector donde están trazadas las calles asfaltadas, las casas, las plantas de ornato. Así como el contraste entre los carros de tracción animal y los modernos vehículos. La frase que contrapone a la pobreza con la miseria enfatiza indirectamente la valoración que ya antes había hecho el narrador-descriptor sobre esa peculiar economía de Juchitán. Un rasgo que sobresale en la descripción citada es el relativo a la violencia simbólica, la que se vive cotidianamente en la ciudades, pues en toda la crónica son mínimas las alusiones directas a la misma. La violencia latente está indicada con una cantidad menor, “algunos”, de los establecimientos que tienen guardias armados en comparación con los “muchos” que no tienen guardias.

Como se había mencionado, el tema del mercado reviste una singular importancia no únicamente por ser el centro económico más importante de la ciudad, sino, también, y es la tercera vertiente, por la relación entre el mercado y el mito cultural de la existencia del matriarcado en Juchitán.

          En una cita textual anterior, el narrador-descriptor señala un dato cuantitativo evidente a partir de lo que ha percibido en el mercado, siguiendo un modelo descriptivo de “recorrido”, en los más de dos mil puestos: en su mayoría, están atendidos por mujeres. Además del dato cuantitativo, el narrador-descriptor señala la serie de habilidades que ellas muestran al estar al frente de los puestos.

          El dato de los más de dos mil puestos atendidos, en su mayoría, por mujeres es contundente y representa, la idea central, para considerar a Juchitán, entre otros aspectos, como una ciudad predominantemente matriarcal. Así como Juchitán es una ciudad comercial, también simboliza el matriarcado. En otras palabras, se da la convergencia de múltiples narrativas de la ciudad donde, en un momento dado, se van “. . . provocando la emergencia de diversas ciudades en donde sólo se encuentra una físicamente” (Caparrós, 2012a, p. 13).

          Desde la primera alusión al matriarcado, el narrador, entre líneas, advierte que se trata de una apreciación compartida por muchos pero no una certeza. El origen del mito cultural del matriarcado se debe, según refiere el narrador, a que el mercado, donde predominan las mujeres, constituye, como ya se dijo, el centro económico de Juchitán. Debido a lo anterior es bastante comprensible suponer que “. . . por eso, entre otras cosas, muchos dijeron que aquí regía el matriarcado” (Caparrós, 2012a, p. 66).

          En una cantina, un personaje anónimo entrado en los sesenta –y seguramente seleccionado por la confianza y experiencia debido a su madurez-, contestará a la pregunta del narrador de la siguiente manera: “. . . -¿Por qué decimos que hay matriarcado acá? Porque las mujeres predominan, siempre tienen la última palabra. Acá la que manda es la mamá, mi amigo. Y después la señora” (Caparrós, 2012a, p. 66).

          El narrador deja entrever su labor periodística de manera muy sutil. El entrevistado repite la pregunta que el entrevistador le ha hecho. La respuesta conlleva dos razones esenciales acerca de las mujeres: el predominio y la autoridad. También, y lo más importante, la respuesta habla desde un “nosotros”,  quienes habitan y recorren la ciudad cotidianamente. Existe, pues, una construcción dual del imaginario de la ciudad que es individual, en este caso el entrevistado, y a la vez colectivo, o sea, ese “nosotros” que sí consideran que en ese “acá”, en esa ciudad, hay un matriarcado. La consideración interna, propia de quienes habitan la ciudad,  se suma al trabajo de los antropólogos que concluyen, desde el estudio académico y su visión externa, que en Juchitán existe el matriarcado.

          Ante tal simbolización, también coexisten otros personajes quienes significan de manera muy distinta su vivencia y recorridos por la ciudad. Uno de ellos corresponde a la influyente voz del padre Francisco Herrero –conocido como cura Paco– quien explica los equívocos de los antropólogos cuando realizan sus investigaciones de campo. La importancia del padre Paco resalta muchísimo debido a que es el párroco de la iglesia de San Vicente Ferrer, el patrono de Juchitán.

          El padre Paco asegura que en Juchitán no existe el matriarcado.  Su aseveración se basa en la cercanía que tiene con la gente de su comunidad y, sobre todo, en la experiencia de su confesionario: “Yo conozco la vida íntima, secreta, de las familias y te puedo decir que allí tampoco existe el matriarcado” (Caparrós, 2012a, p. 66).

          El padre Paco desacredita el trabajo de los investigadores que visitan Juchitán debido a que solo permanecen unos días realizando su labor. Para el párroco, el matriarcado es un “invento” de los antropólogos porque únicamente basan sus conclusiones a partir de la primera impresión que observan en el mercado. El padre usa términos muy coloquiales para sintetizar esa impresión tan determinante de los observadores externos: “Aquí, dicen, el hombre es un huevón y su mujer los mantiene…” (Caparrós, 2012a, p. 66).

          En seguida, el párroco explica los tiempos laborales -en los que están involucrados los hombres y las mujeres-, que pasan desapercibidos para los investigadores:

Pero el hombre se levanta muy temprano porque a las doce del día ya está el sol incandescente y no se puede. Entonces, cuando llegan los antropólogos ven al hombre dormido y dicen ah, es una sociedad matriarcal. No, ésta es una sociedad muy comercial y la mujer es la que vende, todo el día; pero el hombre ha trabajado la noche, la madrugada. (Caparrós, 2012a, p. 66)

Ante la argumentación del padre Paco, el narrador asume que el matriarcado no existe en Juchitán como algunos investigadores y gente de ahí mismo suponen. Sin embargo, el narrador asegura que si no existe el matriarcado como tal, “. . . el papel de las mujeres es mucho más lúcido que en el resto de México” (Caparrós, 2012a, p. 66). Con la afirmación, el narrador resignifica el papel de la mujer en Juchitán y, por extensión, en todo el país. La comparación entre las mujeres de Juchitán y las mujeres del resto del país es en extremo significativa. Y se comprende mucho más cuando el narrador cita las palabras de una de ellas: “. . . -Aquí somos valoradas por todo lo que hacemos. Aquí es valioso tener hijos, manejar un hogar, ganar nuestro dinero: sentimos el apoyo de la comunidad y eso nos permite vivir con mucha felicidad y con mucha seguridad” (Caparrós, 2012a, p. 67).

          Las palabras de la mujer juchiteca –cuyo nombre, Marta, señala el narrador-, constituyen una narrativa de la ciudad desde la perspectiva de la mujer. Marta habla desde su experiencia individual pero también como mujer que representa a todas las mujeres de su comunidad. En términos de interpretación, el imaginario que Marta realiza de la ciudad de Juchitán, se construye desde esa unidad dual que es lo individual-colectivo.

          Sobre esa “felicidad” y esa “seguridad” de las que refiere Marta, el narrador, como visitante extranjero, reafirma las palabras de ella y generaliza sobre las mujeres juchitecas que “Y se les nota, incluso, en su manera de llevar el cuerpo: orgullosas, potentes, el mentón bien alzado, el hombre –si lo hay– un paso atrás” (Caparrós, 2012a, p. 67). Es evidente que en sus recorridos por la ciudad, el narrador ha observado la manera de caminar de las mujeres solas y acompañadas por sus hombres.

          La aseveración tan significativa de la función de la mujer juchiteca, se suma a otra aseveración anterior. Conjuntando las dos valoraciones: Juchitán es muy diferente al resto de México debido a dos razones principales; primera, porque las funciones de las mujeres son muy valoradas y consideradas por su comunidad; y, segunda, porque un mayor porcentaje de juchitecos vive de su producción o del comercio y no del salario. En resumen, Juchitán, ante el autor extranjero de la crónica, representa una ciudad que se distingue de las demás ciudades de México no únicamente por las dos razones anteriores, sino por sus muxes y porque uno de ellos estuvo muy cerca de ser la primera diputada trasvestida del país y, quizá, del mundo.

 

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César Antonio Sotelo Gutiérrez nació en la ciudad de Chihuahua, Chihuahua, México. Doctor en Filología Hispánica por la Universitat de Barcelona, Master of Arts  por The University of Texas at El Paso y Licenciado en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Su trabajo como crítico literario se ha publicado en libros y revistas en México, Estados Unidos y España. Dramaturgo y director de escena, ha publicado la comedia Van pasando mujeres (UACH, 2012). Actualmente se desempeña como catedrático de Literatura Mexicana e Hispanoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

 

Humberto Payán Fierro nació en Chihuahua, Chih. Estudió la Licenciatura en Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Realizó estudios de maestría, Literatura Hispanoamericana, en New Mexico State University y de doctorado en la Universidad de Sevilla.  Escribe cuento, ensayo y guiones de video. Ha publicado en revistas nacionales y extranjeras. Es autor del libro de cuentos El oficio de pensarte (Colección Flor de Arena, UACH, 2008).
Actualmente se desempeña como catedrático en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

God I Love This Country

0
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1

My name is Pete. Pedro. Peter.
My record code is R-7C-B/USMC/63.
Charles gave me this apostle’s name.
Why a traitor’s name?, I asked several times.
Why not, he answered with pride, he was the best of them all.
I would’ve liked to be called a different way.
Even though I can’t really think of another name.

2

          We arrived at the U. S. on 44, during the climax of the second great war. In those days, Anaheim was an uninviting ranch and not this city engulfed by riches and idiotic tourists. Our first days were spent with my father’s uncle. The old man had a large family, a chubby wife and several children full of shit due to the days spent working the fields. Within a week we moved to the beach into a hovel made from rotten wood, where my mom, my dad and three brothers fit to perfection. Two weeks later we were going to a school for children of illegal immigrants that was ran by Christian pastors. It was an ample classroom where all the grades were stuffed together; we learned slowly, sometimes I think we didn’t even learn. The sunset on that virgin beach was different than those I had seen before. In Tampico the sun never fell, it was born from the water. On this side of the world the sun sank already tired from its long journey.

          My father was the first to change his name: from Carlos to Charles, to make things easier he said, then my mother and brothers followed suit. Now, after so many years, I guess it was amusing for the rednecks to see our brown skin with saxon names and a marked mexican accent when we said: Mom and Dad. Mi father spoke about dollars and not about pesos, of seasons and not of temporadas. Most times he didn’t even hang out with the rest of the mexicans that worked at the plant where he did, he said that most of them where beasts maladjusted to society. We are not beasts, he screamed, we are not.

          We didn’t get amnesty of the second war. This worried Charles because, as illegal immigrants, we couldn’t aspire to a good life. He and my mother worked a couple of weeks harvesting grapes. Months later my dad found a job at a factory where they sealed tin cans in which they sent food to the soldiers in Europe. My mother, eternally engrossed in everything, besides the harvest, didn’t take care of anything, she left the worries to the man of the house. Charles earned 17 cents an hour, it didn’t go very far, he said he felt proud; never, he said, would I have felt so much pride being a farmhand collecting sorghum in Tamaulipas. For several weeks he saved to buy himself a cap with USA stitched on. Then he got an olive green jacket with his name sown to his breast and he learned to say: God I love this country, phrase that he would repeat on and on. God I love this country.

3

          I was nineteen when JFK was murdered, I turned twenty at the ARMY barracks. You remember that the gringos where inflamed by the death of their president and the Vietnam war. People scattered everywhere worried by an alleged nuclear attack or the sudden invasion of the commies. Neither thing happened, but it was necessary to discipline us, give us fear. A couple of days after the president’s murder, there was a news bulletin that said that all of the illegal residents that enlisted voluntarily would be naturalized US Citizens, after finishing their tour. My father went crazy with the news and a day later he ordered me to enlist. It isn’t even my country, I said. We argued and after a kick in the kidneys, I enrolled in the Army. Next morning he helped me pack some of my clothes; walked me to the doors of the military base where he hugged me and then he left. The MP’s welcomed me with supposed happiness; they opened the doors of the barracks, let me in and immediately led me to the barber. Dinner was fun, there was everything except caucasians, those, they said, are faggs.

          A week later I was at Fort Pol, Louisiana. They called this patch of dead forests brimming with small rivers <<Tigerland>>; the closest thing to Nam, used to say the infantry instructors. Here we all had labels: the latinos were dogs, the african-american shit and one or two orientals were yellows. They made us go hungry, humiliated us with screams, we fought amongst ourselves, there were days that ended with us kneeling with a rifle in our hands without knowing what to do.; tears trickled down leaving a trace on our faces. Not even the battles where as miserable as the training on that field. During my stay in tigerland I couldn’t stop thinking that my brothers were home, eating just fine, planning on where to go on the weekend with Mon and Dad. Two months later they sent us to the war.

4

          I was the only one with a light skin in that universe of blacks and latinos trained like common dogs. There wasn’t an order we couldn’t carry out. Our company captain was a Jew that had survived the extermination camps in Poland. He was a freckled blonde, racist in every way, he always used sunglasses because he said he had delicate eyes, full of times gone by. I never knew what he meant with that. We’re going to win, he bellowed at us, win, win. Yes, yes, yes, we answered yelling back and laughing. The jungle was wet and pungent. In the sky the birds had given way to helicopters that flew dropping off infantry platoons on the heart of the jungle. As long as there was no battle, we seemed to be having a party covered in sweat and drowsiness.

          There was no set time for the offensives. We could spend weeks listening to far of explosives that didn’t have specific targets. Shoot to kill, anything that moves, was our order. We could see how the companies became smaller with the weeks going by. It was normal to hear the yells of the men that had fallen in the skirmishes. Even the Jew cried in the middle of all the shit. He ended up dying tied to a palm tree close to the beach. While I ate, after an encounter, I imagined Charles sitting after his work shift talking with his friends about my job in Vietnam; surely he told stories about my supposed engagement with the enemy, always closing with his imbecile phrase. God, god, god… I love this country.

Battles make you vile.
With a single shot they blew away my member and my balls.
You lose your bearings, and listen to your body forfeit air.
You stop hearing noises.
Then you loose consciousness.

          I felt a blow between my thighs, I fell in the helicopter’s floor. The tactics used by Charlie was to let the hawks land to shoot them down easier.

          It didn’t hurt, at least that’s what I think now.

          When I tried to touch my wound I couldn’t find anything, only blood, and blood clots that went down my pants until they smeared the floor.

          I woke up in Saigon.

5

          My first days at the clinic I kept my eyes shut, I could only hear voices that got lost along the hallways of the place, voices of those who cared for me, yells of the other wounded.

Each morning the doctor asked me to open my eyes.
I said no. He didn’t insist.
I learned how deaf people dream.

          The sounds that made it to me during daytime, were the same as the ones at night. The screams always mingling with the sweet nurse’s words.

Dreaming with sounds, but no images.
Dreaming echoes, only.

          After a week of being in this place I raised my head a little, opened my eyes and saw my toes, then the legs and lastly the bandages that were covering my abdomen. I didn’t give the tears time. I dropped my eyelids. A month later I got the courage to see the light again

          I was hospitalized six months.

          The fucking war didn’t end. On the contrary, the ranks of the privates got bigger because of the draft. New wounded arrived. They gave me a plastic member, excuse me, a yellowish tube which my piss used to exit, and some cellulose testicles that they put in a plastic bag inside the little that was left of my scrotum. The doctor said that I wouldn’t go crazy that way. You have a long life ahead of you and you should make the most of it, he commented like any protestant pastor in his Sunday TV show. With the help of two black nurses I sat up on bed and they washed my body being careful not to hurt me. They pretended not to pay attention to my wounds, but they couldn’t deny that they had a castrated body in front of them. I turned my head, saw the rest of the wounded, a great valley of mutilateds I thought. I stood up and walked slowly till I reached the immense windows to the street. The day’s smells brought back the longing to go back to my old town, that faraway place lost in memory.

          On the evenings the nurses were called by those that said to be feeling bad. Later you would hear the screams of pleasure. When this happened, they gave us the tiniest amount of morphine, smiling at us saying that we were in luck. Laying on the stretcher I could imagine myself as a dog on the sidewalk waiting for someone to drop some food. The smells that came into the clinic lost their way between the sheets of the stricken. As well as those the stench of patriotism that the jeeps brought with them. The smells reminded you that you were still alive.

          It was usual to read somebody else’s letters. They left them on the floor or every which way. In those pages you could read their mother’s petitions: take care son; I love you. Come back soon, we miss you. The boy is already walking. In my case letters were few and far apart. And when they got here, I never read them. I let their envelope turn yellowish before giving them back to the postman to return to the sender. I just wished to stay looking at the light that came through the windows; I dreamt in turning into a ray that crossed the plain and never returned. I missed the small pain that you feel in your member when it begins to wake up. No I just felt how that draining tube froze my crotch. The cold forever there.

6

Army Commendation Medal.
Purple Heart.
From Corporal to Sergeant.
A tourist class flight home.
Spit from activists.
Beautiful women at my side.
I didn’t tell anybody that I was coming back.

          When I got back to LA I stayed a couple of days at a dingy hotel. I went down to the street to eat anything. Then I took in a matinee. Afternoons were spent at the beach in Santa Monica, seeing people on the sand resting. Neither the Jew or the others were with me. I don’t know what happened to them.

          The sand burns, but the cold doesn’t leave me.

          I can’t complain, they made me a citizen and in direct line all of my family became US citizens.

          They give me twelve hundred dollars a month.

          We are all very happy, right, son, said Charles in front of the family when I finally got home. I kept quiet, then I grimaced and everybody took it as a frustrated smile. They made a large party in my honor full of people that I didn’t know. They congratulated me. Gave me gifts and hugs. They introduced me to Ursula, a whale of a woman that looked like an idiot, daughter of the uncle that took us in when we first arrived to this country. God I love this country, Charles yells and urges the party onward. Minutes later he takes me by the arm and walks me to the front porch. The evening is hot, Charles looks at me steadfast, he approaches and gives me a hug; it’s your turn to be happy, he whispers in my ear. Ursula is a good woman, he continued saying, it has been arranged, wedding in three months. You can’t say no, he said bluntly, after all your uncle welcomed with open arms when we first arrived to this country, you can’t deny him this favor, then after a while, you may even fall in love. My mother was looking at me from through the windows from the other side of the house. She smiled, raising her hand with a little fright and waved at me.

          Three months later I married the walrus.

7

It was a great wedding, I can’t deny it.
There was beer and good food.

          Before the party ended Charles took me to the bedroom and left me sitting on the bed. Good luck, he said and left. Minutes later Ursula walked in with a salmon colored bathrobe that appeared smeared on her bulging body. She undressed me ceremoniously, then she laid by my side, we stayed still. I fell on my chest her large sweated tits. The closest I had ever been to a woman had been back at the hospital; the nurses would let us touch their ass for a couple of dollars. Ursula bit one of my nipples, took my hand, stretched my fingers and plunged deep within her. I heard her whisper that she loved me. Minutes later she gave squeals similar to those of a pig caught in a trench. When she was done, she kneeled at my side, she said sweetly that it was my turn. She looked for my penis with desperation until she found the draining tube, there were a couple of seconds of silence, then she began tugging on that piece of latex. When she got tired she didn’t say speak, she sat at the edge of the bed and then she said she was sorry. I didn’t hear anything else, I fell asleep.

          Next, morning, when I woke up, she had left already. I dressed slowly and came out of the room to find Charles sitting in front of the TV. Everybody went to have breakfast at the beach, he said before I asked anything. I sat beside him, he gave me a beer: drink it, Pete, it tastes better if you haven’t had any breakfast, he said. The people on TV think we are idiots, don’t you agree, he commented without any real interest. I don’t know, I answered, maybe. Have you picked up your immigration papers? I asked. No, he answered and took another drink. The beach’s sounds came softly form outside.

          At least it was a good lay that chick I got for you, right? He repeated, a good lay. He took another drink from his beer, the he turned to look at me and echoed, a good lay. He finish by saying that I shouldn’t worry, Ursula was not going to come back. That’s ok, I said. I stood up and went to the bathroom, I emptied my pissed-filled bag. I look at myself in the mirror, my face is spoiled due to the long insomniac nights. The screams from the people swimming can be heard far off, but screams after all. I could go back to my father and cross examine him as to why he sent me over to hell, but I now he won’t say anything, he won’t even utter an apology. He is an idiot, I think, a word so week that it seems to be used in a couple’s squabble. An idiot. I went back to the living room, he was still sitting there without paying any attention to anything. I went out of the house, I’ll come back later, I yelled back.

8

          I went to the veteran’s psychiatric ward that is in Long Beach, I walked in alleging post-war schizophrenia. They admitted me with no problems. Now I spend my afternoons sitting on the patio watching the sun go down. I imagine myself in the sea, feeling waves coming over me; I think in the arrival of my father to this country, then I see myself next to him jumping around and asking for things that he can’t give me. Then he transforms into an old man sitting alone in his house. When the surf finally finishes devouring me I can still see some words coming out of his mouth that I can’t understand. God I love this country.

          The other day I dreamt about Ursula. I imagined her naked on the beach. In the dream Ron Jeremy, the porn actor, arrived and fucked her until she cried. I felt happy for her.

          Most of the people here with me are idiots. They spend most of the time crying because they didn’t make anything out of their lives and now they are a bunch of mediocre people locked away in a sanitarium. I tell them not to worry, after all, we have somebody that nobody else has. When they ask what is that thing that nobody else has, I smile, and touch my chin. Figure it out, God I love this country, I finish saying.

9

It’s time to empty my piss bag, I wonder where is that obese woman.
I haven’t gotten a divorce.
I don’t think it matters.
I’m going to change my name.
I love teasing that crazy woman in front… she loves oral sex.

          I’m going to give my father a huge drain tube with its proper piss bag so that he doesn’t have to stand up to go to the bathroom on Sundays.

          I can’t believe they killed the other Kennedy, I hope that Charles doesn’t hear that news.

 

 

Hugo Alfredo Hinojosa is a playwright, fiction writer and essayist, he won the National Fine Arts Award for Literature, in Mexico; his dramatic work has been performed in the United States, India, Mexico, New Zealand and Chile. He was a member of the Royal Court Theatre in London, and was a scholarship holder of the Foundation for Mexican Writers as a playwright. He is currently preparing his first book of short stories.