ISSN 2692-3912

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Vangelis, el tiempo suspendido, el caos

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1. Lamento profundamente no ser un especialista musical ni un maestro que pueda hablar de escalas, notas, ritmo [tiempo]. Apenas soy un aprendiz melómano que, a lo largo de décadas, aprendió a escuchar las obras de Vangelis (Evángelos Odysséas Papathanassíou, 1943-2022), sin saber que eran obras del músico, sin saber que él hizo de la electricidad sonido. Pasión.

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2. Descubrí a Vangelis por accidente. A principios de los años 80, escuché sus melodías en todo tipo de comerciales de televisión locales, en Tijuana. Su música escapaba desde autos convertidos en expendios de helados, eran notas estridentes que también desertaban de los altavoces de las tiendas departamentales. No sabía realmente qué era aquello y, sin embargo, recuerdo tararear cada melodía, que luego descubrí se llamaba Opera Sauvage.

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3. Declara Vangelis: “(…) La música es un lenguaje. Es una memoria del sistema cósmico, una memoria del pasado y del futuro. Sobre todo, es ciencia, no entretenimiento”. De esta frase retomó sus palabras respecto al pasado y futuro. Eso es todo lo que la música, su obra, significó para mí. Una revaloración de lo que no es y aun así te cala en los huesos.

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4. Durante mi infancia vi la adaptación de Ridley Scott de Blade Runner, reinterpretación de Do Androids Dream of Electric Sheep?, novela escrita por Philip K. Dick hacia 1968. Más de cuatro décadas más tarde me descubro revisando una y otra vez no sólo la película de Scott sino escuchando la banda sonora de Vangelis en sus diferentes ediciones, me apasiona. Esa banda sonora es la historia del siglo XX hecha sonido… y es profética porque hoy la historia de hace un siglo retorna y nos trastoca.

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5. ¿Qué escucho en esa banda sonora? Justo, el pasado y el futuro, momentos suspendidos de mi vida, de la vida de los otros que me han acompañado a lo largo de los años, pero sobre todo escucho las palabras de Vangelis intentando a través de la música hablar del caos, del amor, de la pasión, del tiempo y la existencia. Él nos habla de la posibilidad de la inmortalidad, pero sin la humanidad misma.

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6. Soy uno más de una vorágine que retoma el mismo tema y la misma referencia: Blade Runner. La banda sonora de esta película es por demás excelsa porque hace del tiempo un retrato presente en nuestra imaginación. Nos guste o no, todos, somos un eco de nosotros mismos. Una reverberación sobre la existencia que lo mismo envejece que rejuvenece una vez que nos agitan desde el centro. El arte es en sí mismo el diapasón que nos descompone en memoria y arrepentimiento.

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7. No quise pecar, como sé que ocurrirá, de especialista en el músico griego… no hay que mentir. Lo que importa de él no es su herencia sino las pasiones que cimentó en nuestro corazón.

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8. En la película notamos la nostalgia de los personajes, entre ellos Deckard y el androide Roy Batty, no sólo por el mundo que fue sino por el mundo donde cohabitan. La desgracia es que uno de ellos sabe que morirá pronto. Es sencillo, las máquinas apenas vibran, pero éstas no tienen memoria. El humano se mantendrá con vida, pero siempre añorando el tiempo que no podrá apretar en sus manos.

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9. Conforme nos acercamos a la muerte, recorremos sonidos que nos recuerdan instantes preciosos de nuestra vida y que no existen más. Recuerdo las melodías que mi madre escuchaba y en ellas está plasmada su juventud, sonrisas y lágrimas. Cuando las palabras se marchan perduran las imágenes, pero esos fotogramas de nuestra existencia no tienen sentido sin la música, mejor dicho, sin los sonidos.

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10. Vangelis me ha llevado al borde de la nostalgia. Este homenaje brevísimo a su existencia no podría ser distinto. Lo recordaré como un hombre que hizo de la música su voz para la eternidad. Por siempre será joven, por siempre encontraremos que sus reverberaciones en la tierra se parecen a las que dejan escapar las esferas del espacio.

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11. La música de Vangelis, ahora lo sabemos gracias a la NASA y los sonidos que captura del universo, dialoga con las estrellas. ¿Cómo imaginar el sonido del espacio si jamás hemos estado afuera de nuestro mundo? No lo sé, quizá en la profundidad de nuestras células guardamos la memoria de estallido que nos dio la vida, si es que en verdad somos polvo de estrella.

 

 

Hugo Alfredo Hinojosa is a playwright, fiction writer and essayist, he won the National Fine Arts Award for Literature, in Mexico; his dramatic work has been performed in the United States, India, Mexico, New Zealand and Chile. He was a member of the Royal Court Theatre in London, and was a scholarship holder of the Foundation for Mexican Writers as a playwright. He is currently preparing his first book of short stories.

Adiós Eduardo, adiós Lizalde

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Algunos poetas contemporáneos tienen pésima fama por la síntesis de su obra, porque hacen de tres palabras ligadas un poema que perece por insustancial. Pero podemos entender que son gustos, formas propias de la vorágine moderna donde la atención misma es una moneda de cambio bastante cara. No es esta una revisión de tradiciones, sino un sentido adiós a un poeta que tuvo en las palabras una barcaza fiel sobre la que jamás naufragó. Para Eduardo Lizalde toda mi admiración, entre tantas cosas, sí por su poesía, sí por tener siempre entre sus dedos, lápiz y papel, sobre donde volcar las palabras perfectas para hacernos llorar en silencio, sonreír entre lágrimas y enamorarse no de la vida sino de la intangibilidad de los sentimientos sembrados entre el barro.

 

Lizalde fue de los pocos escritores realmente comprometidos con las brevísimas revoluciones culturales del país, que no por breves fueron menos graves ni dolorosas. El poeta estuvo presente y en contra de las ocupaciones de las vocacionales. Parafraseo aquí una nota publicada en El Universal, con fecha del 20 de septiembre de 1968: “La Universidad no merecía esto, está fuera de toda legalidad y honorabilidad”, respecto a la tensión y violencia que incrementaba poco a poco, desde el mes de agosto del mismo año cuando el ejército irrumpió en diversas instalaciones universitarias para hacerse del control de los espacios. La nota antes mencionada fue también una respuesta a la carta publicada por parte de una comitiva de creadores, que fue dirigida al presidente de la república, Gustavo Díaz Ordaz:

 

Ante el hecho vergonzoso, anticonstitucional de la invasión y ocupación militares de la Ciudad Universitaria, denunciamos:

a) El uso anticonstitucional del Ejército apoyando actos también anticonstitucionales (artículos 29 y 129).

b) Suspensión de hecho de las garantías constitucionales (artículos 1°, 9° y 29°).

c) Cesación de la autonomía universitaria.

d) El ejercicio de medidas represivas en sustitución del diálogo democrático (artículo 8°).

e) La clausura oficial de todo proceso democrático en el país.

f) La detención ilegal, arbitraria y totalmente anticonstitucional de funcionarios, investigadores, profesores, intelectuales, empleados, estudiantes y padres de familia, cuyo único delito era encontrarse en el centro de estudios en el momento en que fue ocupado por el ejército (artículos 1°, 29°). Demandamos, por lo tanto, de usted, como presidente de México y Jefe Máximo del Ejército, el acatamiento irrestricto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.

México, D.F. 19 de septiembre de 1968

 

Firmaron: Inés Arredondo, Carlos Monsivais, José Revueltas, Jorge Ayala Blanco, Tomás Segovia, Juan José Gurrola, Rosario Castellanos, Oscar Chávez, Juan Rulfo y Eduardo Lizalde, entre otros. (información tomada del artículo: 1968. Demografía y movimientos estudiantiles de Luis E. Gómez).

 

Así, Lizalde estuvo presente en los grandes cambios sociopolíticos del país como un protagonista que, desde las letras, daba la batalla sin ocultar el rostro y sin lírica barata de por medio. Hoy, es común el vendaval de poetas que lanzan sus arias a favor del proletariado y obreros, sin jamás haber laborado un solo día en su vida. La coherencia debe ser fundamental para cualquier escritor, pero en nuestro país hay demasiados farsantes modernos.

 

@Pascual Borzelli Iglesias

De la poesía de Eduardo Lizalde podemos escribir aquí sendas historias. Pero lo que rescato es su tarea por la metáfora aguerrida, llena de sustancia que más parecía una filosofía propia de un enamorado sin amor. Qué tragedia vivir enamorado sin ser amado, qué fortuna odiar por creer que es parte del amor y sentir que es verdad.

 

En su fragmento “Grande es el odio”, tomado de El tigre en la casa (1970), nos da una lección del amor y el odio desde una perspectiva más apegada a la postura de Heráclito y su relación con la guerra:

 

Nacen del odio, mundos,
óleos perfectísimos, revoluciones,
tabacos excelentes.

(…)

Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,
dentro del sueño de alguien que nos ama,
ya vivimos el odio perfecto.

(…)

Nadie vacila, como en el amor,
a la hora del odio.

(…)

El odio es la sola prueba indudable
de la existencia.

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Del odio al amor hay un paso, reza la sabiduría popular; el odio para Lizalde es la comprobación del amor en su más pura esencia. Poder haber amado tanto que luego se odia por la distancia y la imposibilidad. Y es ese odio Heráclito el que también es motor para el olvido, para la transformación. El amor en su más pura y obvia metáfora es una forma de la guerra. Hacer el amor es hacer la guerra y sobre todo una tregua entre la palabra y la caricia aletargada. La poesía de Lizalde la veo, perdonen, ligada a la tradición del mismo Jaime Sabines. Octavio Paz cocinaba otros versos, otros tiempos, amores estoicos en todo caso. La pérdida de Lizalde es incalculable porque así era su talento. Puro y preciso, ardido en el sentido del reclamo. Puro en su capacidad política.

 

Han comenzado a marcharse los últimos maestros vivos, lo mismo músicos que escritores, actores, y pintores, el nuevo siglo se queda sin los íconos del siglo XX. Necesitamos reconocer a las nuevas voces que habrán de brindarle rostro a las tradiciones literarias del mundo tecnológico, de esta gran revolución donde se lee más que nunca sin leer. Vale la pena reparar en la escritura como una forma no de resistencia sino de subsistencia. Subsistir es hoy por hoy el dilema de la escritura, hay tanto que leer, tan poco tiempo. La literatura ha girado más a la mercadotecnia de las modas doctrinarias, qué gran pesar… los escritores esperan su momento para poder aterrizar en la moda. Ojalá que perdure la poesía de Lizalde, así como la de Bonifaz Nuño, que el tigre metafórico al que dio vida don Eduardo permanezca al acecho no de nuevos lectores sino de amantes, de adolescentes, por favor, que a través de la poesía se enamoren entre sí, se desnuden palmo a palmo alejados de la decadencia poética del aparato digital.

 

 

 

Hugo Alfredo Hinojosa is a playwright, fiction writer and essayist, he won the National Fine Arts Award for Literature, in Mexico; his dramatic work has been performed in the United States, India, Mexico, New Zealand and Chile. He was a member of the Royal Court Theatre in London, and was a scholarship holder of the Foundation for Mexican Writers as a playwright. He is currently preparing his first book of short stories.

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Older and Bitter: Some Poems from “Bias” (2015).

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the marvels rest

and the moon moves the windows

i kiss your hair as if kissing the world’s mouth

but the viscous voice of winter

asks me not to persist like the ant i am

asks me to stop dreaming

and with eyes blackened by sleep and rage

i still wish by your side

to burn the sky

to extricate one tear from the sea

 

***

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.[…] que todavia,

que todavia, se escuchen los gritos de nuestro amor

raúl zurita

.

 

when the day is over

i remember love as the glass of water spilled on a table

i feel the day oozing from my body

from the centre of life

when i lie down

i watch the night open over me

and think about love as god

screaming at us each day

birds make us grind our teeth

to tolerate everything

because for certain

it’s all too much

too much

 

***.

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at night i can the hear dust slide inside my head

fleeing through the organs

covering me

to calm the swing

of a body throbbing underneath

body of a son

i had to let go

.

old and bitter

a chair is growing inside me

look at the incomplete landscape

all the statements i’ve been

.

saved by dust

his death that grows

identical to the mother

 

***.

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i bite your elbows

i bite your knees

i slip through the looting of insomnia

a thunder of snow covers the animal of me

hidden in coordinates of yearning

where i lurk

.

***.

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the morning mist is my father

on his stretcher

waking up from the anesthestic

.

my father

a cloud with a needle

in its arm

 

.

***.

 

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faun

.

my old scar hurts

my neck still hurts from your hooves

and the endless ivory of heaven

and your forest grin

with its mosswounds

 

***.

.

him

.

I

.

outside my house

the hoarse waters of early morning

parade through our lips

.

II

.

his eyes tiger through the kitchen

he explains the beheading of childhood

inside me

falling into the unborn excavation

of myself

.

III

.

the days rise like arrows of barborous light

he bites and is torn away

and when he exits

i don’t know how

split i am

which arrow i am

.

IV

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for lou reed

.

we feed animals to live in the mind’s zoo

then we watch a movie

but really

all attention is drawn to the sudden inclination

we have to breathe underwater

together

.

V

.

we take the road he drives

his voice clear as a glass of water

i drink and the clouds stare at us

becoming salt

even the stones evaporate

and the sky is a demented pet

who loves us

 

***.

.

dreamt of a pool of blood

and my sleeping body was a drawing in the background

a drawing that went out to bathe under a dislocated sun

a holy day to lie down beside you on the lounger

and say

—your love of death love has worked out well

sink your sweetened foot

afflicted by devotion

.

***..

.

childhood

.

my dog transfigures into a corpse

i sleep with the anger of mud

chickens fall to the drain, flattened by my toys

a hundred sunsets laugh at me

trapped in the broken bone of a house

darkness running over my eyes

stagnated by a future, unarriving

 

***

 

Translated from Spanish by James Byrne

Sesgo. Ediciones Sin Nombre (Cuadernos de la Salamandra), 2015

 

 

Claudia Berrueto was born in 1978. She is a poet from Saltillo, in Coahuila, the north of Mexico. She is a fellow of the Foundation for Mexican Literature (2005-2006), and National Fund for Culture and Arts, (2009-2010/2011-2012). Her work has been included in the Anthology of Mexican Poetry: from the second half of the 20th century to the present (2014). Her collection, Polvo doméstico (Domestic Dust), won the national prize of poetry in Tijuana in 2009. Her latest collection, Sesgo (Bias), won the Iberoamerican Prize Fine Arts of the Poetry Carlos Pellicer in 2016, this book was reissued in Ecuador within the Alfabeto del Mundo Collection (La Castalia/Lineaimaginaria Ediciones) in 2021, and also in Chile (Cinosargo Ediciones) in 2022. Claudia is President of the Seminary of Mexican Culture in Arteaga, Coahuila. In 2018, she joined the National System of Art Creators. She is currently editorial coordinator of Dissemination and Cultural Heritage at the Autonomous University of Coahuila.

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James Byrne is a british poet, editor, translator and visual artist. His most recent poetry collections are Places You Leave (Arc Publications, 2021), The Caprices, a response to Francisco Goya’s ‘Los Caprichos’ (Arc, 2019), Everything Broken Up Dances (Tupelo, US, 2015) and White Coins (Arc Publications, UK, 2015). He was the editor of The Wolf, an influential, internationally-minded literary magazine between 2002 and 2017. In 2012 he co-translated and co-edited Bones Will Crow, the first anthology of contemporary Burmese poetry to be published in English (Arc, 2012, Northern Illinois University Press, 2013) and he co-edited I am a Rohingya, the first book of Rohingya refugee poems in English. He is the co-editor of Atlantic Drift: An Anthology of Poetry and Poetics (Edge Hill University Press/Arc, 2017) and Voice Recognition: 21 Poets for the 21st Century, published by Bloodaxe in 2009. Byrne is currently Reader in Contemporary Literature at Edge Hill University.

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Una mujer guerrera de Long Beach: género y música de Jenni Rivera

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“Soy una mujer normal de Long Beach. La que triunfó en un mundo de hombres,” así es como empieza la famosa cantante ranchera, Jenni Rivera, en su autobiografía titulada Inquebrantable: Mi Historia a Mi Manera. En su obra, Jenni nos comparte experiencias de su vida y relata sobre los obstáculos que había enfrentado como mujer en diferentes aspectos. Por ejemplo, ella habla especialmente sobre sus luchas como esposa, madre, cantante y artista femenina y latina. El concepto del feminismo es algo muy importante para ella y es evidente que su meta en esta obra es abrirse vulnerablemente para inspirar a otras mujeres y promover el feminismo. Es por eso que en este ensayo, me enfocaré en ese tema central y como ella ha logrado luchar en contra de los estereotipos de las mujeres a través de su carrera. Además, nos enfocaremos en el legado e impacto que ha dejado hasta hoy en día como una mujer mexicoamericana.

Originalmente nombrada Dolores Janney Rivera Saavedra, Jenni nació el 2 de julio del año 1969 en Long Beach, California. Ella fue la primera hija que tuvieron sus padres Pedro y Rosa Rivera en los Estados Unidos, ya que habían emigrado de México durante el tiempo que estaba embarazada Rosa. En la autobiografía, Jenni nos comparte que su madre trató de abortar al principio porque sus padres, necesitaban ahorrar dinero para mantener a Pablo y Gustavo, los dos hijos que ya tenían. Sin embargo, como dice el dicho, “Dios siempre tiene planes más grandes” y Jenni entró al mundo para cambiar las vidas de muchas personas.

Siendo la única hija por mucho tiempo y rodeada de hombres, sus hermanos le enseñaron desde muy chica cómo defenderse y tener un carácter fuerte para no dejar que nadie se metiera con ella. En su obra, ella describe que viviendo en los barrios de Long Beach no era fácil porque uno siempre tenía que cuidarse la espalda, especialmente siendo una muchacha joven porque era susceptibles al acoso sexual y la violación. Por ejemplo, en la autobiografía, ella relata una de sus primeras experiencias de acoso sexual y menciona, “Cuando estaba en el primer grado, Arturo, el niño que me gustaba, me preguntó si estaba bien si me metía la mano por debajo del vestido” (p. 13). Luego explica que después de eso, decidió convertirse en un “tomboy” para tratar de parecerse más masculina y protegerse. Incluso, ella menciona que tenía que mantener ese carácter fuerte y casi ocultar su identidad como mujer porque cuando les platicó a sus hermanos sobre lo sucedido, ellos le dijeron, “Si vamos a oír rumores, es mejor que sea que te los madreaste — ¡Lo que les diste una patada en los huevos! — me advirtieron —. ¡Y no te atrevas a venir llorando a casa, tampoco!” (p. 14). Como resultado, sus hermanos y padre eran muy duros con ella y se ganó en el barrio la reputación de “la niña que se madreaba a los niños”.

A pesar de que era peleonera, Jenni era una buena estudiante con mucha capacidad y sus maestros siempre la motivaban para salir adelante. Cuando estaba a punto de terminar la secundaria, decidió que ya no quería meterse en peleas que no valían la pena y empezó a enfocarse más en sus estudios. También notaba lo duro que trabajaban sus padres para darles a ella y a sus hermanos lo suficiente para un futuro mejor. Es por eso que le inculcaron el valor de la educación. Jenni explica que su madre en especial “quería que usara mi cerebro; sabía que su hija podía ser doctora, abogada, profesora, cualquier cosa que me diera un certificado o un título” (p. 20). También las palabras de su padre se mantuvieron muy firmes en su mente siempre, “hagas lo que hagas, mija, tienes que ser la mejor. Sé diferente a todos. Destácate” (p. 21). Aunque su meta era cumplir con los deseos y expectativas de sus padres, la vida le puso pruebas difíciles para llegar a ese punto. Como ella dice en su autobiografía, “cuando pasamos por experiencias difíciles, pruebas o tribulaciones, es porque Dios sabe que las podemos superar” (p. 81). En el año 1982, conoció a su primer amor llamado Trinidad, o mejor conocido como “Trino”, quien marcaría su vida para siempre. Jenni tenía trece años y en ese entonces Trino tenía diecinueve. Se conocieron en el trabajo de Trino, donde era cajero para un restaurante de comida rápida. Jenni y sus amigas entraron un día durante ese verano e inmediatamente, Trino estuvo muy interesado en ella. Le empezó a cortejar y aunque los papás de Jenni no querían que tuviera novio o que saliera con chicos hasta los quince años, ella veía a Trino a escondidas. Cuando cumplió catorce años, Trino trató de estar más involucrado con su familia para empezar una relación cordial con ellos y quedar bien para cuando pidiera permiso oficialmente a sus padres. Primero, se convirtió en el amigo de su hermano Gustavo y de allí tuvo más confianza con los demás.

El 2 de julio del año 1984, Jenni cumplió sus quince años. Ese mismo día ella y Trino les dijeron a sus papás sobre su amor, y Trino les pidió oficialmente por su bendición. Al principio sus padres estaban totalmente sorprendidos, pero al final de cuentas, les dieron la bendición y se hicieron novios. Jenni pensaba que estaba muy enamorada de él y como era su primera relación, confiaba mucho en él y en sus palabras. Tanto que después de unos meses de estar juntos, quedó embarazada y es cuando todo cambió totalmente. En su relato, Jenni explica, “Como era costumbre en una familia tradicional como la mía, yo no iba a poder vivir en esa casa estando embarazada. Tendría que vivir con Trino y nos tendríamos que casar” (p. 40). Esto refleja las costumbres antiguas que la mayoría de las mujeres tenían que respetar, y como faltaba el apoyo de los padres, quienes eran las cabezas de la casa, Jenni tuvo que madurar en ese momento y rehacer su vida.

Además, como ella había adaptado la mentalidad de ser una guerrera fuerte e inquebrantable, ella explica que cuando los problemas surgieron entre ella y Trino, trataba de pensar en eso, diciendo, “en mi familia siempre me llamaban ‘inquebrantable’, y nunca quise romper esa imagen de mi mísma… en el exterior mantuve mi cabeza en alto y mi imagen de chingona… pero por dentro me estaba muriendo” (p. 44). Las cosas se pusieron peores entre Trino y ella con cada día que pasaba. Después de casarse, Trino cambió totalmente con ella y se convirtió en un hombre tóxico, violento, abusador, y demasiado machista. Por ejemplo, al principio no la dejaba ir a la escuela con la excusa de que “ninguna mujer suya iba a seguir asistiendo a la escuela… quería que me diera de baja y me quedara en casa y fuera toda una ama de casa” (p. 42). Aquí notamos de nuevo esas costumbres conservadoras en donde degradan a las mujeres y sus capacidades, pero lo significativo es que Jenni no se dejó y siguió insistiendo hasta que después de varias peleas físicas entre ambos, pudo ir a una escuela de continuación.

Esa mentalidad de no dejarse ceder era muy importante para que Jenni enfrentara cada siguiente obstáculo con valor y fortaleza aunque la mayoría del tiempo era demasiado difícil. Ella explica la razón por la cual soportó muchísimo porque ella quería “estar con él y hacer que funcionara nuestra relación para el bien de mi hija, y por la creencia anticuada de que debía de estar con la misma persona por el resto de mi vida al igual que mi madre” (p. 45). Era evidente que su familia, especialmente sus padres y sus ejemplos, fueron muy influyentes en su vida. Ella pensaba que tenía que aguantar lo que experimentaba con su marido porque eso era lo que aprendió de sus padres. Es por eso que a través de experiencias como estas, las mujeres pueden aprender la importancia de valorarse más ellas mismas y no dejar que ningún hombre trate de controlarlas ni impedir sus metas que quieran lograr. Jenni sabía que tenía que salir adelante para el bien de su hija, así que empezó a ir a la escuela y luego consiguió trabajo como cajera para una tienda de videos.

Después de un intento de suicidio y llegar casi al borde de la muerte, Jenni decidió dejar a Trino definitivamente y para su salud y salud mental, fue ingresada a un centro de rehabilitación en donde encontró a Dios. Su fe fue otro aspecto muy importante para que ella pudiera salir adelante. No fue nada fácil, y aunque hubo momentos en donde volvía darle oportunidades a Trino, ella seguía luchando y logrando sus metas para poder mantener a los tres hijos que acabó teniendo con él: Janney (“Chiquis”), Jacquie, y Michael. Al terminar la preparatoria, recibió una beca para estudiar en el colegio de Long Beach City, donde se graduó con un título en administración de negocios. Cómo aprendió a ser muy trabajadora a través de sus padres, también había empezado a buscar empleos en donde pagaban una buena cantidad de dinero. Descubrió oportunidades en bienes raíces y en 1990, inició su carrera como agente de bienes raíces por una compañía privada en Long Beach. Con eso, ella pudo lograr comprarse una casa propia para darles un hogar a sus hijos.

  La música también fue otro aspecto muy importante en la vida de Jenni. Desde niña, a ella le gustaba cantar y hacer espectáculos para su familia. Su padre era su admirador más grande y siempre soñaba con la esperanza de que Jenni se realizara como una gran artista. Sin embargo, no fue hasta después de más de diez años, cuando tuvo la edad de 22, ella decidió a reintentar una carrera musical. Empezó trabajando medio tiempo en la disquera de su papá y como regalo del día del padre, Jenni grabó un disco para él. Al estar muy emocionado y seguro de que el mundo se enamorara con su talento, mandó su disco a la disquera de un amigo y de allí la contrataron para formar parte de la disquera. Aunque fue contratada, su camino hacia la fama fue muy difícil. Ella explica, “no querían tocar mis canciones en la radio porque me negaba a ser la típica cantante latina… en la comunidad latina, las cantantes femeninas tenían que ser hermosas y flacas, y su música sin sentido” (p. 2). Con su carácter fuerte y su forma de ser, Jenni fue muy clara en sus intenciones al estar involucrada en la industria musical. Lo que trata de explicarle a su audiencia es la importancia de mantenerse auténtica y genuina en todos los aspectos. Era importante demostrarle al mundo que siendo simplemente ella misma era suficiente para convertirse en una estrella. Por ejemplo, ella explica que “quería triunfar a base de mi talento o no triunfar en absoluto” (p.2). Incluso, también es significativo mencionar que en ese tiempo no había mujeres cantando narcocorridos ni música regional mexicana tan pesada y la gente decía que “las mujeres no éramos suficientemente fuertes o auténticas para cantar sobre el mundo peligroso” (p. 2). Aunque los sellos discográficos pensaban eso, Jenni estaba dispuesta a romper esos estereotipos y quería demostrarle a los demás que sí era capaz de cantar sobre lo que ella quisiera. Por eso escribió canciones como “La Chacalosa” y “Las Malandrinas” para empoderar a las mujeres y atraer atención al feminismo. Especialmente, Jenni quería dejar como mensaje que las mujeres son capaces de las mismas cosas que hacen los hombres. Pueden hacer sus propios negocios, hacer su propio dinero, ser independientes, etc. Además, en su obra, ella explica que sentía que su propósito era “ser una peleonera que no discriminaba a nadie por su sexo, raza o religión y que creía en la igualdad de oportunidades” (p. 14). Era evidente que, aunque tenía que luchar por muchos años y ser paciente en el proceso, ella se dio cuenta de la importancia de ser esa voz para futuras generaciones.

  Poco a poco su base de admiradores empezó a crecer tras los años y sus reconocimientos en los premios musicales. Después de que salió su álbum Parrandera, Rebelde y Atrevida en 2005 en los Estados Unidos y México, empezó a ser reconocida como “La Diva de La Banda” y ganó por novena vez el premio del Artista del Año en Música Regional Mexicano de “Premios lo Nuestro”. Desde allí el resto es historia. Según en el ensayo de Yessica García-Hernández, una profesora de la Universidad de California San Diego, Jenni Rivera era “la primera mujer en popularizar internacionalmente la música regional mexicana” y fue la primera artista latina que “logró llenar algunos de los teatros y arenas más grandes, como Staples Center, Nokia Theater, y Teatro Gibson” (2). Antes de que falleciera en el 2012, Jenni también logró vender más de quince millones de discos a nivel mundial. Su música resonaba con muchísimas mujeres de diferentes historias, resultando en una base de admiradores diversos. Como sus canciones hablaban de sus dificultades en el amor, las críticas que recibía por estar sobrepeso, y el abuso que experimentaba, muchas mujeres podrían identificarse mucho con ella ya que eso eran cosas muy corrientes en la comunidad latina.

  García-Hernández también explica que las canciones de Jenni sirven como “pedagogías sónicas en donde sus admiradores escuchan sus canciones como forma de aprendizaje para sobrellevar los obstáculos que están enfrentando en sus vidas” (3). También lo usan como una forma de esperanza porque al ver que ella pudo lograr superar cosas muy difíciles en su vida, les ayuda tener una mentalidad positiva y les ayuda a creer en sí mismos para salir adelante. Además, a través de unas entrevistas que hizo García-Hernández con admiradores de Jenni, descubrió que su música también ha ayudado a “promover solidaridad entre mujeres” (3). Algunas se han convertido más expresivas y dispuestas a colaborar con otras mujeres para atraer más atención a temas importantes para la comunidad de mujeres latinas. Al mismo tiempo, gracias la historia y el talento de Jenni, ayudó a unir y profundizar relaciones más personales, entre madre e hija, hermanas, amigas íntimas, primas, tía y sobrina, etc. Sus obras han ayudado a que mujeres puedan tener conversaciones entre ellas mismas sobre sus propias experiencias y luchas con el amor, la violencia doméstica, abuso o acoso sexual y con sus propias imágenes.

  Sin duda alguna, Jenni Rivera es un ícono femenino y un gran modelo para seguir para mujeres latinas. Su historia y su talento han influido las vidas de millones de mujeres alrededor del mundo y su legado sigue siendo muy importante para futuras generaciones. Ella ha contribuido al avance de artistas latinas en la industria musical y sirve como ejemplo de no someterse al machismo. Ella nos enseña a apreciar nuestra forma de ser y todos nuestros talentos que tenemos que ofrecerle al mundo. Ser una misma y seguir nuestros sueños es lo más auténtico que uno puede ser, y sobre todo, tener la mentalidad de no rendirse es sumamente importante. Finalmente, Jenni nos ha enseñado a ser guerreros y guerreras inquebrantables.

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Bibliografía:

 

García-Hernández, Yessica. “Sonic Pedagogies: Latina girls, mother daughter relationships, and

learning feminisms through the consumption of Jenni Rivera.” Journal of Popular Music

Studies 28.4 (2016): 427-442.

Rivera, Jenni. Inquebrantable: Mi Historia a Mi Manera . Atria Español, 2013.

 

 

Alexis Rábago es estudiante de la Universidad del Pacífico, en Stockton, California.

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Éxtasis Medea

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Inesperadamente, Medea llega a la habitación de Creúsa. Lleva consigo una maleta, un abrigo… el perfume de una despedida.

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CREÚSA

Medea…

MEDEA

Creúsa.

CREÚSA

¿Qué haces aquí?

MEDEA

Vengo a visitarte.

CREÚSA

Es… mi casa.

MEDEA

Sí. Ya sé.

CREÚSA

Ya te vas…

MEDEA

Sí. Vine a decirte adiós.

CREÚSA

… es raro que tú estés aquí. Y que estemos solas… tú y yo.

MEDEA

Raro, pero no imposible.

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CREÚSA

No me gusta.

MEDEA

¿Porque crees que somos enemigas?

CREÚSA

No… somos nada.

MEDEA

Somos mujeres. Ligadas.

CREÚSA

Ligadas no.

MEDEA

Mi ex marido, mañana tu marido: nos ata.

CREÚSA

A mí no. Quiero decir: no a ti.

MEDEA

Eso crees. O quieres creer. Pero en esos hilos sutiles y silenciosos que unen a los seres vivos: tú y yo estamos en el mismo nudo.

CREÚSA

No me gusta.

MEDEA

A mí tampoco.

CREÚSA

… ¿entonces?

MEDEA

¿Crees en Dios?

CREÚSA

Tengo miedo.

MEDEA

Por eso, ¿crees en Dios?

CREÚSA

… vienes a destruirme.

MEDEA

No.

CREUSA

O vienes para algo peor.

MEDEA

No.

CREUSA

Eres Medea. Eres capaz de cualquier cosa.

MEDEA

Tengo mala fama.

CREUSA

Sí.

MEDEA

Tú tienes buena fama.

CREÚSA

Sí.

MEDEA

Por eso eres la elegida. De hoy.

CREÚSA

…elegida. Suena horrible.

MEDEA

Sobre todo porque las elecciones cambian, ¿sí sabes eso, verdad?

CREÚSA

…me da igual. Lo que digas.

MEDEA

No debería darte igual.

CREÚSA

mh.

MEDEA

Hay algo “anímico” en las decisiones, las elecciones, las…encrucijadas.

CREÚSA

Mh.

MEDEA

Sí.

CREÚSA

…está bien.

MEDEA

Todo lo anímico es… arriesgado.

CREÚSA

¿Viniste para hablar de cosas así?

MEDEA

No te preocupes.

CREÚSA

¿A qué vienes?

MEDEA

No eres generosa con tus visitas.

CREÚSA

¿Qué quieres de mí?

MEDEA

Nada.

CREÚSA

No te creo.

MEDEA

Es uno de los problemas de la mala fama. Nadie me cree.

CREÚSA

Por algo será.

MEDEA

No es bueno creer todo lo que se dice, a veces es conveniente comprobar las cosas en carne propia.

CREÚSA

Prefiero que te vayas..

MEDEA

Pero vengo a dialogar.

CREÚSA

No me preguntaste si yo quería hablar contigo. Esto es una… invasión.

MEDEA

Tú tampoco me preguntaste si yo quería intercambiarte a mi marido. Tu invasión es… global.

CREÚSA

Vienes a hablar de… él.

MEDEA

No. Vengo a hablar de nosotras.

CREÚSA

“Nosotras”.

MEDEA

Sí.

CREÚSA

No me gusta que me incluyas en ti. Que me pluralices.

MEDEA

Te conviene. Me conviene. Nos conviene. Es conveniente que hablemos.

CREÚSA

Tú no haces nada sin sacar provecho.

MEDEA

Por eso: estoy aquí porque nos conviene a las dos.

CREÚSA

Quieres envolverme en algo.

MEDEA

¿Envolverte? No.

CREÚSA

Algo me vas a hacer..

MEDEA

Nada.

CREÚSA

¿Qué quieres de mí?

MEDEA

Sinceramente: nada.

CREÚSA

Bueno, pues entonces ya sin nada, puedes irte.

MEDEA

Vine a desearte buena suerte. Y darte algunos consejos… de esposa.

CREÚSA

…no te creo.

MEDEA

Tengo experiencia.

CREÚSA

Pero es tuya. A mí me tocan otras cosas.

MEDEA

Toda esposa debe estar prevenida, de ciertas cosas, del hombre.

CREÚSA

Suenas antigua.

MEDEA

¿Te gusta lo normal?

CREÚSA

… no entiendo.

MEDEA

Lo normal. Lo que es, como es.

CREÚSA

¿Cómo… qué?

MEDEA

Así. Normal.

CREÚSA

…no sé. Eres rara. No te sigo el hilo.

MEDEA

Está bien: lo natural, así, lo normal, natural.

CREÚSA

… no sé qué decir. Siento que me estás enredando.

MEDEA

Por ejemplo: todo lo que cabe en la palabra “normal” es normal.

CREÚSA

…claro.

MEDEA

Y, a lo mejor, todo lo que cabe en la palabra “natural” es comestible.

CREÚSA

…ah.

MEDEA

Y comer, el acto de tomarse el tiempo para comer, devorar, tragar, saborear, digerir, chupar, lamer, es salvaje. Lo que nos hace ser mamíferos.

CREUSA

…sí.

MEDEA

Llorar también es de mamíferos.

CREUSA

… los mamíferos como… tú, o yo.

MEDEA

Así es. Como nosotras.

CREÚSA

…bueno...

MEDEA

La verdura es natural, también la fruta, el agua del manantial, la vaca y su leche, lo mismo de las cabras y las ovejas, las raíces, las semillas, las gotas de la lluvia, los ancestros son naturales a nosotros.

CREÚSA

…vaya.

MEDEA

La mayoría de las cosas naturales son… estomacales. Hay algo carnívoro. Como si la naturaleza se usara a sí misma para alimentarse.

De pronto, somos algún tipo de nutriente de algo, para alguien.

CREÚSA

¿Y todo esto qué quiere decir?

MEDEA

Ya ves que dicen que soy bárbara. Sí. Me gusta la Naturaleza. Y sus nutrientes.

CREÚSA

… ¿Y? ¿A mí qué con tu descripción mamífera?

MEDEA

¿En qué me quedé?

CREÚSA

¿A dónde quieres llegar?

MEDEA

En los nutrientes.

Sí, en las cosas nutritivas siempre hay algo de abuso. Las vitaminas salen de un proceso tortuoso, desde su materia prima. El jugo fresco de la mañana es una masacre para la naranja.

CREÚSA

Toda esta filosofía tuya tiene doble sentido… y… me estás poniendo nerviosa.

MEDEA

No es filosofía, es realidad.

CREÚSA

…por eso. Al grano.

MEDEA

Lo que sirve, lo “útil”, siempre ha salido de una competencia en la que algo o alguien perdió.

CREÚSA

Quieres decir que nosotras estamos en competencia. O quieres decir que yo soy útil.

MEDEA

Ninguna. Quiero decir algo que no conoces todavía, pero que estás a punto de conocer.

CREÚSA

…es que tú sabes muchas cosas. Incluso las desconocidas. Ja.

MEDEA

Ja.

CREÚSA

Hasta sabes de mi intimidad.

MEDEA

No. No vengo a hablar de sexo.

CREÚSA

Mh.

MEDEA

El sexo de la pareja, que es el sexo de todos los días: es igual en todas las personas. Yo conozco el sexo de Jasón. Y puedo imaginarme el tuyo. Y veo, nítidamente, cómo son los dos ahí, en el enredo de sus cuerpos. Lo veo, tan, tan claro: que estoy ahí. Con ustedes. En medio. Mojada con sus fluidos…

CREÚSA

Puaj.

MEDEA

Sí. Puaj. Por eso no quiero hablar de eso.

CREÚSA

Mejor.

MEDEA

Yo hablo de la otra intimidad.

CREÚSA

¿Otra… cuál será?

MEDEA

Ser madre.

CREÚSA

… ¿tus hijos?

MEDEA

No. Ser madre.

CREÚSA

Es lo mismo.

MEDEA

No. No es lo mismo.

CREÚSA

No entiendo.

MEDEA

Las madres servimos.

CREÚSA

… No siempre.

MEDEA

¿No siempre?

CREÚSA

Hay madres… inútiles.

MEDEA

mh.

CREÚSA

…y hay madres anti madres.

MEDEA

También.

CREÚSA

Claro que algunas son… necesarias.

MEDEA

En la maternidad siempre alguien sale perdiendo.

CREÚSA

¿Alguien…?

MEDEA

Alguien.

Todos lo sabemos.

Ser madres es… salvaje.

CREÚSA

Ah.

MEDEA

No nada más por la carnicería del cuerpo. O por la sensualidad del cuerpo. También por, como tú dices, por ser necesaria.

CREÚSA

… ¿qué carnicería del cuerpo?

MEDEA

El parto.

CREÚSA

MEDEA

¿No dices nada?

CREÚSA

No… no sé qué decirte.

MEDEA

No me digas: “no es cierto”.

CREÚSA

¿De qué? Has dicho muchas cosas.

MEDEA

Que la maternidad es salvaje. Peligrosa.

CREÚSA

Ah.

MEDEA

Los hijos son comida, y las madres también somos comida. Somos comidos y nos comemos… de algún modo. O de todos los modos. Pero en tiempos diferentes. Porque hijos y madres tenemos diferencias temporales. Y ya sabemos que el tiempo es abusivo, para sacar provecho de sí mismo.

CREÚSA

…como no me interesan los hijos, me da igual todo esto.

MEDEA

Jasón, tu inminente esposo, tiene dos hijos, conmigo.

CREÚSA

No todo se comparte en el matrimonio. Por eso es matrimonio.

MEDEA

Ah.

CREÚSA

…ah.

MEDEA

¿Qué piensas hacer con mis hijos?

CREÚSA

Nada. No son míos.

MEDEA

Pero son seres vivos.

CREÚSA

Pues que vivan.

MEDEA

No te importan.

CREÚSA

No.

MEDEA

Pero tampoco los… detestas..

CREÚSA

No. Son bellos. Son educados. Cándidos. Son inteligentes. Son tus hijos. Pero ahí, en su lugar.

MEDEA

…su lugar.

CREÚSA

Sí.

MEDEA

¿Qué lugar?

CREÚSA

No sé. No entiendo mucho de esa parte de mi nueva vida. Debe ser algo hereditario. A mi familia no le gusta los niños. Mi papá dice que los hijos son “o propios o disecados”.

MEDEA

Yo he analizado las tormentas.

CREÚSA

… ¿qué?

MEDEA

Las tormentas.

CREÚSA

…qué bonito.

MEDEA

Y he tenido partos.

La tormenta cae. Sin razón.

Como el parto me usó. Sin razón.

Mis hijos me obedecen sin razón.

Y mi cuerpo se descompone, sin razón.

CREÚSA

… a lo mejor hay alguna razón. Hay razones escondidas. O guardadas por ahí.

MEDEA

A lo mejor. Pero no tengo posibilidad de… encontrarla.

CREÚSA

A mí me gusta buscar cosas perdidas. Tienen algo tierno.

MEDEA

Mira. No lo había pensado.

CREÚSA

Me da igual.

MEDEA

El cuerpo maternal es una víctima. Y es horrendo.

CREÚSA

… hay algo dulce en los objetos y las razones perdidas. Mejor dicho: las causas. Bueno, en todo. Lo perdido es… acariciable.

MEDEA

Piensas bien.

CREÚSA

Gracias.

MEDEA

No sé cómo llegué aquí: a esta carne usada, a esta piel cansada, a mi pelo más rebelde de lo normal. ¿Cómo llegamos las madres hasta este punto donde la maternidad va en contra tuya?

CREÚSA

…no sé.

MEDEA

Son noticia madres que matan a sus hijos, madres que torturan a sus hijos, madres que se suicidan con sus hijos, y otras cosas terribles que hacen las madres en un acto desesperado, en el que los hijos están ahí, como otras cosas que están ahí, al lado de las mujeres, que son madres. Una mesa, una cobija, un biberón, una estufa, zapatos sucios, pañales, cosas que siempre hay en las imágenes de una madre, además de sus hijos dependientes.

CREÚSA

Las mamás siempre están limpiando.

MEDEA

Cierto. .

CREÚSA

Es como un ejercicio de… libertad.

MEDEA

Mira…

CREÚSA

O quién sabe.

MEDEA

Nadie habla de la madre de todos los días. La madre ignorante y eficiente. La madre perdida. La madre, agotada, la madre cansada, la madre madre. Se adjudican cosas rosas o fáciles a las señoras con hijos, pero las madres son cuerpos que se cansan, mentes que deciden por otros, personas que van contra el tiempo, buscando ganar tiempo al tiempo.

CREÚSA

…en fin.

MEDEA

¿Qué, te aburro?

CREÚSA

…no es mi tema.

MEDEA

Claro. Tu tema es …la boda. Mañana te casas.

CREÚSA

Tampoco. Ese es el tema de otros.

MEDEA

¿Tu boda no te importa?

CREÚSA

Sí me importa. Pero no es mi tema.

MEDEA

La confusión de la mente joven…

CREÚSA

¿Por qué?.

MEDEA

¿Estoy diciendo cosas absurdas?

CREÚSA

Es que a ti no es fácil entenderte. Mejor dicho: contigo nunca se sabe si hablas en serio o te estás burlando.

MEDEA

¿No me crees?

CREÚSA

Sí y no.

MEDEA

Decídete.

CREÚSA

Mh… sí y no.

MEDEA

¿Quieres que te ayude?

CREÚSA

No.

MEDEA

Te gusta estar en… vilo.

CREÚSA

Tampoco.

MEDEA

¿Cómo entenderte?

CREÚSA

Si yo supiera.

MEDEA

…claro.

CREÚSA

Todo depende del día.

MEDEA

Hoy: yo estoy prohibida. .

CREÚSA

Sí.

MEDEA

Y antes, fui un estigma. Y antes, más antes, fui un peligro. Y total que, desde siempre, he sido un error. Para los otros.

CREÚSA

Como una falla.

MEDEA

Sí. Una falla social.

CREÚSA

Yo también soy un error, pero para mí.

MEDEA

Tú eres un tesoro.

CREÚSA

Eso dicen. Pero no lo creo.

MEDEA

Pero eres libre. Yo, en cambio, soy rechazada.

CREÚSA

Pero tienes encanto. Glamour.

MEDEA

…a veces me gustas.

CREÚSA

…gracias.

MEDEA

¿Sabes de qué tengo ganas?

CREÚSA

De matarme.

MEDEA

No..

CREÚSA

De matarme, pero no matándome, como haciendo algo que parezca que no me matas, pero me matas. Eso quieres.

MEDEA

No.

CREÚSA

Bueno: anularme, aniquilarme, polvorizarme, nebulizarme, licuarme, martillarme, accidentarme, cosas por el estilo.

MEDEA

No. Quiero caminar por las calles y ser nadie. Ser hombre. Ser cualquiera, no ser reconocida, señalada, juzgada. He visto en las calles gente que duerme por ahí, en el piso. Yo busco en cada rincón de la ciudad el pedacito de piso donde podría llegar a vivir, sin ser apedreada.

CREÚSA

Yo también.

MEDEA

¿Tú por qué?

CREÚSA

Me imagino a mí en otras vidas. Las vidas de la gente libre. Que decide por sí misma. Yo no decido nada, ni en mí ni para mí.

MEDEA

Tú eres ideal en este mundo.

CREÚSA

Eso dicen de mí.

MEDEA

Porque todo lo haces bien.

CREÚSA

Eso creen de mí.

MEDEA

En cambio, yo: todo lo hago mal. No tengo solución.

CREÚSA

Es que sí lo haces mal. A lo mejor deberías mentir.

MEDEA

…mentir.

CREÚSA

Sí. Fingir. Ser teatral. La auto-ficción es una cosa clínica. Científica. Todo en la mentira es metódico y preciso. Necesita el laboratorio de tu… mente. Me encanta.

MEDEA

…eres inocente.

CREÚSA

…gracias.

MEDEA

Hay medicinas, la famosa aspirina, las drogas, los amantes, los libros, la frivolidad, hay tantas cosas en las que perderse. Yo no. Nada me distrae. Soy fija. Soy constante. Soy de verdad.

CREÚSA

… yo también soy de carne y hueso.

MEDEA

Eres… real.

CREÚSA

¿Pensabas que no?

MEDEA

No.

CREÚSA

Ja. Muchos creen que soy de cuento.

MEDEA

Hay muchas cosas transparentes, que se vuelven reales.

CREÚSA

Enamorarse.

MEDEA

¿Te enamoraste de Jasón, tú también?

CREÚSA

Dijiste que no venías a hablar de él.

MEDEA

Yo nunca supe quién fue Jasón. Lo inventé. Lo fabriqué a mi modo. Lo resolví para molde. Eso creí. Ahora veo que fue al revés: yo fui fabricada. Para él. Y para los otros hombres como él. Y ahora me deshecha. Porque ya dejé de servir. Y como… disimulando, así, casualmente… me despide.

Como casualmente otras se casaron con un asesino, o un alcohólico, o un depresivo, un monstruo que te come, o un pederasta. Yo he conocido a las esposas de todos esos hombres: ellas circulan en el mundo. En cambio, yo no.

CREÚSA

¿Tú qué?

MEDEA

Tengo que desaparecer. Me borran. Me cortan de las fotos familiares.

CREÚSA

Pero… algo vas a hacer.

MEDEA

…algo.

CREÚSA

…porque hay que hacer algo. Y tú siempre tienes plan B.

MEDEA

¿Me tienes miedo?

CREÚSA

…va y viene. Hace rato sí. Ahora no. Me caes bien.

MEDEA

Yo soy peligrosa.

CREÚSA

Sí.

MEDEA

¿Sabes por qué?

CREÚSA

Por muchas cosas. Por las cosas que haces a los demás. Sobre todo, por lo que haces a la gente que te quiere.

MEDEA

Como poner a mis hijos de carnaza.

CREÚSA

¿Serías capaz?

MEDEA

¿Por qué no, si yo misma y mi cuerpo siempre hemos sido carnaza de hombres?

CREÚSA

No me horroriza. Los dioses hacen cosas peores. Se casan entre hermanos, violan, emborrachan a las ninfas, se transforman en bestias para robar mujeres, se pervierten entre sí, sus venganzas no tienen límite, tienen un diccionario completo de estupros, los dioses hacen las cosas más feas conocidas. ¿Por qué lo que decide hacer una madre con sus hijos es tan señalado y juzgado? Las madres hacen lo que pueden. Y algunas no pueden consigo mismas. Yo te entiendo. Pero no te creo. No te creo.

MEDEA

¿Qué es lo que no crees?

CREÚSA

El rumor.

MEDEA

¿Cuál?

CREÚSA

Tú lo sabes.

MEDEA

Hay muchos. Chismes.

CREÚSA

…que mates a tus hijos. O que hagas con ellos cualquier cosa atroz con tal de vengarte.

MEDEA

¿Por qué?

CREÚSA

Porque se supone que tú eres… medio divina ¿no?

MEDEA

Se supone…

CREÚSA

Entonces: eres capaz de todo. Estás loca. Como todo lo divino. Entonces tu maldad no… no tiene crédito.

MEDEA

¿Crédito?

CREÚSA

Valor.

MEDEA

Ah.

CREÚSA

Si vienes del mal, y haces mal, pues la maldad no es igual.

MEDEA

Sí te entiendo.

CREÚSA

Yo creo que antes de tus hijos, hay otras cosas que puedes hacer. Muy, muy malas. Claro que hacer algo con los hijos es una buena idea, te haría internacional. Y famosa.

MEDEA

Es cierto, antes, hay otras cosas que hacer.

CREÚSA

Pero: ya estás lista para irte.

Vienes con tu maleta.

MEDEA

Sí. Me llevo lo mínimo.

CREÚSA

¿Qué es lo mínimo para ti?

MEDEA

Dentro de lo mínimo, hay lo mínimo. Eso es lo que hay dentro de mi maleta.

CREÚSA

Ja.

MEDEA

Tú sabes que eres endiabladamente hermosa, ¿verdad?

CREÚSA

No sabes quién soy. No sabes nada de mí. Te dicen cosas de mí, o tú piensas cosas de mí. Pero no me conoces.

MEDEA

Tampoco me has dado la oportunidad. Vives encerrada en tus castillos.

CREÚSA

Tampoco te has tomado la molestia… en tener curiosidad sobre mí. Seguramente te doy flojera. Como debe pasarte con todas las mujeres.

MEDEA

No es cierto.

CREÚSA

No tienes amigas. Siempre estás sola. O acompañada de personas que te sirven. O te admiran. Yo sí te he observado.

MEDEA

¿Qué has descubierto de mí?

CREÚSA

Cuando ríes algo pasa en tu cara que… asusta.

MEDEA

…vaya.

CREÚSA

Te transformas.

MEDEA

Entonces no solo me has observado, me has estudiado.

CREÚSA

Tampoco tanto.

MEDEA

Pero… sabes quién soy.

CREÚSA

Eso es imposible.

MEDEA

Eres rara.

CREÚSA

No.

MEDEA

La princesa hoy. La nueva reina, mañana. Y a partir de la boda: la mujer.

CREÚSA

Bah.

MEDEA

Bueno. Me voy. Sólo vine a decirte: felicidades. Desearte buena suerte. Y por ahí se colaron unos consejos.

CREÚSA

¿Te aburro mucho?

MEDEA

…me tengo que ir. Solo eso. Tú sabes que detrás de esta puerta hay un ejército esperándome. Tu padre no confía en que voy a irme, necesita soldados para sacarme de la ciudad.

CREÚSA

Te aburro porque soy más joven que tú, no soy madre, o porque los hombres de nuestro mundo decidieron sobre mí. No estoy de acuerdo. Ni con ellos, ni contigo. Jasón me usa, como me usa mi padre, y como ellos también te usaron a ti. Y el ejercito que te está esperando allá afuera, para transportarte lejos con la seguridad de que no harás alguna “de tus porquerías” -así hablan de ti-. Me ves tranquila, quizá pasiva. Pero yo soy una bomba, voy a explotar muy pronto. Yo lo sé. Es como una intuición que me sorprende de repente. Me veo explotando.

MEDEA

.

CREÚSA

También he pensado que quiero explotar a los demás. Cuando veo los aviones caer, o las cosas en la cocina que estallan: siento alivio. Como un desahogo. Es muy fácil venir a decirme cosas, esas cosas negras que dices. Pero mi lugar, que es un tipo de residencia de la esclavitud, es peligroso. A lo mejor te sientes liberada, por tu edad, por todos los crímenes exitosos que has cometido y siempre has salido sin castigo. Pero para mí estás en la esclavitud de tu feminidad: la bárbara, la bruja, la escorpina, la capaz de todo. Yo no te tengo miedo, ni me asusta tu feminidad. Lo que me da inseguridad de ti es tu hambre de venganza. Quieres vengarte no solo de mí, de todas las razones que tienes desde hace mucho. Tal vez desde que eras niña. He visto cómo observas a tus hijos, y les tienes envidia. Algo hay en ellos que a ti te hizo falta. Y hasta eso te duele, hasta eso camina en tu cerebro de vengadora. Tú y yo somos hijas de hombres en el poder. De madres esposas de hombres en el poder. Eso cuesta. Nos ha costado. Podríamos quitarles el poder a ellos. Pero no lo hacemos. Necesitamos hacerlo juntas. No una por una. Tú no lo has hecho, ni siquiera con tus hechizos o tus brujerías. Vas de fuerte y feminista, cuando actúas siempre desde la cocina, los pasillos, las camas y como lo haces aquí: presentándote en mi casa, con planes de hacerme algo. Así funcionas. Eres como la anti feminista. Caminas al revés de las mujeres que sinceramente quieren hacer algo por otras mujeres. Es más, ese chisme de que planeas matar a tus hijos antes de irte es tremendo, porque te da poder. Yo sé que eso te encantaría: pasar a la historia como la madre que es capaz de hacerlo. Para mí ese es tu feak news mitológico, algo que te encantaría quedara en las enciclopedias de mitos. Pero no es cierto Medea. Sólo eres una mujer dolida, como yo, y como muchas que un día nos damos cuenta de que somos un problema con nuestro cuerpo, en la contingencia de familias políticas.

A diferencia de ti, yo soy un tesoro social, y tú un deshecho. Por eso te quitan de la jugada y me ponen a mí. No por joven, bonita o bien educada. No: es porque tengo una colección de máscaras que uso en el juego social. Eso si es magia. Así que: si de brujas se trata: ahí nos vamos tomando la medida..

MEDEA

Hay algo tan ingenuo en ti. Tanto, que me seduces.

CREÚSA

Te burlas de mí.

MEDEA

No.

CREÚSA

No te creo.

MEDEA

…eres descaradamente naif.

.

Creúsa golpea a Medea.

.

CREÚSA

Tú no vas a pegarme. Porque sabes que si me tocas, te destruyo. Soy más fuerte, que tú. Pero eso no quiere decir que no quieras hacerme algo. Algo me harás. Si no: no te llamarías Medea, la bárbara negra.

.

Creúsa vuelve a golpearla.

.

CREÚSA

Lo siento. Es una intuición. Algo en mí me dice que tengo que pegarte. Maltratarte. Siento que si no lo hago, si te vas de aquí sin mis huellas en tu cara, algo va a estar mal.

.

Creúsa la golpea una vez más.

.

CREÚSA

Es para quitarme el mal de ojo, que ya me echaste.

.

Creúsa la golpea una vez más.

CREÚSA

Este fue el último.

MEDEA

Bueno. Pues entonces: vamos estando a mano.

CREÚSA

Contigo nunca puede haber igualdad. Pero, al menos, me desquité. Y no va a ser suficiente. Pero me quedo… con la imagen de tu ojo morado. Pase lo que pase después de que salgas por esta puerta: te recordaré con el ojo morado. Ojalá quede alguna cicatriz, una huella mejor. Para que digan: Medea, la bárbara del ojo herido. Ja.

MEDEA

Ja.

CREÚSA

Ahora ya puedes hacerme lo que quieras. Porque viniste a hacerme algo.

MEDEA

Me sorprendes.

Me has quitado una venda.

La verdad, no sabía nada de ti. Tienes razón. Los prejuicios me… consumieron. Te escucho y te admiro. Discúlpame. Si en algún momento fui de algún modo hostil contigo, lo siento.

CREÚSA

Está bien.

MEDEA

Me voy.

CREÚSA

¿Te vas sin hacerme nada?

MEDEA

…he cambiado de opinión.

CREÚSA

Mh.

MEDEA

Sí. Lo reconozco. Venía a… tenía un plan contigo.

CREÚSA

Lo sabía.

MEDEA

Pero, ahora que te conozco, y que eliminaste absolutamente todo eso siniestro y doloroso que pensaba de ti: quiero decirte… gracias. Por dejar mi camino sin fantasmas, los espectros turbios sobre ti.

CREÚSA

¿Debería de creerte?

MEDEA

Esa es tu decisión.

CREÚSA

…uy.

MEDEA

Veme a los ojos. No rehúyas mi mirada. A lo mejor, si me ves, decides con… confianza.

.

Se miran. Creúsa no puede evitar llorar. Un ataque de llanto.

.

CREÚSA

Tú…

MEDEA

CREÚSA

Tienes adentro de ti algo muy grande y muy profundo.

MEDEA

CREÚSA

Siento que destapas algo en mí. Fuerte. Grande. Primitivo. Me arrastras a lugares que están en el fondo del mundo.

MEDEA

…sólo soy unos años mayor que tú. Y soy madre.

CREÚSA

Me das escalofríos. Me das algo que no sé qué es. Algo que me angustia pero que me… calma. ¿Ves? Tiemblo y suspiro al mismo tiempo.

MEDEA

…gracias.

CREÚSA

Qué calor.

MEDEA

Sí, de pronto hace calor.

CREÚSA

…sí.

MEDEA

Me voy.

CREÚSA

Buen viaje Medea.

MEDEA

Sí.

CREÚSA

No sé qué más decirte.

MEDEA

No digas nada. Ya nos dijimos cosas, que valieron la pena ser dichas.

CREÚSA

A mí… me toca lo peor.

MEDEA

¿Por qué?

CREÚSA

No sé por qué. Pero veo todo… veo un túnel.

MEDEA

Los miedos de la novia antes de la boda..

CREÚSA

…eso dicen.

MEDEA

Me voy. Con sinceridad: te deseo lo mejor. Buen futuro.

CREÚSA

Tú también.

MEDEA

Adiós.

CREÚSA

Podemos… abrazarnos.

.

Se abrazan.

.

CREÚSA

Tengo miedo. De todo. De mí. De ti. De los soldados que están afuera esperándote. De Jasón. Del poder. No sé. De pronto me entró un miedo.

MEDEA

Las bodas provocan cosas por el estilo.

CREÚSA

… buen camino.

MEDEA

Tú también.

CREÚSA

¿Yo?

MEDEA

Sí, el camino del matrimonio. Es sinuoso, pero siempre hay una cama, al final del día.

CREÚSA

Ja..

MEDEA

La cama de Jasón es exquisita. Nada te faltara, ni siquiera el placer.

CREÚSA

…ja.

MEDEA

…ja.

Me voy.

Ay. Esta maleta tan pesada.

CREÚSA

Para volverte una migrante, exiliada, deberías viajar ligero.

MEDEA

Llevo tan poco. Sólo es mi legado. No puedo dejarlo, es parte de mí.

CREÚSA

Menos, es más.

MEDEA

Palabras de reina. Tú, que ahora vas a ser la reina más poderosa, puedes hablar así. Tienes madera. Y más, porque no lo presumes. Esa discreción tuya es… tan importante. Explótala.

CREÚSA

…gracias.

.

Medea tiene dificultad para cargar su maleta.

.

MEDEA

Auch.

CREÚSA

…es que es muy pesada tu maleta.

MEDEA

Sí. ¿Pero qué voy a hacer? Debo llevar mis tesoros..

CREÚSA

No todos los tesoros son tesoros.

MEDEA

¿Cómo aligerarme?

CREÚSA

¿Qué es lo indispensable de Medea?

MEDEA

Mi… herencia.

CREÚSA

¿Qué herencia cabe en la maleta de Medea?

MEDEA

Mis cuchillos. Son los cuchillos de mi madre, mi abuela, mi bisabuela. Los cuchillos que me regaló Hécate.

Medea abre la maleta, descubre su colección de cuchillos.

.

CREÚSA

Cuántos cuchillos.

MEDEA

La historia de mi linaje. Es como… el álbum de fotos familiar.

CREÚSA

Qué interesantes. Qué bonitos.

MEDEA

Sí.

CREÚSA

Son todos diferentes.

MEDEA

Y cada uno tiene su historia. Sus heridas. Sus… cortadas.

CREÚSA

Son hipnotizantes..

MEDEA

Puedes tocarlos. Algunos tienen hueso, piedras preciosas, maderas egipcias, este, por ejemplo, tiene piel de dragón.

CREÚSA

…brilla.

MEDEA

Sí. Y este, así como lo ves de pequeño, es uno de los más peligrosos. Está afilado con piedras blancas de Cranón.

CREÚSA

Ohhh, cuánto misterio.

MEDEA

Y este, mira, son perlas del mar lunar.

CREÚSA

¿La luna tiene mar?

MEDEA

Sí. Pero es un secreto, no se lo digas a nadie.

CREÚSA

¿Puedo tocarlo?

MEDEA

Claro.

CREÚSA

Pero… me da miedo.

MEDEA

¿Por qué?

CREÚSA

Siento que… que puedo lastimarte.

MEDEA

¿Quieres lastimarme?..

CREÚSA

Es como si los cuchillos me llamaran. Me dicen: “ven. Úsame, corta a Medea, lástima a Medea, horada a Medea, deja en su piel una cicatriz, para que se acuerde de ti siempre, para que quede marcada en su cara la imagen de ti, siempre.”

MEDEA

Hazlo.

CREÚSA

… ¿puedo cortarte?

MEDEA

Sí.

CREÚSA

… ¿Puedo?

MEDEA

Sí, sí puedes.

CREÚSA

¿Puedo… puedo hacerlo de verdad, así, dentro de ti?

MEDEA

Sí.

CREÚSA

Voy a hacerlo. Voy a escoger el cuchillo que más me gusta y voy a cortarte. No sé por qué voy a cortarte, pero no puedo evitarlo. Y voy a hacerlo en tu cara. Para que quede una raya en tu expresión, y cuando otros te vean digan: “ésa es la marca de Creúsa, su venganza, por tanto daño”. Pero: ¿por qué digo esto? No sé. Tú no me has hecho daño ni me vas a hacer ningún daño porque estás saliendo a tu exilio…en unos minutos. El mal necesita tiempo para ejecutarse. Ya no tienes tiempo de hacerme daño. Pero no sé, a lo mejor, mi inconsciente lee algo que yo no puedo ver. Como un sueño, que dice cosas que no digo. ¿Estoy despierta? A lo mejor estoy soñando/..

MEDEA

/es un ataque de verdad. Eso pasa cuando podemos lastimar a otros. Son las voces del dolo. Están guardadas y silenciosas siempre, hasta que llega la oportunidad. Como ahora. Que puedes hacer conmigo todo… todo.

CREÚSA

Me siento intoxicada de algo exquisito.

MEDEA

Eres tú misma quien habla. Son tus propios venenos los venenos.

CREÚSA

Yo misma.

MEDEA

Y tus voces… interiores.

CREÚSA

Ah. Esto me gusta. Es algo nuevo en mí. Me hace vibrar. Mi sangre corre rápido. Mi corazón más. Estas voces mías, nuevas, no son tan nuevas, me han hablado antes. Muchas veces he querido a destruir a otros. Mhhh mis voces y yo. Hola voces. Bienvenidas a casa, otra vez. Medea: cierra los ojos, te voy a marcar con este cuchillo, voy a dibujar una raya vertical debajo de tu ojo, que sea la huella de una lágrima, la lágrima de mis lágrimas.

MEDEA

Sí.

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Creúsa la corta.

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CREÚSA

Listo. Ya estoy en ti. Para siempre.

MEDEA

Duele.

CREÚSA

Perdón.

MEDEA

…sangre.

CREÚSA

Perdón.

MEDEA

…más sangre.

CREÚSA

Perdón.

MEDEA

…pero no pasa nada. Así son las relaciones. Una quita, otro da. Otro quita, otra da. Así. En ese ritmo.

CREÚSA

Ah.

Medea pretende salir, pero, la maleta no cierra, algo está mal.

MEDEA

Ay, la capa, tengo que doblarla otra vez… es tan pesada y frágil a la vez…

CREÚSA

¿Qué capa?

MEDEA

La capa que me hizo mi abuela.

CREÚSA

¿Tu abuela la bruja…?

MEDEA

Sí, Hécate. Ella la cosió con sus finos dedos, porque me dijo que era “para la reina más importante del mundo”.

CREÚSA

Una diosa te hizo una capa.

MEDEA

Qué ironía, ¿no?: “para la reina más importante del mundo.” Ya ves, hasta las brujas diosas se equivocan en sus predicciones. La gran reina va a ser tú. No yo.

CREÚSA

Es hermosa.

MEDEA

Es de oro puro. Hilo de oro, cosido con aguja de oro, perfumada con rosas bañadas en oro, con manos mojadas en río de oro.

CREÚSA

¿Existen ríos de oro?

MEDEA

No deberías saberlo, pero sí. Están escondidos. Sólo las Ninfas, algunos dioses, y ciertos animales sagrados pueden… nadar en ellos.

CREÚSA

Oh.

MEDEA

Es una capa poderosa.

CREÚSA

… se siente.

MEDEA

Pruébala. Puedes ponértela.

CREÚSA

Pero es para una reina.

MEDEA

Tú eres una reina. Tú mereces esta capa. No yo.

CREÚSA

Pero… fue hecha para ti.

MEDEA

Por eso no puedo regalártela porque es un regalo. Los regalos no se re-regalan. Pero puedes usarla unos minutos. Puedes sentirte tocada por las manos de Hécate… por instantes.

CREÚSA

¿Por qué eres buena conmigo?

MEDEA

… ¿buena?

CREÚSA

Si te golpeo no te defiendes. Me dejas lastimarte. Me prestas tu regalo de Hécate. Algo no es normal.

MEDEA

No. No es normal. Pero las cosas conmigo nunca han sido normales.

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La capa ahí, irresistible…

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CREÚSA

Es irresistible.

MEDEA

Sí.

CREÚSA

Hécate es la diosa de las encrucijadas. Algo me dice que no debo probar esta capa en… mí.

MEDEA

…esto no es una encrucijada. Es una capa.

CREÚSA

Los tres rostros de Hécate me miran.

MEDEA

No seas supersticiosa.

CREÚSA

…mis voces otra vez. Unas dicen sí, otras dicen no.

MEDEA

No te aflijas. Tampoco hay que darle mayor importancia. No la pruebes. No pierdes nada, sólo es una tela bordada por una diosa. Sólo es una experiencia, que nunca vas a volver a tener. Pero, claro, no todas las cosas que valen la pena, son para todos. Ayúdame a doblarla, no puedo sola….

CREÚSA

Espera…

MEDEA

mh

CREÚSA

Quiero sentir las manos de una diosa en mi piel.

MEDEA

Yo desearía lo mismo..

CREÚSA

Sí. Voy a sentirla.

MEDEA

Entonces desnúdate.

CREÚSA

…cómo…

MEDEA

Si quieres sentir algo divino, debes sentirlo divinamente.

CREÚSA

…ay.

MEDEA

Las diosas, lo sabes, son muy agradecidas cuando son reconocidas.

CREÚSA

Ahhh

MEDEA

Las diosas aman el cuerpo femenino, que es su propio cuerpo. Fúndete.

CREÚSA

No sé por qué estoy tan nerviosa..

MEDEA

Hécate, recuerda, tiene azucarado corazón. Las diosas se conmueven con la sinceridad. Como la tuya. A lo mejor, está susurrándote algo… quiere que la veas.

CREÚSA

Sí… eso siento.

MEDEA

Sí.

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Creúsa se desnuda, recoge la capa, la coloca con cuidado y delicadeza sobre su cuerpo.

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CREÚSA

A ver… es suave, no pesa, es dulce, es como un paraíso débil, es caliente, es muy caliente, ay, es muy caliente, tiene espinas, picos que queman, me da comezón, ay, quiero quitármela, no puedo, está pegada a mi cuerpo, me envenena, me arde, me raspa, me duele, me arde, me… ¿por qué quema?, ¿qué me está pasando? Me está lastimando, quítamela, me arde, me quema, me quema, me ¡aaaaahahahahahahahahahah estoy dentro del fuegooooooo! ¡Estoy explotando con fuego! ¡Ayuda! ¡Piedad! ¡Compasión! ¡Perdón!

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Creúsa se asfixia, es tomada por el fuego, que la calcina sin piedad.

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MEDEA

Arde, arde más que todas las antorchas juntas de tu boda, que todos los orgasmos que nunca tuviste. ¡Arde! Imploro al conjunto de los silentes del inframundo, a todos los dioses infernales, imploro al confuso Caos y a todos los habitantes de las oscuras moradas de la sórdida muerte. Vengan aquí, ahora, conmigo, vengan mientras esta inútil y tonta mujer se quema, detengan ustedes la rueda que retuerce sus miembros y hagan que sufra más: requiero de todos ustedes su maldad, su más aguda arma del dolor, úsenla con dolo bestial.

Estrella de la noche con tu aspecto más amenazante. Luna mía. Ven, a ti te ofrezco mi sacrificio: esta llama sigilosa que recorre su cuerpo, es la llama que va a alimentar tu luz.

Diosas vengadoras, Erinias, Furias, ustedes que todo lo saben sobre los crímenes de la familia, ustedes con sus cabelleras llenas de serpientes, que aferran sus antorchas nocturnas llenas de sangre. Así como vinieron a mi boda, ahora vengan con esta novia y destruyan su cuerpo. Luego, persíganla en su quemazón diciéndole cosas inmundas, y persíganla más en su camino al Hades llenándola de miedo, mucho más del que ya tiene en sus venas, tú Alecto, tú Tisifone, tú Megera, con sus alas grandes y poderosas caigan aquí y cumplan mi deseo. Que le duela, que le duela, que le duela, hasta donde el dolor se transforma en otra cosa que es peor y más grande.

Némesis que siempre estás de mi lado, mi amiga, mi cómplice, hoy, aquí, ahora, haz que esta mujer sepa lo que es lastimar a otra mujer.

Y haz que Jasón, traidor, infiel, débil carne tersa, quede solo, el más solo de todos los habitantes del mundo. Haz de él un homeless sin amigos.

Némesis, un último favor: a mis hijos, ahí te los encargo. Sigue su camino, porque a partir de hoy haré como todas las madres de este mundo con sus hijos: que el destino se encargue de ellos. Y que digan de mí todo, lo peor, lo indecible, sí, que digan de mí que soy la madre violenta, asesina, sádica, desmadrada. Yo, y todos los ojos invisibles y espectrales que me observan, saben que no es verdad. Que yo los amo, y que, por mi amor: no puedo hacer otra cosa que regalarlos a la vida. La vida. siempre generosa, siempre cruel. Siempre vigilante.

Lo que queda del cuerpo de Creúsa es un montón de cenizas.

MEDEA

Gracias.

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FIN.

 

 

Ximena Escalante es dramaturga, guionista, directora, docente. Sus obras de teatro inventan y recrean textos clásicos  o mitos  como Fedra, Electra, Andrómaca, Salomé, Judith, Lilith.  También planean o proyectan las biografías de escritores y sus procesos creativos como Shakespeare, Tennessee Williams, Colette, Eurípides, Sor Juana Inés de la Cruz y Frida Kahlo.

Estas obras se han presentado en Nueva York, Washington, Ohio, Miami, Montreal, Québec, Ottawa, Banff, París, Lyon, Caenn, Venecia, Roma, Amsterdam, Rotterdam, Amberes, Udine, Atenas, Buenos Aires, Santiago de Chile, Madrid, Taiwan. Fue dramaturga residente en la compañía de teatro Nouveau Théâtre du 8, Lyon/France, durante 6 años, donde el montaje del “Polyptyque Escalante”, se presentó en un ciclo de residencias, giras y conferencias en Francia.

Ha sido invitada en numerosas ocasiones como dramaturga y directora al Pen Voices Festival en Nueva York,  y sus libros y obras se han presentado en HotINK, Salon du Livre-Paris, Salon du Livre Géneve, Miami International Book Faire, FIL-Guadalajara, Los Ángeles LéAla, The Banff Center, Edinburgh Book Festival (donde recibe el Herald Angel Award por el proyecto Out riders) y, entre otras distinciones, ha tenido la Rockefeller Foundation.

En televisión destacan: Como ama una mujer –Jeniffer Lopez-, El encanto del águila–Televisa-, Las malcriadas–TVAzteca-, Niñas Promedio, Todo Por Nada –Canal 11-, ha diseñado instalaciones museográficas, y eventualmente escribe periodismo cultural. Es fundadnora de Estudio Orizawa, escritura creativa, y gana en 2019 el prestigioso premio nacional Juan Ruiz de Alarcón de dramaturgia. Actualmente es dramaturgista de la ópera Phaedra, producida por Guo Guang Opera, en Taiwán.

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La aproximación descolonial y la intersección entre el colonialismo y patriarcado en Balún Canán.
Una perspectiva crítica al feminismo hegemónico.

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Debe haber otro modo que no se llama Safo,

ni Mesalina ni Maria Egipciaca

ni Magdalena ni Clemencia Isaura

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Otro modo de ser humano y libre

otro modo de ser.

“Meditación en un umbral”

(De Otros Poemas, 1972)

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Resumen

El presente artículo tiene como propósito analizar y caracterizar cómo se conforma el entrecruzamiento de las estructuras de segregación y opresión en la obra Balún Canán (1957), de la autora mexicana Rosario Castellanos. El artículo explora cómo la condición de la mujer ladina e indígena es presentada en la novela, al establecer una perspectiva crítica al feminismo hegemónico, porque esta aproximación excluye la intersección entre raza y género, y al mismo tiempo excluye a los países que fueron colonizados. En cambio, se presenta el feminismo descolonial e interseccional de María Lugones para argumentar y señalar que la marginalización de la mujer se remonta a la colonización de América, siendo este evento el que derivó en el surgimiento e imposición de estructuras de poder patriarcales en la conformación de la sociedad colonial. En Balún Canán, Castellanos aborda la cuestión de cómo el neocolonialismo y la persistente imposición de la cultura europea en México históricamente ha reprimido y deshumanizado a los pueblos indígenas del país y sus tradiciones, y cómo las mujeres son marginadas porque están confinadas en roles patriarcales de los que no pueden salir.

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Abstract

The purpose of this article is to analyze and characterize how the intersection of the structures of segregation and oppression is formed in Balún Canán (1957), by the Mexican author Rosario Castellanos. The article explores how the condition of ladino and indigenous women is presented in the novel, establishing a critical perspective of the hegemonic feminism because this approach excludes the intersection between race and gender, and at the same time excludes the countries that were colonized. Instead, the descolonial and intersectional feminism of María Lugones is presented to argue and point out that the marginalization of women dates back to the colonization of America, being this event the one that led to the emergence and imposition of power structures in the formation of colonial society. In Balún Canán Castellanos addresses the question of how neocolonialism and the persistent imposition of European culture in Mexico have historically repressed and dehumanized the country’s indigenous peoples and their traditions, and how women are marginalized because they are trapped in patriarchal roles from which they can not get out of.

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Palabras clave:

Balún Canán, colonialismo, patriarcado, feminismo hegemónico, interseccionalidad, feminismo descolonial

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Rosario Castellanos: Precursora de la interseccionalidad feminina

La literatura es una expresión cultural, y a través de ella nos brindamos la oportunidad de continuar descubriendo el entramado de la condición humana, la evolución de la organización social y los problemas que se presentan en una sociedad en un determinado tiempo, contexto o época. Rosario Castellanos Figueroa (1925 – 1974) es una de las escritoras feministas más reconocidas de México, y a través de sus obras ha tenido una gran influencia en la lucha por la justicia, tanto de los pueblos indígenas como de las mujeres del país. Rosario nació en la ciudad de México pero creció junto a su hermano menor, en el rancho de su familia terrateniente de Comitán, que es la región maya del sur de México, Chiapas. Durante su infancia hubo dos eventos significativos que la afectaron a lo largo de su vida que sobre todo se convirtieron en los temas que luego expresaría en su obra. En primer lugar, ella fue testigo de las profundas desigualdades que se vivieron en el país durante la expansión industrial, el modernismo, y las reformas agrarias que se implementaron durante el mandato del presidente Lázaro Cárdenas (1913 – 1928). En efecto, tanto la mujer como el indio eran considerados y tratados como seres inferiores y su participación en la sociedad estaba mayormente limitada a tareas asistenciales o de servidumbre. En segunda instancia, Castellanos sufrió la pérdida de su hermano, que murió cuando tenía siete años por causa de una apendicitis, y posteriormente ocurre el fallecimiento de sus padres, que murieron sucesivamente, evento que la dejó huérfana (Ward, 2010, pp. 198, 199). A lo largo de su vida, Castellanos vivió postergada por el hecho de ser mujer, y como niña, vivía en un segundo plano respecto de su hermano, que siempre fue el preferido por sus padres, simplemente porque este era varón. De la misma forma, la infancia de Rosario estuvo marcada por la soledad, el rechazo y la muerte, y fue su nana indígena, Rufina, quien la tuvo a su cuidado, y fue de aquí donde recibió caricias. A través de ella conoció el mundo indígena, sus creencias y rituales y fue así que ella comprendió las diferencias que había entre el mundo ladino y el mundo de los indígenas (Paredes Crespo, 2019, p. 271). Para Rosario, la narrativa y la poesía eran como un arma para luchar contra la sociedad y le ayudó a expresar sus sentimientos y sus penas más íntimas. Estudió letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, ámbito en donde coincide junto a otros intelectuales que posteriormente se conocerán como la generación de 1950. El mismo año recibe su maestría en filosofía a los 25 años, con su tesis Sobre una cultura femenina. Esta importante obra, escrita justamente tres años antes de que la mujer mexicana llegará a tener el derecho a voto en México, identifica la condición subordinada del sujeto femenino en México desde un punto de vista académico, siempre con un tono tono de ironía. En este contexto, Elena Poniatowska expone que la tesis “(…) establece un punto de partida intelectual de la liberación de las mujeres en México (Pacheco, 1947:7, citado en Llamas, 2017, p. 36). Lo que predomina en la escritura de Castellanos es la imagen de la mujer y su condición de subordinada, pero es importante señalar que ella rechazó la imagen de la mujer como víctima, y en Una cultura femenina dice que es la cultura que “(…) va haciendo que el varón se convierte en victimario y mujer víctima” (Llamas, 2017, p. 38), ya que, para los hombres, es la cultura que “(…) es la vía para trascender el mundo, mientras la maternidad lo es para las mujeres (Lamas, 2017, p. 36). De la misma manera, muchas mujeres de esta época aceptaban este designio u objeto de feminidad tradicional como su único destino posible, pero Castellanos rechazó esta línea oficial sobre lo que se esperaba, o debía ser el comportamiento de la mujer, y criticaba la pasividad y la abnegación de la mujer mexicana y explica que “(…) la mujer en México no elige, sino se deja elegir, o sea, deja al hombre la tarea de escogerla por las buenas cualidades que ella tiene, según la visión del hombre (Haroun, 2010, p. 73). En una cultura femenina escribe:

La mayor parte de las mujeres están muy tranquilas en sus casas y en sus límites sin organizar bandas para burlar la ley. Aceptan la ley, la acatan, la respetan. La consideran adecuada. ¿Por qué ha de venir una mujer que se llama Safor, otro que se llama Santa Teresa, otra a que nombran Virginia Woolf, alguien (de quien se en forma positiva que no es un mito como podrían serlo las otras y lo sé porque la he visto, la he oído hablar, he tocado su mano) que se ha bautizado a sí misma y se hace nombrar Gabriela Mistral, a violar la ley? (Castellanos, 2005, p. 84)

No existía un movimiento feminista desarrollado en México cuando Castellanos escribía Balún Canán (Woodrich 2019, p. 134), y era verdad que muchas mujeres vivían pasivas en sus casas, aceptando resignadas su condición de subordinadas. Pero Castellanos estaba ya cuestionando y escribiendo tanto sobre temas relacionados con las estructuras de poder colonial como la condición femenina, tanto de la mujer burguesa, como de la mujer indígena. Por eso, ella estaba ya hablando sobre la interseccionalidad, razón por la cual, se puede decir que es una de las precursoras de esta teoría. A través de la literatura, muestra cómo las mujeres son marginadas y oprimidas, no solamente en función de su género, sino también de su raza y clase social. Tanto la mujer ladina e indígena estaban sujetas a la hegemonía masculina en está época, y en efecto, se apreciaba una valoración negativa en su participación de la vida social e intelectual (Ward, 2010, p. 199). En Europa se estaban comenzando a desarrollar movimientos feministas, y en este contexto es interesante señalar que Castellanos escribió su tesis de maestría Sobre una cultura femenina sin haber leído El segundo sexo de Simone de Beauvoir, que fue publicado en París un año antes. A través de los años, la producción literaria de Castellanos ha sido enorme, tanto en cuanto a libros de prosa como ensayos o crítica. Entre sus obras está conocida por “Ciclo de Chiapas”, donde se encuentra Balún Canán (1957), Oficio de tinieblas (1962), Los convidados de agosto (1968) y Álbum de Familia (1971). Es más, también escribió poesía, y una de las colecciones de poemas más famosas que ha escrito es Poesía no eres tú: 1948 – 1971 (1975). Entre sus obras de crítica social está entre otros, Juicios sumarios (1966), Mujer que sabe latín (1973) y El uso de la palabra (1974). También escribió una obra de teatro, El eterno femenino (1975). En 1958 Castellanos se casó con el filósofo Ricardo Guerra, con quien tuvo un hijo, Gabriel. Intentaron tener hijos durante mucho tiempo, pero en ese proceso, Castellanos sufrió varios abortos espontáneos. Esos acontecimientos, y el hecho de que Guerra le fuera infiel en varias ocasiones, le hicieron caer en profundas depresiones a lo largo de su matrimonio (Ward, 2010, p 199). De la misma manera, Castellanos nunca se sintió feliz, ni durante su adolescencia, ni en su vida adulta, y en su matrimonio se sintió sola y deshabitada (Poniatowska,1990, p.500). Asimismo, Castellanos aborda el tema de la mujer mexicana en toda su obra – la mujer derrotada, oprimida y frustrada. Asimismo “(…) va reflejando su continua búsqueda de identidad, extensiva a todas las mujeres. Más que plantear soluciones, emite denuncias, describe situaciones opresivas, sugiere reflexiones” (Franco, 1985, p. 147., citado en: Haroun, 2010, p. 72). Castellanos siempre luchó para que la mujer encontrase su propia voz, por la igualdad y por la justicia, y ganó prominencia por sus exploraciones sostenidas del feminismo, así como por los problemas de clase (Ward, 2010, p. 199). Rosario Castellanos murió en 1974 de un accidente doméstico, siendo embajadora de México en Tel Aviv, Israel, pero fue enterrada en la Ciudad de México (Ward, 2010, p. 199).

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.La crítica del feminismo hegemónico y el nacimiento del feminismo descolonial y interseccional

 

El pensamiento descolonial se constituyó en los años noventa por El filósofo argentino Enrique Dussel y Aníbal Quijano, pero también en cooperación con otros teóricos como Arturo Escobar, Edgardo Lander, Arturo Escobar, Walter Mignolo y Nelson Maldonado (Montanaro Mena, 2017, p. 13). Estos teóricos se juntaron en Venezuela (Caracas) en 1998, junto con otros intelectuales como Agustín Lao-Montes, Santiago Castro – Gómez, Zulma Palermo, Catherine Walsh, Ramón Grosfoguel, Oscar Guardiola – Riviera y la feminista María Lugones (p. 44). El proyecto descolonial se crea entonces a través de diversas corrientes latinoamericanas, con las cuales comparten el mismo enfoque, que es la realidad cultural y política en América Latina y la crítica contra la colonialidad y el eurocentrismo (Montanaro Mena, 2017, pp. 44, 45). Quijano por su parte, define su concepto La colonialidad de poder, como la “(…) instrumentalización de la razón por el poder, colonial en primer lugar, lo que produjo paradigmas distorsionados de conocimiento y malogro las promesas liberadoras de la modernidad” (Quijano, 1992, p. 19). Tanto el proyecto de Quijano como los de los otros eruditos descoloniales han hecho una contribución significativa en la praxis feminista.

De acuerdo con lo anterior, Lugones nombró por primera vez El Feminismo descolonial (Montanaro Mena, 2017, p. 119), como una corriente crítica al feminismo hegemónico. La feminista argentina opina que estos feminismos excluyen los países que fueron colonizados, y aplica el feminismo descolonial y interseccionalidad para abordar las múltiples formas de discriminación entrecruzados. La interseccionalidad es un esquema teórico y analítico elaborado originalmente por la abogada estadounidense Kimberlé Crenshaw (1959 –) quien describe que la interseccionalidad femenina puede entenderse como una herramienta teórica y metodológica para analizar cómo los múltiples ejes de poder entrecruzados que han sido utilizados como una forma de dominación sobre diferentes comunidades en función de su origen, raza, clase, generación, nacionalidad, género o sexualidad. Es importante destacar que la interseccionalidad analiza cómo estas diferentes opresiones interactúan entre sí (Lykke, 2010, pp. 50,51). Para Lugones, la violencia y discriminación que viven las mujeres de color son diferentes de las experiencias de las mujeres blancas, y sostiene que “(…) a diferencia de la colonización, la colonialidad de género sigue estando entre nosotros; es lo que yace en la intersección del género/clase/raza como constructos centrales del sistema de poder del mundo capitalista (Lugones, 2010, p. 209).

Lugones entrecruza la colonialidad de poder de Quijano junto con su teoría de la colonialidad de género, para elaborar su nuevo marco teórico; El feminismo descolonial y el sistema colonial/moderno de género. Para ella, se puede teorizar cómo funcionaba la jerarquía y el sistema de opresión que los conquistadores utilizaron durante la modernidad colonial, y explica que “(…) la lógica categorial dicotómica y jerárquica es central para el pensamiento capitalista y colonial moderno sobre raza, género y sexualidad, y de que los colonizados fueron definidos como no – humanos, cuya animalidad les impedía ser vistos como hombres y mujeres, aún considerado a las mujeres blancas como no – hombres (Lugones, 2010, p. 105). Al ser interpretados como animales, “(…) se diferenciaban entre machos y hembras, siendo el macho la perfección, y la hembra la inversión y deformación del macho. Los hermafroditas, los sodomitas, las viragos y los colonizados, todos eran entendidos como aberraciones de la perfección masculina” (Lugones, 2010, p. 107). Siguiendo este pensamiento, solamente el hombre burgués y occidental era considerado un ser completo, civilizador, heterosexual y cristiano y así el único capaz de gobernar, mientras “(…) la mujer europea burguesa no era entendida como su complemento, sino como alguien que reproducía la raza y el capital mediante su pureza sexual, su pasividad, y su atadura al hogar en servicio al hombre blanco burgués” (Lugones, 2010, p. 106). Lugones se apoya en los estudios de las feministas de color, para decir que el género se remonta a la época colonial (Lugones, 2010, p. 111). Unas de las feministas de color en las que se inspiró fue la nigeriana Oyeronke Oyewumi (1997) y Gunn Allen (1986/1992). Oyewumi señala como la categoría de género fue formado en la comunidad yoruba en Nigeria bajo la influencia de la conquista y el género introducido por el Occidente fue utilizado como una herramienta de dominación que designa dos categorías oponentes que se oponen de forma binaria y jerárquica (p. 87). Al respecto, señala que “(…) los prefijos obin y okun especifican una variación anatómica que Oyewùmi traduce como apuntando al macho y a la hembra en el sentido anatómico, abreviándolos como anamacho y anahembra. Es importante notar que no entiende a estas categorías como binariamente opuestas (Lugones, 2008, p. 87). De acuerdo con las feministas citadas, los yorubas no tenían un sistema de género antes de la imposición colonial, sino que diferenciaban a los sexos de manera que los llamaban anahembras y anamachos. La colonización llegó a afectar y transformar tanto la organización de la reproducción y las anahembras que fueron subordinadas en todos los aspectos de sus vidas (Lugones, 2008, p. 86), ya que a partir de la imposición de sistema de género pensaban así: “(…) no poseen un pene; no tienen poder; no pueden participar en la arena pública (Oyewumi, 1997:34, cit. en Lugones, 2008, p. 88). En este contexto, Oyewumi señala que ambos hombres y mujeres resistieron los cambios en la sociedad Yoruba, pero que “(…) la introducción del sistema de género fue aceptada por los machos Yoruba, quienes se hicieron cómplices, confabularon con la interiorización de las ana-hembras (Lugones, 2008, p. 88).

Como hemos venido explicando, el feminismo descolonial nace como una nueva epistemología en América Latina que “(…) pretende subvertir los conceptos teóricos del feminismo occidental y, sobre todo, ha puesto en entredicho la cuestión de la existencia del género y patriarcado en las sociedades amerindias antes de la intrusión europea” (Montanaro Mena, 2017, p. 129). De la misma forma, surge como una contraposición del feminismo hegemónico que ha dominado la historia del feminismo. Las tres olas, tanto el feminismo liberal como el feminismo radical y social han sido configurado por mujeres blancas del primer mundo, las cuales tenían como enfoque la lucha contra el patriarcado blanco (pp. 69, 70). Pero estas corrientes parten de la idea de idea de que el patriarcado es la forma de dominación universal para todas las mujeres, ya que estas mujeres del primer mundo “(…) no se comprendían a sí mismas en términos interseccionales; en una intersección de raza, de género y de otras señales fuertes de sujeción de dominación” (Montanaro Mena, 2017, p. 70). En efecto, y como explica Espinosa Minoso, planteaba y todavía plantea un problema crucial:

(…) La episteme feminista clásica producida por mujeres blancas, urbanas, burguesas y de clase media, que vivían asentadas en países occidentales del Primer mundo, no reconocía […] que su práctica reproducía los mismos problemas que criticaba. Mientras ponía en duda el universalismo androcéntrico, produjo la categoría de género y la aplicó universalmente a toda cultura, sin poder dar cuenta de la manera en que el sistema de género es un constructo que surge para explicar la opresión de las mujeres en las sociedades modernas occidentales y, por tanto, le sería sustantivo”. (Espinosa Miñoso (2014), citado en Montanaro Mena, 2017, s. 69)

Como indica Espinosa Miñoso, esta episteme clásica indicaba que la opresión de la mujer era igualitaria en todos los centros del mundo, pero el problema era que dejaba al lado la raza y la etnia. A las mujeres de color, sean las indígenas, las afrodescendientes, las campesinas y las mujeres pobres fueron excluidas (p. 112), y por esto también se las categorizaron como “las otras”. En este contexto, Gayatri Spivak ha utilizado el concepto de subalternidad o “los/as otros/as” para referirse a los sujetos o grupos sociales que no tienen voz, que han sido históricamente silenciados y excluidos de la producción de conocimiento (Montanaro Mena, 2017, pp.38, 39). Spivak proclama que hay que romper con el discurso con el que desde el feminismo hegemónico se silencia a las mujeres subalternas, porque desarrollan una perspectiva racista, etnocentrista y heterosexista (p. 109). Por lo tanto, expone que “(…) las mujeres indias, en su condición de subalternas, fueron doblemente colonizadas, primero por el patriarcado en el espacio público, y luego por el patriarcado colonial (Montanaro Mena, 2017, p. 103).

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El discurso colonial y patriarcal en Balún Canán

 

Aunque Balún Canán es una novela, cabe destacar que la acción transcurre durante un periodo histórico determinado “real”. El tema o el conflicto principal refleja una semejanza con los primeros años de la presidencia de Lázaro Cárdenas (1934 – 1940) y su reforma agraria en los años de 1930. Su intención era conducir México hacia un destino diferente al que se podría esperar con las medidas de la aristocracia tradicional y elite gobernante de aquella época, al proveer a los indígenas de educación formal y restituirlos las tierras para que pudieran participar en la economía moderna (Woodrich, 2019, p. 139). Aunque el reparto de tierra fue una medida bienvenida por las comunidades originarias, ya que les daba la posibilidad de recuperar sus tierras y su lenguaje que les habían sido forzosamente quitados a las generaciones previas durante la conquista. Estas mismas medidas fueron también temidas y resistidas por los terratenientes blancos, ya que sentían que amenazaba sus intereses de poder y la propiedad de sus tierras. Para ellos, la única función de los indígenas se limitaba a proveer servidumbre y mano de obra barata. Los colonizadores impusieron su propia cultura europea a los nativos americanos, lo cual, provocó una atmósfera de profunda división y confrontación en la sociedad (Ward, 2010, p. 199, 200), temática que Castellanos trata en Balún Canán.

La trama de la novela está ambientada en Comitán, Chiapas, cerca de la frontera de Guatemala, en una familia terrateniente, los Argüellos. César es el patriarca de la familia y vive con su esposa obediente, Zoraida, y sus dos hijos, Mario, y su hermana de siete años. La novela está compuesta por tres partes. La primera parte de la novela se nos presenta por la niña narradora, quien es la narradora de la primera y la tercera parte de la novela. Su nombre no se menciona nunca, pero se sobreentiende que es hija de la familia terrateniente (Ward, 2010, p. 200). Balún Canán contiene rasgos autobiográficos ya que Castellanos refleja su infancia en una familia similar a la que ella creció, contando la historia de una familia terrateniente en Chiapas. De la misma forma refleja tensiones y conflictos creados entre el hombre blanco y los indígenas de la región y muestra cómo las mujeres, no solo la mujer burguesa sino también la mujer indígena son marginalizadas no solo en función de su género, sino también en función de su raza o condición social.

A través de la niña narradora y su relación con la nana indígena, podemos tener una clara representación de las estructuras de poder, y las opresiones y enfrentamientos que surgen entre el mundo de los blancos y el mundo de los ladinos. Por un lado, está la mentalidad colonial y la cultura moderna y eurocéntrica, ejercida por los ladinos terratenientes, y por otro lado podemos sentir una fuerte presencia de la cosmovisión indígena. Ya desde la primera página de la novela el lector está siendo remontada a tiempos prehispánicos y la conquista de América. La nana cuenta a la niña narradora;

(…) …Y ENTONCES coléricos, nos desposeyeron, nos arrebataron lo que habíamos atesorado; la palabra, que es el arco de la memoria. Desde aquellos días arden y se consumen con el leño en la hoguera. Sube el humo en el viento y se deshace. Queda la ceniza sin rostro. Para que puedas venir tú, y él que es menor que tú, y les baste un soplo, solamente un soplo…” (Castellanos, 1956, p. 9).  

A lo largo de esta primera parte de la novela, la niña se encuentra en un estado de inocencia desde el cual explora la problemática generada en su propio entorno, y cómo se desarrollan las tensiones y los conflictos a su alrededor; y explica cómo se van sucediendo los diferentes acontecimientos. Cuando desaparece la voz de la primera persona en la segunda parte, entra una voz adulta en tercera persona omnisciente, quien nos cuenta sobre los conflictos sociales y raciales derivados de la reforma agraria y las reformas en educación promulgadas por Cárdenas, y asimismo entramos en el “(…) conflict between the temporary linear, colonial mindset of the ladino landholder and the cyclical, animistic outlook of the landless Indians, an incompatibility of worldviews that predicts and promotes their violent disconnection (Ward, 2010, p. 200). El punto de partida para la discordia entre los ladinos de ascendencia europea y los indígenas en la novela es la apropiación no indígena del territorio nativo. Por lo tanto, existe una necesidad profunda para los nativos, de recuperar sus tierras y tradiciones que históricamente les fueran usurpadas por los conquistadores, y así reconstruir su voz y una identidad colectiva (Ward, 2010, pp. 199, 200). Por otro lado, los terratenientes buscan evitar las reformas agrarias porque amenazan con poner fin a su dominación social y económica sobre los indígenas, y en efecto, perderán su estatus social (Woodrich, 2010, pp. 140, 141).

En la primera parte de la novela, el lector toma conocimiento de los oprimidos y los opresores, los cuales se presentan a sí mismos y a través de monólogos interiores, lo cual permite entender su situación (Ward, 2010, p. 200). La voz de la niña vuelve en la tercera parte, pero ha madurado, ya que se puede destacar que está despojada de la inocencia que se mostraba en su primera aparición, y “(…) habla con menos afección y se refiere a muchos hechos de adultos a los que apenas se había referido en la primera parte” (Corona, 2011, p. 791). En este contexto es posible que la “(…) narradora sería en las tres partes, la niña: en la segunda parte el narrador sería esta misma niña ya adulta” (Zamudio Rodríguez, cit. en Corona, 2011, p. 792). Siguiendo tal hipótesis, se puede decir que Castellanos habla a través de sus personajes, así como lo explica Ward (2010); “(…) intertextually, vía her narrator – participants, she continues to affirm her own potency through the telling of the life stories of fictionalized characters who resist domination and exclusion because of gender or racially based class divisions (Ward, 2010, p. 205). A lo largo de la novela podemos destacar el discurso hegemónico y la dicotomía entre “colonizador” y “colonizado”, siendo los colonizadores los ladinos, que están en primer plano, y los indígenas, “los otros”, los marginalizados. El discurso hegemónico se hace visible por medio de varias voces en la narración, como lo es el discurso patriarcal y racista de César Argüello, su amigo Jaime, y Felipe, quien es es líder del movimiento indígena. Por otra parte está el discurso estatal de Lázaro Cadenas o Gonzalo Utrillo, pero también se hace visible mediante las mujeres ladinas que viven bajo este sistema y de alguna manera cooperan con ella de manera consciente e inconsciente, que vamos a analizar más adelante.

César se comporta como un patrón verdadero, cuyo único interés es mantener sus tierras y el mandato en Chactajal, y está resolviendo conflictos mediante la aplicación de medidas violentas contra los pueblos indígenas (Woodrich, 2010, p. 141). El lenguaje es un elemento significativo en cuanto al enfrentamiento de los indígenas y los ladinos (Mosqueda Riviera, 2017, p. 50), lo cual, ha sido una de las estrategias que han utilizado los ladinos históricamente es prohibir a los indígenas hablar o aprender español; solo los patrones podían hablar tzeltal o tzotzil para poder negociar con los trabajadores indígenas (Woodrich, 2010, p. 140). En Balún Canán podemos ver este sistema no – igualitario ejercido por César como un modo para mantenerlos en la ignorancia. Aunque César no practica los métodos de castigo más violentos que se usaban durante la modernidad colonial, explota sexualmente a las mujeres indígenas y anima a su hijo bastardo, Ernesto, a hacer lo mismo. Al principio del segundo capítulo le dice; “(…) ahí están las indias a tu disposición, Ernesto. A ver cuándo una de estas criaturas resulta de tu color (Castellanos, 1957, p. 80). Poco tiempo después, le explica; “(…) tengo hijos regalados entre ellas (Castellanos, 1957, p. 80). Al mismo tiempo, Felipe es el único entre los indígenas que sabe leer y escribir, y por eso los otros de la tribu lo han elegido para ser el representante de su comunidad “(…) Me escogieron a mí, Felipe Carranza Pech, para que yo fuera la voz (Castellanos, 1957, p. 98). No obstante, sus habilidades no son vistas positivamente por su oponente. El narrador omnisciente nos cuenta sobre sus reacciones: “(…) ¿Quien le dio autoridad a éste, se decían? Otros hablan español, igual que él. Otros han ido lejos y han regresado, igual que él. Pero Felipe era el único de entre ellos que sabía leer y escribir. Porque aprendió en Tapachula, después de conocer a Cárdenas” (Castellanos, 1957, p. 106).

Como expone Dalton (2014), “(…) Felipe employs a practice that mirrors the strategies of César, Balún Canán ́s other bilingual male leader” (Dalton, 2014, p. 158), y de la misma forma, “(…) he embodies a new form of oppression in which he is the new abuser” (Dalton, 2014, p. 158). Las estructuras de poder ejercidas por parte de Felipe se hacen visibles en varias ocasiones, pero si destacamos un ejemplo, podemos ver su manipulación contra los otros indígenas que trabajan para César. Vemos la siguiente cita; “(…) Yo le dije a César: éstos son mis camaradas. Y no olvidé el nombre de ninguno de los que iban conmigo. Y agregué: si alguno vuelve mañana a la casa grande es con el bocado de una falsa reconciliación (Castellanos, 1957, p. 103). En este paisaje podemos ver que Felipe sabe la ignorancia de su pueblo indígena, y usa sus habilidades lingüísticas para explotar a su propia gente (p. 158), “(…) by telling them incorrectly that he has revealed their names to César, as his confidants (Dalton, 2014, p. 158). En este contexto es importante destacar lo que ha señalado Lugones y Oyewumi, que proclaman que “(…) el colonizador blanco construyó una fuerza interna en las tribus cooptando a los hombres colonizados a ocupar roles patriarcales” (Lugones, 2008, p. 90).

Ahora bien. A lo largo de la primera y tercera parte que está narrada por la niña narradora, también podemos ver las estructuras del poder y la relación entre el mundo de los blancos y el mundo de los indígenas. A su vez, la niña aparece como un sujeto dividido entre estos dos mundos pero como indica Woodrich (2010), cada vez se distancia más del mundo patriarcal para formar su propia identidad y valores (p. 133). A lo largo de la primera parte de la novela, la niña comienza a tomar conciencia de las diferentes posiciones, tanto a las creencias tradicionales indígenas que le cuenta su nana indígena, como a las ansiedades blancas contemporáneas que ella descubre en su entorno familiar. Es también junto a la niña narradora que conocemos el discurso hegemónico y patriarcal. Al principio, la niña parece estar consciente que existe una diferencia entre ella y su nana, respecto a su estatus social, cuando dice; “(…)?¿Sabe mi nana que la odio cuando me peina? No lo sabe. No sabe nada. Es india, está descalza y no usa ninguna ropa debajo de la tela tzec. No le da vergüenza. Dice que la tierra no tiene ojos” (Castellanos, 1957, p. 10). Está cita demuestra que ella conoce la jerarquía social que supuestamente le han inculcado sus padres, pero también está siendo consciente de cómo se ejercen estas estructuras de poder. En cierto sentido se puede decir que la nana también está dividida entre estos dos mundos, ya que al trabajar en la casa de los Argüellos está siendo castigada por su tribu porque trabaja para los blancos, y porque aprecia un sentimiento de cariño a la niña y a Mario. Es a partir de este evento que la niña descubre de verdad la relación entre los grupos sociales, que no es igual. La niña pregunta a la nana:

¿Es malo querernos?
Es malo querer a los que mandan. A los que poseen. Así dice la ley.
(Castellanos, 1957, p. 16)

Desde un nivel todavía preliminar, se puede decir que la niña está dando cuenta de la jerarquía social y las estructuras de poder que están manifestadas por su padre, y dice;

(…) Y salgo, triste por lo que acabo de saber. Mi padre despide a los indios con un ademán y se queda recostado en su hamaca, leyendo. Ahora lo miro por primera vez. Es el que manda, el que posee. Y no pudo soportar su rostro y corro a refugiarme en la cocina (Castellanos, 1957, p. 16).

A su vez, los prejuicios de género y raza y las estructuras del poder hegemónico aparecen a lo largo de toda la novela. En el primer capítulo seguimos la niña narradora, y las consideraciones que hace en relación con el mundo que ve a su alrededor:

(…) los balcones están siempre asomados a la calle, mirándola subir y bajar y dar vuelta en las esquinas. Mirando pasar a los señores con bastón de caoba; a los rancheros que arrastran las espuelas al caminar; a los indios que corren bajo el peso de su carga. Y a todas horas el trotecillo diligente de los burros que acarrean el agua en barriles de madera (Castellanos 1957, p. 11).

Como vemos en esta cita, la niña observa la vida callejera que la rodea e identifica la escala racial fuera de su casa. Lo que descubre, es también lo que nos ha señalado Lugones (2010). Para esta feminista argentina, se instaló una jerarquía durante la modernidad colonial, que indicaba que “(…) sólo los civilizados eran hombres y mujeres. Los pueblos indígenas de las Américas y los africanos esclavizados se clasificaban como no humanos en su especie—como animales, incontrolablemente sexuales y salvajes” (Lugones, 2010, p. 106). Mirando en la cima de la escala racial, la niña identifica al caballero burgués con su “bastón de caoba”, que corresponde al hombre “civilizado” tal como lo nombra Lugones. Y si miramos un poco más abajo en la misma escala, identificamos a “los rancheros que arrastran las espuelas al caminar”, los campesinos, y luego más abajo están los indios, que están equiparado con los animales, ya que ambos “corren bajo el peso de su carga”. De la misma forma, ella descubre su entorno familiar e introduce su estatus dentro de su propio entorno en la en la familia Argüello:

(…) soy una niña y tengo siete años. Los cinco dedos de la mano derecha y dos de la izquierda. Y puedo mirar de frente las rodillas de mi padre. Más arriba no. Me imagino que sigue creciendo como un gran árbol y que en su rama más alta está agazapado un tigre diminuto. Mi madre es diferente. […] Y a mi hermano le miro de arriba abajo. Porque nació después de mí, y cuando nació, yo ya sabía muchas cosas que le explico minuciosamente. Por ejemplo está: Colón descubrió la América. Mario se queda viéndome como si el mérito no me correspondiera y alza los hombros con gesto de indiferencia. La rabia me sofoca. Una vez más cae sobre mí todo el peso de la injusticia. (Castellanos, 1957, pp. 9, 10)

Aquí se puede identificar varios niveles de marginalización y estructuras de poder. La niña “pertenece” a esta familia, pero está marginada porque es mujer, y por esa razón no posee un lugar superior ni igualitario frente a su hermano, quien es el futuro patriarca de la familia. Es más, cuando la niña lee la historia de su familia en el manuscrito de los Argüellos, “(…) the niña witnesses the destruction at their hands of the indigenas cultural identity – the forced usurpation of lands, the imposition of Chistianity (Woodrich, 2010, p. 143). Una gran sombra cae sobre la niña cuando se da cuenta de la historia de la familia que es caracterizada por violencia y explotación del pueblo indígena que Mario debe continuar como heredero de la familia Argüello; “(…) Una sombra, más espesa que la de las hojas de la higuera, cae sobre mí. Alzó los ojos. Es mi madre. Precipitadamente quiero esconder los papeles. Pero ella los ha cogido y lo contempla con aire absorto. – No juegues con estas cosas – dice al fin -. Son la herencia de Mario. Del Varón” (Castellanos, 1957, p. 60).

En la cita de arriba podemos ver que la niña le tiene respeto y un poco de miedo ya que le describe como “un tigre diminuto”. Es más, la niña mira a su padre “hasta las rodillas”, y desde ahí descubre cómo ejerce las estructuras y el sistema de injusticia que gira alrededor de su mandato. Su madre le describe como “diferente”, y a lo largo de la novela se puede notar un cierto distanciamiento entre la niña y sus padres, ya que ellos “(…) le imponen el silencio, la confinan al papel de testigo mudo; junto a ellos conoce el ansia de huir, la violencia que encierran las palabras no- dichos (Mosqueda Riviera, 2017, p. 64). El silencio se hace visible de varias maneras, especialmente a través de su madre. En cambio, la nana es la única que le dará conocimiento sobre el mundo que la rodea. La niña dice sobre su madre: “(…) siempre me rechaza diciendo que soy demasiado pequeña para entender las cosas y que me hace daño madrugar. Entonces, como de costumbre cuando quiero saber algo, voy a preguntarselo a la nana” (Castellanos, 1957, p. 27).

Por el otro lado, la niña narradora muestra una postura crítica hacia el cristianismo ya que piensa que la muerte de Mario es un castigo de Catachana, “el diablo de las siete cuerdas” (p. 204). Cuando se da cuenta que viene el sacerdote, no quiere que venga por sí la comunión salva a Mario del hechizo, y así piensa que Mario será castigado; “(…) El señor cura. Yo no voy a entregar la llave. Cuando vengan no podrán abrir el oratorio, castigarán a Mario creyendo que él es el culpable, y lo entregarán en manos de Catachana. ¡Que no venga el señor cura, que no venga! ¡Yo no lo dejaré entrar!” (castellanos, 1957, p. 276). Como vemos en esta cita, la niña piensa que es su culpa, porque ha impedido que el cura diera a Mario la comunión, y quiere pedirle perdón a su hermano por sus fechorías, así como indican las últimas líneas de la novela; “(…) Cuando llegué a la casa busqué un lápiz, y con mi letra inhábil, torpe, fui escribiendo el nombre de Mario. Mario en los ladrillos del jardín. Mario en las paredes del corredor. Mario en las páginas de mi cuaderno. Porque Mario está lejos. Y yo quisiera pedirle perdón” (Castellanos, 1957, p. 291). En este contexto expone Woodrich (2010), que el cuaderno contendrá la relación de los terratenientes con la cultura indígena que ha sufrido explotación y violación a lo largo de la historia, la muerte de su hermano, el silencio que sus padres la han obligado a practicar como mujer y como infantil, y la forma en que rompió el silencio que se le impusieron como mujer. Al fin al cabo es el varón que muere al final de la novela, y no la niña, técnica narrativa de Castellanos, que puede simbolizar la muerte del círculo patriarcal, y el comienzo de una nueva orden (p. 150), y de la misma forma “(…) writing will be a significant action that the girl takes to probe this ambivalence, to reconcile her family against traditional injustices by transforming, denouncing, or silencing the official story that she has inherited” (Woodrich, 2010, p. 150).

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Los personajes femeninos en la novela

Como ya hemos señalado, la marginalización de la mujer, tanto ladinas como indígenas, tienen un énfasis particular en la obra de Castellanos, porque que para ella “(…) el indio y la mujer eran igualmente marginados por los hombres que ostentaban el poder” (Paredes Crespo, 2019, p. 275). Por lo tanto, en Balún Canán, entrelaza la condición de la mujer ladina y la mujer indígena y lo inserta en una época en donde la sociedad mexicana experimenta acontecimientos políticos ocasionados durante el proceso modernizador del país.

En este análisis nos distanciamos del episteme feminista occidental porque está excluye la intersección de raza y género (Lugones, 2008, pp. 81, 82). Por consiguiente, aplicamos el feminismo descolonial e interseccional de María Lugones, que “(…) pone en duda las explicaciones desarrolladas y sostenidas por las teorías feministas hegemónicas, entrando a cuestionar de manera diferente la unidad y universalidad del concepto (sujeto) mujer (Montanaro Mena, 2017, p. 126).

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Juana

Como ya hemos indicado, la trama de Balún Canán tiene lugar en un periodo de la historia en el cual las secuelas de la conquista de América se viven intensamente, y nos ubica en una sociedad todavía colonial. Al ser mujer e indígena, Juana es un personaje que pertenece a la clase social que históricamente ha sido marginalizada y explotada de forma más violenta, según el sistema moderno/colonial de Lugones, respecto a la indicación de raza y género que se estableció durante la modernidad colonial. Como lo hemos visto con esta teoría, los colonizados fueron definidos como una especie de animal, y dentro de este marco también “(…) se diferenciaban entre machos y hembras, siendo el macho la perfección, y la hembra la inversión y deformación del macho. Los hermafroditas, los sodomitas, las viragos y los colonizados, todos eran entendidos como aberraciones de la perfección masculina” (Lugones, 2010, p. 107). Asimismo, las mujeres de color son víctimas no solo de la colonialidad de poder pero también la colonialidad de género (Lugones, 2008, p. 75), y esto es justamente lo que vemos con Juana. Ella es víctima de varios ejes de discriminación entrecruzados, y yace en la intersección de género y raza. Pero no basta con esto, el narrador omnisciente nos da a saber que también es estéril:

(…) Juana no tuvo hijos. Porque un brujo le había secado el vientre. Era en balde que macerara las hierbas que le aconsejaban las mujeres y que bebiera su infusión. En balde que fuera, ciertas noches del mes, a abrazarse a la ceiba de la majada. El oprobio había caído sobre ella. Pero a pesar de todo Felipe no había querido separarse (p. 107).

Como indica esta última frase, Felipe no la ha dejado a pesar de que no puede tener hijos. Para entender tal proclama, es importante mencionar lo que señala Harris (2011). Para él, no poder tener hijos es una maldición en una sociedad patriarcal, y Juana tiene que superar la vergüenza sola (p. 683), al mismo tiempo que sufre de las pautas patriarcales debido a su raza y género.

Siguiendo a Lugones y Oyewumi, la construcción del género y el estado patriarcal se originan a partir de la colonización, ya que “(…) la emergencia de la mujer como una categoría reconocible, definida anatómicamente y subordinada al hombre en todo tipo de situación, resultó, en parte, de la imposición de un Estado colonial patriarcal” (Lugones, 2008, p. 87). Este fue aceptado por los machos, quienes se hicieron cómplices del hombre blanco, mientras las anahembras fueron subordinadas en todos los aspectos de sus vidas (Lugones, 2008, pp. 86, 87). Algo similar podemos destacar al respecto con la relación que César tiene con Felipe y la condición de Juana. Aunque ambos pertenecen al grupo social que históricamente han sido colonizados y explotados, Felipe es macho, y debido a su género se encuentra en un rango más alto que Juana. Por consiguiente, se mueve con más libertad, incluso intenta salir de su marginalización. En esta cita el narrador omnisciente de la segunda parte de la novela habla por Juana:

(…) Siempre que se iba – porque era como si no tuviera raíz- ella se quedaba sentada, con las manos unidas, como si se hubiera despedido para siempre. Y Felipe volvía. Pero esta vez que volvió de Tapachula ya no era el mismo. Traía la boca llena de palabras irrespetuosas, de opiniones audaces. (Castellanos, 1957, p. 108)

Como hemos visto con César, y en extensión, con otros personajes masculinos en la novela, todos “(…) embodies patriarchal masculinity in the senses of desire to dominate a woman or women (regardless of the extent to wish that desire is realized) (Harris, 2011, p. 692). Felipe no es una excepción, y hasta viola a Juana (p. 692). En este contexto es interesante lo que señala Harris (2011); “(…) The male tzeltal Indians are portrayed as men who are seeking to overcome their marginalization and subordination, but they do not intend to subvert the patriarchal hierarchy radically, only to alter their own position within it” (Harris, 2011, p. 692).

En el caso de Juana, es evidente que ella se encuentra en la posición de subordinada, pero a pesar de su condición de infelicidad, queda con Felipe, aunque suena sobre escapar de él;

(…) temía a este hombre que le había devuelto la costa, amargo y áspero como la sal, perturbador, inquieto como el viento. Y en lo profundo de su corazón, en ese sitio hasta donde no baja el pensamiento, ella deseaba que se marchara otra vez. Lejos. Lejos. Y que no regresara nunca. (Castellanos, 1957, p. 108)

Está cita demuestra que Juana encaja en el modelo de mujer que señala Macías; “(…) While the cultural – historical context, 1930 ́ Cardenismo, in which indigenous- possibilities were opening, the condition of rural Mexican women remained one arrested under a conservative patriarchal order (Macías 146, cit. en. Tumbaga, 2014, p. 148). En las sociedades indígenas son los padres quienes arreglan el matrimonio de sus hijos, y en el caso de Juana, ella “(…) adoptó una actitud sumisa frente a la imagen de su esposo e inmediatamente, ante la imposibilidad de tener hijos, fue ella quien se acusó de tener “vientre seco” a consecuencia de un hechizo de los brujos de la región” (Paredes Crespo,2019, p, 294).

De la misma forma, a lo largo de diferentes paisajes en la novela podemos descubrir su ignorancia y el no saber. En una conversación que tiene con su esposo Felipe resulta que ella no sabe quien és el presidente de México, ni qué es México:

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¿Y dónde está tu presidente?
En México.
¿Qué es México?
Un lugar.
¿Más allá de Ocosingo?
Y más allá de Tapachula.

(Castellanos, 1957, p. 102)

El hecho de que Juana es mantenida en la ignorancia también es un rasgo que proviene de la conquista. Volviendo a lo que Lugones ha dicho respecto a las sociedades indígenas, los hombres, o los machos, colaboraron para interiorizar a las mujeres, las anahembras; “(…) la introducción del sistema de género fue aceptada por los machos Yoruba, quienes se hicieron cómplices, confabularon con la interiorización de las anahembras (Lugones, 2008, p. 88).

Con lo expuesto, hemos utilizado la perspectiva del sistema moderno/colonial de Lugones, para dar muestra de la violencia y la discriminación que viven las mujeres de color, siendo evidente que Juana se encuentra en la intersección de raza y género. Además, es discriminada dentro de su propia comunidad, por tener “vientre seco”. De la misma forma, Juana está encerrada en una prisión social, y está considerando mudarse a otra, en donde mandan los blancos; “(…) No voy a aguantar más, dijo Juana. Me voy a ir con los patrones cuando vayan a Comitán. Voy a ser la salera. Voy a hablar castellano delante de las visitas. Sí, señor. Sí, señora. Y ya no voy a usar tzec (pp. 179, 180). Como vemos en esta cita, Juana está dispuesta a renunciar a su cultura y su dignidad (ya que no va a utilizar su tzec) y a su gente, y servir a los más ricos para poder lograr un mejor estatus social. En fin, es evidente que la situación que vive Juana es diferente a la de los otros personajes ladinos que vamos a analizar, ya que ella es víctima de múltiples formas de discriminación.

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Zoraida

Zoraida es la esposa del señor Argüello y se conforma con el discurso del patriarcado blanco. Está mujer se encuentra en un escalón más alto que Juana. Aunque ambas se encuentran bajo la hegemonía masculina, ella es discriminada debido a su género, y no a su raza, barrera que separa la condición de estas dos mujeres. Woodrich (2010), expone que este personaje pertenece a la mujer que siente la necesidad de tener que casarse por motivos económicos, ya que ella ha pasado de la pobreza a una clase social más alta, al casarse con un hombre rico como César (p. 146). Este modelo de mujer encaja otra vez en el sistema moderno/colonial que nos ha presentado Lugones (2019) la cual señala que el hombre burgués (en este caso César) es el único capaz de gobernar, mientras “(…) la mujer europea burguesa no era entendida como su complemento, sino como alguien que reproducía la raza y el capital mediante su pureza sexual, su pasividad, y su atadura al hogar en servicio al hombre blanco burgués” (Lugones, 2010, p. 106). Como expone Corona (2011), tanto Zoraida como todos los oprimidos en Balún Canán comparten la misma ignorancia del mundo, el no saber. Respecto a Zoraida, ni siquiera entiende los ciclos lunares; “(…)Y me quería explicar [César] lo de las fases de la luna. Nunca lo entendí’ (Castellanos 2005a: 92. cit. en Corona, 2011, p. 787).

Como ya hemos mencionado anteriormente, el narrador omnisciente tiene acceso a los sentimientos y pensamientos de los personajes, y a su vez, entramos al monólogo interior de Zoraida; “(…) Zoraida de Argüello. El nombre me gusta, me queda bien. Pero me daba miedo casarme con un señor tan alto, tan formal, y que ya se había amañado a vivir solo” (Castellanos, 1957, p. 90). Desde el principio se ve su estatus desde fuera, pero como veremos más adelante, ella se vuelve cada vez más infeliz en su matrimonio con César. En otro monólogo interior, el narrador omnisciente le da a saber al lector sobre su matrimonio que es marcado por la infelicidad e incomunicación; “(…) Y yo tendré obligación de seguir viviendo con él? Porque el caso es que yo no quiero ir a pasar penas a Comitán. No quiero que me miren menos donde fui principal” (Castellanos, 1957, p. 201). En esta cita podemos ver que ella queda con César por causa del estatus social y económico, y así se asoma a la conciencia de su condición subalterna, sustentada en la dependencia hacia el marido y las máscaras que ha debido asumir para mantener un matrimonio sostenido en las apariencias y no en la idealización del amor. Miramos esta cita:

(…) Me sequé de vivir con un señor tan reconcentrado y serio que parece un santo entierro. Como es mayor que yo, me impone. Hasta me dan ganas de tratarlo de usted… Para que yo deje que se me acerque todavía me tiene que rogar. No sé cómo hay mujeres tan locas que se casan nomas por su necesidad de hombre. (Castellanos, p. 91)

Como vemos aquí, Zoraida se encuentra en una posición en la que está subordinada, y es cómplice de su propia opresión. Su personaje se caracteriza por su abnegación y pasividad, y pertenece a la clase de mujer que nos ha mostrado Castellanos, quienes aceptan su posición de subordinación como el único destino posible. En este contexto me parece oportuno volver a lo que ha dicho Castellanos en Una cultura femenina. En esta tesis maestra expone que esa cultura “(…) va haciendo que el varón se convierte en victimario y mujer víctima” (Llamas, 2017, p. 38), ya que, para los hombres, es la cultura que “(…) es la vía para trascender el mundo, mientras la maternidad lo es para las mujeres (Lamas, 2017, p. 36).

De acuerdo con lo anterior, podemos ver algo similar con Zoraida, quien se aferra a su estatus social donde el papel de la mujer se limita a la maternidad, que es la única vía de algunas mujeres de trascender el mundo (Lamas, 2017, p. 36). En otro monólogo dice: “(…) Gracias a Dios que tengo a mis dos hijos. Y uno es varón (Castellanos, 1957, p. 92). Esta última frase también indica su importancia de continuar con el legado patriarcal a través de su niño heredero. Por lo tanto, el hecho de que tiene a sus hijos, no la pone en la posición en la que está por ejemplo Romelia, que es una de las primas de César, que está separada, o la de Matilde, que no tiene esposo ni hijos.

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Francisca

Francisca es la mayor de las tres primas de César, y vive junto a ellas en su Hacienda en Palo Maria, propiedad señorial heredada de su padre. César mismo le describe como una mujer valiente y bragada, y le admira, por actuar “como un hombre” (Martínez, Hernández y Tavira, 2018, p. 43). Francisca representa lo contrario de Zoraida, ya que rechaza el rol tradicional de la mujer que hemos visto con Zoraida. En este contexto, Harris (2011) expone que “(…) Francisca refuses to emulate the model of emphasized femininity exemplified by Zoraida by proving her strength both as a mother figure and as a landowner. This is why she appears masculinised (Harris, 2011, p. 692). Como ya vemos con esta cita, Francisca niega su feminidad, y va en contra de las costumbres de la época, respecto a la institución matrimonial como el único destino de las mujeres, la dependencia social y económica y la subordinación a la imposicion masculina. En contrario, “(…) ella es considerada una terrateniente violenta y decidida, a quien nunca le tembló la mano para castigar con el fuete o mandar al cepo a algún indio insurrecto, según las costumbres de la época” (Martínez, Hernández y Tavira, 2018, p. 43).

Un evento importante en la novela es que Francisca se siente abrumada por el conflicto del enfrentamiento entre los indígenas y los ladinos y entra a un estado de transformación donde se encierra dentro de su hacienda, para defender lo que es “su lugar” (Martínez, Hernández y Tavira, 2018, p. 43). Matilde la observa, y piensa que se ha enfermado mentalmente. Por miedo de su hermana, huye en pánico de Palo María a su tío César y su tía Zoraida en Comitán. Le cuenta a Zoraida; “(…) Francisca no salía de la casa. Dispuso que había que tapizar de negro todos los cuartos. Después ella misma clavó las tablas para hacer un ataúd.! Lo pinto de negro! Lo puso en el lugar donde antes tenía su cama. Y ahí se acuesta. Pero no duerme. Yo lo he visto. No puede dormir (Castellanos, 1957, p. 115). Es más, Francisca tortura a los indios Tzeltales hasta la muerte, al utilizar los métodos más violentos (métodos que ni siquiera César se atreve a usar) para mantener el control sobre su rebeldía, quienes animados por la reforma agraria, se apoderan de su hacienda (Zatarain Tumbaga (2014). Otra vez Matilde cuenta a su tía; (…)? ¿Sabes lo que hizo? Levantó el cepo en el medio de la majada. Y a punto de chicotazos metía allí a los indios y los dejaba a sol y sereno. Los que no aguantan se morían. Pero no así nomás. Antes de que murieran Francisca los cogía y…” (pp. 114, 115).

Al respecto del comportamiento de Francisca, los indios piensan que dzulúm la ha hechizado, ya que está se ha adueñado de su personaje (Martínez, Hernández y Tavira, 2017, p.46). Al respecto, la narradora cuenta que “(…) entre los indios se corrió la voz de que la había arrastrado el dzulúm. Y que si no se la llevó fue porque hizo el pacto de servirle y de obedecer (Castellanos, 1957, p. 116). Aunque Francisca es una mujer respetada, es castigada por su conducta recia y como vamos a ver más adelante, tanto ella como sus primas son modelos de mujeres que no encajan en el marco social de la sociedad y son entonces mujeres inconformistas que caen bajo el hechizo de dzulúm.

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Matilde

Matilde es la prima menor de César, y vive junto con sus hermanas Romelia y Francisca en la hacienda en Palo Maria. Como expone Popovic Karic (2014), Matilde pertenece a la clase de los terratenientes blancos, pero su marginalización proviene de su problemática personal. Sus problemas cotidianos giran en torno a su estatus como mujer soltera, y el hecho de que ella no tenga un lugar tradicional en la institución marital la ha hecho sentir sola y frustrada. Su personaje es marcado por su relación con Ernesto, quien tiene que luchar con las problemáticas de Matilde, respecto a su ilegitimidad y su falta de aceptación por parte de César (p. 154). Miramos este paisaje sobre Matilde, expresado por el narrador omnisciente:

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(…) Es muy triste ser huérfana. Cuántas veces se lo dijeron a Matilde acariciando su cabeza como con lástima! Esta niña se va a criar a la buena de Dios, igual que el zacate. Porque Francisca, la segunda madre, es muy joven todavía, se casará. Y la criatura vendrá a ser como un estorbo? Y si Francisca no se casa? Peor. En esta familia no habría un respeto de hombre. Matilde se iba, cabizbaja, con una palabra zumbando a su alrededor. Huérfana. Las visitas eran malas. Le decían eso porque creían que estaba sola, que no tenía a nadie (Castellanos, 1957, p. 117).

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Como la cita indica, Matilde ha sido criada por su hermana Francisca, entregándose como su segunda madre. Del mismo modo, se ve afectada por ella, respecto a que nunca quiso casarse. Sin embargo, el escándalo total en el caso de este personaje es la relación ilícita que llega a tener junto a su sobrino Ernesto, que para Matilde es un rayo de luz que le da esperanza de crear un momento de esperanza:

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(…) El cuerpo y la mente, unidos en esta ocasión, vislumbra un rayo de luz que surge de Ernesto. Es una luz difusa, pero, en la oscuridad en la que mora Matilde, representa una vía que le permitiría seguir el paso del tiempo. Por ahí, se perfila la endeble esperanza en la que aún palpita la vida a pesar de todos los argumentos reprimidos y verbalizados de Matilde sobre su vejez e inutilidad (Popovic Karic, 2014, p. 155).

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La relación que se desarrolla entre Ernesto y Matilde es caracterizada por una represión mutua. Ernesto por causa de su condición como “bastardo”, y Matilde por su estatus como “solterona”, y sobre todo por su edad, que vemos a lo largo del siguiente paisaje donde el narrador omnisciente nos cuenta sobre su condición: “(…) Vieja. Esa era la verdad. Y volvió a caminar, pero ya no con el paso ligero de antes, sino arrastrando los pies dificultosamente, como los viejos. […] Y cada arruga le dolió como una cicatriz” (Castellanos, 1957, p. 154).

Ahora bien, estas dos almas se enamoran, y Matilde queda embarazada, hecho que va a causar su perdición, y así como expone Paredes Crespo (2017); “(…) en Matilde está la imagen de la mujer que infringe la ley natural enamorándose de su sobrino Ernesto y, por consecuencia, es castigado cuando queda embarazada” (Paredes Crespo, 2017, p. 293). Cuando descubre que está embarazada de él porque no quiere un hijo bastardo, e intenta ahogarse, pero Ernesto le salva.

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¿Por qué no me dejaron morir?

Su voz sonaba fría, rencorosa. Ernesto quedó atónito, sin saber qué contestar. No esperaba esta pregunta. Se puso de pie y desde su altura dejó caer las palabras como gotas derretidas de plomo.

¿Querías morir?

Matilde se había incorporado y respondió con vehemencia:

¡Si!

Y ante el gesto de estupefacción de Ernesto:

¡No seas tan tonto de creer que fue un accidente! Sé nadar, conozco estos ríos mejor que el kerem que me salvó.
Entonces tú…
Yo. Porque no quiero que nazca este hijo tuyo. Porque no quiero tener un bastardo.

(Castellanos, 1957, pp. 158, 159)

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Como consecuencia de todo, Matilde cae en una profunda depresión, y la curandera Amantina llega a la casa para curarla. En secreto, este entiende la causa de su depresión cuando llega a saber que Matilde está embarazada y le ayuda a abortar el niño; “(…) pasá muchacha. Ya sé que lo tenés. Pasá. Yo te voy a ayudar” (Castellanos, 1957, p. 172). Ernesto es el único que se sabe sobre su aborto, y cuando este se muere cuando César le manda a Ocosingo, se puede interpretar que Matilde piensa que ella es responsable de su muerte, y que él no ha querido vivir más por causa de que ella tuvo el aborto de su hijo. Cuando se presenta en la casa de César, finalmente confiesa su amorío hacia Ernesto: “(…) ¡Yo lo maté!!Yo fui su querida! Yo no dejé que naciera su hijo! Pregúntale a doña Amantina cómo me curó. Yo he deshonrado está casa y el apellido de Argüello” (Castellanos, 1957, p. 215). De la misma forma, Matilde descubre que tiene sentimientos verdaderos por Ernesto, así como afirma Paredes Crespo; “(…) después del asesinato de Ernesto, se descubre su amorío con él, y es desterrada de la casa Argüello perdiéndose en la selva donde después, presuntamente, es capturada por el dzulúm (Paredes Crespo, 2017, p. 293). Matilde recibe un gesto de indiferencia por parte de su tío; “(…) César parpadeó, volviendo en sí. Hizo un signo negativo con la cabeza. Y luego, volviendo la espalda a Matilde, añadió: Vete. Matilde besó por última vez la mejilla de Ernesto y se puso en pie. Echó a andar. Bajo el sol en la llanura requemada. Y más allá. Bajo la húmeda sombra de los árboles de la montaña. Y más allá. Nadie siguió su rastro. Nadie supo dónde se perdió” (Castellanos, 1957, p. 216).

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Conclusiones

En este artículo hemos analizado la novela Balún Canán, escrita por la autora mexicana Rosario Castellanos, con el objeto de indagar qué significa para esta autora la imposición de estructuras de organización social coloniales y el ser mujer en la sociedad de México en la primera mitad del siglo XX. A partir de la teoría descolonial e interseccional de María Lugones, se ha explorado cómo se reproducen las estructuras de poder en la relación entre los blancos y los indígenas en la novela. De la misma forma, hemos utilizado el feminismo descolonial de María Lugones para analizar cómo se originan y operan las organizaciones del poder hegemónico y explorar cómo la condición femenina es presentada en la novela.

El análisis muestra que la relación entre estos dos mundos tiene una dinámica asimétrica, donde los terratenientes blancos menosprecian al indígena y su cultura, tratando a los indígenas como “el otro”. La conformación de organizaciones de poder y opresión se hacen visibles a lo largo de toda la novela, si bien es mediante el lenguaje, la hegemonía de la religión católica, la raza, o el género, los cuales están todos aliados con el poder. Estas estructuras son ejercidas mediante varias voces en la narración, principalmente por el personaje de César Argüello, quien utiliza el lenguaje como una herramienta para mantener a los indígenas en la ignorancia y emplea métodos de castigo violentos, llegando incluso a ejercer la explotación sexual de las mujeres indígenas. El poder también se hace presente a través de otras voces en la narración, por ejemplo mediante el discurso estatal de Lázaro Cárdenas o Gonzalo Utrillo. También tenemos a Felipe, quien utiliza sus habilidades lingüísticas para incorporarse en el sistema del colonizador blanco.

Aunque Balún Canán no muestra directamente un proceso de descolonización, se puede sostener que la niña narradora ha empezado a crear un diálogo intercultural entre estos dos mundos. Desde el principio de la novela ella observa y cuestiona su entorno, y descubre una doble realidad donde por un lado sufre el discurso patriarcal y hegemónico donde está sometida al silencio y el no-saber por parte de sus padres, y es aquí también donde descubre su propia marginalización como mujer. Por otro lado, su nana tzeltal le transmite historias de la cosmovisión indígena, y le muestra otra visión del mundo. De la misma forma, la niña aprende que el conocimiento es lo único que le puede ayudar a resistir la represión que experimenta como mujer, y a través de la palabra transformar la historia que ha heredado. La relación entre la niña narradora y la nana muestra un proceso que se puede considerar como intercultural, ya que mediante la narrativa se establece un diálogo con el “otro”. De acuerdo con lo anterior, el segundo objetivo del análisis ha sido explorar cómo la condición de la mujer ladina e indígena es presentada en la novela. Es evidente que Castellanos describe a mujeres complejas y a través de variadas personalidades, muestra los espacios de poder y las situaciones de opresión heredadas del sistema patriarcal impuesto a partir de la colonización de América en 1492, y cómo este sistema los mantiene en la ignorancia respecto del conocimiento y sentido común predominante en la clase social dominante. El análisis muestra que tanto las mujeres ladinas como las mujeres indígenas sufren opresión, sus situaciones como sujetos marginalizados no son iguales. La aproximación interseccional me ha permitido ver y descubrir que la opresión que sufren las mujeres de color es doble; son víctimas tanto del patriarcado como el colonialismo. Esto es lo que hemos visto con el personaje de Juana, que está discriminada tanto en función de su género como su raza, y las discriminaciones entrecruzadas la oprimen y la limitan en su realización como mujer. En el personaje de Zoraida, Castellanos muestra a la mujer oprimida y derrotada, que se aferra a su estatus social y aunque le hace infeliz. De la misma manera, y tal como hemos visto con Zoraida, Castellanos dibuja imágenes de mujeres mexicanas que aceptan su posición subordinada en la sociedad y están conformes con la maternidad como su única meta o destino en la vida. Pero la autora mexicana argumenta que son responsables de su propia marginalización, porque no priorizan o luchan para salir de su situación, que para Castellanos es a través de la educación (Corona, 2011, p. 789).

A modo de conclusión, se puede afirmar que para Castellanos, ser mujer en la sociedad mexicana en mediados de siglo XX, significa estar oprimida y consecuentemente limitada en su posibilidad de desarrollar todo su potencial como persona. Todas las mujeres en Balún Canán representan distintos modelos de mujeres infelices e insatisfechas con el desarrollo de sus vidas, y están encerradas en un sistema patriarcal y colonial, privadas de poder realizarse como seres humanos. No obstante, y como hemos visto anteriormente, Castellanos criticó la abnegación de la mujer y en sus obras refleja sobre la condición de la mujer, india o latina sin excepción, describe situaciones opresivas, pero también plantea soluciones y refleja sus continuas búsquedas de una identidad (Franco, 1985, p. 147., citado en: Haroun, 2010, p. 72). Respecto al personaje de Francisca, Castellanos describe a una mujer que rechaza su feminidad y se fortalece para hacerse valer en un mundo dominado por hombres. Tanto ella, como su hermana Matilde quien lucha contra su vejez y su imagen de “solterona”, compone personajes que no encajan en la sociedad, en donde el monstruo de dzulum las ha hechizado o llevado. Se puede interpretar el monstruo de dzulum como un ”breaking point” o punto de quiebre de estas mujeres, en donde la muerte se convierte en una alternativa aceptable a la existencia intolerable de conformar con las identidades sociales que se espera de ellos (p. 158). A fin de cuentas, Castellanos muestra las raíces de los conflictos provenientes de la época colonial, y a través de los personajes femeninos, manifiesta cómo sus personalidades han sido moldeadas por el patriarcado y el colonialismo. Al exponer estas problemáticas se abre la reflexión hacia un cambio mediante el diálogo intercultural. Al fin, en el poema “Meditación en un Umbral” , Castellanos hace referencia a todas estas mujeres que nunca estuvieron conformes con la realidad que les tocó vivir, y tal como Safo, Mesalina, Maria Egipciaca, Magdalena o Clemencia Isaura, Castellanos también buscó hacer el camino para enfrentar la segregación y el opresión que sufren a consecuencia de su género o raza, en pos de lograr “otro modo de ser humano y libre”.

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Individualismo en La española inglesa de Miguel de Cervantes

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Individualismo en La española inglesa de Miguel de Cervantes

El problema del individuo de la filosofía renacentista italiana y su expresión en la literatura española de Cervantes Saavedra..

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Introducción

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El autor español Miguel de Cervantes publicó en el año 1613 su obra Novelas Ejemplares, en donde el individuo es un tema central. Una de las novelas1 que muestra esto claramente es la novela La Española Inglesa que trata de un desarrollo de un individuo tanto en el nivel temático como narrativo. El gran enfoque en el individuo muestra una relación con la contemporaneidad donde las corrientes de pensamiento renacentistas se centraban en problemas acerca del individuo, como el destino y la libertad del hombre. Por eso, es relevante leer la novela La Española Inglesa desde una perspectiva filosófica renacentista sobre el individuo. Para hacer esto, he formulado lo siguiente: Desde una perspectiva filosófica renacentista la novela de Cervantes La Española Inglesa es analizada, con el objeto de examinar cómo el texto expresa el individualismo. Primero voy a examinar la teoría del Renacimiento para alumbrar cómo fue la visión del hombre desde una perspectiva humanista, neo-aristotélica y neoplatonista. Examinaré todas estas tres corrientes de pensamiento para lograr un imagen más cumplido del individuo, aunque, en el análisis voy a poner un mayor enfoque en las teorías neoplatonistas. Usaré estas teorías en un análisis de La Española Inglesa para concluir cómo Cervantes es influido por estos pensamientos y cómo los usa para desarrollar el individuo en su novela.

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Individualismo en el Renacimiento

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El enfoque en el individuo fue parte de un nuevo ‘cosmos de pensamiento’ en el Renacimiento (Cassirer 1979 p6), que es dividido en tres corrientes de pensamiento, por el autor Ernst Cassirer: el humanismo, el neo-aristotelismo y el neoplatonismo (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 p2). Estas corrientes examinaban el origen y destino del humano, y sus visiones del espíritu y la naturaleza del individuo fueron usadas para levantar un plano del cosmos (Kristeller 1979 pp165-210). Es decir, a través del individuo se examinó el orden del universo. El concepto de Ragioni (Razón) tuvo un lugar central en el pensamiento del Renacimiento (Cassirer 1979 ppIX-1), y así las tres corrientes de pensamiento usaban la razón para examinar problemas como la inmortalidad y la dignidad del hombre. He elegido dividir los próximos párrafos entre estas tres corrientes, añadiendo un párrafo sobre la dignidad del hombre, para así obtener una imagen de cómo fue la visión del individuo en el Renacimiento.

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El Humanismo

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A finales del siglo XIII surge el humanismo que, como indica su nombre, se centra en el ser humano. El poeta Francesco Petrarca (1304-1374) es el primer representante del humanismo y es nombrado el ‘padre del humanismo’ (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 p2-3) por su iniciativa de pensar conscientemente sobre el individuo y su lugar y destino en el mundo, tanto natural como metafísico (Herrera Guillén 2020 pp35-36). Petrarca enfatizaba que debemos conocer la propia naturaleza del hombre y de dónde deriva y a dónde va (Kristeller 1979 pp170-171), y su principal enfoque fue cultivar las virtudes del hombre: ‘Philosophy meant to him [Petrarca] an exclusively practical discipline teaching the art of living well and happily (…)’ (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 p24). Es decir, el objetivo de los humanistas fue cultivar el hombre virtuoso, y se enfocaron en textos de los antiguos filósofos, porque los veían como la obtención más alta del hombre (Herrera Guillén 2020 p4). Concretamente, esto significaba que Petrarca mismo cultivaba sus virtudes imitando el estilo de escritura de los antiguos filósofos, lo que consideraba un ideal de gracia literaria (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 pp2-4). Pero, Petrarca no sólo cultivó las virtudes prácticas del hombre; en sus poemas de amor se ve una cultivación del espíritu del hombre. Esto lo observa la profesora María Pilar M. Sorolla p.ej. en la obra Canzoniere, donde observa un ‘proceso de divinización’ del hombre cuando el amor hace que la protagonista Laura va ‘(…) encaminándose hacia Dios (…)’ (Manero Sorolla 1987 pp132-133). Es decir, la cultivación del amor puede llevar el alma del hombre hacia lo divino. Esto es algo que será examinado más en detalle, en el párrafo ‘Neoplatonismo Florentino’.

En definitiva, el humanismo fue una disciplina que renació la visión del hombre de antiguos filósofos, especialmente Platón, y así los humanistas pusieron su enfoque en la creación del ser humano y cultivaban sus muchas virtudes, mientras había una aspiración hacia lo divino, que se realizó a través del amor (Herrera Guillén 2020 pp21-22). El enfoque de los humanistas en el individuo y sus virtudes funcionaba como la base de futuros pensamientos, y en lo siguiente vamos a encontrar estas mismas ideas, aunque en diferentes formas, en los pensamientos neo-aristotélicos y neoplatónicos.

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El Neo-Aristotelismo Renacentista

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Usando nuevas traducciones de antiguos textos de Aristóteles, el italiano Pietro Pomponazzi (1462-1525) desarrolló sus ideas del hombre con un enfoque en el mundo material (Herrera Guillén 2020 p28). Pomponazzi separó lo metafísico de la ética y así acentuaba que la dignidad del hombre fue un problema independiente de la inmortalidad del espíritu, mientras la libertad y las acciones del individuo fueron separadas de cosas metafísicas como la fortuna (Cassirer 1979 pp82-83). Es decir, Pomponazzi examinaba la dignidad del hombre en su vida presente en la tierra, cultivando la ética y la libertad del individuo. No estudiaba el hombre en un contexto metafísico, porque argumentaba que esto no podía ser demostrado usando la razón: ‘Pomponazzi holds a ‘naturalistic’ view of the human soul and does not believe that its immortality can be proven on rational grounds (…)’ (Kristeller 1979 p178). En efecto, en su tratado de la inmortalidad del espíritu, Pomponazzi usa la lógica para desarrollar una vista naturalista del espíritu, concluyendo que la inmortalidad no puede ser comprobada por la razón. Pomponazzi acentúa que el hombre necesita esta libertad y separación de lo metafísico y ve la virtud moral como el objetivo del hombre: ‘Pomponazzi formulates the ideal of a moral virtue which can be attained during the present life.’ (Ibid. p179).

Aunque pone su enfoque en la vida presente del hombre, esto no significa que Pomponazzi excluye una vida metafísica. Para Pomponazzi hay una distinción clara entre el cuerpo físico y el espíritu, y argumenta que el espíritu sólo puede obtener información a través del cuerpo (Ibid. pp192- 194). En otras palabras, todo deriva de lo material y por eso vale estudiar el origen del hombre, enfocándose únicamente en la vida presente. Es decir, Pomponazzi se enfoca en lo que sabe con certeza y así separa el hombre de Dios y el mundo metafísico, concluyendo que el objetivo del hombre es cultivar sus virtudes en la vida presente. Según Pomponazzi, toda inteligencia deriva de lo material y así será imposible para el alma obtener una imagen de lo espiritual, que es exactamente lo que los neoplatónicos argumentaban es el objetivo del hombre, como vamos a ver en el próximo párrafo.

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El Neoplatonismo Florentino

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Aunque hemos visto que Pomponazzi separa lo metafísico y lo terrestre, es importante notar que la visión del hombre desde una perspectiva teológica todavía es muy importante en el Renacimiento. Esto se ve en la filosofía neoplatónica de Marsilio Ficino (1433-1499), que justifica la fe cristiana, usando la razón para argumentar a favor de la inmortalidad del hombre (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 pp186-187). Ficino, el fundador de la Academia Platónica de Florencia, combina el mundo terrestre con el mundo divino en su sistema ontológico del hombre que aparece en su trabajo Teología Platónica de 1482 (Kristeller 1979 p189). Esta teoría se basa en el sistema de Plotino, pero Ficino añade un nivel más, para así obtener una jerarquía que consiste de cinco niveles con el hombre en el centro: Dios, Angélica, Racionalidad (el hombre), Cualidad y Materia (Hankins 2007 pp87-88). Como antes mencionado, la razón es un elemento muy importante en el Renacimiento (Cassirer 1979 ppIX-X), y esto se ve muy claramente en el sistema de Ficino que pone énfasis en el hombre como un ser racional. Este sistema de Ficino levanta un plano del cosmos y muestra al hombre como un ser situado en el centro, combinando lo terrestre con lo divino (Ibid. p87). Lo que le distingue al hombre de los otros seres en el sistema es que, mientras los otros niveles están quietos en el sistema, el hombre puede moverse libremente y elegir su propia forma de existencia. Esta universalidad del hombre es lo que, según Ficino, le da su dignidad (Kristeller 1990 p108). Ficino ve que el espíritu tiene una gana natural de subir en el sistema de las sustancias y enfatiza que el objetivo del hombre es llegar a obtener una unión con Dios en la futura vida metafísica (Kristeller 1979 pp188-191). Usa este argumento para declarar que el hombre tiene que vivir una vida virtuosa y contemplativa durante la vida presente en la tierra, porque el medio para llegar a Dios es la contemplación: ‘(…) the Platonists had taught that the goal of human life is contemplation and that this goal is fully attained only in a future life (…)’ (Ibid. p179). Ficino argumenta que la vida contemplativa es una experiencia directamente conectada con lo espiritual, lo que le da la conclusión de que el espíritu es una sustancia incorpórea e inmortal que puede llegar a obtener una imagen permanente de Dios. Entonces, Ficino se distingue de Pomponazzi, diciendo que el objeto del individuo no se encuentra en la vida presente, sino que es algo que solo puede ser obtenido en el mundo metafísico.

Esta aspiración del espíritu hacía Dios se relaciona con el pensamiento humanista de que tenemos una capacidad, que es universal para todos los hombres, de obtener lo divino (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 p187). El amor divino que Petrarca examinaba en su poesía, también se ve en la filosofía de Ficino sobre el amor platónico. Inspirado del humanismo, además del Banquete de Plato y la figura de Eros, Ficino describe la esencia del hombre, como un ser que está dirigido hacía Dios, de esa aspiración interior, el amor, mientras Dios aspira hacía el hombre (Cassirer 1979 pp131-133). Esta doble aspiración es la esencia del amor platónico y es esto que eleva el individuo al nivel más alto en el sistema, donde puede obtener una unión con Dios, y así obtener su puro forma. Es exactamente esto que, según Ficino, es el objetivo del hombre. Ficino refiere a esta aspiración, diciendo que se puede encontrar lo divino dentro de cada individuo, porque sus espíritus aspiran hacía la misma verdad, que es Dios (Ibid. pp186-188). Así que, Ficino enfatiza el sitio privilegiado del humano, que puede elegir dónde quiere situarse en el sistema, y usa esta visión del hombre para juntar la filosofía con la religión, argumentando que son dos diferentes maneras de acercarse a la misma verdad (Kristeller 1979 p204).

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La dignidad del hombre

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Varias ideas de Ficino fueron desarrolladas de su estudiante Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), que es reconocido como uno de los filósofos del Renacimiento más importantes en cuanto al tema del individuo. Pico tenía un profundo conocimiento de los textos clásicos e intentaba combinar el platonismo con el aristotelismo, terminando con una visión del hombre como un ser libre que puede elegir su propia forma (Ibid. pp205-6). Según Pico, la dignidad del hombre se encuentra tanto en su sitio privilegiado en el cosmos como en su libertad y similitud con Dios.

En el año 1486, Pico escribió su Discurso que más tarde ha sido nombrado Discurso sobre la Dignidad del Hombre por su gran enfoque en el problema de la dignidad del hombre (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 pp216-217). En ello Pico desarrolla la teoría neoplatónica de Ficino del sistema ontológico del ser, pero, subrayando la libertad del hombre, Pico se diferencia a Ficino cuando pone el hombre afuera de la jerarquía, razonando que el hombre tiene la libertad absoluta de estar fuera del sistema en todo. Pico entiende la jerarquía ontológica como una manera de socavar la libertad del hombre, y para explicar esto, Pico distingue entre ser y llegar a ser como una expresión más pura de la libertad: ‘In the rigid hierarchical system, the value of freedom must always seem something foreign (…) because the order of mere being does not capture the meaning and the movement of pure becoming.’ (Cassirer 1979 p84). Es decir, para Pico, una cualidad esencial del hombre es su libertad absoluta, incluyendo la libertad de crear a sí mismo, y es exactamente esa que da valor y un estatus privilegiado al hombre (Ibid. p120). La libertad del hombre se expresa también dentro del humano mismo, donde Pico dice hay una determinación que deriva de su interior y su libertad fundamental, que rompe con la fortuna y hace que el individuo tome control de su propio destino. Es decir, el hombre no está controlado por poderes altos, sino que el individuo mismo contiene el poder de determinar su propio futuro (Ibid. p120).

Este poder y libertad del hombre deriva de su estatus como un ‘microcosmos’ que Pico examina en su Discurso (Ibid. p84). La visión del hombre como un microcosmos fue originalmente una teoría de Nicolás de Cusa, después desarrollada por Ficino, y entiende el hombre como un ser que contiene todas las virtudes presentes en cada parte del cosmos. Deriva del mito de creación, de la fe cristiana, que Pico describe en su discurso, y muestra que el hombre tiene una mente parecida a la de Dios (Mirandola 2016 pp12-14). Este mito describe cómo Dios, después de crear todos los seres y asignarles a todos una virtud y un sitio en el universo, creó el hombre como lo último, dándole todas las virtudes combinadas y poniéndole en el centro del cosmos. Así que, el hombre no tiene una forma ni un sitio predefinido y, por eso, tiene la capacidad de reconocer y ser consciente de su propia creación (Cassirer 1979 p85). El hombre puede hacer esto a través de su creatividad, que no está limitada, pero que puede imaginar todas las cosas de Dios y el cosmos. Entonces, la idea del hombre como un microcosmos se centra en que el hombre en sí mismo contiene un cosmos y así puede imaginar todas las cosas y recrearlas a través de su creatividad (Ibid. p64). En esta potencia de crear encontramos, según Ficino y Pico, una parte de lo divino dentro del humano mismo (Ibid. p195). Según Pico, el objetivo del hombre es la aspiración hacía lo divino, o sea, el hombre debe usar su libertad para crear la mejor forma de su ser.

Es decir, el hombre es el único ser que puede separar conscientemente el sujeto y el objeto, o sea, el hombre puede contemplar y distinguir entre lo corporal y lo no corporal, conscientemente separándose de la jerarquía ontológica (Ibid. pp84-86). Pico desarrolla esta idea en su doctrina ‘Heptaplus’ de 1489, donde construye su propia jerarquía ontológica (Kristeller 1979 p177). En esta doctrina Pico diferencia entre tres mundos: el mundo elemental, el mundo celestial y el mundo invisible. Combinados, estos tres mundos forman el cosmos, y Pico añade una cuarta parte fuera de la jerarquía, que es el hombre. Refiriendo a la fe cristiana, donde Dios crea el hombre en su propia imagen y lo pone en el centro del mundo, Pico describe cómo el hombre está en el centro y funciona para conectar las tres partes del mundo (Ibid. p177). Con este sitio privilegiado, el hombre comparte un poder con Dios que es el poder de combinar y unir los diferentes mundos y todas las cosas en ellos. La diferencia entre Dios y el hombre consiste en que Dios ha construido todo y así puede contener todas las cosas del cosmos, mientras el hombre solamente las puede imaginar (Ibid. p177). Aquí Pico vuelve al pensamiento de Ficino sobre la universalidad del hombre que dice que el alma del hombre aspira hacía Dios y puede moverse a los diferentes niveles y vivir las vidas de los diferentes seres en el sistema. Pero, solo es Dios que es todas las cosas y así Pico concluye que el hombre, es inferior a Dios, pero al mismo tiempo es naturalmente superior a todos los otros seres, porque tiene una mente parecida a la de Dios (Ibid. p173).

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La visión del hombre en el Renacimiento

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Entonces, se ve que la visión del hombre es una cuestión compleja en el Renacimiento, pero generalmente se puede observar una idealización del individuo. Lo que todas estas corrientes de pensamiento tienen en común es usar la razón para enfatizar al hombre como un ser racional, privilegiado y virtuoso. Esta visión del individuo en el Renacimiento, lo ha sintetizado la profesora M. Sorolla: ‘(…) un hombre que ha conquistado la plena conciencia de las cosas, el perfecto dominio de sí mismo y que ha ordenado su vida consiguiendo compaginar y armonizar sus exigencias físicas, espirituales y sociales (…)’ (Manero Sorolla 1987 pp125-126). El poeta Petrarca, declaró que el objetivo del hombre debe ser cultivar sus virtudes, además de que ponía énfasis en el amor que puede llevar el espíritu hacía lo divino. Generalmente, las ideas del Renacimiento culminan en la idea del sujeto y el objeto, lo corporal y lo no corporal (Cassirer 1979 pp123- 126), donde el hombre se encuentra en el centro. Mientras el neo- aristotélico Pomponazzi, ponía énfasis en el hombre en su vida presente, diciendo que el objetivo del hombre es cultivar sus virtudes, los neoplatónicos Ficino y Pico tienen su enfoque en el mundo metafísico, donde el hombre va a encontrar su objetivo: Dios. Ficino pone el hombre en el centro, diciendo que el hombre debe aspirar hacía lo divino donde puede llegar a obtener una imagen permanente de Dios en el nivel más alto de la jerarquía ontológica. Su estudiante Pico también reconoce que el objetivo del hombre se encuentra en la vida metafísica, pero separa el hombre del sistema de Ficino, subrayando la libertad absoluta del individuo. Así, según Pico, el hombre tiene una naturaleza parecida a la de Dios, como un microcosmos que puede imaginar todas las cosas del cosmos y crear su propio ser, lo que constituye su dignidad. Su teoría sobre el hombre como un microcosmos subraya la idea fundamental de su ‘Discurso’; que el hombre es lo mejor en la tierra y lo mejor del hombre es su mente (Ibid. p115). A continuación, vamos a ver cómo se pueden ver estos pensamientos sobre el individuo en la novela La Española Inglesa de Cervantes.

 

Análisis de La española inglesa de Cervantes

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El pensamiento renacentista italiana sobre el individuo ha tenido mucha influencia, entre otras cosas, en el ámbito de la literatura. Esta influencia se ve p.ej. en las obras del autor español Miguel de Cervantes Saavedra (1547- 1616) quien vivió seis años en Italia (Rico y Estrada 1981 p593).

(…) [Cervantes] conocía a fondo lo más importante de las doctrinas renacentistas y a los autores -italianos y españoles- más importantes de su tiempo. Aparte de que su ideología se halla en todo de acuerdo con la del siglo XVI, basta tener en cuenta las constantes alusiones a Aristóteles, Platón (…)’ (García López 1997 p276).

Cervantes se encuentra entre el Renacimiento y el Barroco (Ibid. p288), y especialmente en su obra Novelas Ejemplares se ve claramente la inspiración de la cultura italiana, p.ej. en su similitud con la obra clásica italiana Il Decameron de Giovanni Boccaccio, los primeros relatos de este género (Hejlsted 2016 p132). Al respecto, quiero argumentar que los pensamientos renacentistas italianos, examinados arriba, son representados en la obra de Cervantes, y especialmente en la novela La Española Inglesa, donde las ideas del individuo y su origen es un gran tema. Por eso, he elegido analizar La Española Inglesa, para examinar cómo Cervantes desarrolla el individuo en su novela. La Española Inglesa se centra en la protagonista Isabel y quiero argumentar que la novela muestra su desarrollo hacía lo divino. Por eso, he elegido examinar los elementos que más claramente muestran este desarrollo del individuo y aspiración hacía lo divino: la estructura de la novela, el tiempo, la narrativa, los recursos retóricos y los temas. A lo largo del análisis voy a referir a los pensamientos renacentistas y voy a usar el Discurso de Pico más directamente, para así demostrar cómo Cervantes es influido por las ideas renacentistas del individuo.

 

La estructura de la novela

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La estructura de la novela está constituida de eventos paralelos y contrarios, lo que el cervantista y crítico literario Joaquin Casalduero argumenta crea unas polaridades y un ritmo binario (Casalduero 1962 pp119-121). Casalduero menciona un ejemplo de un evento paralelo que crea una polaridad: ‘(…) Clotaldo robó a Isabel a sus padres y se la llevó a Londres, Ricaredo devuelve los padres a Isabel y hace que vuelvan a España.’ (Ibid. p121). Aquí se ve que ocurren eventos contrarios, y estas polaridades se ven también en Isabel misma, cuando es descrita como española-inglesa, prisionera-dama y hermosa-fea. Las polaridades aparecen también entre las personas de la novela, que se pueden categorizar, usando el modelo actancial del lingüista e investigador de literatura Algirdas J. Greimas (Greimas 1974 p284). Este es un modelo que pone a la protagonista y su objetivo en el centro, aquí Isabel con el objetivo de casarse con Ricaredo, y divide las demás personas en dos categorías: los asistentes (los que quieren que Isabel consiga su objetivo) y los opositores (los que se oponen al objetivo de Isabel) y así se ve que cada persona tiene su parte contraria. P.ej. vemos que los dos caballeros Ricaredo y Arnesto son partes contrarias porque ambos quieren casarse con Isabel, pero por dos diferentes objetivos. Ricaredo dice: ‘Yo, Isabela, desde el punto que te quise fue con otro amor de aquel que tiene su fin y paradero en el cumplimiento del sensual apetito.’ (Cervantes Saavedra 2005 p248). Se ve que Ricaredo tiene un amor espiritual lo que se contrasta a Arnesto que ve a Isabel como un objeto, como será examinado en el párrafo ‘Recursos Retóricos’. Así se ve que la estructura imita el sistema ontológico de Ficino, dado que Isabel se sitúa en el centro entre Ricaredo, que representa lo divino, y Arnesto, que representa lo material.

Es decir, la novela contiene unas polaridades, no obstante, Casalduero también ve una tercera parte en la estructura, un movimiento ternario, que expresa una escala que está dirigida a una ‘idea pura’ que es el alma (Casalduero 1962 p128). Este tercer elemento funciona para combinar todo en armonía al final: es la unión en matrimonio y así la unión de las polaridades española-inglesa, asistentes-opositores etc. Aquí la idea sobre el amor platónico, que lleva el espíritu hacia lo divino, está claramente representada en la novela, donde Isabel es llevada a través del amor hacia una unión espiritual con Ricaredo. Esto es subrayado, con la metáfora de Isabel que tiene media alma, mientras Ricaredo tiene la otra mitad: ‘Vos, señor, sois sin duda la mitad de mi alma, pues sois mi verdadero esposo (…)’ (Cervantes Saavedra 2005 p257). Esta unión en el alma es algo que se parece mucho al pensamiento neoplatónico de Pico:

‘(…) volando con pies alados, como si fuéramos Mercurios terrestres, hacia el abrazo de la beatísima madre, gozaremos de la deseada paz; una paz santísima, vínculo indisoluble, amistad unánime, por medio de la cual todas las almas (…) se convierten íntimamente en una sola. (Mirandola 2016 pp25-26).

En esta frase de su Discurso, Pico describe cómo las almas se levantan y se unen en la ‘paz santísima’, lo que parece a cómo Isabel y Ricaredo tienen media alma cada uno, las que se unirán en una sola, en el matrimonio al final. Es decir, la estructura imita la jerarquía ontológica de Ficino, puesto que está constituido de polaridades y eventos paralelos, que rodean a la protagonista Isabel que se sitúa en el centro. Pero, la estructura termina con un tercer elemento cuando Isabel y Ricaredo son elevados del amor espiritual y unidos al final de la novela, lo que establece la armonía de la estructura, uniendo las polaridades.

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El tiempo

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En la novela, el tiempo se centra en Isabel, y es un tiempo dividido entre los dos conceptos Sjuzet y Fabula2, que describen el tiempo cronológico en que suceden las cosas (fabula) y el orden de las cosas como están presentados en el texto (sjuzet) (Hejlsted 2016 p62). Quiero argumentar que fabula sigue a Isabel cronológicamente, mientras sjuzet está conectado con el desarrollo dentro de Isabel, donde aparece una dualidad que imita la jerarquía ontológica de Ficino.

El tiempo cronológico (fabula) está siempre relacionado a Isabel, es decir, los eventos del mundo son conectados con la cronología de Isabel y no con la cronología de la historia del mundo en general: ‘(…) llevaron de la ciudad de Cádiz (…) una niña de edad de siete años.‘ (Cervantes Saavedra 2005 p217). Y más tarde: ‘Sabrás señor, que en la pérdida de Cádiz, que sucedió habrá quince años, perdí una hija (…)‘ (Ibid. p232). Aquí no aparece ningún año del saqueo, solamente conocemos la edad de Isabel y así se ve que el tiempo cronológico del universo (fabula) no se determina con fechas y años, pero se relaciona siempre con la propia cronología de Isabel.

En cuanto al tiempo presentado en el texto (sjuzet) vemos que se centra en el desarrollo de Isabel que es dividido en dos ‘tiempos’ representando Isabel en el mundo terrestre y en el mundo metafísico. Con sjuzet saltamos en el tiempo para llegar a momentos que son definitivos para el desarrollo de la protagonista. Primero, el tiempo cubre rápidamente toda la vida terrestre de Isabel: ‘(…) Clotaldo un caballero inglés (…) llevó a Londres una niña de edad de siete años (…) Después de haberle enseñado todas las cosas de labor que puede y debe saber una doncella bien nacida (…) fue a tañer todos los instrumentos que a una mujer son lícitos (…)’ (Ibid. pp217 y 219).

Dentro de estas dos páginas el desarrollo de Isabel es descrito muy rápidamente, y por palabras como niña ante mujer, además del acto de que aprende todas las cosas de labor y todos los instrumentos el lector puede entender que el tiempo cronológico está adelantándose varios años. Es como si la vida terrestre de Isabel ha sido cubierta del principio hasta el fin, lo que es subrayado con descripciones del tiempo dentro de Isabel misma, desde su nacimiento a su vejez: ‘Desta manera, sin olvidar la suya, como está dicho, hablaba la lengua inglesa como si hubiera nacido en Londres.’

(Ibid. p219). Aquí volvemos al nacimiento de Isabel, pero en un tiempo hipotético que está separado del tiempo cronológico, donde el narrador nos presenta de la idea de que Isabel pudiera haber nacido en Inglaterra y así vemos cómo Isabel está alcanzando una nueva identidad, como ‘una doncella bien nacida’ (Ibid. p219), como si fuera renacida en Inglaterra. Así pues, se rompe con la cronología, retrasando al nacimiento de Isabel, igualmente que podemos adelantar en tiempo: ‘(…) en esta tan verde y florida edad, su mucha discreción y conocida prudencia los hacía ancianos.’ (Ibid. pp221-222). Aquí Isabel no está físicamente mayor, ya que en el tiempo cronológico sólo han pasado siete años: ‘A esta razón tenía Isabel catorce y Ricaredo veinte años (…)’ (Ibid. p221). Pero por las virtudes de Isabel su alma parece más vieja, como si hubieran pasado muchos años.

Es decir, dentro de las primeras dos páginas encontramos a Isabel en su vida ‘terrestre’, y usa esta vida ‘terrestre’ para cumplir lo que Petrarca y Pomponazzi dicen es el objeto del individuo en su vida en la tierra: ‘Pomponazzi formulates the ideal of a moral virtue which can be attained during the present life.’ (Kristeller 1979 p179). Esto apoya mi interpretación de que Cervantes usa el tiempo para poner foco en Isabel como un individuo que empieza su historia en el mundo material, para después aspirar hacía lo divino, como si se encuentra en la jerarquía ontológica de Ficino. Así pues, después de estas primeras páginas, hemos llegado al punto de la novela donde solamente quedan cuatro días a la boda, que es la unión final y lo que el alma de Isabel aspira hacía en el resto de la novela: ‘(…) cuando faltaban los cuatro días hasta el de la boda, una tarde turbó todo su regocijo un ministro de la reina, que dio un recaudo a Clotaldo (…)’ (Cervantes Saavedra 2005 p222). Desde ese momento, el tiempo se contiene, extendiéndose sobre el resto de la novela y empezamos un largo proceso, donde el tiempo para en varios sitios, mostrando eventos paralelos y saltando en tiempo, y así seguimos Isabel en su viaje y aspiración hacía una unión en el alma, que es conseguido al final: ‘(…) ellos [Isabel y Ricaredo] suplicaron al Asistente honrase sus bodas, que de allí a ocho días pensaban hacerlas. Holgó de hacerlo así el Asistente, y de allí a ocho días, acompañado de los más principales de la ciudad, se halló en ellas.’ (Ibid. p263). Está aspiración del alma de Isabel, representa el lado metafísico de la jerarquía ontológica de Ficino, y se ve que el tiempo se contiene para poner énfasis en lo que Ficino dice es el objetivo del hombre: la unión con Dios.

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La narrativa

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El elemento metafísico aparece también en la narrativa, donde tenemos un Personaje Autorial explícito, que actúa como si fuera Dios, imitando la filosofía de Pico del hombre como un microcosmos. El autor Hans Lauge Hansen define el Personaje Autorial como una voz dentro del texto que, por un lado, está en el mismo nivel que los personajes de la historia, mientras por otro lado, es el que crea los personajes. Es importante notar que el personaje autorial no es el autor Cervantes, dado que solamente existe dentro del texto (Lauge Hansen, 1995 p65). En La Española Inglesa, vemos que el narrador y el personaje autorial coinciden y así son una misma voz.

El personaje autorial aparece tanto dentro del universo de la historia, y fuera de su universo. Como dicho, es el personaje autorial que crea los personajes de la historia, y por eso el narrador omnisciente en tercera persona sabe lo que piensan y sienten los personajes. Esto se ve muy explícitamente cuando Isabel se reúne con sus padres: ‘(…) en la memoria de Isabela se comenzaron a despertar unas confusas noticias que le querían dar a entender que en otro tiempo ella había visto aquella mujer que delante tenía.’ (Cervantes Saavedra 2005 p240). Aquí vemos que la voz narrativa es omnisciente porque sabe lo que piensa Isabel y así puede llevar el lector dentro de su cabeza, llevándonos más cerca al alma y la mente de Isabel y poniendo así un mayor foco en Isabel como individuo. Como antes mencionado, el personaje autorial es explícito, lo que se ve cuando le encontramos en el acto de escribir la historia: ‘Y estando aquella mañana Isabela vestida, por orden de la reina, tan ricamente que no se atreve la pluma a contarlo (…)’ (Ibid. p243). Aquí vemos, que el personaje autorial toma la posición de creador de la novela, como si fuera Dios, sabiendo todo y construyendo la historia. En esta posición levantada del nivel de la historia, el personaje autorial sabe cómo va a acabar la historia, y muestra esta omnisciencia insinuando lo que va a suceder más tarde. Esto se ve p.ej. en la descripción de Isabel cuando se presenta ante la reina inglesa: ‘Todo esto pareció, y aun cometa que pronosticó el incendio de más de un alma de los que allí estaban (…)’ (Ibid. p224). Aquí el personaje autorial insinúa que otra persona va a enamorarse de Isabel, advirtiendo un conflicto, que el lector sólo descubre 18 páginas después: ‘Este Arnesto, pues, se enamoró de Isabela tan encendidamente (…)’ (Ibid. p242). Así vemos que el personaje autorial tiene un sitio privilegiado en el universo de la novela donde puede unir los diferentes puntos de la historia cuando quiere. Esto se parece a la visión del hombre de Pico, que tiene un sitio privilegiado en el universo donde combina todas las cosas del cosmos: ‘Emphasis is given to the fact that man combines and unites all things (…) he shares this power with God alone (…) man combines all things because he is the center of all. (Kristeller 1979 p177). Es decir, el personaje autorial se parece a la visión del hombre de Pico, por su posición privilegiada y su capacidad de combinar los diferentes elementos de la novela. Esto explica la estructura de la historia, dado que es el personaje autorial que junta todas las polaridades de la historia, haciéndolo posible terminar en unión y armonía.

Es decir, el personaje autorial puede situarse dentro de y fuera del universo de la historia, y esta mezcla de los universos y los diferentes niveles en la narración, se ve cuando llegamos a finales de la historia: ‘(…) ella [Isabel] halló marido tan principal como Ricaredo, en cuya compañía se piensa que aún hoy vive en las casas que alquilaron frontero de Santa Paula (…)’ (Cervantes Saavedra 2005 p263). Con la frase ‘aún hoy vive’ las fronteras del universo son destruidas, porque de pronto el universo de la historia en donde se sitúan Isabel y Ricaredo se une con el universo en donde el personaje autorial está escribiendo la historia. Aquí se rompe con la ilusión de la historia, y, traspasando de un nivel de la narración a otro, vemos que el narrador y el personaje autorial son la misma voz. Así se ve que Isabel y Ricaredo llegan a ‘Dios’, en este sentido el personaje autorial, pues se encuentran dentro del mismo universo. No obstante, un poco después, encontramos otra vez un distanciamiento del personaje autorial, cuando da una moraleja al final:

Esta novela nos podría enseñar cuánto puede la virtud, y cuánto la hermosura, pues son bastantes juntas, y cada una de por sí, a enamorar aun hasta los mismos enemigos; y de cómo sabe el cielo sacar, de las mayores adversidades nuestras, nuestros mayores provechos. (Ibid. p263).

Esta moraleja no es parte del universo de la novela, pues el personaje autorial está completamente separado de la historia y lo ve desde afuera, lo que se ve cuando dice ‘esta novela’ y habla directamente al lector ‘nos podría enseñar’. Es decir, el personaje autorial contiene en sí mismo la habilidad de moverse entre los diferentes niveles, además de que contiene en si toda la historia, el poder y sabiduría del narrador omnisciente, además de una perspectiva más grande que le permite dar una moraleja al final. Esto puede ser comparado con la idea de Pico del hombre como un microcosmos, un hombre que se ha liberado de la jerarquía, pero que también contiene todas las cosas en ello:

(…) el óptimo artífice [Dios] decidió que a quien no se le había podido dar nada propio le fuera común todo lo que había sido concedido de particular a cada criatura. Entonces tomó al hombre, su creación de aspecto indefinido y, después de haberlo puesto en medio del mundo le habló así (…) no estás limitado por nada (…) (Mirandola 2016 pp13-14).

En efecto, en la misma manera que el hombre, según Pico, contiene todas las calidades de los diferentes seres del mundo, el personaje autorial en la novela de Cervantes contiene en sí todos los diferentes elementos de la historia, en los diferentes niveles, lo que le hace parecer a Dios. Esto

subraya los elementos metafísicos de la novela, y explica cómo es posible que las polaridades se unen en armonía al final.

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Recursos retóricos

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Así pues, vemos que el personaje autorial actúa como Dios, y así es él que controla el desarrollo de Isabel. Este desarrollo de Isabel como individuo que aspira hacía lo divino, es mostrado a través de recursos retóricos. Por el uso de metáforas, símbolos y comparaciones se ve la transformación de Isabel que se desarrolla desde ser comparada con objetos materiales a ser comparada con fenómenos metafísicos, lo que, nuevamente, muestra las ideas neoplatónicas de un mundo terrestre ante un mundo divino, con el hombre en el centro.

Al principio, Isabel es comparada varias veces con cosas materiales: una joya y un tesoro. Esto se ve p.ej. cuando Clotaldo lleva a Isabel a visitar la reina que dice: ‘-Clotaldo, agravio me habéis hecho en tenerme este tesoro tantos años ha encubierto (…) de derecho es mío.’ (Cervantes Saavedra 2005 p225). Aquí la imagen del tesoro sirve como una metáfora de cómo Isabel es tratada como un objeto, que otros tienen derecho de poseer. Es decir, Isabel no tiene voz propia, casi ni siquiera tiene una identidad propia. Los personajes como Clotaldo y la reina sólo la ven por su hermosura y el valor material que ése puede llevar consigo (alta estatus social etc.). Cervantes usa estos recursos retóricos para crear una imagen de Isabel como un objeto y así mostrar su dependencia de los otros personajes, es decir, su falta de libertad. Esto es enfatizado cuando Arnesto trata Isabel como un objeto que puede ganar, lo que le lleva a demandar luchar contra Ricaredo: ‘[Arnesto a Ricaredo] Tú fuiste, y volviste cargadas las naves de oro, con el cual piensas haber comprado y merecido a Isabela. Y, aunque la reina mi señora te la ha prometido, ha sido creyendo que no hay ninguno en su corte que mejor que tú la sirva, ni quien con mejor título merezca a Isabela (…) (Ibid. p244). Parece que son los otros personajes los que determinan el destino de Isabel, pero ésta se desarrolla a lo largo de la historia. Esto se ve a través de comparaciones de Isabel con cuerpos celestes, que son un contraste a la metáfora del tesoro. Esto se ve p.ej. cuando se presenta la primera vez ante la reina inglesa: ‘(…) pareció lo mismo que parece la estrella o exhalación que por la región del fuego, en serena y sosegada noche, suele moverse, o bien ansí como rayo del sol que al salir del día por entre dos montañas se descubre.’ (Ibid. p224). Aquí Cervantes usa una comparación con los cuerpos celestes para describir la hermosura de Isabel. Isabel es comparada con una estrella que se mueve y que se sitúa entre dos montañas, lo que puede ser una metáfora de cómo Isabel se mueve entre diferentes identidades, entre lo material y lo metafísico.

La comparación de Isabel con los cuerpos celestes subraya lo metafísico y espiritual. Esto aparece también en la mirada, o los ojos, que son usados como símbolos del alma, a lo largo de la novela, sustituyendo la palabra y así representando lo no-material. Esto se ve p.ej. cuando Isabel y Ricaredo se reúnen al final de la novela: ‘Isabela, a pesar de la impresión que en su memoria había hecho la carta de su madre de Ricaredo, dándole nuevas de su muerte, quiso dar más crédito a sus ojos y a la verdad que presente tenía (…) (Ibid. p257). Aquí se ve que el alma de Isabel consigue la verdad a través de la mirada, mientras elige ignorar las palabras materiales que la dan una verdad alternativa3. Con la mirada Isabel y Ricaredo se entienden, como si se comunicaran en otro nivel, y por eso no es necesario usar palabras. Esto se relaciona al petrarquismo y el amor neoplatónico antes mencionado, que trata de las almas que se pueden elevar, a través del amor, y unirse en un nivel más alto: ‘For the task of the artist, precisely like that of Eros, is always to join things that are separate and opposed. He seeks the ‘invisible’ in the ‘visible’ (…)’ (Cassirer 1979 p135). Vemos que el amor neoplatónico, que se basa en la doctrina de Eros, busca juntar oposiciones y unirlos en lo ‘invisible’ es decir la unión en el alma les lleva hacía lo divino. Así vemos en la novela que, a través de la mirada, Isabel y Ricaredo se entienden en otro nivel, y son unidos en el alma cuando la unión final es lograda con el matrimonio: ‘(…) [Ricaredo] sois sin duda la mitad de mi alma, pues sois mi verdadero esposo; estampado os tengo en mi memoria y guardado en mi alma.’ (Cervantes Saavedra 2005 p257). Aquí vemos que Isabel y Ricaredo, a través del amor, son unidos en el alma, y así logran una unión con Dios, lo que también es descrito en el Discurso de Pico della Mirandola: ‘Quien es serafín, o sea quien es amante, está en Dios y Dios en él; mejor dicho, Dios y él son uno solo.’ (Mirandola 2016 p19). Esta unión con Dios es lo que, según los neoplatonistas, es el objeto del hombre y así vemos que Isabel lo logra obtener al fin de la novela, uniéndose con Ricaredo, y al mismo tiempo uniendo las polaridades de la novela, como antes he mencionado.

Entonces, por un lado, Isabel es comparada con cosas materiales, como joyas y tesoros, lo que muestra su hermosura, al mismo tiempo que la minimiza a un objeto que los otros personajes pueden usar y obtener. Pero, por otro lado, también es comparada con cosas divinas como el sol o los cuerpos celestes. Esto se parece a la jerarquía ontológica de Ficino que pone al hombre en el centro entre lo material y lo divino. Isabel se encuentra en el centro de esta dualidad, pero es reconocida como un individuo, cuando el narrador pone énfasis en el alma de Isabel, su aspiración hacía lo divino y la unión en el alma con Ricaredo, logrando el objeto del hombre según los neoplatonistas: la unión con Dios.

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Los temas y su conexión con las ideas sobre el individuo

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Según los elementos examinados, es evidente que el gran tema de la novela es la formación del individuo, específicamente el desarrollo de Isabel, su origen y destino. Petrarca enfatizaba que se debe estudiar el origen del hombre: ‘Petrarch stresses the point that our knowledge of nature (…) is useless unless we also know the nature of man, the end for which we are born, whence we come and where we go.’ (Kristeller 1979). Esta misma curiosidad de conocer su propio origen, lo vemos en Isabel cuando intenta encontrar sus padres verdaderos: ‘Alzó los ojos Isabela a mirar los que decían ser españoles, y más de Cádiz, con deseo de saber si por ventura conocían a sus padres.’ (Cervantes Saavedra 2005 p240).

El tema de la formación del individuo está también explorado, a través de dualidades. El título La Española Inglesa es un buen ejemplo de cómo Isabel contiene en sí una dualidad, dado que su identidad se separa entre lo material y lo metafísico. Hasta tiene dos nombres: Isabel-Isabela, dependiendo de si está en España o en Inglaterra, lo que subraya sus dos ‘vidas’. Como hemos visto, Ficino ponía al hombre en el centro entre lo material y lo metafísico, diciendo que el hombre puede subir y bajar en la escala. Así Isabel empieza su vida en el mundo material, cultivando sus virtudes, lo cual el neo-aristotélico Pomponazzi dice es el objetivo del hombre: (…) la enseñaron a leer y escribir más que medianamente; pero en lo que tuvo estremo fue en tañer todos los instrumentos (…) y esto con toda perfección de música (…)’ (Ibid. p219). Pomponazzi tenía su enfoque en el humano en su vida presente, y cultivando sus virtudes, Isabel se transforma en una doncella, subiendo en la escala social hasta llegar en lo alto de la jerarquía del mundo material, cuando la reina le da un sitio en su servicio. Este alto estatus de Isabel es subrayado por las comparaciones con tesoros y joyas, como antes he mencionado. Pero, Cervantes va más allá, poniendo énfasis no sólo en lo material, sino también en la belleza del alma de Isabel, cuando su valor material desaparece con su hermosura y Isabel desciende en la escala social:

(…) Isabela, (…) tu corporal hermosura me cautivó los sentidos, tus infinitas virtudes me aprisionaron el alma (…) si hermosa te quise, fea te adoro (…) te prometo, ¡oh Isabela, mitad de mi alma! de ser tu esposo, y lo soy desde luego si tú quieres levantarme a la alteza de ser tuyo. (Ibid. p248).

Aquí vemos una aspiración hacía el alma y lo metafísico, lo que la filosofía neoplatónica de Ficino decía es el objetivo del hombre. Esto está claramente visible cuando Ricaredo pronuncia que quiere ser levantado a la alteza de unirse con Isabel en el alma, y así se ve que Ricaredo reconoce el valor del alma de Isabel, que tiene un estatus alto en la jerarquía ontológica: ‘levantarme a la alteza’. También aparece en esta misma frase el verbo cautivar: ‘me cautivó los sentidos’, lo que es repetido muchas veces a lo largo de la novela, además de la palabra esclava, mostrando un contraste a la libertad del hombre. Al final de la novela, vemos que Isabel ha obtenido su libertad, fuera del cautiverio de los ingleses y su jerarquía social donde fue tratada como un objeto. En España, Isabel tiene la libertad de hacer sus propias decisiones: ‘(…) hizo voto de ser monja (…)’ (Ibid. p255). Se ve aquí que Isabel exige su libertad, eligiendo la vida contemplativa, como una alternativa al amor y unión con Ricaredo. Pues Ficino veía la contemplación como el medio de llegar a Dios, al mismo tiempo que sus ideas del amor neoplatónica, y los poemas petrarquistas, dicen que a través del amor las almas se pueden unir y subir a Dios. Es decir, cuando Isabel cree que no va a lograr una unión en el alma con Ricaredo, opta por el otro medio de llegar a Dios que es la contemplación. La libertad de Isabel de hacer sus propias decisiones se relaciona con el Discurso de Pico, que describe la libertad del hombre de formar su propio ser: ‘(…) el hombre es un animal de naturaleza varia, multiforme y cambiante. (…) se modela, forja y transforma a sí mismo (…) podemos ser lo que queremos (…)’ (Mirandola 2016 p17).

El tema de la libertad, y las ideas de Pico son también visibles en el personaje autorial, que exige su libertad de crear y controlar los diferentes elementos de la historia, haciéndolo terminar en armonía. Como el hombre de Pico, el personaje autorial acabe separándose del universo de la novela, conscientemente situándose fuera de la estructura de la historia y hablando directamente al lector: ‘Esta novela nos podría enseñar (…)’ (Cervantes Saavedra 2005). Así el narrador toma una posición parecida a la de Dios, donde reflexiona conscientemente sobre la novela y contiene todos los elementos de la novela en sí, imitando la idea de Pico del hombre como un microcosmos que puede imaginar y contener todas las cosas del cosmos, contemplándolo conscientemente.

 

Conclusión

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Hemos visto que el problema del individuo tomó un sitio central en las filosofías renacentistas, donde el humano fue idealizado. El humanista Petrarca cultivó el hombre virtuoso, igual que el neo-aristotélico Pomponazzi que ponía su enfoque en el hombre en la vida presente. Los neoplatonistas Ficino y Pico reconocían una aspiración hacía lo divino y acentuaban el sitio privilegiado del hombre, además de su alma que puede llegar a Dios. Este individualismo es desarrollado en el texto de Cervantes, a través de dualidades entre lo terrestre y lo divino, que dividen todos los elementos que sustituyen la novela: la estructura, el tiempo, los recursos retóricos etc. La protagonista Isabel se sitúa en el centro de estas dualidades y Cervantes imita así la jerarquía ontológica de Ficino. Se ve también una influencia de las ideas de Pico, especialmente en la narrativa donde el personaje autorial actúa como Dios, conteniendo todos los elementos de la historia en sí, creando a los personajes de la historia y exigiendo su libertad absoluta, moviéndose dentro de y fuera del universo de la historia. Las ideas de Pomponazzi y Petrarca están también presentes, con la enfatización de las virtudes de Isabel, pero está claro que el individuo expresado en la novela de Cervantes es mayormente inspirado de los pensamientos neoplatónicos, y el objeto final, la unión en el alma representa el objeto de Ficino y Pico de llegar a obtener una unión con Dios.

 

Obras citadas

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Rico, Francisco, y Francisco López Estrada. 1981. Siglos de Oro: Renacimiento. Vol. 2. edición, 2004. Historia y Crítica de la literatura española. Barcelona: Crítica.

 

Notas

1 En este proyecto voy a usar la palabra Novela para lo que hoy en día se conoce como Relato. Uso esta palabra porque es la que Cervantes mismo usa en su obra.

2 Normalmente se entiende los términos fabula y sjuzet como la cronología y el orden de las cosas como son presentados, p.ej. si el texto usa flashbacks etc. Pero, en este párrafo voy a usarlos un poco diferente, dado que los voy a usar con un enfoque en el individuo, para analizar la relación entre el tiempo y la protagonista Isabel.

3 Nótese que las palabras de la madre de Ricaredo son escritos en una carta, lo cual subraya lo material, dado que Isabel las tiene físicamente entre sus manos.

No la remota rosa angelical

0

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«Si hay una heroína romántica de América Latina en el siglo XX es Alaíde Foppa». Elena Poniatowska

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«Alaíde Foppa: digo que su caso debe ser investigado por la justicia. Además, digo que su caso no debe darse jamás al olvido.» Margarita Carrera

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Una familia

El poeta chileno Juan Luis Martínez (1942-1993) escribió un impactante poema alegórico sobre la desaparición de una familia. Martínez describe en cada estrofa como los miembros van desapareciendo en la casa donde han vivido por generaciones. Se trata en realidad de un desgarrador canto de protesta escrito en plena dictadura del general Augusto Pinochet. Experiencia lírica que conlleva a una doble reflexión, la política, inevitable, y otra de carácter ontológico e incluso genealógico.

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Alaíde Foppa Falla y su familia resultan una analogía dramática y real del poema del chileno. Cuatro miembros de la familia Solórzano Foppa mueren trágicamente en el transcurso de un año, incluyendo la criminal y aún impune desaparición forzada de la misma Alaíde el 19 de diciembre de 1980 en la ciudad de Guatemala. Su esposo Alfonso Solórzano muere atropellado el 9 de agosto de 1980, en circunstancias extrañas, cuando deambulaba en la Avenida Insurgentes, paradójico para el caso el nombre de esta alameda de Ciudad de México. Sin duda, caminaba Alfonso Solórzano inundado de dolor por la muerte de Juan Pablo, hijo menor del matrimonio con Alaíde, que había caído en un enfrentamiento con el ejército de Guatemala en la provincia de Huehuetenango en junio de 1980. Mario, acaso el más intelectual de todos, formado en la UNAM y periodista que había fiscalizado a la dictadura guatemalteca en su noticiero televisivo «Estudio Abierto», había pasado a la clandestinidad con el Ejército Guerrillero de los Pobres. Cayó en un combate urbano contra la policía el 9 de junio de 1981 y su cadáver recogido por las fuerzas de seguridad nunca fue entregado. Una familia singular por su diversidad de talentos, que como en el poema del chileno Juan Luis Martínez despareció como familiar nuclear en el marco de la contrainsurgencia fascista de la Guatemala. Alaíde lo hubiera intuido años antes en uno de sus poemas en el libro Los dedos de mi mano (1958)

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Cinco hijos tengo: cinco,
como los dedos de mi mano,
como mis cinco sentidos,
como las cinco llagas.
Son míos:
cada día
soy más de ellos,
y ellos, menos míos.
Y aunque lleve el dolor
de cinco heridas
y la amenaza
de cinco muertes,
crece mi vida
todos los días.

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Los tres sobrevivientes tomaron rumbos diversos: Silvia, médica, continuó luchando en las guerrillas que se proponían cambiar el país con las armas hasta la firma de la paz que le permitió reintegrase a la vida civil. Laura se desarrolló como bailarina y ha vivido largos años en México y en Ecuador. Julio, el mayor, heredó la música de sus abuelos y además de intérprete y compositor ha sido un notable productor de eventos musicales y artísticos en México, introductor de Silvio Rodríguez y la Nueva Trova. Julio ha llevado a cabo también una gran lucha para encontrar una explicación a la desaparición de su madre Alaíde. Los culpables materiales e intelectuales no han sido juzgados.

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La obra de Alaíde Foppa Falla es un legado permanente en varios campos que van desde el feminismo fundacional del continente a la poesía, pasando por la academia, la crítica de arte y la traducción del italiano y el francés, los programas de radio, la revista FEM, las crónicas, el activismo con Amnistía internacional y la organizadora de congresos. Ser multifacético y políglota. Alaíde la múltiple. La guatemalteca cosmopolita que decía estar orgullosa de todas sus nacionalidades.

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El impactante e infame secuestro de Alaíde Foppa Falla y su desaparición no deberá jamás olvidarse. Elena Poniatowska, su íntima amiga y quien perdió un hijo en la masacre de la plaza de Tlatelolco el 26 de julio de 1968, la ha llamado la «heroína romántica de América». Todo apunta al sanguinario abogado Donaldo Álvarez que era entonces el ministro de Gobernación y jefe de las policías. Resulta permisible pensar que Álvarez buscaba febrilmente información sobre los hijos de Alaíde. Ya había hecho un crimen similar seis meses antes cuando fue desparecida la periodista y también feminista Irma Flaquer. En ambos casos fueron policías vestidos de civil los perpetradores. Ese año trágico de 1980 la guerrilla del EGP había puesto el 9 de febrero una bomba de activación remota para liquidar a Donaldo Álvarez que se salvó por unos segundos de diferencia. Asimismo, es admisible que hubiera querido hacer un secuestro con fines pecuniarios, exigir un rescate millonario a la familia Falla. Testigos confirman la gran violencia con que Alaíde fue secuestrada junto a su chofer Leocadio Astún Chiroy. También se ha manejado la teoría que Alaíde habría muerto por los golpes de la tortura. Su cuerpo nunca apareció. Tampoco el de Leocadio que dejó una familia guatemalteca más enlutada para siempre.

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Los padres, mundos opuestos

¿Cuáles fueron las raíces familiares en el desarrollo intelectual y existencial de Alaíde? Su padre Tito Livio Foppa Alessi nace el 18 de junio de 1884 en Adrogué, Almirante Brown Partido, en la provincia de Buenos Aires. Hijo de emigrantes italianos: el padre Felipe Foppa, de Génova, y la madre Cleofás Alessi en la ciudad de Elba. La pareja buscó el «sueño argentino» en el último cuarto del siglo XIX.

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Buenos Aires era el centro de una vertiginosa industrialización a finales del siglo XIX. Las enormes ganancias provenientes de la exportación de carne y cereales se convirtieron en inversiones que cambiaron el carácter de la economía y de la misma ciudad que vivió un crecimiento urbano sin precedentes. La migración de europeos contribuyó a llenar las plazas que necesitaban las nuevas fábricas. Bancos, alamedas, palacios surgieron y convirtieron a la capital argentina en una ciudad cosmopolita y letrada con muchos periódicos y revistas.

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Asimismo, llegaron con los migrantes las ideas del socialismo, el marxismo y el anarquismo. Tito Livio Foppa muy joven se incorporó a diversas tertulias de intelectuales anarquistas, como la llamada «La brasileña» y la de «Los inmortales» donde participaban nombres como Rodolfo González Pacheco con quien selló gran amistad y trabajo en el campo periodístico. También encuentra al compositor Discépolo y comienza a interesarse por el mundo del tango, del lunfardo y la cultura de los marginados. Conoce a los dramaturgos José de Maturana, que llegaría a ser de los principales autores dramáticos anarquistas y al uruguayo Vicente Martínez Cuitiño. Foppa encuentra en aquellas tertulias el embrión del futuro dramaturgo, pensando ya en un teatro emancipador. Su primera obra escenificada fue La fábrica en 1908 a la que siguieron muchas más como Derecho de amor (1911), El último caudillo (1919), Mambrú se fue a la guerra (1919), Los buitres (1920) y Claudio Borges (1920). Es también autor de un Diccionario teatral del Río de la Plata que se publicó el año de su fallecimiento en 1960. Esta obra se considera un aporte significativo a la historiografía crítica de la dramaturgia de Buenos Aires y de Montevideo con figuras como Florencio Sánchez, Edmundo Bianchi y Ernesto Herrera Lascazes, la capital del Uruguay fue un centro de producción teatral anarquista bajo el lema de «El individuo libre en la comunidad libre».

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Foppa estuvo inmerso en la lucha por las reivindicaciones gremiales de los teatristas de Buenos Aires, participando en mítines en contra de la censura y el cierre de teatros. Tito Livio Foppa sabía muy bien que el teatro del Río de la Plata había sido importante en el movimiento independentista de Argentina. Una arena de conciencia y agitación e instrumento de lucha política que jugó un papel relevante en el proceso independentista de España. Ese espíritu contestatario y socialista de los anarquistas alcanzaría años después también a su hija Alaíde.

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La revolución de mayo de 1810 había marcado al teatro argentino que dejó de ser solo de entretenimiento, con obras exclusivamente españolas, y en cambio se presentaron obras de lo que se ahora conoce como teatro de la emancipación, con autores como Luis Ambrosio Morante y sus piezas El 25 de mayoEl Himno de la Libertad. Pero sobre todo con la obra Tupac Amaru, analogía de la sublevación de cuatro décadas anteriores en el Perú. Alaíde recordaría las caminatas de la mano de su padre por la Avenida Corrientes cuando este visitaba diferentes teatros para hablar con los trabajadores y los teatristas. Tito Livio además de autor, director e investigador de la historia del teatro en Argentina fue un activo anarquista que trabajó a nivel de base con los trabajadores del teatro y a nivel de superestructura ideológica con otros dramaturgos y también periodistas y escritores interesados o involucrados en el movimiento teatral. Teórico y práctico, como lo sería su única hija Alaíde.

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Comienza Tito Livio en la segunda década del siglo pasado a meterse de lleno en el periodismo. Logra ubicarse en uno de los diarios más importantes de Buenos Aires, La Razón, para el cual escribe reportajes que él consideraba de interés social y de lucha libertaria. Foppa fue también un fundador de revistas. En 1911 con su amigo Rodolfo González Pacheco funda y dirige el periódico anarquista de Buenos Aires La Libre Palabra. Años más tarde fundaría en la ciudad italiana de Ancona la revista en italiano «La Argentina» y en 1930 la trasladó a Roma. Muchos años después su hija fundaría la revista FEM en México y otras publicaciones feministas.

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Después al asesinato de Francisco Madero en febrero de 1913, la revista anarquista Fray Mocho envía a Tito Livio Foppa y a González Pacheco a cubrir la guerra civil mexicana. Ambos periodistas se proponen establecer contacto con el movimiento anarquista mexicano y sus ideólogos los hermanos Flores Magón. Envían sus crónicas a Buenos Aires en las cuales Foppa desnuda la realidad social mexicana, critica las injusticias sociales y satiriza al propio presidente mexicano Victoriano Huerta del cual dice que si México fuera un país con un orden normal Huerta estaría en el manicomio. Las sátiras tienen un efecto represivo y es expulsado de México.

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Tito Livio en sus crónicas sobre la tragedia mexicana, como titulará una publicación donde las reúne en libro, resalta el papel de la mujer en la revolución mexicana. Describe a las soldaderas como seres muy sacrificados que estaban en todos los frentes, de la cocina a las trincheras. Del acarreo de leña a la toma del fusil. Imposible, señala, entender las luchas y el proceso en México sin contar con las soldaderas. ¿Cómo no habría de influir esta temprana experiencia personal y narrativa de su padre en Alaíde que escogió México como su país de exilio? Muchos años después de lo escrito por su padre sobre las soldaderas en la Revolución mexicana Alaíde Foppa escribió:

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La Revolución Mexicana no tomó particularmente en consideración a las mujeres, ni las mujeres tuvieron en ella una participación de primer plano, aunque los improvisados y desprovistos ejércitos revolucionarios contaron siempre con su apoyo; no sólo con el de las soldaderas, sino con el de millares de mujeres, que desde la retaguardia o desde las aldeas y las casas amenazadas mantenían el contacto con sus hombres, llevaban mensajes y procuraban alimentos y ropa a las tropas en continuo desplazamiento.

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El nombramiento diplomático como cónsul en una ciudad italiana (Ancona) habría de cambiar el rumbo de la vida de Tito Livio Foppa y su familia con un largo periplo diplomático que lo llevara de Roma, Cádiz, a La Habana, Marruecos y Paraguay. No abandonó del todo el periodismo, pero se alejó de la actividad anarquista y se concentró más de sus tareas en el servicio exterior, sobre lo cual publicaría en 1958 un libro. La vida diplomática es una de encuentro con otras culturas, de cosmopolitismo, pero también de desarraigo y de separación. La diplomacia permite conocer un nuevo país, pero se deja siempre otro, u otros. Acaso sea también el origen del cosmopolitismo combinado con nostalgia de Alaíde Foppa Falla. Lo expresa en uno de sus poemas:

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Mi vida
es un destierro sin retorno.
No tuvo casa
mi errante infancia perdida,
no tiene tierra
mi destierro.
Mi vida navegó
en nave de nostalgia.
Viví a orillas del mar
mirando el horizonte:
hacia mi casa ignorada
pensaba zarpar un día,
y el presentido viaje
me dejó en otro puerto de partida.
¿Es el amor, acaso,
mi última parada?

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Por su parte, ¿quién era Julia Falla, la madre de Alaíde? Nació el 9 de febrero de 1888 en ciudad de Guatemala. Su padre Salvador Falla Santos era dueño de la finca San Sebastián, donde se cultivaba café de altura, «el mejor del mundo». En la finca San Sebastián se produce desde el siglo XIX un café «único por su carácter, taza, pureza, acidez, cuerpo y aroma». Está ubicada en el área montañosa en los alrededores de La Antigua, llegando a las faldas del imponente volcán Acatenango a una altura de 5000 a 6500 pies sobre el nivel del mar. Salvador Falla Santos la compró en 1890. La Antigua es la ciudad colonial sede del criollismo guatemalteco, origen del linaje de los terratenientes cafetaleros. El poeta Luis Cardoza Y Aragón, miembro de una de esas familias cafetaleras y como Alaíde exiliado largamente en México por sus ideas y luchas democráticas, afirmaba que La Antigua era: «una profunda, pequeñísima ciudad, bella y fanática, en un país pequeñísimo y profundo, bello y fanático».

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Julia Falla creció en un mundo donde la mujer estaba excluida de las posibilidades de la educación superior. Incluso de alfabetizarse a nivel primario. David McCreery, en un artículo sobre la Ciudad de Guatemala entre los años 1880-1920, cita a una turista norteamericana que visitó Centroamérica en la década de los ochenta del siglo pasado. Se trata del notable libro de viajes de Helen J Samborn Un invierno en América Central y México publicado en 1887. Da cuenta la joven turista de haber visto «muchas indias en las calles de ciudad de Guatemala», pero pocas «señoras». Al preguntar por éstas le respondieron que «estaban en sus casas», de acuerdo con el sistema axiológico resumido en la frase «de honor y vergüenza».

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Guatemala vive la bonanza cafetalera, preparada ya con la Reforma de Justo Rufino Barrios y García Granados a partir de 1871. Las residencias de los cafetaleros se llenan de lámparas de almendrones checos, porcelanas alemanas, cubertería inglesa y tapices franceses. La última década del siglo XIX es la del general José María Reyna Barrios. Había vivido en París una vida de estudiante y de bohemio. Quería convertir a la Ciudad de Guatemala en «un pequeño París». Hizo traer estatuas, construyó alamedas o bulevares, como todavía se llama a las principales avenidas en ciudad de Guatemala, como el Paseo de la Reforma o el Simeón Cañas que se hicieron a imagen y semejanza de los Campos Elíseos en escala guatemalteca, país de mayorías campesinas indígenas sometidas y despojadas de sus tierras. El campo dormía el sueño sin fondo del analfabetismo, al pie de las lámparas de aceite, entre los sahumerios y cantos sagrados de curas y chamanes. Mientras «el pequeño París» de los liberales cafetaleros olía a perfumes y a rapé. La oligarquía cafetalera iba al antiguo Teatro de Carrera, imponente y lujosa construcción de estilo neoclásico que ahora se llamaba Nacional a gozar de óperas italianas, zarzuelas madrileñas y conciertos de música clásica. Se funda una de las primeras orquestas sinfónicas del continente. La familia Falla, padres e hijos, asistía sin falta.

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Julia Falla vivió su juventud en aquella sociedad excluyente y cerrada, endogámica y racista. Pero su padre Salvador Falla Santos además de cafetalero era un hombre interesado por la música y el arte. Él mismo pintaba. Se casó con María del Rosario Aris García que como él tenía raíces españolas y gustaba también de las artes. Julia recibió una educación musical con mentores privados que llegaban a su residencia. Aprendió a tocar el piano de concierto, que su padre Salvador importó de Europa. Se contrató a los mejores músicos para que su hija Julia desarrollara su talento, entre ellos el maestro Germán Alcántara que era el músico de la élite cafetalera con piezas como Bella Guatemala y el emblemático y popularizado vals La flor del café, del cual se decía que había ganado un premio en Europa. A los 24 años Julia había alcanzado el nivel de concertista, pero aún no se había casado y vivía con sus padres, que era lo usual en aquella época patriarcal y conservadora.

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Tito Livio la conocería durante las llamadas «Fiestas Minervalias» que organizaba en diciembre el Señor Presidente Manuel Estrada Cabrera. Estas celebraciones habían adquirido durante la dictadura un rango mayor que la Independencia y la Revolución Liberal de 1871. Su gobierno había estado a punto de desatar una guerra con México y manejaba el país con mano de hierro. Se rendía culto a la sabiduría en medio de un mar social de analfabetismo, con excepción de los hombres y algunas mujeres de la emergente aristocracia liberal cafetalera y lo que quedaba de los criollos originales y conservadores.

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El dictador estaba enfrentado a la oligarquía cafetalera, aunque tenía el apoyo de la frutera, UFCO, y por tanto de Washington. La frutera había levantado el mejor hospital del país y con el banano se produjo un proletariado agrario que pronto fundarían sindicatos. También contribuyó a una modernización de la infraestructura del país, carreteras, ferrocarriles, puertos. Y el surgimiento de una clase media de funcionarios y administradores. Los funcionarios del régimen se enriquecían con las arcas del Estado y los sobornos de la frutera. Los terratenientes cafetaleros veían con recelo al creciente imperio de la empresa bananera.

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Para convertir las celebraciones en un evento más amplio se organizaban desfiles, competencias deportivas y los actos solemnes en el Templo de Minerva, construido al lado de un diamante de beisbol, deporte que impulsaba la compañía bananera norteamericana. El templo era una copia del original y se habían levantado veinte más en el interior del país. Manuel Estrada Cabrera era entonces proclamado como «el hijo del Pueblo» y «Protector de la juventud estudiosa», popularmente para mencionarlo se decía «El Hombre». Hubo en las fiestas Minervalias por primera vez un desfile de aviones con aeroplanos Bleriot y Nieuport y pilotos guatemaltecos formados en la escuela de aviación del ciudadano mexicano Luis Ferro y el guatemalteco Dante Nanini. La frutera también financiaba la aviación y había llegado al país el instructor Murvin Wood y el mecánico Frank Bang.

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Era una época en que las familias cafetaleras exportaban el grano, pero seguían tomando el chocolate criollo tan alabado por el escritor nacional José Milla. Importaron los primeros automóviles de Estados Unidos, pero no entraron en la modernidad a pesar del telégrafo, la electricidad y las vías férreas. Eran liberales, aunque profundamente católicos dentro de un orden patriarcal y conservador. La mujer como señala David McCreery solo aseguraba la continuación de la familia como vehículo de trasferencia de la propiedad.

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El año 1913 Tito Livio Foppa llegó a Guatemala, expulsado de México. Con credenciales de periodista puede asistir a los actos en primera fila. Y ahí vio primera vez a la joven guatemalteca y a su familia. Foppa venía del mundo cosmopolita de Buenos Aires y tenía una amplia cultura que incluía la música. La atracción fue mutua e irresistible. Según la biografía novelada de Alaíde, escrita de la escritora mexicana Gilda Salinas, la situación se complica cuando Julia queda embarazada de Foppa. Un quiebre delicado en el tejido conservador de la élite guatemalteca. Tiene lugar entonces un «matrimonio urgente». El oportuno nombramiento de Foppa como corresponsal de guerra en Europa por el diario bonarense La Razón viene a solventar cualquier escándalo. Alaíde nace en Barcelona el 3 de diciembre de 1914 con los cañonazos en lontananza y la juventud europea destrozándose en las trincheras de la Gran Guerra.

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La familia se traslada después a Buenos Aires donde Alaíde hace la primaria. Su madre Julia tiene oportunidad de profundizar sus estudios de piano que interpreta cada vez más con acentuado virtuosismo. Llegaría con los años a dar algunos conciertos como solista con orquestas sinfónicas. Su pasión era Mozart.

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Guatemala parecía tan lejana e insegura, sumida en una crisis económica y política profunda por los estragos de un terremoto que destrozó la capital hacia finales de 1917. Entre los múltiples edificios destruidos estaba el gran Teatro Nacional.

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El descontento contra el dictador Estrada Cabrera iba en aumento después de los estragos del cataclismo. Cuando la frutera le retira el apoyo el régimen se desploma. El padre de Julia, Salvador Falla Santos, y su hijo participan con el llamado Partido Unionista en el derrocamiento de Estrada Cabrera y Salvador forma parte de un Pacto de Unión como representante de Guatemala con los otros países centroamericanos en reunión celebrada en Costa Rica el 19 de enero de 1921.

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Los meses de marzo y abril de 1920 fueron de luchas callejeras entre ciudadanos alzados y las fuerzas de Estrada Cabrera, refugiado en su residencia de La Palma donde habían puestos piezas de artillería. Su exaltado protegido, el poeta peruano José Santos Chicano, lo conminaba a incendiar la ciudad y usar los cañones. El dictador no quiso hacerlo. Cayó prisionero y el 8 de abril y la Asamblea Legislativa decretó que estaba loco y no podía por tanto ejercer la presidencia. Fue designado en su lugar Carlos Herrera, miembro de una de las familias cafetaleras más acaudaladas.

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En 1923 es nombrado Tito Livio Foppa como cónsul argentino en Italia donde Alaíde cursa la secundaria. Continúa su periplo diplomático por otras ciudades como Cádiz, Bruselas y pasa luego a Marruecos y después a Paraguay. La pareja Foppa resiente los cambios. Las diferencias de clase, no percibidas por ambos al principio del idilio, se iban ahora notando cada vez más. Tito Livio era acérrimo opositor a toda aristocracia, a toda oligarquía, procedía del anarquismo obrero. Julia era hija de terratenientes, sin embargo, una persona con empatía social y un ser optimista. Mozart seguía siendo el preferido de Julia, el plebeyo austriaco e iniciado masón que se convirtió en compositor de la corte, tocaba para reyes, la absoluta élite. A Julia le gustaba vivir en Europa, podía en el viejo continente gozar de la vida cultural, visitar museos y dedicarse al piano de óptima manera, pero comenzaba a extrañar Guatemala. Tito Livio era hijo de migrantes pobres italianos, era tanguero, con el criticismo pesimista de muchos anarquistas, cercano a Discépolo y su popular pieza «El Cambalache» que canturrearía de vez en cuando:

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Que el mundo fue y será
Una porquería, ya lo sé

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Alaíde mantiene con los años una relación cordial pero más bien lejana con su padre Tito Livio. Lo visita a veces y le escribe con frecuencia. Tito Livio retornaría a Argentina en 1952 con una salud endeble y moriría solitario en 1960. Alaíde fue siempre apegada a su madre Julia.

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Juventud en Italia

La secundaria la hace Alaíde Foppa en Florencia y realiza los estudios universitarios en Roma. Vivía sola, culminando su educación superior en una Italia donde gobierna Mussolini. Alaíde se relacionaba en lo privado con antifascistas. Había leído con intensidad un libro revelador de Mary Wollstonecraft (A Vindication of the Rights of Women) y se había adentrado en la poesía amorosa del francés Eluard. Trabaría amistad años después con la viuda del poeta y harían traducciones juntas. Su madre Julia Falla la instaba a que regresaran a Guatemala, pero estaban en plena Segunda Guerra Mundial y el viaje en barco, único posible en ese momento, era peligroso por los submarinos alemanes que hundían todo lo que encontraban en el océano. Estaban frescas las imágenes del petrolero mexicano «Potrero del Llano» hundido por torpedos nazis y el barco de pasajeros británico Shuntien que corrió la misma suerte.

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La guerra alcanza el suelo de Italia. A pesar de la mediación del papa Pío XIII no se logra detener los bombardeos de los aliados. El primero ocurre el 19 de julio de 1943. Reproduce la escritora mexicana Gilda Salinas en su biografía novelada sobre Alaíde, lo contado por Maty Padilla, una de las amigas intimas de Alaíde: «…se reía (Alaíde) al recordar que durante un bombardeo tuvo que esconderse en el refugio y mientras todos rezaban llenos de miedo, en la oscuridad, a ella la estaba abrazando y besando un muchacho que después se hizo su novio».

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Alaíde se hace dueña de su cuerpo, toma conciencia del camino de la libertad, en esos años de estudios universitarios cuando se genera en ella un ser nuevo. Lo expresaría después en un poema:

Un ser
que aún no acaba
de ser…
No la remota rosa angelical
que los poetas cantaron.
No la maldita bruja
que los inquisidores quemaron.
No la temida y deseada prostituta.
No la madre bendita.
No la marchita y burlada solterona.
No la obligada a ser bella.
No la obligada a ser buena.
No la obligada a ser mala.
No la que vive porque la dejan vivir.
No la que debe siempre decir que sí.
Un ser que trata de saber quién es
y que empieza a existir.

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Se traslada a España en donde establece relaciones con escritores e intelectuales antes de decidir su regreso a Guatemala. En España se publicaría dos años después su primer poemario El ave Fénix: Las palabras y el tiempo (1945).

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Revolución de Octubre de 1944 y partida a México

Alaíde regresa a Guatemala a finales de 1943. Retorna a la apacibilidad de San Sebastián, el idilio cafetalero que había recordado a lo lejos. Pero el país temblaba por dentro y la dictadura de Ubico se resquebrajaba. Alaíde escribe:

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Mis vinculaciones con América Latina eran muy tenues, por mi formación europea. Guatemala fue el encuentro con la realidad latinoamericana. En ese tiempo, el país estaba desgarrado. Llegué en vísperas de la revolución democrática de 1944; viví en pocos meses ese estado de angustia y opresión que ahora se ha renovado y está cada vez peor. Fue la primera vez que sentí a la gente, el miedo, la angustia, la enorme injusticia social, la pobreza, la explotación del indio. Para mí fue impactante. Comprendí que de alguna manera yo tenía que participar de todo aquello.

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Ubico renuncia y sale al exilio en estados Unidos, pero deja a su paniaguado el general Federico Ponce Vaides que no duda en reprimir brutalmente las manifestaciones. La Revolución estalla en octubre del 44. Combates callejeros. Artillería. Tanques aplastando gente. Cuarteles incendiados. Alaíde se presenta como voluntaria a un hospital. Sería, relata ella misma, la primera vez que vería heridos graves y muertos. El 20 de octubre se consuma el triunfo revolucionario. El dictador Ponce Vaides y su gabinete salen a México. Una junta cívico-militar, Árbenz, Arana y Toriello, asume el poder. Seguirá la aprobación de la primera constitución democrática del país y las elecciones libres y democráticas donde se permite por primera vez el voto de la mujer. Triunfa el filósofo Juan José Arévalo Bermejo con más del 85 por ciento de los votos, candidato del Frente Popular Libertador y con participación del 97 por ciento del electorado. Arévalo proclamaba el socialismo espiritual que explicaba de la siguiente manera:

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El socialismo, antes que una doctrina política, es una forma espiritual que se define como la simpatía del hombre por el hombre…si llamamos «espiritualista» a este socialismo de post guerra, es porque en el mundo -como ahora en Guatemala- se producirá un vuelco fundamental en la escala de los valores humanos.

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Alaíde vio una revolución que llevó a un doctor en filosofía al cargo de presidente. Un hombre de gran presencia física e intelectual. Escritor, orador, pedagogo. Imposible no involucrase en las campañas de alfabetización de Arévalo donde Alaíde lo conoce. Un hombre con el que se puede conversar de todo, formado en Argentina la tierra de su padre Tito Livio y donde ella pasó su primera infancia. Arévalo le consulta sobre temas educativos y literarios. La busca cada vez más y pronto se inicia una relación sentimental que culmina con un inesperado embarazo. Alaíde se consuela con su madre Julia quien sabe muy bien que significa una situación de esa naturaleza. La decisión es que Alaíde se traslade a México y nazca ahí el nuevo ser que crece en sus entrañas. Julio nace en México en 1946 donde Alaíde encuentra a un joven abogado de nombre Alfonso Solórzano Fernández (1911-1980) hijo del acaudalado José María Solórzano Molina (¿1875-?) y de Elisa Asensión Fernández Barrios (1884-1975) quien era descendiente de Mariano Barrios Auyón (1829-1889) hijo de Ignacio Barrios y Josefa Auyón, padres de Justo Rufino Barrios, que habían iniciado el cultivo del café en Guatemala en su finca en San Marcos.

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El hermano menor de Alfonso era Carlos Solórzano (1919-2011), que se había doctorado en letras en México y era experto en la obra de Miguel de Unamuno. Carlos Solórzano llegó a ser una figura fundamental del teatro hispanoamericano, creando en México entre otros el teatro universitario y escribiendo piezas dramáticas que recibieron la crítica positiva de nombres como Alfonso Reyes, Albert Camus y Michel de Ghelderode. Alfonso, por su parte, había estudiado en Europa, en la Alemania de Hitler y como Alaíde sabía bien lo que era el fascismo.

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Alfonso y Alaíde contrajeron matrimonio el 6 de septiembre de 1945 y, por encima de la cultura machista dominante, Alfonso adoptó y le dio su apellido a Julio, hijo biológico de Arévalo. La pareja tuvo cuatro hijos más: Mario, Silvia, Laura y Juan Pablo.

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Alfonso Solórzano no era un seguidor ideológico de Arévalo. Tampoco un adversario. Era en realidad un comunista convencido y uno de los fundadores del partido. Pero no era un marxista ortodoxo sino tenía la visión de la situación de la discriminación racista del campesinado indígena de Guatemala, en lugar de la línea de su partido, Partido Guatemalteco del Trabajo PGT, que veía solo la lucha de clases y las relaciones de producción, pero no integraba el racismo y las relaciones étnicas asimétricas. La visión de Alfonso respecto a la cuestión étnica fue precursora y el tiempo la demostraría como válida y necesaria. Guatemala es todavía un país con racismo estructural. Alfonso Solórzano respondió en una entrevista a la antropóloga Stella Quan Rossell: «Solo liberando las fuerzas creadoras que permanecen estancadas y soterradas en el seno de las sociedades indígenas podrá lograrse el desarrollo orgánico y el progreso…»

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Más allá de la dimensión amorosa la pareja, hubo un intercambio enriquecedor en lo intelectual. Cuando Arévalo terminó su período volvieron a Guatemala desde París donde Arévalo había nombrado cónsul a Alfonso. En Guatemala, Alaíde se integra a la vida académica y a la lucha reivindicativa de las mujeres y sus organizaciones. Alfonso ocupa cargos importantes en el gobierno del recién electo presidente el coronel Jacobo Árbenz Guzmán, llamado «el soldado del pueblo». Pero la primavera terminaría con la intervención norteamericana de 1954 y la pareja se exilia en México donde crecen los hijos y Alaíde se consolida en su labor por el feminismo, como académica, llegando a iniciar la primera cátedra de sociología de la mujer en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, fue el primer curso de sociología sobre las mujeres en una universidad latinoamericana. Continúa su obra como poeta publicando otros poemarios La Sinventura (1955), Aunque es de noche (1959) y Elogio de tu cuerpo (1970). Como crítica de arte el hoy emblemático libro sobre el artista plástico mexicano José Luis Cuevas y un ensayo sobre la poesía renacentista de Miguel Ángel Buonarroti.

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En un ensayo en torno a la igualdad y fundamental para el desarrollo del feminismo en nuestro continente, Anatomía no es destino, Alaíde Foppa Falla cuestionó las teorías biologistas de la inferioridad intelectual de la mujer. La liberación de la mujer era una cuestión social dentro de la lucha por la igualdad y los hombres también tenían un lugar en esa lucha.

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En México Alaíde se ocuparía de la historia del movimiento feminista, escribiendo un ensayo que fue parteaguas en la investigación del feminismo mexicano: «El Congreso Feminista, 1916», publicado primero en inglés en la revista Signs Journal en 1979 y en español ese mismo año. El reconocimiento de la UNESCO al legado radial y periodístico de Alaíde Foppa es de gran importancia por todo lo que ella significa para el movimiento feminista, para la cultura y la democracia. Viene a confirmar que Alaíde Foppa es la gran pionera del feminismo latinoamericano contemporáneo. Recordemos entre sus enormes aportes la fundación de la revista FEM, por Alaíde y Margarita García Flores. Desde su creación, la revista fue más allá de la academia, se integraron textos de creación literaria, así como documentos históricos e historias de vida de mujeres. FEM surgió bajo el lema de feminismo, cultura y política, en el entendido de que el movimiento feminista y los valores que lo impulsan no son solamente «de y para las mujeres», sino le competen a toda la sociedad. En su primer número proclama lo siguiente: «FEM se propone señalar desde diferentes ángulos lo que puede y debe cambiar en la condición social de las mujeres; invita al análisis y a la reflexión. No queremos disociar la investigación de la lucha y consideramos importante apoyarnos en datos verificados y racionales y en argumentos que no sean sólo emotivos».

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Alaíde Foppa tuvo siempre en su mira a la sociedad igualitaria y sin discriminación, que coincide con la lucha general contra la injusticia y la exclusión. La académica mexicana Elva Rivera Gómez de la universidad de Puebla, BUAP, afirma:

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Alaíde Foppa al escribir sobre la génesis del feminismo mexicano lo hace con una sólida formación teórica feminista e intelectual, adquirida en las universidades más importantes de Europa donde, además, tuvo contacto con la cultura y, reconoció la herencia de su país natal, Guatemala.

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Fue una mujer que cuestionaba todo. Que se atrevió a desafiar la nomenclatura masculinista y en la práctica hacer un quiebre en el sistema patriarcal como dueña de su cuerpo y de su mente. Una mujer que intento toda la vida responder a la pregunta ontológica fundamental: ¿Quién soy? Y no contentarse con ser «la remota rosa angelical». Sí, Alaíde siempre naciendo, hasta la victoria. Nos lo dijo en un poema:

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cuando yo sea solo
una isla silenciosa
tal vez escuche
la palabra esperada

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Su presencia se siente todavía. En la poesía, en el feminismo constructivo, teórico y práctico, en la lucha por la justicia social y la democracia. Tal y como ella misma lo presagiará en su poema «Ella se siente»:

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Su presencia es apenas

Vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circundarla.

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Y nos dice adiós en uno de sus poemas más conmovedores:

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Con los ojos de la despedida
os vi aquel día,
cosas de nuestra vida.
Con los ojos de la despedida,
la vida parecía
una cosa perdida.
La casa estaba vacía
en la hora de la despedida,
y sin embargo quedaban
las cosas de nuestra vida.

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¿Cómo no terminar estas líneas con un poema de la poeta mexicana Isabel Fraire dedicado a su entrañable amiga Alaíde Foppa?:

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Las balas comienzan ya a rozarnos la piel, aunque vengan de lejos

Y todas notamos que hablamos de ti en tiempo pasado

Y nos corregimos mordiéndonos la lengua

Y buscamos tu rostro en el espejo

(Un poema de Navidad para Alaíde Foppa)

 

 

 

Jaime Barrios Carrillo (Ciudad de Guatemala 1954), escritor y periodista.  Columnista dominical de el Periódico de Guatemala. Escribió para Magazine 21, La Hora y Siglo 21. Fundó la revista digital Gazeta. Publicó  Anti ensayos (Palo de Hormigo 2012). Ex catedrático de la Universidad Nacional de San Carlos de Guatemala. Fue coordinador de los proyectos de información de la organización sueca Forum Syd. Reside en Estocolmo.

Nostalgia de Montevideo

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RESEÑA

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Era capaz de sentir en los huesos el presagio de la lluvia y de algunas tormentas

El fémur y la clavícula en paz cuando de ir al Parque Rodó se trataba

Los fríos letales del invierno difícilmente eran evocados ante el extenuante calor del verano

Terrazas y balcones dispuestos hacia el río en su hacerse con el mar

Un palacio viejo como cíclope herido en la contemplación del tiempo

Las viejas tiendas de masitas de manteca sin destino ya que cumplir en la borrasca de la última modernidad

Una voz de seseo pronunciado hablaba de la demolición de La Giralda, la confitería en la que su abuelo tomaba el café y la abuela el té

Sentados los antepasados en la esquina de 18 de Julio y Andes… reseñados por la memoria de maneras distraídas

Como si esos rostros con sombreros de copa o bombín, pamelas con plumas y piedras, el bicornio de Napoleón, no advirtieran que eran también una forma de la inmortalidad

Las mandíbulas trituraban suavemente las achuras

En el Hospital Pasteur morían las tías que durante el invierno se congelaban en soledad antes de que llegaran los calefones con la electricidad ya domesticada

Los perfumes convivían con las úlceras al bailar los tangos recién aprendidos

Los ataúdes esperaban a sus clientes con un cigarrillo rubio en la boca de amables sepultureros

Las cruces de templos quebrados por el tiempo y el entrevero de lenguas que habían cruzado el océano

A las cinco de la tarde el follaje de los plátanos enredaba los diez o doce tonos de verdes y amarillos en paisajes que se rehacían una y otra vez con el viento

Era capaz de saber, con tan sólo mirar las orejas, si las personas dormían de lado, chupándose el dedo o si roncaban estrepitosamente

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CONVERSACIÓN EN EL PUERTO

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Había buscado en sus palabras un motivo para compadecerlo o para dejar de escucharlo. Pero sólo había huellas hipnóticas… pisadas intangibles de vacas de ojos mansos y dulces en su camino rutinario al sacrificio. Palabras tercas que se detenían en las pieles colgantes en bodegas que replicaban laberintos por los que escurrían los hilos de sangres amables.

Escuché un apellido polaco, quizás Dabrowski… y luego una historia de cueros y zapatos, superficies de grano, abrigos y bolsas; una navaja en el estómago del polaco y un canario huyendo por las calles del puerto.

De pronto, al doblar con su voz en una esquina del muelle, ya estábamos entrando en esa guerra de tactos en un viejo bodegón percudido. Tasando las mismas pieles con las manos hoscas, curtiendo al adversario con la mirada. En las dos mesas largas, las vacas sin alma se terminaban de transformar en negocios afortunados y en bofetadas oportunas para trazar las jerarquías. Cigarrillos cortos en la boca, una danza algo tensa de gestos y de sombreros declinantes. Se bebía y comía en medio de una espesa y peligrosa asimetría.

Dos hombres más bien tristes tocaban sus tambores al fondo de esa nave que crecía en cada golpe de vista. Había caballos que no se percibían, muertes antiguas que colgaban de las paredes, la risa exagerada de un gaucho fanfarrón, la mirada severa de un inglés que exigía mejores acabados; velas y candelabros que alumbraban la dureza de ese comercio. Había una fiesta secreta por esos cueros rígidos ya robados. Los combates mercantiles por el botín se repetían sin pausa, en un follaje de voces, regateos y de gritos sin alarma.

Afuera, las embarcaciones se replegaban en las orillas para resguardarse mejor de las oscilaciones lunares.

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MONTEVIDEO (2015)

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Se me ocurrió de golpe que lo veía por última vez… no volvería a presentir los fantasmas de viejos capitanes merodeando en el puerto por las madrugadas, retando con una sonrisa discreta a los vientos que venían del océano más recóndito y que iban a morir en avenidas con nombres de países lejanos y de próceres del siglo XIX.

Se me ocurrió que jamás volvería a escuchar, con avidez distraída, esas charlas y chismes en voz alta, a veces tan fugaces, que se decían de un asiento a otro en el transporte que me llevaba en las mañanas de Reducto a Ciudad Vieja.

Palabras que más bien se referían a vestidos comprados en alguna tienda en Tres Cruces, monólogos de infancias o de adolescencias ya destruidas que venían de Rocha y de Tacuarembó, fugas de agua que se tapaban con cartones, olores putrefactos que salían de una pizzería y que se impregnaban en las cortinas de los vecinos; un cementerio de violines rotos en la casa de un músico que había muerto el verano anterior.

Se me ocurrió de golpe que esa ciudad tarde o temprano iba a naufragar en mi memoria y que sus aromas se desvanecerían lentamente en la sucesión de mis rostros agrietados en el espejo.

Perdería para siempre la mañana del primer día de enero de 2003 y en la que crucé esa ciudad desierta y magnífica en una bicicleta mientras el sol me iba tostando poco a poco en su disputa eterna con el viento.

Perdería también esas primeras impresiones de un Montevideo sucio, a caballo, cartonero, golpeado por la crisis, inagotable, exiliado de ciertas bellezas de ciudades más tiranas y cosmopolitas, pero sitiado en su cataclismo solar de plátanos, paraísos y fresnos.

Perdería un río ajeno, conversaciones altisonantes que justificaban la existencia de la primavera en cada uno de nosotros; cinco o seis tardes con el sol declinando en la playa Ramírez y en las que tuve la sensación ridícula de haber domado un poco al infierno de la vida.

 

 

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Gustavo Ogarrio Badillo es cronista, narrador y poeta. Profesor del Colegio de Estudios Latinoamericanos (FFyL / UNAM). Sus temas de investigación se refieren al género de la crónica y sus estrategias de representación de la historia de América Latina, a las narrativas políticas tanto del siglo XIX latinoamericano (el melodrama literario) como de las últimas décadas (las narrativas de la transición a la democracia y de las violencias neoliberales), además del análisis y comprensión de la obra de Juan Carlos Onetti. En los últimos años ha trabajado sobre las estrategias de enseñanza de las literaturas latinoamericanas en perspectiva interdisciplinaria. Ha sido profesor invitado e impartido cursos en la Universidad Nacional de Costa Rica, College of Charleston, el Instituto Mora, York University (Toronto, Canadá), Universitat de Barcelona, CLACSO-Argentina, entre otros. Sus últimos libros publicados son: La mirada de los estropeados, FCE, 2010; Breve historia de la transición y el olvido, CIALC / UNAM, 2012; Bajo la misma noche. Ensayos políticos sobre literatura latinoamericana, FFyL / UNAM, 2014; Nunca seremos poetas, UNAM, 2018; Ningún país es mi país, Silla vacía, 2020; ¿En qué país estamos, Agripina?, Nitro Press, 2020. En 2021 publicó, en coautoría con el Dr. Horacio Cerutti-Guldberg, el libro Cuando todo era posible. Entre los populismos clásicos (1934-1955) y la escena contemporánea, CIALC / UNAM.

Human Wishes

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Soon fades the dew

but in a dry old age, encumbered by our wooden limbs that ache, we still desire

as any moth who burns inside the flames,

the tiniest of screams so faint and faraway.

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A furtive face carved out by wind and sand is nervous and remains

a window in the rock, formations of a word or two

of invitation to repose and join the land…

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Oh, she is in rut, writhing in rut, the mouse gray mane disheveled

like the dreams of you, your image flickering, when youth was all

and, days dearly departed rose again, hardened with resolve,

declining ever to be old.

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Wild roses she kept in her heart and clever wiles, reclining with a smile

after dinner and a glass of wine.

But boughs do drape and veil the sacred corridor

and music pines Oh love oh feckless love…

and lags behind, pinned down inside a breast where

talcum dusts the creases clinging to the smells of age awash in dime store lavender—

the first of many seals

which will be broken like the bread of body.

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And what with moths now flirting with their holes, and rust,

who would trust the sun to rout the darkness and to rise as stout as ever we beheld

in savage light?

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And aren’t we all?

Aren’t all of us prodigal in the ways of love? like a tide going out with its meaning,

leaving the drift and derelictions in the sand, the stranded lover beached and locked

in lockets of

  time, like photographs and flotsam—or

we malinger, feigning with a sign some love, some rose of the heart,

something we’d want to remember were the snow not yet

mixed with the ashes of last year.

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The white blade cuts deep into the blue, stretches deep into her life

till she’s become the shadow marking time.

 

 

Marlon L. Fick divide su tiempo entre Ciudad de México y Odessa, Texas, donde es profesor de literatura inglesa en la Universidad de Texas—Permian Basin. Además de traductor, es poeta con varios títulos publicados. Ha recibido el premio National Endowment for the Arts de escritura creativa. Editó y tradujo la antología The River is Wide/El río es ancho. Twenty Mexican Poets. Antología bilingüe, traducción de 20 poetas mexicanos..