Home Artículos - Essay / Mujer y Poder No la remota rosa angelical

No la remota rosa angelical

0

.

.

«Si hay una heroína romántica de América Latina en el siglo XX es Alaíde Foppa». Elena Poniatowska

.

«Alaíde Foppa: digo que su caso debe ser investigado por la justicia. Además, digo que su caso no debe darse jamás al olvido.» Margarita Carrera

.

Una familia

El poeta chileno Juan Luis Martínez (1942-1993) escribió un impactante poema alegórico sobre la desaparición de una familia. Martínez describe en cada estrofa como los miembros van desapareciendo en la casa donde han vivido por generaciones. Se trata en realidad de un desgarrador canto de protesta escrito en plena dictadura del general Augusto Pinochet. Experiencia lírica que conlleva a una doble reflexión, la política, inevitable, y otra de carácter ontológico e incluso genealógico.

.

Alaíde Foppa Falla y su familia resultan una analogía dramática y real del poema del chileno. Cuatro miembros de la familia Solórzano Foppa mueren trágicamente en el transcurso de un año, incluyendo la criminal y aún impune desaparición forzada de la misma Alaíde el 19 de diciembre de 1980 en la ciudad de Guatemala. Su esposo Alfonso Solórzano muere atropellado el 9 de agosto de 1980, en circunstancias extrañas, cuando deambulaba en la Avenida Insurgentes, paradójico para el caso el nombre de esta alameda de Ciudad de México. Sin duda, caminaba Alfonso Solórzano inundado de dolor por la muerte de Juan Pablo, hijo menor del matrimonio con Alaíde, que había caído en un enfrentamiento con el ejército de Guatemala en la provincia de Huehuetenango en junio de 1980. Mario, acaso el más intelectual de todos, formado en la UNAM y periodista que había fiscalizado a la dictadura guatemalteca en su noticiero televisivo «Estudio Abierto», había pasado a la clandestinidad con el Ejército Guerrillero de los Pobres. Cayó en un combate urbano contra la policía el 9 de junio de 1981 y su cadáver recogido por las fuerzas de seguridad nunca fue entregado. Una familia singular por su diversidad de talentos, que como en el poema del chileno Juan Luis Martínez despareció como familiar nuclear en el marco de la contrainsurgencia fascista de la Guatemala. Alaíde lo hubiera intuido años antes en uno de sus poemas en el libro Los dedos de mi mano (1958)

.

Cinco hijos tengo: cinco,
como los dedos de mi mano,
como mis cinco sentidos,
como las cinco llagas.
Son míos:
cada día
soy más de ellos,
y ellos, menos míos.
Y aunque lleve el dolor
de cinco heridas
y la amenaza
de cinco muertes,
crece mi vida
todos los días.

.

Los tres sobrevivientes tomaron rumbos diversos: Silvia, médica, continuó luchando en las guerrillas que se proponían cambiar el país con las armas hasta la firma de la paz que le permitió reintegrase a la vida civil. Laura se desarrolló como bailarina y ha vivido largos años en México y en Ecuador. Julio, el mayor, heredó la música de sus abuelos y además de intérprete y compositor ha sido un notable productor de eventos musicales y artísticos en México, introductor de Silvio Rodríguez y la Nueva Trova. Julio ha llevado a cabo también una gran lucha para encontrar una explicación a la desaparición de su madre Alaíde. Los culpables materiales e intelectuales no han sido juzgados.

.

La obra de Alaíde Foppa Falla es un legado permanente en varios campos que van desde el feminismo fundacional del continente a la poesía, pasando por la academia, la crítica de arte y la traducción del italiano y el francés, los programas de radio, la revista FEM, las crónicas, el activismo con Amnistía internacional y la organizadora de congresos. Ser multifacético y políglota. Alaíde la múltiple. La guatemalteca cosmopolita que decía estar orgullosa de todas sus nacionalidades.

.

El impactante e infame secuestro de Alaíde Foppa Falla y su desaparición no deberá jamás olvidarse. Elena Poniatowska, su íntima amiga y quien perdió un hijo en la masacre de la plaza de Tlatelolco el 26 de julio de 1968, la ha llamado la «heroína romántica de América». Todo apunta al sanguinario abogado Donaldo Álvarez que era entonces el ministro de Gobernación y jefe de las policías. Resulta permisible pensar que Álvarez buscaba febrilmente información sobre los hijos de Alaíde. Ya había hecho un crimen similar seis meses antes cuando fue desparecida la periodista y también feminista Irma Flaquer. En ambos casos fueron policías vestidos de civil los perpetradores. Ese año trágico de 1980 la guerrilla del EGP había puesto el 9 de febrero una bomba de activación remota para liquidar a Donaldo Álvarez que se salvó por unos segundos de diferencia. Asimismo, es admisible que hubiera querido hacer un secuestro con fines pecuniarios, exigir un rescate millonario a la familia Falla. Testigos confirman la gran violencia con que Alaíde fue secuestrada junto a su chofer Leocadio Astún Chiroy. También se ha manejado la teoría que Alaíde habría muerto por los golpes de la tortura. Su cuerpo nunca apareció. Tampoco el de Leocadio que dejó una familia guatemalteca más enlutada para siempre.

.

Los padres, mundos opuestos

¿Cuáles fueron las raíces familiares en el desarrollo intelectual y existencial de Alaíde? Su padre Tito Livio Foppa Alessi nace el 18 de junio de 1884 en Adrogué, Almirante Brown Partido, en la provincia de Buenos Aires. Hijo de emigrantes italianos: el padre Felipe Foppa, de Génova, y la madre Cleofás Alessi en la ciudad de Elba. La pareja buscó el «sueño argentino» en el último cuarto del siglo XIX.

.

Buenos Aires era el centro de una vertiginosa industrialización a finales del siglo XIX. Las enormes ganancias provenientes de la exportación de carne y cereales se convirtieron en inversiones que cambiaron el carácter de la economía y de la misma ciudad que vivió un crecimiento urbano sin precedentes. La migración de europeos contribuyó a llenar las plazas que necesitaban las nuevas fábricas. Bancos, alamedas, palacios surgieron y convirtieron a la capital argentina en una ciudad cosmopolita y letrada con muchos periódicos y revistas.

.

Asimismo, llegaron con los migrantes las ideas del socialismo, el marxismo y el anarquismo. Tito Livio Foppa muy joven se incorporó a diversas tertulias de intelectuales anarquistas, como la llamada «La brasileña» y la de «Los inmortales» donde participaban nombres como Rodolfo González Pacheco con quien selló gran amistad y trabajo en el campo periodístico. También encuentra al compositor Discépolo y comienza a interesarse por el mundo del tango, del lunfardo y la cultura de los marginados. Conoce a los dramaturgos José de Maturana, que llegaría a ser de los principales autores dramáticos anarquistas y al uruguayo Vicente Martínez Cuitiño. Foppa encuentra en aquellas tertulias el embrión del futuro dramaturgo, pensando ya en un teatro emancipador. Su primera obra escenificada fue La fábrica en 1908 a la que siguieron muchas más como Derecho de amor (1911), El último caudillo (1919), Mambrú se fue a la guerra (1919), Los buitres (1920) y Claudio Borges (1920). Es también autor de un Diccionario teatral del Río de la Plata que se publicó el año de su fallecimiento en 1960. Esta obra se considera un aporte significativo a la historiografía crítica de la dramaturgia de Buenos Aires y de Montevideo con figuras como Florencio Sánchez, Edmundo Bianchi y Ernesto Herrera Lascazes, la capital del Uruguay fue un centro de producción teatral anarquista bajo el lema de «El individuo libre en la comunidad libre».

.

Foppa estuvo inmerso en la lucha por las reivindicaciones gremiales de los teatristas de Buenos Aires, participando en mítines en contra de la censura y el cierre de teatros. Tito Livio Foppa sabía muy bien que el teatro del Río de la Plata había sido importante en el movimiento independentista de Argentina. Una arena de conciencia y agitación e instrumento de lucha política que jugó un papel relevante en el proceso independentista de España. Ese espíritu contestatario y socialista de los anarquistas alcanzaría años después también a su hija Alaíde.

.

La revolución de mayo de 1810 había marcado al teatro argentino que dejó de ser solo de entretenimiento, con obras exclusivamente españolas, y en cambio se presentaron obras de lo que se ahora conoce como teatro de la emancipación, con autores como Luis Ambrosio Morante y sus piezas El 25 de mayoEl Himno de la Libertad. Pero sobre todo con la obra Tupac Amaru, analogía de la sublevación de cuatro décadas anteriores en el Perú. Alaíde recordaría las caminatas de la mano de su padre por la Avenida Corrientes cuando este visitaba diferentes teatros para hablar con los trabajadores y los teatristas. Tito Livio además de autor, director e investigador de la historia del teatro en Argentina fue un activo anarquista que trabajó a nivel de base con los trabajadores del teatro y a nivel de superestructura ideológica con otros dramaturgos y también periodistas y escritores interesados o involucrados en el movimiento teatral. Teórico y práctico, como lo sería su única hija Alaíde.

.

Comienza Tito Livio en la segunda década del siglo pasado a meterse de lleno en el periodismo. Logra ubicarse en uno de los diarios más importantes de Buenos Aires, La Razón, para el cual escribe reportajes que él consideraba de interés social y de lucha libertaria. Foppa fue también un fundador de revistas. En 1911 con su amigo Rodolfo González Pacheco funda y dirige el periódico anarquista de Buenos Aires La Libre Palabra. Años más tarde fundaría en la ciudad italiana de Ancona la revista en italiano «La Argentina» y en 1930 la trasladó a Roma. Muchos años después su hija fundaría la revista FEM en México y otras publicaciones feministas.

.

Después al asesinato de Francisco Madero en febrero de 1913, la revista anarquista Fray Mocho envía a Tito Livio Foppa y a González Pacheco a cubrir la guerra civil mexicana. Ambos periodistas se proponen establecer contacto con el movimiento anarquista mexicano y sus ideólogos los hermanos Flores Magón. Envían sus crónicas a Buenos Aires en las cuales Foppa desnuda la realidad social mexicana, critica las injusticias sociales y satiriza al propio presidente mexicano Victoriano Huerta del cual dice que si México fuera un país con un orden normal Huerta estaría en el manicomio. Las sátiras tienen un efecto represivo y es expulsado de México.

.

Tito Livio en sus crónicas sobre la tragedia mexicana, como titulará una publicación donde las reúne en libro, resalta el papel de la mujer en la revolución mexicana. Describe a las soldaderas como seres muy sacrificados que estaban en todos los frentes, de la cocina a las trincheras. Del acarreo de leña a la toma del fusil. Imposible, señala, entender las luchas y el proceso en México sin contar con las soldaderas. ¿Cómo no habría de influir esta temprana experiencia personal y narrativa de su padre en Alaíde que escogió México como su país de exilio? Muchos años después de lo escrito por su padre sobre las soldaderas en la Revolución mexicana Alaíde Foppa escribió:

.

La Revolución Mexicana no tomó particularmente en consideración a las mujeres, ni las mujeres tuvieron en ella una participación de primer plano, aunque los improvisados y desprovistos ejércitos revolucionarios contaron siempre con su apoyo; no sólo con el de las soldaderas, sino con el de millares de mujeres, que desde la retaguardia o desde las aldeas y las casas amenazadas mantenían el contacto con sus hombres, llevaban mensajes y procuraban alimentos y ropa a las tropas en continuo desplazamiento.

.

El nombramiento diplomático como cónsul en una ciudad italiana (Ancona) habría de cambiar el rumbo de la vida de Tito Livio Foppa y su familia con un largo periplo diplomático que lo llevara de Roma, Cádiz, a La Habana, Marruecos y Paraguay. No abandonó del todo el periodismo, pero se alejó de la actividad anarquista y se concentró más de sus tareas en el servicio exterior, sobre lo cual publicaría en 1958 un libro. La vida diplomática es una de encuentro con otras culturas, de cosmopolitismo, pero también de desarraigo y de separación. La diplomacia permite conocer un nuevo país, pero se deja siempre otro, u otros. Acaso sea también el origen del cosmopolitismo combinado con nostalgia de Alaíde Foppa Falla. Lo expresa en uno de sus poemas:

.

Mi vida
es un destierro sin retorno.
No tuvo casa
mi errante infancia perdida,
no tiene tierra
mi destierro.
Mi vida navegó
en nave de nostalgia.
Viví a orillas del mar
mirando el horizonte:
hacia mi casa ignorada
pensaba zarpar un día,
y el presentido viaje
me dejó en otro puerto de partida.
¿Es el amor, acaso,
mi última parada?

.

Por su parte, ¿quién era Julia Falla, la madre de Alaíde? Nació el 9 de febrero de 1888 en ciudad de Guatemala. Su padre Salvador Falla Santos era dueño de la finca San Sebastián, donde se cultivaba café de altura, «el mejor del mundo». En la finca San Sebastián se produce desde el siglo XIX un café «único por su carácter, taza, pureza, acidez, cuerpo y aroma». Está ubicada en el área montañosa en los alrededores de La Antigua, llegando a las faldas del imponente volcán Acatenango a una altura de 5000 a 6500 pies sobre el nivel del mar. Salvador Falla Santos la compró en 1890. La Antigua es la ciudad colonial sede del criollismo guatemalteco, origen del linaje de los terratenientes cafetaleros. El poeta Luis Cardoza Y Aragón, miembro de una de esas familias cafetaleras y como Alaíde exiliado largamente en México por sus ideas y luchas democráticas, afirmaba que La Antigua era: «una profunda, pequeñísima ciudad, bella y fanática, en un país pequeñísimo y profundo, bello y fanático».

.

.

Julia Falla creció en un mundo donde la mujer estaba excluida de las posibilidades de la educación superior. Incluso de alfabetizarse a nivel primario. David McCreery, en un artículo sobre la Ciudad de Guatemala entre los años 1880-1920, cita a una turista norteamericana que visitó Centroamérica en la década de los ochenta del siglo pasado. Se trata del notable libro de viajes de Helen J Samborn Un invierno en América Central y México publicado en 1887. Da cuenta la joven turista de haber visto «muchas indias en las calles de ciudad de Guatemala», pero pocas «señoras». Al preguntar por éstas le respondieron que «estaban en sus casas», de acuerdo con el sistema axiológico resumido en la frase «de honor y vergüenza».

.

Guatemala vive la bonanza cafetalera, preparada ya con la Reforma de Justo Rufino Barrios y García Granados a partir de 1871. Las residencias de los cafetaleros se llenan de lámparas de almendrones checos, porcelanas alemanas, cubertería inglesa y tapices franceses. La última década del siglo XIX es la del general José María Reyna Barrios. Había vivido en París una vida de estudiante y de bohemio. Quería convertir a la Ciudad de Guatemala en «un pequeño París». Hizo traer estatuas, construyó alamedas o bulevares, como todavía se llama a las principales avenidas en ciudad de Guatemala, como el Paseo de la Reforma o el Simeón Cañas que se hicieron a imagen y semejanza de los Campos Elíseos en escala guatemalteca, país de mayorías campesinas indígenas sometidas y despojadas de sus tierras. El campo dormía el sueño sin fondo del analfabetismo, al pie de las lámparas de aceite, entre los sahumerios y cantos sagrados de curas y chamanes. Mientras «el pequeño París» de los liberales cafetaleros olía a perfumes y a rapé. La oligarquía cafetalera iba al antiguo Teatro de Carrera, imponente y lujosa construcción de estilo neoclásico que ahora se llamaba Nacional a gozar de óperas italianas, zarzuelas madrileñas y conciertos de música clásica. Se funda una de las primeras orquestas sinfónicas del continente. La familia Falla, padres e hijos, asistía sin falta.

.

Julia Falla vivió su juventud en aquella sociedad excluyente y cerrada, endogámica y racista. Pero su padre Salvador Falla Santos además de cafetalero era un hombre interesado por la música y el arte. Él mismo pintaba. Se casó con María del Rosario Aris García que como él tenía raíces españolas y gustaba también de las artes. Julia recibió una educación musical con mentores privados que llegaban a su residencia. Aprendió a tocar el piano de concierto, que su padre Salvador importó de Europa. Se contrató a los mejores músicos para que su hija Julia desarrollara su talento, entre ellos el maestro Germán Alcántara que era el músico de la élite cafetalera con piezas como Bella Guatemala y el emblemático y popularizado vals La flor del café, del cual se decía que había ganado un premio en Europa. A los 24 años Julia había alcanzado el nivel de concertista, pero aún no se había casado y vivía con sus padres, que era lo usual en aquella época patriarcal y conservadora.

.

Tito Livio la conocería durante las llamadas «Fiestas Minervalias» que organizaba en diciembre el Señor Presidente Manuel Estrada Cabrera. Estas celebraciones habían adquirido durante la dictadura un rango mayor que la Independencia y la Revolución Liberal de 1871. Su gobierno había estado a punto de desatar una guerra con México y manejaba el país con mano de hierro. Se rendía culto a la sabiduría en medio de un mar social de analfabetismo, con excepción de los hombres y algunas mujeres de la emergente aristocracia liberal cafetalera y lo que quedaba de los criollos originales y conservadores.

.

El dictador estaba enfrentado a la oligarquía cafetalera, aunque tenía el apoyo de la frutera, UFCO, y por tanto de Washington. La frutera había levantado el mejor hospital del país y con el banano se produjo un proletariado agrario que pronto fundarían sindicatos. También contribuyó a una modernización de la infraestructura del país, carreteras, ferrocarriles, puertos. Y el surgimiento de una clase media de funcionarios y administradores. Los funcionarios del régimen se enriquecían con las arcas del Estado y los sobornos de la frutera. Los terratenientes cafetaleros veían con recelo al creciente imperio de la empresa bananera.

.

Para convertir las celebraciones en un evento más amplio se organizaban desfiles, competencias deportivas y los actos solemnes en el Templo de Minerva, construido al lado de un diamante de beisbol, deporte que impulsaba la compañía bananera norteamericana. El templo era una copia del original y se habían levantado veinte más en el interior del país. Manuel Estrada Cabrera era entonces proclamado como «el hijo del Pueblo» y «Protector de la juventud estudiosa», popularmente para mencionarlo se decía «El Hombre». Hubo en las fiestas Minervalias por primera vez un desfile de aviones con aeroplanos Bleriot y Nieuport y pilotos guatemaltecos formados en la escuela de aviación del ciudadano mexicano Luis Ferro y el guatemalteco Dante Nanini. La frutera también financiaba la aviación y había llegado al país el instructor Murvin Wood y el mecánico Frank Bang.

.

Era una época en que las familias cafetaleras exportaban el grano, pero seguían tomando el chocolate criollo tan alabado por el escritor nacional José Milla. Importaron los primeros automóviles de Estados Unidos, pero no entraron en la modernidad a pesar del telégrafo, la electricidad y las vías férreas. Eran liberales, aunque profundamente católicos dentro de un orden patriarcal y conservador. La mujer como señala David McCreery solo aseguraba la continuación de la familia como vehículo de trasferencia de la propiedad.

.

El año 1913 Tito Livio Foppa llegó a Guatemala, expulsado de México. Con credenciales de periodista puede asistir a los actos en primera fila. Y ahí vio primera vez a la joven guatemalteca y a su familia. Foppa venía del mundo cosmopolita de Buenos Aires y tenía una amplia cultura que incluía la música. La atracción fue mutua e irresistible. Según la biografía novelada de Alaíde, escrita de la escritora mexicana Gilda Salinas, la situación se complica cuando Julia queda embarazada de Foppa. Un quiebre delicado en el tejido conservador de la élite guatemalteca. Tiene lugar entonces un «matrimonio urgente». El oportuno nombramiento de Foppa como corresponsal de guerra en Europa por el diario bonarense La Razón viene a solventar cualquier escándalo. Alaíde nace en Barcelona el 3 de diciembre de 1914 con los cañonazos en lontananza y la juventud europea destrozándose en las trincheras de la Gran Guerra.

.

La familia se traslada después a Buenos Aires donde Alaíde hace la primaria. Su madre Julia tiene oportunidad de profundizar sus estudios de piano que interpreta cada vez más con acentuado virtuosismo. Llegaría con los años a dar algunos conciertos como solista con orquestas sinfónicas. Su pasión era Mozart.

.

Guatemala parecía tan lejana e insegura, sumida en una crisis económica y política profunda por los estragos de un terremoto que destrozó la capital hacia finales de 1917. Entre los múltiples edificios destruidos estaba el gran Teatro Nacional.

.

El descontento contra el dictador Estrada Cabrera iba en aumento después de los estragos del cataclismo. Cuando la frutera le retira el apoyo el régimen se desploma. El padre de Julia, Salvador Falla Santos, y su hijo participan con el llamado Partido Unionista en el derrocamiento de Estrada Cabrera y Salvador forma parte de un Pacto de Unión como representante de Guatemala con los otros países centroamericanos en reunión celebrada en Costa Rica el 19 de enero de 1921.

.

Los meses de marzo y abril de 1920 fueron de luchas callejeras entre ciudadanos alzados y las fuerzas de Estrada Cabrera, refugiado en su residencia de La Palma donde habían puestos piezas de artillería. Su exaltado protegido, el poeta peruano José Santos Chicano, lo conminaba a incendiar la ciudad y usar los cañones. El dictador no quiso hacerlo. Cayó prisionero y el 8 de abril y la Asamblea Legislativa decretó que estaba loco y no podía por tanto ejercer la presidencia. Fue designado en su lugar Carlos Herrera, miembro de una de las familias cafetaleras más acaudaladas.

.

En 1923 es nombrado Tito Livio Foppa como cónsul argentino en Italia donde Alaíde cursa la secundaria. Continúa su periplo diplomático por otras ciudades como Cádiz, Bruselas y pasa luego a Marruecos y después a Paraguay. La pareja Foppa resiente los cambios. Las diferencias de clase, no percibidas por ambos al principio del idilio, se iban ahora notando cada vez más. Tito Livio era acérrimo opositor a toda aristocracia, a toda oligarquía, procedía del anarquismo obrero. Julia era hija de terratenientes, sin embargo, una persona con empatía social y un ser optimista. Mozart seguía siendo el preferido de Julia, el plebeyo austriaco e iniciado masón que se convirtió en compositor de la corte, tocaba para reyes, la absoluta élite. A Julia le gustaba vivir en Europa, podía en el viejo continente gozar de la vida cultural, visitar museos y dedicarse al piano de óptima manera, pero comenzaba a extrañar Guatemala. Tito Livio era hijo de migrantes pobres italianos, era tanguero, con el criticismo pesimista de muchos anarquistas, cercano a Discépolo y su popular pieza «El Cambalache» que canturrearía de vez en cuando:

.

Que el mundo fue y será
Una porquería, ya lo sé

.

Alaíde mantiene con los años una relación cordial pero más bien lejana con su padre Tito Livio. Lo visita a veces y le escribe con frecuencia. Tito Livio retornaría a Argentina en 1952 con una salud endeble y moriría solitario en 1960. Alaíde fue siempre apegada a su madre Julia.

.

Juventud en Italia

La secundaria la hace Alaíde Foppa en Florencia y realiza los estudios universitarios en Roma. Vivía sola, culminando su educación superior en una Italia donde gobierna Mussolini. Alaíde se relacionaba en lo privado con antifascistas. Había leído con intensidad un libro revelador de Mary Wollstonecraft (A Vindication of the Rights of Women) y se había adentrado en la poesía amorosa del francés Eluard. Trabaría amistad años después con la viuda del poeta y harían traducciones juntas. Su madre Julia Falla la instaba a que regresaran a Guatemala, pero estaban en plena Segunda Guerra Mundial y el viaje en barco, único posible en ese momento, era peligroso por los submarinos alemanes que hundían todo lo que encontraban en el océano. Estaban frescas las imágenes del petrolero mexicano «Potrero del Llano» hundido por torpedos nazis y el barco de pasajeros británico Shuntien que corrió la misma suerte.

.

La guerra alcanza el suelo de Italia. A pesar de la mediación del papa Pío XIII no se logra detener los bombardeos de los aliados. El primero ocurre el 19 de julio de 1943. Reproduce la escritora mexicana Gilda Salinas en su biografía novelada sobre Alaíde, lo contado por Maty Padilla, una de las amigas intimas de Alaíde: «…se reía (Alaíde) al recordar que durante un bombardeo tuvo que esconderse en el refugio y mientras todos rezaban llenos de miedo, en la oscuridad, a ella la estaba abrazando y besando un muchacho que después se hizo su novio».

.

Alaíde se hace dueña de su cuerpo, toma conciencia del camino de la libertad, en esos años de estudios universitarios cuando se genera en ella un ser nuevo. Lo expresaría después en un poema:

Un ser
que aún no acaba
de ser…
No la remota rosa angelical
que los poetas cantaron.
No la maldita bruja
que los inquisidores quemaron.
No la temida y deseada prostituta.
No la madre bendita.
No la marchita y burlada solterona.
No la obligada a ser bella.
No la obligada a ser buena.
No la obligada a ser mala.
No la que vive porque la dejan vivir.
No la que debe siempre decir que sí.
Un ser que trata de saber quién es
y que empieza a existir.

.

Se traslada a España en donde establece relaciones con escritores e intelectuales antes de decidir su regreso a Guatemala. En España se publicaría dos años después su primer poemario El ave Fénix: Las palabras y el tiempo (1945).

.

.

.

Revolución de Octubre de 1944 y partida a México

Alaíde regresa a Guatemala a finales de 1943. Retorna a la apacibilidad de San Sebastián, el idilio cafetalero que había recordado a lo lejos. Pero el país temblaba por dentro y la dictadura de Ubico se resquebrajaba. Alaíde escribe:

.

Mis vinculaciones con América Latina eran muy tenues, por mi formación europea. Guatemala fue el encuentro con la realidad latinoamericana. En ese tiempo, el país estaba desgarrado. Llegué en vísperas de la revolución democrática de 1944; viví en pocos meses ese estado de angustia y opresión que ahora se ha renovado y está cada vez peor. Fue la primera vez que sentí a la gente, el miedo, la angustia, la enorme injusticia social, la pobreza, la explotación del indio. Para mí fue impactante. Comprendí que de alguna manera yo tenía que participar de todo aquello.

.

Ubico renuncia y sale al exilio en estados Unidos, pero deja a su paniaguado el general Federico Ponce Vaides que no duda en reprimir brutalmente las manifestaciones. La Revolución estalla en octubre del 44. Combates callejeros. Artillería. Tanques aplastando gente. Cuarteles incendiados. Alaíde se presenta como voluntaria a un hospital. Sería, relata ella misma, la primera vez que vería heridos graves y muertos. El 20 de octubre se consuma el triunfo revolucionario. El dictador Ponce Vaides y su gabinete salen a México. Una junta cívico-militar, Árbenz, Arana y Toriello, asume el poder. Seguirá la aprobación de la primera constitución democrática del país y las elecciones libres y democráticas donde se permite por primera vez el voto de la mujer. Triunfa el filósofo Juan José Arévalo Bermejo con más del 85 por ciento de los votos, candidato del Frente Popular Libertador y con participación del 97 por ciento del electorado. Arévalo proclamaba el socialismo espiritual que explicaba de la siguiente manera:

.

El socialismo, antes que una doctrina política, es una forma espiritual que se define como la simpatía del hombre por el hombre…si llamamos «espiritualista» a este socialismo de post guerra, es porque en el mundo -como ahora en Guatemala- se producirá un vuelco fundamental en la escala de los valores humanos.

.

Alaíde vio una revolución que llevó a un doctor en filosofía al cargo de presidente. Un hombre de gran presencia física e intelectual. Escritor, orador, pedagogo. Imposible no involucrase en las campañas de alfabetización de Arévalo donde Alaíde lo conoce. Un hombre con el que se puede conversar de todo, formado en Argentina la tierra de su padre Tito Livio y donde ella pasó su primera infancia. Arévalo le consulta sobre temas educativos y literarios. La busca cada vez más y pronto se inicia una relación sentimental que culmina con un inesperado embarazo. Alaíde se consuela con su madre Julia quien sabe muy bien que significa una situación de esa naturaleza. La decisión es que Alaíde se traslade a México y nazca ahí el nuevo ser que crece en sus entrañas. Julio nace en México en 1946 donde Alaíde encuentra a un joven abogado de nombre Alfonso Solórzano Fernández (1911-1980) hijo del acaudalado José María Solórzano Molina (¿1875-?) y de Elisa Asensión Fernández Barrios (1884-1975) quien era descendiente de Mariano Barrios Auyón (1829-1889) hijo de Ignacio Barrios y Josefa Auyón, padres de Justo Rufino Barrios, que habían iniciado el cultivo del café en Guatemala en su finca en San Marcos.

.

El hermano menor de Alfonso era Carlos Solórzano (1919-2011), que se había doctorado en letras en México y era experto en la obra de Miguel de Unamuno. Carlos Solórzano llegó a ser una figura fundamental del teatro hispanoamericano, creando en México entre otros el teatro universitario y escribiendo piezas dramáticas que recibieron la crítica positiva de nombres como Alfonso Reyes, Albert Camus y Michel de Ghelderode. Alfonso, por su parte, había estudiado en Europa, en la Alemania de Hitler y como Alaíde sabía bien lo que era el fascismo.

.

Alfonso y Alaíde contrajeron matrimonio el 6 de septiembre de 1945 y, por encima de la cultura machista dominante, Alfonso adoptó y le dio su apellido a Julio, hijo biológico de Arévalo. La pareja tuvo cuatro hijos más: Mario, Silvia, Laura y Juan Pablo.

.

Alfonso Solórzano no era un seguidor ideológico de Arévalo. Tampoco un adversario. Era en realidad un comunista convencido y uno de los fundadores del partido. Pero no era un marxista ortodoxo sino tenía la visión de la situación de la discriminación racista del campesinado indígena de Guatemala, en lugar de la línea de su partido, Partido Guatemalteco del Trabajo PGT, que veía solo la lucha de clases y las relaciones de producción, pero no integraba el racismo y las relaciones étnicas asimétricas. La visión de Alfonso respecto a la cuestión étnica fue precursora y el tiempo la demostraría como válida y necesaria. Guatemala es todavía un país con racismo estructural. Alfonso Solórzano respondió en una entrevista a la antropóloga Stella Quan Rossell: «Solo liberando las fuerzas creadoras que permanecen estancadas y soterradas en el seno de las sociedades indígenas podrá lograrse el desarrollo orgánico y el progreso…»

.

Más allá de la dimensión amorosa la pareja, hubo un intercambio enriquecedor en lo intelectual. Cuando Arévalo terminó su período volvieron a Guatemala desde París donde Arévalo había nombrado cónsul a Alfonso. En Guatemala, Alaíde se integra a la vida académica y a la lucha reivindicativa de las mujeres y sus organizaciones. Alfonso ocupa cargos importantes en el gobierno del recién electo presidente el coronel Jacobo Árbenz Guzmán, llamado «el soldado del pueblo». Pero la primavera terminaría con la intervención norteamericana de 1954 y la pareja se exilia en México donde crecen los hijos y Alaíde se consolida en su labor por el feminismo, como académica, llegando a iniciar la primera cátedra de sociología de la mujer en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, fue el primer curso de sociología sobre las mujeres en una universidad latinoamericana. Continúa su obra como poeta publicando otros poemarios La Sinventura (1955), Aunque es de noche (1959) y Elogio de tu cuerpo (1970). Como crítica de arte el hoy emblemático libro sobre el artista plástico mexicano José Luis Cuevas y un ensayo sobre la poesía renacentista de Miguel Ángel Buonarroti.

.

En un ensayo en torno a la igualdad y fundamental para el desarrollo del feminismo en nuestro continente, Anatomía no es destino, Alaíde Foppa Falla cuestionó las teorías biologistas de la inferioridad intelectual de la mujer. La liberación de la mujer era una cuestión social dentro de la lucha por la igualdad y los hombres también tenían un lugar en esa lucha.

.

En México Alaíde se ocuparía de la historia del movimiento feminista, escribiendo un ensayo que fue parteaguas en la investigación del feminismo mexicano: «El Congreso Feminista, 1916», publicado primero en inglés en la revista Signs Journal en 1979 y en español ese mismo año. El reconocimiento de la UNESCO al legado radial y periodístico de Alaíde Foppa es de gran importancia por todo lo que ella significa para el movimiento feminista, para la cultura y la democracia. Viene a confirmar que Alaíde Foppa es la gran pionera del feminismo latinoamericano contemporáneo. Recordemos entre sus enormes aportes la fundación de la revista FEM, por Alaíde y Margarita García Flores. Desde su creación, la revista fue más allá de la academia, se integraron textos de creación literaria, así como documentos históricos e historias de vida de mujeres. FEM surgió bajo el lema de feminismo, cultura y política, en el entendido de que el movimiento feminista y los valores que lo impulsan no son solamente «de y para las mujeres», sino le competen a toda la sociedad. En su primer número proclama lo siguiente: «FEM se propone señalar desde diferentes ángulos lo que puede y debe cambiar en la condición social de las mujeres; invita al análisis y a la reflexión. No queremos disociar la investigación de la lucha y consideramos importante apoyarnos en datos verificados y racionales y en argumentos que no sean sólo emotivos».

.

Alaíde Foppa tuvo siempre en su mira a la sociedad igualitaria y sin discriminación, que coincide con la lucha general contra la injusticia y la exclusión. La académica mexicana Elva Rivera Gómez de la universidad de Puebla, BUAP, afirma:

.

Alaíde Foppa al escribir sobre la génesis del feminismo mexicano lo hace con una sólida formación teórica feminista e intelectual, adquirida en las universidades más importantes de Europa donde, además, tuvo contacto con la cultura y, reconoció la herencia de su país natal, Guatemala.

.

Fue una mujer que cuestionaba todo. Que se atrevió a desafiar la nomenclatura masculinista y en la práctica hacer un quiebre en el sistema patriarcal como dueña de su cuerpo y de su mente. Una mujer que intento toda la vida responder a la pregunta ontológica fundamental: ¿Quién soy? Y no contentarse con ser «la remota rosa angelical». Sí, Alaíde siempre naciendo, hasta la victoria. Nos lo dijo en un poema:

.

cuando yo sea solo
una isla silenciosa
tal vez escuche
la palabra esperada

.

Su presencia se siente todavía. En la poesía, en el feminismo constructivo, teórico y práctico, en la lucha por la justicia social y la democracia. Tal y como ella misma lo presagiará en su poema «Ella se siente»:

.

Su presencia es apenas

Vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circundarla.

.

.

.

Y nos dice adiós en uno de sus poemas más conmovedores:

.

Con los ojos de la despedida
os vi aquel día,
cosas de nuestra vida.
Con los ojos de la despedida,
la vida parecía
una cosa perdida.
La casa estaba vacía
en la hora de la despedida,
y sin embargo quedaban
las cosas de nuestra vida.

.

¿Cómo no terminar estas líneas con un poema de la poeta mexicana Isabel Fraire dedicado a su entrañable amiga Alaíde Foppa?:

.

Las balas comienzan ya a rozarnos la piel, aunque vengan de lejos

Y todas notamos que hablamos de ti en tiempo pasado

Y nos corregimos mordiéndonos la lengua

Y buscamos tu rostro en el espejo

(Un poema de Navidad para Alaíde Foppa)

 

 

 

Jaime Barrios Carrillo (Ciudad de Guatemala 1954), escritor y periodista.  Columnista dominical de el Periódico de Guatemala. Escribió para Magazine 21, La Hora y Siglo 21. Fundó la revista digital Gazeta. Publicó  Anti ensayos (Palo de Hormigo 2012). Ex catedrático de la Universidad Nacional de San Carlos de Guatemala. Fue coordinador de los proyectos de información de la organización sueca Forum Syd. Reside en Estocolmo.

Salir de la versión móvil