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Individualismo en La española inglesa de Miguel de Cervantes

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Individualismo en La española inglesa de Miguel de Cervantes

El problema del individuo de la filosofía renacentista italiana y su expresión en la literatura española de Cervantes Saavedra..

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Introducción

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El autor español Miguel de Cervantes publicó en el año 1613 su obra Novelas Ejemplares, en donde el individuo es un tema central. Una de las novelas1 que muestra esto claramente es la novela La Española Inglesa que trata de un desarrollo de un individuo tanto en el nivel temático como narrativo. El gran enfoque en el individuo muestra una relación con la contemporaneidad donde las corrientes de pensamiento renacentistas se centraban en problemas acerca del individuo, como el destino y la libertad del hombre. Por eso, es relevante leer la novela La Española Inglesa desde una perspectiva filosófica renacentista sobre el individuo. Para hacer esto, he formulado lo siguiente: Desde una perspectiva filosófica renacentista la novela de Cervantes La Española Inglesa es analizada, con el objeto de examinar cómo el texto expresa el individualismo. Primero voy a examinar la teoría del Renacimiento para alumbrar cómo fue la visión del hombre desde una perspectiva humanista, neo-aristotélica y neoplatonista. Examinaré todas estas tres corrientes de pensamiento para lograr un imagen más cumplido del individuo, aunque, en el análisis voy a poner un mayor enfoque en las teorías neoplatonistas. Usaré estas teorías en un análisis de La Española Inglesa para concluir cómo Cervantes es influido por estos pensamientos y cómo los usa para desarrollar el individuo en su novela.

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Individualismo en el Renacimiento

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El enfoque en el individuo fue parte de un nuevo ‘cosmos de pensamiento’ en el Renacimiento (Cassirer 1979 p6), que es dividido en tres corrientes de pensamiento, por el autor Ernst Cassirer: el humanismo, el neo-aristotelismo y el neoplatonismo (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 p2). Estas corrientes examinaban el origen y destino del humano, y sus visiones del espíritu y la naturaleza del individuo fueron usadas para levantar un plano del cosmos (Kristeller 1979 pp165-210). Es decir, a través del individuo se examinó el orden del universo. El concepto de Ragioni (Razón) tuvo un lugar central en el pensamiento del Renacimiento (Cassirer 1979 ppIX-1), y así las tres corrientes de pensamiento usaban la razón para examinar problemas como la inmortalidad y la dignidad del hombre. He elegido dividir los próximos párrafos entre estas tres corrientes, añadiendo un párrafo sobre la dignidad del hombre, para así obtener una imagen de cómo fue la visión del individuo en el Renacimiento.

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El Humanismo

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A finales del siglo XIII surge el humanismo que, como indica su nombre, se centra en el ser humano. El poeta Francesco Petrarca (1304-1374) es el primer representante del humanismo y es nombrado el ‘padre del humanismo’ (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 p2-3) por su iniciativa de pensar conscientemente sobre el individuo y su lugar y destino en el mundo, tanto natural como metafísico (Herrera Guillén 2020 pp35-36). Petrarca enfatizaba que debemos conocer la propia naturaleza del hombre y de dónde deriva y a dónde va (Kristeller 1979 pp170-171), y su principal enfoque fue cultivar las virtudes del hombre: ‘Philosophy meant to him [Petrarca] an exclusively practical discipline teaching the art of living well and happily (…)’ (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 p24). Es decir, el objetivo de los humanistas fue cultivar el hombre virtuoso, y se enfocaron en textos de los antiguos filósofos, porque los veían como la obtención más alta del hombre (Herrera Guillén 2020 p4). Concretamente, esto significaba que Petrarca mismo cultivaba sus virtudes imitando el estilo de escritura de los antiguos filósofos, lo que consideraba un ideal de gracia literaria (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 pp2-4). Pero, Petrarca no sólo cultivó las virtudes prácticas del hombre; en sus poemas de amor se ve una cultivación del espíritu del hombre. Esto lo observa la profesora María Pilar M. Sorolla p.ej. en la obra Canzoniere, donde observa un ‘proceso de divinización’ del hombre cuando el amor hace que la protagonista Laura va ‘(…) encaminándose hacia Dios (…)’ (Manero Sorolla 1987 pp132-133). Es decir, la cultivación del amor puede llevar el alma del hombre hacia lo divino. Esto es algo que será examinado más en detalle, en el párrafo ‘Neoplatonismo Florentino’.

En definitiva, el humanismo fue una disciplina que renació la visión del hombre de antiguos filósofos, especialmente Platón, y así los humanistas pusieron su enfoque en la creación del ser humano y cultivaban sus muchas virtudes, mientras había una aspiración hacia lo divino, que se realizó a través del amor (Herrera Guillén 2020 pp21-22). El enfoque de los humanistas en el individuo y sus virtudes funcionaba como la base de futuros pensamientos, y en lo siguiente vamos a encontrar estas mismas ideas, aunque en diferentes formas, en los pensamientos neo-aristotélicos y neoplatónicos.

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El Neo-Aristotelismo Renacentista

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Usando nuevas traducciones de antiguos textos de Aristóteles, el italiano Pietro Pomponazzi (1462-1525) desarrolló sus ideas del hombre con un enfoque en el mundo material (Herrera Guillén 2020 p28). Pomponazzi separó lo metafísico de la ética y así acentuaba que la dignidad del hombre fue un problema independiente de la inmortalidad del espíritu, mientras la libertad y las acciones del individuo fueron separadas de cosas metafísicas como la fortuna (Cassirer 1979 pp82-83). Es decir, Pomponazzi examinaba la dignidad del hombre en su vida presente en la tierra, cultivando la ética y la libertad del individuo. No estudiaba el hombre en un contexto metafísico, porque argumentaba que esto no podía ser demostrado usando la razón: ‘Pomponazzi holds a ‘naturalistic’ view of the human soul and does not believe that its immortality can be proven on rational grounds (…)’ (Kristeller 1979 p178). En efecto, en su tratado de la inmortalidad del espíritu, Pomponazzi usa la lógica para desarrollar una vista naturalista del espíritu, concluyendo que la inmortalidad no puede ser comprobada por la razón. Pomponazzi acentúa que el hombre necesita esta libertad y separación de lo metafísico y ve la virtud moral como el objetivo del hombre: ‘Pomponazzi formulates the ideal of a moral virtue which can be attained during the present life.’ (Ibid. p179).

Aunque pone su enfoque en la vida presente del hombre, esto no significa que Pomponazzi excluye una vida metafísica. Para Pomponazzi hay una distinción clara entre el cuerpo físico y el espíritu, y argumenta que el espíritu sólo puede obtener información a través del cuerpo (Ibid. pp192- 194). En otras palabras, todo deriva de lo material y por eso vale estudiar el origen del hombre, enfocándose únicamente en la vida presente. Es decir, Pomponazzi se enfoca en lo que sabe con certeza y así separa el hombre de Dios y el mundo metafísico, concluyendo que el objetivo del hombre es cultivar sus virtudes en la vida presente. Según Pomponazzi, toda inteligencia deriva de lo material y así será imposible para el alma obtener una imagen de lo espiritual, que es exactamente lo que los neoplatónicos argumentaban es el objetivo del hombre, como vamos a ver en el próximo párrafo.

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El Neoplatonismo Florentino

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Aunque hemos visto que Pomponazzi separa lo metafísico y lo terrestre, es importante notar que la visión del hombre desde una perspectiva teológica todavía es muy importante en el Renacimiento. Esto se ve en la filosofía neoplatónica de Marsilio Ficino (1433-1499), que justifica la fe cristiana, usando la razón para argumentar a favor de la inmortalidad del hombre (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 pp186-187). Ficino, el fundador de la Academia Platónica de Florencia, combina el mundo terrestre con el mundo divino en su sistema ontológico del hombre que aparece en su trabajo Teología Platónica de 1482 (Kristeller 1979 p189). Esta teoría se basa en el sistema de Plotino, pero Ficino añade un nivel más, para así obtener una jerarquía que consiste de cinco niveles con el hombre en el centro: Dios, Angélica, Racionalidad (el hombre), Cualidad y Materia (Hankins 2007 pp87-88). Como antes mencionado, la razón es un elemento muy importante en el Renacimiento (Cassirer 1979 ppIX-X), y esto se ve muy claramente en el sistema de Ficino que pone énfasis en el hombre como un ser racional. Este sistema de Ficino levanta un plano del cosmos y muestra al hombre como un ser situado en el centro, combinando lo terrestre con lo divino (Ibid. p87). Lo que le distingue al hombre de los otros seres en el sistema es que, mientras los otros niveles están quietos en el sistema, el hombre puede moverse libremente y elegir su propia forma de existencia. Esta universalidad del hombre es lo que, según Ficino, le da su dignidad (Kristeller 1990 p108). Ficino ve que el espíritu tiene una gana natural de subir en el sistema de las sustancias y enfatiza que el objetivo del hombre es llegar a obtener una unión con Dios en la futura vida metafísica (Kristeller 1979 pp188-191). Usa este argumento para declarar que el hombre tiene que vivir una vida virtuosa y contemplativa durante la vida presente en la tierra, porque el medio para llegar a Dios es la contemplación: ‘(…) the Platonists had taught that the goal of human life is contemplation and that this goal is fully attained only in a future life (…)’ (Ibid. p179). Ficino argumenta que la vida contemplativa es una experiencia directamente conectada con lo espiritual, lo que le da la conclusión de que el espíritu es una sustancia incorpórea e inmortal que puede llegar a obtener una imagen permanente de Dios. Entonces, Ficino se distingue de Pomponazzi, diciendo que el objeto del individuo no se encuentra en la vida presente, sino que es algo que solo puede ser obtenido en el mundo metafísico.

Esta aspiración del espíritu hacía Dios se relaciona con el pensamiento humanista de que tenemos una capacidad, que es universal para todos los hombres, de obtener lo divino (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 p187). El amor divino que Petrarca examinaba en su poesía, también se ve en la filosofía de Ficino sobre el amor platónico. Inspirado del humanismo, además del Banquete de Plato y la figura de Eros, Ficino describe la esencia del hombre, como un ser que está dirigido hacía Dios, de esa aspiración interior, el amor, mientras Dios aspira hacía el hombre (Cassirer 1979 pp131-133). Esta doble aspiración es la esencia del amor platónico y es esto que eleva el individuo al nivel más alto en el sistema, donde puede obtener una unión con Dios, y así obtener su puro forma. Es exactamente esto que, según Ficino, es el objetivo del hombre. Ficino refiere a esta aspiración, diciendo que se puede encontrar lo divino dentro de cada individuo, porque sus espíritus aspiran hacía la misma verdad, que es Dios (Ibid. pp186-188). Así que, Ficino enfatiza el sitio privilegiado del humano, que puede elegir dónde quiere situarse en el sistema, y usa esta visión del hombre para juntar la filosofía con la religión, argumentando que son dos diferentes maneras de acercarse a la misma verdad (Kristeller 1979 p204).

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La dignidad del hombre

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Varias ideas de Ficino fueron desarrolladas de su estudiante Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), que es reconocido como uno de los filósofos del Renacimiento más importantes en cuanto al tema del individuo. Pico tenía un profundo conocimiento de los textos clásicos e intentaba combinar el platonismo con el aristotelismo, terminando con una visión del hombre como un ser libre que puede elegir su propia forma (Ibid. pp205-6). Según Pico, la dignidad del hombre se encuentra tanto en su sitio privilegiado en el cosmos como en su libertad y similitud con Dios.

En el año 1486, Pico escribió su Discurso que más tarde ha sido nombrado Discurso sobre la Dignidad del Hombre por su gran enfoque en el problema de la dignidad del hombre (Cassirer, Kristeller, y Randall 1975 pp216-217). En ello Pico desarrolla la teoría neoplatónica de Ficino del sistema ontológico del ser, pero, subrayando la libertad del hombre, Pico se diferencia a Ficino cuando pone el hombre afuera de la jerarquía, razonando que el hombre tiene la libertad absoluta de estar fuera del sistema en todo. Pico entiende la jerarquía ontológica como una manera de socavar la libertad del hombre, y para explicar esto, Pico distingue entre ser y llegar a ser como una expresión más pura de la libertad: ‘In the rigid hierarchical system, the value of freedom must always seem something foreign (…) because the order of mere being does not capture the meaning and the movement of pure becoming.’ (Cassirer 1979 p84). Es decir, para Pico, una cualidad esencial del hombre es su libertad absoluta, incluyendo la libertad de crear a sí mismo, y es exactamente esa que da valor y un estatus privilegiado al hombre (Ibid. p120). La libertad del hombre se expresa también dentro del humano mismo, donde Pico dice hay una determinación que deriva de su interior y su libertad fundamental, que rompe con la fortuna y hace que el individuo tome control de su propio destino. Es decir, el hombre no está controlado por poderes altos, sino que el individuo mismo contiene el poder de determinar su propio futuro (Ibid. p120).

Este poder y libertad del hombre deriva de su estatus como un ‘microcosmos’ que Pico examina en su Discurso (Ibid. p84). La visión del hombre como un microcosmos fue originalmente una teoría de Nicolás de Cusa, después desarrollada por Ficino, y entiende el hombre como un ser que contiene todas las virtudes presentes en cada parte del cosmos. Deriva del mito de creación, de la fe cristiana, que Pico describe en su discurso, y muestra que el hombre tiene una mente parecida a la de Dios (Mirandola 2016 pp12-14). Este mito describe cómo Dios, después de crear todos los seres y asignarles a todos una virtud y un sitio en el universo, creó el hombre como lo último, dándole todas las virtudes combinadas y poniéndole en el centro del cosmos. Así que, el hombre no tiene una forma ni un sitio predefinido y, por eso, tiene la capacidad de reconocer y ser consciente de su propia creación (Cassirer 1979 p85). El hombre puede hacer esto a través de su creatividad, que no está limitada, pero que puede imaginar todas las cosas de Dios y el cosmos. Entonces, la idea del hombre como un microcosmos se centra en que el hombre en sí mismo contiene un cosmos y así puede imaginar todas las cosas y recrearlas a través de su creatividad (Ibid. p64). En esta potencia de crear encontramos, según Ficino y Pico, una parte de lo divino dentro del humano mismo (Ibid. p195). Según Pico, el objetivo del hombre es la aspiración hacía lo divino, o sea, el hombre debe usar su libertad para crear la mejor forma de su ser.

Es decir, el hombre es el único ser que puede separar conscientemente el sujeto y el objeto, o sea, el hombre puede contemplar y distinguir entre lo corporal y lo no corporal, conscientemente separándose de la jerarquía ontológica (Ibid. pp84-86). Pico desarrolla esta idea en su doctrina ‘Heptaplus’ de 1489, donde construye su propia jerarquía ontológica (Kristeller 1979 p177). En esta doctrina Pico diferencia entre tres mundos: el mundo elemental, el mundo celestial y el mundo invisible. Combinados, estos tres mundos forman el cosmos, y Pico añade una cuarta parte fuera de la jerarquía, que es el hombre. Refiriendo a la fe cristiana, donde Dios crea el hombre en su propia imagen y lo pone en el centro del mundo, Pico describe cómo el hombre está en el centro y funciona para conectar las tres partes del mundo (Ibid. p177). Con este sitio privilegiado, el hombre comparte un poder con Dios que es el poder de combinar y unir los diferentes mundos y todas las cosas en ellos. La diferencia entre Dios y el hombre consiste en que Dios ha construido todo y así puede contener todas las cosas del cosmos, mientras el hombre solamente las puede imaginar (Ibid. p177). Aquí Pico vuelve al pensamiento de Ficino sobre la universalidad del hombre que dice que el alma del hombre aspira hacía Dios y puede moverse a los diferentes niveles y vivir las vidas de los diferentes seres en el sistema. Pero, solo es Dios que es todas las cosas y así Pico concluye que el hombre, es inferior a Dios, pero al mismo tiempo es naturalmente superior a todos los otros seres, porque tiene una mente parecida a la de Dios (Ibid. p173).

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La visión del hombre en el Renacimiento

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Entonces, se ve que la visión del hombre es una cuestión compleja en el Renacimiento, pero generalmente se puede observar una idealización del individuo. Lo que todas estas corrientes de pensamiento tienen en común es usar la razón para enfatizar al hombre como un ser racional, privilegiado y virtuoso. Esta visión del individuo en el Renacimiento, lo ha sintetizado la profesora M. Sorolla: ‘(…) un hombre que ha conquistado la plena conciencia de las cosas, el perfecto dominio de sí mismo y que ha ordenado su vida consiguiendo compaginar y armonizar sus exigencias físicas, espirituales y sociales (…)’ (Manero Sorolla 1987 pp125-126). El poeta Petrarca, declaró que el objetivo del hombre debe ser cultivar sus virtudes, además de que ponía énfasis en el amor que puede llevar el espíritu hacía lo divino. Generalmente, las ideas del Renacimiento culminan en la idea del sujeto y el objeto, lo corporal y lo no corporal (Cassirer 1979 pp123- 126), donde el hombre se encuentra en el centro. Mientras el neo- aristotélico Pomponazzi, ponía énfasis en el hombre en su vida presente, diciendo que el objetivo del hombre es cultivar sus virtudes, los neoplatónicos Ficino y Pico tienen su enfoque en el mundo metafísico, donde el hombre va a encontrar su objetivo: Dios. Ficino pone el hombre en el centro, diciendo que el hombre debe aspirar hacía lo divino donde puede llegar a obtener una imagen permanente de Dios en el nivel más alto de la jerarquía ontológica. Su estudiante Pico también reconoce que el objetivo del hombre se encuentra en la vida metafísica, pero separa el hombre del sistema de Ficino, subrayando la libertad absoluta del individuo. Así, según Pico, el hombre tiene una naturaleza parecida a la de Dios, como un microcosmos que puede imaginar todas las cosas del cosmos y crear su propio ser, lo que constituye su dignidad. Su teoría sobre el hombre como un microcosmos subraya la idea fundamental de su ‘Discurso’; que el hombre es lo mejor en la tierra y lo mejor del hombre es su mente (Ibid. p115). A continuación, vamos a ver cómo se pueden ver estos pensamientos sobre el individuo en la novela La Española Inglesa de Cervantes.

 

Análisis de La española inglesa de Cervantes

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El pensamiento renacentista italiana sobre el individuo ha tenido mucha influencia, entre otras cosas, en el ámbito de la literatura. Esta influencia se ve p.ej. en las obras del autor español Miguel de Cervantes Saavedra (1547- 1616) quien vivió seis años en Italia (Rico y Estrada 1981 p593).

(…) [Cervantes] conocía a fondo lo más importante de las doctrinas renacentistas y a los autores -italianos y españoles- más importantes de su tiempo. Aparte de que su ideología se halla en todo de acuerdo con la del siglo XVI, basta tener en cuenta las constantes alusiones a Aristóteles, Platón (…)’ (García López 1997 p276).

Cervantes se encuentra entre el Renacimiento y el Barroco (Ibid. p288), y especialmente en su obra Novelas Ejemplares se ve claramente la inspiración de la cultura italiana, p.ej. en su similitud con la obra clásica italiana Il Decameron de Giovanni Boccaccio, los primeros relatos de este género (Hejlsted 2016 p132). Al respecto, quiero argumentar que los pensamientos renacentistas italianos, examinados arriba, son representados en la obra de Cervantes, y especialmente en la novela La Española Inglesa, donde las ideas del individuo y su origen es un gran tema. Por eso, he elegido analizar La Española Inglesa, para examinar cómo Cervantes desarrolla el individuo en su novela. La Española Inglesa se centra en la protagonista Isabel y quiero argumentar que la novela muestra su desarrollo hacía lo divino. Por eso, he elegido examinar los elementos que más claramente muestran este desarrollo del individuo y aspiración hacía lo divino: la estructura de la novela, el tiempo, la narrativa, los recursos retóricos y los temas. A lo largo del análisis voy a referir a los pensamientos renacentistas y voy a usar el Discurso de Pico más directamente, para así demostrar cómo Cervantes es influido por las ideas renacentistas del individuo.

 

La estructura de la novela

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La estructura de la novela está constituida de eventos paralelos y contrarios, lo que el cervantista y crítico literario Joaquin Casalduero argumenta crea unas polaridades y un ritmo binario (Casalduero 1962 pp119-121). Casalduero menciona un ejemplo de un evento paralelo que crea una polaridad: ‘(…) Clotaldo robó a Isabel a sus padres y se la llevó a Londres, Ricaredo devuelve los padres a Isabel y hace que vuelvan a España.’ (Ibid. p121). Aquí se ve que ocurren eventos contrarios, y estas polaridades se ven también en Isabel misma, cuando es descrita como española-inglesa, prisionera-dama y hermosa-fea. Las polaridades aparecen también entre las personas de la novela, que se pueden categorizar, usando el modelo actancial del lingüista e investigador de literatura Algirdas J. Greimas (Greimas 1974 p284). Este es un modelo que pone a la protagonista y su objetivo en el centro, aquí Isabel con el objetivo de casarse con Ricaredo, y divide las demás personas en dos categorías: los asistentes (los que quieren que Isabel consiga su objetivo) y los opositores (los que se oponen al objetivo de Isabel) y así se ve que cada persona tiene su parte contraria. P.ej. vemos que los dos caballeros Ricaredo y Arnesto son partes contrarias porque ambos quieren casarse con Isabel, pero por dos diferentes objetivos. Ricaredo dice: ‘Yo, Isabela, desde el punto que te quise fue con otro amor de aquel que tiene su fin y paradero en el cumplimiento del sensual apetito.’ (Cervantes Saavedra 2005 p248). Se ve que Ricaredo tiene un amor espiritual lo que se contrasta a Arnesto que ve a Isabel como un objeto, como será examinado en el párrafo ‘Recursos Retóricos’. Así se ve que la estructura imita el sistema ontológico de Ficino, dado que Isabel se sitúa en el centro entre Ricaredo, que representa lo divino, y Arnesto, que representa lo material.

Es decir, la novela contiene unas polaridades, no obstante, Casalduero también ve una tercera parte en la estructura, un movimiento ternario, que expresa una escala que está dirigida a una ‘idea pura’ que es el alma (Casalduero 1962 p128). Este tercer elemento funciona para combinar todo en armonía al final: es la unión en matrimonio y así la unión de las polaridades española-inglesa, asistentes-opositores etc. Aquí la idea sobre el amor platónico, que lleva el espíritu hacia lo divino, está claramente representada en la novela, donde Isabel es llevada a través del amor hacia una unión espiritual con Ricaredo. Esto es subrayado, con la metáfora de Isabel que tiene media alma, mientras Ricaredo tiene la otra mitad: ‘Vos, señor, sois sin duda la mitad de mi alma, pues sois mi verdadero esposo (…)’ (Cervantes Saavedra 2005 p257). Esta unión en el alma es algo que se parece mucho al pensamiento neoplatónico de Pico:

‘(…) volando con pies alados, como si fuéramos Mercurios terrestres, hacia el abrazo de la beatísima madre, gozaremos de la deseada paz; una paz santísima, vínculo indisoluble, amistad unánime, por medio de la cual todas las almas (…) se convierten íntimamente en una sola. (Mirandola 2016 pp25-26).

En esta frase de su Discurso, Pico describe cómo las almas se levantan y se unen en la ‘paz santísima’, lo que parece a cómo Isabel y Ricaredo tienen media alma cada uno, las que se unirán en una sola, en el matrimonio al final. Es decir, la estructura imita la jerarquía ontológica de Ficino, puesto que está constituido de polaridades y eventos paralelos, que rodean a la protagonista Isabel que se sitúa en el centro. Pero, la estructura termina con un tercer elemento cuando Isabel y Ricaredo son elevados del amor espiritual y unidos al final de la novela, lo que establece la armonía de la estructura, uniendo las polaridades.

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El tiempo

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En la novela, el tiempo se centra en Isabel, y es un tiempo dividido entre los dos conceptos Sjuzet y Fabula2, que describen el tiempo cronológico en que suceden las cosas (fabula) y el orden de las cosas como están presentados en el texto (sjuzet) (Hejlsted 2016 p62). Quiero argumentar que fabula sigue a Isabel cronológicamente, mientras sjuzet está conectado con el desarrollo dentro de Isabel, donde aparece una dualidad que imita la jerarquía ontológica de Ficino.

El tiempo cronológico (fabula) está siempre relacionado a Isabel, es decir, los eventos del mundo son conectados con la cronología de Isabel y no con la cronología de la historia del mundo en general: ‘(…) llevaron de la ciudad de Cádiz (…) una niña de edad de siete años.‘ (Cervantes Saavedra 2005 p217). Y más tarde: ‘Sabrás señor, que en la pérdida de Cádiz, que sucedió habrá quince años, perdí una hija (…)‘ (Ibid. p232). Aquí no aparece ningún año del saqueo, solamente conocemos la edad de Isabel y así se ve que el tiempo cronológico del universo (fabula) no se determina con fechas y años, pero se relaciona siempre con la propia cronología de Isabel.

En cuanto al tiempo presentado en el texto (sjuzet) vemos que se centra en el desarrollo de Isabel que es dividido en dos ‘tiempos’ representando Isabel en el mundo terrestre y en el mundo metafísico. Con sjuzet saltamos en el tiempo para llegar a momentos que son definitivos para el desarrollo de la protagonista. Primero, el tiempo cubre rápidamente toda la vida terrestre de Isabel: ‘(…) Clotaldo un caballero inglés (…) llevó a Londres una niña de edad de siete años (…) Después de haberle enseñado todas las cosas de labor que puede y debe saber una doncella bien nacida (…) fue a tañer todos los instrumentos que a una mujer son lícitos (…)’ (Ibid. pp217 y 219).

Dentro de estas dos páginas el desarrollo de Isabel es descrito muy rápidamente, y por palabras como niña ante mujer, además del acto de que aprende todas las cosas de labor y todos los instrumentos el lector puede entender que el tiempo cronológico está adelantándose varios años. Es como si la vida terrestre de Isabel ha sido cubierta del principio hasta el fin, lo que es subrayado con descripciones del tiempo dentro de Isabel misma, desde su nacimiento a su vejez: ‘Desta manera, sin olvidar la suya, como está dicho, hablaba la lengua inglesa como si hubiera nacido en Londres.’

(Ibid. p219). Aquí volvemos al nacimiento de Isabel, pero en un tiempo hipotético que está separado del tiempo cronológico, donde el narrador nos presenta de la idea de que Isabel pudiera haber nacido en Inglaterra y así vemos cómo Isabel está alcanzando una nueva identidad, como ‘una doncella bien nacida’ (Ibid. p219), como si fuera renacida en Inglaterra. Así pues, se rompe con la cronología, retrasando al nacimiento de Isabel, igualmente que podemos adelantar en tiempo: ‘(…) en esta tan verde y florida edad, su mucha discreción y conocida prudencia los hacía ancianos.’ (Ibid. pp221-222). Aquí Isabel no está físicamente mayor, ya que en el tiempo cronológico sólo han pasado siete años: ‘A esta razón tenía Isabel catorce y Ricaredo veinte años (…)’ (Ibid. p221). Pero por las virtudes de Isabel su alma parece más vieja, como si hubieran pasado muchos años.

Es decir, dentro de las primeras dos páginas encontramos a Isabel en su vida ‘terrestre’, y usa esta vida ‘terrestre’ para cumplir lo que Petrarca y Pomponazzi dicen es el objeto del individuo en su vida en la tierra: ‘Pomponazzi formulates the ideal of a moral virtue which can be attained during the present life.’ (Kristeller 1979 p179). Esto apoya mi interpretación de que Cervantes usa el tiempo para poner foco en Isabel como un individuo que empieza su historia en el mundo material, para después aspirar hacía lo divino, como si se encuentra en la jerarquía ontológica de Ficino. Así pues, después de estas primeras páginas, hemos llegado al punto de la novela donde solamente quedan cuatro días a la boda, que es la unión final y lo que el alma de Isabel aspira hacía en el resto de la novela: ‘(…) cuando faltaban los cuatro días hasta el de la boda, una tarde turbó todo su regocijo un ministro de la reina, que dio un recaudo a Clotaldo (…)’ (Cervantes Saavedra 2005 p222). Desde ese momento, el tiempo se contiene, extendiéndose sobre el resto de la novela y empezamos un largo proceso, donde el tiempo para en varios sitios, mostrando eventos paralelos y saltando en tiempo, y así seguimos Isabel en su viaje y aspiración hacía una unión en el alma, que es conseguido al final: ‘(…) ellos [Isabel y Ricaredo] suplicaron al Asistente honrase sus bodas, que de allí a ocho días pensaban hacerlas. Holgó de hacerlo así el Asistente, y de allí a ocho días, acompañado de los más principales de la ciudad, se halló en ellas.’ (Ibid. p263). Está aspiración del alma de Isabel, representa el lado metafísico de la jerarquía ontológica de Ficino, y se ve que el tiempo se contiene para poner énfasis en lo que Ficino dice es el objetivo del hombre: la unión con Dios.

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La narrativa

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El elemento metafísico aparece también en la narrativa, donde tenemos un Personaje Autorial explícito, que actúa como si fuera Dios, imitando la filosofía de Pico del hombre como un microcosmos. El autor Hans Lauge Hansen define el Personaje Autorial como una voz dentro del texto que, por un lado, está en el mismo nivel que los personajes de la historia, mientras por otro lado, es el que crea los personajes. Es importante notar que el personaje autorial no es el autor Cervantes, dado que solamente existe dentro del texto (Lauge Hansen, 1995 p65). En La Española Inglesa, vemos que el narrador y el personaje autorial coinciden y así son una misma voz.

El personaje autorial aparece tanto dentro del universo de la historia, y fuera de su universo. Como dicho, es el personaje autorial que crea los personajes de la historia, y por eso el narrador omnisciente en tercera persona sabe lo que piensan y sienten los personajes. Esto se ve muy explícitamente cuando Isabel se reúne con sus padres: ‘(…) en la memoria de Isabela se comenzaron a despertar unas confusas noticias que le querían dar a entender que en otro tiempo ella había visto aquella mujer que delante tenía.’ (Cervantes Saavedra 2005 p240). Aquí vemos que la voz narrativa es omnisciente porque sabe lo que piensa Isabel y así puede llevar el lector dentro de su cabeza, llevándonos más cerca al alma y la mente de Isabel y poniendo así un mayor foco en Isabel como individuo. Como antes mencionado, el personaje autorial es explícito, lo que se ve cuando le encontramos en el acto de escribir la historia: ‘Y estando aquella mañana Isabela vestida, por orden de la reina, tan ricamente que no se atreve la pluma a contarlo (…)’ (Ibid. p243). Aquí vemos, que el personaje autorial toma la posición de creador de la novela, como si fuera Dios, sabiendo todo y construyendo la historia. En esta posición levantada del nivel de la historia, el personaje autorial sabe cómo va a acabar la historia, y muestra esta omnisciencia insinuando lo que va a suceder más tarde. Esto se ve p.ej. en la descripción de Isabel cuando se presenta ante la reina inglesa: ‘Todo esto pareció, y aun cometa que pronosticó el incendio de más de un alma de los que allí estaban (…)’ (Ibid. p224). Aquí el personaje autorial insinúa que otra persona va a enamorarse de Isabel, advirtiendo un conflicto, que el lector sólo descubre 18 páginas después: ‘Este Arnesto, pues, se enamoró de Isabela tan encendidamente (…)’ (Ibid. p242). Así vemos que el personaje autorial tiene un sitio privilegiado en el universo de la novela donde puede unir los diferentes puntos de la historia cuando quiere. Esto se parece a la visión del hombre de Pico, que tiene un sitio privilegiado en el universo donde combina todas las cosas del cosmos: ‘Emphasis is given to the fact that man combines and unites all things (…) he shares this power with God alone (…) man combines all things because he is the center of all. (Kristeller 1979 p177). Es decir, el personaje autorial se parece a la visión del hombre de Pico, por su posición privilegiada y su capacidad de combinar los diferentes elementos de la novela. Esto explica la estructura de la historia, dado que es el personaje autorial que junta todas las polaridades de la historia, haciéndolo posible terminar en unión y armonía.

Es decir, el personaje autorial puede situarse dentro de y fuera del universo de la historia, y esta mezcla de los universos y los diferentes niveles en la narración, se ve cuando llegamos a finales de la historia: ‘(…) ella [Isabel] halló marido tan principal como Ricaredo, en cuya compañía se piensa que aún hoy vive en las casas que alquilaron frontero de Santa Paula (…)’ (Cervantes Saavedra 2005 p263). Con la frase ‘aún hoy vive’ las fronteras del universo son destruidas, porque de pronto el universo de la historia en donde se sitúan Isabel y Ricaredo se une con el universo en donde el personaje autorial está escribiendo la historia. Aquí se rompe con la ilusión de la historia, y, traspasando de un nivel de la narración a otro, vemos que el narrador y el personaje autorial son la misma voz. Así se ve que Isabel y Ricaredo llegan a ‘Dios’, en este sentido el personaje autorial, pues se encuentran dentro del mismo universo. No obstante, un poco después, encontramos otra vez un distanciamiento del personaje autorial, cuando da una moraleja al final:

Esta novela nos podría enseñar cuánto puede la virtud, y cuánto la hermosura, pues son bastantes juntas, y cada una de por sí, a enamorar aun hasta los mismos enemigos; y de cómo sabe el cielo sacar, de las mayores adversidades nuestras, nuestros mayores provechos. (Ibid. p263).

Esta moraleja no es parte del universo de la novela, pues el personaje autorial está completamente separado de la historia y lo ve desde afuera, lo que se ve cuando dice ‘esta novela’ y habla directamente al lector ‘nos podría enseñar’. Es decir, el personaje autorial contiene en sí mismo la habilidad de moverse entre los diferentes niveles, además de que contiene en si toda la historia, el poder y sabiduría del narrador omnisciente, además de una perspectiva más grande que le permite dar una moraleja al final. Esto puede ser comparado con la idea de Pico del hombre como un microcosmos, un hombre que se ha liberado de la jerarquía, pero que también contiene todas las cosas en ello:

(…) el óptimo artífice [Dios] decidió que a quien no se le había podido dar nada propio le fuera común todo lo que había sido concedido de particular a cada criatura. Entonces tomó al hombre, su creación de aspecto indefinido y, después de haberlo puesto en medio del mundo le habló así (…) no estás limitado por nada (…) (Mirandola 2016 pp13-14).

En efecto, en la misma manera que el hombre, según Pico, contiene todas las calidades de los diferentes seres del mundo, el personaje autorial en la novela de Cervantes contiene en sí todos los diferentes elementos de la historia, en los diferentes niveles, lo que le hace parecer a Dios. Esto

subraya los elementos metafísicos de la novela, y explica cómo es posible que las polaridades se unen en armonía al final.

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Recursos retóricos

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Así pues, vemos que el personaje autorial actúa como Dios, y así es él que controla el desarrollo de Isabel. Este desarrollo de Isabel como individuo que aspira hacía lo divino, es mostrado a través de recursos retóricos. Por el uso de metáforas, símbolos y comparaciones se ve la transformación de Isabel que se desarrolla desde ser comparada con objetos materiales a ser comparada con fenómenos metafísicos, lo que, nuevamente, muestra las ideas neoplatónicas de un mundo terrestre ante un mundo divino, con el hombre en el centro.

Al principio, Isabel es comparada varias veces con cosas materiales: una joya y un tesoro. Esto se ve p.ej. cuando Clotaldo lleva a Isabel a visitar la reina que dice: ‘-Clotaldo, agravio me habéis hecho en tenerme este tesoro tantos años ha encubierto (…) de derecho es mío.’ (Cervantes Saavedra 2005 p225). Aquí la imagen del tesoro sirve como una metáfora de cómo Isabel es tratada como un objeto, que otros tienen derecho de poseer. Es decir, Isabel no tiene voz propia, casi ni siquiera tiene una identidad propia. Los personajes como Clotaldo y la reina sólo la ven por su hermosura y el valor material que ése puede llevar consigo (alta estatus social etc.). Cervantes usa estos recursos retóricos para crear una imagen de Isabel como un objeto y así mostrar su dependencia de los otros personajes, es decir, su falta de libertad. Esto es enfatizado cuando Arnesto trata Isabel como un objeto que puede ganar, lo que le lleva a demandar luchar contra Ricaredo: ‘[Arnesto a Ricaredo] Tú fuiste, y volviste cargadas las naves de oro, con el cual piensas haber comprado y merecido a Isabela. Y, aunque la reina mi señora te la ha prometido, ha sido creyendo que no hay ninguno en su corte que mejor que tú la sirva, ni quien con mejor título merezca a Isabela (…) (Ibid. p244). Parece que son los otros personajes los que determinan el destino de Isabel, pero ésta se desarrolla a lo largo de la historia. Esto se ve a través de comparaciones de Isabel con cuerpos celestes, que son un contraste a la metáfora del tesoro. Esto se ve p.ej. cuando se presenta la primera vez ante la reina inglesa: ‘(…) pareció lo mismo que parece la estrella o exhalación que por la región del fuego, en serena y sosegada noche, suele moverse, o bien ansí como rayo del sol que al salir del día por entre dos montañas se descubre.’ (Ibid. p224). Aquí Cervantes usa una comparación con los cuerpos celestes para describir la hermosura de Isabel. Isabel es comparada con una estrella que se mueve y que se sitúa entre dos montañas, lo que puede ser una metáfora de cómo Isabel se mueve entre diferentes identidades, entre lo material y lo metafísico.

La comparación de Isabel con los cuerpos celestes subraya lo metafísico y espiritual. Esto aparece también en la mirada, o los ojos, que son usados como símbolos del alma, a lo largo de la novela, sustituyendo la palabra y así representando lo no-material. Esto se ve p.ej. cuando Isabel y Ricaredo se reúnen al final de la novela: ‘Isabela, a pesar de la impresión que en su memoria había hecho la carta de su madre de Ricaredo, dándole nuevas de su muerte, quiso dar más crédito a sus ojos y a la verdad que presente tenía (…) (Ibid. p257). Aquí se ve que el alma de Isabel consigue la verdad a través de la mirada, mientras elige ignorar las palabras materiales que la dan una verdad alternativa3. Con la mirada Isabel y Ricaredo se entienden, como si se comunicaran en otro nivel, y por eso no es necesario usar palabras. Esto se relaciona al petrarquismo y el amor neoplatónico antes mencionado, que trata de las almas que se pueden elevar, a través del amor, y unirse en un nivel más alto: ‘For the task of the artist, precisely like that of Eros, is always to join things that are separate and opposed. He seeks the ‘invisible’ in the ‘visible’ (…)’ (Cassirer 1979 p135). Vemos que el amor neoplatónico, que se basa en la doctrina de Eros, busca juntar oposiciones y unirlos en lo ‘invisible’ es decir la unión en el alma les lleva hacía lo divino. Así vemos en la novela que, a través de la mirada, Isabel y Ricaredo se entienden en otro nivel, y son unidos en el alma cuando la unión final es lograda con el matrimonio: ‘(…) [Ricaredo] sois sin duda la mitad de mi alma, pues sois mi verdadero esposo; estampado os tengo en mi memoria y guardado en mi alma.’ (Cervantes Saavedra 2005 p257). Aquí vemos que Isabel y Ricaredo, a través del amor, son unidos en el alma, y así logran una unión con Dios, lo que también es descrito en el Discurso de Pico della Mirandola: ‘Quien es serafín, o sea quien es amante, está en Dios y Dios en él; mejor dicho, Dios y él son uno solo.’ (Mirandola 2016 p19). Esta unión con Dios es lo que, según los neoplatonistas, es el objeto del hombre y así vemos que Isabel lo logra obtener al fin de la novela, uniéndose con Ricaredo, y al mismo tiempo uniendo las polaridades de la novela, como antes he mencionado.

Entonces, por un lado, Isabel es comparada con cosas materiales, como joyas y tesoros, lo que muestra su hermosura, al mismo tiempo que la minimiza a un objeto que los otros personajes pueden usar y obtener. Pero, por otro lado, también es comparada con cosas divinas como el sol o los cuerpos celestes. Esto se parece a la jerarquía ontológica de Ficino que pone al hombre en el centro entre lo material y lo divino. Isabel se encuentra en el centro de esta dualidad, pero es reconocida como un individuo, cuando el narrador pone énfasis en el alma de Isabel, su aspiración hacía lo divino y la unión en el alma con Ricaredo, logrando el objeto del hombre según los neoplatonistas: la unión con Dios.

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Los temas y su conexión con las ideas sobre el individuo

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Según los elementos examinados, es evidente que el gran tema de la novela es la formación del individuo, específicamente el desarrollo de Isabel, su origen y destino. Petrarca enfatizaba que se debe estudiar el origen del hombre: ‘Petrarch stresses the point that our knowledge of nature (…) is useless unless we also know the nature of man, the end for which we are born, whence we come and where we go.’ (Kristeller 1979). Esta misma curiosidad de conocer su propio origen, lo vemos en Isabel cuando intenta encontrar sus padres verdaderos: ‘Alzó los ojos Isabela a mirar los que decían ser españoles, y más de Cádiz, con deseo de saber si por ventura conocían a sus padres.’ (Cervantes Saavedra 2005 p240).

El tema de la formación del individuo está también explorado, a través de dualidades. El título La Española Inglesa es un buen ejemplo de cómo Isabel contiene en sí una dualidad, dado que su identidad se separa entre lo material y lo metafísico. Hasta tiene dos nombres: Isabel-Isabela, dependiendo de si está en España o en Inglaterra, lo que subraya sus dos ‘vidas’. Como hemos visto, Ficino ponía al hombre en el centro entre lo material y lo metafísico, diciendo que el hombre puede subir y bajar en la escala. Así Isabel empieza su vida en el mundo material, cultivando sus virtudes, lo cual el neo-aristotélico Pomponazzi dice es el objetivo del hombre: (…) la enseñaron a leer y escribir más que medianamente; pero en lo que tuvo estremo fue en tañer todos los instrumentos (…) y esto con toda perfección de música (…)’ (Ibid. p219). Pomponazzi tenía su enfoque en el humano en su vida presente, y cultivando sus virtudes, Isabel se transforma en una doncella, subiendo en la escala social hasta llegar en lo alto de la jerarquía del mundo material, cuando la reina le da un sitio en su servicio. Este alto estatus de Isabel es subrayado por las comparaciones con tesoros y joyas, como antes he mencionado. Pero, Cervantes va más allá, poniendo énfasis no sólo en lo material, sino también en la belleza del alma de Isabel, cuando su valor material desaparece con su hermosura y Isabel desciende en la escala social:

(…) Isabela, (…) tu corporal hermosura me cautivó los sentidos, tus infinitas virtudes me aprisionaron el alma (…) si hermosa te quise, fea te adoro (…) te prometo, ¡oh Isabela, mitad de mi alma! de ser tu esposo, y lo soy desde luego si tú quieres levantarme a la alteza de ser tuyo. (Ibid. p248).

Aquí vemos una aspiración hacía el alma y lo metafísico, lo que la filosofía neoplatónica de Ficino decía es el objetivo del hombre. Esto está claramente visible cuando Ricaredo pronuncia que quiere ser levantado a la alteza de unirse con Isabel en el alma, y así se ve que Ricaredo reconoce el valor del alma de Isabel, que tiene un estatus alto en la jerarquía ontológica: ‘levantarme a la alteza’. También aparece en esta misma frase el verbo cautivar: ‘me cautivó los sentidos’, lo que es repetido muchas veces a lo largo de la novela, además de la palabra esclava, mostrando un contraste a la libertad del hombre. Al final de la novela, vemos que Isabel ha obtenido su libertad, fuera del cautiverio de los ingleses y su jerarquía social donde fue tratada como un objeto. En España, Isabel tiene la libertad de hacer sus propias decisiones: ‘(…) hizo voto de ser monja (…)’ (Ibid. p255). Se ve aquí que Isabel exige su libertad, eligiendo la vida contemplativa, como una alternativa al amor y unión con Ricaredo. Pues Ficino veía la contemplación como el medio de llegar a Dios, al mismo tiempo que sus ideas del amor neoplatónica, y los poemas petrarquistas, dicen que a través del amor las almas se pueden unir y subir a Dios. Es decir, cuando Isabel cree que no va a lograr una unión en el alma con Ricaredo, opta por el otro medio de llegar a Dios que es la contemplación. La libertad de Isabel de hacer sus propias decisiones se relaciona con el Discurso de Pico, que describe la libertad del hombre de formar su propio ser: ‘(…) el hombre es un animal de naturaleza varia, multiforme y cambiante. (…) se modela, forja y transforma a sí mismo (…) podemos ser lo que queremos (…)’ (Mirandola 2016 p17).

El tema de la libertad, y las ideas de Pico son también visibles en el personaje autorial, que exige su libertad de crear y controlar los diferentes elementos de la historia, haciéndolo terminar en armonía. Como el hombre de Pico, el personaje autorial acabe separándose del universo de la novela, conscientemente situándose fuera de la estructura de la historia y hablando directamente al lector: ‘Esta novela nos podría enseñar (…)’ (Cervantes Saavedra 2005). Así el narrador toma una posición parecida a la de Dios, donde reflexiona conscientemente sobre la novela y contiene todos los elementos de la novela en sí, imitando la idea de Pico del hombre como un microcosmos que puede imaginar y contener todas las cosas del cosmos, contemplándolo conscientemente.

 

Conclusión

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Hemos visto que el problema del individuo tomó un sitio central en las filosofías renacentistas, donde el humano fue idealizado. El humanista Petrarca cultivó el hombre virtuoso, igual que el neo-aristotélico Pomponazzi que ponía su enfoque en el hombre en la vida presente. Los neoplatonistas Ficino y Pico reconocían una aspiración hacía lo divino y acentuaban el sitio privilegiado del hombre, además de su alma que puede llegar a Dios. Este individualismo es desarrollado en el texto de Cervantes, a través de dualidades entre lo terrestre y lo divino, que dividen todos los elementos que sustituyen la novela: la estructura, el tiempo, los recursos retóricos etc. La protagonista Isabel se sitúa en el centro de estas dualidades y Cervantes imita así la jerarquía ontológica de Ficino. Se ve también una influencia de las ideas de Pico, especialmente en la narrativa donde el personaje autorial actúa como Dios, conteniendo todos los elementos de la historia en sí, creando a los personajes de la historia y exigiendo su libertad absoluta, moviéndose dentro de y fuera del universo de la historia. Las ideas de Pomponazzi y Petrarca están también presentes, con la enfatización de las virtudes de Isabel, pero está claro que el individuo expresado en la novela de Cervantes es mayormente inspirado de los pensamientos neoplatónicos, y el objeto final, la unión en el alma representa el objeto de Ficino y Pico de llegar a obtener una unión con Dios.

 

Obras citadas

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Notas

1 En este proyecto voy a usar la palabra Novela para lo que hoy en día se conoce como Relato. Uso esta palabra porque es la que Cervantes mismo usa en su obra.

2 Normalmente se entiende los términos fabula y sjuzet como la cronología y el orden de las cosas como son presentados, p.ej. si el texto usa flashbacks etc. Pero, en este párrafo voy a usarlos un poco diferente, dado que los voy a usar con un enfoque en el individuo, para analizar la relación entre el tiempo y la protagonista Isabel.

3 Nótese que las palabras de la madre de Ricaredo son escritos en una carta, lo cual subraya lo material, dado que Isabel las tiene físicamente entre sus manos.

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