ISSN 2692-3912

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Cartografía de la papa

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Antes de empezar a contarles la historia que me he propuesto, le solicito a la traductora de mi texto que utilice la voz quechua papa en lugar de sus distintas equivalentes europeas -patata, potato, potet, kartoffel, cartof, krumpir, ziemniak, brambory o pomme de terre-, tal como decimos gol, web, clon, siesta o sushi. Después de todo, ¿cómo se dice cacao en francés, alemán, ruso, italiano, frisio, gaélico, esloveno, uzbeco y polaco? Sencillamente «cacao». Papa es una de esas palabras que debería ser universal, porque el mundo que conocemos sería impensable sin la papa. ¿Se imaginan que en cada lengua existiera una palabra distinta para viagra o condón? La humanidad viviría con más estrés, que por cierto es otra palabra universal menos en Suecia, donde estrés se dice påkänning.

          ¿Cómo es posible que la papa de los Andes, la papa de los incas y la papa de toda la vida tenga tantos nombres diferentes? Ni siquiera en España la llaman papa sino patata. Y en el colmo del sinsentido, papas fritas en inglés se dice French fries porque los soldados americanos las comieron así en Bélgica. O sea, que ni quechua ni francés ni inglés ni flamenco ni nada. Y que conste que los primeros cronistas que llegaron a los Andes en el siglo XVI, jamás llamaron patata a la papa. ¿Por qué se popularizó la voz patata en España?

          Para empezar, la voz patata proviene del taíno batata, fruto que nada tiene que ver con el primero, porque la batata o camote es un tubérculo dulce. Colón en su Diario (1492) habló de “unas raíces como rábanos grandes” que los indios “cuecen y asan y tienen sabor propio de castañas”[1]. En el Sumario de la Natural Historia de las Indias (1526) Gonzalo Fernández de Oviedo identificó aquellas raíces como batatas y volvió a hacer hincapié en que “asadas son excelente y cordial fruta”[2]. Mientras tanto en los Andes, Pedro Cieza de León, refiriéndose a los alimentos de los indios de Quito, relató en su Crónica del Perú (1553) que “Al vno llaman Papas, que es a manera de turmas de tierra: el qual después de cozido, queda tan tierno por de dentro como castaña cozida”[3]. Y para que quede claro que no se confundía con ningún otro fruto, Cieza de León afinó todavía más cuando escribió acerca de los cultivos de los Yungas de la costa: “críanse muchas batatas dulces, que el sabor de ellas es casi como el de castañas. Y assimismo hay algunas papas[4]. Por otro lado, en su Historia natural y moral de las Indias (1590), el jesuita José de Acosta volvió a ponderar la importancia de la papa como alimento, al señalar que los hombres de los Andes “suplen la falta de pan con unas raízes que siembran que llaman papas, las cuales debajo de la tierra se dan, y éstas son comida de los indios, y secándolas y curándolas, hacen de ella lo que llaman chuño, que es el pan y sustento de aquella tierra”[5]. Por último, el Inca Garcilaso en sus célebres Comentarios Reales de los Incas –publicados en 1609 y traducidos al inglés en 1625 y 1688 y al francés en 1633 y 1650- cuando escribió sobre las legumbres andinas proclamó rotundo: “Tiene el primer lugar la que llaman papa, que les sirve de pan; cómenla cocida y asada, y también la echan en los guisados”[6]. Y para evitar confusiones apostilló: “Lo que los españoles llaman batatas y los indios del Perú apichu, las hay de cuatro o cinco colores, que unas son coloradas, otras blancas, y otras amarillas, y otras moradas; pero en el gusto difieren poco unas de las otras; las menos buenas son las que han traído a España”[7]. Avecindado en Córdoba, el Inca seguramente habría saboreado las batatas malagueñas, aunque en su Tesoro de la Lengua Castellana o Española (1611)[8] Sebastián de Covarrubias no recogió ni papas ni batatas.

Recién en el siglo XVIII, con la edición del Diccionario de Autoridades (1726-1737), aparecen en la norma las primeras definiciones. Así, en la entrada dedicada a la «batata» leemos:

BATATA: Planta que cultivada y sembrada echa una raíz algo mayor de las que llaman papas, larga y tortuosa. Por de dentro es amarilla y por de fuera parda. Es mui sabrosa y dulce, y aunque de ella se hacen diversos dulces y almíbares muy delicados, con especialidad es más grata assada, y rociada después con vino y azúcar. En España se crían muchas en las cercanías de Málaga.

La definición anterior permaneció tal cual hasta 1817, conviviendo a lo largo de seis ediciones con la entrada correspondiente a papa:

PAPA: Ciertas raíces que se crían debaxo de la tierra, sin hojas y sin tallos.
Pardas por de fuera y blancos por de dentro. Es comida insípida[9].

Las papas continuaron siendo así de insípidas hasta la edición de 1817, aunque lo más curioso es que la voz patata fue definida –desde la primera edición de 1737 hasta la quinta de 1803- como “lo mismo que batata”. Por lo tanto, si el sustantivo patata viene del error de haberlo confundido con batata -aunque unas fueran dulces y las otras insípidas- quiere decir que desde el Descubrimiento de América hasta la promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812, la papa o patata nunca fue un alimento de masivo consumo popular en la península ibérica, a pesar de las Crónicas de Indias, de los trescientos años de dominación colonial y de la españolísima tortilla de patatas, cuya invención celebro.

          No obstante, en otros países y en otras lenguas europeas la suerte del tubérculo andino fue muy diferente, pues luego de comprobar sus virtudes como ración marinera, el corsario Francis Drake llevó las primeras papas a Inglaterra en 1586[10], donde el botánico John Gerard certificó su valor alimenticio[11] y sir Walter Raleigh promovió su consumo[12]. Los británicos adaptaron al inglés la voz taína-española patata, mas no cayeron en la misma confusión semántico-culinaria porque una se convirtió en sweet potato y la otra en white potato, bastard potato o simplemente potato, tal como ya la encontramos en el quinto acto de la comedia Merry Wives of Windsor (1598)[13] y en el mismo acto quinto de la tragedia Troilus and Cressida (1602)[14], ambas de William Shakespeare.  A lo largo del siglo XVII la patata formó parte de la dieta cotidiana de campesinos rusos, irlandeses y polacos, así como del rancho del ejército de Prusia, donde Federico «El Grande» implantó su cultivo con fines militares en 1751. Precisamente, el boticario francés Antoine de Parmentier descubrió las posibilidades alimenticias de la papa mientras fue prisionero de los prusianos y en 1785 consiguió que Luis XVI patrocinara el cultivo masivo de la patata para combatir las hambrunas de Francia.

         Como se puede apreciar, a pesar de la curiosidad que despertaron las Crónicas de Indias desde el siglo XVI, el interés europeo por las «cosas» de América se concentró en los metales preciosos, relegando el conocimiento de la historia y la cultura de sus pueblos a esas minorías cultivadas que más tarde o más temprano siempre terminan aprendiendo o -en el mejor de los casos- cultivando. Es decir, cultivando papas, cultivando tomates y cultivando maíz, tres productos americanos que han revolucionado la gastronomía universal, por no hablar de otros alimentos andinos como la quinua.

¿Qué sería del mundo sin la papa?

Los españoles no tendrían ni su famosa tortilla ni las taurinas «patatas bravas»; los rusos no podrían preparar ni vodka ni aquella ensaladilla que por culpa de la «Guerra Fría» se llamó Olivier en Estados Unidos; los indios de la India se quedarían sin bonda y sin aloo pie; los suecos tendrían que olvidarse del lefse y del pitepalt; los gnochis desaparecían de las trattoria italianas y la raclette suiza dejaría de existir; en Japón echarían de menos las korokke y la nikujyaga; en Israel le dirían adiós al kugel y al knish, y los lituanos se quedarían sin su plato nacional –kugelis-, por no hablar de la infinidad de sopas, purés, souflés, ensaladas, vichyssoises, aguardientes y estofados ingleses, alemanes, irlandeses, italianos, franceses, escandinavos, escoceses y españoles que o son con papas o no son nada.

          Por otro lado, de la fécula de la papa se obtiene un almidón que permite elaborar bolsas biodegradables que ya se han convertido en la mejor alternativa a los plásticos, y el Centro Internacional de la Papa del Perú -en colaboración con la NASA- ha seleccionado 65 variedades de papas entre las más de 3 mil que crecen en los Andes, para determinar cuál de ellas se adaptaría mejor a los suelos de Marte y así poder alimentar a las futuras colonias marcianas, tal como fantasearon los productores de la película The Martian (2015). ¿Conservará la papa su nombre cuando la siembren en Marte?

         En El perfeccionista en la cocina (2003) el escritor británico Julian Barnes confiesa cómo le encanta preparar platos extraídos de libros antiguos y así nos habla de ‟las patatas cocidas con peras, receta de Montaigne, un plato que el ensayista descubrió en 1580, cuando atravesaba Suiza para ir a Italia”[15]. ¿Montaigne comió papas en Suiza en 1580? En mi edición española leo que Montaigne anotó que en Basilea ‟mezclan de buen grado rábanos o peras cocidas con el asado” y que en Lindau ‟mezclan ciruelas cocidas y tartas de pera y manzana al servicio de la carne”[16] y he confirmado que mi edición es fiel al original francés, lo que significa que Julian Barnes no se está alimentando nada bien, porque está mezclando proteínas, fructosa y carbohidratos. Sin embargo, le alabo el gusto porque entre el arte de comer y la ciencia de nutrirse, yo siempre elegiría lo más artístico.

         Como la justicia tarda pero llega, la peruanidad de la papa -que tanto ha dado que hablar y sobre todo de comer por el planeta- ha irrumpido con fuerza gracias al repentino auge de la gastronomía de mi país, pues la gran sofisticación culinaria del sibarita contemporáneo es tomar un Ceviche en Ginebra, pedir un Arroz chaufa en Venecia o probar un Tiradito en Montecarlo. ¿Cuáles son los platos peruanos que llevan a nuestra papa por bandera?

         En primer lugar la Causa, un puré de papas aliñado con ají y el incomparable limón peruano, que tradicionalmente se acompaña con atún, aguacate y huevo duro, pero que los modernos chefs han convertido en un entrante prodigioso. Otro primer plato sería la Papa rellena, donde la misma masa machacada se rellena de carne picada, cebolla, huevo duro, aceitunas y picantes que luego se reboza y se fríe procurando que quede crocante por fuera y tierna por dentro. Por último, tendríamos la Papa a la huancaína, que consiste en una crema de picantes y queso fresco sobre distintas variedades de papas cocidas. Varias regiones del Perú poseen recetas parecidas que se diferencian por el tipo de papa (sólo en el Perú existen más de tres mil variedades) y los picantes de la salsa, como es el caso de la Ocopa arequipeña.

         Si pasamos a los platos principales debería comenzar por el Lomo saltado, una maravilla creada por los inmigrantes chinos del siglo XIX, quienes metieron en sus woks todas las piltrafas desechadas por carniceros y matarifes, salteándolas con tomate, cebolla, pimiento, especias y por supuesto papas previamente fritas. Este plato acompañado de arroz blanco, es más bienhechor en los almuerzos que en las cenas. Otro extraordinario manjar de origen prehispánico vendría a ser la Carapulcra, cuyo origen se encuentra en las raciones de papa seca o deshidratada que los antiguos peruanos guisaban con carnes de llama o alpaca. Al parecer, los esclavos negros enriquecieron la primitiva receta andina con picantes, cacahuetes, canela, cebolla, pimienta, clavo de olor y otras carnes como la del pollo y el cerdo, pero siempre sobre la base de la papa seca de los Andes. Finalmente, no puedo concluir esta enumeración de platos principales sin mencionar el Ají de gallina, una deliciosa crema preparada con pollo cocido deshilachado, pan remojado en leche, quesos mantecosos y picantes andinos, servida sobre papas sancochadas, cuyo origen se encuentra en el barroco Manjarblanco español que era dulce en el siglo XVII, pero que los peruanos convertimos en salado y sobre todo picante.

Sin embargo, los antiguos peruanos jamás comieron papas fritas o sancochadas en agua hirviendo, sino cocidas o asadas como dejó escrito el Inca Garcilaso. Y ahora que ya sabemos que Michel de Montaigne jamás probó las papas en Suiza mientras viajaba hacia Roma, quisiera concluir precisando que al Señor de la Montaña le habría encantado conversar con el Inca Garcilaso, pues en el ensayo que le dedicó a «Los Carruajes» habló sobre los Incas del Cusco y sus palacios, tesoros, caminos, historia, conquista e incluso acerca de sus árboles:

…ni Grecia ni Roma ni Egipto pueden, ni por la utilidad ni por la dificultad ni por la nobleza, comparar ninguna de sus obras con el camino que se ve en el Perú, construido por los reyes del país, desde la ciudad de Quito hasta la de Cuzco -son trescientas leguas-, recto, liso, de veinticinco pasos de anchura, pavimentado, flanqueado a ambos lados por bellos y altos muros, y, a lo largo de éstos, por el interior, por dos acequias perennes bordeadas de hermosos árboles que llaman  mulli[17].

Aquellos hermosos árboles que evocó Montaigne se han convertido en parte del paisaje europeo gracias al penetrante aroma de sus hojas, pues el molle cusqueño es la Falsa Pimienta española o la Foux-Proivier o Proivier Sauvage francesa, tan común hoy en parques, viveros y jardines de la Europa Mediterránea. Si el Inca Garcilaso se encontrara ahora mismo en Biarritz o Bourdeaux con Montaigne, no le asombraría en absoluto que el humanista francés comiera papas. Más bien, lo que le extrañaría es que no las sazonara con hojas de molle, porque un buen manojo de molle perfuma las papas y les da un maravilloso sabor, entre sutil y feroz.

 

[1]. Cristóbal COLÓN: Textos y documentos completos, Edición de Consuelo Varela, Alianza Universidad (Madrid, 1992), p. 160.

[2]. Gonzalo Fernández de OVIEDO: Sumario de la Natural Historia de las Indias, edición de José Miranda, FCE (México, 1979), p. 234.

[3]. Pedro CIEZA DE LEON: Crónica del Perú. Primera Parte, edición de Franklin Pease G.Y., Pontificia Universidad Católica del Perú (Lima, 1984), p. 130.

[4]. Op. Cit., p. 202.

[5]. José de ACOSTA: Historia Natural y Moral de las Indias, edición de Edmundo O’Gorman, FCE (México, 1979), p. 128.

[6]. Inca GARCILASO DE LA VEGA: Comentarios Reales de los Incas, edición de Carmelo Sáenz de Santa María, Biblioteca de Autores Españoles (Madrid, 1963), vol. II, p. 306.

[7]. Op. Cit., p. 307.

[8]. Sebastián de COVARRUBIAS: Tesoro de la Lengua Castellana o Española, edición de Felipe C.R. Maldonado, Castalia (Madrid, 1984).

[9]. DICCIONARIO DE AUTORIDADES [DA], Edición Facsímil, Real Academia Española – Gredos (Madrid, 1990).

[10]. Redcliffe N. SALAMAN: The History and Social Influence of the Potato, Cambridge University Press (Cambridge, 2000), p. 147. La humanidad no recuerda a ningún español como introductor de la papa en Europa, sino a un mortal enemigo de la corona española como el corsario Francis Drake. En 1853 la ciudad de Offenburg (Alemania) dedicó un monumento a Francis Drake, en cuyo pedestal el escultor Andreas Friederich buriló: «Sir Francis Drake, diseminator of the potato in Europe in the Year of Our Lord 1586. Millions of people who cultivate the earth bless his inmortal memory».

[11]. Op. Cit., p. 146.

[12]. Ibidem, pp. 148-149.

[13]. En la escena quinta del quinto acto de Merry Wives of Windsor Falstaff le dice a Mistress Ford: «My doe with the black scut! Let the sky rain potatoes; let it thunder to the tune of “Green Sleeves”; hail kissing-confits and snow eringoes, let there come a tempest of provocation, I will shelter me here». Lo curioso del caso es que el primer traductor al español de la obra de Shakespeare fue el poeta peruano José Arnaldo Márquez, quien tampoco tradujo «potatoes» por «papas», aunque ignoro si los editores españoles corrigieron su traducción que quedó finalmente así: “¿Es mi cierva de pequeña cola negra? Que lluevan patatas; que los truenos canten la tonada de las «Mangas Verdes»; que caigan por granizo confites azucarados, que haya una borrasca de todas las tentaciones; yo me refugiaré siempre aquí”. Ver Guillermo SHAKESPEARE: Dramas [traducción de José Arnaldo Márquez], E. Domenech y Cía. (Barcelona, 1883), p. 371.

[14]. En la segunda escena del quinto acto de Troilus and Cressida Thersites exclama: «How the devil Luxury, with his fat rump and potato finger; tickles these together! Fry, lechery, fry!»

[15]. Julian BARNES: El perfeccionista en la cocina [traducción de Jaime Zulaika], Anagrama (Barcelona, 2006), p. 71.

[16]. Michel de MONTAIGNE: Diario de viaje a Italia, por Suiza y Alemania. Edición y traducción de Jaume Casals Pons, Península (Barcelona, 1986), pp. 28 y 38.

[17]. Michel de MONTAIGNE: Los Ensayos. Prólogo de Antoine Compagnon y edición y traducción de J. Bayod Brau, Acantilado (Barcelona, 2011), p. 1368.

 

 

Fernando Iwasaki (Lima, 1961). Es historiador, crítico y escritor. Su especialidad son los estudios culturales con énfasis en las identidades, los imaginarios, las globalizaciones, la literatura comparada y la historia de las religiones. Es autor de Extremo Oriente y Perú en el siglo XVI (1992), Republicanos: cuando dejamos de ser realistas (2008), Nabokovia Peruviana (2011), Mínimo común literario (2014), Nueva Corónica del Extremo Occidente (2016) y ¡Aplaca, Señor, tu ira! Lo maravilloso y lo imaginario en Lima colonial (2018), entre más de treinta títulos que incluyen novelas, ensayos, relatos, crónicas y compilaciones de artículos. Es profesor titular de Retórica en la Universidad Loyola Andalucía de Sevilla. Más información en www.fernandoiwasaki.com.

Fotosíntesis

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Portrait of Julián Cardona. Photo: Michelle Macfarlane.

 

 

Existe una zona oscura donde convergen el poder y el dolor, tangente al límite de nuestras capacidades humanas y propensa a ser presa del olvido. Es ahí donde, despojados de ideologías y nacionalismos, podríamos reconocernos como especie; no una hegemónica y avasalladora, sino frágil y vulnerable, al margen de los credos religiosos e integradora a la vez de todos ellos. El hombre.

El fotoperiodismo en su esencia más noble acude a las tinieblas y procura despojarlas de su velo. No siempre ha de conseguirlo, mas en la voluntad de hacerlo radica su espíritu, semilla de luz que pretende iluminar nuestro camino, regalarnos mejores vías.

Juárez, México, abril 30, 2020

 

At Casa del Migrante in Juarez, the wrists of Estela Magdalena Simon Esteban, 23 years old, and her three-year-old daughter, Zaida. These numbers are their place in line to apply for political asylum at the El Paso port of entry. Ciudad Juárez, November 16, 2018. Photo: Julián Cardona.

 

Young men and boys from southern Mexico light votives and pray for a safe crossing into los Estados Unidos before leaving the Sonoran town of Altar. Soon they will be loaded into vans and trucks and ferried North toward La Línea. Photo: Julián Cardona.

 

Telegraph office, Altar, Sonora. Immigrants line up to receive money from relatives in the United States to pay for the remainder of their journey. Photo: Julián Cardona.

 

A massive dump site in the Upper Altar Valley, Arizona; illegal immigrants meet representatives of their smugglers (coyotes) after a forty-mile walk through the desert; they are told to strip; dump their old clothes, packs, and jugs of water; and put on new, more “American”-looking clothes before traveling on to an urban stash house. April 2006. Photo: Julián Cardona.

 

Children forage in the blood-strewn aftermath of the massacre of ten patients at the Anexo de vida –Annexe of Life– drug rehabilitation clinic in Ciudad Juarez, one of many such massacres in rehab centres. September 2009. Photo: Julián Cardona.

 

To make extra money, a maquila worker collects metal scrap left by U.S. workers building the border wall in Anapra. Ciudad Juárez, April 4, 2017. Photo: Julián Cardona.

 

Manuel, an inmate of Vision in Action asylum for the mentally ill in Ciudad Juárez, tried to kill his mother during an attack of schizophrenia. He lost his mind after years of drug abuse. Photo: Julián Cardona.

 

Patio of the House of Death. On January, 2004, Mexican Federal Police unearthed 12 bodies from this court. Guillermo Eduardo Ramirez-Peyro, a.k.a. Lalo, an undercover informant on the payroll of the U.S. Bureau of Immigration and Customs Enforcement (ICE) is implicated in the murders. At least the first murder to take place in this house was audio recorded and the tape was provided to ICE agents in El Paso. These events only came to light when DEA agents in Juárez were mistakenly targeted by police working with narco-traffickers. Photo: Julián Cardona.

 

Mixtecs perform the “Danza de los diablos” (Dance of the Devils), traced to African slaves in Oaxaca who worshiped the god Ruja after the Spanish conquest of México. The dance is interpreted as a spiritual quest for freedom, asking for an end to slavery. The best-known version of the dance is from Santiago Collantes, Oaxaca. Arvin, California. June 2006. Photo: Julián Cardona.

 

Felicitas Ruiz Ramos, 88, stands in front of the house built by her son Gerardo Pérez Ruiz, who lives in the United States. San Andrés Ixtlahuaca, Oaxaca, November 2006. Photo: Julián Cardona.

 

Dulce Yolanda Gálvez, 19, from Jonacatepec, Morelos, tried to reunite with her parents and two brothers, who migrated to Minneapolis, Minnesota over an eight year period. Her aunt and cousin were in the same group attempting to cross through Las Chepas, near Palomas, Chihuahua. She almost died after being left behind by the group; a Border Patrol rescue team saved her life. September 2006. Photo: Julián Cardona.

 

The cotton field where the bodies of 8 murdered women were discovered on November 6-7, 2001. Photo: Julián Cardona.

 

In an example of the underground economy in Cd. Juarez, two men dressed as clowns juggle at a busy intersection to earn money. Many prefer this kind of work-selling food or toys, doing small performances, washing windows-to working in a maquiladora for the equivalent of $4 or $5 a day. Photo: Julián Cardona.

 

Mexican farmers block for three days the commercial lane of the Zaragoza International Bridge, in the El Paso/ Juarez area (the Rio Grande is on background,) in protest of the recently signed North America Free Trade Agreement (NAFTA.) They fear their crops will be displaced by highly subsidized American agricultural products. NAFTA took effect on January 1st, 1994. Photo: Julián Cardona.

 

Police photograph evidence in the murder of a man who had been stabbed about thirty times. He was found on the territorial boundaries of the La Fama and Los Calaveras gangs, in Colonia 16 de Septiembre. In Cd Juarez, an estimated 40 percent of the homicides in recent years can be attributed to gang violence. 1995. Photo: Julián Cardona.

 

Hosiery discarded by El Paso shopkeepers is bought, mended, dyed, and dried in the sun by a Cd. Juarez woman living in Colonia Puerto de Anapra, who then resells the stockings for the equivalent of about $1. Photo: Julián Cardona.

 

National Day of Action for immigrants’ Rights rally. Phoenix, Arizona. April 10, 2006. Photo: Julián Cardona.

 

Sisters of Sagrario González and friends of her church choir. Photo: Julián Cardona.

 

Paula Flores, mother of 17-year-old Sagrario González who was murdered in April 1998. On February 18, 2005, state police arrested José Luis Hernández Flores, a friend of Sagrario’s brother, and charged him with homicide. Hernández told the police that he had asked Sagrario to be his girlfriend but she turned him down. Later, he and a smuggler and another man kidnapped Sagrario, attacked her and disposed of her body in Loma Blanca, a desert area in the Juárez valley. In 2006, Paula’s husband, Jesús González, committed suicide. Photo: Julián Cardona.

 

Hermelando Ramírez died after a tree crushed him, October 21, 2006, while on the job for a logging company in Eureka, California. Tierra Blanca, Oaxaca, November 2006. Photo: Julián Cardona.

 

 

Julián Cardona

Portrait of Julián Cardona. Photo: Michelle Macfarlane.

Desde 1993, Julián Cardona comenzó a documentar fotográficamente, desde la frontera con Estados Unidos, la violenta entrada de México a la globalización: los efectos de la crisis causada por los bajos salarios de la industria maquiladora, el desgaste social de una frontera controlada por estructuras de poder económico a favor de los intereses financieros de Estados Unidos, los efectos del narcotráfico y los asesinatos de mujeres.

Nacido en la ciudad de Zacatecas, a los pocos meses de edad su familia emigró a la frontera, donde creció y estudió. En los ochenta, desde su puesto de técnico herramentista conoció el duro trabajo que desempeñaban las mujeres en las líneas de producción de las maquiladoras de Ciudad Juárez, hecho que marcaría su línea como fotoperiodista. Abandonó la industria y a los 31 años se mudó a su lugar de origen para enseñar Fotografía básica en el Centro Cultural de Zacatecas. En 1993 ingresó a El Fronterizo, en Ciudad Juárez y ese mismo año fue llamado a ingresar al equipo de fotógrafos de Diario de Juárez.

Cardona fue curador en 1995 de la exhibición Nada que ver, en la que participaron varios fotoperiodistas de Diario de Juárez (hoy El Diario), punto de partida para la posterior publicación del libro Juárez: The Laboratory of our Future (Nueva York: Aperture, 1998), con textos de Charles Bowden, Noam Chomsky y Eduardo Galeano.

El trabajo de Julián Cardona ha sido presentado en diversas obras y exposiciones en México y en el extranjero. Títulos publicados incluyen: No One Is Illegal, con textos de Justin Akers Chacón y Mike Davis (Chicago: Haymarket Books, 2006); Exodus/ Éxodo (Austin: University of Texas Press, 2008) sobre la histórica migración de mexicanos hacia Estados Unidos y Murder City (Nueva York: Nation Books, 2010), que aborda la explosión de violencia en Ciudad Juárez a consecuencia de la militarización ordenada por el presidente Felipe Calderón, ambos en colaboración con el escritor Charles Bowden. Se desempeñó como corresponsal de Reuters en Ciudad Juárez de 2009 a 2012. En septiembre de 2015, su proyecto actual, Abecedario de Juárez, en colaboración con la artista estadounidense Alice Leora Briggs, recibió una mención honorífica en el Premio Dorothea Lange-Paul Taylor, patrocinado por la Universidad de Duke. Será publicado en el otoño del 2021 por la University of Texas Press.

Julián Cardona, de 59 años, es fotoperiodista independiente y reside en Ciudad Juárez, México.

El tenue rededor del mundo

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        En El tenue rededor del mundo (Conaculta, 2015), de Julio Eutiquio Sarabia, el lector tiene que atravesar un mundo descoyuntado, lo que implica además, como la pedagogía de los aventureros, parcelar territorios, reinventar un vocabulario, elaborar rutas de navegación; y finalmente, intentar ordenarlo. Pero para emprender esa tarea, es necesario merodearlo, dado que el mundo, vastísimo y cargado, sin mapa en la mano, puede condenarnos a la más dolorosa de las incertidumbres.

          Somos extremadamente conscientes de que la realidad hay que ordenarla. Sin embargo, en someterla (esa realidad platónica, aristotélica, del sentido común o ingenua) se nos va la vida en prenda.

          Ante el encadenamiento de sucesos ajenos a nuestra voluntad, incluyendo los creados por nosotros mismos, esos hechos y fantasías valiosos, tenemos que darles una orientación con un sentido específico. Un discurso.

          Por esto, la palabra reconfirma nuestra condición de necrófilos verbales y, a su vez,  por la multiplicidad y correlación de mundos discursivos, se consolida la premisa de que no hay lectura única.

          Cobra fuerza en este libro la metafísica del viaje, con la evocación directa del mar como resultado de la travesía.

          Los nombres de los capítulos que lo dividen configuran con densidad el itinerario de lectura: I. Adiós, muchachos; II. La cercanía; III. Interior; IV. Tumultos; V. Thalassa, Thalassa.

Todo desplazamiento exige tener a la mano  la brújula que ayude a encontrar el camino.

          La voz poética, no obstante,  articula su discurso y la realidad misma de manera siempre perversa—en el sentido radical del término; es decir, es la voz que toma otro camino—por eso reclama aventuras, invoca engaños y desengaños, mezcla voces, juega al palimpsesto, empalma experiencias sensoriales; especialmente, no reprime, jamás, sus emociones y lo que deje de fluir el estado de su ánimo.

          Extraigo de la primera parte estas dos líneas, que por sí mismas ponen de manifiesto la intensidad anímica, olfativa, de estar siempre en alerta máxima:  La reubicación de los tiestos / reveló el perfume del albahaca (16). El lector no sabe adónde va, ni de dónde viene. Hasta que la voz poética mexicaniza la trayectoria: Los Cabos; Topolabampo; Los Herrajes.

         Las referencias de una geografía aparentemente concreta forman parte de un orden topológico que trazan una jornada como elemento de una liturgia de las sensaciones internas que buscan confrontar y demoler  realidades normativas.

En esta tentativa de un orden estético totalizador el mundo se dilata y se contrae.

           El título del libro propone otras posibilidades óptimas para leer los mundos que construimos constantemente. Con esta dimensión social explícita, El tenue rededor del mundo motiva a descubrir y explorar la reconstrucción de matices entre culturas (antiguas y contemporáneas); las fronteras entre la vigilia y el sueño; los impactos de la ficción y la realidad al momento de organizar los itinerarios de vida; el papel que juegan la poesía y la prosa para moldear discursos; así como las lecturas en la que confluye vertebralmente la tradición homérica; espejismos que se escinden de las densas realidades; trampantojos, olores, sonidos, el fluir crocante del tiempo, climas y presentimientos de un yo poético, quien no sólo revela su identidad mediante el apelativo de Septimus, sino que declara ser el hijo de los sueños más escalofriantes.

Este poema anuncia los riesgos del viaje, remarcando su condición secular:

No busques veracidad en mi consejo
sino mutismo celebra que sea hondo,
que nunca exceda a la pátina en su prosa.

Sabes que eludo cuanto el oráculo concierta
y que no abrigo la ciencia de los números,
ni antes ni ahora que abrazo la deriva
—a la distancia su aura bienhechora,
finita en la redondez de cada viaje.

Mejor será si palpas tu pulso y descubres una estrella,
un sendero propicio que te revele los “méritos del alma”.
Mejor si alabas la penumbra y la avizoras
como el momentáneo quiebre de tu corazón.

No cruzarás sin mí dehesas o avenidas,
umbrales o listones.
Apegado a ti, ninguno seré
en la calina múltiple del nombre.

Veremos los mismos peñascos
y el óxido de los amaneceres
escupiremos ya de pie. (19)

El viaje (hecho de lecturas o no) puede durar un segundo o mil años. Este que propone Sarabia reconcilia tiempos heterogéneos. Con una imaginación visceral y, sobre todo, la disposición de que la palabra organice la aventura, porque es la que impone la trayectoria especulativa de todo el libro, pensando en una posible teoría de la construcción textual, destaca la manera en que la voz poética establece una introspección sobre la marcha de sus propios mecanismos de confección discursiva.

          En otras circunstancias, El tenue rededor del mundo formula la movilidad (literal o figurada) del lector en una era post-industrial y descolonizada. Incluso, germina el poder de crear mundos abstractos para que pueda recorrerlos con la convicción de que todo viaje infiere hazaña y aventura, donde el lector/viajero jamás pueda darse el lujo de convertirse en un sujeto ordinario; porque no podría derribar las realidades normativas que circundan el tenue rededor del mundo.

Los orígenes del Spanglish

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Los orígenes del Spanglish

 

Si a los cultos estuviera confiado dar aliento
a los idiomas, todavía estaríamos hablando latín.
Alfonso Reyes

 

          El Spanglish registra su origen desde 1848. La mayoría de los autores que escudriñan el tema coinciden que el fenómeno del Spanglish comienza con la firma del tratado de Guadalupe Hidalgo y, por consiguiente, la anexión de Texas, Nuevo México, Arizona, Colorado, Utah y California a los Estados Unidos. Cabe resaltar que el efecto inmediato de la anexión de estos territorios implicó un cambio de status en los pobladores de dichos lugares, convirtiéndolos en “extranjeros” de la misma tierra que los vio nacer (Stavans 39; Morales 33; Betti 34-35).

          Bajo el mando del nuevo gobierno de ese entonces, estos “extranjeros” se vieron forzados a asimilar la nueva cultura estadounidense para lograr convivir y sobrevivir en ese mundo circunscrito bajo políticas, usos y costumbres anglosajonas. Por esta razón, Samuel P. Huntington declara que ningún otro grupo inmigrante de la historia de Estados Unidos ha exigido una reivindicación histórica sobre algún territorio estadounidense. Considera, además, que los mexicanos y los mexicoamericanos tienen la autoridad para hacerlo, y resalta que de hecho lo hacen y lo continuarán haciendo (17). Según datos del censo de 2010, más de la mitad (el 61 por ciento) de la población de origen mexicano en los Estados Unidos vivía en California (11.4 millones) y en Texas (8.0 millones) (United States Census Bureau). Si bien es cierto que los mexicanos y mexicoamericanos reclaman el derecho de reconquista cultural, es necesario enfatizar que la lucha no es precisamente demográfica, como lo afirma Huntington, sino más bien es una disputa de carácter reivindicatorio.

          Los efectos de esta disputa reivindicatoria son evidentes en las doctrinas del multiculturalismo y, por ende, en las políticas gubernamentales. Un ejemplo claro es el programa de educación bilingüe que apoya y da servicio a los miles de estudiantes latinoamericanos cuya lengua materna es el español (Campbell 332-333). La generación de “extranjeros” de 1848 accedió a los cambios implícitos por la anexión de sus territorios a los Estados Unidos, aunque mantuvieron su lucha por perpetuar su lengua madre, que es la identidad más genuina de todo ser humano (Betti 35). Condescender a tal capricho implicaría enterrar su historia, legado y cultura; su esencia misma. Encontrar ese balance del mestizaje lingüístico y cultural fue en ese entonces y, continúa siendo así, hasta el día de hoy, un proceso difícil de llevar a cabo.  Un proceso del cual yo también soy parte.

          Homi K. Bhabha, un teórico afín a las vidas en los bordes, plantea que el vivir “in between” genera un fenómeno intersticial de culturas en movimiento que, a su vez, promueve nuevos signos identitarios (2). Vivir “in between” proyecta la metáfora de una constelación espacial que permite puntos de encuentro e intersecciones que, con el paso del tiempo, permutan la cultura de quienes cohabitan en ella. En agosto de 1995, llegué a los Estados Unidos proveniente de Ciudad de México para residir indefinidamente en el oeste de Texas, en una ciudad de aproximadamente 100 mil habitantes, donde el inglés y el español confluyen diariamente. ¡Me sentía muy feliz!  Estaba recién casada con un norteamericano. Traía conmigo una maleta llena de ilusiones, sueños, emociones y el gran deseo de formar una familia. Al mismo tiempo, se desbordaban en mi interior dudas y confusiones. ¿Sería capaz de comunicarme con los estadounidenses? ¿Podría adaptarme a la nueva cultura y a todo lo que ello implicaba?  Estas y otras preguntas revoloteaban en mi mente mientras hacía fila para entrevistarme con el oficial de migración estadounidense. Podía percibir ese espacio “in between” al observar e interactuar con personas México-americanas que también se encontraban en la sala de migración; algunos empleados y otros pasajeros que iban o venían de su tierra natal. Escuché a alguien decir, “soy de allá, refiriéndose a México, aunque también soy de aquí, de Estados Unidos”. Su modo de vestir, caminar y, especialmente, sus formas de hablar se distinguían del español del sur de México.

          La lengua no es un hecho natural, sino un sistema de comunicación inventado por el hombre que otorga identidad. Es un sistema de signos doblemente articulado para transmitir mensajes (Ávila 17). De acuerdo a la teoría del signo lingüístico desarrollada por Ferdinand de Saussure y explicada por el lingüista mexicano Raúl Ávila, “el signo lingüístico es arbitrario porque entre éste y la realidad a la que hace referencia no hay relación natural” (23). Este complejo sistema de comunicación se adquiere conforme el ser humano va creciendo y desarrollándose en el núcleo familiar y en las esferas sociales, culturales e intelectuales. Lo que es teóricamente innovador y políticamente crucial, como lo afirma Bhabha, es lo que surge en la articulación de las discrepancias culturales. Las discrepancias culturales son particularidades de cada sujeto que se confrontan entre sí en las zonas intersticiales y dan lugar a la formación de nuevos signos de identidad a través de las estrategias de individualidad (18). Lo anterior confirma la frase del destacado filósofo y lingüista Noam Chomsky: “El lenguaje de hoy no es peor que el de ayer. Es más práctico. Como el mundo en que vivimos” (culturacolectiva.com). La necesidad de comunicación en nuestros días, está entrelazada con las ideas y el pensamiento. Esto conlleva no solo a la tarea de transmitir un mensaje eficiente, sino mayor aún, influenciar a la sociedad por medio de la lengua y penetrar así en su ideología y, por consiguiente, en la esfera política. Estas discrepancias culturales e interpeladoras están encarnadas en los personajes y en las voces poéticas de las dinámicas textuales. La lengua tiene una intención y está compuesta por intereses ideológicos y políticos.

          En mi adolescencia, visité algunos parques turísticos en Florida. En ese entonces, no reflexioné sobre la complejidad de la lengua, las diferencias culturales de la sociedad estadounidense y sus implicaciones debido a que mi estancia en Estados Unidos era temporal. Ahora, mi residencia en Texas representaba un reto mayor, principalmente por el desafío de convivir entre dos culturas y dos lenguas debido al gran número de inmigrantes latinos radicados en este lugar. Este reto generaba en mi mente un sinfín de interrogantes. Ese cruce de caminos o traslapamiento de lenguas planteaba una especie de revaluación.

          Ante tantas emociones, recuperé un poco la serenidad después que el oficial de migración me entrevistó. Había pasado la primera prueba. Mi primera experiencia con la lengua dominante y de prestigio había sido satisfactoria. Pude comunicarme sin contratiempos. “Welcome to USA”, me dijo el oficial de migración. Después de escuchar esa tan esperada frase, pude respirar sintiendo un gran alivio. A pesar de sentirme mejor, la incertidumbre seguía perturbándome. Bien lo declara Bhabha: “La ‘atmósfera de cierta incertidumbre’ que rodea al cuerpo certifica su existencia y amenaza con su desmembramiento” (65-66). Estaba experimentando los primeros indicios del encuentro con la cultura anglosajona. Quizá, tendría que atravesar por el proceso de identificación que explica Bhabha en “Interrogar la identidad”. Básicamente, este proceso consiste en tres etapas.1) Estar en comunicación con el Otro. 2) El lugar mismo de la identificación y 3) La cuestión de identificación, añade el teórico, “siempre es el retorno de una imagen de identidad que lleva la marca de la escisión en el Otro lugar del que proviene” (66). Ese era mi gran reto.

          Mi primer fin de semana en los Estados Unidos lo pasé en los campos de futbol de la ciudad de Odessa, en Texas, donde ahora resido. La población hispana es el grupo minoritario más grande de los Estados Unidos y es evidente aquí en Odessa. De inmediato, aprendí que tenía que referirme al futbol como soccer y a la camioneta de mi esposo como troca para no crear confusión entre las personas del equipo. Mi esposo Edward era entrenador de un equipo de soccer de la liga infantil de la asociación de futbol soccer en Odessa. Esa tarde, conocí a los padres de los jugadores y noté que la mayoría eran familias hispanas. ¡Claro!, pensé, estoy en el sur de Texas, territorio que algún tiempo perteneció a México y en donde hace más de ciento cincuenta años que el español y el inglés cohabitan e interactúan entre sí por el alto índice de población hispana de este lugar.

          De acuerdo al último censo realizado en el 2010, la población hispana representó más de la mitad del crecimiento de la población total en los Estados Unidos entre el 2000 y el 2010. Este aumento significativo revela que la población hispana aumentó a 15.2 millones entre el 2000 y el 2010, lo cual constituye más de la mitad del aumento de 27.3 millones en la población total de los Estados Unidos (U.S. Census Bureau). Además, la oficina del censo estima que la población hispana en los Estados Unidos es de aproximadamente 56,873 y muestra que Texas tuvo el mayor crecimiento numérico, con un aumento de 131,767 (1.8 por ciento) en 2018.  (U.S. Census Bureau). Este crecimiento es principalmente fruto de la migración y abre no solo las posibilidades a la hibridez cultural y lingüística, sino más significativo aún, ofrece una identidad como resultado del fenómeno intersticial de las culturas en movimiento.

          A nivel federal, los Estados Unidos no poseen una lengua oficial. La Constitución de los Estados Unidos de América (1787) mediante los artículos y enmiendas propuestas por el Congreso y ratificados por las Asambleas Legislativas de los diferentes estados de la unión americana no ratifica el inglés como lengua oficial, sin embargo, es la lengua de prestigio. Rosalinda B. Barrera, secretaria adjunta y directora de la Oficina de Adquisición del Idioma Inglés (Office of English Language Acquisition u OELA) del Departamento de Educación de los Estados Unidos promueve acciones para ayudar a la comunidad preponderantemente latina a adquirir la lengua dominante. La conversación en las gradas mientras esperábamos el comienzo del juego era en inglés; lengua dominante de este país. Todos los padres participaban y hacían comentarios en inglés. De repente, dio inicio el partido de soccer. Las voces de los aficionados encendieron el ánimo en el campo de juego. “Go Hornets, go!”, gritaban. “Take it to the outside!”, ordenó el entrenador. Entre el bullicio y las porras, unas frases inusuales y creativas captaron mi atención: ¡kickéalo más fuerte!  ¡Por arriba del air…! ¡No cuities… dribléalo! ¡Muévete, estás off! Estas y otras frases sacudieron mis oídos. Quienes notaron mi reacción al tratar de entender lo que decían sonrieron y enfatizaron que solo los bilingües de los Estados Unidos hablaban así, mitad inglés, mitad español. Me sorprendí ante la ignorancia de saber que en los Estados Unidos el español y el inglés han convivido por tantos años. Esta interacción verbal ha generado un fenómeno lingüístico conocido, hoy en día, como Spanglish; sin duda, un fenómeno intersticial en el que un grupo significativo de hispanohablantes ha decidido utilizarlo para manifestar la actitud identitaria de los latinos en tierras estadounidenses.

          Para entender el fenómeno del Spanglish es necesario reflexionar en el origen, la evolución y la creación de las lenguas; conjunto de sonidos que irrumpen en la ebullición de palabras y que brinda al ser humano el vehículo mágico de la comunicación. Carlos Prieto, en Cinco mil años de palabras, (2005) hace un viaje por la geografía de las lenguas y examina los misterios del origen de las lenguas. Acentúa que una lengua común “dota a un pueblo de una herramienta de enorme potencial” (19). Esta declaración coincide con Benedict Anderson al considerar que una nación es una comunidad imaginada, soberana e inherentemente limitada (23). Es imaginada porque se usan artefactos culturales para crear discursos, instituciones y objetos para organizar una nueva forma de vida. Delineada y soberana porque la comunidad va a definir su territorio, sus normas, sus leyes para aplicarlas de acuerdo a sus intereses. Una de las cosas que define a una comunidad imaginada es principalmente la lengua; el sistema de comunicación más complejo inventado por el hombre. Ávila lo constata al señalar que la lengua es un instrumento que sirve para comunicarse y, por lo tanto, tiene que adaptarse lo mejor posible a las necesidades de la comunidad (17). Por esta razón, el uso del Spanglish en los hispanos bilingües es un fenómeno que surgió y sigue renovándose por ser un fenómeno del intersticio.

           El origen de las lenguas es muy complejo y tiene diferentes hipótesis. Una de las más nombradas se explica bíblicamente en el libro de Génesis a través de la historia de la torre de Babel. “Babel”, significa “confundir”. Este relato hace referencia al castigo divino que Jehová hizo al crear confusión entre los mortales que hablaban una sola lengua. A través de la creación de múltiples lenguas escarmentó la arrogancia de los hombres y logró que no se pudieran entender, ni comunicar entre sí. Hoy en día se estima que se hablan entre 6000 y 7000 lenguas en el mundo. Los idiomas se multiplican con el crecimiento y la dispersión de la población (Prieto 19-41). Por el contrario, una veloz disminución del caudal lingüístico se ve reflejado debido a la influencia de idiomas nacionales o imperiales (Prieto 41).

          Es del conocimiento general que las lenguas indoeuropeas son el tronco común de donde provienen las lenguas latinas. Con el auge y la expansión que tuvo Roma en el siglo III a.C., el latín se convirtió en la lengua universal (Prieto 45). Posteriormente, pese a las invasiones germánicas y a la evangelización, los aspectos relacionados con la lengua se conservaron y se divulgaron en latín; la lengua oficial de la Iglesia por lo que las abadías eran los centros más importantes de conservación y divulgación de la lengua. Con la caída del imperio romano, la unidad del latín se rompió y la fisura entre el latín hablado (vulgar) y el latín clásico dio origen a nuevas lenguas. Estas nuevas lenguas se conocen como lenguas romances y su estructura es básicamente latina. Cada lengua evolucionó de distinta manera (Prieto 77-88).

          La lengua castellana tuvo su origen en España. Precisamente, es en los grandes centros culturales como el monasterio de Suso, en San Millán de la Cogolla, donde gracias a las manos de los monjes emilianenses, privilegiados copistas, aparecieron las primeras palabras en castellano (Prieto 84). Con la invasión de los árabes, este intercambio dio inicio al surgimiento de un crisol cultural en el que se encuentran fundidas las tendencias europeas, mozárabes y musulmanas. El español mozárabe se fundió con el romance castellano lo que generó una importante y una gran aportación lingüística que dio origen al español. El castellano surgió del latín vulgar hablado al norte de la provincia de Burgos, en la antigua región de Castilla. Las primeras palabras en castellano fueron las Glosas emilianenses y Silenses que datan del siglo X (Prieto 84).

          En el siglo XIII, durante el reinado de Alfonso X, el castellano sustituyó al latín como lengua oficial de Hispania y se convirtió en la lengua de cultura gracias al arduo trabajo de la Escuela de Traductores de Toledo al traducir las obras del latín al castellano.  Esta evolución de la lengua castellana se vio reflejada en el legado cultural de la literatura medieval que abarca desde las jarchas hasta La Celestina (1499). El Cantar de mío Cid (1200) es el primer monumento de la literatura escrito en lengua romance castellana (Prieto 86). A través de estos ejemplos mencionados, se puede percatar que la literatura legitima una lengua. El Spanglish ha comenzado a fulgurar con luz propia y aunque aún no se puede hablar de una legitimación del Spanglish, estos destellos sutiles se están infiltrando con fuerza en las industrias culturales y se puede percibir su auge a través de las obras significativas que se escudriñan en este estudio.

          No se puede omitir la importancia fundamental de los sucesos del año de 1492 para la lengua española. Primeramente, el fin de ocho siglos de dominio árabe en España; después, la expulsión o diáspora de los judíos sefardíes de ese territorio que dio lugar a una rica variedad dialectal y, finalmente, la expansión de la lengua española al continente americano tras la llegada de los españoles a América, que enriqueció el vocabulario con indigenismos. Todo esto aunado a la publicación de la primera gramática del castellano por Antonio de Nebrija en el mismo año.  Estos acontecimientos marcaron la historia universal y otorgaron la supremacía y el control del imperio español no solo en Europa, sino también en el continente americano (Prieto 89). La relación entre lengua e Imperio se estableció aun antes de cruzar el Atlántico. Nebrija reconocía la importancia de la lengua y sus implicaciones. Tenía la plena convicción de que una lengua unificada y controlada consolidaría el imperio español en el nuevo continente. Las políticas españolas revelan la conciencia del poder de la lengua y aunque se impuso el castellano sobre la lengua de los indígenas, estos no se doblegaron totalmente y mantuvieron su lengua madre en su memoria, traspasándola a las siguientes generaciones que, hasta hoy en día, han logrado que su lengua y tradiciones continúen vivas (Echávez-Solano Dworkin y Méndez xxii-xxvii).

          Todas las lenguas evolucionan. La lengua inglesa tuvo sus inicios aproximadamente en el año 500 a. C. con la llegada de tres tribus germánicas conocidas como los anglos, los sajones y los yutos a las islas británicas. En un principio, los anglos nombraron su lengua Englisc, que hoy se conoce como inglés. La lengua que hablaban los invasores se enriqueció con otras lenguas como el latín, el danés y el francés, lo que resultó en un gran aporte lingüístico y cultural (Prieto 193). Una de las primeras aportaciones más significativas en la literatura inglesa son los Cuentos de Canterbury escritos por Geoffrey Chaucer (Prieto 200). La influencia de William Shakespeare en la lengua inglesa es extraordinaria debido al vasto vocabulario empleado en sus escritos. Hoy en día, el inglés es la lengua con una gran fuerza y repercusión a nivel mundial en todos las esferas sociales, culturales, políticas e intelectuales (Prieto 202).

          Ambas lenguas, una germánica y la otra judeo-cristiana, con diferencias reveladoras ostentan un largo recorrido histórico y son el resultado de una mezcla de lenguas y combinaciones de palabras. Sus estructuras son muy diferentes, pero ambas tienen un rico legado en palabras de origen latino. La lengua se consolida con el surgimiento de una obra artística, tanto el español como el inglés alcanzaron su cumbre en el mismo año. Miguel de Cervantes Saavedra con su genial obra El Ingenioso Hidalgo Don quijote de la Mancha publicada en 1605 y William Shakespeare con la famosa obra Romeo and Juliet. Estas lenguas no solo se legitiman literariamente sino también se convirtieron en lenguas imperiales con fines de lucro y fines políticos.

          Tanto el inglés como el español manifestaron una sorprendente capacidad de adaptación al combinar palabras de otras lenguas que dieron origen a nuevos vocablos y que, por el continuo uso de los hablantes, se han aceptado en el habla cotidiana y han perdurado hasta nuestros días (Prieto 108, 202). El español, a lo largo de su historia, ha enfrentado situaciones no solo de contacto de lenguas, sino también de choque cultural y político. Además, ha aceptado los extranjerismos como el anglicismo o galicismo que utilizan palabras derivadas del inglés o del francés y las incorporan al español.

          Durante la época de la conquista de México, la Malinche encontró el equilibrio entre dos culturas. De acuerdo al sociólogo y experto en el fenómeno del Spanglish, Ed Morales, ella desató una cadena de reacciones sobre el mestizaje (32). Esto sugiere que la Malinche fue pieza clave para entender la complejidad de vivir entre dos mundos, entre dos culturas y, por consiguiente, el efecto del choque de lenguas. Probablemente, puede pensarse que se traiciona el legado histórico de los antepasados cuando se asimila una nueva lengua o cuando se busca una identidad propia como resultado de sentirse descolocado o fuera de lugar. Morales afirma que para lograr salir adelante y sobrevivir esa dualidad cultural y lingüística, la Malinche tuvo que asir ambas culturas, o sea, ser ambas (32). Esto nos lleva a la reflexión de que, para hablar Spanglish, el hablante no solo requiere dominar ambas lenguas, sino más bien adoptar la actitud de ser Spanglish.  El Spanglish es una cuestión de actitud. No se trata únicamente de hablar Spanglish, sino de ser Spanglish; un acto de voluntad propia que define al hablante (32-33).

         Una de las obras que analizo para este estudio es el filme El hijo desobediente (1945), escrita y dirigida por Humberto Gómez Landero. Tin Tan, el personaje principal, representa a un pachuco en la década de los 40s que proyecta esa actitud voluntaria de ser Spanglish, o sea estar dispuesto al intercambio, a la mezcla de dos culturas, a la hibridez, al intersticio, a la metáfora del vivir “in between” que Bhabha plantea. Esta actitud es clara en la escena cuando Tin Tan regresa a la ciudad de México proveniente de su viaje de estudios a los Estados Unidos. Su padre contrariado por la forma de vestir y de hablar de su hijo percibe con gran enfado que Tin Tan, en vez de haber adquirido la lengua de prestigio anglosajona, llega a su casa hablando una lengua rara, difícil de entender y con una apariencia y actitud desafiante. Su padre le pide que lo acompañe a ver a don Alfonso para que le ayude en el trabajo de medición de los nuevos terrenos, pero Tin tan le responde que él lo que quiere es ser cantante y le contesta: “Aim sorry jefe, pero yo creo que por esta vez no lo voy a poder ayudar, ve. Sabe, cuándo usted me mando para los esteits (States) para estudiar la carretera de ingeniero, yo le hice el trai (try) lo más que pude ve, pero chale, yo me convencí de que mi traquer (tracker) es otro, la cantadita” (segmento 2:43-3:39). En esta escena es evidente que Tin Tan decide por voluntad propia ser Spanglish.

          Este vaporoso recorrido lingüístico y volitivo sobre el surgimiento del español y del inglés pone de manifiesto que la lengua hablada evoluciona y que el poder que los hablantes tienen en relación con la lengua puede lograr cambios sorprendentes e inimaginables. Los obispos de la época del renacimiento decidieron hablar y escribir los sermones en lingua romana rustica, una lengua comprensible para los oyentes del pueblo, en vez de continuar haciéndolo con el latín clásico (Child 42). Esta práctica dio origen a las lenguas que, posteriormente, reemplazarían al latín. Illan Stavans, uno de los promotores y especialista del tema, asegura que el Spanglish es una lingua franca que unifica a los latinos de diferentes zonas geográficas y les otorga una lengua en común, única y propia, la cual se reivindica debido a su uso creciente (43).

          Es importante diferenciar los términos identitarios para entender y definir la presencia del hispano en los Estados Unidos. Uno de los primeros términos empleados para distinguir a este sujeto que buscaba una identidad propia fue Pachuco, palabra que surgió del uso de una jerga carcelaria llamada chuco. Los primeros pachucos surgieron en El Paso, Texas, zona fronteriza con Ciudad Juárez en la década de los años treinta (Peñalosa 85). Figuras como Tin Tan consolidaron esa figura de identidad fronteriza y la llevaron hasta la pantalla grande en un gran número de filmaciones. Era este el periodo de tiempo que destellaban las primeras señales del deseo por encontrar una identidad. El pachuco no pretendía ser como los que lo rodeaban, porque no lo era. Ni tampoco deseaba imitar una cultura ancestral a la que ya no pertenecía. El pachuco se encontraba viviendo una dualidad cultural y lingüística por lo que deseaba encontrar su propia identidad. El escritor mexicano Octavio Paz, en su búsqueda por comprender la actitud y el comportamiento social del mexicano radicado en California, particularmente la identidad chicana, publica su libro El laberinto de la soledad (1950). Paz declara que el Pachuco no quería volver a su origen mexicano; tampoco—al menos en apariencia—deseaba fundirse a la vida norteamericana. También señala que el rechazo a las reglas de su entorno social provocó el distanciamiento de la comunidad norteamericana (3-15). Con el pasar del tiempo, la crítica ha rechazado sus declaraciones argumentando que no logró entender la postura del pachuco. Hoy en día, es considerado un texto anacrónico. Para Gloria Anzaldúa, Pachuco es sinónimo de rebelión. Pachuco “(the language of the zoo suiters)” está en contra del español y del inglés estándar (37). Chicano es otro término identitario importante porque fue usado para referirse a la primera generación de estadounidenses de origen mexicano nacidos entre los años cuarenta y cincuenta. El término también ha servido para definir el movimiento chicano que ha luchado y obtenido logros desde los años sesenta en la construcción de una identidad cultural nueva con cambios políticos visibles, tales como la devolución de tierras, los derechos de los trabajadores agrícolas, la educación bilingüe, así como otros programas de gran beneficio para la comunidad hispana. Actualmente, el término chicano sigue vigente y se aplica para todos los estadounidenses de origen mexicano.

          El Spanglish es, por tanto, el vehículo más viable para reivindicar esa manifestación identitaria cultural y política. Silvia Betti afirma que el Spanglish nace como una estrategia comunicacional propia de una parte de la minoría hispana que expresa también, a través de esta conducta verbal, su identidad (36). Con esta idea se infiere que, así como los pachucos de aquella época, lograron manifestar su identidad en ese constante ir y venir; de igual forma, en la actualidad, los jóvenes hispanos de esta generación han logrado encontrarse con ellos mismos y han reinventado y revitalizado a un pachuco que reivindique la identidad de los miembros de la comunidad hispana en los Estados Unidos. Esto corrobora que todos somos, de alguna forma, pachucos y que el Spanglish es una manifestación no solo lingüística sino identitaria.

          El Spanglish es parte de nuestros cinco sentidos. Por más que se quiera mantener al Spanglish ignorado, su presencia es real en todos los aspectos de la cultura porque el Spanglish se ve, se escucha, se siente, se come y hasta se toca. Marta Fairclough plantea que “el Spanglish es una metáfora para una nueva forma de vida, un nuevo espacio cultural, cuyas fronteras parecen no tener límites” (189). Esta nueva forma de vida se presenta en manifestaciones culturales. Mas allá del nivel lingüístico, la función del Spanglish, también conlleva connotaciones sociales y culturales: mediante su uso, sus hablantes expresan identidad colectiva y reafirman su sentido de pertenencia a un grupo (Romo Simón 49).  Las obras literarias, canciones, expresiones artísticas y debates políticos, entre otros, son evidencias importantes de la participación activa y de la representación valiosa de los latinos.

          Ávila enfatiza que la lengua tiene que adaptarse para cubrir las necesidades de una comunidad (47). Esta declaración confirma la vitalidad de la lengua. Asimismo, refleja la metáfora de la “modernidad líquida”, de Zygmunt Bauman, que confirma que todo es cambiante y efímero debido al constante flujo y a las necesidades de las comunidades actuales que viven en una inestabilidad producida por las exigencias del siglo XXI. Si bien es cierto que hay palabras sólidas, la liquidez de una lengua radica en que sus significados varían de generación en generación, cambian constantemente sobre la base de un sinfín de elementos marcados por lo político, lo ideológico, religioso, familiar. Esto genera una fluidez lingüísticamente líquida que tiene su propio lugar. La vitalidad de una lengua está intrínsicamente conectada con la interacción híbrida propuesta por Bhabha. En un contexto interconectado de fisuras culturales, este teórico distingue lo que el tipifica como “Tercer Espacio” (Bhabha 57), un dispositivo elemental para sostener que es ahí donde el Spanglish surge y encuentra su fuerza.

          El fenómeno del Spanglish es una opción para estas comunidades que desean manifestar su cultura hibrida donde la oralidad es un vector esencial porque viene de la calle, del barrio, es una jerga desclasada y bastarda que, a su vez, economiza el uso de ambas lenguas. Ser Spanglish es vivir entre dos lenguas, dos culturas. Desde ese “Tercer espacio” ejemplificado en el cine, la música y la literatura, gravita la representatividad de un sujeto que encarna dos culturas en movimiento y que a su vez interpela y negocia su identidad política.

Bibliografía:

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      Traducido por Eduardo L. Suarez. Fondo de Cultura Económica, 2011, pp.17-76.

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https://culturacolectiva.com/letras/frases-de-noam-chomsky-sobre-politica-filosofia-educacion. Acceso 15 Feb.
2020.

Bauman, Zygmunt. “Comunidad”. Modernidad Liquida. Fondo de Cultura Económica, 2004, pp.179-213.

Bhabha, Homi K. El lugar de la cultura. Manantial, 2019.

Betti, Silvia. “El Spanglish en los Estados Unidos: ¿Estrategia expresiva legitima?”. Lenguas Modernas, 2011, pp.33-53.

Campbell, Duane E. Choosing Democracy. A Practical Guide to Multicultural Education. Pearson Education, Inc. 2004.

Child, Jack. Introduction to Spanish Translation. University Press of America, Inc., 2010.

Echávez-Solano, Nelsy, and Dworkin y Mendez, Kenya C. Spanish and Empire. 1st ed., Vanderbilt University Press, 2007.

Fairclough, Marta. “El (denominado) Spanglish en Estados Unidos: polémicas y realidades”. Revista Internacional         de Lingüística Iberoamericana, vol. 1, no.2, 2003, pp. 185-204.

Huntington P., Samuel. “El desafío hispano”. Traducido por Albino Santos. Letras Libres, 2004, pp. 12-20.

Morales, Ed. Living in Spanglish. The search for Latino Identity in America. St. Martin’s Press, 2002.

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Peñalosa, Fernando. Chicano Sociolinguistics, a Brief Introduction. Newbury House Publishers, Rowley, Mass, 1979.

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Stavans, Illan. Spanglish: The Making of a New American Language. Harper Collins, 2003.

United States Census Bureau https://www.census.gov/prod/cen2010/briefs/c2010br-04.pdf Acceso 20 May 2019.

 

Arely Ramírez es estudiante de postgrado en el Programa de Maestría en español de la University of Texas—Permian Basin. Este ensayo forma parte de su proyecto de tesis.

Seré famoso

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Lo que pretende un escritor es mostrar su dominio del idioma, su variedad de léxico, su facilidad para la fraseología, su autoridad sobre la sintaxis. Demostrar que se saben evitar galicismos como “sobre la marcha”, o vulgarismos como “desapercibido” por “inadvertido”. Se espera que se exprese con claridad, sin redundancia. Que se pueda leer el texto seguido, sin sobresaltos, sin socavones. Parece que es fácil escribir fácil, pero es difícil. No sé por qué pero tendemos a lo barroco, a lo enmarañado, a lo retorcido. Y todavía, si es un retorcimiento formal gongorino o conceptual quevedesco o gracianiano, puede pasar. Pero si el retorcimiento solo muestra impericia y confusión de ideas, el texto se cae de las manos. A escribir se aprende escribiendo, y a escribir, leyendo. Leer y escribir. Escribir y leer. Dijo Martín Gaite que escribir es comunicar. Y es verdad. ¿Para quién escribo? Se preguntaba Aleixandre. Para los lectores. Todo escritor ansía ser leído. Es un discurso que se escribe sin interrupción, sin miedo escénico, y que espera que sea leído en silencio. En lejanía con el escritor. Escribir es la comunicación perfecta, sin bloqueos afectivos. ¿Es un tímido el escritor? Algún tipo de timidez debe tener, aunque debe haber tantas motivaciones como autores.

Eso iba pensando mientras trazaba su plan. A escribir se aprende escribiendo. Y la inspiración llega mientras trabajas. Se sentaba en su minúscula mesa, de espaldas a la ventana,  pero una psicodélica lámpara iluminaba el teclado. La silla era cómoda. La altura, la adecuada. Cada día escribiré algo, un poema, un relato, o incluso retomaré la novela de hace años.

Ahora o nunca. Ya tengo una edad. No soy un primerizo. Me presentaré a concursos. Mandaré mis manuscritos a las editoriales. Y alguna la publicará. Toda mi experiencia. Todas mis lecturas seguro que fructifican.

¿No sería mejor escribir a mano? No, ya no es posible. Y además, casi todos los escritores lo han hecho a máquina, o eso creo. Dios mío, con lo pesado que es escribir a máquina. Con las pocas facilidades para rehacer los textos. Entonces, ¿esa dificultad no ayudaba a la escritura? ¿No es ahora demasiado sencillo? Bah, dejémonos de teorizar.

Los buenos escritores son como escultores. Se enfrentan a la piedra y venga a martillear. Sí, pero también son muy vanidosos. Siempre buscan el aplauso, el reconocimiento. Los artistas son vanidosos compulsivos. ¿Yo también lo soy? ¿No será un escritor un orador fracasado? Alguien que es incapaz de mantener una conversación sin exaltarse, se esconde entre sus papeles. Fantasea solo.

Venga, a escribir, a trasladar al papel lo que tengo en la cabeza, lo que veo. Pero, ¿de dónde extraer los argumentos? Cuántos libros escribiré. Qué prosa más límpida. Mis párrafos serán como largos valses. Sí, si Azorín lo hizo, ¿por qué no yo? Lo importante es la constancia, serrar la madera cada día, haga frío y calor. Leo que los artistas han trabajado a destajo. Tengo que hacer lo mismo. No puedo compadecerme de mí. No puedo ver los toros desde la barrera. Tengo que bajar al ruedo y escribir y escribir. Publicar, publicar. Ser famoso. Ser estudiado en las universidades. Tener anaquel propio en las bibliotecas. Escribir, escribir. Puedo hacer un libro de relatos, sí 30 relatos, Relatos deliciosos, ¿por qué no? No voy a llamarle ejemplares ni peregrinos. Hay que ser original. Y los argumentos me vendrán, me vendrán. Se me ocurrirán, cuando escriba, escriba.

Pensaba esto cuando una punzada empezó a sentir en el costado, una punzada que se extendía después por los brazos. Dejó de escribir. Se palpó el pecho. Trató de decir algo, pero la voz se ahogaba.

Cuando vinieron de la ambulancia, todo fue inútil. Solo pudieron certificar su defunción. Ni guardar el documento pudo.

 

Antonio Barnés Vázquez, doctor en Filología por la Universidad de Granada, es profesor del Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía dela Universidad Complutense. Su libro “Yo he leído en Virgilio”, la Tradición clásica en el Quijote obtuvo en 2009 el III Premio Internacional de Investigación Científica y Crítica “Miguel de Cervantes”. Ha publicado un ensayo sobre la función del libro y la lectura en la era digital: Elogio del libro de papel; una edición del diálogo Sobre la felicidad de Séneca; y el manual académico Visita guiada por la literatura española: una propuesta pedagógica que fomenta la relación directa entre lectores y autores; además, han visto la luz el ensayo Los amores del Quijote, y una edición de la novela cervantina El curioso impertinente.

Coordina el proyecto de investigación y creación literaria Dios en la literatura contemporánea.

Vivir entre racionalidad e inconsciente: Poeta en Nueva York

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Introducción

Los siglos XVIII y XIX fueron caracterizados, en general, por cambios estructurales, sociales y demográficos causados sobre todo por la industrialización y las inmensas migraciones a las ciudades. La revolución industrial empezó en Inglaterra y se difundió por Europa y Los Estados Unidos durante cien años. Como repercusión de esta nueva sociedad, creció hacia el siglo XX el trofeo del progreso: la metrópolis moderna. El fenómeno de la urbanización creó una clase trabajadora enorme, que tenía condiciones de vida miserables. En general la nueva vida exigió inversiones de cómo existir en la ciudad y en prolongación de esto la nueva disciplina de la sociología asomó dirigido, entre otros, por Georg Simmel. La metrópolis, como fenómeno, siempre ha causado fascinación y repugnancia como centro del mundo moderno, representado por progreso y grandeza, pero también por dureza y pobreza. A comienzos del siglo XX, Nueva York, y sus rascacielos, fue un símbolo mundial de grandeza y oportunidad y europeos emigraron por millares a la capital del mundo moderno.

Si Nueva York fue el símbolo positivo del progreso tecnológico, la memoria de la Primera Guerra Mundial fue lo contrario. Los horrores de la guerra tecnológica avanzada quedaron en la población del mundo como un monumento del reverso de la vida moderna, y causó, entre otras cosas, una onda literaria expresiva en el período entreguerras marcada por la denuncia de la sociedad establecida; la tradición y el reino de la razón. Surgió una ruptura con las reglas de forma y lenguaje que usaron por ejemplo los dadaístas para abrir la puerta a lo contrario de la razón: lo absurdo. En España, la ola estuvo representada por lo que hoy llamamos la Vanguardia, grupo que cuenta, entre otros, con Federico García Lorca. En 1929 Lorca se encontraba en un período artístico muy influenciado por el método y estilo del surrealismo, y su viaje a Nueva York fue catalizador del poemario celebrado de Poeta en Nueva York. Es interesante leer los poemas del poemario, porque retratan tanto una tendencia literaria como una vista a la sociedad contemporánea de Lorca.

Este trabajo intenta investigar:
¿Cómo se ve la opinión del poeta sobre el sistema capitalista de la metrópolis?
¿Y cómo se ve la influencia del surrealismo en los poemas “La Aurora” y “Oficina y denuncia”?

Composición:

La primera parte del trabajo consiste de una breve introducción al autor y la presentación de dos apartados teóricos, que forman el marco teórico del trabajo. El primer apartado sobre Georg Simmel y su ensayo La Metrópolis y la vida mental, facilita el entendimiento de su perspectiva sobre las condiciones del individuo en un ambiente urbano dominante. El segundo apartado teórico es una exposición sobre el surrealismo, su origen y cómo se manifestó en España. Es una de las piedras fundamentales de los apartados de análisis que lo siguen. He dedicado un apartado a cada poema, para analizar y discutir la forma y contenido en relación a los marcos teóricos. Después he incluido una discusión sobre el poemario como obra surrealista, y una observación de la relación entre el autor y el yo-poético. Finalmente, concentro mis experiencias en un apartado de conclusiones.

El autor

Federico García Lorca es uno de los escritores españoles más conocidos y celebrados, y sus obras de poesía y de teatro forman parte de la herencia cultural española. Nació en los alrededores de Granada en 1898, donde también pasó su infancia. El ánimo andaluz y la naturaleza de la región quedaron con él como marco de referencia el resto de su vida. De joven se mudó a Madrid y pasó unos años formativos en la Residencia de Estudiantes, en la compañía con personalidades como Salvador Dalí y Luis Buñuel, entre otros. Hoy les llamamos la Generación de 27 o los vanguardistas y su arte es sobre todo de carácter surrealista. En 1929 viajó a Nueva York, huyendo de penas de amor, y su estancia en los Estados Unidos y en Cuba fue importante para su desarrollo poético y su visión social personal. Nueva York le pareció un crisol de progreso, eficaz y de explotación, pero también encontró grupos marginalizados por los cuales tenía simpatía, tal vez porque le parecían “hombres naturales” (como el gitano) que siempre le había fascinado. Nueve meses después volvió a España trayendo el borrador de Poeta en Nueva York. Un año después de su regreso, comenzó el periodo de la Segunda República Española (1931-39) que significó un período de reformas sociales y un florecimiento de los artes. Federico formó parte de “La Barraca” – una iniciativa social para traer las artes y la cultura al campo. En 1936, cuando comenzó la Guerra Civil, Lorca fue detenido y asesinado por los fascistas, probablemente por su convicción socialista y tal vez también a causa de su homosexualidad. Casi todas sus obras se centran en la España tradicional y por eso Poeta en Nueva York se dista del resto. Fue publicado póstumo en 1940 y consiste de 35 poemas en 10 apartados que siguen, más o menos, la estructura del viaje.

 

Georg Simmel y la vida mental en la metrópolis

Este primer apartado de teoría es una mirada al sociólogo Georg Simmel y su perspectiva de la vida, oportunidades y trampas en la metrópolis.

Georg Simmel (1858-1918), filósofo y sociólogo, es considerado pionero de la sociología. En su tiempo contemporáneo la sociedad pasó por un desarrollo significativo. De la estructura feudal pasó a la sociedad moderna (Larsen, 2009, p. 267), y a Simmel le interesó mucho la nueva faceta de la dinámica entre el individuo y la sociedad, causado por la urbanización, pero también le interesó la relación entre individuos en cualesquiera situaciones, por ejemplo, relaciones personales y fugaces como relaciones amorosas, o más institucionalizadas, como la iglesia (Andersen & Kaspersen, 2013, p. 132). Parece que no le interesa mucho a Simmel la religión sino las dinámicas de las instituciones religiosas.

En el ensayo La Metrópolis y la vida mental, Simmel se centra en el tema de las condiciones del individualismo y propone que entre el pueblo y la metrópolis hay una diferencia grave del estado del individuo, es decir el modo de pensar o funcionar en la sociedad. En continuación a la teoría de Tönnies, sobre Gesellshaft y Gemeinschaft, Simmel alude que el sistema económico monetario de la metrópolis influye sobre las condiciones del individualismo de manera negativa. Argumenta que en la metrópolis hay más libertad personal para el individuo, aunque necesite transformarse en lo que llama Simmel el “tipo metropolitano,”para adaptarse al nuevo ambiente urbano. El caos y interminable torrente de impresiones en la metrópolis hace aumentar la necesidad del individuo de distinguirse de la masa: “para salvar lo intrínsecamente personal, el individuo tiene que esforzarse enormemente en sus peculiaridades y distinciones; tiene que exagerarlas a fin de hacerse oír y llegar a ser sí mismo” (Simmel, 1999, p. 96). Entonces, a pesar de que hay más libertad personal en la metrópolis, es necesario destacarse individualmente para mantener y demostrar su individualidad.

A modo de explicar las dinámicas sociales, Simmel propone una serie de tipos y cada uno con sus propias cualidades. En relación a Poeta en Nueva York, podría ser interesante acentuar los tipos: “el metropolitano,” “el extranjero,” y “el pobre.” Para explicar el tipo metropolitano es importante entender la diferencia entre el pueblo y la metrópolis. Según Simmel, en el pueblo existe un control social muy elaborado que limita la libertad personal del individuo. Debido a que el grupo social es muy pequeño en el pueblo, es necesario asegurarse que el individuo se comporta en conformidad con las normas del pueblo:

Cuanto más pequeño es el círculo que constituye nuestro ambiente, tanto más limitadas son las relaciones con los demás cuando ellas aspiran a liberarse de estas limitaciones, con tanto mayor temor controlan las acciones, la vida, las convicciones del individuo, con tanta mayor rapidez la peculiaridad cuantitativa o cualitativa puede rebasar los marcos del todo. (Simmel, 1999, p. 93).

En el pueblo reinan las relaciones emocionales, que prosperan en el ambiente regular y tranquilo, y florece con las impresiones que vienen. Pero en la metrópolis se pegan tantas impresiones que es necesario filtrarlas. Por eso, “el tipo metropolitano,” reacciona con la defensa del racionalismo. Simmel explica:

De esta manera, el tipo de habitante de la gran ciudad (…) se crea una especie de órgano protector contra el desarraigo con que lo amenazan las corrientes y discrepancias de su medio ambiente: en lugar de reaccionar con el sentimiento, lo hace con el entendimiento que le proporciona el aumento de la conciencia que creara la misma causa, la prerrogativa del alma. (Simmel, 1999 p. 90).

Es decir que el tipo metropolitano cambia las emociones por la razón para poder sobrevivir en la sociedad moderna. Sin las relaciones fuertes y personales del pueblo, los humanos se convierten en extranjeros, así que el reverso de la vida en la metrópolis es la alienación entre humanos y el anonimato del individuo, en sumo: la soledad (Straup & Sørensen, 2015). Para evitar la soledad y asegurar el individualismo, la gente se divide en grupos sociales, que sostiene su comprensión de sí mismos y funda su base social, así que es importante mantener su individualismo para no perderse en la ciudad y ser reducido a un número anónimo. Ingresar en grupos sociales, de todo tipo, para definirse como individuos o “tipos”, es central de la teoría de Simmel y argumenta que sólo existe “un tipo” cuando la sociedad le reconoce (Larsen, 2009, p. 275). Es decir que el grupo/sociedad define el estatus social del individuo. Un ejemplo podría ser “el pobre” que es definido por su necesidad de ayuda (financial, social etc.)  “The poor come to be viewed not by what they do -the criteria ordinarily used in social categorization- but by virtue of what is done to them” (web 1) ; una cita interesante en relación con la simpatía que tiene el poeta por los grupos marginalizados que encuentra en Nueva York. Otro ejemplo, es el extranjero. En contraste con “el caminante,” que viene hoy e irá mañana, el extranjero viene hoy y se quedará mañana, es decir que tiene casi la misma movilidad que el caminante, pero elige quedarse con algún grupo, país etc. Es un tipo semi-integrado y ambiguo. Puesto que el extranjero, no tiene obligaciones con el grupo está por un lado libre y por otro conectado al grupo (Larsen, 2009, p. 275). En un ensayo sobre el extranjero, Simmel explica que este tipo posee una objetividad causada por su posición fuera del grupo y le da un estatus especial.

Este rol ambivalente es parecido al rol del poeta del poemario y en el apartado del análisis del poema “New York (Oficina y Denuncia)” voy a discutir el poeta en relación al tipo del extranjero.

Por un lado, el individuo se encuentra más libre, aunque necesite buscar manera de destacarse para no arriesgar ser reducido a un número, y por otro es dependiente de la definición del estatus social que hace la sociedad – esta dicotomía es interesante y esencial para entender la visión de Simmel sobre la sociedad moderna, su potencial y sus trampas. En general, la teoría de Simmel es interesante en la lectura de Poeta en Nueva York porque ésta se ocupa de la sobrevivencia del individuo dentro de las condiciones de la metrópolis, que es un tema justamente central del poemario.

El surrealismo

En este apartado voy a elucidar la corriente literaria del surrealismo. No es una investigación profunda, sino que una mirada sobre el pensamiento surrealista, cómo se manifestó en España y cómo vemos su influencia en la obra lorquina de Poeta en Nueva York.

En la primera mitad del siglo XX, surgió una miríada de ísmos, generalmente de corta duración, entre otros el futurismo, el expresionismo, y el dadaísmo. Fueron de forma y contenido diferente, pero como rasgo común, se centraban en el experimento artístico y en la ruptura con las tradiciones literarias, por ejemplo, la estructura y el uso de la lengua en búsqueda de la pura fuerza creadora (Jiménez 2012, p. 298).

El surrealismo nació, en el período entreguerras, como ramificación del dadaísmo y floreció en las décadas de los años 20 y 30 dirigido por el escritor francés André Breton. Se centra en la integración del mundo soñado en el mundo real, es decir, en remover la línea divisoria entre lo subconsciente y lo consciente para liberar la fuerza creadora. El surrealismo, como los otros ísmos, surgió como reacción de la omnipresencia del racionalismo – el fundamento del mundo moderno – que los surrealistas valoraron como insignificante (Breton, 1972, p. 21). El manifiesto de 1924 es una invitación directa a un cambio de paradigma anti-racionalista.

El surrealismo se basa en una búsqueda metafísica fuera del mundo establecido; una doctrina no compatible con las reglas y normas restringidas al racionalismo. Para los surrealistas no es posible exagerar la importancia del pensamiento y la imaginación libre y el proyecto surrealista, de no ser sujeto de las normas reducidas de la civilización y la razón, no tendría éxito sin un cambio del estado mental del hombre (Martinov, 1990, p. 130). En suma, quieren un cambio de paradigma para denunciar las restricciones de la sociedad.

En prolongación de las investigaciones de la subconsciencia de Sigmund Freud, los surrealistas continuaron su búsqueda de la realidad absoluta – una mezclada de lo físico y lo soñado – o sea la superrealidad. Sigmund Freud les interesaba mucho a los surrealistas y Breton le agradeció en el primer manifiesto como fundador de una “tendencia de opinión,” que deja investigar al otro lado de las realidades sumerias (1972, p.22) Aunque los surrealistas tuvieran los temas de la vida subconsciente y el interés de experimentar con los límites en común con Sigmund Freud, no estaban de acuerdo del propósito de la investigación. Según Freud investigar los niveles subconscientes de la mente humana, servía como medio de entender y tratar a personas con problemas psíquicos o existenciales. Sobre todo, la interpretación de sueños nocturnos fue la base de su trabajo. En los sueños se encuentra, según Freud, un mundo de símbolos que pueden alumbrar los desafíos mentales del individuo. Donde Freud vio los sueños como representación de algo existente, pero escondido en la mente, los surrealistas vieron los sueños como realidad alternativa con el mismo valor que la “realidad física”. Este desacuerdo le hizo alejarse a Freud de los surrealistas, porque no entendió su objetivo y no tenía simpatía por el proyecto. (Balakian, 1986, p. 131).

En relación con la literatura, los escritores se lanzaron a experimentar escribir de manera libre y espontánea. Consideraron necesario romper con todas reglas para producir palabras, poesía o textos no influidos por pensamientos racionales del autor. Se puede decir que el surrealismo trata, sobre todo, del método, y una de las herramientas del método surrealista fue la escritura automática. Una manera de escritura espontánea sin inferencia del mundo externo, con el objetivo de dar paso a las asociaciones libres de las palabras y las imágenes que lleven (Balakian, 1986, p. 128), evitando el entrometimiento de la razón. Significa que las palabras se las puede usar de cualquiera manera, sin respeto a las connotaciones convencionales. Con este método la fuerza creadora vendrá sin influencia de la voluntad personal (Martinov, 1990, s. 130) de manera fluyente y permite al lector usar su imaginación para buscar su propio sentido de la obra y con ello su realidad personal. La falta de limitaciones conectadoras forma parte del elemento de la metáfora, que funciona como prueba de la potencia de la mente. Balakian describe la metáfora nueva así: “..instead of being based on analogy, is derived from divergence and contradiction.” (p. 147) La metáfora es por eso esencial para la imagen surrealista, con frecuencia construida de una mezcla de componentes (por ejemplo, del mundo natural en combinación con un elemento industrial/mecanizado) para construir la contradictoria imagen absurda. Otro método para evitar el pensamiento racional, fue simular locura – estado glorificado por su total libertad creadora. La niñez y la locura fueron celebrados como estados de máximo acceso a la claridad y la espontaneidad.

Vemos varias veces, en Poeta en Nueva York, referencias al niño como figura consagrada y con acceso a mundos escondidos.
Aunque vemos claramente una tendencia surrealista, de un puñado de autores españoles (por ejemplo, Lorca, Rafael Albertí y Luis Cernuda), entre 1926 y 1936, no existe anotación española como el manifiesto francés. El surrealismo español se dista del francés en lo que falta “unidad de intenciones” (Bodini, 1984, p. 286). Significa que los críticos literarios están de acuerdo con la presencia de obras de poesía seguramente influido por el lenguaje figurado del surrealismo, pero no de manera en que podemos proclamar la existencia de una corriente unida. Los españoles tampoco se emprendieron en el “proyecto” surrealista como cambio de paradigma, sino que en el método escrito y el lenguaje metafórico. Además, es característico del surrealismo español, el mantenimiento de la fascinación del folklore y de las formas tradicionales, como el romance. En el segundo manifiesto francés Breton expresa directamente un deseo de destruir los núcleos del Estado nacional. También en esto, los españoles se distan por la falta de necesidad de denunciar la religión y Lorca, especialmente, mantiene un enlace religioso en su poesía.

Análisis

Los apartados precedentes han introducido las teorías de Simmel y del surrealismo. El apartado siguiente contiene los análisis centrales de los poemas elegidos. El análisis está hecho de tal forma que va integrado con las discusiones, y siempre en relación al marco teórico. Además, voy a centrarme en una interpretación de la gran cantidad de referencias y símbolos religiosos. Como obra principal voy a referir a The Poetics of Apocalypse de Martha Nandorfy, que ha dedicado una obra entera de investigar las referencias religiosas en Poeta en Nueva York.

“La Aurora”

El poema se sitúa en la tercera parte del poemario nombrado “Calles y sueños.” Cada una de las cinco estrofas del poema tiene cuatro versos, sin rima y con sílabas inconstantes. Los versos se alargan durante el poema. El poema cuenta del amanecer que viene a Nueva York, lugar que no le deja sitio para hacer su “trabajo” de consolidar la esperanza y la fe en la gente. Buscando en vano, la aurora se pierde en la escena urbana porque a nadie le interesa “su mensaje.”
Al analizar el poema, voy a centrarme especialmente en los símbolos que se relacionan con el cristianismo, pero también en la presentación de la ciudad. En este poema la aurora aparece de forma cortada del mundo, así que no puede traer la consolación y la esperanza consigo. Una interpretación de la forma podría ser que el alargamiento de los versos, durante el poema, simboliza el avance infructuoso de los rayos del sol.

La aurora de Nueva York tiene

cuatro columnas de cieno

y un huracán de negras palomas

que chapotean las aguas podridas

En esta primera estrofa Nueva York es presentada como lugar sucio y repugnante. Las cuatro columnas de cieno representan los rascacielos que dominan el panorama urbano como trofeos capitalistas. Las palomas, que normalmente simbolizan la paz, el amor y la naturaleza, son negras y rodeadas por un ambiente sucio y pútrido. En el mundo cristiano la paloma simboliza el Espíritu Santo, y la presentación negativa de este elemento fundamental cristiano pone en marcha el sentido casi apocalíptico del poema. El escritor Héctor Martínez Ferrer nota en su artículo que la condición de las palomas impide su propósito: “no pueden por ello cumplir la función emisora o mensajera de las del pasaje bíblico” (Ferrer, 1986). En su discurso, Lorca conecta la naturaleza y la religión como aliados innatos. Por eso le preocupa tanto la separación entre humano y naturaleza. Lo vemos también en la imágen del agua, elemento vivificador, se pudre en el medio ambiente duro de la metrópolis. El símbolo de la aurora, tradicionalmente, se asocia con la esperanza, o sea el nuevo comienzo que trae el nuevo amanecer. Es un símbolo fuerte y se utiliza mucho en la oración cristiana. Como observa Martha Nandorfy, autor de una obra significante sobre Poeta en Nueva York como “poesía apocalíptica,” aquí el símbolo tiene función doble: “…we expect the dawn to be symbolic of the ideal being sought, whether that is communion with God or the establishment of a new society”(2003, p. 42). Aquí vemos además una referencia al proyecto de cambio surrealista, mezclada con el enlace religioso de Lorca. En la segunda estrofa el enfoque cambia de los elementos naturales a la forma antinatural y aguda de la metrópolis.

La aurora de Nueva York gime

por las inmensas escaleras

buscando entre las aristas

nardos de angustia dibujada

En la segunda estrofa el poeta hace una personificación de la aurora y describe su búsqueda de redención, pero las construcciones de la ciudad no le hacen sitio. Busca, entre los laberintos agudos de escaleras y aristas, las huellas de la naturaleza. La búsqueda de la aurora es parecida a la del yo- lorquino, que anda solo por las calles buscando la humanidad en la vida y en el paisaje de la metrópolis, pero solo encuentra soledad y desesperación. Como observa Jaén i Urban, la soledad es presente en la ciudad no solo en momentos de solitud, pero también dentro de la masa: “…en contraposición con el paisaje de las multitudes que se mueven frenéticamente por la gran ciudad de un lado para otro, encontramos también la soledad” (Jaén i Urban, 2014 p. 87). Tanto humano como fenómeno natural se sienten solos y perdidos.

La aurora llega y nadie la recibe en su boca

porque allí no hay mañana ni esperanza posible.

A veces las monedas en enjambres furiosos

taladran y devoran abandonados niños

Desde esta tercera estrofa el poeta cambia el tema de Nueva York a sus habitantes. Aunque llegue el amanecer no significa nada nuevo del estado de la ciudad y es como si nunca terminara esa vida de dolor, de la clase baja, que no abre paso a la esperanza y el avance social. Esto puede interpretarse como reflexión social: No hay mañana ni esperanza, dice el poeta en conclusión directa de la situación de los pobres (y también de la naturaleza) – o como reflexión religiosa, así que “La aurora llega y nadie la recibe en su boca“ podría aludir a la comunión auroral en la que la gente niega recibir la hostia. El grupo marginalizado abigarrado ha abandonado la religión porque ya no cree; en consecuencia, la aurora no encuentra lo que busca y los niños son abandonados al mundo cruel. Otra vez vemos una imagen torcida del mundo bíblico, es decir una parodia de las plagas bíblicas del Antiguo Testamento. Enjambres de monedas devoran a los niños, en defecto de salvarlos. Como la descripción de las palomas sucias, es una manera de expresar una desesperanza. La opresión de los pobres y del mundo natural resuelve el contrato entre naturaleza y humano, y también entre el ser humano y Dios. Es natural preguntarse ¿Por qué no usar la religión como apoyo para aguantar la vida? Sería fructuoso mantener la esperanza de una vida mejor después de la vida terrenal, y supongo que la omisión de la esperanza del paraíso es un comentario de que el sistema del capitalismo y consumismo ni siquiera dejan sitio para la espiritualidad personal. La falta de esperanza también vemos en la estrofa siguiente.

Los primeros que salen comprenden con sus huesos

Que no habrá paraíso ni amores deshojados;

Saben que van al cieno de números y leyes,

A los juegos sin arte, a sudores sin fruto.

La gente trabajadora sabe que no hay esperanza ni salvación. El cieno, pegado y pegajoso, podría referir a la falta de movilidad social, causada por la clase explotadora representado por “números y leyes”. La gente se mata trabajando sin poder gozar el fruto y es condenada a una vida de esclavitud. Es interesante ver cómo el poeta se aparta del mito de la vida serena después del apocalipsis, en que no hay vida celestial porque también el cielo (con sus ayudantes: la paloma, la aurora, la luz etc.) fracasa. No es el apocalipsis cristiano, sino un apocalipsis de la humanidad, en el que cae también la religión. No creo que es una crítica del cristianismo, sino del sistema capitalista que no deja sitio para la espiritualidad. Nandorfy nos da ésta descripción: “Even the final outcome of apocalypse will be represented as the new consciousness” (2003, p. 75). Me hace pensar si la conciencia sería sobre la realidad cruel o sobre el fracaso del sistema capitalista. Ferrer establece un paralelo interesante entre el esqueleto estructural del poema y el octavo capítulo del Génesis sobre el arca de Noé (Ferrer, 1986), es decir que, según Ferrer, Lorca usa la imagen del Génesis para retratar la caída de la sociedad moderna. Se puede decir que Lorca voltea la imagen al cambiar el “cuento del comienzo” por el “cuento del fin”. Al mismo tiempo muestra la influencia del surrealismo francés, y el enlace religioso de Lorca. Otra imagen absurda la vemos en la luz sepultada, en la última estrofa.

La luz es sepultada por cadenas y ruidos

En impúdico reto de ciencia sin raíces.

Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes

Como recién salidas de un naufragio de sangre.

La luz es un símbolo muy fuerte de la salvación, la esperanza, la ilustración y del cristianismo. Aquí está personificada y sepultada por los males del mundo moderno, representados literalmente por cadenas y figurativos al ruido, o sea el caos de la metrópolis. La ciencia sin raíces podría ser el desarrollo industrial que se dista del orden de la naturaleza. El hombre ya no colabora con el mundo natural, y podría ser que la imagen es de las raíces del Árbol de la Ciencia, ya cortado de su punto de partida natural. Si el amanecer no tiene lugar no existe la luz; la gente vive en una noche eterna y por eso Lorca le describe como insomne; aquí vemos tal vez una referencia intertextual al poema “Romance Sonámbulo”. En relación con el lenguaje figurativo, Nandorfy nos da ésta descripción: “The poetic subject of Poet in New York juggles the apocalyptic discourse (whose traditional aim is to persuade) with the paradoxical language where opposites cease or are suspended in limbo” (2003, p. 24). Vemos cómo el lenguaje avanzado lorquino, cumple los requisitos del método surrealista en fundir los contrastes en crear una imagen nueva. Finalmente, si seguimos con la tesis de Ferrer, “un naufragio de sangre” de repente tiene sentido claramente religioso, como Noé y su familia salvados de la carnicería del diluvio.

 

 

 “New York (Oficina y Denuncia)”

El poema es situado como el primer poema en la séptima parte nombrada “Vuelta a la Ciudad”. Es de verso libre, sin métrica y rima, y hay uso extensivo de enjambement.
El poema es un llamamiento sobre la destrucción del capitalismo y del consumo absurdo de Nueva York. Consiste de enumeraciones de animales para la producción alimentario, y la siguiente denuncia del sistema capitalista y explotador que contamina la ciudad, la naturaleza y, de sentido figurado, la humanidad. La protesta termina con un ofrecimiento de dejarse comer por los animales maltratados. Normalmente es una estrofa larga, pero lo he dividido en secciones para facilitar el análisis:

Debajo de las multiplicaciones

hay una gota de sangre de pato.

Debajo de las divisiones

hay una gota de sangre de marinero.

Debajo de las sumas, un río de sangre tierna;

un río que viene cantando

por los dormitorios de los arrabales,

y es plata, cemento o brisa

en el alba mentida de New York.

Esta primera parte establece el contraste entre el mundo capitalista explotador y el mundo natural explotado. La bipolaridad está representada por un lado por los términos matemáticos que representan la calculación fría del mundo económico, y por otro de tanto animales como la gente marginalizada que sufren (Nandorfy, 2003, p. 99). Al fin vemos la anáfora y referencia intertextual de la falta de esperanza en “el alba mentida de New York” como vimos en “La Aurora”. Vemos una referencia parecida en la segunda parte.

Existen las montañas, lo sé.

Y los anteojos para la sabiduría,

lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.

He venido para ver la turbia sangre,

la sangre que lleva las máquinas a las cataratas

y el espíritu a la lengua de la cobra.

El poeta no denuncia la ciencia, representada por los anteojos, pero rechaza las atrocidades que causa (García-Posada, 1981, p. 79), parecido a la ciencia sin raíces en “La Aurora.” El poeta no viene para admirar el progreso científico sino para ver la destrucción que sigue en las aguas podridas, pero también para ver la fuerza de la sangre, o sea la vida (García-Posada, 1981, p. 150) que puede destruir las máquinas. La sangre es un símbolo fuerte y doble ya que puede simbolizar tanto vida como muerte. La sangre que lleva “el espíritu a la lengua de la cobra” podría ser una intenta de también salvar la serpiente, (símbolo del diablo) que es la sociedad explotadora, si no es demasiado tarde para la remisión.

Todos los días se matan en New York

cuatro millones de patos,

cinco millones de cerdos,

dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,

un millón de vacas, un millón de corderos,

y dos millones de gallos,

que dejan los cielos hechos añicos.

Más vale sollozar afilando la navaja

o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías,

que resistir en la madrugada

los interminables trenes de leche,

los interminables trenes de sangre

y los trenes de rosas maniatadas

por los comerciantes de perfumes.

Los patos y las palomas,

y los cerdos y los corderos

ponen sus gotas de sangre

debajo de las multiplicaciones,

y los terribles alaridos de las vacas estrujadas

llenan de dolor el valle

donde el Hudson se emborracha con aceite.

La enumeración de los animales muestra bien el consumo absurdo que es necesario para que se sostenga la metrópolis. La explotación grotesca de los animales provoca al poeta, que cree en la alianza fuerte entre la naturaleza y la espiritualidad, y comenta que ese maltrato no queda bien espiritualmente. Elementos naturales, como las rosas y el Hudson, son personificados para marcar que también sufren. Tradicionalmente, el ganado ha servido como animales de sacrificio religioso, pero en la exposición presente la matanza ritual no sirve ninguna finalidad espiritual: “(it) ironically becomes the object of a ritualistic slaughter that only ensures the continuity of physical life … Instead of embodying integrity and regeneration, nature is here reduced to a series of commodities.”  (Nandorfy, 2003, p. 100) Existe entonces, en el poema, un acento de símbolos religiosos, aunque no hay la misma densidad de referencias religiosas que en “La Aurora.” Se ve una coincidencia de temas, entre este poema y “La Aurora” en los versos “Más vale sollozar afilando la navaja que resistir en la madrugada.” El poeta refiere al amanecer que nadie recibe y llama atención a la necesidad de que “la otra mitad” protestan en vez de formar parte de la matanza y explotación de sí mismo.

Yo denuncio a toda la gente

que ignora la otra mitad,

la mitad irredimible

que levanta sus montes de cemento

donde laten los corazones de los animalitos que se olvidan

y donde caeremos todos

en la última fiesta de los taladros.

Os escupo en la cara.

Aquí vemos por primera vez la denuncia directa a la mitad explotadora, los que son “irredimible” y explotan a “la otra mitad.” Es evidente que el poeta se identifica con “la otra mitad” en la lucha contra la injusticia y la explotación; Arango argumenta que es decisivo por el poeta representarse como la voz de la protesta social y continua: “La poesía de Poeta en Nueva York encierra entonces un mensaje muy importante, mensaje de denuncia social en la época moderna” (Arango, 1995). A distinción de “la Aurora” no es una comprobación vista a distancia, sino un comentario emocional desde el centro de las atrocidades de Nueva York. Me parece interesante discutir, brevemente, el rol del poeta en relación al tipo propuesto por Simmel, el extranjero, porque veo en el poeta la misma ambigüedad entre cercanía y distancia en la sociedad que observa en Nueva York. El poeta está, al mismo tiempo, afuera y adentro de la sociedad. Es como si viera y condenara la mitad irredimible de afuera, pero también admite que él tiene parte del ciclo consumista cuando dice: “donde caeremos todos/en la última fiesta de los taladros.” Muestra la ambigüedad del extranjero, porque el poeta no podría denunciar el sistema alimentario sin morir de hambre, y por eso necesita participar, en cierto grado, en el consumismo horrible sobre que protesta. Este entendimiento hace que al final del poema se ofrecerse a sí mismo como comida. Vemos en la próxima estrofa una afectuosidad a “la otra mitad”.

La otra mitad me escucha

devorando, orinando, volando en su pureza,

como los niños de las porterías

que llevan frágiles palitos

a los huecos donde se oxidan

las antenas de los insectos.

No es el infierno, es la calle.

No es la muerte, es la tienda de frutas.

Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles

en la patita de ese gato quebrada por un automóvil,

y yo oigo el canto de la lombriz

en el corazón de muchas niñas.

La otra mitad parece una categoría amplia. Nandorfy la describe: “The suffering world is a concretized unity of plants, animals, and natural elements” (2003, p. 100), pero yo argumento que también cuenta con grupos marginalizados como los trabajadores, los negros y especialmente los niños – los que ya no están contaminados. Estos grupos tienen, según el poeta, un enlace con la naturaleza. Lo vemos, por ejemplo, en esta estrofa en la imagen del niño que observa los insectos. Además, es otra referencia surrealista del niño como individuo que tiene acceso a la realidad no limitada por la sociedad, aquí el mundo secreto de los insectos. Nandorfy explica que existe en el texto mundos en miniatura (2003, p. 74), como el de los insectos o el de la patita del gato, y ella escribe: “The arrogant human species is oblivious of the other half’s worth and deaf to the poet’s visionary admonitions.” Para la sociedad no vale otros mundos que el “real”. De los tres gerundios, del segundo verso, los dos primeros describen de términos groseros, al hombre marginalizado como lo ven los señores: no más que un animal de tiro. En contraste, “volando en su pureza” suena como una referencia angélica (McMullan, 1996 s.76), y está de acuerdo con la perspectiva social de Federico. Además, me interesa que el poeta describe a “la otra mitad” como si estuviera afuera de la especie humana, parece un comentario de que la especie humana está perdida sin remedio. La frase “volando en su pureza” me hace pensar que tal vez “la otra mitad” encontrará la redención, porque no está contaminada por el capitalismo y ha mantenido su relación con el mundo natural y por eso su humanidad/espiritualidad.

Óxido, fermento, tierra estremecida.

Tierra tú mismo que nadas por los números de la oficina.

¿Qué voy a hacer, ordenar los paisajes?

¿Ordenar los amores que luego son fotografías,

que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?

No, no; yo denuncio.

Yo denuncio la conjura

de estas desiertas oficinas

que no radian las agonías,

que borran los programas de la selva,

y me ofrezco a ser comido por las vacas estrujadas

cuando sus gritos llenan el valle

donde el Hudson se emborracha con aceite.

La última parte contiene una petición directa a la consciencia de la mitad irredimible, de que también es “Tierra tú mismo”. Describe una conjura contra la naturaleza, y ya hemos establecido que la naturaleza es la espiritualidad. La falta de espíritu, para el poeta, equivale falta de humanidad, y podría ser por eso que describe las oficinas como desiertas – no ocupada por un ser humano. El resto es la última denuncia que guía el poeta hacía el suicidio simbólico que propone como solución de su negación de participación del sistema capitalista y consumista. Al ser comido, el poeta formará parte física de “la otra mitad” y aunque puede preguntarse ¿para qué sirve la muerte?, tal vez hay un hilo conductor entre el sacrificio y el surrealismo, porque, en el manifiesto, Breton se refiere a la muerte como “sociedad secreta” (Breton, 1972, p. 42), lo que podría aludir a un tipo de paraíso lorquino en la cual sólo se recibe a los que denuncien la conjura del capitalismo. Otra perspectiva es la alusión a Cristo, que se sacrifica por el futuro de la humanidad. Según la teoría de Simmel la sociedad consiste de individuos y todos individuos existen dentro de la sociedad, pero me parece que Lorca no está de acuerdo con esta perspectiva de la metrópolis y que Lorca, contrariamente, argumenta que la sociedad no cuenta con los marginalizados como individuos, sino como una masa; por eso se ha perdido el individualismo universal. Yo lo leo como un comentario sobre el derecho de existir como individuo. Teniendo en cuenta la tendencia religiosa de Lorca, sería relevante observar que, según el cristianismo, todos individuos tienen valor y derecho de existir, en tanto que creen en Dios. Otra vez es relevante la cita de Nandorfy sobre el éxito del apocalipsis como the new consciousness” (2003, p. 75) a cambio del paraíso celestial.

Discusión sobre PNY como obra surrealista

Aunque he establecido que los surrealistas españoles no fueron atados por los dogmas del surrealismo francés, es relevante incluir una discusión sobre los rasgos surrealistas en Poeta en Nueva York.

Al leer la literatura infinita sobre Poeta en Nueva York me llamó la atención que una cantidad tremenda de los textos sobre el poemario lo menciona como obra surrealista, y surgió la cuestión: ¿de cuál extensión necesita un texto cumplir los requisitos que exige los dogmas del surrealismo? Voy a discutir tres elementos que puedan echar luz sobre la polémica: el lenguaje, la forma y el contenido.

No es fácil acceder al lenguaje del poemario. El número inmenso de metáforas avanzadas y la densidad de símbolos exigen mucho al lector. La metáfora es el núcleo de la escritura surrealista, y

su función es la de medir y valorar hondura y creatividad. Al leer el poemario es necesario navegar en las referencias tanto socioculturales como intertextuales, especialmente hace referencias a la sociedad moderna y la Biblia. En “la Aurora”, leemos, por ejemplo: “las monedas en enjambres furiosos,” como manera de describir el “rol opresor” de la economía. De esta perspectiva el poemario realiza el ideal lingüístico de la metáfora avanzada, pero el uso, casi exagerado, de símbolos (especialmente religiosos) nos dirige al corriente de simbolismo – del cual el surrealismo quiere distinguirse (Balakian, 1970, s. 37). Sumamente, en el lenguaje vemos tanto una atracción a la tradición literaria y un deseo de dejarla, en conformidad con el surrealismo español.

Hay mucha variación en la forma y estructura de los poemas del poemario; poemas de verso libre se mezcla con poemas en prosa, algunos son breves, otros muy largos, así que no se puede determinar una forma dominante. En todas sus obras de poesía Federico juega con las formas tradicionales, como el romance: “The traditional ballad makes little use of the metaphor, but Lorca’s do, revealing … his habit – well established by then – of recreating traditional forms rather than imitating them strictly.” (Maurer, 2007, p. 28). Es una característica de la poesía de Lorca, pero la relación o fascinación con la tradición queda muy lejos del pensamiento surrealista francés, que trata romper con todas convenciones establecidas.

Al terminar parece que hay una relación entre el contenido y la forma en los poemas de este trabajo, que apela visualmente a los sentimientos del lector. El poema “New York (Oficina y denuncia),” que relata de un mundo moderno y roto, tiene una estructura caótica e irregular y el verso libre está dependiente del ritmo de la dicción natural (Cuddon, 2013, p. 290). Es muy largo y sostiene la sensación de la infinidad que crean las imágenes de los trenes de leche y sangre. Lo mismo se impone en “La aurora,” que tiene una estructura rígida y regular, parecida a un salmo, que apoya el sentido religioso del poema. El tema de la protesta es esencial para el pensamiento surrealista. En la introducción al poemario García-Posada describe la protesta en Poeta en Nueva York: “El grito de rebeldía radical que aquí suena, no es separable del clima revolucionario desencadenado por los surrealistas” (Lorca, 1982, p. 71). Es exactamente la protesta de la sociedad deshumanizada y protesta de la gente que participa desarrollar el modelo moderno dirigido por el capitalismo y el racionalismo, que impregnan los dos poemas de este trabajo.

En el apartado final, voy a incorporar una reflexión breve sobre la relación entre el yo-poético y el autor, que también se relaciona a la discusión precedente.

 

Reflexiones sobre el poeta y el yo-poético

Aunque sea una ruptura de las reglas de un análisis literario, voy a investigar un poco, en este apartado final, la conexión entre el ambiente del poemario y el estado personal del autor.

A pesar de que pueda ser problemático considerar Federico como el yo-poético, me gustaría dedicar unas líneas a su vida y su interés social. Sería problemático confundir el autor con el yo-poético porque es demasiado fácil concluir que son la misma persona y en consecuencia leer, en el poema, lo que sabemos de Federico en defecto de las palabras escritas – especialmente con el surrealismo, que glorifica la separación entre autor y obra, en mente. Si olvidamos esta reserva un momento, es notable que una cantidad grande de la gente que analiza el poemario comenta el estado personal del autor. Christopher Maurer expresa que se debería leer el poemario en contexto con fuentes como el diario personal de Federico y sus cartas a la familia en Granada (Maurer, 2007 p. 32). Jaén i Urban, comparta esa opinión y escribe que Lorca “expresa sus emociones personales” del encuentro con la metrópolis (2014 p. 37)

En una oración, el 16 de marzo 1932, Federico declaró: “He dicho “un poeta en Nueva York”, y he debido decir “Nueva York en un poeta” (McMullan, 1996). Aunque pueda ser relevante tener en cuenta el doble sentido de la palabra “poeta,” tanto como autor de poesía y como yo-poético, la cita de Lorca me hace pensar que hay una relación íntima entre Lorca y yo poético, y que los poemas no solo describen la metrópolis famosa y difamada de Nueva York, pero son una reflexión del estado mental de Lorca en esta etapa de su vida marcada por pesadumbre. Como ejemplo del poemario, me permito mencionar la coincidencia posible entre el autor y el poeta en relación con los versos “¿Qué voy a hacer, ordenar los paisajes?/¿Ordenar los amores que luego son fotografías,/que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?”: me parece una comparación entre la imposibilidad de ordenar un elemento natural, como el paisaje, con imposibilidad de ordenar la voluntad amorosa de otra persona; posiblemente pensamientos de un amante herido. Aunque no podamos hacer conclusiones sobre la intimidad entre el poeta y el yo-poético, las líneas precedentes intensifican mí presentimiento de que existe una coincidencia.

Conclusión:

Este trabajo intentó investigar:
¿Cómo se ve la opinión del poeta sobre el sistema capitalista de la metrópolis?
¿Y cómo se ve la influencia del surrealismo en los poemas “La Aurora” y “Oficina y denuncia”?

Aunque haya habido mucho debate sobre el lugar que ocupa Poeta en Nueva York en el surrealismo, es obvio que contenga rasgos vinculados al surrealismo español. Lo veo en el lenguaje figurativo, es decir en las imágenes surrealistas por ejemplo los mundos minúsculos, y en las metáforas avanzadas. La escena de la metrópolis muestra la fuerte relación que tiene el poeta con la naturaleza, la que conecta con la espiritualidad, y cuando encuentra la naturaleza tan opresa rabia contra el sistema

opresor. Para que funcione una metrópolis, es necesario que reine el elemento al que más se oponen los surrealistas: la razón. Para hacer florecer la metrópolis (en términos económicos) es racional implementar los sistemas más eficaces, que frecuentemente conlleva la explotación máxima de la naturaleza, los animales y de la clase baja. Al yo-poético de Poeta en Nueva York mirar esa dinámica es mirar los jinetes del apocalipsis. Expresa una denuncia directa al sistema, pero en realidad necesita participar en el consumismo para sobrevivir físicamente. Crea una ambigüedad que se puede relacionar con el tipo del extranjero de Simmel; el poeta observa, a distancia, la sociedad consumidora y participa tanto en el consumismo como en la protesta. Al fin del poema “Oficina y denuncia” el poeta se ofrece a sí mismo como alimento para las vacas, como única solución de su dilema. Este ofrecimiento es relevante como muestra del enlace religioso de Lorca, pero también como enlace con “la sociedad secreta de la muerte” que propone los surrealistas franceses. En contraposición a otros poetas surrealistas españoles, Cernuda por ejemplo, García Lorca lamenta la pérdida del espíritu en la metrópolis, por eso su poesía toma forma apocalíptica pero de sentido no convencional religioso. La espiritualidad toma forma especial, en los poemas, porque por un lado es obvio que el poeta haya adoptado la idiosincrasia cristiana y por otro el cristianismo no consigue su propósito de inspirar la esperanza – no creo que es una crítica del cristianismo sino del sistema capitalista, que corta la cuerda entre el ser humano y la naturaleza y en consecuencia entre el ser humano y la espiritualidad.

 

Bibliografía:

Andersen, Heine & Kaspersen, Lars Bo: Klassisk og moderne samfundsteori, Hans Reitzels Forlag, 5.

Udg., 2013.

Arango, Manuel Antonio: El simbolismo como elemento de protesta en Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, 1995, AIH Actas XII

Balakian, Anna: Surrealism – the road to the absolute, The University of Chicago Press, 1986

Bodini, Vittorio: “Características y técnicas del surrealismo en España” en García de la Concha, Víctor G.: Historia y Crítica de la Literatura Española, Época Contemporánea: 1914-1939, Editorial Crítica, 1984

Breton, André: De surrealistiske manifester, Gyldendal, 1972
Cuddon, J.A.: The Penguin Dictionary of Literary Terms and Literary Theory, Penguin Books, 2013

Ferrer, Hector Martinez: ”La Aurora”, otro poema religioso de García Lorca, Cuadernos Hispanoamericanos, 1986, (435-436): 629-635

García-Posada, Miguel: Lorca: interpretación de Poeta en Nueva York, Akal Editor, 1981
Jaén i Urban, Gaspar: El paisaje urbano de Nueva York en la obra escrita de Federico García Lorca,

Universidad de Alicante, 2014
Jiménez, Felipe B. P. & Cáceres, Milagros R.: Las Épocas de la Literatura Española, Ariel, 2012 Kofoed, Lasse & Simonsen, Kirsten: Den fremmede – byen og nationen, Samfundslitteratur, 2010

Larsen, Christian Stenbak: “Georg Simmel” en Hansen, Mogens (ed.) 50 samfundstænkere, Gyldendal, 2009

Lorca, Federico García: Poet in New York – Poeta en Nueva York, Grove Press, 2008

—.Poesía 2, Akal, 1982.

McMullan, Terence: Federico García Lorca’s Poeta en Nueva York and The City of Tomorrow, 1996, Bulletin of Hispanic Studies, 73:1, 65-79

Martinov, Niels: Kunstrevolutionen I mellemkrigstiden, Gyldendal, 1990

Maurer, Christopher: “Poetry” en Bonaddio, Federico (ed.): A Companion to Federico García Lorca, , Tamesis, 2007

Nandorfy, Martha J.: The Poetics of Apocalypse – Federico García Lorca’s Poet in New York, Associated University Presses, 2003

Simmel, Georg: ”Las grandes ciudades y la vida intelectual”, en Para comprender qué es la ciudad: teorías sociales, ed. Urrutia Abaigar, Víctor, Editorial Verbo Divino, 1999.

Referencias a internet: Web 1: http://socio.ch/sim/work.htm

 

María Sieverts es estudiante de español, cultura hispánicas e inglés en la Universidad de Copenhague. Trabaja actualmente en su tesis de grado sobre la poesía de Miguel Hernández con una aproximación desde la historiografía literaria de Octavio Paz.

Todos los paisajes son tu camino

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UNA VOZ QUE LLORA EN EL DESIERTO

Las pinturas de Guillermo Arreola son ecos que regresan desde un paisaje interior en donde una voz clama en el desierto, es escuchada primero por el pintor, y posteriormente se vuelve audible ante nosotros. Él ya es un escritor distinguido pero, como la mayoría de los escritores, ha descubierto que no todo lo que se experimenta puede encontrar un equivalente verbal, por lo que se ha volcado a la pintura como una forma de transmitir intuiciones, aprehensiones y portentos.

Guillermo Arreola prefiere en óleo y acrílico una paleta de tonos oscuros, que no se alejan del monocromo —azul, marrón, gris, tiza, negro—, aplicados sutil y rotundamente. México se asocia en nuestra mente con colores brillantes; con los matices radiantes del follaje, las flores y los frutos vistos a la luz del mediodía. Pero Arreola evita la exposición obstinada, prefiriendo los matices montañosos y del desierto con una tenue luz invernal. Su acercamiento a la pintura sigue los pasos de Rothko y Tàpies, así como de artistas que han sentido afinidad con las rugosas paredes urbanas cubiertas con hormigón y yeso; con superficies improvisadas cubiertas con pintura, polvo y graffiti. De vez en cuando, de estos ambientes oscuros surge una silueta humana o un rostro, casi ocultos, solitarios y enigmáticos. Cuando tienen rostros, se asemejan a máscaras que flotan en un espacio ambiguo, tal como lo hacen sus contrapartes en Redon, Nolde o De Kooning.

¿Sería correcto decir que estas obras son el producto de un temperamento melancólico? Sólo si reconocemos que la melancolía es una clave para comprender la condición humana. En las pinturas de Arreola entramos en contacto con una mente liberada de la ilusión; que contempla la soledad, el temor, la muerte y el insondable misterio de la consciencia. Si un artista es aún capaz de pintar ante semejante conocimiento, debiéramos  hallar consuelo en su temple y su valor.

Alfred Corn

 

 

A VOICE CRYING IN THE WILDERNESS

The paintings of Guillermo Arreola are echoes sent back from an interior landscape where a voice crying in the wilderness, first heard by the painter, then becomes audible to us.  He is already a distinguished author, but, like most writers, he has discovered that not all that is experienced can find a verbal equivalent. And so he has turned to painting as a way to convey intuitions, apprehensions, portents.

In oil and acrylic Guillermo Arreola prefers a palette of dark tones, not far from monochrome—gray, blue, brown, chalk, black—lightly and drily applied.  Mexico is associated in our minds with brilliant color, the lustrous hues of foliage, flowers and fruit seen at noonday. But Arreola avoids that insistent display in favor of the hues of mountain and desert in dim, wintry light. His approach to painting follows in the steps of Rothko and Tàpies, and to artists who have felt an affinity with rough urban walls of crumbling plaster or concrete, impromptu surfaces covered with paint, dust and graffiti.  Occasionally a human silhouette or face emerges from these obscure environments, half seen, solitary, enigmatic. When they have faces, these are mask-like, floating in an ambiguous space, much as their counterparts do in Redon, Nolde or De Kooning.

Is it accurate to say that these works are the products of a melancholic temperament?  Only if we acknowledge that melancholy is a key to understanding the human condition. In Arreola’s paintings we are brought in contact with a mind freed from illusion, one that contemplates solitude, dread, death, and the unsolvable mystery of consciousness. If an artist is still able to paint in the face of such knowledge, we should draw reassurance from his courage and resolution.

Alfred Corn

 

“El olvido que me diste”, acrílico sobre tapete de madera, 160 x 244 cm.

 

“Madrugada”, acrílico sobre radiografía, 42 x 35.5 cm.

 

“Neblina”, óleo sobre tela, 100 x 100 cm.

 

“Paisaje de San Fernando, Tamaulipas”, óleo sobre madera, 110 x 264 cm.

 

Marinola”, acrílico sobre radiogradía, 35.5 x 42 cm.

 

“Paisaje con huesos”, óleo sobre madera, 122 x 150 cm.

 

“Todo México”, óleo sobre tela, 200 x 150 cm

 

 

 

Guillermo Arreola. Artista visual y escritor.

Cuenta con más de 20 exposiciones de pintura individuales tanto en México como en el extranjero. Entre sus exposiciones se cuentan: Sursum Corda, Museo de la Ciudad de México, 2015; El olvido que me diste. Una retrospectiva, en Centro Cultural Tijuana, 2014. To See You Better With, 2012, Consulado General de México en San Francisco. No volveré, 2010, Instituto Nacional de Bellas Artes-CONACULTA. La más reciente se llevó cabo de enero a abril de 2018 en Casa Lamm, con el título Conjuros. Nuevos paisajes mexicanos.

Asimismo ha participado en más de 15 exposiciones colectivas entre las que se encuentran la Olympic Fine Arts 2012, que se llevó a cabo en Londres, Inglaterra.

Como escritor, es autor de los libros La venganza de los pájaros (Fondo de Cultura Económica, 2006), Traición a domicilio (Joaquín Mortiz, 2013) y Fierros bajo el agua (Joaquín Mortiz, 2014). Es coautor como pintor del libro Via Corporis de Pura López Colomé (Fondo de Cultura Económica, 2016).

Kohler Project Work produced in collaboration with the John Michael Kohler Arts/Industry Program

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Puppet hand and the Angel, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips and Hand Cut Paper Stencils

 

All He Wants To Do Is Dance, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips and Hand Cut Paper Stencils

 

Double Skull Bowl,Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips and Hand Cut Paper Stencils

 

Face Plate, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips and Hand Cut Paper Stencils

 

Peeping Tom, Teapot Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, Sgraffito Techinque

 

The Boxer and Mr. Punchy, Teapot Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

Da Vinci and Disney, Adventure without Risk is Disneyland, Teapot Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

Family Portrait, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

The Outcome of an Apatosaurus Living in the Building, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

The Fears of Mr. Punchy, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

That’s Him Officer, The One with the Sock Puppet and the Fig Leaf, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

Lot’s Lot, Vitreous Clay, Slip Cast, and Ceramic Slips

 

One of Those Days, Hot Coffee and Scorpions, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

The Truth of the Sock Puppet, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

The Devil and The Potato Sisters, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

It’s All Fun and Games Until Someone Let the Rex Out, Vitreous Clay, Slip Cast, Ceramic Slips, and Hand Cut Paper Stencils

 

Stacked Column with Self Portrait cast from Aluminum Foil, Vitreous Clay, Slip Cast, and Ceramic Slips

 

Perils of Mr. Sock Puppet and Angel Tom, Vitreous Clay, Slip Cast, and Ceramic Slips

 

 

 

Christopher Stanley was born in Iowa City, Iowa in 1964.  He attended Rockhurst High School in Kansas City, Missouri where he graduated in 1982.  Attending The University of Kansas from 1982 to 1988, Mr. Stanley received a B.S.E. in Secondary English Education and a B.F. A. in Design.  In 1989 Mr. Stanley and his wife, Annie moved to Pullman, Washington, where, Mr. Stanley earned his M.F.A in 1991. Mr. Stanley has lived in Odessa since 1992.  He is currently an Associate Professor of Art, and teaches a large distribution of classes both in and out of the Art Department. Mr. Stanley has had work published in two books, which are, ‘500 Bowls’ and ‘Surface Design for Ceramics’. He has received awards not only for his art, but also for teaching and community service.

El paisaje y el hombre de barro

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Semblanza por Antonio Moreno

Esta revista quiere hacer un reconocimiento especial al pintor y lingüista César Corzo, originario del estado mexicano de Chiapas, donde nació en 1933 y falleció, allí mismo, en el 2013. Y agradezco la bondad de Hugo Corzo, porque sin su ayuda, no habría sido posible recabar este material.

Las fotografías que dan cuenta de su pasmosa capacidad técnica y las emociones que despiertan, fueron compartidas por su hermano Hugo Corzo. La obra paisajística de César Corzo, en la que de vez en cuando aparecen seres como delineados por el barro, que, en tales circunstancias, no solo encaja, también enriquece temáticamente este número.

Algunos de sus cuadros aquí exhibidos corresponden a los paisajes del mundo rural chiapaneco, que será un tema de introducción a los intereses de su agenda estética, el orden social campesino, agrario y revolucionario, en sintonía con la dialéctica puntuada por la tradición del  muralismo mexicano.

Las apostillas de Hugo Corzo sobre su hermano fueron muy útiles para poder trazar un aleatorio perfil de su vida y obra. No hay, desafortunadamente, estudios consistentes sobre sus propuestas pictóricas y lingüísticas. Si acaso, la Internet ofrece notas periodísticas, entrevistas de ocasión, escasos homenajes, un video que circula en YouTube; es decir, un cúmulo de información que, en  todo caso, puede tener un objeto remunerativo, siempre y  cuando vehicule proyectos más sólidos y ambiciosos.

Hugo Corzo dice que su hermano fue muy inquieto desde joven. Ingresó a la escuela militar de aviación, de la que fue expulsado a raíz de una riña con un capitán que lo incordiaba constantemente, por lo que buscó trabajo como marinero en el puerto de Veracruz. Retornó al cabo de los años para ingresar a la prestigiada Academia de San Carlos, en Ciudad de México, graduándose como Maestro en Artes Plásticas.

Después de la revolución de 1959, César Corzo se fue a Cuba para contribuir en la restauración de la isla colaborando como albañil en la edificación de escuelas. Aunque no vivió en Rusia, como tal vez haya sido su deseo, insinúa su hermano; ideológicamente, fue un comunista activo y radical. Retornó a Chiapas a finales de la década del 70. Impartió clases en Ciudad de México antes de mudarse al pequeño pueblo de Berriozábal, cercano a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, donde construiría su casa y allí se dedicaría permanentemente a la pintura y a los estudios de lingüística regional.

Pasaba del mural, la escultura, el dibujo, la pintura de caballete al estudio del  castellano con la extraordinaria destreza y, sobre todo, con la inquietud que ha definido, desde Leonardo, todo aquel espíritu renacentista que anhela puntos de apoyo para crear mundos paralelos, furtivos como lejanos, pero en los que habita la vida, inmensa, maciza como un mineral y frágil como la hoja. Y de las sutiles relaciones de la vida con el mundo o con esos mundos, nadie puede escaparse, nadie puede fingir u ocultar un no saber, con  ese simple vínculo que es definitivo, el hombre queda marcado en secreto para siempre. Reunió en Palabras de origen indígena en el español de Chiapas (1978), que le sobrevendrían ediciones y correcciones posteriores, un diccionario que no carece de encanto, fomenta la curiosidad y se vuelve indispensable para la consulta, por todas aquellas expresiones de las lenguas originarias que han ayudado a consolidar los usos del castellano chiapaneco. Escribió además Chiapas, o la geografía mítica (2003), entre otros libros. No obstante, César Corzo consideraba que sus contribuciones lingüísticas eran más importantes y superiores que su obra pictórica.

 

 

 

 

 

 

 

The Letter Writer

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Merci and her box made their way beyond a Sunday pasture. The little chest tucked nicely against a sundrenched dress with pockets for her interests. Worn leather shoes crunched dried winter and new green as they passed a lake that would soon be surrounded by cattails and bellowing toads. The water ran the length of a thicket of trees where it suddenly ended at a muddy intersection of hoof prints and a makeshift footbridge. Merci clutched her companion tighter as she drew closer to the edge and eased her way onto a board.

        “And here we meet again, Miss Merci!” trilled a voice from somewhere in the trees.

        A crown of copper braids weighed the charm that hung thick like the tart of early apples and the smell of deerskin.

       “I can’t stop today, Alfred. You’ll have to show me your lines another time.”

       Branches extended across the opening of Merci’s pathway and she paused just long enough to ease herself under a broken limb. Her cheeks flushed as bitterness took the shape of a reflecting glass dangling from silver ribbons.

       “Now look here. You take this on home. It’ll fit just fine—just fine. Wouldn’t you like to try it on?” Alfred pleaded holding the necklace up for her to admire.

       “You’ll be ruined forever,” Merci called as her sturdy legs stepped past the offering, “if I tell you what I really think.” She hurried on towards the other side of the bank and jumped onto a dry, smooth stone.

        Merci’s gaze traveled to the tips of the saplings and giants that spread out before her. The contrast of her form against the wall of darkness silenced the juncos whose beady features watched her slip into the woods and disappear. Her feet never slowed as they descended farther into the dense forest until full-yellow was wrapped in a neat clearing dotted with bloodroot. Merci’s warm smile focused on a girl and her box pacing on top of a felled oak. Her figure was clothed in sky and fresh daisies with a handsome bow tied neatly around her waist.

       “Benny!” Merci called.

        A gentle face edged with earth-colored curls and curiosity beamed towards the amble of her name from Merci’s lips. Benny was the youngest of six daughters. Her parents had wanted their last child to be a boy. “I showed them,” she would say laughing. She had believed her title a jest against her feminine frame until she met Merci. The way she spoke Benny’s name made it sound anything but boyish. The two hugged briefly with their eyes and seconds later, continued down an inconspicuous trail that ran throughout the thicket. Their pace finally slowed when the opening before them laced itself with golden hues. They watched in awe as the silence flickered with the beating of wings. Life-whole was suspended in momentary flashes of color as eloquent rays revealed once invisible secrets. An escaped sigh rested gently on Merci’s shoulder and she untucked her little chest from its traveling place.

       “I have them,” Merci mouthed reaching her hand into the moment. Finding the depths of her pocket, eager fingers balled into a fist and carefully withdrew its contents.

       “How many?” Benny asked.

       “Two. I was able to get two.”

       Benny’s cupped palm felt the weight of nothing as she clasped the small object and slid it into her own dress pouch.

       “Well then—” Her words caught unexpectedly in her throat. “Well then, I guess this means we’d better get started.”

       “How far do you want to walk?” Merci whispered knowingly.

       “Until the birds sing. I want to walk until the birds sing.”

       Hollow bells of white crowded the path as the two girls moved on. Spears of rainbows darted in every direction and the birds were soon forgotten.

       “Tell me again what you love, Merci.”

       Merci grinned as her scuffed toes kicked at the loose rocks playing underfoot.

       “I love the first tinge of pink on ocean skies. And you?”

       “Flaming cedar…but I don’t like to sleep next to it while it breathes.”

       Merci glanced at Benny but she was lost in blank days. Her little box was still nestled

firmly against her body. Merci’s lyrical voice opened,

       “We ache to discover where fences roam,

       far into the closing moan of seasons;

       stretched across a sphere in quest of a home,

       sharp steel gouging earth for selfish reasons.

 

       A breadth of green that dares to reach under,

       running hard up the flex of naked skin;

       tasting a thought beckons tainted wonder,

       unseen verse weakens the muse from within.

 

       We see nothing but the passing of time,

       through prints abandoned on an open ledge;

       a faulty attempt at writer’s sublime,

       pitted marks placed at the end of a pledge.

 

        Words born will scale until voicing a creed,

       finding solace in lines built to impede.”

       Emerging from her trance, Benny stared at her friend. “You always know what to say, Merci. How do you do that? I wish I was like you.”

      “If you were, we couldn’t be friends,” Merci quipped. “Do you know what I love more than anything? Forgetting people and remembering them in pictures.”

       Benny studied Merci closely.

       “What?” Merci asked.

       “I like that,” Benny nodded as she listened to the hush of rustling grass. “The forgetting of people.”

       A woven fence emerged from raw ground and the girls began to climb over a ledge of sandstone. Tumbleweeds linked their bodies along the enclosure and Merci sparred with them as she struggled to find the gate.

       “You know why I loathe tumbleweeds?” she said glaring at the splinters protruding from her exposed legs. “They’re crass, like Ms. Gordon.”

        “Oh, Merci! And here I thought you marched right past the noble Alfred today,” Benny said in a mocking bow.

        “I did. He and his ridiculous glass,” she said striking even harder at the unwelcome debris. “His attempts to hold me captive with trinkets will never end,” Merci said as her hand finally found the latch it was searching for. “But,” her words came out heavy from wrestling with the gate, “I was never meant to be confined by anything. Cages are for unlucky birds. That I am not. If I could, I would set them all free.” Merci noticed Benny intently picking at the yellow plumes of a desert shrub.

        “Well, if you didn’t stop and talk to Alfred, then what’s wrong?” Benny said.

       “I’m quitting.”

        Benny stood upright. “You’re what?”

        “I’m quitting,” Merci repeated as she wrenched a bent frame off its hinges with her free hand and crossed into rows of seedlings.

        “Merci! You can’t!”

        “It’s already done,” she said heading to the far side of the garden where snake-like shoots ran up the sides of a lean-to. Merci’s father cursed the winding growth every spring as severing its head did nothing but send out an ambush of new climbers. While she would never tell him, Merci saw their wildness as enchanting. The vines made her imagination leap and lent an air of mystery to the girls’ hideaway. Ducking inside, she slipped her box into a nook above her head and tugged at a large wooden board propped up against a cedar post.

       “I have been born…at last,” she huffed.

       Benny stuffed her own box next to Merci’s and together, the girls heaved the awkward slat onto four stumps. Dust filled the space and they backed out of their retreat to brush themselves off.

       “I don’t understand why you have to quit though. You’re good, Merci! Really, really good!” Benny argued.

       Merci tilted her chin toward her life-long friend and brushed at the wet smudges of dirt collecting on her cheeks.

       “I despise poetic things,” she said matter-of-factly. “Ms. Gordon has ruined me! She wants the truth laid bare but set in pretty words. ‘Analyze this! What do you think of that?’ Stop asking! Stop asking! STOP ASKING! I have spent every day of my life observing the world in my own strange ways. Maybe I don’t want to do that for someone else. Maybe I want to be plain.” Merci’s voice grew quiet as she went back into their sanctuary and spoke into the emptiness before her, “Should a poet even write when everything around her seems dead? Should she even think a thought when her mind sees in nothing but silhouettes and childish fantasies?”

       “What about Robert? You love his works. He was a simple man.”

       “No, Benny. He wasn’t. Simple words don’t make simple people,” she said sliding a basket across the table. “Simple words make profound people.”

       “You’re writing her a letter?” Benny said as she stared at the metal tips and wax sticks wedged next to yellowing paper.

       “Unless you have a better idea,” Merci said jamming a bottle of liquid black onto the plank.

       “Fine but I’m doing the writing.” Benny took a point and forced it onto a carved wooden dowel. Her loose curls shook with the container and Merci cast her a pleading glance.

       An amused expression passed across Benny’s face. “I’m not upset with you, Merci. I’m just trying to decide if this is a good idea. Do you remember what happened last time?”

       “Let me see. Your mother and my mother sat in Dr. Kates’ office while he read them the most profound—,” Merci smiled.

        “And profane,” Benny interjected.

       “—garble of verse ever written. They were truthful declarations, Benny. And today…today we will write the sequel!”

       “Maybe it should be the conclusion,” Benny advised. “Because after this, I’ll never see you again.”

       “Ah, but wait!” said Merci in her most patronizing delivery yet. “We shall not know until the heart and mind embark on the mincing of words and unrealistic ideas.”

        The girls laughed and scooted their appointed crates up to the desk. Merci patted her pocket, questioning Benny.

       “Umm…I say we wait ‘til the wax is dry,” Benny said.

       “So, it is! Dried wax and then we celebrate!” Clearing her throat, Merci assumed a grave tone, “Dear Ms. Gordon,

       It has come to my attention that you have a knack for redundant compositions.

       Perhaps this was a reasonable idea for the wandering Israelites but the for the artist?

       The horror of the thing! Your previous request, dated this past Wednesday,

       strangled the last sliver of inspiration out of your pupils. I have it on good authority—”

 

       Benny paused, “Ack, no! Cliché, Merci! The shame!”

       “You’re right. Let me start that sentence over. ‘I swear on my dear Sainty Virgi’s—,’” tried Merci.

       “You’d better leave your grandmother out of this one,” suggested Benny.

        “Fine. No grandmommy. ‘I swear upon my dear Theo’s final bark—’”

       “You had a dog named Theo?” Benny interrupted again.

       “No, I wouldn’t even involve my dog in this. I made it up.

              I swear upon my dear Theo’s final bark, slew by Carzilla God rest her soul, that

              your students are suffering at your superfluous hand. Has the invaluable sheathe

              of education falln’ blindly—” Merci stopped in reflection, “Now make sure you spell

              falln’ like this: f-a-l-l-n.”

       Benny’s scratching paused, “Falln? That’s not even a word!”

       “Exactly! It’s a lovely fit. Trust me.” Merci continued, “Has the invaluable sheathe of education falln’ blindly on the undeserving?”

       Benny hesitated and stifled a giggle, “I will NEVER see you again after this but carry on.”

       Merci grinned at her in delight,

              “If you expect said pupils to gorge themselves on thick words and ancient

              philosophies, then is it not conceivable to first share such things before thrusting

              the Gauntlet of Analyzation? Or are you lacking? These impoverished artists have

              been violated again and again by your resounding and tedious projects. I must

              ask: Are you committed to send forth the beauty of creative thought into the

              world or more monotonous muddle?”

       “Ooh, redundant letters! I do love a good alliteration!” Benny cried as she fed the point of her pen.

       “Why, thank you!” Merci concurred. “As I was saying,

              Are you committed to send forth the beauty of creative thought into the world or

              more monotonous muddle? If the latter is true, and your schooling has instructed

              you to kill the imaginations of your pupils, then bravo, my dear lady, count them

              dead! In closing—”

       “Well now you’ve just broken all the rules!” Benny cheered.

       “And so, I have!” Merci resumed her dramatic end,

              “In closing, let me speak in plain but meditative language: Your requests are not

              informative but stupid and I, just one suffering pupil under your tutelage, will no

              longer comply. I would rather speak into the wind than write with a chisel.

              Unaffectionately Yours,

              Merci

              PS Something you show none of.”

       “Ouch! You split the marrow with that last one!” Benny said as she wrote the final lines and handed the smudged paper to her friend.

        “I’m doing the lady a favor. I, for one, don’t want her to get dirty when she’s six chapters deep in that direction,” Merci replied pointing downward.

        “Oh, Merci, Merci!” Benny said as she covered her mouth in pretend shock. A few seconds later she had produced a thin, grey firestick, and struck it towards the wick of a candle. After several attempts, a small flame pitched a dim light onto the table, and she held a rosy wax stick over it.

        Merci skimmed the letter with approval, “As always, you have the most gorgeous handwriting, Benny.” She folded the paper carefully and snatched a metal lid out of the basket with the imprint of a sparrow. Laying the correspondence flat on the desk, Benny dripped streams of wax on its close. When the rose-colored pool began to drift, she grabbed the cap, and pushed it into the hot liquid until it slowed its escape.

        Pleasure draped itself across the opening of the little enclosure and Merci patted her pocket again.

        “I would say celebration is definitely in order,” Benny said sliding her hand down her leg. When it returned, there was a slim, white cigarette in her palm. An elegant ring ran its way around the base.

        “What are we smoking to today?” Merci asked.

        “That’s an easy one,” Benny said mischievously. “To dead poets who aren’t really dead!”

        “Hear, hear!” Merci replied as she inserted the end of her cigarette into the flame and promptly inhaled.

       “Anything you want to add?” Benny asked poking her fingers at the rising circles above her head.

        “To Jonathan and David!” Merci declared.

        “Hear, hear!” Benny said tracing an engravement on the table. Her face suddenly overcast, she watched as her friend leaned over in quiet remembrance. Trails of wax began to seep into the gouged letters as Merci’s lips murmured their sounds.

       “The soul of Jonathan was knit to the soul of David, and Jonathan loved him as himself…but David had mental illness.”

       Merci’s cigarette rolled across the board and fell onto the ground. She stood up and noted the dust all over her dress and shoes. A small tear ran down the seam on her shoulder. She pulled at it absently until her eyes locked with Benny’s. The sky-wrapped, daisy-cloaked young woman had blown the dying flame out on the table and picked up the letter. She put the basket with all of its fun back into the corner, and wordlessly helped Merci move the board onto its side.

       Leaning down, Merci took what was left of the ember, and gently dropped it into her waiting pocket. The little coal immediately licked at her filthy dress until a black hole appeared next to a pattern of others.

       “Merci! Your dress!” Benny exclaimed snatching a wad of fabric and shaking it upside down. “You’re going to burn yourself!”

       Merci let Benny finish fussing with her dress and grasped her little box. She nestled it safely against her body and waited for Benny to fetch her own. Merci’s gaze rested on the green sprouts thrusting themselves out of hard ground. She wondered at the split seed. How did the sun and spring showers coax it from the earth? Would it sit alone forever, as a closed thing, without them? What if the seed’s desire was only to amuse itself? Perhaps its real strength lay not in what it became but the idea of what it could become.

       “You’re doing it again,” Benny called from the gate. “What about dead poets?” she offered. “And new births?”

       Stepping past the neat rows, Merci followed Benny out of the door. Wisps of pink clouds sat waiting to touch navy and she knew she would soon be missed.

       “I haven’t quit myself,” Merci said taking the sealed offering from Benny’s hand. She slid it into an unblemished pocket and a knowing embrace passed between them. Leaving her friend’s side, Merci turned towards the forest. She slowly raised her face to the falling shadows and gave a lyrical whistle. The echo was consumed by the approaching giants and Merci wanted nothing more than to hear the birds sing again.

 

 

 

Krysta Mayfield was born in Texas, and spent her childhood on the plains of North Dakota and in the woods of Virginia. She attended college in Lynchburg, Virginia, and is currently an undergraduate studying English Literature at the University of Texas Permian Basin. She writes both poetry and fiction. Ms. Mayfield currently lives in West Texas.