ISSN 2692-3912

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Devastación del hotel Packard

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Las coordenadas marcan un punto
sobre un mapamundi arrugado,
hay que insistir, dice el que siempre recuerda,
hay que golpear el picaporte, pasar
el umbral de la ciudad difunta,
lo que el descuido arrasó
va y se convierte en adorno,
una construcción inclinada
que conserva su color amarillo,
la palabra inquietud no es suficiente
y resbala por el lomo de un libro
del poeta remendón
Lorenzo García Vega: Devastación del hotel San Luis,
una babosa se acurruca en su textilandia
para contar lo inesperado,
pero nunca aceptarías, por eso te vas,

 

te agota tanta promiscuidad,
es posible trepar a un gran árbol
y chapurrear la lengua de un pájaro,
el hotel es hambre y devastación
donde escupir la esponja de la sed,
tontear frente al hocico del lobo,
lengua de lobo, la lengua feroz
encerrada en una cajita,
en una gaveta de escritorio
en mi habitación del hotel Packard,
pero no conviene forzar la voz,
sobran palabras,
balbucear, silencio,
bienvenido seas
a cualquier lugar.

 

Rodolfo Häsler nació en 1958 en Santiago de Cuba y desde los diez años reside en Barcelona. Estudió Letras en la universidad de Lausanne, Suiza. Tiene publicados los siguientes libros:  Poemas de arena (Editorial E.R., Barcelona, 1982), Tratado de licantropía (Editorial Endymión, Madrid, 1988), Elleife (Editorial El Bardo, Barcelona, 1993 y Editorial Polibea, Madrid, 2018, premio Aula de Poesía de Barcelona),  De la belleza del puro pensamiento (Editorial El Bardo, Barcelona, 1997, beca de la Oscar Cintas Foundation de Nueva York), Poemas de la rue de Zurich (Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2000), Paisaje, tiempo azul (Editorial Aldus, Ciudad de México, 2001),  Cabeza de ébano (Ediciones Igitur, Barcelona, 2007 y Ediciones El Quirófano, Guayaquil, 2014), Diario de la urraca (Huerga y Fierro Editores, Madrid, Editorial Mangos de Hacha, Ciudad de México, y Kálathos Ediciones, Caracas, 2013). Finalmente, Lengua de lobo (Hiperión, Madrid, 2019, XII premio internacional de poesía Claudio odríguez).  Ha publicado la plaquette Mariposa y caballo (El Toro de Barro, Cuenca, 2002) y Cierta luz, Ediciones Mata Mata, Ciudad de Guatemala, 2010), así como  Antología poética (Editorial Pequeña Venecia, Caracas, 2005) y Antología de Tenerife, Ediciones Idea, Las Palmas, 2007).  Ha traducido la poesía completa de Novalis, los minirelatos de Franz Kafka y una selección de Anthologie secrète de Frankétienne. Es autor de la antología poética El festín de la flama de la poeta boliviana Blanca Wiethüchter.

Creadores

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Pascual Borzelli Iglesias y la poética de la luz

El registro fotográfico cada día es más difícil.  La revolución tecnológica ha puesto en predicamento al oficio de la fotografía que yo considero artesanal. Los teléfonos inteligentes suelen ser más potentes que las cámaras, pero carecen de la habilidad para encontrar esa luz vital que fortalece mi trabajo fotográfico.

Todo mundo, hoy en día, está atento al teléfono-cámara y posa de inmediato. Cuando el fotógrafo aparece con su equipo, nadie se percata de que está allí. Debe de tener la habilidad de pasar desapercibido, si no, por lo menos, intentarlo.

El fotógrafo tiene que estar atento siempre. Al acecho, como una pantera. Es una mezcla de instinto y paciencia monacal. Estos requisitos y otros más son ineludibles en la fotografía, para que haya magia.

La imagen captada pasa a formar parte de un registro histórico.

Las personas quieren ver el retrato o el paisaje de inmediato. Han olvidado o dejado de imaginar que la fotografía fue parte de un proceso metabólico que luchó para no extinguirse. Iniciaba con la terminación del rollo, luego continuaba con el trabajo de laboratorio, finalmente la develación de la magia en el papel y posterior secado. Todo eso se acabó.

Lo inmediato es lo único que cuenta. Pasar a la siguiente imagen.

Mi trabajo fotográfico lo he logrado con el paso del tiempo. Dedico todo el necesario para poder retratar y que no se me vea como un intruso o alguien que invade.

Conocer la luz, ese elemento que es el que permite la fotografía, es el gran reto. Esperar el momento adecuado, el movimiento y la oportunidad que te permite será la que logrará el efecto deseado. Quien la conoce y se hace amigo suyo, cómplice de ella, logrará lo único y mejor.

 

ESCRITORES:

2013 – Luis García Montero, España, Aguascalientes, Aguascalientes, México.

 

2014 – Nuno Júdice, Portugal, Aguascalientes, Aguascalientes, México.

 

2014 – Martha L. Canfield, Uruguay-Italia, Aguascalientes, Aguascalientes, México.

 

2015 – Roberto Fernández Iglesias, Panamá-México, Durango, Durango, México.

 

2015 – Yolanda Pantin, Venezuela, Aguascalientes, Aguascalientes, México.

 

2012 – Antonio Moreno, Cd. de México, México,

 

2019 – Marco Antonio Campos, México, Cd. de México, México,

 

2019 – Gorka Lasa, Panamá, Pachuca, Hidalgo, México.

 

PINTORES:

2020 – Guillermo Ceniceros, Durango, México, Cd. de México, México,

 

2020 – Hersúa, Manuel Hernández Suárez, Cd. Obregón, Sonora, México, Cd. de México, México,

 


 

Pascual Borzelli Iglesias nació en Panamá y se ha dedicado durante muchos años al fotoperiodismo en diferentes  periódicos, suplementos culturales, revistas impresas y digitales en México y Perú (Universidad Nacional Autónoma de MéxicoUniversidad Autónoma MetropolitanaVuela plumaLa Razón; Laberinto, etc.) Desde 1994 labora en los campos de investigación cultural y literaria; organización de ferias y exposiciones; producción editorial y fotográfica. Ha creado con sus dos hijos Miguel Borzelli Arenas y Margarita Borzelli González, un banco fotográfico de creadores y personajes del mundo cultural.

Arde el mar

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Qué dulce es al oído el rumor con que giran los planetas del agua.
Pere Gimferrer

Arde el mar 

Arde el mar en la memoria
y en mis ojos.
Me saludan los labradores
que están labrando el mar.
Buceo para encontrarme
con los ataúdes de los míos
y recorro la inmensidad
en busca del velero
en el que desapareció
el ciego Otto.
Me llegan de muy lejos
las campanas marinas.
Rezo las oraciones del agua.
Regreso a la superficie
y veo como una ofensa
la tierra a la que no pienso regresar.

 

Afuera en el jardin

Afuera, en el jardín,
mujeres desnudas bailan en corro
una sardana obscena,
sin patria. Las acompaña
la música del agua
y los niños en la tapia
cantando canciones
de una deliciosa melodía
en una lengua indescifrable.

 

Agonizan las flores 

Agonizan las flores
en un jardín de polen y de insectos.
Vive el mundo ajeno al dolor.
Cierran las ventanas
para no ver el cielo
y protegerse de los abejorros.
Se oyen voces lejanas
sin más significado que su lejanía.
Las casas están llenas de jarrones
con flores sin vida.
Y un niño desnudo juega al ajedrez
ajeno a todo lo que nace
para morir.

 

Ahora lloro

Ahora lloro
porque suelo llorar en mis poemas.
Pero no hay razón ninguna
para el llanto.
Amaban las ancianas a sus muertos,
solas, en habitaciones
donde se consumieron los años.
Lloraban los amantes
sin amor.
Y los caballos. Y las vacas.
Una profusión de llanto
Y yo, con los lagrimales secos,
buscaba una razón
para llorar
y la encontraba siempre
en mis poemas.

 

Juan Antonio Masoliver Ródenas (Barcelona, 1939) ha sido catedrático de literatura española y latinoamericana de la Universidad de Westminster de Londres. Es crítico literario de La Vanguardia de Barcelona. Acantilado ha publicado La puerta del inglés (2001), Voces contemporáneas (2004), La noche de la conspiración de la pólvora (2006), La calle Fontanills (2010), El ciego en la ventana. Monotonías(2014), La inocencia lesionada (2016) y Desde mi celda (2019), además de la totalidad de su obra poética: Poesía reunida (1999), La memoria sin tregua (2002), Sònia (2008), Paraísos a ciegas (2012) y La negación de la luz (2017).

 

Foto: Sònia Hernández

José Balza en México

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José Balza está a punto de cumplir ochenta años. No debería decirlo porque es un socias de Dorian Grey y uno de los más jóvenes escritores de la literatura latinoamericana y le gustaría más que ser inmortal ser eternamente joven. Durante muchos años, cuando la fluidez del tránsito de los libros era más normal y no tan azarosa como ahora lo leía con avidez y sus páginas me dejaron emocionantes lecciones de rigor e inventiva, de capacidad para ir más allá de lo previsto en busca de una experiencia extrema del lenguaje como forma expresiva. La distancia y la poca comunicación, aunada a las crisis políticas y el magro mercado del libro dificultan el seguirle la pista a su obra.

          Veo por la bendita y peligrosa Wikipedia –no hay que confundir la información con el conocimiento- que publica con frecuencia y recibe merecidos galardones y es miembro de la Academia de la Lengua de su país, Venezuela, lo cual me regocija. Pero sobre todo escribo está nota para felicitarlo en su cumpleaños y contarle al lector uno de esos milagros que la cultura provoca en medio de nuestro plañir. En Querétaro, ciudad más conocida por sus escándalos políticos que por su hermosa arquitectura, hay una notable actividad editorial y la Universidad Autónoma de Querétaro en su Fondo editorial dio a las prensas el libro Ensayos simultáneos de José Balza. Una verdadera joya. Balza es un ensayista singular porque sus textos reflexivos son visiblemente artefactos verbales que usan y recrean el léxico y la sintaxis, el ritmo las ideas para entregarnos piezas literarias de gran calado, cartografías personales de enorme vuelo creativo.

          No le interesa tener razón, le interesa pensar en y desde la literatura misma. Eso lo sabíamos ya desde las deslumbrantes páginas que conocimos hace ya más de un cuarto de siglo gracias a Adolfo Castañón, sobre El Quijote. El Fondo de Cultura le ha publicado en México tres libros, Este mar narrativo, Medianoche en video y Setecientas palmeras plantadas en el mismo lugar. La UNAM –creo que fue Hernán Lara Zavala- le publicó Ejercicios narrativos (que tuvo una segunda edición) y luego ambos lugares perdieron la buena costumbre de editar sus libros en México. Lo mismo ocurrió con Ediciones Sin Nombre que le publicó La mujer de la roca y otros cuentos. Por eso me entusiasmó tanto la aparición de Ensayos simultáneos: volver a leer a José Balza. Pero en su caso volver es en cierta manera releer, aunque también leer de nuevo, como novedad, sin importar si lo es de facto, es una reedición o una antología. La escritura de Balza es siempre una especie de mecano que el lector arma, que se reconstruye desde si misma, pero lo hace siempre de manera distinta. Por eso siempre relee, por eso siempre es novedad.

          Cuando yo empecé a leer a Balza él ya llevaba un largo camino recorrido. En los primeros años  sesenta se dio a conocer el grupo de escritores de la revista En Haa –Jorge Nunes, Teodoro Pérez Peralta, Aníbal Castillo, Armando Navarro, Lubio Cardoso, Carlos Noguera- y Balza destacó de inmediato, vinculado a lo que se podía considera una literatura experimental, influida por las lecturas del estructuralismo francés e interesado en la lingüística y en las teorías convergentes, ya en franca distancia (pero no negación) del realismo mágico que alcanzaba por entonces sus momentos más célebres. Balza fue un crítico exigente y un narrador arriesgado en un país dominado por la literatura realista a la manera de Rómulo Gallegos. Sus búsquedas coincidirían en el tiempo con la de narradores como Cabrera Infante o incluso Severo Sarduy o con las de Salvador Elizondo. Su experiencia de la narrativa no le impide practicar el ensayo más como lo hacen los poetas: escuchando muy de cerca el texto. Por ejemplo, la deslumbrante reflexión que abre el libro, sobre las relaciones entre aforismo y ensayo, a la vez concentración inusitada de información e intuiciones punzantes con un alto grado de sorpresa e ironía. O, por ejemplo, su famosa reflexión sobre una coma (,) en Cervantes. Balza forma parte de ese postboom que inicia con particularidades muy propias –admiración por la cultura popular, referencias barrocas, oído hiperestésico, conocimiento teórico-.

          La crisis del mercado del libro a mediados de los 90 afectó su circulación entre nosotros. Dejó de publicarse aquí y los libros venezolanos circulan poco en otros países, más ahora que un descarado bloqueo internacional impulsado por los Estados Unidos en la época más baja de su política mundial (más incluso que la de Kissinger en los setenta) los aísla deliberadamente no sólo política y económicamente, sino también culturalmente. He de hacer también una confesión: me resisto a leer libros electrónicos, y lo digo porque en Porrúa se consigue en versión electrónica su más reciente novela, Largo, de 2016, pero aún me lo estoy pensando.

          Entre las literaturas latinoamericanas la venezolana es tal vez la más desconocida y misteriosa, y sin embargo está presente con constancia en ese margen de una escritura heterodoxa –José Antonio Ramos Sucre, Guillermo Meneses, Rafael Cadenas, Guillermo Sucre, Eugenio Montejo- a la que tanto necesitamos ahora devolverle su vigencia, Y Balza y sus ensayos simultáneos, y sus cuentos y novelas es una inmejorable manera de entrar en ella. Al empezar esa nota hablé del milagro editorial que significa un libro de Balza, porque cuando se dice que un libro aparece hay que tomarlo literalmente: es una aparición. Y el milagro tiene, además, una característica física que también tiene algo: es una edición de gran belleza, sobria, clásica, llena de detalles tipográficos y oficio editorial. Algunas de las mejores ediciones que se hacen en México se hacen allí, en Querétaro.  Y eso se debe en buena medida editores de pura cepa, como Federico de la Vega.

 

II

 

Si a Balza se le preguntara que cómo se define seguramente diría: narrador. Y eso provoca que sus iluminadores ensayos sean escritos como escolios o marginalia a su obra narrativa. Eso es también lo que les da una enorme versatilidad en su forma y libertad en su método. En estos Ensayos simultáneos nos habla, por ejemplo, de diferentes escritores venezolanos que, después de sus palabras, uno quiere leer de inmediato (y se topa, claro, con la dificultad de conseguir sus textos), pero además propone una especie de contracanon o corriente secreta de la literatura venezolana, muy sorpresiva por su sofisticación y alcance. Ya la figura fascinante de insomne absoluto que fue José Antonio Ramos Sucre es una conocida puerta de entrada a esa vía, a ese abismo, de una escritura secreta. No es que Balza no conozca –parece haberlo leído todo- la literatura canónica, sobre la cual dice además cosas muy interesantes, sino que le interesa llevar a la luz esa cara oculta, esa zona de sombras y que expone desde sus fundadores –Teresa de la Parra, Guillermo Meneses- hasta el día de hoy, sin importarle edad, prestigio y jerarquía. Y, con llamados ocasionales, señala también su conocimiento y la manera de ponerlos en relación con otras geografías. Pongo un ejemplo: Ensayos simultáneos incluye un notable ensayo sobre la obra de Christopher Domínguez Michael, penetrante y complejo, lleno de sutilezas que ninguno de los críticos mexicanos hemos escrito, no tanto porque esté menos contaminado por bandos, posiciones y prejuicios, sino porque tiene más claro qué le pide al crítico. Así es difícil precisar el campo temático del libro ¿literatura venezolana, latinoamericana, poesía o narrativa, música o pintura? Todo está mezclado, como en botica, pero como en buena botica, perfectamente ordenado y delineado su flujo conceptual.

          Así que empecemos por el principio: el título mismo. Ensayos simultáneos. Tiene miga. Se reúnen textos escritos para la ocasión –un homenaje, una reseña de un libro recién aparecido, un discurso de agradecimiento de un premio- pero la circunstancia no lo circunscribe. Para Balza leer y pensar es un acto simultáneo, tal vez por eso el título, que se erige, además, como una paradoja, frente a la inevitable naturaleza sucesiva de todo ejercicio crítico. Como suele suceder con estos libros misceláneos uno los empieza leyendo por aquí y por allá y termina devorándolos en la secuencia propuesta por el escritor.  Y buscando otros libros del autor para releerlos. Por ejemplo, en el breve recuento que hice de su presencia editorial en México no mencioné –no lo tenía presente- un libro peculiar, Iniciales, publicado por la UNAM. Simplemente lo había olvidado y al ir al librero allí, estaba, esperando que lo leyera. Pero, ya se dijo, autores como este siempre se releen aunque sea la primera vez. Y ese libro, que se ocupa de los orígenes de la literatura hispanoamericana, me hace caer en otra paradoja: Balza es un autor intermitente cuya intermitencia en algún momento se muestra como continuidad. Y así el francotirador que formula nuevos cánones y descubre autores inesperados es también capaz de dar una mirada histórica consecutiva –y consecuente- a nuestros clásicos. Y así mirarlos desde otro punto de vista, también ellos como heterodoxos y marginales a la continuidad que ellos mismos han creado. Y así dialogar, por ejemplo, con Guillermo Sucre de La máscara, la transparencia y con el Rafael Humberto Moreno Durán de De la Barbarie a la imaginación.

          Así, calificarlos de simultáneos, quiere decir que ocurren al mismo tiempo o que el tiempo es en realidad espacio transfigurado en la lengua. El tiempo sucesivo deja lugar a un tiempo distinto, que tampoco es el del eterno retorno, sino el del instante, experiencia contenida en lo simultáneo que no significa exactamente algo que sucede al mismo tiempo, sino que aporta un matiz existencial distinto. Balza estará entre los cuatro o cinco escritores venezolanos vivos más importantes actualmente –Rafael Cadenas, Guillermo Sucre, Ednodio Quintero, Yolanda Pantin y algún otro que se me olvida- y sin embargo se ocupa por igual de sus antecesores que de jóvenes muchos años menores que él. Esa es otra noción de lo simultáneo que también hay que agradecerle, en una época en que los medios masivos simplifican todo y lo reducen a la obviedad. Porque eso mismo que yo acabo de hacer –mencionar apenas unos cuantos, es ya también un ejercicio de reducción al que Balza no se pliega, en buena medida porque, a la manera de Maurice Blanchot, la literatura siempre es un diálogo infinito y por venir. Balza es un sismógrafo de su inminencia, nos avisa del terremoto no para que busquemos escapar sino para que vayamos hacia él con los ojos bien abiertos. Una de las venas del libro es la relación entre literatura y pintura, con la obra de Armando Reverón como eje articulador de esa relación.

            Balza vive plenamente el mundo de la expresión creativa tanto a lo ancho como a lo largo, por ejemplo en la música. Los Ensayos simultáneos se cierran con un largo capítulo, un poco inconexo, sobre la música venezolana, y un colofón verdaderamente inspirado sobre el bolero. Alta cultura y cultura popular, inicios de la literatura latinoamericana y lo más nuevo de lo nuevo, igualmente cumple la paradoja de hacer en su condición cosmopolita un ensayo más que nacionalista nacional, no por obsesión ideológica sino por necesidad personal, en la que el entorno más que patria y nación es matria y paisaje, léxico y ritmo como alimento vital. Y a eso se extiende también la condición simultánea, los ensayos de Iniciales no son ejercicios de investigación histórica sino actualización del sentido vigente de esos clásicos, El Inca Garcilaso y Netzahualcóyotl, Hernando Domínguez Camargo y El lunarejo, Sigüenza y sor Juana, no son objeto de arqueología y recuperación, son leídos como poetas de hoy. Y lo consigue. Ese guiño implícito en el título (la edición de Monte Ávila, de 1992, se titula así, I, mientras que la mexicana de 1997, agrega como subtítulo, “Siglos XVI y XVII”, lo que anula un poco el juego de no saber a qué se refiere esa i, si son ensayos, relatos, escritura pura), nos muestra también la inteligencia lingüística de este escritor, adscrito sin duda a lo que en México llamaríamos escritura, contrapuesta a la onda, la famosa dicotomía planteada en los años sesenta entre las vías abiertas por la nueva narrativa.

            El método de Balza es el del collage, notas de diversas épocas se ensamblan con singular precisión para dar forma al discurso. Esa libertad de ensamblaje se apoya en las constantes que recorren los 60 años de escritura de nuestro autor, pues en su evolución no abandona temas sino que los reformula y los lleva a otros espacios y niveles. Entre los cultivadores de un nuevo barroquismo Balza es un buen ejemplo de que no se quiere resucitar un estilo o una época sino entender que hay en ellos de necesidad verbal, de un Adán que nació barroco al nombrar las cosas por vez primera.

 

III

 

Un juego demasiado fácil de palabras sería señalar que la exclusión de la c nos abre a un abismo: Balza no es Balzac. Pero el universo narrativo que comparten los hermana en su heterodoxia. La simultaneidad es en el relato disposición consecutiva. Por eso Balza en sus ensayos presta tanta atención a la composición narrativa, son ensayos de narrador, y nos cuenta una historia, la de una inquietud o curiosidad, la de un deslumbramiento, la de un interés en el lenguaje y/o en el autor. En Iniciales, lo que se busca es contar la novela de esa novela sin novelista, de ese continente que sólo la imaginación puede formular –descubrir- y que en el viaje de Colón, en las de eso navegantes extraordinarios y conquistadores crueles, de Cortés  a Magallanes sin olvidar a Aguirre, Balza ve la transición del hecho al mito y del mito como hecho. Vivimos en una ficción: ese nuevo mundo. Los compone como un cuento. Por eso su interés por el Quijote y su coma: la novela de Cervantes es un elogio de la locura, perdón, de la lectura ¿sinónimos acaso? Fue algo que surge con el boom, sobre todo en Carlos Fuentes y en Mario Vargas Llosa y que la generación siguiente hace costumbre, buena costumbre. ¿En que latitud, al cruzar qué paralelo los conquistadores perdieron la razón? Porque la novela no es el reino de la razón sino de la imaginación, eso que es en cierta manera la razón perdida. No somos los hispanoamericanos kantianos y necesitamos hacer la crítica de la razón narrativa. Balza lo entiende muy bien. ¿Y los poetas? Bueno, como suele acontecer lo sabían antes, de allí la centralidad de José Lezama Lima y de Octavio Paz el último medio siglo.

 

IV

 

Balza es, ya se dijo, un narrador, pero lo es de manera tan esencial, que sus espléndidos ensayos se vuelven también relatos. ¿Qué quiere decir esto? Que su sabiduría para contar la historia de las obras alcanza para contar la de los autores y coinvertirlos en personajes. Tal vez sea esta la enorme diferencia entre los ensayistas puros, los ensayistas poetas y los ensayistas narradores: estos últimos acaban convirtiendo al autor en personaje. Y vuelve a la historia una novela y así la hace más verdadera. Eso provoca que su ensayística no sea iconoclasta ni este armada con la espada ante sus antepasados y contemporáneos, pertenece más a la parte de la tradición que de la ruptura si usamos los términos de Paz, y crea una continuidad discursiva admirable. Por eso este tipo de ensayo se lee con fluidez incluso cuando tiene sus complejidades conceptuales o filológicas. Por ejemplo, cuando Balsa señala la condición lectora de sor Juana y alude a la lectura del sueño de la monja que hace Paz, no hace, como si lo hizo el poeta, preguntarse por las lecturas de sor Juana, le importa que lea no lo que lee. A partir de sor Juana, el libro publicado por Monte Ávila y el publicado por la UNAM son distintos. En el primero hay algunos textos que nos iluminan para leer el segundo. En realidad hay muchas diferencias, los mismos ensayos son diferentes, más amplios en la edición mexicana. Balza acostumbra hacer de sus libros trabajos en construcción y los modifica, reordena y cambia cuando los vuelve a publicar. No es un trabajo de re ensamblaje sino muchas veces de reescritura. En la edición mexicana agrega dos textos, sobre Nicolás de Herrera y Ascanio y sobre Eugenio de Santa Cruz y Espejo, señal de que no agota sus temas ni los cancela en sus lecturas. A Balza le atraen tanto el discurso mismo de esos siglos iniciales como el recurso reflexivo barroco, le gusta lo que piensan con relación a como lo piensan, y a veces más el cómo de ese cómo. (Estoy seguro que le entusiasmaría la figura de Guillermo de Lamparte y su extraño proceso, su curiosa figura y su condición del proceso más largo llevado por el Santo oficio en la Nueva España.)

            Es evidente que lo bizantino no es bizantino, si primero usamos la palabra para designar una época y después para designar una discusión sin objeto. Lo primero, la época, como el barroco, es fascinante en sus tropos expresivos que son casi siempre discursivos.  Y podemos entonces decir que lo barroco no es barroco y sacar las consecuencias del enunciado. Pero seamos aún más radicales: los sofistas no hicieron del pensar un sofisma. La extrema formalización de los periodos mencionados en Grecia, la edad media y siglo XVIII nos lleva a ese “género” que tanto inquieta al narrador Balza: el ensayo.  Habría que (volver a) preguntarse si realmente es un género o un antídoto contra la formalización genérica. Porque, cosa curiosa, el ensayo es una elección constante en los sofistas, los bizantinos y los barrocos.  Es un antídoto que provoca la enfermedad, como suele ocurrir con las vacunas, antídotos anticipados a los que se les pasa la mano y te enferman de lo que te curan.

            A Balza le interesa, y lo va señalando con sutileza en cada uno de los textos, mostrar la gestación de la crítica literaria en nuestro continente, cómo esa búsqueda de las finezas del discurso va dando paso a través del humor y el uso del lenguaje basado en oídos atentos hasta la hiperestesia, se va abriendo camino hasta nuestros días para conformar ya una tradición admirable, que se desarrollará sobre todo en el siglo XX a partir de pilares culturales como Pedro Henríquez Ureña y sus discípulos. Del ensayo se puede decir, cuando alcanza ese momento dorado, lo que San Agustín del tiempo: si no me preguntan sé que es, si me lo preguntan ya no. Saber qué es quiere decir que lo reconocemos en cuanto lo vemos pero que nos evade en cuanto queremos que nos lo diga.

            Una de las estrategias ensayísticas de Balza es que en sus libros reflexivos suele incluir, casi siempre como prólogo o epílogo (a veces ambos) un texto muy conciso y concentrado sobre la función del ensayo y la reflexión para dar así un sentido a sus relatos reflexivos sobre los autores y las obras. Acaba Iniciales con un brillante texto homenaje, glosa y nueva propuesta sobre Alfonso Reyes que da sentido al libro. Lo sitúa en la senda de un discurso literario que se edifica entre todos y que no es, como ya se dijo, un devenir histórico sino imaginario. Por eso es importante volver al libro por el que los mexicanos –mi caso no fue el único- lo conocimos, Este mar narrativo. Los epígrafes de Thomas Mann y de Cervantes que abren su libro dan el tono: Cervantes, como él mismo Balza discurrirá en las páginas siguientes cambia la literatura e instaura la idea y  el modelo de lo que hoy llamamos novela, hoy, es decir, de manera moderna, distinta a la que señalaba la palabra en la edad media. Como Iniciales, se trata de un libro erudito y riguroso, pero no de una académico, filólogo o lingüista, sino de un escritor.

            Ciertos descubrimientos historiográficos nos hablan de la voluntad que tuvo en cierto momento Cervantes de venir a América, César Antonio Molina nos dice: “…el 21 de mayo de 1590, solicitó por medio de su hermana Magdalena la contaduría del Nuevo Reino de Granada, la gobernación de la provincia de Soconusco en Guatemala, ser contador de las galeras en Cartagena de Indias o ser corregidor de la ciudad de La Paz.” Los críticos nos fascinamos incluso sólo por la posibilidad misma de que el autor de La Galatea hubiera venido al continente recién descubierto. Y los ensayos de Iniciales, cuentan cómo, si no él sí su espíritu, o el de su escritura y el de su personaje central Don Quijote, viajaron a nuestro continente. En efecto la secuencia de Cervantes a sor Juana está perfectamente dibujada por el modo de referir la realidad, por el sentido que instaura en ella el imaginario literario. ¿No hay algo ya de cervantino en Bernal Díaz del Castillo y su Crónica?

            Sin embargo Balza, y eso lo notamos desde las primeras páginas de Este mar narrativo, tomo a la obra cumbre de Cervantes como una obra moderna, no escrita ayer ni hoy, sino mañana. Toda gran literatura, diría Maurice Blanchot, es una literatura por venir. Así que la intención de Cervantes de venir al nuevo continente, es en cierta manera otra de las aventuras de su trasunto, el caballero de la triste figura. Y, como se sabe, la narración tiene su origen en la vida, desde luego (¿qué no?), pero sobre todo en la vida de lector.

 

José María Espinasa nace en la ciudad de México en 1957. Realiza estudios de cine y literatura en la Universidad nacional Autónoma de México. Ha publicado los libros de poemas Son de cartón, Cuerpos, Piélago y El gesto disperso, Escritos en un muro de aire y Al sesgo de tu vuelo. También los libros de ensayo Hacia el otro, Cartografías, El tiempo escrito, El cine de Marguerite Duras, Roberto Gavaldón director de cine. Temor de Borges, Actualidad de Contemporáneos y El bailarín de tap (Retrato de Truman Capote con Herman Melville al fondo). Es profesor, periodista y editor. Ha dirigido las revistas La orquesta, Casa del tiempo y Nitrato de plata, fue secretario de redacción de La Jornada semanal de 1990 a 1995. Fundó y dirigió el suplemento Ovaciones en la cultura durante dos años (1999-2000). Fue Coordinador de producción editorial en El Colegio de México y director de Ediciones Sin Nombre. Forma parte del Sistema Nacional de Creadores del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. En 2015 publicó Breve historia de la literatura mexicana del siglo XX en El Colegio de México, que va en su tercera reimpresión, y en 2019, como fruto de un apoyo del Sistema Nacional de Creadores el libro Notas para una política del texto (La literatura mexicana después de 1968). Actualmente dirige la Red de museos de la Ciudad de México, de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, desde 2014. Se ha especializado en literatura mexicana. Colabora actualmente en diversas publicaciones en la red y escribe regularmente para La Jornada semanal, suplemento del diario del mismo

Fälla

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El ferrobús cruza el límite de la comarca y de lo aprendido. Si no busco el aire ya tengo aliento. La única dirección del clima es la repetición. Apostar por mí misma esta vez.

***

Todo empieza en una defensa, guardando el silencio, como si no presenciáramos esto. Pero que lo acostumbrado puede decir más de las personas con las que hemos convivido que de nosotros mismos. El terreno busca los terrenos, vastas turberas.

Si nos mantenemos despiertos sobre el lago, ahora que todos han olvidado o simplemente han dejado de buscar. Absorbe este otoño, la línea de los árboles, matorrales de abedul.

***

Ser posible hasta. Rebasemos los caminos, viajemos con los árboles. Hay una comprensión en. Terrenos sin nieve, nos moviste aquí. El río se reúne hacia abajo, una espera que pasó. El conato y cuando hacemos mención del lugar.

***

Respondemos únicamente a ti

La distancia influye marcadamente en la sensación

Hacerse literal, no interpretar

Fijar la distancia, las líneas telefónicas, la red de caminos que me ata cada vez más

Dejaremos de ser nuestra historia

***

No quedarse cuando la región se vuelve demasiado significativa

Hablas de nosotros como si estuvieras aquí

Enseñas sin una seguridad

Cuando escuchamos una voz recuerda el cuerpo

Donde hemos buscado latas al pie de la colina

***

Enorme enorme es la verdad la única

El terreno comparte el terreno

Digo que quiero esperar una estación del año

Hay un sentido en el terreno

Bosques expulsados de tus manos

***

Cuando protegemos     salimos del pueblo     la señal de tráfico

a la que  siempre cantamos     como una puerta principal     caminos que tenemos que llevar

terrenos dentro de un hogar     dónde estamos antes de

reales cuando decimos     ver cómo es     qué vamos a hacer con las casas

con el color de las maderas     qué vamos a hacer con el bloque de sal

***

La tierra termina ante el mar,

Aquí uno frena, aquí está el carrizo, el nuevo puerto.

 

Tenemos que hablar de la realidad para ver cuándo está.

 

Pernilla Berglund (Umeå, Suecia, 1982), poeta y editora, es autora de tres libros de poemas. Debutó en 2013 con la colección de poemas Tilltar (‘Aumentando’), la cual recibió buenas críticas y fue nominada a uno de los premios para debutante más prestigiosos de Suecia, Borås Tidnings debutantpris. En 2015, se publicó el segundo libro de poemas, Fälla, el que igualmente tuvo una recepción positiva, y una nominación al premio literario del periódico Svenska Dagbladet. Rätten (‘El derecho’), el tercer y más reciente poemario de Berglund fue publicado el año pasado.

 

Versiones en español: Petronella Zetterlund

Retrato del hijo como un alma en pena

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Difícil negar que, desde su aparición en 1847 en las páginas de la literatura de Occidente, uno de los personajes más enigmáticos se llama Heathcliff. Violento y desalmado, egoísta y feroz, este hombre arrasa con los destinos de dos familias en los fríos páramos de Yorkshire, al norte de Inglaterra, durante los primeros años del siglo XIX. Su historia la encontramos en Cumbres borrascosas (Wuthering Heights), de Emily Brontë (1818-1848). La pregunta ha sido siempre: ¿quién es Heathcliff?, ¿de dónde vienen su perversión y su inquietante deriva hacia las prioridades del mal?

          En un primer acercamiento, la causa de su ambición y crueldad sería el desmedido amor por la joven Catherine Earnshaw. El lugar de Heathcliff en la novela es claro: recogido en una calle de Liverpool cuando niño, es adoptado por el viejo señor Earnshaw, patriarca de Wuthering Heights, quien lo protege al grado de marginar a su hijo primogénito, Hindley. Desde esos años primerizos Heathcliff crea con Catherine, la hija de su protector, un vínculo de cariño y camaradería que rozaría las premisas de la hermandad y, con la llegada de la adolescencia, de una equívoca pasión que sin embargo jamás toca los linderos de la carne.

          Luego de la muerte del viejo Earnshaw, el nuevo heredero de la propiedad, Hindley, cobra venganza de los menosprecios paternos y hostiga al foráneo, en ese momento ya adentrado en la pubertad. A raíz de una desventurada confusión, el muchacho toma la decisión de huir y nadie sabe más de él hasta varios años más tarde, cuando regresa mutado en un hombre adulto y fuerte, con dinero y aleccionado en la tosca verdad de los tratos sociales.

          Aun así, persiste una zona de sombra, un signo de interrogación. Pues, si no conocemos los orígenes de Heathcliff, tampoco sabremos cómo logró una transformación tan absoluta e inesperada: ¿qué hizo él durante esos años?, ¿de dónde sacó todo ese dinero? Ante la consistencia del enigma, deseo sumar mi conjetura de lector diletante que ha regresado en varias ocasiones a las páginas de esta novela mayor.

          Debido a sus rasgos agitanados y la mención de Liverpool como el puerto en que lo habría hallado su viejo protector, podría especularse que el muchacho sería el hijo de una prostituta y un marinero de rumbos distantes que tocó tierra en algún momento y luego retomó sus travesías. También, podría señalarse con un tono de cuestionamiento la identidad que la novela plantea entre una piel oscura y una conducta inhumana, en tanto una muestra de los prejuicios raciales de la sociedad británica. Algún estudioso acaso ya hizo una reflexión, siguiendo las de Edward Said en Cultura e imperialismo, sobre los vínculos entre las naciones imperialistas y las colonias dotadas de enormes riquezas y habitadas por personas de piel morena. Todo eso tendría peso, a no dudarlo.

          Hay otras pistas sin embargo que me interesa rastrear.

          El discurso de Cumbres borrascosas surge gracias a la interacción de dos personajes. El señor Lockwood, un hombre culto y pedante procedente de la gran ciudad, renta una de las propiedades de Heathcliff y durante un periodo de convalecencia, para distraerse, pide a la sencilla y humilde señora Ellen Dean que le cuente la historia en torno de su violento casero. En el extenso discurso de esta narradora se van incluyendo los recuentos de una variedad de personajes. Es decir: Nelly Dean es la novelista dentro de la novela: tiene un punto de vista privilegiado pues, por su condición proteica de niñera, cocinera, ama de llaves y confidente, conoce a medio mundo en los alrededores y ha hablado a lo largo de los años con casi todos los integrantes de las familias involucradas en la aparición, ascenso y rapacidad de Heathcliff. Ha escuchado y guarda en la memoria los testimonios, debido al vínculo afectivo que tuvo con las dos familias. Mientras el estreñido Lockwood trae la mirada escéptica del hombre de la ciudad, para quien la historia de Cumbres borrascosas es mero chisme y entretenimiento, Nelly Dean es la representante del apego emocional, la compasión y el cuidado.

           Emily Brontë creó así un personaje para quien recordar y narrar bien una historia es un asunto entreverado a la solidez y pervivencia de los afectos. Muy cercana ha estado Nelly de los hechos que le han causado felicidad, tristeza o preocupación; no hay manera, pues, de que los traicione malévolamente o los sospeche como falsos. La memoria puede perderlo todo, menos aquello que se aloja en las emociones. No es raro, entonces, que Nelly incluso reporte sucesos en los que cometió errores de juicio o que se precipitaron adversamente debido a su impericia. Lo que quiero decir es que Nelly Dean es una persona de fe y digna de fe. Cree en la verdad de lo que han vivido esos seres a quienes ha amado. ¿Cómo podría ella entonces dudar de la naturaleza extraordinaria del amor que une más allá de la muerte a Heathcliff y Catherine? ¿Cómo podría no creer en que el alma en pena de Catherine Earnshaw aún vaga por los páramos de Yorkshire? El origen foráneo y el ánimo escéptico de su escucha, el señor Lockood, la contienen o intimidan, y debido a esa reticencia hace uso de la alusión o la elipsis a la hora de acercarse a los episodios sobrenaturales de la historia.

          Se entenderá ahora por qué me inclino a pensar que esta novela de corte gótico termina asumiendo una explicación maravillosa: el amor de los dos protagonistas sí sobrevive a la muerte de los cuerpos. Esto resolvería la ambigüedad e incertidumbre que se alojan en el desarrollo de todo texto de narrativa fantástica (como lo planteaba Tzvetan Todorov), tensado entre una explicación racional y otra de tipo irreal o mágico.

          A partir de esta premisa, rescato de un breve pasaje de la novela a un personaje de quien nunca se habla. Luego de la primera noche del pequeño Heathcliff en Wuthering Heights recién llegado de Liverpool, la narradora Nelly cuenta: “Descubrí que lo habían bautizado ‘Heathcliff’: era el nombre de un hijo que murió en la infancia, y lo ha usado desde entonces, como nombre y apellido”. Nelly menciona esa única vez a un hijo muerto de la familia Earsnshaw. Es decir: Hindley y Catherine habrían tenido un hermano fallecido en sus primeros años. No sabemos si era el primogénito; no sabemos cuándo murió. Pero el hecho de que el padre otorgue ese mismo nombre al niño rescatado sería la pista central de esta lectura que planteo.

          Pues en distintas instancias los demás personajes señalan a Heathcliff como un demonio debido a su conducta inhumana, mi hipótesis va en el sentido de que el niño rescatado en las calles de Liverpool sería una reencarnación del hijo fallecido. Esta explicación maravillosa sustentaría no sólo su profundo apego casi incestuoso con Catherine, sino también la rivalidad con Hindley (dos hijos varones pelean por la primogenitura) y la devoción que siempre le tuvo el anciano patriarca, el único que habría de intuir la escondida identidad de su hijo muerto con el nuevo habitante de la casa. También esta filiación ultraterrena explicaría por qué Heathcliff no duda en verse como alguien dotado del derecho para apropiarse de todo aquello que pertenecía al señor Earnshaw, quien así sería, pues, su padre verdadero. Y una última señal: a pesar de todas sus crueldades, Heathcliff siempre es atendido y escuchado con una preocupada inclinación afectiva por la misma Nelly Dean, quien parecería delatar una consciencia sobre los auténticos derechos del alevoso protagonista.

          De ser esto posible, la tragedia de Cumbres borrascosas tendría su origen en la conducta de un padre que eligió proteger a un hijo que vuelve de entre los muertos por encima del cariño que merecía también un hijo vivo. Al escoger a Heathcliff, su hijo no confesado, el señor Earnshaw puso en marcha el odio de su otro descendiente, Hindley —quien se supo rechazado y al borde del expolio—, avivó el amor obsesivo de Catherine y todas las secuelas de una historia apasionante de rencores y violencia. Un ejercicio injusto y desequilibrado de la paternidad habría tenido como consecuencia el enfrentamiento a muerte entre dos hermanos.

          De este modo, Heathcliff es, en efecto, no un ser vivo, aunque tampoco un demonio: sería un alma en pena que cobra carne y vuelve de entre los muertos para reclamar su sitio en el corazón de su secreta hermana y sus derechos ante la familia y la tierra originaria

 

Geney Beltrán Félix (Durango, 1976) es autor de las novelas Adiós, Tomasa (Alfaguara, 2019), Cualquier cadáver (Cal y Arena, 2014) y Cartas ajenas (Ediciones B, 2011), el volumen de relatos Habla de lo que sabes (Jus, 2009), los libros de ensayos Asombro y desaliento (FCE, 2017), El sueño no es un refugio sino un arma (UNAM, 2009) y El biógrafo de su lector (Tierra Adentro, 2003) y el tomo de aforismos El espíritu débil (Cuadrivio, 2017). Ha obtenido el Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos (2002) y el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada (2015). Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas. Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Es director ejecutivo de la Casa Estudio Cien años de soledad, en la Ciudad de México.

Mapas

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I

Comencemos por el principio:
La Tierra  no es La Tierra.
El mapa no es el territorio.
El territorio no es el mapa.

Un mapa es una imagen.
Un mapa es un modo de hablar.
Un mapa es un conjunto de recuerdos.
Un mapa es una representación proporcional.

Los cuatro vientos, los cuatro ríos, las cuatro puertas, los
cuatro pilares de la tierra de los que hablan los mitos no
son más que las cuatro esquinas de un mapa.

Todo mapa es una imagen, un cuadro, una metáfora, una
descripción…
Pero no toda descripción, metáfora, imagen o, para el caso, todo
cuadro es –por necesidad– un mapa.
Pero puede llegar a serlo.

 

II

Un mapa no es más que –como lo dijo el pintor Nabi Maurice
Denis de todos los cuadros– un arreglo de formas y
colores sobre una superficie bidimensional.

Si todo el territorio fuera homogéneo, sólo se acotaría en un
mapa el perfil de los límites del territorio.

No crecen árboles en un mapa.

Un mapa del mundo real no es menos imaginario que un mapa
de un mundo imaginario.

@Alberto Blanco

III

Un mapa no es más que una representación bidimensional de un
mundo tridimensional que recorre un fantasma: el tiempo.

Si hemos podido mapear un mundo de tres dimensiones en dos,
ha de ser posible mapear un mundo de cuatro en tres.

Con un mapa holográfico se podría mapear el tiempo.

Así como la Tierra no deja de cambiar con el tiempo, la historia
de los mapas no deja de cambiar con la historia.
Nuestra idea del espacio cambia conforme cambia nuestra idea
del tiempo.

 

IV

Todo mapa comienza con un viaje.
Pero, ¿todo viaje comienza con un mapa?

El mapa es al viaje lo que el mito es al lenguaje.

Los mapas, al principio, fueron relatos de viajes.
Después los mapas fueron paisajes al ras del horizonte:
narraciones visuales.
Finalmente, vistas a vuelo de pájaro: poemas geográficos.

Un mapa es una manifestación artística del miedo a lo    desconocido.

@Alberto Blanco

V

Ver la tierra desde arriba: arrogancia de un dios impostado.

Al principio los mapas de la tierra siempre fueron acompañados
por los mapas del cielo.
Después los mapas se quedaron sin cielo.
De seguir las cosas como van, muy pronto los mapas se
quedarán sin tierra.

La verdad que se puede decir no es la verdad.
Las palabras no son las cosas que designan.
Los mapas de la tierra no son la tierra.
Las cartas estelares no son el cielo.

Un punto es un pueblo.
Una línea es una carretera.
Una superficie coloreada es un país.
Un volumen debe ser un mapa de la historia.

 

VI

Mapas exteriores: geografía.
Mapas interiores: psicografía.
Las puertas son los sentidos.
Los límites son el cuerpo.

La moral que se deduce de los mapas tiene que ver con una
idea de dominio o –en el mejor de los casos– con una idea
de conservación.

Cuando se piensa en la relación directa que existe entre los
mapas, las ganancias, las guerras de conquista y el
dominio del tiempo, no se puede menos que pensar en el
título de aquel poema de Stephen Spender:
Un cronómetro y un mapa de artillería.
Un mapa a la medida de la ambición de un hombre.
La ambición de un hombre a la medida de un sistema de
referencias.

Todos los puntos de referencia en un mapa ven hacia afuera.

@Alberto Blanco

VII

Los mapas son retratos ideales de nuestra madre.

Los mapas nos miran de frente cuando dan cuenta de las
superficies.
Cuando quieren dar cuenta de las profundidades, nos miran de
lado.

En la infancia de la cartografía no era posible –y, tal vez, ni      siquiera
deseable– deslindar los territorios de la vigilia de
los paisajes de los sueños.

¿Qué son los colores en un mapa sino un sueño?
El recuerdo anestesiado de nuestra infancia.
Las ventanas abiertas en el gabinete del cartógrafo.
Una fuente de la más pura y sencilla dicha.

@Alberto Blanco

VIII

Todo mapa es una isla.

Lo que antes era un territorio salvaje, ya es un mapa.

Toda escritura es fragmentaria.
Todo mapa es fragmentario.

En mapas no se ha andado nada.
En poesía no hay nada escrito.

 

Alberto Blanco nació en la ciudad de México en 1951. Estudió química y filosofía, y una Maestría en Estudios Orientales, en el área de China. Es poeta, traductor y ensayista, además de ser bien conocido como artista visual. A partir de la publicación de su primer libro, Giros de faros, en 1979, ha publicado 36 libros de poesía en México y quince más en otros países, además de diez libros con sus traducciones de poesía, otros tantos libros de ensayos sobre artes visuales, así como una poética en tres tomos que le ha valido el premio “Xavier Villaurrutia” en México. Su obra no sólo es extensa, sino muy diversa. En ella ha explorado un sinnúmero de formas poéticas: desde las más arcaicas y tradicionales hasta las estrictamente contemporáneas y experimentales. Sin embargo, el autor insiste en que toda su vida ha estado trabajando sólo en tres libros: un libro de poemas, otro de ensayos sobre artes visuales, y una poética. Sus poemas han sido traducidos a más de una veintena de idiomas. En 2018 fue nombrado Creador Emérito.

Latitudes of Bilingual Memory: Nostalgia, Cartography and Identity Maintenance

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Abstract:
Chávez-Silverman’s transcultural experiences, multilingual encounters and globetrotter excursions in the Scenes from la Cuenca (2010) open new ways for a literary analysis of contemporary Latinx experience when considering nostalgia as a catalyst and theoretical approach. Within the pages of the Scenes, the reader encounters how the author frames her globetrotter life-journey through bilingual memories, questions her Latinx identity in the evolving urban and geographical spaces and rediscovers her inner self. While Killer Crónicas portrays an active Latinx globetrotter experience Scenes frames urban locales and linguistic coalitions catalyzed by the author’s nostalgic recollections. This article examines the composition of Latinx identity and bilingual memory by providing an interdisciplinary examination of Scenes.

          This paper employs Boym’s off-modern typology of nostalgia (2001) to approach literary manifestations of longing induced by contemporary urban and global experiences. Furthermore, the project approaches psychological implications of nostalgia and engages Davis’s Discontinuity Hypothesis and Ascending Orders of Nostalgia as functional platforms to examine the role of nostalgia as a lens of self-analysis that partakes in Latinx identity maintenance and continuity. The article denotes how Chávez-Silverman fuses her globetrotter experiences and reconfigures undesirable life events into a coherent life narrative through the implementation of nostalgic catalysts and bilingual memory.

 Keywords: Nostalgia, Latinx, Crónica, Chávez-Silverman, Identity Maintenance, Cartography

 

The twentieth century began with utopia and ended with nostalgia. Optimistic belief in the future became outmoded, while nostalgia, for better or worse, never went out of fashion, remaining uncannily contemporary.

Svetlana Boym “Nostalgia and its Discontents”

          Although nostalgia can be traced to antiquity, it came of-age during the Romanticism; however, it is not historically universal but rather epoch-oriented singularity. In the age of internet and globalization, the socio-cultural and urban milieus embrace widespread change over lesser periods amplifying nostalgia as a devoted syndrome of 21st century Human Condition illuminates Boym in the Future of Nostalgia. On one hand, nostalgia borrows vitality from historical, national and political events, which occurred in homelands. On the other, Boym reveals yearning enhanced through progress, urbanization, modernization and capitalist development, frequently transforms into a deep national, social and cultural spectacle. Nostalgia repetitively feeds on spatial and temporal separation and the lingering notion of impossibility of return to those old days. Once fast-tracked by progress, nostalgia puts an individual in the forefront who contemplates memorable signs and landscapes of memory while lamenting the irreversibility of time. What one may encounter, is an intersection of nostalgia, estrangement and modernity denotes Svetlana Boym (2001). Boym’s observation can be considered valuable platform in examining contemporary globetrotter U.S. Latinx experiences that emerge as a reaction to passage of time, social and urban reconfigurations, and diasporic or global movements.

          A salient marker of the U.S. Latinx texts often includes themes related to binary powers, loss and nostalgia, assimilation and identity development. Within the literature, readers often note the struggles of U.S. Latinxs living on the margins of both Hispanic and mainstream American culture, shaped by the historical exodus, post 1960. The political turmoil in Latin America predating the 1960s, such as Operation Bootstrap (1950-1960), the fall of Leonidas Trujillo’s Dictatorship (1930-1961) and the Cuban Revolution 1959, triggered large migration waves from the Caribbean mainly to the U.S. as well as produced outbreaks of nostalgia captured in literary projections of longing (Pawelek 2015). Nostalgia infiltrates the life narratives of many immigrants and provides a valuable platform to examine the contemporary U.S. Latinx experience, which typically includes travels between two locales.

          Nostalgia frequently progresses in literary texts as a reaction to the passage of time, social and urban reconfigurations, historical events and diasporic movements (Pawelek 2015). These personal transitions and collective events, captured in the literature written by U.S. Latinx writers and so-called 1.5 generation –those who came as children or adolescents to the United States, denote their experiences as they assimilate linguistically, socially and culturally to the mainstream. Works by Christina García, Sandra Cisneros, Junot Díaz, Esmeralda Santiago, Gustavo Pérez-Firmat, Susana Chávez-Silverman, Angie Cruz, among others, portray the issues of longing and belonging while factoring in the realities of adjusting to a new way of life, including the process of acquiring a new language, as well as social interaction with others in both Spanish and English.

          A notable feature of (semi)autobiographical literary texts written by 1.5 generation writers such as Santiago, Díaz and Pérez-Firmat is the inclusion of lexical items and popular expressions from Puerto Rican, Dominican and Cuban varieties of Spanish mixed into English sentences (Pawelek 2015). These Spanish insertions and phrases often reference socio-cultural values pertaining to life on the island as well as the portrayal of vivid dilemmas of what it means to be a 1.5 generation émigré and assimilate into the mainstream culture, society, and language. 1.5 generation Latinx writers question landscapes of memory, the mainland experience and the past predating the diaspora. They explore civic landmarks, national and cultural symbols, customs, and personal memories searching for dispraised fragments of what they left behind and who they became after having spent more time in the society of residence than in their native lands.

           Individuals who came as children or adolescents, transit across borders and find themselves in cultural and linguistic intersections shaped by hyphenated, bi-cultural or hybrid experiences (Pawelek 193). While the works of Santiago, García, Díaz and Cruz focus on bilateral geographies, and life between the Caribbean islands and the continental U.S., Chávez-Silverman’s works incorporate a wider scope of worldwide, pan-Latinx multicultural experiences and linguistic performances. Further, distinguishing Chávez-Silverman’s works from her contemporaries, Killer Crónicas and Scenes from la Cuenca de Los Angeles y otros Natural Disasters (Scenes) employ radical bilingualism using Spanish and English as a prominent feature of both texts, as well as the incorporation of other languages, denoting the author’s globetrotter experiences.[1]

            Theoretical perspectives that examine evolving pan-Latinx identity represented by globetrotter and transcultural experiences, highlight nostalgic reactions in a contemporary world in sustained bilingual mode, present in Scenes, are novel literary features and remain relatively unexplored in the U.S. Hispanic literary context. This paper implements theoretical perspectives by Boym (2001) and Davis (1979) to articulate nostalgic catalysts and their functionality in respect to globetrotter Latinx experiences and identity maintenance in Chávez-Silverman’s Scenes.

Susana Chávez-Silverman’s crónicas

          Scenes emerged from a grant in Montalvo Arts Center in California and similar to Chávez-Silverman’s previous work Killer Crónicas (KC), it originated from the author’s globetrotter journeys, e-mail correspondences, diary entries and letter exchanges. “Scenes of the Los Angeles Basin” consists of profoundly intimate, reflective epistolary pieces dedicated to specific muses, friends, loved ones who passed away or ghosts from the author’s past –detailed by their true names in “Cartografía humana/Space Map Crónica.” The vignettes trace Chávez-Silverman’s personal history from la Cuenca (California) to South Africa, Mexico and back to the United States. Moreover, they detail in a remarkable bilingual style the author’s memories anchored in distant geographies, urban spaces, elusive fragrances and objects of memorabilia. Notably, her bilingual crónicas filled with profound joy and loss are induced by an overpowering presence of nostalgia. The author emphasizes her globetrotter experiences through bilingual Spanish and English prose and occasionally includes terms in German, French and Zulu to reference her travel experiences.

            The majority of scholarly analyses of Chávez-Silverman’s crónicas examine the use of language found in her works (Torres, Spyra, Derrick, Casielles-Suárez). Other scholars have examined the crónicas with an interest in the role of global experiences and their relation to cyberspace (Allaston and Browitt), as well as linguistic transnational performance (Lee). Furthermore, Pawelek and Derrick examined KC under the lens of the literary representation of nostalgia as a response to globalization triggered by the author’s ethnographic, multilingual and multiethnic global encounters, which manifest through Chávez-Silverman’s hybrid mixture of Spanish and English and illuminate her pan-Latina identity. Pawelek and Derrick suggest the examination of U.S. Latinx literature in respect to nostalgic catalysts and symbols with an interest in how these modalities affect the evolving pan-Latinx identity.

          While the antecedent, Killer Crónicas accounts for the author’s active journey through Chile, Argentina, South Africa, Spain and Mexico, Scenes frames urban locales, distant geographies and linguistic coalitions induced by the author’s introspective journey, predominantly composed by unfathomable loss and joy, and catalyzed by nostalgia. The second part of the title, otros Natural Disasters accounts for to the revival of Chávez-Silverman’s experiences of loss, blocked off miscarriage memories that she did not have access to prior drafting her memoir. In this context, the writing retreat in Montalvo Arts Center in California, although a stationary location, resurfaces as a sanctuary of the mind that allows the author to access latitudes of bilingual memory. Arguably, Chávez-Silverman reactivates expelled memories through implementation of nostalgic discourses and ethnographic symbols, and consequently this process empowers her to reconfigure past experiences into coherent life-narrative culminating in identity maintenance.

          Due to the geographic, cultural and global experiences and linguistic complexity found within Scenes, the current article applies Boym’s (2001) “off-modern” typology of nostalgia to articulate representations of longing derived from urban and globetrotter experiences. Moreover, it employs Fred Davis’s Discontinuity Hypothesis (1979) as theoretical means to discuss nostalgic recall as a psychological filter of self-analysis that partakes in identity maintenance and continuity.

Nostalgia: From Homesickness to a Resource, a Brief Overview

          Parting from Davis’s Discontinuity Hypothesis, which has psychological consequences such as “fears, discontents, anxieties or uncertainties,” Wildschut et al. (“Nostalgia: Content, triggers, functions” 231-232) assessed the regulatory role of nostalgia. They distinguished four key psychological functions, (1) nostalgia serves as repository of positive effect, (2) nostalgia carries existential meaning, (3) nostalgia fosters affiliation or stronger social bonds, and (4) nostalgia maintains and increases self-positivity. Sedekides et al. (“Nostalgia counteracts”) followed by expanding on the regulatory function that takes place as nostalgia progresses from aversive states including negative life events such as divorce, break ups and the death of loved ones. Thus, these states may lead individuals to encounter self-discontinuity or restore self-continuity. As a result, Wildschut et al. (“Nostalgia as a repository”) distinguished social connectedness as a chief factor that counters self-discontinuity.

          Aside from psychological and sociological research directions, the phenomena of nostalgia have made a reappearance as a syndrome of contemporary times. Boym (2001) notes that modernity and modernism are responses to the condition of modernization and consequences of progress. Modern nostalgia is related to the mourning for an impossibility of return for a “loss of an enchanted world with clear borders and values” (8). In this light, modernity is an ambivalent, contradictory, critical and reflective on the nature of time as it encompasses fascination with the present and longing for another timeframe. Boym further explains that what drives migrants like Chávez-Silverman to tell their story is diasporic intimacyor a strategy of finding a feeling to substitute for home (50). In this context, nostalgia invites dislocated individuals to rethink their broader life narrative in the context of contemporary experiences and notion of home.

          The phenomenon of nostalgia penetrates diverse disciplines ranging from medical and social to the field of media, marketing consumption, including psychological and cognitive methodologies. This brief literature review favors presence of nostalgia across disciplines, societies, cultures, languages and periods. The next section portrays theoretical frameworks employed to examine the contemporary Latinx manifestations of nostalgia and psychological implementation of nostalgic discourses that foster identity maintenance in Scenes.

Theoretical Methods:

          Ethnographic and psychological elements of nostalgia anchored in Chávez-Silverman’s Scenes are topics of particular interest. Scenes offers a vivid testimony of the author’s globetrotter experiences, geographical, social and cultural transitions and linguistic hybridity that is filled with loss, joy and yearning progressing from the passage of time, personal dilemmas, urban and global experiences. Boym’s aforementioned approach highlights a conflicted relationship between individuals and modern modalities that foreshadows manifestations of nostalgia while Davis’s study proposes nostalgia as a resource of identity maintenance progressing from events that cause discontinuity in one’s life. In respect to Chávez-Silverman’s personal and social transitions Davis’s Discontinuity Hypothesis and Ascending Orders of Nostalgia are plausible platforms to consider as they highlight the role longing partakes in events that cause discontinuity in one’s life, yet also functions as a psychological resource in respect to identity maintenance and continuity.

          Regarding the latter (global transitions and urban experiences), Boym’s “off-modern” approach to nostalgia as a byproduct of contemporary times offers a valuable paradigm in analyzing Latinx experiences and indisputably can be extended to pan-Latinx and global perspectives. According to Boym (2001) yearning augmented through modern day technologies, capitalist developments and globalization, more frequently transforms into a profound social and cultural narrative. In this regard, Boym’s off-modern nostalgia invites individuals to excavate landscapes of memory rooted in specific timeframes and urban locales, but those who engage and cope with nostalgia, face estrangement and continuity, memory and forgetting, fascination and disdain. In a wider context nostalgia as a reaction to social and urban reconfigurations, modernization and global movements in the contemporary times can be regarded as a vital angle of analysis when considering Chávez-Silverman’s Scenes as a product of her bilingual testimony of Latinx and transcultural experiences.

          Textual symbols of nostalgia and Chávez-Silverman’s recollections in continuous Spanish-English bilingual code perpetually emerge within the crónicas. Within this context, Davis and Boym provide a theoretical space that underscores sentimental catalysts and delivers a platform to analyze how bilingual nostalgic recall partakes in Latinx identity formation and maintenance, and foregrounds a testimony of contemporary Latinx literature. The next section employs Boym’s off-modern typology and delineates Chávez-Silverman’s approximation urban recollections.

Nostalgia, Cartography and Urban Landscapes:

          The recollection inspired by modernization of urban landscapes and a shifting perception of time are topics of particular interest in analyzing Chávez Silverman’s bilingual chronicles, Scenes from la Cuenca and other natural disasters. As the title suggests, the author mediates between her home, or “la Cuenca” and “natural disasters” or other natural losses. Vivid aspects of the Urban Crónica allocate the subject as both the chronicler and a historian documenting oneself and what pertains to the collective urban experiences (Pawelek and Derrick 2018). Reactions against passage of time, modernization, the internet era, that the author witnesses awaken longing and invite Chávez-Silverman to reconstruct her life-narrative in the evolving metropolitan milieu.

           Chávez-Silverman contemplates “¿Habré cambiado? Yo tanto que ya no puedo regresar, no longer recognize myself en estos landscapes urbanos?” (29). A mixture of entrapment and fondness within urban locales are elusive and call the author to explore diverse memories and experiences rooted within specific timeframes, and metropolitan areas. The rhetorical questions resurface as a navigational device and comprise an urban undertone in “On Going Back Crónica”:

          ¿Cómo aguanto tanta nostalgia? How can I even bear up bajo el peso de volver (volver, volveRRRRR) este spring/inpaciente verano, tanto revisting nuestros former lugares en el mundo: San Francisco, the Bay Area? […] Después de dos decadas away. Hubo muchos returns visits. Pero that’s all they were: two-to three day escapades de SoCal, cuando todavia hangueaba con los remaining friends (so many had died of AIDS, or move away…) 36.

          In the above passage, the city no longer wavers toward the future, instead promises a renewal of the past embedded in specific timeframes, topographies, and shared social experiences. The urban revival of memories is no longer futuristic, but rather nostalgic. Nonetheless, the direction of “volveRRRRR” or return is misleading. Related to such ambivalence, Boym elaborates, in the off-modern scope that longing, estrangement and affection form a junction and confuse the sense of direction (The Future xvii). In the off-modern way, individuals like Chávez-Silverman revisit former places to feed on longing yet is not a place they seek. Nostalgic individuals face juxtaposed reactions such as absence and presence, memory and forgetting, continuity and estrangement.

            After two and half decades, the familiar surroundings lose their charm. The occasional escapades to SoCal with the remaining friends become mournful signifiers of the common past, place and memories of those who perished. In this off-modern scenario, Boym remarks that diasporic intimacy drives individuals to share their stories. What defines diasporic intimacy is that it is composed and empowered by defamiliarization and uprootedness, and can be approached from indirection and intimation, and oftentimes includes stories as well as secrets (Boym 235). Chávez-Silverman inspired by diasporic intimacy, confronts its modalities. Correspondingly, she delivers a discourse in foreign languages that reveals the inadequacies of translation and indirection while the intimate secrets resurface within her urban chronicles of life.

           In a similar manner, Chávez-Silverman continues her bilingual discourse: “En estas two and a half decades, post SIDA, y luego, todo lo del dot-com boom y bust. Tanta yuppification y millonarios, all over…Tan hollow. Tan . . . después. Yuck. Casi irreconcible. What remains?” (37). Californian places of the author’s adulthood have been altered by time, progress and the age of internet labeled dot-com boom y bust. Chávez-Silverman instead of finding coherence in the new millennium, faces a sense of defamiliarization, estrangement and affection which dwell on technophobia and produce nostalgia. While Chávez-Silverman engages in sentimental dialogue with the past, the civic theater emerges as an alternative microcosm of memories and a somber reminder that only those shared memories can restore the golden moments. In an off-modern fashion, nostalgic recollection is not a place that the author seeks, but rather to reconstruct a timeframe. This evocation sets an undertone to her urban chronicles and foreshadows a mental journey inspired by the author’s globetrotter journey and life longings.

          While Boym’s nostalgia highlights an impossibility of a return to specific timeframe and places, in an off-modern way, it sends the individual elsewhere feeding off both negative and positive states that are anchored in the author’s past. The upcoming segment employs Davis’s theory to ponder how Chávez-Silvermann’s nostalgia progresses from adverse states, attains psychological dimensions, and partakes in identity maintenance.

Feeding off/on Nostalgia: Pain, Loss and Desire   

          In an interview with Daniel Olivas from La Bloga, Chávez-Silverman comments: “[t]he act of writing—even when grounded in acts of remembering—always implies an art of composition…This book [Scenes from la Cuenca] is more ‘soul baring’ than Killer Crónicas, in a way; it deals with visceral memories and feelings I didn’t even have access to.” While drafting Scenes, the author reaches the core of her inner self, and gradually unearths those visceral memories and feelings. In Scenes, pain, imagination, and eros fuse and form an interplay of memory and life longings. The subtitle “other natural disasters” suggests the author’s soul baring mediation and other losses. The text gradually uncovers the author’s love-hate relationship with Howard (South African lover), a failed attempt to move back and live with him in Pretoria, Africa, and the recovery and eventual acceptance of sealed off miscarriage memories. These modalities elicit the soul baring meditation, which prevails in, “The Montalvo Diary,” infiltrates “Momentos Hemorrágicos,” “On Going Back,” and culminates in “Currawong” Crónicas. Accordingly, current work focuses on the selected Crónicas. The analysis traces the implementation of author’s nostalgic catalysts and delineates how they partake in reconciliation of blocked off experiences, and how these nostalgic practices lead to maintenance of the author’s Latinx identity.

          “The Montalvo Diary” reveals Chávez-Silverman’s habits of remembering and existential questions progress from the past. In the prelude, the reader encounters three quotations: “Yo no puedo olvidar nada. Dicen que es mi problema” (Amuleto, Bolaño), “[…] algo de pasado despertó y nos ha emborachado. Nos ha puesto a sonar” (Magia blanca, Piña), “The past isn’t dead and buried. In fact, it isn’t even past” (As I Lay Dying, Faulkner), (Scenes 17). All three entries evoke nostalgic behaviors towards the past and foreshadow Chávez-Silverman’s query. Bolaño’s highlights a past that one cannot simply forget because it is too vivid. Piña’s references intoxicating memories that awake daydreams, while Faulkner’s highlights how the past regains vitality in the present. These three quotes resonate the author’s quest and prelude a revival of bittersweet recollections. In this context, the interplay of bilingual memory and life longings foster a critical lens of remembrance and entail a leitmotif that prevails throughout Crónicas.

             Davis remarks that nostalgia, as a response to the experience of loss, can be regarded as an essential resource to cope with the discontinuity in one’s life. Suitably, nostalgia arises from ambivalence and may resurface as a useful lens that assists subjects with feelings of loneliness and loss (of a lover, friends, an unborn child), as well as social changes, all experienced by Chávez-Silverman. Specific catalysts such as sensory agents, scents, tunes, places, foods, and people (friends, family members, etc.) trigger those states (Heeper et al.). Also, a romantic partner, relationship break up, or a divorce might stimulate a nostalgic episode (Wildschut et al. “Nostalgia: Content, triggers, functions”, Sedikides et al. “Nostalgia counteracts self-discontinuity”).

         Chávez-Silverman’s awakened memories follow patterns of pain, desire, and loss associated with her true love: “My reconnecting with Howard now. Duele, de algún modo. Un chingo” (Scenes 26). These experiences bring forth vivid images, which fuse both negative and positive feelings and emotions, such as love, pain and loss.  As pointed out by Davis, nostalgia is “the search for continuity amidst heats of discontinuity” (35). In this view, the disconnecting elements of Chávez-Silverman’s life must first become building blocks. Her life experiences recurrently consist of multiple geographies, languages, timeframes, and self-perspectives.

          To this point, the author comments on past locales and her former self: “My San Francisco and South Africa self. Escendida de mi pasado. De Howard. De la que fui. Y sigo siendo, coño. I am still her, ¿no?. Ella es yo” (Scenes 24). Chávez-Silverman recognizes herself as an object of analysis on the verge of progressive transformation and acknowledges the need to reconfigure her self-perspective. The author’s life longings alternate with and highlight the pathos of loss and transition where I, yo, and ella are not separating (escendida) her past. Rather they illuminate cartographical references to distant geographies, timeframes and bilingual modes of remembering. These references emerge and merge via Chávez-Silverman’s act of remembering and re-drafting of her bilingual life experiences. This mediation between I, yo and ella corresponds to Davis’s “Interpreted Nostalgia”, as it targets nostalgic recollection, and aims “[to] cultivate appreciative stances toward former selves” and emphasizes continuity between the past and present (Davis 35). At the same time, upon the revival of those bilingual memories, Chávez-Silverman naviagtes various geographies, languages, and life stages. She charts her own cartography spanning North America and Africa, while mediating between herself, Howard and other loses. Davis’s Discontinuity Hypothesis proposes that nostalgia is an effective resource for coping with an existential threat, and accounts for a depository reaction to events that prompted discontinuity in one’s life. Similarly, Chávez-Silverman’s Scenes mirrors a self-narrative filled with loss, desire and longing.

          So far, we identified Chávez-Silverman’s personal experiences with Howard and her globetrotter journeys and urban transitions as a basis of a nostalgic enactment. In Scenes, this mental journey can be traced to a much earlier stage of the author’s life. The next segment focuses on Chávez-Silverman’s 1982 diary and her approximation to blocked off miscarriage memories and employs Davis’s premises to examine how longing progresses from negative life events, achieves regulatory functions, and ultimately fosters identity maintenance and continuity.

1982 Diaries and Reassembly of Life Narrative

          The author’s 1982 diary stands out ­­­as token of bittersweet memories and a sentimental medium, which holds silent memories of her miscarriage. Chávez-Silverman comments: “En ese cuaderno chino de 1982. I had blocked that memory [miscarriage] totally, suppressed it. […] all the feelings of loss from twenty-six years ago –de tremenda promesa y amor lost” (25). Fred Davis’s key finding indicates that nostalgia may attain soul healing dimensions because it is capable of countering psychological ills by ‘fostering an appreciative stance towards former selves; reinterpreting “marginal, fugitive, and eccentric facets of earlier selves” (44-45). Upon revisiting her diary so many years later Chávez-Silverman, unlocks once expelled memories, which she labels “la caja de Pandora” (26). The Greek mythological reference resonates the difficulties Chávez-Silverman must overcome in order to retrieve those eccentric memories of tremendous promise and lost love. Chávez-Silverman revisits the 1982 memoir, carefully recounting the broken fragments of her memory and fostering an appreciative stance towards her former selves. Chávez-Silverman further comments about this process:

          “Part of my past burning up. Burning away. Esos extranos, harsh winds de ayer, they must be fanned it. Hoy quiero –necesito–escribir […] en esta relectura, in my broad calligraphic fuchsia pen-strokes en la página. Coupled, now with a keening pain of, the awareness of, no, el reconocimiento de la perdida” (Scenes 27—emphasis)

          In Davis’s view, (35-37) longing perceived as an empirical catalyst aims to establish the dialogue with the past from the present perspective. In order to achieve continuity, one must examine the broken strands of memory. Similarly, Chávez-Silverman unfolds the painful past and gradually digests it. Metaphorically speaking, “harsh winds de ayer” leave a bad aftertaste of nostalgia and a reconfiguration is needed. With this regard, the act of rewriting and rereading creates a growing awareness of Chávez- Silverman’s painful loss and love, the lost entity of her past. This reasoning parallels what Davis posits as, “yearning for return, albeit accompanied often by an ambivalent recognition that such [return] is not possible” (21). Paradoxically, once an individual removes oneself from past yearnings and embraces present perspectives, a transformation may occur.

          In a broader picture, nostalgia’s functionality allows for interaction with strains of the past, present and future, as well as with an individual and their collective experiences. Chávez-Silverman engages these memories through longing (for geographies, urban spaces and languages) and loss (of loved ones and miscarriage). Most importantly by indicating the impossibility of a return, a forthcoming acceptance of the loss may occur. This notion can be traced equally to the author’s allusion to Lacan, “esa haunting presencia de una ausencia” which mirrors the author’s search for missing absences (Scenes 27). Chávez-Silverman’s desire to liberate herself from loss and reception of absence echoes her quest in the pages of the memoir, what forms an undertone of the narrative. The unifying process of dispersed memories gradually leads to “el reconocimiento de la perdida” (Scenes 27). Longing, loss, and inability to return cross paths and mitigate between Chávez-Silverman’s former selves and her losses. Davis (35-38) argues that the recognition of the loss as unattainable through acceptance of lack, serve as a chief factor within the Ascending Orders of Nostalgia. In turn, the mnemonic practice once activated, fosters self-analysis through all three constitutes absence, loss and longing, thus may lead to self-continuity.

          “My Country Crónica” underlines the author’s dilemma: “for so many years the slightest reference to Suid-Afrika, just the slightest mention, and I’ll get teary, nostalgic: I was there, I lived there. Was it when I began to embrace my Latinidad, con ahinco? (Scenes 54). Although longing progresses from negative or bitter life events and memories with Howard in South Africa, it achieves regulatory functions and questions her identity as Latinx. The analysis of the negative self-discontinuity experienced by Chávez-Silverman, leads her to implement experiences from diverse geographies and languages, and allows her to mediate between her collective experiences. Experiences digested after 26 years through the lens of loss, lack and longing, resurface as a medium nurturing personal stability. From this perspective, nostalgia emerges as both existentially and socially valuable qualities. It provides a foundation to analyze change, to reconcile it with the remembered past, and relate it to the strands of continuity in the present. These troublesome experiences transpire in “Montalvo Diary” and culminate in “Momentos Hemorrágicos Crónica.”

          The Montalvo residency in Chávez-Silverman’s studio accounts for much more than an intimate grant-writing retreat. The author’s solitary moments in her “glass walled studio,” grow into a sensitive oculus where the author revitalizes her past (Scenes 19). In the author’s own words: “[o]nly here in this Montalvo tunnel or memory vortex did its heel-tapping magic take effect. So here, now let me rewind, Let me remind you [Howard]. Let me tell you, my way” (Scenes 114). Thus, the Montalvo residency facilitates emancipation of her painful memories and activates what the author labels as memory vortex. This memory tunnel can be regarded as a lens of empowerment and self-analysis, capable of fusing the author’s past life experiences between self and other. The addressee in question, Howard, stands out as nostalgic medium awakening latitudes of intimate memories. He is highlighted in her 1982 diary as her true love, and is the source of loss, pain and loneliness. Thus, the bittersweet perceptions of the shared experiences with Howard opens a space, which enables the author to mediate between her previous and current selves and reconfigure those stages in her autobiographical narrative. At the core of this mnemonic journey, the author comes to terms with her blocked off miscarriage memories that resurface during her and Howard’s joint Mardi Gras trip in New Orleans:

I am remembering with you. Abrí la caja de Pandora, I clicked my heels here in this Montalvo Emerald Forest y los ruby slippers de estas páginas me transportan patrás, back to San Francisco, to New Orleans. Back to you. Estas diary pages, with me all this time, todos estos años this memory, esta sangre (Scenes 115).

In this excerpt, the past gives vitality to the present, both periods fortifying the formation of Chávez-Silverman’s life experiences. The ruby slippers emerge as a sentimental memory marker, a catalyst resurrecting shared past. This process indulges the movements between distant geographies, US, New Orleans and South Africa, as well as personal dilemmas and mutual experiences with and without Howard. Essentially, the imaginary trip culminates in rediscovery and acceptance of her suppressed memories. The author comments: Leí de la sangre, our blood/loss, y te juro, Howard, era como el so-called New World. Like a Discovery, uncannily, rather than retrieval, a remembering…ultimately, los funcionamentos de la memoria (Scenes 116). Remarkably, this longing first bridges the geographical displacement and estrangement from her lover, and then liberates her miscarriage memories. In respect to Davis’s Interpreted Nostalgia, the memory itself resurfaces as the entity in question. this retrieval and rediscovery of miscarriage memories becomes a product of analysis (37).

          Concurrently, the author’s bilingual memories transcend time, place, and geography, and are retrieved, understood, and finally accepted. The recollection process constitutes of longing, loss, and the acceptance of the past. This transformational process serves as a basis of Chávez-Silverman’s mnemonic journey. Nostalgia’s power of recollection holds both existentially and socially valuable qualities. They resurface as a tool allowing individuals to comprehend change, settle with the remembered past, and relate it to the present as means to enable identity maintenance and continuity. This intimate dialogue aids Chávez-Silverman in reconfiguring undesirable life events and threading together her past, present and future into coherent Chronicles of Life while accepting other natural disasters or losses.

Conclusions

          Although the historical origins of nostalgia considered it as a medical disorder connected to homesickness, it currently represents memories and experiences that induce longing featured in literary, psychological and sociological discourses. As pointed out by Davis, Sedikides et al. “Nostalgia counteracts self-discontinuity”. Nostalgic recall often illuminates transitory or migrant experiences, which engage both the individual and one’s cumulative experiences, and highlights its regulatory functions. In this context, the notion of nostalgia serves a plausible literary platform for examining pan-Latinx globetrotter experiences in the 21st century as the contemporary U.S. Latinx experiences subsequently encompass urban and global transitions, modernization and the increased use of multiple languages. I this light, the lens of nostalgia provides a valuable examination of these experiences in relation to global encounters and socio-urban reconfigurations present in Scenes. Within the text, we note evidence of these multi-geographical experiences represented through the author’s creative use of sustained code switching. Chávez-Silverman’s mode of self-expression and incorporation of nostalgia allows her to recall events, continue and maintain her pan-Latinx identity. Thus, the author is able to revive her globetrotter experiences through recalling bilingual Spanish and English, while longing and the search for missing threads, provide an undertone to her crónicas, and prompt a mnemonic journey to her inner self.

          As a result, her innovative linguistic code illustrates diverse instances of nostalgic recall progressing from negative life events, yet in turn; the engagement of bilingual memories foster regulatory functions of longing and culminates in the continuity of her pan-Latinx identity. In conclusion, through the lens of nostalgia as an empirical catalyst, the paper analyzed the ways in which Chávez-Silverman revitalizes remote urban experiences, reconfigures her fragmentary past through meditation with undesirable life events that illuminate loss, lack and longing. Future areas of study could examine (a) the functionality of nostalgia as a cognitive resource related to identity maintenance and (b) analyze memoirs written by U.S. Latinx authors with a comparative interest in the ways they utilize nostalgic catalysts in their texts.

[1] The Simple Nostalgia is a unexamined state of beliefs about a past where everything was happier, healthier, the individual does not reflect critically upon the past. Reflective Nostalgia takes into account a critical consideration and connects an individual with his or her historical and social events. Interpreted Nostalgia is a critical account of nostalgic recollection itself with exponential power to “cultivate appreciative stances toward former selves” and emphasizes the continuity between past and present (Davis 35).

 

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Zentella, Ana C. Growing up bilingual: Puerto Rican children in New York. Blackwell, 1997.

Home Sweet Home

0

 

No
extrañaré
nada,
no
habrá
nada,
qué
extrañar:
si
da
la
casualidad
que
hubiese
algo,
un
cacho
de
cuerpo
óseo
con
entendimiento,
cuerpo
enamorado
entre
dos
chubascos
y
unos
matorrales
de
monte
bajo,
quizás
en
un
seto
de
alheña
y
lagartos
o
un
techo
de
terraza
habanero
con
salamandra
de
ojos
botados
te
extrañaría(de
la
indefensión
sacando
fuerzas
de
flaqueza
contra
la
Imbatible,
la
de

misma
Pagada,
Lechuzona,
Calaca
insustancial)
tal
y
como
Guadalupe
en
vida
te
extrañaba
a
diario
durante
años
en
casa.

 

DE LO PINTADO A LO REAL

Esa cabeza llena de pájaros, la oía desde que
tengo uso de razón,
y a la defensiva in
mente respondía
(respondo) calandria
a ruiseñor, especie de
responso, monólogo
en parte autista (no
lo soy) alcotanes,
grullas, pelícanos,
el águila real y la
tiñosa, fragatas,
velámenes, zarpar:
transversal. Alejarse
la nave de los locos,
del marinero
inmemorial que le
asestó al albatros,
chotacabras (México)
chotacabras (Humboldt),
avutardas, cuervos para
la muerte, en Cuba
gavilanes (el Kid
Gavilán) marbellas:
la exaspero hasta el
día de hoy, va para
veinte años de su
defunción y todavía
la exaspero.

Una fantasía (aves) otra fantasía (alturas) y dale que
te pego: adentro, me
concentro, vaciar,
vaciarme, entorno
la vista, la cabeza
se me corre,
nomeolvides,
minutisas, celeste
Aída, hortensias
a dos colores,
pérgolas: y
platabandas. Mi
vecindario, en
cada casa un jardín,
portales, un columpio
obliga oscilar el tiempo,
el tiempo se come al
tiempo, fantasía la
aurora boreal, voy
para muerto.

En los pernos a la entrada sombrero de lona, salacot,
sombrero de castor,
son historias
verdaderas, la
Alpujarra, arrozales
de China, Safed y
la judería de Israel:
en la alcándara
donde hubo azores
demudados cuelga
la capa de hule
verde (bilbaína)
para posibles
temporales: siete
objetos en la repisa
de la blanca chimenea,
pecios de una vida
cada uno con su
historia, lo que no
tiene historia soy
Un trompo con
la púa rota, un chino
sentado sobre peana
palo de rosa, un
juguete hindú para
los niños muertos,
qué niño muerto ni
nada eso son
chorradas, dos
platillos para el
saké, los tengo
hace treinta años
por no decir
cuarenta, costaron
99 centavos pieza,
y ahí están (intactos)
les paso a diario
bayeta, de dónde
vendrán: y la rosa de
plástico que tuvo
mamá en un florero
de hojalata, rosa que
hiciera con sus manos
reumáticas qué edad
tendría cuando descubrió
aquella afición, hacer
flores de plástico con
miga de pan, flora que
la sostuvo hasta el
final: aprendió el oficio
en México con la tía
Chiquitica, se tiraban
las tardes haciendo
flores, bordaban,
miraban juntas las
musarañas, no
hablaban, a mí me
remitían a otras
fantasías (propias)
mayores recogimientos.

EL reloj que destronara el tiempo, reloj desorejado,
orín, no tiene mudanza.

Y el pisapapeles comprado en un mercado de
pulgas en España pisa
una resma de poemas
que iba a escribir.

No fueron fantasía los jueves con mi padre almorzar
en Las Maravillas
adonde Rogelio,
no hay mejor
camarero, a mi
padre lo llamaba
don David,
pedíamos siempre
sopa de chícharos
y un filete miñón
encebollado mucha
cebolla Rogelio por
favor: 1957. Y era
que en casa los
jueves se comía
pescado, anatema
para mi padre, y fu
p’al gato, reíamos y
yo, 1960 (Artur
Lunkdvist, “estoy
con los revolucionarios
hasta que ocupan el
poder”): salí por
Rancho Boyeros
a Nueva York, un
matrimonio desastrado
y el cuento de nunca
acabar.

 

UTOPOS

Llueve a cántaros, una lluvia sedosa al bies, aguas
mansas llaman en casa
a aguas menores, la
vaca no se mueve:
tintinea el cencerro,
ojos de vaca
entornados bajo el
agua, no corre viento,
se lo lleva el agua,
la vaca oye chapotear:
las mujeres desnudas
fregotean sus cuerpos,
la India aprovecha el
momento, hora sin
padecimiento, la
India cuando disfruta
es un festival de olores
colores, chilladeras en
idiomas, en los ojos
abiertos de par en par
de la vaca, esta vaca
tiene entendimiento.

La lluvia, esa constancia del Universo mojaba la vaca
en sus generaciones,
ubres empapadas
segregarán agua de
lluvia en los pechos
inquietos de las
madres, el odre viejo
entre las piernas de
los padres, colgajos
muertos a la
reproducción.

Tres dioses primeros tiene la vaca, veneremos a
Vishnu que es venerar
a la vaca: comparten
los nueve avatares,
consistencia de la
materia visible,
definámosla como real:
lo real. Y todo el aparato
eléctrico, facsímil de la
Nada, todo el pedrisco
y la centella, el susto
humano, la idea del
castigo saltan a la
vista como una
ofrenda a la vaca,
charcos de grumos,
charcos lácteos,
cuajarones entre
sus pies.

Yo por primera vez , ahora que simplifico, soy aprendiz
de hatos y rebaños,
me pliego a lo exterior,
a las generaciones, el
redil y el aprisco
guardados por perros
caballerosos, y la perra
madre que ríe y canta
cuando oye mugir, gañir
(ecos) bramar qué miedo,
los chiquillos reír a
mandíbulas batientes,
balar es reír: funjo de
rabadán y más allá
reconozco un Universo
inexacto, día primero,
Vishnu rige, todo será
reconstruido durante
el décimo avatar en
nombre de la Vaca.

Kali
yuga,
Kali
yuga,
la
vaca
duerme
y
respira
a
un
mismo
tiempo,
qué
tiempo
donde
no
hay
tiempo
me
instalo:
telas
holgadas,
las
recuas
y
los
establos,
un
mugido
corto,
una
casa
donde
se
conversa
en
voz
baja,
el
agua
cae
perpendicular,
se
retira
en
línea
recta,
gota
a
gota
en
los
ojos
de
la
vaca
(nunca
parpadea)
(su
iris
vacío)
damos
a
luz
en
casa
de
la
ingle
izquierda
de
la
madre
(sin
suturas)
a
la
gónada
integral
(genital)
cópula
sin
artimañas
de
las
parejas.

 

Foto por: Carlos Blackburn.

José Kozer (La Habana, 28 de marzo de 1940) es un poeta prolífico y traductor cubano radicado en los Estados Unidos desde 1960. De padres judíos de Europa Central —él polaco, ella checa—Kozer creció en Cuba, donde alcanzó a estudiar un año en la Universidad de La Habana, pero después de la revolución emigró a Estados Unidos. Hizo una maestría y un doctorado en literatura luso-brasileña y fue codirector de la revista Enlace de Nueva York (1984-1985). Clasificado dentro de la estética neobarroca —fue uno de los editores de Medusario: Muestra de la poesía latinoamericana, Fondo de Cultura Económica, México, 1996—, ha publicado un centenar de libros, la gran mayoría de poesía, aunque entre ellos hay también de prosa. Durante tres décadas fue profesor de literatura hispana en el Queens College de Nueva York (1967-1997); después vivió dos años en España y luego regresó a Estados Unidos; reside con su segunda esposa —española— Guadalupe en Hallandale, Florida. En 2013, obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.

Cartography: Place: Biogeography

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Abstract:

Place matters; it makes a difference to who you are. Biogeography is the study of place and why organisms live where they do. Alexander Humboldt (1769 – 1859) was one of the first to introduce this to science and popular culture of his time. His curiosity about the natural world and ability to communicate with different audiences is still needed today. Temperature and moisture largely determine what species live in an area, but factors of latitude, proximity to large bodies of water, fire, herbivory and altitude are also important. Hot temperatures with little water create climates where unique success strategies are demonstrated. These strategies are also present in the human social interactions and personal behaviors. Where and how we live determines who we are. As we recognize the life and wonder in the place where we are, we learn about ourselves and our fellow species living with us. We can celebrate and care for wherever we are. Recognizing the importance of our place or location and its relationship to ourselves will make us better stewards of our world and ourselves.

Keywords: biogeography, Humboldt, biophilia, biome, microclimate, water

 

          Place matters; it makes a difference to who you are. Biogeography is the study of place and why organisms live where they do. Many things determine where organisms live: water, temperature, dispersal, survival, competition and disturbance. Alexander Humboldt (1769 – 1859) was one of the first to introduce this to science and popular culture of his time. Humboldt traveled extensively in the Americas and took scientific measurements and records of everything he came across it seems. He received permission from the Spanish court to access all the land under their jurisdiction at the time. Simon Bolivar, one of the liberators of South America from Spain, called him the true discoverer of America. Most things with the name Humboldt attached are because of him, from Humboldt County, Iowa, USA to the Humboldt Current off the west coast of South America. Everywhere he went he meticulously documented the connection between the physical location and the living species. He was broadly knowledgeable about many sciences and recognized their interdependency.

“Lines of the geography of plants,” (Humboldt, 1817)

          Humboldt measured and marked where temperature changed across areas creating temperature maps. He did the same thing with moisture. These two vital components, temperature and water, create climate. Physical location determines climate, which consists of long-term weather, temperature and moisture. How hot or cold does it get? How wet does it get? Are there regular patterns of hot or cold? Wet and dry? Some general patterns can be determined. These patterns of temperature and moisture are called climate.

          One of the primary factors determining temperature and moisture patterns is air movement and the sun. Of course, they are related. The equator and tropics receive the most direct sun all year round. The warm air rises picking up moisture. Warm air can hold more water than cold air. Warm air is more spread out and has space for lots of water molecules. This warm wet air rises in the tropics and cools as it does. The newly cool air is denser and cannot hold all that water, and so it rains, particularly in the tropics, where it is near constant. (Nairobi Kenya 1.2921° S, 36.8219° E; 869mm precipitation) The warm wet climate fuels all the photosynthesis and growth of the tropical rain forests. This type of climate also fuels the high diversity of all living species in the tropics, where the rainforests have the highest biodiversity of terrestrial or land ecosystems. In the water, it is coral reefs.

Hadley cells created by different warming of the earth’s surface, (Pinzke 2014).

          This newly dry air high above the tropics moves towards the poles in both directions and falls around 30° lat N and S. These are dry hot places. The great deserts of the world are located here (Cairo, Egypt 30.0444° N, 31.2357° E; 18mm precipitation). Warm rising air at 0° lat and dry falling air at 30° lat is a unit of air movement called a Hadley cell. The pattern repeats itself at 60° lat with rising moist air. The regular consistent moisture fuels the growth of the evergreen conifer forests (taiga and boreal) across Canada, northern Europe, Russia and China. The pattern continues with falling dry air at 90° lat. Place on the globe matters in large-scale air and moisture patterns; it largely determines the heat and moisture available for life.

Whittaker biome delineated by temperature and precipitation. (Whittaker 1975)

          In addition to latitude, the tilt of the earth gives us the seasonal changes throughout the year. The closer the location is to the poles N and S, the more dramatic the seasonal changes. In the summer on either hemisphere, the earth points toward the sun receiving more direct sunlight than in winter months. At the poles in summer, there is light all day long. The opposite is true in winter.  The closer to the equator, the more similar the seasons are year-round.

          In addition, closeness to large bodies of water (ocean or lake) and altitude affect local climate. Water changes temperature very slowly, and so locations close to the ocean do not experience the temperature extremes that landlocked locations do. Seattle USA (47.6062° N, 122.3321° W; 23°C high, 5°C low) is next to the Pacific Ocean and has a 20°C temperature range. Bismarck USA USA (46.825905° N, 100.778275° W; 30°C high, -15°C low) has a similar latitude but its landlocked location gives it a temperature range of 45°C.  Increases in altitude means cooler temperatures and less water loss. Moving up a mountain there are regular changes in species from broadleaved deciduous mixed forest to evergreen conifer forests to bare rock past tree line if the peak is high enough.

          I live in the 30° area with the falling dry air. (Odessa TX USA 31.845682° N, 102.367645° W; 373mm precipitation) In general, there is denial that this area is a desert. It does depend on how one defines desert. On average, Odessa has over 300mm of precipitation annually. That is a bit more than the 200mm high for most desert definitions. Definitely arid here though, maybe just the edge or neighboring the Chihuahua desert of North America is how we could define this area.  The first time we had local water restrictions of any kind was recently with a serious regional drought. 2011 was a strong La Niña year with warm dry weather extremes in the southwest of the USA. The drought In Texas started in 2010 and ended summer of 2015. 2011 was the worst year of the most recent drought. Denial of the dry arid native atmosphere regime is the norm, but landscaping with low water plants, rock and artificial turf has become more common.

          So, I live in the dry of West Texas USA. What does that mean? Dry adapted plants give more resources to roots than shoots – roots over shoots. Root networks compete fiercely for available moisture. This is called resource allocation. Sending valuable metabolic energy resources to the most needed part of the organism in order for success.  Different strategies work. A shallow, spread out network can gain access to any available moisture when it comes. This area is economically tied to the oil field, and the population fluctuates with oil prices. People come in and out for work temporarily without established social ties. They strongly connect with each other for the time that they are here in the same schools, neighborhoods, churches and communities.

          Another successful strategy for water in dry areas is deep taproots. Deep taproots can gain moisture away for the dry top soil horizon or layer. In my city, there are old timers who have endured many cycles of the oil industry. They are flush with resources in the good times and are very generous. In the lean times, they are still here, and they dig deep. They are still generous and help each other to survive downtimes.

          In the desert, often reproduction cycles with moisture, not the temperature, of the seasons. Ocotillo (Fouquieria splendens) put on leaves and bloom when it is wet, regardless of time of year.  The common name for this plant, Devil’s coachwhip, could describe the dry prickly seemingly dead stalks when the water is low.  These plants are native to Sonoran and Chihuahua deserts of North America (McDonald 2020). In the wet years, everything greens up. Wildflowers show up I did not expect. Everything feels lush and relaxed. There is a problem with all this abundant primary production in photosynthesis. There is a lot of plant growth in the wet years. When the dry years come, and they do (Mose and Philpott 2015); there is a lot of dry plant fuel for fires. Lightning strikes, not to mention all the other ignition sources, will start a grass fire that can easily get out of control with wind, heat, and no rain. 2011 was also the year of dramatic and dangerous fires in Ft. Davis in my region (Gabbert 2019). I do enjoy the wet years, but they are tempered by concern for coming dry times and fire possibility with more vegetation now dried and ready to burn.

Ocotillo green and leafed in my neighborhood. (Perry 2020)

          I grew up in the eastern, wetter side of Texas. I do not miss it in general, but as I drive east, I feel my soul hydrate. When it rains, I often go to the porch or window just to watch it. I had never seen, experienced, or even known about dry lightning storms until moving to West Texas. The feeling of the moisture in the heavy air before rain is rare, and I notice it. Often though, it feels like rain, but it does not. Virga is common to see in the wide skies when it is stormy. Virga is rain that falls but evaporates before it reaches anything. It looks like wet, teasing tails dragged behind the storm clouds. Despite forecasts of rain, I do not believe it or expect it. I just enjoy it when it happens. I love the sound of rain. Rainstorms are often dramatic deluges, sometimes with hail. Awareness of rain and moisture has become a regular habit due to its scarcity. Now I have lived longer here, in a dry hot place, than anywhere else in my life. When I visit other places, the moisture of the area is one of the first things I notice and feel. Of course, skin, the largest organ, does respond all over the body to this, so there is a lot of sensing surface.

          The importance of moisture and adaptations for it fascinate me. Microclimate changes in moisture create interesting small-scale differences. My neighbor’s air conditioning unit collects condensation and sits at the drip line for the house. Moss grows there. Moss in the wild and dry of west Texas! Resurrection ferns, though, are native in our area. These ferns brown and curl up most of the time. In a rainy time, the ferns quickly green up and stretch out. I can simulate this in a 3-hour lab period in my classes. I feel as though I do the same on rainy days; I green up and stretch out taking in as much moisture as possible.

The moss growing outside my neighbor’s air-conditioning unit. (Perry 2020)

          Before I moved to west Texas, I had an art book at my house featuring West Texas. Pecos to Rio Grande: Interpretations of Far West Texas by Eighteen Artists. My favorite quote about the area by one artist is: “Some say it’s the “Land That God Forgot.” But stand a moment – very still – and you will feel his presence” (Collins 1983). I loved the drama of the images in this book. The openness of the landscape, the bigness of the sky and sunset, the dramatic clouds and the few human inhabitants. I have always been a fan of the underdog, the unseen, the overlooked and little noticed. Maybe because I felt that way in my life; not dramatic and not exciting. However, I felt intrinsically my importance and value. The love and support of my parents to me as a middle child despite the hectic and crazy of a large family fostered this sense of importance and value. I see the presence of the divine in the everyday and the mundane when I look for it and pay attention.

           Of course, temperature and moisture cannot explain everything. There are some holes in Humboldt’s ability to predict by location what to expect in living organisms (Pausas and Bond 2018). One of the considerations is the importance of fire to many natural systems. The long term stability of unforested areas was seen, and sometimes still is, as an undesirable outcome. The idea that trees and a stable climax forest is the goal or the pristine condition is inaccurate currently and historically. Another consideration is plant eaters, herbivores, that can make a big difference to what exists or not in any given location. As human expansion changes the food web by eliminating top predators, the herbivore prey can increase and change the plant community. This change in the base of the food web changes the amount and kind of photosynthesizing organisms. The disappearance of large animals, megafauna, in geologic history had a dramatic effect on organism food web structure.  Not everything can be explained by physical location.

          Humboldt was endlessly curious in his travels and data collection. He used these experiences and information to publish and lecture widely. He was able to make science interesting and accessible to regular people without an academic or technical background (Schrodt et al. 2019). I imagine that nowadays Humboldt would have a popular science blog, podcast, Ted talks and documentaries. Ira Flatow, on NPR’s Science Friday, would interview him.

          Curiosity about our world, local small scale and globally large scale, is needed to understand ourselves individually and our collective future on this planet. The ability to make data and scientific inquiry accessible to the public in meaningful ways is vital. I am optimistic about the future of humanity and our world. Young people, and the rest of us, will be able to look and understand our world and situation in ways that have never been imagined. This new vision will prepare humanity for needed changes and enable us to enact them.

          Humboldt in the 19th century and E.O. Wilson in the 21st century both advocate for appreciation and love of nature and life; they used the terms naturphilosophie and biophilia respectively. Where and how we live determines who we are. As we recognize the life and wonder in the place where we are, we learn about ourselves and our fellow species living with us. We may not be able to change our DNA and become a different species. We may not be able to change our latitude or the tilt of the sun without moving somewhere else. However, we can control microclimate to our benefit. We can choose shade and a cool drink on a hot dry day. We can celebrate and care for wherever we are. Recognizing the importance of our place or location and its relationship to ourselves will make us better stewards of our world and ourselves.

 

BIBLIOGRAPHY:

“Average Monthly Temperature in Seattle (Washington State), United States of America (Celsius).” World Weather          & Climate Information, weather-and-climate.com/average-monthly-min-max-Temperature,seattle,United-States-of-America.

Buchele, Mose, and Ben Philpott. “The Texas Drought’s Over, But The Texas Slow-Motion Water Crisis Is Not.” NPR,           NPR, 2015, stateimpact.npr.org/texas/2015/07/24/texas-droughts-over-heres-the-bad-news/.

“Climate and Average Monthly Weather in Bismarck (North Dakota), United States of America.” World
Weather & Climate Information
, weather-and-climate.com/average-monthly-Rainfall-Temperature-Sunshine,bismarck-north-dakota-us,United-States-of-America.

Collins, Finis F. Pecos to Rio Grande: Interpretations of Far West Texas by Eighteen Artists. Texas A & M University           Press, 1983.

“Data.org.” Climate, en.climate-data.org/africa/kenya/nairobi/nairobi-541, 2020/.

“Data.org.” Climate, en.climate-data.org/africa/egypt/cairo-governorate/cairo-3392/, 2020.

Gabbert, Bill. “Update on Rockhouse Fire at Fort Davis, Texas; 23 Homes and 2 Businesses Destroyed.” Wildfire Today,            26 Aug. 2019, wildfiretoday.com/2011/04/12/update-on-rockhouse-fire-at-fort-davis-texas/.

Humboldt, Alexander von. De Distributione Geographica Plantarum Secundum Coeli Temperiem Et Altitudinem           Montium: Prolegomena. Libraria Graeco-Latino-Germanica, 1817.

McDonald, Charlie. “U.S. Forest Service.” Forest Service Shield, www.fs.fed.us/wildflowers/plant-of-the-week/fouquieria_splendens.shtml, 2020.

Pausas, Juli G., and William J. Bond. “Humboldt and the Reinvention of Nature.” Journal of Ecology, vol. 107, no. 3, 2018,           pp. 1031–1037., doi:10.1111/1365-2745.13109.

Schrodt, Franziska, et al. “Challenges and Opportunities for Biogeography—What Can We Still Learn from Von           Humboldt?” Journal of Biogeography, vol. 46, no. 8, 2019, pp. 1631–1642., doi:10.1111/jbi.13616.

Perry, Irene H. “Moss by AC unit.” 2020 JPEG file

Perry, Irene H. “Ocotillo.” 2020 JPEG file

Pinzke, Kenneth G. Applications and Investigations in Earth Science. Pearson Education (Us), 2014.

“Weather Averages Odessa, Texas.” Temperature – Precipitation – Sunshine – Snowfall, www.usclimatedata.com/climate/odessa/texas/united-states/ustx2587.

Whitakker, Robert Hardings. Communities and Ecosystems. Macmillan, 1975.

 

Irene Perry is a Biology Lecturer at University of Texas Permian Basin, Odessa TX USA. Her background is in ecology. She loves to share the wonder of life and enjoys exploring.