Cuatro poemas

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Los días a la sombra de mí misma

          yo que fui luz y del amor

                                             ave de paso

enciendo hoy la ventana

el horno

los nuncamás

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ardo y soy memoria

al pie de la escalera

con la casa mirándome.

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Nadie ha visto el fuego

                               aún

podría decir estoy asando chiles

pero es sólo cigarro y sombras

el olor de estos días.

 

Si la vida fuera aquel domingo, un libro

entre las manos leernos, el olor

de un guiso hirviendo, si la vida

fuera una noche, mirando de lejos

volcanes y luces. Ya casi invierno

pero no llovía y la marcha avanzó,

avanzamos nosotros para comer ahí

en el mismo sitio, cada septiembre;

pero es junio y no hay ollas, ni marchas, ni libros,

tampoco llueve y somos estos.

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Si la vida fuera un correr, un dejar, un espacio

de pausa. Si los ojos fueran nuestros, pero están

en cada cuerpo. No se miran, no hay sombra.

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No hablaré de lo que dejamos

ahí, donde el mar

se hizo curva, cuando todavía

la luz

había sido siempre luz.

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Si la vida fuera una tarde y contarnos

canciones que nadie escribió, si la vida

fuera otro trago, otro viaje, otra vez

tocar tu pierna. La luna mengua y el mar

moviéndose. Recuerda que todo fue:

agua, viento, hogar. Nada más.

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Un grano de sal sobre la mesa.

Una luciérnaga volando el día.

En algún sitio el mar

redondea el tiempo en una piedra;

un chocar de memoria

contra memoria.

En la orilla de un sueño

un solo silencio basta para invocarte.

Tu cuerpo no cuerpo, se acerca

y un aroma, inventado, existe.

Mis no brazos, miedosos y quietos

quieren responder, palpar.

Es la esquina de un deseo.

No es mi cuerpo el que te llama.

Alguna noche el mar es sólo sonido

un sitio al que nunca llegamos,

se mueve.

Cuerpo que no es ola

ni tempestad.

Algunas noches, el mar

es sólo sonido tejiendo arena.

 

Mi abuela tenía las caderas anchas. 

Pudo haber dado a luz un ejército numeroso

pero tuvo sólo dos partos: una cuadrilla reducida,

suficiente para llenarle la vida de incendios.

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Mi madre tenía las caderas altas y discretas.

Se abrieron una vez y otra vez no. Decidió la ciencia

que fuéramos par, aunque la estadística tendía a una y muerto.

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Mi tía tiene las caderas más bien bajas.

A ella se le estiró la piel ya estirada, apenas en cicatriz;

tres salieron de su vientre.

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A mi madre y mi tía

se les ha ensanchado

el modo de andar.

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Dos mujeres han parido sangre de mi sangre.

Mi prima abrió sus propias caderas para traer otra niña.

Somos un matriarcado sin disimulo.

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Bisabuela mi abuela, tía mi madre, abuela mi tía.

Yo: tía que baila y cuenta, que cuenta y anda.

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Mis caderas fueron siempre más bien escuálidas.

Las distancias y las muertes las redondearon.

Quizá se me abrieron

          por dentro

para darme a luz

cada vez que nada me estaba naciendo.

 


Mercedes Alvarado Author of Nombres propios (Elefanta, 2023), awarded as Book of the Year 2023 by the National Editorial Chamber in Mexico, Días de luz larga (Elefanta, 2020) and Apuntes de algún tiempo (Verso Destierro, 2013). She produced Y hasta la muerte amar (2017), a collection of poetry with ilustration and two poetry-shortfilms. Some of her poetry has been published in México, USA, Spain, Portugal and Colombia. Her creative work has been performed in several venues in Norway, Sweden, Indonesia and México.

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