ISSN 2692-3912

Solito, de Javier Zamora, viaje por el infierno de la mano de un niño

Solito, de Javier Zamora, viaje por el infierno de la mano de un niño

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Solito (Penguin, 2022), de Javier Zamora, es una desgarradora memoria sobre el espinoso viaje que ejercen los migrantes para llegar a Estados Unidos. Javier emprende su “viaje” a los nueve años desde San Luis La Herradura, un pueblo costero en el departamento de la Paz en El Salvador y es llevado por su abuelo hasta Guatemala donde un coyote lo llevará hasta cruzar la frontera y reunirse con sus padres. La memoria se enfoca desde la perspectiva de un niño que es un buen estudiante y está en los primeros lugares en su escuela porque quiere ser más listo que los niños gringos. El niño ha escuchado que en el otro lado los niños comen MacDonald’s y sirven pizza en las escuelas, algo que nunca ha probado. Zamora hace un minucioso recuento de las inseguridades y miedos que experimentó en la infancia, por ejemplo, el miedo a caerse en el excusado. El abuelo le da una serie de instrucciones para sobrevivir el trayecto que en momentos parece imposible de completarse. Javier depende de una familia postiza que se compone de Patricia (quien tiene el mismo nombre que su madre) Carla y El chino.

Los “migrantes” (el niño examina el sonido de esa palabra con que lo nombran) salen del puerto de Ocós en Guatemala para evadir los controles fronterizos, montados en lanchas pequeñas donde no pueden parar por largas horas batiéndose con el mar. Los tratantes en esa zona les llaman “pollos exquisitos” porque pueden pagar mayores sumas de dinero. Uno de los tripulantes tiene una crisis y casi se ahoga. Tienen que detenerse la caravana de lanchas para ir al baño en el mar encrespado. El niño narrador describe su miedo de morir ahogado, el sabor de la gasolina en la boca que tienen que cargar el motor en movimiento. El niño se concentra en la sorpresa de esos nuevos lugares que visita y las sorpresas del viaje, como ver unos peces voladores. Llegan a México y deben resistir las órdenes de los coyotes que les dan poco tiempo para bañarse. “Apúrense, agáchense, ocúltense, no digan nada, no hablen” son los mandatos que reciben en todo momento. Para cruzar por México deben fingir ser mexicanos, decirle popote a la pajilla, no decir cerote, bicho, vergón, ponerse su mejor ropa y fingir ser otros. En el trayecto en el autobús son detenidos por militares mexicanos y son despojados de su dinero a punta de metralleta. Deben caminar, esperar. Cuando llegan a una casa de seguridad, viven hacinados sin poder salir a la calle, compartiendo espacios con otros migrantes desesperados, comen pan bimbo, los mayores discuten con los coyotes. Luego toman otro autobús para llegar a otras casas donde viven parapetados, esperando órdenes para salir.

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Solito by Javier Zamora | Goodreads

Cuando finalmente llegan a la frontera, tienen que caminar por el infame desierto. En una fila india, él niño le llama un “ciempiés humano”, caminando largas horas en la noche para no morir de sed bajo el sol de Sonora. Y después de todo ese sacrificio y largas caminatas son detenidos por “la migra” que los procesa, los meten en jaulas y los deportan (extraña palabra también) a México (porque si dicen que son salvadoreños los regresan más lejos). Deben intentar de nuevo y cruzan por el desierto con un pollero que tiene un tobillo lastimado que ralentiza el viaje y otra vez son capturados. Esta vez por un agente fronterizo que se compadece de los niños y les ofrece chocolate caliente y pan dulce. Les dice que “están de suerte” y los suelta para que regresen a México por su cuenta. En el tercer intento, otra vez refugiándose entre matorrales, agobiados por los helicópteros de migración y con el temor de encontrar otra patrulla con una línea verde, llegan a una carretera y se suben a unas camionetas que los dejan en Tucson. Han llegado a su destino, Javier, Patricia, Carla y El chino. Lo han logrado. Los polleros los esconden en una casa hasta que llaman a sus papás que van desde San Rafael, California a Arizona a recogerlo, el niño que ha estado durante siete semanas en el limbo del cruce y tras tres intentos por cruzar un mortal trayecto finalmente ve la sombra de sus padres cruzar por la puerta. Ha llegado con su familia.

La memoria de Javier Zamora lleva a los lectores por el viaje que emprenden miles de migrantes cada año. Vemos las abejas migrantes que cruzan por el desierto, sentimos el sol del desierto y la desesperación de la sed y el miedo a ser descubierto por militares o por la migración. Sentimos los olores de sudor, animales muertos, los pies cansados, la cercanía que se ejerce entre los migrantes que solo se tienen a ellos en un trayecto donde todos son hostiles hacia ellos. Es un terror que resulta más profundo porque lo experimenta un niño que debería estar bajo el resguardo de sus padres. Ellos han tomado un riesgo altísimo por llevarlo allá, pero saben que es la única opción para traer a su hijo. En los comentarios del autor al final del libro habla del proceso de sanación psicológica que tuvo que realizar para poder contar esta historia dolorosa en una temprana edad, sin duda un trauma profundo, también dice que “ha perdonado a sus padres” que sin duda tomaron una tremenda decisión. A Zamora le tomó tiempo darse cuenta de la herida que le había dechado el cruce, dice el New York Times: “En un encuentro fortuito en un bar local, una pareja de terapeutas le preguntó por qué bebía solo una tarde entre semana. Fue la pregunta adecuada en el momento adecuado y se convirtió en un punto de inflexión para Zamora.” (Russell, Benjamin P. “Javier Zamora cuenta su travesía como niño migrante en Solito” New York Times. 11 de septiembre, 2022).

Es improbable que personas que ven la migración como un peligro para los Estados Unidos lean este libro que pone carne y hueso a la desesperación de las personas en condición de tránsito, su vulnerabilidad a la vesania de las autoridades y que están en el desamparo de la no-ciudadanía del camino. El sueño americano tiene su origen en el anhelo de quienes salen de su país para encontrar a su familia, una mejor oportunidad a las que ofrecen los países de origen. La fortaleza que encuentra el niño Javier para soportar los miedos, el hambre, la sed, el acoso de las autoridades, es para ver el rostro de sus padres en Estados Unidos y también un futuro que le cambiará su vida. Su impulso y deseo de superación ante las circunstancias más adversas es sin duda lo que insufla vida y empuje al país del norte. Solito es un libro testimonial que se une a relatos fundamentales como Yo soy Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia o Cimarrón de Julián Barnés. Una lectura obligada para entender de primera mano las penurias y violación a los derechos humanos de los migrantes del sur global que arriesgan la vida para encontrar a sus familias y un futuro mejor.

 


Martín Camps es profesor de la University of the Pacific en Stockton, California, donde es también Director de Estudios Latinoamericanos. Sus dos últimas ediciones de ensayos son La sonrisa afilada: Enrique Serna ante la crítica (UNAM, 2017) y Transpacific Literary and Cultural Connections: Latin American Influence over Asia (Palgrave, 2020). También ha publicado cinco libros de poesía, entre los que se encuentran Extinción de los atardeceres y Los días baldíos. También es autor de la novela Horas de oficina..