VI
REMINISCENCIA
Hoy me interné
en el desierto
—espíritus en polvo.
Escuché
una voz
triste:
reminiscencias
de una nube
que algún
día
aquí
fue mar.
VIII
La noche en el campo
verdad que nada dice
sino estrellas y viento.
La intemperie sola
incendiada de luciérnagas
se alza con ingenuidad impune
a lo largo y ancho
de esta celebración nocturna
que es el fresco de marzo
entrando por las casas.
IX
El desierto es un trozo de infinito
que cayó hace siglos
transformándose en mezquites y silencio.
XI
El desierto se repite diferente.
Cada vez que lo veo
me sorprende, me inhibe;
en su insomnio yace la infinitud destituida,
y en la oquedad de su océano se esconde
una muerte de polvo.
Allí la soledad echó raíces
en la dignidad apacible y precisa
de los cactus.
El desierto exige conductas
que tienen que ver
con la ansiedad y la paciencia.
El desierto se explica
a sí mismo
y su argumento infinito es recurrente.
Sin embargo, nada lo define
sino cierto inasible temor y el vuelo
de un ave en la distancia azul.
XV
HERACLITIANA
En el desierto
uno siempre se baña
más de dos veces
en el mismo frío.
Enrique Cortazar estudió una maestría en educación y literatura en la Universidad de Harvard. Hizo estudios en el programa doctoral en la Universidad de Nuevo México, en Albuquerque. Fue promotor cultural y director de museos en Chihuahua y Ciudad Juárez. Ha publicado varios poemarios, entre ellos: Otras cosas y el otoño (Diana, 1978), La vida escribe con mala ortografía (Ediciones de Cultura Popular, 1987), Ventana abierta (UNAM, 1993), Suicidio aplazado (Claves Latinoamericanas, 1994), Variaciones sobre una nostalgia (UNAM, 1998), Crépuscule sur les pavés/Crepúsculo en las calles (Edición bilingüe, Écrites des Forges y Mantis Editores, Quebec, Canadá 2008), Don de la tarde (Mantis Editores, 2014). Algunos de sus poemas han sido publicados en libros de texto de secundaria en Estados Unidos, así como en antologías en Japón, Estados Unidos y España.