ISSN 2692-3912

Narración y filosofía: Un contraste en la percepción del mundo en Virginia Woolf y Platón

 
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Introducción

La manera en que percibimos el mundo puede ser muy distinto y lo podemos expresar en distintos modos. Mientras la filosofía intenta capturar la verdad a través de argumentos racionales, la literatura acepta la locura y abraza las posibilidades de lo irracional. La narración tiene la ventaja de no estar limitado por la razón, y así puede ser una forma de examinar lo irracional del mundo y del ser humano mismo. Aunque el Mito de la Caverna de Platón y el relato The Mark on the Wall de Virginia Woolf son muy distintos en tanto al género, época y estilo, me parece que tienen más en común de lo que uno piensa a primera vista; los dos son interpretaciones del mundo que los rodea y comparten elementos como ideas morales y el uso de la sombra y la luz. En ambos la narración juega un rol esencial, pero ¿cuál exactamente es ese y cómo es usado para expresar su percepción del mundo? En lo siguiente voy a desarrollar un análisis del relato de Woolf, comparándolo simultáneamente con el mito de Platón. No obstante, antes de nada, voy a definir los términos más centrales; la narración, la filosofía y el flujo de consciencia.

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Narración y filosofía

Los términos narración y filosofía son muy centrales en cuanto a comparar Woolf con Platón y, por lo tanto, es esencial que sean definidos previamente. El diccionario Oxford Dictionary of Literary Terms describe el término narración como el acto de juntar una serie de eventos: “The process of relating a sequence of events […] narration is often distinguished from other kinds of writing (dialogue, description, commentary) which may be included in a narrative […]” (Baldick 2015). Es decir, la narración en sí es un proceso que ayuda al autor a describir acciones y por lo tanto es necesario incluir un elemento espacio-temporal, dado que los eventos automáticamente crean una temporalidad en sí, con el acto de tener un inicio y un fin, además de uno o más personajes para que las acciones puedan tener lugar. La narración puede, además, ser usado, por ejemplo, en la filosofía, como vamos a ver en el Mito de la Caverna de Platón, aunque esto no es un criterio de la filosofía en sí. El diccionario del Real Academia Española define la filosofía en la siguiente manera:

Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido de obrar humano. (RAE

s. f.)

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Es decir, la filosofía no necesita una narración, no necesita el elemento espacio-temporal ni los personajes ni acciones. Sin embargo, el enfoque principal de la filosofía es buscar y llegar a conocer la realidad a través de la racionalidad. En el mito de la caverna la narración se basa en el prisionero que sale de la caverna en busca de una verdad universal. Esto es la verdad racional de la filosofía, la cual se puede alcanzar usando su razón y argumentos lógicos. No obstante, al usar el método de la narración, Platón mismo abre la posibilidad de incluir lo irracional. En esa manera, Platón termina mezclando los métodos argumentativos y racionales de la filosofía con la fantasía y lo irracional de la narrativa. Esto se ve cuando usa metáforas, por ejemplo, la luz natural que simboliza el Bien, es decir, la causa de las cosas (Platón 1988 p.342). Además, usa personajes ficticios y un narrador, creando así un mundo en la cual la imaginación es un elemento fundamental. Dicho eso, está claro que, aunque la narración abre a la posibilidad de incluir lo irracional, este no necesariamente sea incluido o visto como elemento relevante.

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El término Flujo de Consciencia: origen y definiciones

El término flujo de conciencia (en inglés Stream-of-Consciousness) fue introducido por el psicólogo y filósofo americano William James, a finales del siglo XIX, y se elaboró, durante el modernismo, como una técnica literaria experimental. En la década de 1920 ya era una técnica literaria muy extendida y autores como James Joyce, Virginia Woolf, Marcel Proust y T.S. Eliot experimentaban con ello, aprovechándolo para expresar su manera de percibir el mundo que les rodeaba (McParland 2018 p126). En la literatura el uso del flujo de conciencia es un intento de describir, en la manera más realista, todos los pensamientos e interrupciones que ocurren dentro de la cabeza del autor o de un personaje. Es decir, el enfoque está en el mundo interior y, por lo tanto, el lector llega a conocer el mundo exterior en una manera fragmentada y subjetiva, que no necesita por qué ser lógica. El diccionario de Oxford sobre términos literarios lo describe como un proceso mental que ocurre dentro de personajes ficticios en forma de monólogo interior y distingue entre dos distintas formas de flujo de consciencia: una forma psicológica y una forma literaria:

 

In the first (psychological) sense, the stream of consciousness is the subject matter while interior monologue is the technique for presenting it […] In the second (literary) sense, stream of consciousness is a special style of interior monologue: while an interior monologue always presents a character’s thoughts ‘directly’, without the apparent intervention of a summarizing and selecting narrator, it does not necessarily mingle them with impressions and perceptions, nor does it necessarily violate the norms of grammar, syntax, and logic; but the stream-of-consciousness technique also does one or both of these things. (Baldick 1990).

Aquí, se ve que el flujo de consciencia tiene tanto una función psicológica, donde el autor intenta dar una percepción del mundo específica y, por otro lado, tiene una función literaria donde el autor intenta describir la manera en que piensa, con el objetivo de ser lo más fiel posible a la forma de pensar, a lo mejor rompiendo con la lógica y la sintaxis, y convirtiendo la narración en pensamientos en vez de descripciones. Es decir, el objetivo del flujo de conciencia no es describir el mundo como es, sino intentar de escribir todos los pensamientos para que parezcan al flujo que tenemos dentro de nuestras cabezas. Se llama flujo de conciencia, porque el autor solamente puede escribir todos los pensamientos de que está consciente y, por lo tanto, dado que solamente podemos estar consciente de una cosa a la vez, aparecen los pensamientos en los textos experimentales como un flujo, una línea continua de pensamientos que se desarrollan en más detalle o que se interrumpen por otros pensamientos o asociaciones.

En su artículo Consciousness as a Stream, la profesora y autora inglesa Anne Fernihough distingue entre la realidad desde la perspectiva del flujo de consciencia frente a la realidad en la filosofía:

 

Between this reality and the one constructed by the philosophers, I believe he [William James] would have established the same relation as between the life we live every day, and the life which actors portray in the evening on the stage. On the stage, each actor says and does only what has to be said and done; the scenes are clear-cut; the play has a beginning, a middle and an end; and everything is worked out as economically as possible with a view to an ending which will be happy or tragic. But in life, a multitude of useless things are said, many superfluous gestures made, there are no sharply-drawn situations. (Fernihough 2007 p.65).

 

Aquí Fernihough distingue entre, por un lado, la percepción del mundo de William James que ve el flujo de consciencia como una manera de describir la realidad caótica, realista, subjetiva y, por otro lado, la realidad filosófica donde la clave es la lógica y donde la realidad es construido por las ideas del filósofo en una manera económica que no permite interrupciones de pensamientos o asociaciones irrelevantes.

Como acabamos de ver, el flujo de consciencia y la filosofía usan la narración en dos distintas maneras: uno como monólogo interior que describe el mundo en la manera más parecido a los pensamientos y otro, la filosofía, que describe el mundo en una manera ordenada, estructurada y lógica.

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Análisis de The Mark on the Wall, de Virginia Woolf

El relato The Mark on the Wall, de Virginia Woolf, fue publicado por primera vez en una colección llamado Two Stories en 1917, por Woolf misma. Este relato es un experimento, donde Woolf desarrolla su manera de describir los pensamientos y este uso del flujo de consciencia lo ha desarrollado para usar en sus novelas más tardíos (Goldman 2006 p.88). En lo siguiente voy a analizar el relato examinando la narración y el contraste entre lo que podemos llamar dentro de y afuera de la caverna y su relación con el mito de Platón.

 

La narración

El relato de Woolf está escrito en primera persona singular y durante todo el relato percibimos el mundo desde la perspectiva de la protagonista misma. Como antes mencionado, el uso de la narración requiere un espacio físico y temporal, y aunque el flujo de consciencia es lo que ocupa la mayor parte del relato de Woolf, la narración también juega un rol esencial dado que es gracias al espacio que la rodea que la protagonista puede ocuparse del flujo de consciencia y desarrollar sus pensamientos.

Desde afuera no tenemos muchas descripciones de la protagonista, solamente recibimos un poco de información en cuanto al espacio que la rodea a través de sus pensamientos; ‘The wonder is that I have any clothes on my back, that I sit surrounded by solid furniture at this moment.’ (Woolf 2008 p.4). A través de saltos en la narración entre el mundo de sus pensamientos y el mundo físico que la rodea, llegamos a conocer que está sentada en una silla en una habitación de su propia casa, probablemente el salón por las descripciones del manto de chimenea, y está mirando una marca que se sitúa en la pared blanca. Al final del relato entra un hombre que probablemente es su marido: ‘Someone is standing over me and saying »I’m going out to buy a newspaper.«’ (Woolf 2008 p.10). Es decir, durante todo el relato la protagonista no se mueve del espacio físico, ni siquiera se levanta de la silla: ”And if I were to get up at this very moment and ascertain that the mark on the wall is really – what shall we say? – the head of a gigantic old nail […] what should I gain?’ (Woolf 2008 p.8). Esto es un gran contraste al Mito de la Caverna, donde la migración de un espacio a otro es un elemento esencial; en este mito el prisionero se mueve de un espacio físico, el interior de la caverna, hacía otro espacio físico, que es el mundo afuera, y esta transición en espacio es lo que le permite tener una mayor perspectiva del mundo, es lo que le coloca en un sitio donde puede filosofar y tener otra percepción más precisa del mundo. Es decir, en Platón la narración funciona como un medio de poner el personaje en el lugar adecuado para filosofar. Son espacios y acciones que ayudan al lector entender las ideas de Platón, porque nos introduce a varios personajes como los esclavos y los sofistas que constituyen lo que Platón ve como el contraste a la filosofía. Aquí la narración le ayuda mucho a concretizar ideas abstractas, lo que también se ve cuando coloca sus Ideas en el mundo físico afuera de la caverna. Al contrario, lo que ocupa gran parte de la narración en Woolf, no es el espacio físico, sino que es el mundo interior de la protagonista. Como antes mencionado, el flujo de conciencia es expresado a través de un uso de monólogo interior y esto se ve claramente en el relato de Woolf donde aparecen constantemente los pensamientos y las observaciones de la protagonista misma: “Perhaps it was the middle of January in the present year that I first looked up and saw the mark on the wall.” (Woolf p 1). En esta primera frase, el tiempo está descrito desde la perspectiva de la protagonista y esta subjetividad es subrayado por el uso de palabras como ‘the present year’ y ‘I first looked up’ que marcan la propia experiencia de la protagonista. Además, el uso de la palabra ‘perhaps’ subraya una incerteza, que es muy característico del uso de flujo de conciencia, dado que muestra las dudas que naturalmente tenemos cuando pensamos. Al mismo tiempo, la falta de una fecha exacta puede indicar que la temporalidad no es lo que importa. Es decir, Woolf no intenta intervenir y establecer si en realidad fue en enero o no, pero deja a la protagonista misma averiguarlo a través del flujo de conciencia. Esto está muy en contra de la certeza en la filosofía de Platón, donde cada elemento es más concretamente determinado. El mito de Platón está contado en primera persona singular, igual que en Woolf, no obstante, Platón escribe en forma de diálogo donde el narrador siempre argumenta en una manera racional, lo que muestra una mayor objetividad y una técnica más parecido a lo científico. Esta diferencia entre lo subjetivo en Woolf ante lo objetivo en Platón se ve también en el elemento de la naturaleza que aparece en los dos cuentos: ‘The tree outside the window taps very gently on the pane..’ (Woolf 2008 p.5). En esta cita de Woolf la naturaleza aparece casi como una persona que quiere entrar en el mundo de la protagonista. Está activamente tocando la ventana, llamando su atención, y esto muestra el contraste entre el mundo físico y el mundo interior de la protagonista. No es aleatorio que Woolf usa la ventana como barricada entre los pensamientos de la protagonista y el exterior, dado que la ventana es algo transparente que lo hace posible que la protagonista vea el mundo exterior, aunque esté dentro en su casa y sus pensamientos. Es decir, todavía hay una conexión con el mundo exterior, pero es un tanto lejano y es la protagonista misma la que puede elegir cuándo quiere abrir la ventana y dejar entrar la realidad física.

En el mito de Platón, la naturaleza también juega un papel importante, pero aparece en una manera mucho más objetiva, casi explicado en una manera científica: ‘[…] contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.’ (Platón 1988 p.340). Aquí la naturaleza aparece como un elemento pasivo que se puede examinar, es el espacio que le permite al protagonista filosofar y examinar su origen. No obstante, la naturaleza no solamente es un objeto, todos los elementos en ese espacio son Ideas y éstos los puede examinar el protagonista a través del sol, que no es una bola de fuego, sino que es lo que Platón llama el Bien. El Bien forma parte del mundo metafísico, pero esto no es un mundo que activamente intenta entrar en contacto con el hombre, sino que es el filósofo mismo que debe buscarlo. Es decir, la naturaleza en Woolf es personificado y activo, mientras que la naturaleza en Platón es un objeto pasivo que sirve como un medio para dar acceso al mundo de las Ideas. Esta diferencia entre lo subjetivo y lo objetivo es algo que también marca los distintos géneros; dado que la filosofía se basa en la lógica y el uso de la razón, como describí al principio, Platón incluye diálogos en su narración, para poder presentar sus argumentos de manera más convincente y objetiva, mientras que le sirve mejor a Woolf usar la primera persona, junto con el flujo de consciencia, para poder describir los pensamientos y percepciones del mundo desde un vínculo específico de un solo individuo y por lo tanto ser más subjetivo.

Es decir, en tanto el mito de Platón como el relato de Woolf vemos una construcción de un tiempo y espacio físico en donde hay unas acciones. En Platón la narración es más visible porque es usado como una manera de distinguir entre la ficción y la filosofía y el personaje del prisionero se mueve físicamente de un mundo a otro. En Woolf no hay una acción tan explícita, sino que las únicas acciones que tenemos son el acto de que la protagonista ve la marca en la pared, su marido entra en la habitación y el árbol afuera de la ventana rompe el silencio como si fuese una persona que quería entrar.

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Dentro de la caverna

Como acabamos de ver, aunque hay una distinción entre el mundo interior y el mundo exterior en Woolf, que se separan por la ventana, tampoco son elementos muy separados, dado que la protagonista es consciente de que existe el mundo exterior, pero escapa intencionalmente a su propio interior. El mundo exterior en Woolf es el mundo físico, la realidad racional que puede percibir con los cinco sentidos, y es ese mundo que la protagonista quiere escapar cuando no se levanta a abrir la ventana o cuando no se acerca a la marca para poder ver qué es. Es decir, la naturaleza, la realidad física, no logra entrar en el espacio interior de la protagonista, porque ella no abre la ventana, pero al final del relato sí vemos que la realidad física logra entrar en su interior, en forma de su marido que entra en la habitación: ‘Someone is standing over me and saying »I’m going out to buy a newspaper. […] All the same, I don’t see why we should have a snail on our wall« Ah, the mark on the wall! It was a snail.’ (Woolf 2008 p.10). Con el marido entra la realidad física y la racionalidad que determina que la marca en la pared es un caracol. Esta ‘decisión’ racional por parte del marido muestra que hay una construcción de la realidad, que en Woolf es determinado por la sociedad, por los hombres, a la que la protagonista está expuesta y que rompe con el acto de que ella misma pueda crear su percepción del mundo: ‘I can’t remember a thing. Everything’s moving, falling, slipping, vanishing…’ (Woolf 2008 p.10).

Esta lucha entre la percepción del mundo del individuo y la que le impone la sociedad se ve también en Platón, donde yo quiero argumentar que el interior de la caverna corresponde al mundo exterior en Woolf. Dentro de la caverna en el mito de Platón los esclavos solamente pueden ver las sombras que están en la pared y que constituyen su realidad, su mundo físico. Tanto el exterior en Woolf como dentro de la caverna en Platón son realidades construidos por la sociedad que les rodea; en Platón los sofistas crean las sombras y en Woolf el marido de la protagonista es el que determina la marca y, por lo tanto, vemos que hay cierto control sobre lo que es determinado como ‘la realidad’, que no es determinado por el individuo sino por los creadores de ambos paradigmas. Algo que los dos relatos tienen en común es que, aunque les es presentado una versión del mundo, los protagonistas en ambos relatos no aceptan esa versión, lo cuestionan e intentan escaparlo. Aquí se pueda preguntar ¿por qué? En Platón el deseo de filosofar hace que el prisionero necesita romper con la cadena, es la ruptura que María Zambrano dice es justificado por el deseo de buscar la verdad (Zambrano 2010 p.16). Al contrario, no me parece que el objetivo de los pensamientos de la protagonista en Woolf sea encontrar una verdad, sino que, parece que quiere romper con esto, porque acomoda los pensamientos irracionales para escapar a un mundo donde todo es posible, donde encuentra la libertad absoluta. Al final cuando el marido determina qué es la marca en la pared, es una observación que se opone a todo lo que ha pasado en el relato hasta entonces; pues esta definición lo hace el marido a través de sus sentidos, utilizando la vista y la razón concluyendo que la marca es un caracol. Pero esto es exactamente lo que la protagonista no ha querido hacer: ‘If I were to get up at this very moment […] what should I gain? Knowledge? […] And what is knowledge? […] one could imagine a very pleasant world […] A world without professors or specialists […]’ (Woolf 2008 p.8). Pues la protagonista trata de romper con el mundo racional, no le interesa en realidad qué es la marca en la pared, sino que lo importante para ella son sus pensamientos que la llevan más allá del simple mundo físico y que son libres de toda racionalidad.

Es decir, los dos, la protagonista en Woolf y el prisionero en Platón escapan el interior de la caverna, el mundo predefinido y experimentan una transición, un momento afuera del tiempo donde son libres de filosofar y pensar. Pero la gran diferencia es que mientras la protagonista en Woolf escapa a un lugar donde puede romper con la racionalidad, el prisionero en Platón lo hace al revés, escapando de un lugar donde no hay razón, donde todo es mentira, y usa exactamente la razón para ir más allá en busca de la verdad. Esta verdad lo encuentra en el mundo afuera de la caverna que voy a comentar en el siguiente párrafo.

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Afuera de la caverna

Cuando el prisionero sale de la caverna, lo primero que pasa es que no puede ver nada: ‘¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son verdaderos? -Por cierto, al menos inmediatamente.’ (Platón 1988 p.340). Este enfoque en los ojos y la vista es combinado con la luz y la sombra que juegan un rol esencial en tanto el mito de la caverna como el relato de Woolf. Que el prisionero no puede ver muestra que todavía no entiende el mundo al que ha escapado, pero al mismo tiempo implica que la verdad no se siente, sino que se ve. Esto me parece muy interesante porque encaja con la manera en que Pitágoras dice que en la matemática hay que seguir un camino para poder ver y descubrir cosas dentro de nosotros que no sabíamos que existieran (Villate 2018 p110). Es decir, hay que situarse en una posición específica para poder ver la verdad, y esto es exactamente lo que Sócrates como narrador hace en el mito de la caverna, pues sitúa al prisionero afuera de la caverna para que puede ver la realidad. Es decir, en Platón la narración funciona para hacer visible la realidad. Al contrario, en el relato de Woolf la narración en si misma ya es la realidad, pues es en la construcción del mundo físico donde encontramos la protagonista sentada en su silla en una habitación, con un árbol afuera de la ventana y un marido que abre la puerta. Pero, como ya dicho la protagonista en Woolf acude siempre al monólogo interior, al flujo de consciencia, como una manera de escapar el mundo físico. En la misma manera que Platón acude a la vista, Woolf tiene frases muy similares que muestran cómo al principio la protagonista no tiene una vista clara: ‘[…] one is born here, helpless, speechless, unable to focus one’s eyesight […]’ (Woolf 2008 p.4). Es decir, los dos Platón y Woolf tienen un enfoque en la vista y los dos acuden a la luz y la sombra para caracterizar el mundo físico. En Woolf la protagonista siempre vuelve a la marca en la pared, contemplando su sombra en un intento de averiguar su verdad. La marca en la pared sirve como punto de partida de la protagonista para que pueda desarrollar sus pensamientos. Esto se ve cuando una y otra vez sigue volviendo a la marca que es una manifestación física de sus pensamientos, pues es un objeto indeterminable que, según su imaginación, podía ser miles de cosas distintas: ‘If that mark was made by a nail, it can’t have been for a picture, it must have been for a miniature – the miniature of a lady with white powdered curls […] the people who had this house before us would have chosen pictures in that way – an old picture for an old room.’ (Woolf 2008 p.3). Aquí se ve que la protagonista en Woolf se deja llevar por el flujo de conciencia y crea de su propia imaginación un pasado de la marca. Esto es un gran contraste a cómo el prisionero en Platón examina el mundo afuera de la caverna, pues no intenta usar su imaginación, sino que es controlado por la lógica y por lo tanto examina las cosas en una manera más científica, que no incluye pensamientos demasiado lejanos de la realidad. Las Ideas que en Platón son descubiertos mediante la razón, son en Woolf caracterizados por la irracionalidad y son presentes literalmente como ideas, pues son los pensamientos de la protagonista que para ella sustituyen una ‘verdad’. Esto no es la misma verdad que el prisionero intenta encontrar, sino que es una verdad subjetiva, más bien un ideal, en donde la protagonista no necesita argumentar, sino que el acto de pensar es un fin en sí mismo. Pues, como antes mencionado, la protagonista en Woolf no tiene una intención de descubrir la verdad, sino que simplemente quiere dejarse llevar por sus pensamientos.

   Me parece muy interesante que cada vez que la marca es descrita en el relato de Woolf es siempre la sombra y su forma que cambia la manera en que la protagonista lo percibe: ‘And yet that mark on the wall is not a hole at all. It may even be caused by some round black substance, such as a small rose leaf, left over from the summer, and I, not being a very vigilant housekeeper – look at the dust on the mantelpiece, for example, the dust which, so they say, buried Troy three times over […]’ (Woolf 2008 p.5). Pues aquí se ve que no es la cosa en sí, sino que es su sombra la que hace que la imaginación de la protagonista fluye. Al contrario, en el mito de Platón la sombra es lo que engaña a la gente, es lo que es visto como una realidad falsa. Y en cierta manera tiene la misma función en Woolf pues la protagonista no averigua a través de la sombra que la marca es un caracol, sino que la lleva a todo tipo de conclusiones que no son nada ‘correctos’. Pero como antes mencionado, el objetivo de la protagonista no es determinar la marca, sino dejarse llevar adonde sus pensamientos la llevan. En Platón la luz es lo que le permite al prisionero filosofar y examinar el origen de las cosas. Es interesante que no puede examinar el origen de la luz misma, del Bien, pues dentro de la caverna sí que logra entender cuál es el origen del fuego, pero afuera de la caverna la verdad real es mucho más complejo y oculto incluso para el filósofo. Solamente la luz de las estrellas y la luz del Bien que cae encima de las cosas puede ayudar al prisionero acercarse la verdad. Se puede argumentar que la marca en el relato de Woolf funciona en la misma manera que el Bien en Platón, pues los dos son usados para hacer pensar al protagonista. No obstante, mientras el prisionero no puede averiguar cuál es el origen del Bien, la protagonista en Woolf consigue esta información al final cuando su marido entra. Pero en muchas maneras esto no es el verdadero Bien, pues es un simple elemento, un simple caracol en el mundo físico, y esto hace pensar que la realidad no va más allá del mundo físico, lo que también decepciona a la protagonista que al final olvida todos sus pensamientos, para que son sustituidos por la realidad determinado por la razón.

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Discusión

Al final la protagonista en Woolf se encuentra en el mundo físico y ha olvidado el mundo de las ideas, lo que significa que en cierta manera no ha logrado conseguir lo que quería. Pero ¿cuál era el fin de sus pensamientos? He mencionado varias veces que creo que su fin es simplemente dejarse llevar por los pensamientos, es un fin en sí mismo estar ahí pensando. Eso digo, porque la protagonista en Woolf hace muchas referencias a los hombres que le llama ‘men of action’ (Woolf 2008 p.9) que son los que controlan su mundo, en la misma manera que vemos que el marido entra y determina que es un caracol que está en la pared. Pues para escapar de ese mundo, donde la mujer no tiene una voz propia, la protagonista crea a sí misma un universo, en forma de sus propias ideas, donde no hay ninguna restricción. Esta exclamación del mundo de los hombres y de la ciencia muestra que al final hemos decido que el mundo físico, que podemos sentir con los cinco sentidos, es lo que importa. Pero la protagonista va en contra de eso con sus pensamientos, que no excluyen la irracionalidad, y que funcionan como una pequeña protesta ante la percepción del mundo que nos impone la sociedad. En Platón el ‘verdadero’ mundo afuera de la caverna no es un mundo físico, sino que es un mundo de afectos, lo que Platón determina con conceptos como Ideas y el Bien. Es decir, Platón distingue entre un mundo físico y un mundo metafísico, que va más allá de los cinco sentidos. Esto se relaciona también a Hesíodo y su Teogonía (Hesíodo 1978 p.76), que no presenta un mundo físico, sino que presenta un mundo afectivo donde el caos está en todo, y se muestra p.ej. como el conflicto entre padre e hijo. Se puede discutir si el relato de Woolf es una declaración de que todavía existe el mundo de los afectos, aunque nacimos en un mundo que, en la época de Woolf, es predefinido por la ciencia y el paradigma de los hombres. O, mejor dicho, el relato de Woolf es una manifestación de cómo los afectos se muestran en nuestro mundo tan físico, tan científico, tan racional, pues el uso de flujo de consciencia provoca que rompemos con este mundo tan racional, pero no entramos en algo extranjero que no entendemos, sino que entramos en algo que parece nuestros propios sentimientos. En esa manera, la narración en Woolf provoca que el lector reflexione sobre su propia manera de pensar, y sobre su propia percepción del mundo. Esto muestra que, aunque vivimos en una sociedad que se basa en conceptos racionales, nuestros pensamientos siguen siendo irracionales, y esto muestra que el caos de que habla Hesíodo es todavía presente en el hombre moderno, aunque lo ha intentado escapar. Platón dice que el alma nunca deja de filosofar, ni en la vida ni en la muerte, y para Platón el acto de filosofar significa usar la razón para encontrar la verdad. No obstante, me parece que esta búsqueda del origen de las cosas, y el deseo de filosofar se ve también en Woolf, aunque es una ‘filosofía’ irracional. En esa manera, parece que el relato de Woolf nos dice que a lo mejor la búsqueda no necesita por qué ser racional, pues el mundo irracional forma una parte esencial de nosotros. En esa manera, se puede argumentar que cuando Hesíodo dice que el caos nunca desaparece es una manera de decir que la irracionalidad siempre va a ser una parte fundamental del ser humano, lo que va en contra de Platón y su énfasis en la búsqueda del filósofo que debe ser racional.

En su República Platón expulsa a los poetas porque engañan a la gente, porque no describen la verdad, sino que forman parte de los sofistas que, en el mito de la caverna, crean una imagen falsa del mundo, en la pared para los esclavos. Estos esclavos tienen cada uno una percepción distinta de esas sombras, pero para Platón todas estas percepciones del ‘mundo’ son falsos porque no son percepciones del mundo real. Es decir, Platón no ve ninguna verdad en una percepción de una doble mimesis que es el arte, porque es demasiado lejos del mundo de las Ideas y por lo tanto uno no debe conseguir esas visiones. Pero Woolf va exactamente en contra de eso cuando propone la pregunta: ‘And what is knowledge?’ (Woolf 2008 p.8). En su relato Woolf muestra que los pensamientos y la imaginación pueden también sustituir una verdad, pues la ‘realidad’ solamente se puede ver desde su propio punto de vista. Es decir, aunque vivimos en un mundo bajo el control de los sofistas, como la protagonista en Woolf que vive en un mundo controlado por los hombres y las ciencias, es posible usar ese mundo para ir más allá. Pues la protagonista en Woolf no rompe con el mundo físico en la misma manera que el prisionero rompe la cadena y sale de la caverna. Sino que siempre vuelve a la marca en la pared, observa la habitación física que la rodea, y usa estos elementos para desarrollar sus pensamientos. Es decir, se puede hacer una crítica a Platón para no usar el mundo que lo rodea, porque, aunque sea construido por sofistas yo creo que al mismo tiempo puede ser una forma de verdad, porque al mismo tiempo que es una manera para los sofistas manifestar su control y poder, también muestra cómo ellos perciben el mundo. Esto me parece muy interesante, porque, aunque sabemos que el interior de la caverna es mentira, son los sofistas mismos que crean las figuras de madera que son basados en la manera en que ellos mismos ven el mundo. Es decir, los poetas crean poesía a través de lo que piensan sobre el mundo, y ellos mismos creen en sus visiones, y eso, creo yo, muestra que todos tenemos la necesidad y el deseo de conocer la verdad que al fin y al cabo no puede ser racional, porque lo que el relato de Woolf muestra es que el humano no es un ser racional, y por lo tanto la verdad que buscamos no necesita por qué ser encontrado en una manera racional.

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Conclusión

En fin, hemos visto que Woolf y Platón examinan el mundo desde distintas perspectivas, y la narración funciona en ambos casos para subrayar la perspectiva y la manera en que quieren examinar la realidad que les rodea. En Woolf la narración tiene un enfoque en el individuo en una manera que subraya lo subjetivo y, al mismo tiempo, el uso de la narración es un elemento que constituye un espacio de objetos físicos y temporales que es la manifestación de un mundo que la protagonista intenta escapar. El mundo físico en Woolf es una realidad construida por una sociedad donde los hombres y la ciencia gobierna y hemos visto que la protagonista intenta escapar este mundo apelando a la irracionalidad como una manera de vivir su libertad. Al contrario, la narración en el mito de Platón funciona para situar al prisionero en el lugar adecuado para poder ver la verdad y Platón, además, se expresa en forma de diálogo para poder disponer sus ideas y argumentar de forma racional. La percepción del mundo en Platón es sobre todo racional, y hay una ruptura muy clara entre el mundo físico y el mundo de las Ideas. Esto es un contraste a Woolf que subraya lo irracional y donde hemos visto que, aunque la protagonista intenta escapar del mundo físico, al mismo tiempo usa ese mundo para desarrollar sus pensamientos. Esto es algo que yo diría muestra cómo el caos que Hesíodo comenta en su Teogonía, nunca desaparece, y dado que es parte natural de los humanos, he argumentado que la irracionalidad no debe ser excluido como lo hace Platón, sino que se debe examinar, como lo hace Woolf, porque esto también muestra una percepción ‘verdadera’ del mundo.

 

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Anna M. C. Swann estudia Lenguaje y Cultura Española y Latinoamericana en la Universidad de Copenhague, con un especial enfoque en la literatura y la filosofía. Ha cursado, además, en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad de Salamanca.