ISSN 2692-3912

Todos los paisajes son tu camino

UNA VOZ QUE LLORA EN EL DESIERTO

Las pinturas de Guillermo Arreola son ecos que regresan desde un paisaje interior en donde una voz clama en el desierto, es escuchada primero por el pintor, y posteriormente se vuelve audible ante nosotros. Él ya es un escritor distinguido pero, como la mayoría de los escritores, ha descubierto que no todo lo que se experimenta puede encontrar un equivalente verbal, por lo que se ha volcado a la pintura como una forma de transmitir intuiciones, aprehensiones y portentos.

Guillermo Arreola prefiere en óleo y acrílico una paleta de tonos oscuros, que no se alejan del monocromo —azul, marrón, gris, tiza, negro—, aplicados sutil y rotundamente. México se asocia en nuestra mente con colores brillantes; con los matices radiantes del follaje, las flores y los frutos vistos a la luz del mediodía. Pero Arreola evita la exposición obstinada, prefiriendo los matices montañosos y del desierto con una tenue luz invernal. Su acercamiento a la pintura sigue los pasos de Rothko y Tàpies, así como de artistas que han sentido afinidad con las rugosas paredes urbanas cubiertas con hormigón y yeso; con superficies improvisadas cubiertas con pintura, polvo y graffiti. De vez en cuando, de estos ambientes oscuros surge una silueta humana o un rostro, casi ocultos, solitarios y enigmáticos. Cuando tienen rostros, se asemejan a máscaras que flotan en un espacio ambiguo, tal como lo hacen sus contrapartes en Redon, Nolde o De Kooning.

¿Sería correcto decir que estas obras son el producto de un temperamento melancólico? Sólo si reconocemos que la melancolía es una clave para comprender la condición humana. En las pinturas de Arreola entramos en contacto con una mente liberada de la ilusión; que contempla la soledad, el temor, la muerte y el insondable misterio de la consciencia. Si un artista es aún capaz de pintar ante semejante conocimiento, debiéramos  hallar consuelo en su temple y su valor.

Alfred Corn

 

 

A VOICE CRYING IN THE WILDERNESS

The paintings of Guillermo Arreola are echoes sent back from an interior landscape where a voice crying in the wilderness, first heard by the painter, then becomes audible to us.  He is already a distinguished author, but, like most writers, he has discovered that not all that is experienced can find a verbal equivalent. And so he has turned to painting as a way to convey intuitions, apprehensions, portents.

In oil and acrylic Guillermo Arreola prefers a palette of dark tones, not far from monochrome—gray, blue, brown, chalk, black—lightly and drily applied.  Mexico is associated in our minds with brilliant color, the lustrous hues of foliage, flowers and fruit seen at noonday. But Arreola avoids that insistent display in favor of the hues of mountain and desert in dim, wintry light. His approach to painting follows in the steps of Rothko and Tàpies, and to artists who have felt an affinity with rough urban walls of crumbling plaster or concrete, impromptu surfaces covered with paint, dust and graffiti.  Occasionally a human silhouette or face emerges from these obscure environments, half seen, solitary, enigmatic. When they have faces, these are mask-like, floating in an ambiguous space, much as their counterparts do in Redon, Nolde or De Kooning.

Is it accurate to say that these works are the products of a melancholic temperament?  Only if we acknowledge that melancholy is a key to understanding the human condition. In Arreola’s paintings we are brought in contact with a mind freed from illusion, one that contemplates solitude, dread, death, and the unsolvable mystery of consciousness. If an artist is still able to paint in the face of such knowledge, we should draw reassurance from his courage and resolution.

Alfred Corn

 

“El olvido que me diste”, acrílico sobre tapete de madera, 160 x 244 cm.

 

“Madrugada”, acrílico sobre radiografía, 42 x 35.5 cm.

 

“Neblina”, óleo sobre tela, 100 x 100 cm.

 

“Paisaje de San Fernando, Tamaulipas”, óleo sobre madera, 110 x 264 cm.

 

Marinola”, acrílico sobre radiogradía, 35.5 x 42 cm.

 

“Paisaje con huesos”, óleo sobre madera, 122 x 150 cm.

 

“Todo México”, óleo sobre tela, 200 x 150 cm

 

 

 

Guillermo Arreola. Artista visual y escritor.

Cuenta con más de 20 exposiciones de pintura individuales tanto en México como en el extranjero. Entre sus exposiciones se cuentan: Sursum Corda, Museo de la Ciudad de México, 2015; El olvido que me diste. Una retrospectiva, en Centro Cultural Tijuana, 2014. To See You Better With, 2012, Consulado General de México en San Francisco. No volveré, 2010, Instituto Nacional de Bellas Artes-CONACULTA. La más reciente se llevó cabo de enero a abril de 2018 en Casa Lamm, con el título Conjuros. Nuevos paisajes mexicanos.

Asimismo ha participado en más de 15 exposiciones colectivas entre las que se encuentran la Olympic Fine Arts 2012, que se llevó a cabo en Londres, Inglaterra.

Como escritor, es autor de los libros La venganza de los pájaros (Fondo de Cultura Económica, 2006), Traición a domicilio (Joaquín Mortiz, 2013) y Fierros bajo el agua (Joaquín Mortiz, 2014). Es coautor como pintor del libro Via Corporis de Pura López Colomé (Fondo de Cultura Económica, 2016).