El Brujo y el Poeta en el Reino de la Ilusión
Personajes:
El Poeta: Hombre de unos treinta y tres años.
El Brujo: Hombre de unos treinta y tres años.
Nota: Los personajes alternarán con las versiones de sí mismos cuando tenían ocho y trece años. Estas versiones podrán ser interpretadas por los mismos actores.
Lugar: Un salón para fiestas infantiles abandonado localizado en algún lugar indefinido de la provincia mexicana.
Época: Actual
Es el interior de un salón de fiestas infantiles abandonado. Hay adornos propios de una celebración, pero eso no evita que se vea su decadencia. El decorado colorido ha perdido la intensidad de sus mejores años. En un costado, una alberca redonda de pelotas que asemeja un pozo de piedra. El Poeta está escribiendo sobre una de las mesas, una nota en una hoja de papel, da fumadas ocasionales a su cigarro. El Brujo, armado con una pistola y con un trago en la mano, se pasea nervioso.
BRUJO: ¿Ya la tienes?
POETA: Espera…
BRUJO: ¿Ya la tienes?
POETA: Oh… qué impaciencia.
BRUJO: Chingados… Es una pinche carta. Una pinche carta.
POETA: Una pinche carta dices.
BRUJO: Sí. No mames…
POETA: ¿Así es?
BRUJO: Así es.
POETA: Tú fuiste el que no quiso la primera carta.
BRUJO: Porque era una pendejada y lo sabes…
POETA: Ya sé.
Pausa.
BRUJO: ¿Ya?
POETA: Ya…
BRUJO: ¿Y?
POETA: A quien corresponda.
BRUJO: ¿A quien corresponda?
POETA: Así se estila…
BRUJO: ¿Así se estila? No mames.
POETA: Digo que así empiezan todas las cartas serias…
BRUJO: Ya ya… A ver… síguele.
POETA: (Lee). A quien corresponda: Quiero informar a los que encuentren mi cadáver que no deben pensar mal. Mi muerte se debe a que me suicidé. O sea, yo mismo me quité la vida. Quiero que sepan que mi decisión de matarme fue muy voluntaria y personal. No deben culpar a nadie. No deben investigar a nadie. No fue otro el que me obligó a que yo tomara el arma que encontraron junto a mi cuerpo sin vida y que de seguro tiene mis huellas. Tampoco deben pensar que algo de lo que escribí hizo enojar a alguien y por eso acabé así, maltrecho y abandonado. No vayan a creer que tuvo que tener con mi labor de periodista, ni que tuvo que ver el libro que estoy escribiendo sobre cierto personaje o sobre cierta organización, que han tomado el control del pueblo y que están detrás del asesinato de muchos. No vayan a creer que fue otra mano o voluntad la que me hizo tomar la pistola que disparó la bala que acabó con todo. No fue alguien que me amenazó y me hizo escribir esto. Me pegué un tiro en… aquí no sé si poner que fue en el pecho o en la cabeza. Tampoco si fueron un par de balas. Porque los policías siempre descubren que los suicidas se dan varios balazos.
BRUJO: …
POETA: ¿Qué? ¿Qué pasa? Escribí más de tres líneas como querías.
BRUJO: ¿Eres pendejo? No. No recuerdo que fueras pendejo. Entonces a lo mejor toda esta cosa de escribir todos los días pendejadas te volvió pendejo. Tú no eras así.
POETA: ¿Así?
BRUJO: Pendejo.
POETA: Tampoco insultes.
BRUJO: Si un cabrón te apunta con un arma y te pide que hagas algo o si no te carga la chingada más pronto que temprano y tú no haces lo que te pide, sino que haces todo lo que te dijo que no hicieras… entonces, pinche contéstame nada más la pregunta: ¿eres o no un pendejo?
POETA: Te digo que no insultes, güey.
BRUJO: Soy un asesino a sueldo, entonces es muy natural, muy de mi persona que insulte a quien se me dé la pendeja gana.
POETA: Es que…
BRUJO: Sí. Sí. Ya sé que te hacen sentir incómodo, pero así es. Las cosas como son. Como deben ser… Así es, ¿o no?
POETA: …
BRUJO: ¿Por qué? ¿Qué pasa, cabrón?
POETA: Es que estaba pensando…
BRUJO: ¿Sí?
POETA: Si alguien nos estuviera viendo… ¿crees que entendería? Digo, lo que realmente pasó. No sé si le dirías: “Todo empezó con una nota de suicidio.”
BRUJO: De despedida. Es una nota de despedida.
POETA: De suicidio. Eso dirá la etiqueta cuando la policía la meta en una bolsa de plástico.
BRUJO: El agente del ministerio, cabrón. Así se llama.
POETA: Está bien, güey. El agente del ministerio.
BRUJO: Como sea, no te pedí una nota de suicidio. No entiendes nada. No le estás escribiendo la carta al tipo que va reconocer tu cadáver, ni al reporterucho amigo tuyo, que va a dar la noticia de tu muerte en uno de esos periódicos que saca fotos de destripados junto a viejas en bikini. Entonces, ésta es una carta personal…. Va de que le escribas a los que vienen siendo tus seres queridos…
POETA: ¿Mi esposa?
BRUJO: Puede ser. ¿O no?
POETA: ¿Me estás apuntando?
BRUJO: Así se estila.
POETA: Entonces le escribo a mi esposa.
BRUJO: Así empieza todo.
POETA: Si alguien nos estuviera viendo…
BRUJO: Eso ya lo dijiste.
POETA: ¿Eso le dirías?
BRUJO: No te entiendo, cabrón.
POETA: Lo que digo es que la historia no empieza así.
BRUJO: Así empieza. Yo te digo que escribas una carta así, como de despedida o te carga la chingada a la de ya… Así empieza… Entonces, ¿para qué lo complicas todo? Va de lo que pasa en el día que pasa.
POETA: Por eso, güey. El día no empieza así.
BRUJO: Ya lo sé, cabrón. El día empieza cuando sale el sol…
POETA: Así debe ser… ¿no?
BRUJO: No mames. Ya sé que quieres… no hay tiempo.
POETA: Yo digo.
BRUJO: El pinche sol salió, los pajaritos cantaron y entonces…
POETA: Ocurre que desde hace días no he estado bien y sin dormir. Es por lo de las amenazas que me han hecho por teléfono, ¿ves?…
BRUJO: Ok. Ok. Te digo que no hay tiempo… pero si crees que es importante.
POETA: Sí. Y todo se puso peor cuando me encontré en mi auto esa nota donde me decían: “Cabrón… Te vas a morir si no te callas”.
BRUJO: Para dormir bien, dicen que la leche tibia ayuda.
POETA: …
BRUJO: Así es…
POETA: Así es…
BRUJO: Ok, síguele pues.
POETA: Salgo temprano. Después de desayunar unos huevos que mi esposa me prepara. Y un pan de dulce… Luego ya con el beso de mi esposa en el cachete… me despido de mi hija que quiere acompañarme a la puerta…
BRUJO: ¿Una hija?
POETA: Tengo esposa. Y si tengo esposa…
BRUJO: ¿Y cuántos años tiene la chamaca?
POETA: Seis…
BRUJO: Va va va… ok.
POETA: Yo creo que la niña lo vio en una telenovela o en un video de youtube. Los hijos despidiéndose de su papá en la entrada de la casa y así. Me dice ella, así muy seria y con unos ojos como preocupados: papá tuve una pesadilla. Me dice: En mi pesadilla te salgo a despedir hasta la calle, entonces una moto se detiene frente a la casa, son dos hombres que llevan pistolas y parece que te quieren matar y yo no quiero que te maten. Así me dice. Y yo, yo no me atrevo a decirle que he soñado lo mismo, sólo que en mi sueño el tipo que está atrás es un enano con una máscara y es el que se baja y descarga la pistola sobre mí.
BRUJO: Qué pinche imaginación.
POETA: ¿Qué?
BRUJO: Está bien… Sueñas que te mata un enano con máscara… ¿y?
POETA: Nada, que yo no la dejo, digo, a mi hija, que salga a despedirme, para que no se cumplan nuestros sueños, ¿me explico? Pero ella me dice que no entiende nada. Yo le digo: Yo tampoco entiendo.
BRUJO: Es muy fácil, sueñas que te mata un enano con máscara, porque así te ves a ti mismo en tu persona, como un pequeño hombre, un ojete que no se atreve a dar la cara.
POETA: Digo que no entiendo por qué la policía no hace nada para prohibir que vayan dos tipos en una motocicleta… eso evitaría muchos asesinatos… siempre es así… dos güeyes…
BRUJO: ¿Y de qué es la máscara?
POETA: ¿Qué?
BRUJO: ¿De qué es la máscara que trae el enano cabrón? ¿De luchador, del hombre araña?
POETA: De un pollo.
BRUJO: No mames…
POETA: ¿Eso qué tiene que ver?
BRUJO: ¿Te lo explico?
POETA: No jodas.
BRUJO: Lo que yo puedo asegurarte, cabrón, es que no te vas a morir en la calle con tu hija de seis años mirando. Tampoco te va a matar ningún duende enmascarado.
POETA: ¿A poco tú no usas una media en la cabeza? Así se estila, ¿no? Digo…
BRUJO: Yo soy un profesional que da la cara… Así se USA, no se estila, se USA. No mames. Si quieres que vayamos al principio no te detengas en pendejadas…
POETA: Pasa que el día va más o menos normal. Llego al periódico y sigo trabajando en mis escritos, en los reportajes, los que tengo que sacar antes del fin de semana. Son varias cosas: Estoy investigando sobre la extorsión a los pequeños comercios de la zona, también sobre el asesinato del activista que se opuso a lo del tráfico ilegal de madera, es por eso que entrevisto a unos testigos por teléfono y también me pongo a corregir mi columna sobre los trabajos sucios que la policía judicial le hace a cierto cacique… bueno tú sabes de quien hablo….
BRUJO: No. No sé de quién hablas…
POETA: Como quieras.
BRUJO: No es como quiera… es como es…
POETA: ¿Sí?
BRUJO: ¿Y luego?
POETA: Bueno, antes de irme por la tarde a mi casa, voy con mi jefe, el director, y le recuerdo. Le digo: ¿Qué pasó con la patrulla? Se supone que ya me iban a proteger. Me han amenazado y no me siento seguro.
BRUJO: Se me hace bien raro que tú siendo periodista y tan leído, seas tan pinche creído: Ya debías saber que esos programas de protección son sólo mentiras. Como cuanto tu padrastro te promete que ya no va a pegarte o cuando tu abuela dice que va a dejar de entrarle al chupe…
POETA: Yo creo que ya me lo temía… y vi que tenía razón cuando me secuestraste.
BRUJO: Cuando te recogí.
POETA: ¿Me venías siguiendo?
BRUJO: Fue mi mismo instinto natural el que me dijo cuándo sería el momento más correcto. Me figuré que al final de tu día de chamba, ya se te habrían acabado los cigarros y que como todo un adicto irías al primer changarro por tu necesaria dosis de nicotina.
POETA: ¿Dirías que fumo demasiado?
BRUJO: Como buscando que la foto de tu pulmón salga en las cajetillas.
POETA: Fue culpa de mi madre. Siempre fumando. Ya ves, siempre nerviosa… yo creo que me pegó esa mala costumbre.
BRUJO: La cosa es que te detuviste en el oxxo. Eso me vino bien porque ya me andaba del hambre y quería unas papas adobadas o unas galletas al menos.
POETA: Siempre te gustaron las papas adobadas y los churritos y los sabritones y….
BRUJO: Ya ya… sí. Muy mi pedo. Ya te pareces a mi abuela… Pero así es… Hay cosas que se le quedan a uno estampadas como calcomanías de coche o como tatuajes… Y no puedo evitar comerlas a todas horas…
POETA: ¿Y no te dan agruras o algo? Digo, después de tantos años de comerlas…
BRUJO: Mira que los muertos no me causan que me despierte en la noche, pero las papas y las pizzas, ay cabrón, cómo me provocan a levantarme con un dolor de panza bien ojete, aquí de este lado… yo creo que puedo tener un inicio de apendicitis.
POETA: De ese lado está el colon… Debe ser colitis…
BRUJO ¿Colitis?… no mames…
POETA: Deberías ir al médico… aunque por lo que me acuerdo te daban miedo…
BRUJO: A ti también te dan miedo.
POETA: Daban.
BRUJO: Ok. Daban.
POETA: Me acuerdo de cuando tu abuela te llevó a fuerza esa vez que se te clavó ese fierro en la vulcanizadora…
BRUJO: Me dijo: “Más vale una inyección a tiempo”. Y también decía. “Más vale una hora tarde que un minuto de silencio.”
POETA: ¿Y eso que tiene que ver?
BRUJO: Tú eras quien decía que hay que tenerlo claro todo desde el principio. Desde que nos levantamos y la chingada y en eso estaba… en que me desperté con ese dolor ojete.
POETA: Está bien… está bien. Síguele.
BRUJO: ¿Con qué?
POETA: Me imagino que ni desayunaste. Digo por lo de la colitis.
BRUJO: A huevo que sí. Unos tacos de barbacoa. Pero antes me recuerdo que tengo un par de encomiendas… y lo peor es que no puedo mandarlas a la chingada porque hoy quiero estar tranquilo, ¿ves? Entonces me quedo en la cama hasta bien pasado el mediodía. Luego me levanto y… voy por lo de los tacos al mercado y entonces me voy a la iglesia a encomendarme a San Juditas.
POETA: ¿Un asesino que va a la iglesia?
BRUJO: Es por algo que le prometí a mi abuela que decía que no importaba si me dedicaba a lo peor: ladrón, político o actor de comedias, pero que siempre lo mejor era encomendar tus labores a tu santo patrón.
POETA: Es un poco raro…
BRUJO: ¿Más raro que un enano emplumado en una motoneta?
POETA: Está bueno
BRUJO: Sí. No mames…
POETA: ¿Y luego?
BRUJO: Pues luego… hice un par de cobros.
POETA: ¿Cómo un par de cobros?
BRUJO: Ya sabes… y no me interrumpas con tus preguntas de periodista que no te voy a dar detalles.
POETA: Está bien… está bien. Es por puro conocer… por curiosidad, pues.
BRUJO: Sólo te diré que tuve que darle un par de madrazos al de la cerve… al que se resistió a pagar. Toma, cabrón. Paga, cabrón… me hizo encabronar tanto que tuve que tomar una michelada con chamoy y un tequila. Eso me jodió otra vez la panza… y después, pues ya no hice nada. Ah, sí, me fui a practicar un poco… ahí en la maquinita de la farmacia…. Para hacer tiempo y para comprar un poco de pepto para mi dolor, ¿ves?
POETA: ¿Juegas aún en las máquinas de la farmacia?
BRUJO: Te digo que hay cosas que se quedan con uno…
POETA: Creí que cuando decías que practicabas… te referías a tirar con tu pistola.
BRUJO: También. También está eso. No te equivoques. Echo balazos de vez en cuando. Me voy allá al monte y le tiro a las ratas, las lagartijas y a uno que otro zanate. Como cuando íbamos con el rifle de municiones…
POETA: Hay cosas que se quedan con uno…
BRUJO: Pero nunca voy a echar tiro cuando voy a hacer un encargo… sería como estudiar una hora antes para un examen, así me decías que te pasaba cuando te iba mal, ¿no?… Luego hice unas llamadas para saber si todo estaba listo… las compras y los arreglos, ¿ves?
POETA: Practicaste en la farmacia al pinbol y me seguiste desde el trabajo hasta el oxxo.
BRUJO: No hubiera entrado, porque como bien te dije, yo ya tenía comprado todo. Agua mineral, chelas y chupe fuerte que ya sabía que ocuparíamos, no sólo para soltar las vergüenzas, sino para amenizarnos, pues.
POETA: Yo no tomo…
BRUJO: Ya lo sé, cabrón. Pero yo sí.
POETA: Por eso te duele la panza.
BRUJO: Te digo que no te asemejes a mi abuela, que no te va.
POETA: Yo sólo digo.
BRUJO: La cosa es que te tenía localizado en la fila de la compra y entonces sin que pudieras echar ojo, me puse atrás de ti cuando ibas saliendo. Luego te puse a mi amiga de fierro entre los dos riñones y te dije muy en el oído que estabas invitado a mi fiesta.
POETA: ¿Cómo no dije nada? ¿Cómo no grité?
BRUJO: Pues porque sabías que te convenía hacerme caso y quedarte calladito, cabrón.
POETA: Pues sí. No iba a poner en peligro a los que estaban en la tienda.
BRUJO: Sobre todo a esa señora que iba regañando a sus dos escuincles que por los puros lloriqueos buscaban que su mamá les comprara unos osos de gomita. Poco faltó para que me los llevara también.
POETA: Al principio no te reconocí.
BRUJO: Te dije así poniéndome en tu retaguardia… que más te valía prestar cooperación… que más te valía no ponerte loco. Eso te dije.
POETA: Me dio miedo que me fueras a meter en la cajuela de una camioneta y que otros tipos me pegaran con la cacha de una pistola en la cabeza.
BRUJO: Ni madres. Así yo no trabajo.
POETA: Me dijiste que nos iríamos en mi carro.
BRUJO: Es que no quería manchar mi nave en caso de que tuviera que adelantarme con mis intenciones, ¿ves?
POETA: No sé por qué no pensé en correr. Yo creo porque… no sé.
BRUJO: Mejor que no. Somos conocidos de muchos años, pero eso no quita que hubiera hecho lo que se tenía que hacer.
POETA: Al tomar el volante me entró un frío por todo el cuerpo, igual al que te hiela la piel por un viento que baja de la sierra. Y es que me di cuenta de que no me cubriste la cabeza con una capucha.
BRUJO: Así se ESTILA, como tú dices, cuando el viaje es sólo de ida…
POETA: Y te sentaste detrás.
BRUJO: Te dije: “Agarra la autopista…. Y nada de mirar para otro lado o hacer una pendejada, que mi pistola es muy desesperada”.
POETA: No dejabas de apuntarme al cuello, aquí, mientras aceleraba. Yo ni pensaba nada. Mis piernas me temblaban como gelatinas.
BRUJO: Va va… Yo veo tu miedo de pollo y entonces te digo: “No hay porqué tener tanto terror no estamos en una película de susto…” Así que te lanzo la pregunta, así a bocajarro: “¿A poco no sabes quién soy?”
POETA: ¿Brujo? Te dije…
BRUJO: No.
POETA: ¿No?
BRUJO: No. No fue ahí.
POETA: Cierto…
BRUJO: Pero yo sí te digo: “¿A poco no me reconoces, poeta?”
POETA: Miro por el retrovisor. Apenas veo tu cara recortada y tus ojos como flotando en el aire y no sé por qué se me ocurre que sería bueno decirte: “¿La Santa Muerte?”, pero no me atreví.
BRUJO: Qué bueno que no lo dijiste porque te hubiera dado un cachazo por el mal chiste.
POETA: Pero sí iba pensando. Esa voz yo la conozco… esa voz no es la primera vez que la oigo y además me conoce… ¿quién es? ¿quién es?
BRUJO: La mera verdad es que esperaba que me reconocieras con rapidez, pero se me ocurrió que el paso de tantos años de seguro te había maltratado la memoria.
POETA: Veinte años.
BRUJO: Ey.
POETA: Cuando tomamos la autopista pensé en desbarrancar el carro… al fin que la muerte iba en el asiento trasero…Pero en vez de eso te pedí permiso para fumar…
BRUJO: Te dije que mejor pusieras música. Una ranchera.
POETA: Ajá… Puse la radio y sonó una canción vieja, una que oía mi mamá cuando se acordaba de mi papá y le daba el sentimiento…
BRUJO: Fue una de amor perdido… y me puse a cantarla, aunque no me la sabía bien.
POETA: ¿Brujo? Te dije.
BRUJO: Ándale…ahí fue.
POETA: Giré la cabeza para mirarte…
BRUJO: Te tardaste, te dije…
POETA: Yo no sé si me sentí mejor o peor…
BRUJO: Peor, peor… pero por la canción, que es bien triste.
POETA: ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué quieres? Te pregunté…
BRUJO: Nada… darte un regalo… Entonces saqué la baraja y te la ofrecí. Toma una carta….
POETA: ¿Todavía haces trucos?
BRUJO: Hay cosas que se quedan con uno… Regresa la carta…
POETA: Te pregunté: ¿Quién te pidió que me mataras?
BRUJO: Fue la primera vez que preguntaste….
POETA: Me puse a pensar en que ya hacía tiempo me temía encontrarte, que sabía a lo que te dedicabas, que más de una vez pensé. Si algún día el me apunta con una pistola, no me resistiré. Si me pide que suba a un auto, no diré nada. Me puse a pensar en que en un par de horas ya no estaría vivo, así pensé. No sabía si tenía que ver esto con mis reportajes sobre la exportación ilegal de minerales a países asiáticos o si tenía que ver con mi libro sobre la relación entre las operaciones antidrogas y los procesos electorales o sobre las autodefensas y…
BRUJO: Ninguna de esas mamadas…. Mira: Ésta es tu carta.
POETA: Ni siquiera me fijo por dónde vamos, pero me asusto cuando se acaba el camino y entramos a la pura tierra y el carro se tambaleaba como una lavadora descompuesta. El sol ya tenía rato de haberse despedido y los faros ya atraían a los mosquitos y las palomillas.
BRUJO: Cuando llegamos aquí se trataba de que fuera una sorpresa chingona. Se trataba de llevarte a un lugar bonito. Me hubiera gustado la playa. Ahí hubiéramos estado entre chamacas en bikini y latas de cervezas enterradas en la arena, pero a lo más que podía llegar en este pueblo polvoriento era llevarte a pasar tus últimos momentos en este rejodido mundo al lugar donde todo empezó.
POETA: Donde todo empezó…
El Poeta se esconde dentro de la alberca de pelotas. El Brujo lo busca y se acerca al borde. Ahora entran en un recuerdo y son unos niños de unos ocho años.
BRUJO: Aquí estás…
POETA: ¿Qué haces? Nos van a ver…
BRUJO: Nadie está viendo… Además, ni que esta alberca te ocultara tan bien.
POETA: Me lleva… ojalá fuera un pozo y me tragara.
BRUJO: ¿Estás bien?
POETA: ¿Seguro que nadie está viendo?
BRUJO: Seguro… Todos creen que te fuiste del salón o que te fuiste al baño a llorar.
POETA: Yo no lloro.
BRUJO: Estuvo muy loco…
POETA: ¿Ya se fue?
BRUJO: ¿Quieres? Te traje un sándwich.
POETA: El mago. ¿Ya se iría?
BRUJO: No se quería ir sin su paga.
POETA: Yo no tengo la culpa de que sea un inútil.
BRUJO: ¿Cómo te diste cuenta?
POETA: No debería tener licencia si no puede engañar a unos chamacos de ocho años.
BRUJO: Estuvo chingón… digo con todo y lo que pasó.
POETA: No digas groserías.
BRUJO: ¿Por qué?
POETA: Te puede oír un adulto.
BRUJO: Te digo que nadie te vio venir para acá.
POETA: No sé si a los magos se les da licencia. Es más no sé si haya escuelas para magos.
BRUJO: Yo puedo hacer mejores trucos que él. Cualquiera puede hacer mejores trucos que él…
POETA: No era para que se pusiera así.
BRUJO: Yo no me imaginé que así fuera el truco…
POETA: Podía haber guardado mejor la paloma muerta. Tienes que ser un mago muerto de hambre para tener un traje con hoyos en las bolsas.
BRUJO: La niña que gritó cuando se le cayó al suelo la paloma muerta.
POETA: El castigo que me espera cuando llegue a casa.
BRUJO: Estuvo chingón… todos gritando…
POETA: No digas… esa palabra.
BRUJO: No te debería importar lo que piensen los adultos. Ellos no sólo dicen groserías, hacen cosas peores.
POETA: ¿Qué traes…? ¿La recogiste?
BRUJO: ¿Qué tiene? Ya está muerta. Seguro la iban a tirar a la basura.
POETA: Por eso. ¿Para qué la quieres? Es basura…
BRUJO: Mira… tiene una mancha de sangre aquí en el cuello…
POETA: No me la acerques….
BRUJO: Ya había visto ratas muertas y el gato del vecino cuando lo envenenó la abuela… pero ellos apestaban… éste es un muerto que no apesta…
POETA: Al rato va a apestar. Todos los muertos apestan.
BRUJO: Si la meto en el congelador, a lo mejor no.
POETA: Yo ni quería venir a esta fiesta, pero mi mamá me dijo. Tienes que ir a esa fiesta si quieres tener amigos.
BRUJO: Yo conozco al hijo del dueño del salón, por eso me pude colar en la fiesta…
POETA: ¿Tú eres de aquí?
BRUJO: Mi abuela… yo nací en otro lado…
POETA: ¿No tienes papás?
BRUJO: Todos tenemos papás… sólo que algunos ya no los vemos.
POETA: A mi papá lo mataron unos… no sabemos quién… por eso huimos de nuestro pueblo.
BRUJO: Pues este pueblo no es muy lindo tampoco…
POETA: Ya van a partir el pastel…. ¿Me puedes traer una rebanada?
BRUJO: Voy a ver, niño que no dice groserías…
POETA: Osvaldo. Me llamo Osvaldo.
BRUJO: Se parece a mi nombre.
POETA: ¿Pues cómo te llamas?
BRUJO: Leobardo.
POETA: Los dos riman con gato y con mago…
BRUJO: Mejor sal de ahí… ya nadie le importa.
POETA: Mugre fiesta…
BRUJO: Imagínate que salieran palomas muertas dentro del pastel…. Ese sí que sería un truco chingón….
POETA: ¿Seguro que se fue el mago?
BRUJO: Mira ahí está mi amigo… vamos a enseñarle la paloma…
El Poeta sale de la alberca. El Poeta y el Brujo regresan del recuerdo, son adultos de nuevo.
BRUJO: ¿No exageramos?
POETA: ¿Cómo?
BRUJO: Nos fuimos hasta más allá del principio. Con eso de la recordadera…
POETA: Pero así pasa. Si alguien regresa a la casa donde nació. Si alguien se topa con sus viejas cosas después de años… se queda así, con cara de tonto. Es que todos los recuerdos te dan una cachetada y te dejan paralizado sin saber qué decir, como el golpe de una ola en el mar. Así me pasó cuando regresé al pueblo. Así me pasó cuando crucé la puerta del salón.
BRUJO: Eso me figuré… Vi cómo se te llenaron de brillo los ojos y me dije. Seguro se está acordando de esa vez que nos conocimos. Seguro se acordó de la fiesta de la Sandra López. Por eso me esperé un poco y te pregunté. ¿A poco no está igualito, Poeta?
POETA: Veo los juegos. Los globos y los juegos.
BRUJO: Hasta me llegué a creer que irías a buscar los columpios.
POETA: No me la creo… Es como esas películas donde viajan en el tiempo. A lo mejor nada más ya estaba muerto. Me habías dado el balazo y no me había dado cuenta.
BRUJO: Yo bajo el arma, pues no es razón de amenazarte ahora y te digo. ¿Te acuerdas que bien al principio había un carrusel que acabaron vendiendo como fierro viejo?… y las resbaladillas…
POETA: El Reino de la Ilusión… así se llamaba, ¿qué no?
BRUJO: Y nosotros le pusimos el Reino de la Perdición…
POETA: Me acuerdo de que en aquella pared estaban pintadas unas montañas y un castillo a lo lejos. Unos animales cursis de colores: Un rey barcón en unas nubes. Una princesa abrazando un ramo de rosas.
BRUJO: Que el Loco acabó por pintarles pitos en la boca y bigotes…
POETA: El Loco.
BRUJO: Ey.
POETA: No me digas que piensan usarlo de nuevo. ¿O cómo está esto?
BRUJO: Yo estoy convenciendo al dueño… que lo arregle y que le saque provecho… Poner juegos más modernos. Por lo pronto yo me apliqué para que lo chulearan lo mejor posible para el reencuentro… hice el encargo de que pusieran unos mecates con globos y una hielera con chelas, hielos y agua mineral. Y hasta una pinche piñata…
POETA: ¿Una piñata?
BRUJO: ¿Y ya viste?
POETA: No manches… ¿Es el pozo?
BRUJO: El pozo de los culeros….
POETA: No puedo creerlo… ¿es el mismo?
BRUJO: Creo que tú le pusiste así a la alberca de pelotas. ¿O no, cabrón?… No. Fui yo…
POETA: El pozo de los decesos….
BRUJO: Aquí sentados en el borde de la alberca nos pusimos nuestra primera peda con el Loco y el Benito Bodoque.
POETA: El Loco.
BRUJO: Ey.
POETA: ¿De qué se trata esto?
BRUJO: ¿Pero por qué sigues en la entrada? ¿Vas a pasar o qué? Te dije… ¿No es la cueva del demonio? No te traje a la dirección de la pinche secundaria… Éste es un lugar chingón… ¿A poco no nos la pasamos bien aquí? ¿A poco no? Se trata de ser felices, cabrón.
POETA: No se podía… eso, que estuviera feliz.
BRUJO: ¿Por qué?
POETA: ¿Cómo que por qué?
BRUJO: Te tuve que alzar la voz para que ayudaras y acercaras una mesa. “Anda no andes nomás ahí de pinche inútil.”
POETA: ¿De quién es este lugar?
BRUJO: ¿Ya vas a empezar? Y sacaste tus cigarros…
POETA: ¿Con qué?
BRUJO: Con tus preguntas.
POETA: Sólo es curiosidad.
BRUJO: Curiosidad es lo que mata al gato. Y encendiste tu primer cigarro…
POETA: ¿Por qué me vas a matar? ¿Quién lo ordenó?
BRUJO: Fue la segunda vez que preguntaste….
POETA: Perdón. Es que…
BRUJO: Déjate de pensar en la parca y sírvete unos tragos. Como ya estamos huevones y bigotones, ya no será cerveza nomás… serán tragos de hombre.
POETA: Pero ya te dije que yo ya no…
BRUJO: Ya sé, ya sé… Sé que de un tiempo acá dejaste el mezcal y el tequila. Ya me la sé que abandonaste nuestras tradicionales bebidas aztecas.
POETA: Diabetes.
BRUJO: En tu último examen de sangre tu azúcar estaba por las pinches nubes. Por eso traje este güisqui chingón que me regalo mi empleador.
POETA: ¿Cómo sabes…?
BRUJO: Para que veas que no eres el único que le sabe hacer a la investigada.
POETA: ¿Por qué brindamos?
BRUJO: ¿Cómo que por qué?
POETA: Entonces me dijiste el gusto que te daba verme. Que dejara esa cara de funeral y no sé qué tanto.
BRUJO: Te dije: No hay porque adelantar lo que ni se ha asomado.
POETA: En el camino dijiste que me querías dar un regalo…
BRUJO: Nos quedamos callados. Así un ratito mientras nos empujábamos las primeras chelas, ¿no?
POETA: Yo ya no tomo chela.
BRUJO: Ajá… tú sólo el güisqui… y tus cigarros.
POETA: Y me pediste que escribiera la carta…
BRUJO: Te dije que ese era mi regalo… mi regalo de cumpleaños.
POETA: Mi cumpleaños es hasta el próximo mes.
BRUJO: Por eso. Para que no te quedes con las ganas de celebrarlo…
POETA: Pero aún no lo cumplo. Sería como hacer trampa.
BRUO: Tú siempre tan pinche correcto con todo. A veces hay que comerse el postre antes… también se vale adelantarle a la película para ver el final. Entonces tampoco teníamos que aclararlo toooodoooo desde el principio y meter recuerdos y todo…
POETA: Dicen que es de mala suerte, digo lo del cumpleaños.
BRUJO: A ti la suerte ya se te acabó.
Pausa.
BRUJO: No te voy a mentir… tú de este lugar no sales respirando…
POETA: Y nos quedamos callados otra vez.
BRUJO: Y dimos otro trago… yo a la cerveza y tú seguías fumando. “Nada más no me eches tu humo con cáncer”
POETA: Luego me preguntaste por mi mamá…y te dije…
BRUJO: Sí… que había muerto… también mi abuela. Y brindamos por ellas.
POETA: ¿Así es?
BRUJO: Como debe ser…
POETA: Me senté en una de esas sillas de colores… Y entonces te pusiste a recordar algo sobre tantas veces que entramos a este lugar.
BRUJO: ¿Te acuerdas de la vez que trajimos a las chavas de la secundaria tres y como se… bla bla bla?
POETA: Pero yo no te oía. Miraba cómo al hablar movías la pistola de un lado a otro. Yo empecé a escuchar esa voz que me viene justo antes de que comience a escribir una nota…. Tac tac. (Abstraído). El periodista Osvaldo Fulano de Tal se suma a la serie de periodistas asesinados en México… fue ultimado cuando un comando se hizo presente en su negocio… a la entrada de su casa… salía de un oxxo… en realidad da igual a donde iba…
BRUJO: ¿Eh? ¿Te acuerdas?
POETA: ¿Qué?
BRUJO: ¿No me estabas escuchando o qué?
POETA: Es que no entiendo qué hacemos aquí.
BRUJO: Ya te lo dije. Te quiero hacer un regalo.
POETA: ¿Así le dices a los plomazos?
BRUJO: Yo hago como que no te oigo y te digo: “Estamos aquí para celebrar tu cumpleaños y tu despedida”.
POETA: Creo que el que se volvió loco eres tú. Tanto muerto en tu cabeza te alteró algo. No me digas que a todos tus encargos los traes a un salón de fiestas infantiles de cuarta.
BRUJO: El regalo no es la bala que se quedará en tu cuerpo humano. El regalo es tu despedida.
POETA: ¿Cómo que regalo? ¿Esta dizque fiesta es mi regalo?
BRUJO: Ándale… Así preguntaste, con esa cara de pendejo. Y yo te dije. Tu regalo es que vas a escribir tu despedida. Antes de que te largues de este mundo…
POETA: ¿Quieres que escriba una nota de suicidio?
BRUJO: De despedida. Bueno… algo así… Te confundes, pinche Poeta…
POETA: Yo estaba ya un poco harto de todo, no quería beber ni nada y por eso te hice caso… sólo por seguirte la broma… porque yo creía que era una broma. Tomé un crayón y una hoja en blanco…
BRUJO: Y escribiste…
POETA: Por medio de la presente quiero informarles que he decidido suicidarme.
BRUJO: Una mamada…
POETA: Y te dije: ¿Ahora qué? ¿Me vas a dar un tiro o qué?
BRUJO: No tan rápido…
POETA: Y me hiciste reescribir la carta. Más de tres líneas, dijiste.
BRUJO: Y la volviste a escribir mal.
POETA: Y aquí estamos…
BRUJO: Y aquí estamos…
Pausa.
POETA: ¿Cómo que la escribí mal? ¿Quieres que vuelva a escribirla? Aún no sé si todo esto es una broma.
BRUJO: Tú eres el que ve este asunto serio como una vacilada. Te digo que escribas una carta de despedida y haces pendejadas… Tienes que escribir una carta donde te pongas en paz con el mundo.
POETA: Una carta de despedida dices…
BRUJO: Pero es algo más… no es nada más que digas. Ya me voy, culeros. Es que digas sobre los asuntos pendientes… ¿ves? Eso. Se le dice de un modo. Carajo, siempre se me olvida el mentado nombre… Pero en lo que es básico se trata…
POETA: De que le hables a la gente que dejas atrás. Que les digas las cosas importantes que dejaste atrás…
BRUJO: Tienes un nombre… carajo. No me acuerdo…
POETA: ¿Cosas pendientes?
BRUJO: Cosas importantes… Nada de pendejadas de retrasado mental como: no vayan a olvidar en darle de comer al perro.
POETA: O no vayan a vender mi colección de cómics del hombre araña o algo así.
BRUJO: Te digo que se le llama de una forma es un acto de coo… empieza con co… yo no encuentro la palabra… entonces oigo que empiezas a adivinar…
POETA: Cooperación…
BRUJO: No…
POETA: Correlación…
BRUJO: No…
POETA: Consternación…
BRUJO: Creo que sí…
POETA: Entonces debe ser algo que empiece como: Querida Sandra…
BRUJO: ¿Querida Sandra?
POETA: ¿Qué tiene?
BRUJO: Así que tienes una esposa. Y se llama Sandra. La misma Sandra que me estoy imaginando.
POETA: ¿No lo sabías? Nos reencontramos en la universidad y…
BRUJO: Ok. Y tu hija seguro se llama igual, Sandrita.
POETA: Mi hija se llama como mi mamá…
BRUJO: Ya… ya… me late. Síguele.
POETA: (Pretende leer de una hoja en blanco). Querida, Sandra… Esta es una carta de despedida y de dolor. Yo sé que te estás preguntando por qué me quité la vida. Te platiqué de los Pérez. Los que tienen la tortillería. Dijeron que no a lo del pago. Los criminales ya no estaban contentos con los cinco mil, ahora querían el doble. ¿Cómo iban a pagar tanto? Don Luis se rehusó. Yo les dije que denunciaran. Que yo escribiría sobre ellos, que confiaran en la justicia. No lo hicieron, pero se mantuvieron firmes. La semana pasada desapareció Julián, el hijo mayor. Apareció tres días después a la orilla del río. Eso no te lo conté. Esta mañana la familia dejó el pueblo. ¿Por qué te cuento esto? No sé. No es por ellos que me quité la vida. Bueno. Sí es por ellos. Es que me duele. Me harté de la vida. Me harté de esta injusticia en la que vivimos. Es como un infierno sin salida en el que estamos.
BRUJO: Eso… Eso que acabas de escribir… merece que te dé…
POETA: Una felicitación,
BRUJO: Un buen madrazo.
POETA: Querías que pusiera algo que me provocara consternación… eso es… algo que me provoca mucho pesar…
BRUJO: No puedes evitar andar con tus cosas de periodista llorón.
POETA: Pues no encuentro otra cosa que me provoque dolor y que quiera contar antes de matarme… Mi esposa, mis amigos, porque también tengo muchos amigos, ¿sabes? y todos los que me conocen te podrían dar razón de que yo jamás me mataría. Todos saben que a pesar de todas las porquerías que hay en este país y este pueblo, yo amo la vida.
BRUJO: ¿Amas la vida? No digas mariconadas que hasta a mi abuela la harían vomitar sus intestinos.
POETA: No puedo evitar ser quien soy… Soy un periodista.
BRUJO: No entiendes nada. No se trata de que aparezcas en la primera plana del periódico de mañana. Te digo que se trata de que escribas a quienes más te importan por última vez, no a unos pendejos dueños de una tortillería.
POETA: La verdad es lo que más me importa.
BRUJO: La verdad es lo que más me importa… La verdad no te va a dar las gracias de nada. La verdad es como una ardilla del bosque, parece buena onda la cabrona, le das de comer sus cacahuates, pero al final es una rata con cola esponjada que te puede morder y contagiarte de rabia la desgraciada.
POETA: Pues no puedo evitarlo, Brujo. Así es.
BRUJO: Yo te estoy dando un gran regalo y tú no lo aprovechas. Imagínate a tu vieja y a tu hija recibiendo esa pinche carta… imagínatelas a la Sandra y a la pobre Lupita bien pinches tristes de que en tus últimos momentos no se te ocurrió pensar en ellas. Eras más listo, cabrón. Yo me acuerdo que eras más listo.
POETA: Sandra y Lupita no necesitan que les escriba que las quiero o que las extrañaré. Y no tengo ningún asunto pendiente con ellas. Y menos siento consternación…
BRUJO: No es consternación… es otra cosa… Lo único que me gustó es eso de que te hartaste de la vida. Pero sigue siendo una mamada… no estoy de acuerdo… tu escribías mejor… Me harté de la vida y luego Amo la vida. No mames.
POETA: ¿No es consternación?
BRUJO: Lo malo es que no tenemos tiempo…
POETA: No entiendo por qué le das tanta vuelta. ¿Para qué quieren la carta? Mátame y ya… ¿Quieren que parezca un suicidio? Eso es fácil. Lo hacen en todas las películas… Puedes darme el balazo aquí en la cabeza, en el pecho. Sólo que debe ser muy cerca. Si no nadie creería que me disparé. Y luego cuando ya no responda a tus insultos y malos chistes, pones el arma en mi mano… así quedarán mis huellas… Luego tal vez dirás tú mismo una despedida para mí y ya.
BRUJO: Sigues sin entender… El problema no es cómo matarte. El problema es la puta carta. La que tienes que escribir. La carta de despedida. Es que debe ser como me la pidió mi empleador… pero debe ser un acto de coo… cooo. Carajo…
POETA: Ya sé… una carta de condolencia… eso debe querer…
BRUJO: No me suena…
POETA: Debe querer algo como: A quien corresponda… El día 23 de septiembre a las tres de la tarde, será hallado mi cuerpo sin vida en un salón de fiestas infantil. Antes de que me lleven a cremar o a que me hagan la autopsia, que no creo necesaria porque es obvio que morí de un tiro en la cabeza, quiero que me den la oportunidad de dar mis condolencias por todos mis otros compañeros que fueron asesinados y que no tuvieron la oportunidad de decir unas últimas palabras: Los que fueron asesinados en espacios públicos, pensando que ahí entre la gente, entre sus semejantes, estarían protegidos; los que fueron masacrados en sus espacios, como sus negocios, sus casas o dentro de sus autos, donde sentían que estaban seguros. Doy mis condolencias a todas sus familias y les digo a mis compañeros de profesión que aún están vivos, que los mejores pésames que pueden dar a mi esposa y mi hija es que no dejen de luchar y que sigan con sus investigaciones y que continúen con las mías. Les agradezco que esclarezcan lo de los asaltos a trailers, y que averigüen sobre los sobornos a la policía estatal y ….
BRUJO: Ya me acordé, cabrón: Cotricción. Es una carta de cotricción.
POETA: Contrición, querrás decir.
BRUJO: Eso… sí… creo… sí….
POETA: O sea que tu jefe te pidió que yo escriba una carta donde pida perdón…
BRUJO: Eso mero…. Debe ser una carta donde digas todo eso malo de lo que te arrepientes… todo eso que hiciste mal y que te revuelve las tripas por la culpabilidad…
POETA: Es lo que yo hubiera creído desde el principio… quiere que diga que me arrepiento de haber escrito lo que he escrito… Pero no lo voy a hacer, porque eso sería ir contra todo por lo que he luchado…
BRUJO: Deja de hacerte el puto héroe que no eres el pinche hombre araña, ni el batman… ninguno de ustedes jodidos reporteros muertos de hambre, lo es.
POETA: Una nota donde digo que me arrepiento de defender las causas justas sería como un billete de tres pesos. Cualquiera sabría que es lo más falso del mundo. ¿Para qué quiere tu pinche jefe que escriba algo falso?
BRUJO: Dijiste una pinche grosería.
POETA: Es que me molesté, pinche Brujo… ¿ves? Y así es cuando…
BRUJO: No te me apures que no es ese tipo de nota la que quiere… No quiere que hables de nada de tus cosas de reportero… ya te lo dije… te lo he estado diciendo desde hace tres cervezas…
POETA: Pues no entiendo ni madres…
BRUJO: Eso… Me late que te encabrones y que mientes madres, es malo quedarse con los pinches corajes atorados.
POETA: Es que así es… no hay modo que yo me arrepienta, así me perdonaran la vida.
BRUJO: No te apures… la carta seguirá siendo la carta de un muerto.
POETA: …
BRUJO: No me digas que llegaste a creer que la carta esa te libraría de la muerte.
POETA: Eso pensé… digo… es lo que cualquiera pensaría. Yo escribo una carta pidiendo perdón al mafioso y él me perdona la vida…
BRUJO: Eso nunca funciona… si te perdonaran la vida y tú prometieras dejar de escribir y te fueras a vivir a muy lejos, eso no serviría de nada.
POETA: Yo seguiría escribiendo aún en China.
BRUJO: Eso.
POETA: O en la Patagonia
BRUJO: Ajá.
POETA: O en el Reino de la Fantasía…
BRUJO: Ya sé…
POETA: ¿Y para qué me serviría entonces escribir esa nota si de todas formas…?
BRUJO: Yo no te mataré… soy sólo un mensajero…
POETA: Él vendrá…
BRUJO: Sí.
POETA: Pues eso es lo que quiero. Quiero que me dé la cara.
BRUJO: Él no te matará con una bala en el pecho… ni a la cabeza.
POETA: No me digas… Me vendrá a torturar…
BRUJO: Ríete si quieres. Así, yo también me reí… pero la primera vez que lo vi trabajar, me dio un dolor más fuerte que la mentada colitis. El cabrón lleva siempre un cuchillo más grande que tu brazo y antes de clavártelo en el estómago o el corazón, ¿sabes qué hace?
POETA: Ya sé… me arrancará las uñas.
BRUJO: No. Los dedos.
POETA: Claro…
BRUJO: Ajá… y se los va comiendo uno por uno…
POETA: Como si fueran pequeñas salchichas o zanahorias…
BRUJO: Trae su propia salsa y los va embarrando…
POETA: De cátsup.
BRUJO: O de queso para nachos.
POETA: Y se los come crudos.
BRUJO: Como si fuera uno de esos caníbales de la selva.
POETA: Y si eso no calma su hambre… Se sigue con el corazón.
BRUJO: Antes el hígado…
POETA: Y yo mientras suplico y grito…
BRUJO: Y al final para que dejes tanta lloradera te da un picotazo con un picahielo en el ojo derecho.
POETA: ¿Siempre en el ojo derecho?
BRUJO: Siempre…
POETA: ¿Y dices que leo demasiados cómics?
BRUJO: No es cosa de cómics… es como debe ser…
POETA: Como es…
BRUJO: La cosa es que puedes evitarte ese sufrimiento con el carnicero de mi jefe. Todo lo que tienes que hacer es esa carta de cotricción.
POETA: Contrición.
BRUJO: Eso mero.
POETA: ¿Y dices que no se trata de pedir perdón por mis notas de periódico?
BRUJO: Si no, qué chiste.
POETA: No entiendo cómo es que una carta así me puede salvar de que ese tipo se coma mis dedos.
BRUJO: Es que con esa carta obtiene algo más cabrón que tus dedos o tu asqueroso hígado… se hace dueño de tus vergüenzas… como quien dice, de tus culpas y pecados. O sea, lo peor de ti… entonces así…como si fuera el diablo, ¿ves?
POETA: Le gusta ver a la gente sacar sus peores sufrimientos.
BRUJO: Te digo que es el Satanás encarnado. Una mala persona pues.
POETA: Quiere que confiese lo peor que he hecho…
BRUJO: Y sólo si está conforme…
POETA: No comerá mis dedos.
BRUJO: No te arrancará tu corazón.
POETA: Quiere ver la peor parte de mí mismo.
BRUJO: Dice que ustedes los periodistas se las dan de santurrones y de justicieros, pero que de blancas palomitas no tienen nada y que también tienen una larga cola demoniaca que les pisen.
POETA: Es un desquite….
BRUJO: Una venganza.
POETA: Hacer que usemos nuestras palabras en contra de nosotros mismos.
BRUJO: Junta esas cartas… y las atesora más que a joyas o relojes finos. Así en una caja de abuelita. De verdad que las guarda en un cofre puñetero.
POETA: ¿Para qué las quiere?
BRUJO: Dice que va a escribir un libro… dice que ahora todo mundo escribe… los cantantes, los futbolistas, los políticos corruptos…
POETA: Quiere humillarnos.
BRUJO: Velo como una confesión, como si la hicieras a tu santo patrón… al mismo San Judas, para que él mismo evite tu paso al infierno del maltrato y la tortura. Sólo tienes que confesar tu arrepentida alma…
POETA: Pero yo no tengo nada de qué arrepentirme. No tengo a quien pedir perdón…
BRUJO: Tienes qué… anda… antes tenías muchas pinches ideas… anda…
POETA: Es que no encuentro qué decir. Digo algo que sea creíble. ¿Tú sabes? No puedo poner cualquier cosa.
BRUJO: Hablas otra vez de poner la verdad. La puta verdad.
POETA: Eso es lo que hago. A eso me dedico.
BRUJO: Tú no escribes la verdad. Por eso estamos aquí.
POETA: Yo escribo la verdad. Por eso estamos aquí.
BRUJO: Me deberías estar besando los juanetes. A nadie le he contado de primera mano, o sea, con anterioridad, lo de la pinche carta de cotrición. A nadie se lo había dicho antes de que el cabrón de mi empleador llegara. Como quien dice a nadie le preparé una fiesta de no cumpleaños…
POETA: Sé que no soy un santo, pero sé que no he hecho nada que pudiera hacer que un juez de aquí o del más allá me condenara.
BRUJO: No mames… algún pendiente tendrás… yo tampoco creo que seas un santo.
POETA: Pedir perdón… ¿en serio?
BRUJO: Seguro que hay algo…
POETA: (Toma la hoja y pretende leer algo). Mi querida Sandra: Cuando recibas esto… entenderás por qué no llegué a cenar. No es que haya tenido una junta en el periódico, tampoco creas que es porque me fui a echar un trago por ahí. Perdona que no haya llevado el pan y la leche que me solicitaste, sé lo mucho que te molesta no tener leche en el refri, así como tampoco te gusta que deje los calzones en el piso del baño o que no te ayude con el quehacer doméstico. Pero no te apesadumbres, todas esas cosas que te ponían tan mal, ya no pasarán, pues ya no estaré allí, ni siquiera para consolarte cuando lloras por una serie de la tele. Perdón por el funeral que tendrás que arreglar, perdón por no poder cumplir mi promesa de envejecer juntos, perdón por perderme los quince años de Lupita y por dejarte como una pobre viuda. Perdón porque esta noche decidí desaparecer como una gota de orina en el escusado.
BRUJO: No mames…
POETA: ¿No querías eso?
BRUJO: Con esa nota el carnicero de mi jefe no sólo se comerá tu corazón y tu hígado, también te sacará los huevos para dárselos de croquetas a sus perros.
POETA: ¿Qué quieres qué haga? No hay nada serio para pedir perdón… Sólo que invente algo…
BRUJO: No sé…
POETA: Sí. Sólo así podría ser. Tendría que inventar algo…
BRUJO: Si inventas algo seguro se notaría.
POETA: Soy un escritor y un escritor tiene la imaginación para inventar… ¿Qué no?
BRUJO: Sólo si escribes algo que te viene de aquí, del mero interior, mi jefe podrá sentir compasión por ti.
POETA: Podría inventarme otra vida… una que nadie sospechara que tenía y de la que me arrepiento.
BRUJO: No sé.
POETA: Podría ser un apostador.
BRUJO: No.
POETA: Que se casó para poder heredar una fortuna…
BRUJO: No.
POETA: Un drogadicto que no paga sus impuestos….
BRUJO: No.
POETA: Que hace trampa al jugar ajedrez.
BRUJO: ¿Qué?
POETA: Podría decirle a Sandra que siempre estuve enamorado de otra. Que nunca pude olvidarla y que el dolor en mi corazón por el anhelo de la otra fulana se hizo insoportable. Que decidí matarme como Romeo con Julieta…
BRUJO: ¿Qué pendejadas dices?
POETA: ¿No?
BRUJO: También podrías ser un vampiro o un robot violador…
POETA: ¿Sí?
BRUJO: Carajo. Debe ser algo real…
POETA: Espera…
BRUJO: ¿Qué?
POETA: ¿Dices que debe ser algo real?
BRUJO: ¿Qué tiene?
POETA: Y para salvar mi pellejo yo estoy queriendo inventar algo.
BRUJO: ¿Qué tiene?
POETA: Que está mal… tú estás defendiendo la verdad.
BRUJO: Y tú andas inventando puras mamadas…
POETA: Así no es.
BRUJO: Ya me sonaba todo un poco raro… como que no era yo mismo, ¿ves?
POETA: Yo soy un enemigo de la falsedad, de lo maligno, de lo que se arrastra para esconderse.
BRUJO: Y a mí me caga tu obsesión por lo que es correcto… Por eso te digo: inventa algo. Cualquiera lo puede hacer…. cualquiera puede ser algo terrible: un ladrón, un asesino.
POETA: ¿Un asesino?
BRUJO: Sí.
POETA: Pero yo no soy bueno para eso de mentir… digo, recuerdas que mi mamá siempre me cachaba cuando intentaba inventarle algo…
BRUJO: ¿Cómo no? Si ya una vez escribiste una carta pretendiendo que eras otro…
POETA: ¿Sí?
BRUJO: ¿No te acuerdas?
El Poeta y el Brujo recuerdan cuando tenían trece años. El Brujo escribe en una hoja.
POETA: ¿Qué pasa, Loco?
BRUJO: “Ya casi”. Decía el loco, pero nomás veía y veía el papel…
POETA: ¿Ya la tienes? le dijiste.
BRUJO: “Oh, chingados… No es tan fácil.”
POETA: ¿Vas a querer o no que te diga?
BRUJO: Al fin la tuvo y te dijo: “Ok… ahí está… creo que quedó chingona… “
POETA: A ver… (Lee). Querida Sandra…
BRUJO: Cuando viste el nombre… pusiste una pinche jeta. Claro… ella te gustaba desde que íbamos en la primaria, pero el Loco no lo sabía.
POETA: (Lee). “Quiero besarte y tomarte entre mis brazos y acariciarte toda y que nuestros labios se besen. Me gustas un chingo y toda tú eres bien guapa. ¿Quieres o no ser mi novia? Sí o no. Táchale en el sí.”
BRUJO: Y el pendejo del Loco le puso dos casillas como en los exámenes. Como un chiste, así chingón. ¿O no? O bueno, así nos parece a él y a mí.
POETA: ¿Es en serio?, le digo medio enojado. A mí la verdad no me hace gracia que le escriba esas cosas a Sandra.
BRUJO: “¿Qué? ¿No crees que le guste?”, dijo.
POETA: Si le das esa carta se va a reír de ti o le va a decir a sus hermanos que te madreen.
BRUJO: El Loco ni habla… ¿Qué tiene de malo?, pienso. El güey está siendo sincero y le está hablando de las cosas chingonas que le provoca ella.
POETA: Parece una nota porno. Quiero acariciarte toda. Y luego no puedes decirle que te gusta un chingo. Casi le grito.
BRUJO: “Pero es así”, dice el Loco, como apenado.
POETA: Pero no lo pones así… Y luego eso de tacharle. Eso es como de la primaria.
BRUJO: “Oh, bueno. Uno hace lo que puede.”
POETA: Lo que puede.
BRUJO: “Por eso te pedí ayuda”. Dice con la cabeza baja. A mí me da pena el cabrón. Anda, poeta, ayúdalo. Te digo.
POETA: Yo suspiro y contra todo lo que yo hubiera querido, acabo dándole consejos: Tienes que hablarle sobre lo que te gusta de ella…
BRUJO: “Sus ojos”, dice… “su pelo…”, sus tetas, digo.
POETA: Nada de tetas. Casi me pongo colorado de pensar en las tetas de Sandra.
BRUJO: Tú puedes ayudarlo con eso de la poesía, te digo.
POETA: Usar metáforas…
BRUJO: “¿O sea rimas?”
POETA: No, Loco… figuras literarias… Y tú y el Loco me ven como si me hubiera salido otra cabeza con la cara de la maestra de español. Eso pasa por dejar de ir a la escuela, les digo.
BRUJO: “Ya sabes que no soporto a los pinches maestros y a este cabrón lo corrieron por lo de la navaja que llevó”.
POETA: Déjame ver…
BRUJO: Y entonces tú chingonamente le haces la carta… a mí me parece chingón pues yo sí que sabía que a ti te gustaba la Sandra y te estabas sacrificando por un compa.
POETA: (Lee de una hoja). Querida, Sandra… Desde hace un tiempo ha querido decirte algo que no me atrevía. Creo que eres la muchacha más bonita de todo el pueblo. Tus ojos son profundos como pozos de agua clara, tu cabello es como trigo que se mece en el viento. Quisiera saber si te gustaría salir conmigo e ir por un helado… algo así.
BRUJO: ¿Y las tetas?
POETA: “Eso no”, dice el Loco… “¿No oíste?”
BRUJO: Oh. ¿Qué tiene?
POETA: Que va a creer que quiere cogérsela.
BRUJO: ¿Y está mal eso?
POETA: No. Pero y le pregunto al Loco: ¿tú, sólo quieres eso?
BRUJO: No… pues no… “pero está buena”… “la carta”, dice el Loco…”La carta, güey. Está buena la carta”…
El Poeta y el Brujo regresan del recuerdo.
POETA: Esa carta.
BRUJO: Al final el pinche Loco les dio la misma carta a otras dos viejas y todo se le chingó… ni pedo.
POETA: Pinche Loco.
BRUJO: Ni te sulfures que al final fuiste tú el que se quedó con la morra. ¿Qué no?
POETA: Pues ya ves ése no es buen ejemplo… la carta era auténtica. No fingí nada…
BRUJO: Pero la firmaste como si fueras el Loco.
POETA: Entonces por qué no haces tú la carta y yo la firmo.
BRUJO: Pues… (Saca una hoja de papel).
POETA: ¿Ya la tenías preparada?
BRUJO: (Lee). Esta es mi despedida. (Deja de leer). A quien corresponda… (Regresa a la lectura). Confieso que no soy la persona que creen Soy algo así como un ser despreciable pues he hecho cosas despreciables Les parecerá raro porque mi vida parecía perfecta pero de un tiempo acá pues uno es hombre y de pronto quieres probar otras aguas porque así me sentía atrapado como si fuera un perro amarrado a un poste pocos lo saben pero tengo otra vida… una en la que me involucré en el crimen y en cosas horribles De últimas fechas para acá estoy oyendo voces Voces que me dicen que no meresco todo lo que tengo y que yo veo que tienen rasón. La culpa me retuerce las tripas. Se siente bien gacho Ya ni tan siquiera el alcohol o el cigarro me dan el consuelo que preciso Ni yo mismo me entiendo. Me veo al espejo y no me reconozco Me doy pena en cada una de mis retristes arrugas. No puedo vivir con ese güey del espejo. No puedo. Por eso voy a hacerle caso a las voces demoniacas que me dicen que tome una pistola y acabe con esta perra miseria. Por favor no dejen que me hagan la mentada autopsia. No quiero que la gente mire mi cara despedazada por el plomo carbonizante. Que me tiren al océano, ése que nunca conocí más que de fotos y oídas. Y no se apuren, que ahí donde vaya estaré no se guarda ni el rencor ni la memoria. Pónganle una veladora a San Judas de mi parte para que ruegue por mi atormentada alma Amén
POETA: ¿Plomo carbonizante? (Le quita la carta).
BRUJO: Ya sé que tú eres el poeta, pero es para que veas que sí se puede…
POETA: Esta carta está llena de faltas. Merezco va con zeta. Y también razón. No pones comas ni puntos como se debe. Además, no es mi estilo.
BRUJO: Tú mejor que nadie sabes que apenas llegué a primero de secu.
POETA: ¿Y cómo está eso de que oía al diablo?
BRUJO: Voces demoniacas.
POETA: No puedes hacer eso. Parece una telenovela. No soy religioso y yo nunca me involucré con el crimen organizado. Si tu jefe pone esa carta en su libro, a él es al que van a hacer pedacitos y dárselo de comer a los cerdos críticos.
BRUJO: Esta carta sólo la muestro para que pendejos como tú se den cuenta de que queriendo se puede… A nadie le importa tu dichosa verdad. La verdad… para que lo sepas, callada se ve más bonita.
POETA: Pues te repito que no puedo… alguna vez intenté escribir una novela y unos cuentos.
BRUJO: ¿Y los cómics que escribías?
POETA: Seguí haciendo algunos dibujos… pero dejé todo eso hace años…
BRUJO: Y acabaste reportereando.
POETA: Hasta el día de hoy.
BRUJO: ¿Por qué todos defienden tanto la verdad? La verdad siempre es cobarde, te digo… ¿Te cuento una historia sobre la inútil verdad? Ahí tienes que eran tres chamacos pendejos que se la pasaban echando desmadre. Uno de ellos tenía un padre bastante cabrón y rico que tenía muchas propiedades. Es que era rico el ojete, aunque se hacía el pobre para despistar. La cosa es que entre tantas propiedades tenía un salón de fiestas que usaban para fiestas de niños. Era un lugar bastante chulo, pero medio inútil pues casi nadie lo rentaba. Por eso los escuincles estos vieron la oportunidad de darle un apropiado uso. Se metían sin permiso para organizar sus reuniones. Eran medio pendejos los cabrones, pues nada más se dedicaban a echar plática y también, como uno de ellos dizque sabía tocar la lira, pues cantaban canciones cursis. Hasta que un día se metieron y descubrieron algo….
El Poeta y el Brujo se pierden en un recuerdo donde tienen trece años.
POETA: El Loco está tocando una canción vieja.
BRUJO: Él cree que la hace, el pobre pendejo…
POETA: Mejor pones tú música en el aparato.
BRUJO: “No tan fuerte”, dice el Loco. “Ya saben que se puede oír”.
POETA: No mames. Dices.
BRUJO: Encima de que estamos sólo con velas, dices tú.
POETA: Pero fue por quedarnos en silencio que lo oímos.
BRUJO: Son como si alguien golpeara algo de metal…
POETA: Sí. Tac tac….
BRUJO: “Ni madres”, dice el Loco. “Seguro que son ratas”.
POETA: No son ratas…
BRUJO: Yo estoy sentado más cerca del pozo de los culeros. Por eso me doy cuenta. Sí son golpes…Tac tac…
POETA: ¿A poco hay un sótano aquí?
BRUJO: “No que yo sepa”, dice el Loco, medio espantado.
POETA: Shh, cállense. Nos dices.
BRUJO: Paramos bien la oreja…
POETA: Vienen del pozo.
BRUJO: No mames.
POETA: Nos asomamos y nos damos cuenta que los ruidos vienen debajo de las pelotas de colores… como si vinieran de un pozo misterioso.
BRUJO: Hay alguien abajo, dice el Loco.
POETA: Y luego oímos clarito…
BRUJO: “Sáquenme de aquí… “
POETA: “Agua…”
BRUJO: “Es un fantasma…” dice el Loco.
POETA: ¿Cómo crees? Los fantasmas no piden agua…
BRUJO: No mames, hay alguien ahí…
POETA: ¿Por qué hay alguien ahí?
BRUJO: “Mejor vámonos”, chilla el Loco.
POETA: Tienen a alguien encerrado ahí.
BRUJO: No mames, tu papá, tiene a alguien ahí.
POETA: El Loco está más blanco que el fantasma que cree haber oído.
BRUJO: ¿Sabías de esto?
POETA: “Ni madres…”, insiste el Loco.
BRUJO: Hay que sacarlo de ahí… dices tú.
POETA: No mames, está cabrón, dices. Así de la nada, mueves el pozo. Yo te ayudo…. Quitamos la alfombra que cubre el piso y descubrimos una puerta oculta.
BRUJO: Hay un candado…
POETA: ¿No tienes la llave? Le preguntas al Loco.
BRUJO: La puerta se mueve, como si alguien o algo la empujara desde abajo.
POETA: Y los golpes continúan. Tac tac…
BRUJO: Vamos a conseguir una palanca o algo…
POETA: Anda, Loco. ¿No habrá algo por ahí?
BRUJO: Pero el Loco no oye razones. Agarra sus cosas y nos dice así nada más que nos pelemos de ahí.
POETA: No sé por qué le hacemos caso… pero después de regresar el pozo a su lugar, lo seguimos…
El Poeta y el Brujo regresan del recuerdo.
BRUJO: La cosa es que, al salir de ahí, los güeyes olvidaron las llaves dentro. ¿Estás de acuerdo que lo procedente era dejar las cosas así y ya? Pero el pendejo del hijo del dueño se puso de necio en recuperarlas quitando un vidrio del domo del techo. El pinche domo se cayó y se hizo pedazos. El trío de pendejos recuperó las llaves, pero ahí quedó la chingada evidencia de que alguien se había metido a la mala. El viejo se puso tan mal que acabó por contarle al hijo por qué se había puesto así y lo obligó a ver su primera ejecución. Ahí descubrió su hijo que no todos los salones de fiestas son para divertirse… Y esa es una historia sobre la puta verdad…
POETA: ¿Todavía usan… el pozo?
BRUJO: …
POETA: Igual voy a acabar peor que el secuestrado de tu historia.
BRUJO: Saber la verdad no le conviene a nadie.
POETA: ¿Tú crees de verdad que el Loco no sabía?
BRUJO: Claro que no sabía… si hubiera sabido, lo hubieran puesto antes de cuidador.
POETA: Yo tuve pesadillas por una semana…. Hasta escribí un cuento, ¿te acuerdas?
BRUJO: Por eso nunca quisiste entrarle a vigilar o a cuidar cuando el Loco nos invitó.
Pausa.
POETA: Enciendo otro cigarro…
BRUJO: Nos quedamos callados….
POETA: Y oigo ese tac tac de nuevo…. ¿No los oyes? ¿Será tu jefe?
BRUJO: Carajo… deja ver…
POETA: (Abstraído). El periodista Fulano de Tal se suma a la serie de periodistas asesinados en México… las primeras investigaciones descartan un aparente suicidio… fue ejecutado con un único disparo en la cabeza… en el vientre… en el hígado… en realidad da igual dónde fue…
BRUJO: No… No es nadie…. Debió ser un gato o una rata que pasaba.
POETA: La pausa es aún más espesa…
BRUJO: Porque ya no sabemos qué decir…
POETA: Es aquí donde el secuestrado empieza a pensar en una salida… Aquí es cuando ve esa botella de whisky y piensa en usarla como arma. ¿Podré ser tan rápido? ¿Cómo se le pega a alguien con una botella en la cabeza? ¿Será como en las películas? También piensa en pedir ir al baño. Escapar por la ventana. Y todos esos pensamientos pasan muy rápido por la cabeza. Son como lluvia y viento en el desierto… pura esperanza.
BRUJO: Y mientras el secuestrado piensa esas pendejadas. El asesino tiene los normales pensamientos del asesino. El asesino ya no se pierde en ese asunto de la matadera. Después del primero, ya no se piensa en el muerto que viene. Es un pinche trabajo. Es como ir a la oficina y checar la tarjeta. Se piensa en que acabe ya la chamba, se piensa en tacos al pastor, en ir a la cantina, en el table… o en los resultados del futbol.
POETA: Sólo que yo no pienso en fugarme.
BRUJO: Y yo no dejo de pensar que eres tú el que va a morir.
Pausa.
POETA: ¿Qué se siente?
BRUJO: ¿Qué cosa?
POETA: Matar.
BRUJO: Bien que lo sabes….
POETA: Nunca he matado a nadie….
BRUJO: No dije a alguien…
POETA: ¿Cómo?
BRUJO: Un mosquito… una cucaracha…
POETA: ¿Un insecto?
BRUJO: Así se siente… a veces chingón… a veces nada…
POETA: ¿Estás comparando a los insectos con los humanos?
BRUJO: Algunos se parecen… Y si no, pues haces que se parezcan…ese es el truco.
POETA: Pienso en aquellos secuestrados que Don Chepe metía debajo del pozo y que trataban peor que a insectos. Chillando como animales… Y agradezco no estar ahora en el pozo de los decesos, aunque casi es como si lo estuviera.
El Brujo saca un cuaderno de entre las bolsas. Lo abre y comienza a leer.
BRUJO: Era un trovador que, por revelar las oscuras prácticas de un rey, acabó siendo prisionero y arrojado al fondo de un pozo muy profundo. Por su valentía, un mago se acercó al borde y con un hechizo le dio un arma para poder salir. Cada vez que quisiera que una roca sobresaliera igual que el peldaño de una escalera, tenía que decir una verdad sobre sí mismo. La escalera que así se construyera lo ayudaría a salir. Sólo que había un problema, el hechizo sólo podía usarse desde el amanecer y hasta que la luz del sol alcanzara a iluminar el pozo. Parecía tiempo suficiente, pero el pozo era tan profundo que cuando el hombre subía, las verdades y los minutos se agotaban, de modo que siempre que estaba por alcanzar el borde del pozo, los primeros rayos directos lo sorprendían, las rocas se hundían y él tenía que descender para no morir por la caída. Parecía condenado a perecer en ese lúgubre lugar. Hasta el día en que el hechicero le hizo llegar un mensaje: Le dijo:
POETA: (Continúa la narración). “La verdad es más poderosa que el propio sol. Y no puede ser encarcelada en la oscuridad para siempre”. El trovador creyó en el mensaje y siguió intentando su escape cada madrugada. Hasta que una mañana, cuando más había escalado, se empeñó en seguir adelante a pesar de que sabía de debía empezar a descender si no quería morir por la caída. El sol estaba por alcanzar su punto más alto y el joven sabía que no tendría ya tiempo, así que resignado a morir alzó la vista para ver por última vez la luz del mediodía y el cielo azul. Fue cuando para su sorpresa vio cómo todo se iba oscureciendo de nuevo, era como si la noche volviera a tomar fuerza… Así que el trovador aprovechó esa extraña oportunidad y comenzó a pensar nuevas verdades y los peldaños que lo llevarían más arriba, empezaron a surgir. Ascendió hasta llegar al borde del pozo, alcanzando la libertad justo en el momento en que el sol comenzaba a aparecer de nuevo en lo alto. No se lo explicaba… ¿Cómo había vencido? Alzó la vista y contempló el último momento de un eclipse total de sol.
BRUJO: Es el que más me gusta….
POETA: ¿Cómo es que aún lo tienes?
BRUJO: Tú me regalaste tu libro de cuentos el día que…
POETA: No esperaba que lo hubieras conservado.
BRUJO: Cómo no iba a conservar el regalo de un amigo…
POETA: Si aún eres mi amigo… ¿Por qué no puedes matarme tú?
BRUJO: Carajo.
POETA: Sí. Matarme tú… ¿Por qué no?
BRUJO: No puedo.
POETA: ¿Por qué?
BRUJO: Porque así son las cosas. Es mi jefe… y así se hace. Yo le preparo el camino… él viene y mata…. Así es.
POETA: ¿Así es?
BRUJO: …
POETA: O sea que tú no eres el asesino…
BRUJO: Claro que sí… pues quién crees que soy. Pero hoy no puedo… Carajo… Sabía que en algún momento me lo pedirías… pero no puedo. No puedo.
POETA: ¿Por qué?
BRUJO: Porque lo prometí grandísimo pendejo. Porque se lo dije a San Judas hoy en la iglesia. Jamás, mi querido santo patrón de las causas perdidas y razones desesperadas, jamás mataré a nadie en este día. Te lo prometo por ésta…
POETA: ¿Hoy es día de San Judas Tadeo?
BRUJO: Yo no he jalado un gatillo ningún día 28 del mes.
POETA: …
BRUJO: No te rías, pendejo. No te rías. Reírte de la devoción religiosa es como reírte de ti mismo.
POETA: ¿De mí mismo?
BRUJO: Porque te ríes de tu Dios que te creo a su imagen y semejanza…
POETA: Cálmate…
BRUJO: Tenemos que esperar por mi empleador y por eso debes escribir la carta. No hay de otra…
POETA: Espera.
BRUJO: ¿Ahora qué?
POETA: ¿No crees que eso de San Judas y de que tú no puedes matarme, es demasiado enredado…?
BRUJO: ¿Cómo enredado?
POETA: Pues así… no sé.
BRUJO: Es que así es.
POETA: ¿Así es?
BRUJO: Mira. Es muy claro. Mi jefe me pidió que te trajera aquí. Yo no puedo matarte porque por alguna razón agarró un coraje especial contra ti. Como que te tiene ganas, por así decirlo. Él es quien quiere darse el placer personal de encajarte el cuchillo debajo de las costillas por hocicón. Esa es la razón real de que no pueda matarte, ¿ves?
POETA: Y porque se lo prometiste a San Judas.
BRUJO: También por eso…
POETA: Pero hay otra opción.
BRUJO: ¿Otra opción?
POETA: Sí. Tú puedes darme el regalo de cumpleaños que necesito. Mi escape…
BRUJO: No te voy a dejar huir… lo sabes.
POETA: Hablo de otro escape.
BRUJO: ¿Quieres decir? (Hace la mímica de dispararse a sí mismo).
POETA: Sí.
BRUJO: No.
POETA: Sí.
BRUJO: (Ríe). No mames… No me hagas reír que me duele la panza… (Se duele del estómago). Si ya te aburriste, mejor parte tu piñata…
POETA: ¿Qué tiene? Le dices a tu jefe que te distrajiste, te quité la pistola… Sí…
BRUJO: Claro. Y hacemos como que peleamos.
POETA: Yo te quito la pistola y me mato.
BRUJO: ¿Te cae?
POETA: Qué importa que yo lo haga. Estaré muerto. “El reportero conocido como el Poeta fue encontrado muerto con un balazo en la cabeza. Aparentemente fue un suicidio, aunque no se descarta que todo haya sido una ejecución disfrazada, pues el reportero había sido amenazado de muerte. No se sabe si su reciente investigación sobre la guerra de los cárteles por controlar las nuevas plazas de la región, hizo enojar a alguien o sería que su reportaje acerca de la participación del alcalde en la desaparición de…”
BRUJO: Deja de intentar averiguar cosas… Todas las pendejadas que supones están mal.
POETA: Préstame la pistola.
BRUJO: ¿Es en serio? ¿Te cae?
POETA: Dámela…
BRUJO: Ya no chingues con eso. Tú no podrías… No eres capaz si quiera de lanzar una mentada de madre… Ni de mandarme a la chingada.
POETA: ¡Con una chingada, dámela!
BRUJO: No tienes lo huevos…
POETA: ¡Claro que los tengo!
BRUJO: Mejor vamos a lo de la carta….
POETA: Ya estoy hasta la madre con lo de las cartas…
BRUJO: Te prometo que le pediré que te ejecute con un balazo.
POETA: No voy a escribir nada. Prefiero matarme. Dame la pistola.
BRUJO: ¿Qué haces? No. Así no es.
POETA: Así es.
BRUJO: No. No es lógico que quieras matarte….
POETA: Te da coraje que te distraje y casi te quito la pistola.
BRUJO: No me da coraje… es que…
POETA: ¿Es que qué?
BRUJO: No va contigo…
POETA: Es que no le encuentro otra salida.
El Poeta se abalanza para conseguir la pistola. Pero el Brujo se lo impide.
POETA: Dame la pistola.
BRUJO: ¿La quieres? ¿La quieres?
POETA: Sí.
BRUJO: Está bien. Tómala….
POETA: No. No. No… No debes dármela…
BRUJO: Oh… ¿Por qué?
POETA: Porque puedo matarte… ¿No se te ocurrió que era un truco para que me dieras la pistola y yo poder matarte?
BRUJO: Entonces dispárame…
Pausa.
POETA: No puedo…
BRUJO: Te lo dije…
POETA: Es que yo…
BRUJO: Lo sé… pero, de cualquier forma. La pistola…
El Brujo le arrebata la pistola.
POETA: ¿Qué haces?
BRUJO: No está cargada… Al menos no en el primer cartucho. Siempre cuido eso. ¿Ves? Y sólo un par de balas… no se necesitan más.
Pausa.
POETA: Entonces… voy a morir sin mis dedos y mi corazón y…y sin saber por qué….
BRUJO: Cálmate. Seguro que si el jefe tiene una buena carta será misericordioso, así como nuestro señor… Sólo tienes que desahogarte y escribirlo. Todos tenemos a alguien a quien decir lo siento… gente querida a la que lastimaste, pues…. Entonces… así se dice, ¿no? Dejar tus asuntos resueltos.
POETA: Mi testamento ya lo hice. El día que regresé a este pueblo…
BRUJO: Tú problema es que te clavas en lo mismo. Es como esa aferrada necesidad de hallarle razón a las injusticias que pasan en este pinche hoyo del país. Las cosas a veces son todo lo que no son. Por decirlo de un modo es que te quedas en la orillita, donde es bien fácil todo, pues apenas te mojas las patas y así no llegas… No llegas. Yo creía que eras un mejor investigador.
POETA: Ahora sí que te perdí, pinche Brujo. No te entiendo nada.
BRUJO: ¿De verdad tengo que recordártelo?
POETA: No sé de qué hablas, cabrón.
BRUJO: ¡El Loco, pendejo!… ¡El Loco!
El Poeta y el Brujo tienen trece años.
POETA: ¿Por qué no llega?
BRUJO: Cálmate. Dijo que a las tres. Eso dijo.
POETA: Pues ya son las tres…
BRUJO: Ya te dije que si quieres puedes irte…
POETA: Es que…
BRUJO: Es que ¿qué?
POETA: ¿Seguro que no hay nadie…?
BRUJO: ¿Nadie?
POETA: En el pozo.
BRUJO: ¿En el pozo?
POETA: En el pozo.
BRUJO: (Ríe). Por eso estás así…
POETA: Pues sí….
BRUJO: No hay nadie. Yo lo sabría… ya ves que ya me están dando más entrada. No cualquiera tiene llaves al Reino de las Chingaderas
POETA: Yo creo que deberías salirte en vez de entrar.
BRUJO: Otra vez me vas a chingar con eso…
POETA: Es que no está bien…
BRUJO: No voy a renunciar a cinco mil pesos a la semana… ¿sabes cuánto me daban en la vulcanizadora por mes?
POETA: Pero en la vulcanizadora no estabas en peligro.
BRUJO: ¿Y la vez que me corté la mano con el fierro?
POETA: Peligro de vida o muerte…
BRUJO: Te digo que si quieres irte…
POETA: Es que…
BRUJO: También quieres ver qué es…
POETA: Es por pura curiosidad.
BRUJO: Dijo que no lo vamos a creer.
POETA: No creo que sea algo bueno.
BRUJO: Espero que sea lo que creo…
POETA: “Uno no vuelve a ser igual” eso dijo. Eso dijo el Loco.
BRUJO: Con las cosas chingonas, así es. De eso se trata. Se trata de que te remuevan las tripas de la emoción…
POETA: Tú también estás nervioso…
BRUJO: No.
POETA: ¿Por qué te mueves tanto de un lado para otro entonces?
BRUJO: Porque así soy… como si no me conocieras… No es miedo. Es ansiedad nerviosa… Dijo a las tres. ¿No?
POETA: ¿Y qué tal que de verdad uno cambia?
BRUJO: ¿Qué?
POETA: No digo que te vayan a salir cuernos o algo, pero algo así de feo, digo metafóricamente…. que te cambie para mal de ti.
BRUJO: Metafóricamente me van a salir cola de demonio y patas de cabra.
POETA: Digo como un trauma. Como le pasó mi mamá cuando vio cómo se llevaban a mi papá…
BRUJO: Tú siempre con tus pensamientos negros.
Pausa.
BRUJO: Chingada… ya son las tres y cuarto…
POETA: Me encontré al Loco en la tienda… me dijo que a lo mejor se tardaba…
BRUJO: ¿Y hasta ahora me dices?
POETA: Mejor vámonos pues…
BRUJO: Si quieres vete tú… ya te dije.
Pausa.
POETA: ¿Y si seguimos el juego?
BRUJO: ¿Ahora? ¿Estás pendejo?
POETA: En lo que llega…
BRUJO: No sé… me da hueva…
POETA: Tú prometiste que me ayudarías… Por eso vine…
BRUJO: ¿No viniste por lo del Loco?
POETA: En parte…
BRUJO: ¿Por qué no mañana?
POETA: Es que es mañana… te dije…te dije…
Pausa. Breve oscuro. El Poeta y el Brujo aún de trece años recuerdan cuando entran al sótano. El ambiente es lúgubre casi en oscuro total.
POETA: Y el Loco se tarda más de lo que dijo.
BRUJO: Pero al fin llega con unas llaves el cabrón y una sonrisa como de diablo.
POETA: Al principio me da cosa, porque sin decirnos nada se va directito al pozo de los decesos. Mueve la alberca, abre la puerta y nos pide que lo sigamos…
BRUJO: Tú crees que nos quiere enseñar a algún pinche secuestrado. Preguntas si mejor puedes esperar arriba.
POETA: Pero al final los sigo… ¿qué no?
BRUJO: Te da más miedo quedarte solo arriba.
POETA: Es la primera vez que bajo… Chale…. Apesta a humedad, a orina y a mierda…
BRUJO: Siempre quejándote por todo.
POETA: Hay un montón de cajas recargadas en la pared.
BRUJO: El Loco enciende la luz y trae hasta la mesa una de las cajas.
POETA: Y vemos lo que dice nos podría cambiar la vida.
BRUJO: “Ya saben para qué sirve también el culero salón de fiestas”, dice.
De una caja van sacando pistolas, ametralladoras y rifles de asalto. Todas son armas de juguete. De colores, de dardos de goma y de agua.
POETA: Es difícil diferenciarlas. No las conozco por nombre. Hay pistolas, rifles y carabinas.
BRUJO: Barret M82… Calibre 9 milímetros….
POETA: Largas y cortas…
BRUJO: Browning M2… AR15. Y M16.
POETA: Y varias de esas que les dicen rusas y los cuernos de chivo…
BRUJO: Kalashnikov, AK47.
POETA: “Es como entrar en una dulcería. ¿O no, cabrones?”, dice el Loco, mientras coloca las armas en una mesa. “Son el último cargamento. Las trajeron ayer del gabacho y otras desde la pinche China”.
BRUJO: Están chingonas…
POETA: Tú apenas y te mueves. Es como si hubieras visto algo inmenso y majestuoso, como una ballena o un león amarrado.
BRUJO: Las manos me comienzan a sudar.
POETA: Y veo cómo la luz del foco que parpadea se refleja clarito en tus ojos y los del Loco.
BRUJO: Siempre he querido disparar una madre de éstas. Hoy voy a echar tiro. Eso pienso.
POETA: El foco deja de parpadear.
BRUJO: La luz es casi azul.
Pausa.
POETA: (Abstraído). Nunca he tomado una pistola.
BRUJO: (Abstraído). Es como una prueba.
POETA: (Abstraído). Qué tal que sí mi cerebro se trastorna todo…
BRUJO: (Abstraída). Así se empieza a ser hombre.
POETA: (Abstraído). ¿Sería así el arma que mató a mi papá?
BRUJO: El foco vuelve a parpadear.
POETA: El Loco toma una de esas armas que les llaman de asalto y dice como si nos hubiera leído la mente:
BRUJO: “Si disparas una de éstas es como hacer un viaje sin vuelta, cabrones”.
POETA: Mejor vámonos. Si tu papá se entera… Va a ser peor que lo del domo, le digo.
BRUJO: “No me digas que tienes miedo, cabrón” te dice el Loco, mientras carga tres armas y nos las va pasando.
POETA: Yo dudo y pienso que es como si me pasara las riendas de un caballo bronco.
BRUJO: “Les doy chance de un disparo”, dice el Loco. No pasa nada, te digo yo… “Ahí contra las tablas y la pared de tierra”.
POETA: Siento el arma. Pesa más de lo que creía…
BRUJO: Yo tomo otra… brilla como un cuchillo recién afilado.
POETA: Me tiemblan las manos… A mí me parece que es una bomba que me va a estallar en las manos. Entonces me empiezan a molestar… Primero el Loco. Luego tú.
BRUJO: “No mames…” Estás cabrón. “No te va a morder”
POETA: Jalo aire, fuerte, como si me fuera a lanzar a una poza de agua. Y la tomo con las dos manos.
BRUJO: “Anden, cabrones… quítenle el seguro.”
Pausa.
POETA: La sostengo y apunto hacia la pared de tierra.
BRUJO: El arma me susurra algo por entre los dedos. Es como una electricidad.
POETA: Jalar el gatillo. No. Sí. No…
BRUJO: Voy a disparar…El Loco también apunta…
La luz cambia.
POETA: (Abstraído). Cuando un arma es disparada es como un hombre poseído.
BRUJO: (Abstraído). Es un caballo encabritado…
POETA: (Abstraído). Es una tormenta de metal con truenos que te hacen cerrar los ojos.
BRUJO: (Abstraído). Son cientos de dardos que hacen estallar globos de sangre.
Estruendo de metralleta. La luz cambia.
POETA: Una sola bala vuela como un moscardón atrapado en una casa, de un lado a otro, choca primero en una roca en el piso y al final se refugia en la cabeza del Loco.
BRUJO: Las armas caen al suelo… ¿Qué pasó? Loco. Loco… grito. No responde… Está tirado como un bulto…. Su cabeza se empieza a empapar de rojo.
POETA: ¿Está bien? ¿Está bien? Repito….
BRUJO: No mames. Loco… Loco…. Respon…
POETA: No puede ser.
BRUJO: Matamos al Loco.
POETA: ¿Yo?…yo no fui…
BRUJO: ¿Cómo sabes? Yo…
POETA: Yo no…
BRUJO: Yo tampoco sé….
POETA: Yo oí disparos, pero yo no… Loco… Loco….
BRUJO: Serénate. No fue de a propósito. ¿Qué hacemos? Hay que hacer algo.
POETA: Yo no… no…
El Poeta y el Brujo vuelven del recuerdo y a ser adultos de nuevo.
BRUJO: Y entonces tú te quedaste como una piedra y yo te sugerí que hiciéramos algo… limpiamos, nos deshicimos del celular del Loco y a él lo sacamos del sótano, esperamos a la noche y lo llevamos hasta la nopalera, atrás del rancho abandonado…
POETA: Me dijiste haremos un truco.
BRUJO: Y escribí una nota como lo hacen los cabrones del cártel…. Tú no quisiste hacerla a pesar de que te pedí que lo hicieras…. Después de un día, cuando encuentran al Loco, su padre se pone más furioso que un perro rabioso amarrado. Y que se arma la gorda.
POETA: No hay agujero que pueda escondernos.
BRUJO: Eso piensas tú, pero yo sé dónde ocultarnos. Le digo a Don Chepe que me acepten como estaca en el grupo. Que ya puedo, que puedo hacer más que de halcón o de cuidador. Que ya estoy huevón, que quiero vengar a mi amigo. Necesito vengar a mi amigo. Quiero dispararle a su asesino. Pero tú no puedes, tú encuentras otra salida… Se arma tal desmadre en el pueblo que tu mamá decide que se vayan de aquí.
POETA: “Cuídate” te dije cuando nos despedimos …y te di mi cuaderno….
BRUJO: Y no dijiste nada más…
Pausa.
POETA: ¿Por qué teníamos que recordar eso?
BRUJO: No estás aquí por tus pinches reportajes… que sí, que han hecho encabronar a muchos… pero no a mí.
POETA: ¿A ti? ¿Esto es por la muerte del Loco?… ¿No estoy aquí por tu jefe?
BRUJO: (Pretende leer de una hoja). A quien corresponda, o sea, a mi querido amigo el Brujo. Te escribo esta carta de despedida y de disculpa. Me maté porque no aguanté la culpa de no haberte agradecido que tú cargaras con el peso de un asesinato que yo también cometí…. Nunca te agradecí que me ayudaras a salir de ese pinche pedo… Que te quedaras en el pueblo y te unieras al grupo de Don Chepe para convencerlos que el asesino del Loco era otro…. Perdón por irme a buscar una vida mejor como un cobarde y dejarte atrás en un mundo de sangre y muerte.
POETA: ¿Crees que yo maté al Loco?
BRUJO: Claro. Tú y yo. ¿O quién más?
POETA: Yo no disparé…
BRUJO: Disparaste, cabrón…los dos disparamos.
POETA: Yo no.
BRUJO: Aún recuerdo cómo se agitaba el arma en tu brazo…
POETA: ¿Se agitaba?
BRUJO: Apenas podías controlar la pinche metralleta….
POETA: Yo tenía una pistola.
BRUJO: Yo era el que tenía la pistola….
POETA: Tú tenías la metralleta…
BRUJO: ¿Qué estás diciendo? ¿Qué yo lo maté?
POETA: No… No sé… Entonces sería el Loco mismo… pero, creo que él no tomó un arma… ¿O sí?
BRUJO: Tú disparaste…. Tú disparaste…reconócelo.
POETA: No… Tú eras el que quería disparar. Yo no… Bien que lo sabes. Sabes bien que yo no hubiera podido…
BRUJO: ¿Dices que mis pesadillas son porque yo lo maté? ¿Dices que sigo viendo su cara y sus ojos fijos porque yo soy el asesino?
POETA: Eres un asesino, ¿qué más te da?
Pausa. El Brujo explota y tiene un episodio de ira. Se duele del estómago. Lanza un par de disparos a la piñata.
BRUJO: ¿Crees que disfruto haciendo esto? Esas cosas se quedan en tu cabeza, lo puedes imaginar, ¿no? Las cosas no son como en las películas. Es más bien una película que se repite en tu cabeza. Uno tiene que hacer cada vez más cabronadas para poder olvidarlo. Crear más películas, para que se confundan una con otras. Y así ha sido desde el Loco… ¿Sabes cómo me gané mi lugar en el grupo? Me tragué un pinche dedo. Así como lo oyes. Le corte los dedos de la mano a un cabrón y me los fui tragando… Se reían los cabrones. ¿A qué te sabe? A dedos de queso, pendejos, les decía. Y ellos se reían más. No pongas esa jeta… en realidad sólo hice como que me los comía. Yo sabía que mis trucos con las monedas me iban a servir alguna vez. ¿Te acuerdas lo que me decía mi abuela? Esas idioteces de la magia están bien para pendejear o ligar, pero no para vivir. ¿Quieres acabar como mago de fiestas infantiles? Cuando vi la cara de los güeyes que creían mi acto caníbal, sólo pensaba, ojalá pudiera verme mi abuela.
POETA: Tú eres el carnicero… el pinche caníbal.
Pausa.
BRUJO: ¿Oyes? Es como un tac tac tac…. No son ratas… es como…
POETA: Es como el ruido de las teclas en una máquina de escribir, como cuando uno escribe una idea que no quiere que se le escape…
BRUJO: Ya nadie escribe en máquina de escribir. Es más bien como el ruido de una metralleta en cámara lenta…. Tac tac tac…
POETA: El periodista Fulano de Tal se suma a la serie de periodistas asesinados en México… sus compañeros reporteros comentaron que esto no se quedará así… el gobernador comentó en un twit…. Artículo 19 se manifestó en contra… en realidad da igual qué digan… da igual…vale madres… tac tac tac….
Pausa.
POETA: ¿Vas a torturarme? ¿Vas a meterme en el pozo?
BRUJO: No fue un accidente, cabrón… tener un arma en tus manos nunca es un accidente.
POETA: Perdón… no sé qué decirte.
BRUJO: Ya no importa… Pinches periodistas…
Carga la pistola. Le apunta. Oscuro. El Poeta y el Brujo tienen trece años.
POETA: ¿Y si seguimos el juego?
BRUJO: ¿Ahora? ¿Estás pendejo?
POETA: En lo que llega…
BRUJO: No sé… me da hueva…
POETA: Tú prometiste que me ayudarías… Por eso vine…
BRUJO: ¿No viniste por lo del Loco?
POETA: En parte…
BRUJO: ¿Por qué no mañana?
POETA: Es que es mañana… te dije… te dije… Es sólo seguir el juego de roles como empezamos…
BRUJO: Chale…
POETA: ¿Recuerdas? Se trata de empezar en el futuro. Veinte años después. Ya te expliqué cómo va…
BRUJO: Pero mejor yo soy el asesino.
POETA: ¿Por qué?
BRUJO: Porque es lo que va… ¿no dijiste que un sicario debe venir de un lugar destruido? Que debe tener razones sociales y no sé qué más.
POETA: A mi papá lo asesinaron.
BRUJO: Pero tú todavía tienes a tu madre. Trabaja en una gasolinera y se preocupa por ti. A mí en cambio me golpeaba mi padrastro y por eso acabé en casa de mi abuela…que cuando se emborracha también se le pasa la mano.
POETA: Pero también me gusta el alcohol. A un asesino le gusta el alcohol.
BRUJO: La cerveza no cuenta. No te has drogado aún. No quisiste probar ni la hierba.
POETA: Tú tampoco has probado las pastillas.
BRUJO: Cuando te propusieron ser halcón te rajaste y tampoco has dejado la escuela…
POETA: Pero no me gusta…
BRUJO: Claro que te gusta… hasta quieres entrar al mentado grupo de teatro…
POETA: A ti también te gustaba la escuela… No creo que te guste esto de ayudar a la gente de Don Chepe…
Pausa.
BRUJO: ¿Vas a querer hacer esto o qué?
POETA: Está bien… está bien… Tú eres el asesino.
BRUJO: Y tú eres el reportero… Que es casi como ser escritor y tú vas a ser escritor cuando crezcas…
POETA: ¿Por qué dices eso?
BRUJO: No sé, porque así es…
POETA: Así es…
BRUJO: Y partimos del secuestro… ya sin repetir lo que hicimos, porque desde ahora te lo digo, no creo que vaya a dar tiempo…
POETA: Y de ahí improvisar.
BRUJO: Pero hay que saber por qué te secuestro.
POETA: Podría ser por algo del pasado… algo que ocurre cuando los dos somos chicos…
BRUJO: ¿Cómo? ¿Ahora?
POETA: Ándale… Cuando llega el Loco… Y nos muestra lo que esconde…
BRUJO: Ahí pasa algo…. Algo cabrón…
POETA: Y que se convierte en un gran secreto que no sale hasta que nos volvemos a ver.
BRUJO: ¿Y qué pasa?
POETA: Hay que averiguarlo… para eso es el juego.
BRUJO: Veinte años después…
POETA: Cuando empieza todo.
BRUJO: Cuando te pido que escribas una carta… una carta de despedida.
POETA: De suicidio.
BRUJO: Lo que sea…
Breve oscuro.
El Poeta y el Brujo tienen trece años, pero están como al final de la escena anterior, cuando tenían treinta. El Brujo apunta con la pistola al Poeta.
POETA: Perdón… no sé qué decirte.
BRUJO: Ya no importa… Pinches periodistas… siempre la verdad… la pinche verdad.
POETA: Ya no tienes balas.
BRUJO: Olvidas que soy mago…
Muestra las balas que saca de la nada en un truco de manos. Carga la pistola. Le apunta. Después de dudar un par de segundo, se lleva el arma a la cabeza.
Breve oscuro.
Se escucha un balazo. El Brujo está en el suelo.
Después de unos momentos se pone de pie. La pistola que carga es de juguete, de colores.
POETA: ¿Así sería?
BRUJO: Podría matarte e irme o matarte y luego matarme. Pero se me hizo más chingón matarme nada más… ¿cómo ves?
POETA: Podrías haberme perdonado…
BRUJO: No sería real…
POETA: No…
BRUJO: No importa…
Pausa.
BRUJO: A huevo que te van a dejar entrar al grupo de teatro, pinche Osvaldo.
POETA: Te digo que deberías regresar, Leobardo… con todo y que yo creo que si hubiéramos tenido público, hubieran pensado que se nos veía lo chavo, la verdad actuaste bien a un güey de treinta…
BRUJO: Y todo eso salió nada más de imaginar que íbamos con el Loco a que nos mostrara las armas que guardan en el pozo.
POETA: No sabemos si son armas.
BRUJO: ¿Y qué más puede ser?
POETA: No sé… Pero ya viste lo que podría pasar…
BRUJO: Fue un juego… No me voy a hacer sicario….
POETA: ¿Y yo me haré reportero? Tal vez yo sea el sicario.
BRUJO: ¿Cómo crees? Si ni siquiera quieres ser halcón…
POETA: Te digo que dejes eso… ven mañana a la escuela… yo hablo con la maestra…
BRUJO: …
POETA: Vámonos… antes de que llegue…
BRUJO: Va a decir que somos unos maricas…
POETA: Que lo diga…
Se escucha un tac tac….
BRUJO: Creo que ahí viene…
POETA: Hay que pelarnos….
BRUJO: (Mientras van saliendo). ¿Tú crees que me dejen entrar el grupo de teatro? Digo si prometo no llevar la navaja, ni las cartas, ni…
Salen del lugar. Se hace el oscuro final.
Javier Malpica (México D.F. 1965)
Después de titularse como Físico realiza el Diplomado en Creación Literaria en la
Escuela de Escritores de la SOGEM. Ha escrito diversas piezas teatrales (muchas de
ellos en coautoría con su hermano Antonio), la mayor parte de ellas han sido llevados a
escena, algunas en el extranjero (Nueva York, Chicago, Minneapolis, Washington,
Berkeley, Indianápolis y Tucson).
Entre sus obras destacan: “Cartas en el asunto” (Premio Nacional de Teatro), “Séptimo
Round”, “María Frankenstein”, “Canon” (Premio Jóvenes Creadores), “Retorno a la
Medianoche” (Finalista, Teatro Nuevo), “El Último Viaje” (Segundo lugar, Premio
Teatro para Jóvenes), “Todas las Voces” (Mención, Premio Manuel Herrera), “Ensayo
de un coma”, “El Fin de la Historia” (Premio Teatro Nuevo), “Papá está en la Atlántida”
(Premio Víctor Hugo Rascón y Premio Global Age Project), “Crisis-Modelo para
Armar”, “La Última Bala”, “IRA” (Suave Lluvia para Heraldos Negros), “Sueños de
Pangea”, “La Sangre y sus Fantasmas”, “Si un árbol cae..”, “El Despertar del Zombi” y
“Los Siniestrados”.
Ha participado en diversos festivales teatrales, entre los que destacan: La Muestra
Nacional de Teatro (Monterrey, Colima y Guadalajara), El Latino Theater Festival de la
ciudad de Chicago, y el Festival de Dramaturgias Latinoamericanas de Nueva York.
Fue acreedor al premio a mejor obra extranjera en el certamen: Palmarés de Journeés
des Lyon des Auteurs de Théatre 2016.
Formó parte del Sistema Nacional de Creadores en las versiones 2007-2010 y 2013-
2016 y 2021-2024.
Ha dado cursos y conferencias en México y el extranjero. Ha incursionado también en
narrativa infantil, siendo varios de sus trabajos publicados y premiados.
Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés, portugués, coreano, francés, japonés
y húngaro.