Dos pícaros de cuidado: Adonis García y Flaco
En este ensayo se analizan dos personajes pícaros latinoamericanos: Adonis, de El vampiro de la colonia Roma (1977), del mexicano Luis Zapata; y Flaco, de Acelere (1985), del colombiano Alberto Esquivel. Se destaca la importancia de la reflexión para los pícaros en general; también se analizan las semejanzas y diferencias de ambos personajes con el propósito de concluir cuál de los dos representa una crítica más peligrosa para la sociedad de su tiempo.
Importancia de la reflexión alrededor del pícaro
La reflexión, o meditación, es importante porque tiene el papel de humanizar al personaje pícaro en cuanto lo profundiza a él y refleja al lector. La vida del pícaro en sus novelas consta de los hechos de esa vida – lo que le pasa y lo que él hace – y sus reflexiones sobre ella. En estos dos elementos se manifiestan tanto una vida externa y pública, los hechos y sus acciones, como una vida interna y personal, su reflexión. Sin esa reflexión, el lector no tendría acceso a la vida interna del pícaro y no quedarían sino sus acciones como forma de conocerlo y evaluarlo. La reflexión, entonces, amplía el conocimiento del lector del pícaro y así hace de él un personaje más complejo y profundo.
Otra función importante de la meditación del pícaro es alcanzar el mundo íntimo del lector. Pensar sobre lo que le pasa a uno y lo que uno hace es un rasgo común, hasta determinante, del ser humano. Sin su reflexión, el pícaro le faltaría ese rasgo determinante y no podría el lector percibirlo tan humano a sí mismo. Hace falta que el lector conozca la vida interna del pícaro y aprecie su humanidad.
Lo que hace imprescindible este conocimiento del lector del pícaro es el propósito pedagógico y crítico de la picaresca. El lector de la picaresca no es el pícaro—no es el lector de El vampiro un prostituto homosexual, por ejemplo, ni es el lector de Acelere un drogadicto—y no se da por sentado que entiende lo que él experimenta. Pero al exponer al lector la reflexión del pícaro, los entresijos de su vida interna, la novela proporciona una oportunidad para que lo conozca como un personaje complejo, profundo y tan humano como él mismo. Ese aprecio del pícaro de parte del lector abre la puerta al propósito pedagógico y crítico del género porque hace que el lector considere una situación social no desde afuera, donde de verdad vive, sino desde adentro. Es muy fácil, estando afuera, juzgar a las personas que se encuentran en una situación de desventaja, pero cuando uno se encuentra dentro de esa situación, ya sea solamente de forma ficticia y mental, es más probable que surjan la comprensión, la compasión y el deseo de hacer algo para mejorar la situación. Con un conocimiento profundo de la humanidad del personaje, el lector puede captar mejor el propósito pedagógico y crítico de la picaresca. Sin ese conocimiento, no quedaría el pícaro sino un simple vagabundo y delincuente, y no quedaría de la novela sino una historia salaz.
Los personajes
En ambas novelas los personajes principales viven en un mundo lleno de retos. Son sus experiencias en esos mundos que los mueven a la meditación. En El vampiro de la colonia Roma, Adonis vive en el mundo de la prostitución homosexual en Ciudad de México de los años 60. Se muda a la capital de joven después de la muerte de sus padres. Vive de lo que gana como prostituto en muchísimos encuentros sexuales. En diferentes periodos consume drogas, bebe mucho alcohol y padece varias enfermedades de transmisión sexual y una depresión delirante.
En Acelere el mundo de Flaco es el de la drogas en una ciudad de Colombia, probablemente Medellín, en los años 80. Flaco es un drogadicto y vive de robar y de vender drogas al menudeo. Cuenta de sus experiencias tomando y traficando drogas, incluyendo la violencia, el capricho y la corrupción de la policía, el desprecio con que lo perciben la gente fuera de su entorno, y el ser miembro de una pandilla. Aunque ambos personajes meditan sobre sus experiencias en mundos difíciles, el tono en que meditan varía del uno al otro.
La meditación
En El vampiro, Adonis medita en un tono ligero, abierto, especulativo y bastante creativo. En cambio, en Acelere medita Flaco en un tono pesado, oscuro y desconsolado. Estas diferencias de tono en que meditan los dos pícaros son claras en los últimos momentos de la narración de ambos.
Al final de su historia cuenta Adonis que le parece que pronto van a ponerse los marcianos en contacto con él y que lo llevarán con ellos al espacio. Dice que no lo pensaría “dos veces” y que se iría con ellos “sin llevar nada”, ni la ropa, para que no le hiciera nada “pensar en lo que era antes” (240). Termina describiendo el viaje de salida del mundo, entrando al espacio y deseando que no regresara “nunca pero nunca … a este pinche mundo” (241). Aunque parezca de pronto un final poco positivo, este es un momento muy optimista y lleno de humor y vida. Adonis dice que seguro que vendrán los “marcianos gayos” porque les ha llegado su fama de amante (239). Se imagina cómo sería “coger con algún ser verde o amarillo y de piel gelatinosa en la que se le hundiera la verga en cualquier parte que se la pusieras hummmmmmm” (239). A Adonis le encantaría salir en compañía de esos amantes marcianos y olvidarse de “este pinche mundo”. Este viaje le proporciona, si solo en la imaginación, la oportunidad de un renacimiento en la que deja atrás hasta el recuerdo de “lo que era antes”. En el final de su narración, Adonis le tiene echado el ojo a un nuevo futuro.
Al contrario, el final de la historia de Flaco es negativo y pesimista. Él habla de la reciente e inesperada pérdida de la selección colombiana de fútbol, y la violencia y tristeza que causa esto en la población. En seguida dice que no le interesa eso y que lo único que le importa es que siga todo como está, que no estorbe la policía antinarcótica el sistema en que vive Flaco. Termina diciendo que su narración “sobre los días que semana tras semana son la marihuana” ha sido una pérdida de energía.
Flaco proyecta un país desilusionado y desesperado porque el fútbol representa una “prueba de nuestra capacidad, para no sentirnos tan impotentes ante los retos planteados” (197). Los retos no son sino la devastación asociada con el narcotráfico y la corrupción. Pero a Flaco no le importa todo eso. Él sólo quiere “levantarme un billete – con la esperanza que nunca fini – e irme a rumbiar con estos manes de la gallada” (198). Flaco no ve, ni le gustaría ver, un futuro diferente del presente. Seguro le gustaría la frase pintada en la pared de un club de Bogotá en los 90: ‘El mundo se derrumba y nosotros de rumba’.
Las últimas palabras de cada uno encapsulan sus tonos diferentes. Adonis termina con un imperativo, decisivo, no obstante, la pregunta: “Y ora sí ya apágale ¿no?” (241). Da la impresión de que ha contado lo que quería o tenía que contar. Flaco, al contrario, da la impresión de terminar solo porque le faltan el interés y la ‘corriente’ para seguir. Termina con una triste autoevaluación: “la cagué” (198).
Escena con Adonis
El tono ligero y optimista de la meditación de Adonis no le impide considerar temas serios y desafiantes. En un momento llega a su cuarto y le da mucha tristeza:
de repente me pusé a pensar en mi vida y se me hizo como la mayor ociosidad del mundo estarla viviendo … pero lo que más me apuraba lo que más me dolía era darme cuenta de que poco a poco había ido perdiendo a todas las personas que quería … o sea como que me daba cuenta de que siempre había estado solo de que siempre iba a estar solo y de que ps por más que trates siempre estás solo … te vas a morir solo (109).
Esta conciencia de la soledad inherente a la vida refleja una vertiente de la experiencia homosexual en una sociedad conservadora: perder a las personas que uno quiere a causa de la homosexualidad. Su madrina es una de las personas que pierde Adonis y su caso es interesante. El joven la deja de ver porque siente vergüenza por “lo del talón” (109). Él no sabe por cierto que ella sabe que talonea, ni que sería su reacción al saberlo, pero siente que lo sabe y que no le gusta. Mejor dicho, la vergüenza que siente Adonis lo ha promovido él mismo. Esto representa otro matiz de la soledad del homosexual en una sociedad como la de la novela. El muy público y generalizado desprecio de la homosexualidad tiene un gran efecto negativo en la mente de los homosexuales, creando en ellos un desprecio de sí mismos, lo cual puede llegar a serios problemas mentales. De hecho, Adonis luego sufre depresiones en las que siente que se le va a caer su “pito. ¿No? Mi instrumento de trabajo” (182).
Escena con Flaco
Una razón por la pesadez y el pesimismo del tono de Flaco es la influencia de las drogas que toma en sus meditaciones. Un ejemplo de esto es el momento en que piensa en Rami, un viejo compañero, mientras busca, encuentra y toma unos hongos. “Rami era un man de lo más sodado hasta que le dio por el estudio”, pero como cuenta Flaco:
esta honguiada que llevo … no es nada en comparación a ese mundo que de un momento a otro se le transformó. Hemos llegado a la conclusión que se dejó absorber por los impresos de Bolívar, Santander o Galán. Viste pantalones rigurosamente planchados siguiendo la orientación de la raya, camisas que no ocultan los desodorantes de marcas internacionales promocionadas en las pancartas y demás argumentos de signos que lo normal presenta como ejemplo a seguir (84).
Aunque se trata de su amigo Rami, esta cita nos revela mucho sobre la forma en que ve Flaco su propia vida. Comienza diciendo que por más raro que sean los momentos de su “honguiada”, es más raro la conversión de Rami en una persona que “se las está picando de serio” (85). Para Flaco, esa vida seria no le parece gran cosa. La referencia a dos fundadores del país y un político contemporáneo (quien sería asesinado en 1989 por el cartel de Medellín), revela que considera creer en la idea de la patria y la esperanza de un futuro mejor “dejarse absorber.” Para él no son sino cuentos. La vida real es para Flaco la vida del crimen y las drogas, una vida fuera de “lo normal.” Ese mundo planchado, recto y desodorizado del capitalismo internacional no le interesa. También muestra esta cita la importancia que Flaco le da a la gallada. Cuando describe cómo Ramis dejó al grupo, hasta habla Flaco no como individuo sino como grupo: “Hemos llegado a la conclusión…”.
Comparación y contraste
Como vimos arriba, tanto Adonis como Flaco meditan sobre sus experiencias, pero lo hacen en tonos diferentes. Estos no son los únicos elementos que ofrecen una oportunidad para comparar y contrastar los dos pícaros.
Ambos personajes representan una crítica de las sociedades en que se publicaron El vampiro y Acelere: Adonis, de la marginalidad de los homosexuales; y Flaco, del problema del narcotráfico. Pero se diferencian en que Adonis es simpático y Flaco no. Adonis busca saciar su hambre sexual y la mayoría del daño que hace es a sí mismo. El hambre de Flaco es por las drogas y el dinero para comprarlos y no además no sólo se hace daño a sí mismo, sino causa problemas ajenos.
Esta diferencia hace que la crítica funcione de una forma distinta en cada libro. En El vampiro, la crítica se dirige a una sociedad que marginaliza a algunas personas por su sexualidad, cosa que no se escoge, y les hace caer en situaciones malsanas. En Acelere, la crítica se dirige a una sociedad que, por ofrecer poca esperanza de una vida mejor, mantiene a los jóvenes en una situación de drogadicción y delito.
Ambos personajes experimentan la alienación, pero buscan terminar con ella de distintas formas. Para Flaco es la gallada que le da su identidad. Es notable que en muchos momentos de la narración él habla en la primera persona del plural. De hecho, Flaco tiene el nombre bien puesto porque carece de sustancia como personaje. Aunque Flaco medita y narra sus experiencias, no tiene el lector un sentido profundo de quien es. Esto forma parte de la crítica en la novela porque la violencia y antipatía de la sociedad en la que vive subvaloran a los seres humanos, quitándoles su importancia individual.
En cambio, Adonis es un personaje muy desarrollado y el lector llega a conocerlo como un individuo distintivo. Al contrario de Flaco, sus meditaciones y narración revelan mucho sobre cómo se siente y qué piensa. Se pudiera decir que Adonis busca la compañía de otros, en particular sus amantes, pero se cansa de cada uno a su turno y sigue buscando. Para Adonis, lo que acabará con su alienación es llegar a un lugar donde pueda ser exactamente quien se sienta ser. Termina la novela sin que encuentre ese lugar, pero tiene la esperanza (¿falaz?) de encontrarlo en un viaje interestelar con los ‘marcianos gayos’.
El más peligroso
Adonis es más peligroso respecto de la crítica social porque es simpático. El lector simpatiza con él, siente sus dificultades y cuestiona el sistema que lo marginaliza. Además, Adonis es optimista y positivo, y termina su narración con la esperanza de un futuro mejor. Al contrario, Flaco es poco simpático y no le causa al lector mucha compasión. Representa y expone un problema social de una manera negativa y pesimista que no promueve esperanza ni energía para un cambio.
Como vimos arriba, un elemento importante del propósito pedagógico y crítico de la novela picaresca es que humaniza al personaje pícaro en cuanto que profundiza en su fuero interno y exponer al lector sus pasiones y deseos. En Adonis, el lector conoce a un personaje profundo y simpático quien promueve su compasión. En Flaco, encuentra un personaje tenue quien no promueve una compasión sino lástima para una situación general. Como el lector puede llegar a conocer a Adonis, a sentir lo que éste siente y a verse reflejado en él, El vampiro representa un peligro respecto a la crítica social que promueve la novela picaresca.
Bibliografía
Bataillon, Marcel. Pícaros y picaresca: La pícara Justina. Trad. Francisco R. Vadillo. Taurus, 1969.
Del Monte, Alberto. Itinerario de la novela picaresca. Trad. Enrique Sordo. Lumen, 1971.
Esquivel, Alberto. Acelere, Plaza y Janes, 1985.
Parker, Alexander. Los pícaros en la literatura. Trad. Rodolfo Arévalo Mackry. Gredos, 1975.
Rico, Francisco. La novela picaresca y el punto de vista. Seix Barral, 1970.
Zapata, Luis. El vampiro de la colonia Roma, Caballo Troya, 2024.
Eamonn O’Leary es de origen irlandés e inglés. Se crió en Colombia y los EE.UU. Ha vivido en los EE.UU., Bulgaria, Alemania e Irlanda. Es profesor de secundaria y estudiante en The University of Texas, Permian Basin.