De uno a otro mármol

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De uno a otro mármol

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El libro reciente de la poeta Claudia Berrueto se titula Bajo el mármol lunar (2024). Lo escribió a partir de que se vio beneficiada con una beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Habría sido curioso saber el tiempo que le llevó formularlo y cómo ella quizá trastocó el proyecto con el que pasó a formar parte de dicho Sistema. ¿Qué consignó ella sobre la modalidad que tendría este libro? ¿Supo al principio que este resultado lo entregaría con tres partes? Quizá habrá tenido la idea de que el primer apartado se titularía Mármol creciente; el segundo, Mármol lleno; y el tercero, Mármol negro. Con alta probabilidad, decidió que se haría acompañar por Echo and the Bunnymen, por The Buzzcocks: la Luna, aquello que no puede tocar. Y por ello canta. Lo cierto es que acá está este mármol lunar; quien habla en este libro está Bajo el mármol lunar. Para adentrarse en esas páginas, la lectora, el lector, tendrá las ilustraciones de Verónica Bujeiro y los epígrafes, que son homenajes, como guías.

  Están una oscuridad interior y una luz exterior, la de la Luna, un deambular por una noche matrera. Para decir esa noche, la poeta eligió una palabra: cimarrona. Un desplazamiento, que es un ritual, en el que el canto hace que surja una voz, en la que su aparición en quien habla se produce mediante la identificación de las piedras con esa voz: canto-vuelo, piedras-habla. Hay que llegar a ese canto, con el que la poeta alivia su “propia incomprensión”.

  Ese desconcierto provoca que la noche se extienda sobre el ser en quien el canto es una invocación que en lugar de brotar se doblega, a punto de quedar sofocado. Ese disturbio, originado en el cuarto vacío, tiene un origen: ‘su corazón es un caballo, no parará’. El mármol lunar ha quedado inscrito. Ya no habrá más que ese mármol lunar en las manos: el lunar de la poeta, el que llevará así se desplace, con un vestido color mostaza, hacia el año que habrá de cumplir, hacia la interjección que desembocará en preguntas, que se hacen ladridos para resecar la garganta de la poeta.

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Portada Bajo el mármol lunar

  Hay lugar para que el mármol lunar se trastoque y la poeta abandone la silla en la que se encuentra, y se sienta protegida por sus amuletos, los que le hacen recuperar ese su carácter libre, siempre de viaje frente a los vidrios de su casa, de manera clandestina: es una luna verde. Es Caronte, quien se llena de miedo, viandante atrapado en la cocina, quien se aposta en el desfiladero y ya es la noche.

  El mármol creciente del principio se convierte después en mármol lleno, en donde la poeta se deja conducir por el amor, que no está: vasos de la calle, “bajo el mármol lunar”. Un afán cuya recompensa es un gesto en el que sólo hay migajas, cenizas, una sed, la de la poeta, que tropieza “con sus propias piedras”. Un anhelo: el silencio. Y una luz, la de la luna diurna, para que surgiera un recuerdo: “una construcción provisional de quién creí que eras”. Un deseo: “voy tras tu rastro”. Una constatación: “el trago más amargo” para todos los días, cuando se ha sabido que “este incendio sería solo mío”.

El espacio vuelve a ser la casa. La poeta entre los muros transparentes de su casa. Y la espera: “ven, ven, ven”, para poder decir “nos reflejamos en la vitrina”, para poder ver “arrancar mi pie del muro con tus labios”, para ser “piedras a punto de latir”, para saber que el amor le “muerde las manos”.

  En Mármol negro, tercera parte del libro de Claudia Berrueto, no hay más empuñadura que la del “corazón de las brasas”. Y acá dejo la invitación para que se descubra qué se sabía y no se le dijo a la poeta. Si quien habla en los poemas está bajo el mármol lunar o si la mañosa noche ha inyectado inercia a la poeta al tener frente a sí, al caminar a oscuras por su cuarto, el mármol lleno de una “desesperación de níquel”.

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Berrueto, Claudia. Bajo el mármol lunar. Universidad Autónoma de Nuevo León, 2024.

 


Carlos Gutiérrez Alfonzo es poeta y ensayista. De su autoría son los siguientes volúmenes de poemas: Cirene (1994), Vitral el alba (2000), Mudanza de las sílabas (2012), Poniente (2012), Que se halla por ventura (2015) y Si quien leyera fuera otro (2018). Ha publicado los libros Ascenso y precisión. Tres poemas de autores chiapanecos (2016) y Minucias. Maneras de decir cómo se vive la frontera (2021). Se desempeña como Investigador del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur, de la Universidad Nacional Autónoma de México (CIMSUR-UNAM).

(http://alarmadascuerdasvocales.blogspot.mx/2013/09/carlos-gutierrez-alfonzo.html).

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