ISSN 2692-3912

Apuntes sobre el poemario La deriva es un paso interminable hacia la nada, de Aarón Rueda

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Apuntes sobre el poemario La deriva es un paso interminable hacia la nada,

de Aarón Rueda

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Hablar de la poesía de Aarón Rueda es reconocer que su madurez expresiva es el resultado del riguroso oficio del escritor que ha caminado más de dos décadas a través de distintos paisajes metafóricos compartiéndonos sus imágenes y sus sueños de manera íntima y cercana.

Al adentrarme en La deriva es un paso interminable hacia la nada, no puedo evitar pensar que el autor vuelve inexorablemente al mar, nos regresa a su oleaje, a la sal, al naufragio. Aitana Alberti, quien en 2011 escribió la contraportada del primer libro del poeta, Remos de sal, señala:

El joven tabasqueño es un lúcido navegante y un atrevido buceador en las aguas salobres, en las que rema o se sumerge transportado por una sensibilidad tierna e intimista.

Que a nadie engañe la sencillez de sus versos, lo cotidiano de las palabras elegidas. Remos de sal lleva en sí la misteriosa música, el aliento conmovedor de la verdadera poesía. 

Catorce años después, la exactitud poética de Aarón nos regresa al agua, al oleaje, a la espuma, a lo profundo. Hay en su obra un dejo de ternura respecto a lo propuesto en su primer poemario que el tiempo ha madurado y hecho crecer.

¿Regresar al mar? ¿de nueva cuenta? En su blog De nuevo, el mar, Lola Clavero dice que ya se ha escrito mucho sobre el mar, desde La Odisea hasta la novela inglesa de aventuras, y que dicho símbolo está en los versos de poetas de todos los tiempos, pero también advierte que todo lo que se escribe sobre el mar parece nuevo. Clavero señala que el mar es ese libro con “páginas de espuma” que cada lector lee de distinta manera.

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Es así que el mar, aunque siempre mar, es siempre diferente. No por nada decía Jorge Luis Borges sobre el mar que “quien lo mira, lo ve por primera vez”.

Sobre la recurrencia del mar en su obra, el poeta admite con honestidad y sencillez, al tiempo que nos invita a deleitarnos con su obra:

Me cansé de escribir acerca del mar. De ese azul que en su parsimonia arrastra claridades; entonces recordé el exilio en que el parpadeo marca los tiempos del oleaje en el camino a la caracola. Los tiempos son los mismos: todo cuelga del recuerdo. (13)

Es ahí donde el poeta nos confirma que en esa lentitud celeste hay luz, que conduce al camino. Que siempre, invariablemente, es el mismo.

Sin duda, Aarón Rueda regresa a la literatura con este poemario, en el que la verdadera poesía, de sencillez en los versos de las palabras escogidas en aquella su obra primigenia, han pasado por la criba del tiempo. Ahora, su madurez expresiva nos toma de la mano y nos conduce suavemente, como lenta ola que va de regreso al mar para decirnos: “La deriva es un paso interminable hacia la nada, manojo de olas acurrucadas en cualquier cuenco lunar” (17).

En esta obra, el poeta “mira de nuevo por primera vez el mar” con ojos y corazón reflexivos, y nos ofrece, a manera de canción de sal, el germen de sus visiones y su deseo para que comprendamos cómo esa vastedad celeste cambiante, tranquila y tempestuosa siempre es la misma y, aun así, distinta:

-Insisto-

El mar cabe en una ola proyectada en la arena

Y sin nombrarme repite un ritornelo

En esta canción de sal que no se apaga. (51)

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UN HOMBRE NO ES UN ÁNGEL DISFRAZADO DE SILENCIO. POEMAS DEL MEXICANO AARÓN RUEDA
La deriva es un paso interminable hacia la nada, de Aarón Rueda – Portada

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La deriva es un paso interminable hacia la nada (fragmentos)

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[1]

Me cansé de escribir acerca del mar. De ese azul que en su parsimonia arrastra claridades; entonces recordé el exilio en que el parpadeo marca los tiempos del oleaje de camino a la caracola. Los tiempos son los mismos: todo cuelga del recuerdo.

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[7]

La deriva es un paso interminable hacia la nada, manojo de olas acurrucadas en cualquier cuenco lunar. No es igual cambiar la mirada a otros arrecifes si has dejado alguno con la piel pálida. Eso es lo trágico. Las diversas oscuridades las trae uno. Aunque la negación salga a flote. El amor es lo mismo, sólo que el tiempo se encarga de llenar con nubarrones la idea más fiel de los quebrantos.

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[14]

Nadie come un oleaje roto.

Nadie escucha el tic tac del naufragio.

Todos sucumben sin memoria al eje de la sombra.

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[18]

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Viene también el mar con sus errantes olas

a beber prados y solares

de mi lengua salina;

entonces, me detengo a escuchar su voz

en el vientre de una caracola de papel.

Dentro, un paréntesis, así la noche ríe el murmullo de la niebla.

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Referencia:

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Rueda, Aarón. La deriva es un paso interminable hacia la nada. Premio de Poesía José

Carlos Becerra. Villahermosa: Secretaría de Cultura, 2018. 76 pp.

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Liliana Pelayo es originaria de Camargo, Chihuahua, y docente universitaria especializada en la enseñanza del inglés. Es maestra en inglés como lengua extranjera y doctora en lingüística aplicada por la Universidad de Southampton, Reino Unido. Es integrante del taller literario Juan Rulfo de Cárdenas, Tabasco. Sus cuentos y trabajos han aparecido en Signos (Universidad Popular de la Chontalpa), Futuralia (Secretaría de Cultura de Tabasco), Carruaje de Pájaros y Cuaderna Vía. Participó en la antología La ausencia del silencio es una plaza vacía (2019) y publicó el poemario Hubo un lugar (Lunámbar Ediciones de autor, 2025). Actualmente, sus cuentos se difunden en el suplemento cultural Ventana Sur del Diario Presente de Tabasco.