ISSN 2692-3912

Encolados

.

Encolados

(Pieza breve incluida en la obra Ciudad bella)

.

.

A lo lejos se escucha el tráfago de la ciudad. Anémona sube uno de los puentes mientras lee el periódico. Por el otro lado sube Alán, enfrascado en un legajo de papeles.

.

En mitad del puente ambos chocan cabeza con cabeza.

.

A ella se le cae la bolsa, a él se le riegan los papeles.

.

Tratan de separarse, pero no pueden, sus cabezas han quedado encoladas.

.

ALÁN:    Pero… ¿Y esto?

ANÉMONA:  Me hace el grandísimo favor de quitar su cabeza de la mía.

ALÁN:    Pero si yo no estoy haciendo nada.

ANÉMONA:  Pues debería.

ALÁN:    Tengo tanta culpa como usted.

ANÉMONA:  Así que usted es de los que se la pasan buscando culpables en lugar de remediar las cosas.

ALÁN:    A ver, remédiela usted.

ANÉMONA:  Pues ponga algo de su parte, inútil.

.

Ambos jalan.

.

ANÉMONA:  Me está lastimando, bruto.

ALÁN:    A mí también me duele.

ANÉMONA:  ¡Fíjese lo que está haciendo!

ALÁN:    Jalar la cabeza para despegarla.

.

Anémona jala hacia atrás arrastrándolo a él.

.

ANÉMONA:  Jalemos los dos al mismo tiempo.

ALÁN:    Es usted la que se adelanta.

ANÉMONA:  Pues cuente. Uno, dos y…

.

Al jalar la cabeza pegan las mejillas. Las cabezas se despegan quedando unidos mejilla contra mejilla.

.

ANÉMONA:   Y aparte es de los que sudan.

ALÁN:    Me va a ensuciar de maquillaje.

ANÉMONA:  Y para colmo huele a loción de maderas…

ALÁN:    Conque no se ponga a llorar y se le escurra el rímel…

ANÉMONA:  ¡Uácala, a maderas!

ALÁN:    La ex novia que detesto también olía a rosas.

ANÉMONA:  En lugar de un caballero tuve que toparme con un patán.

ALÁN:    No me diga que usted es una dechada de gentileza.

ANÉMONA:  Cómo quiere que lo sea si ni contar sabe.

ALÁN:    Usted se retrasó al decir tres.

ANÉMONA:  Mentira, usted fue el que se adelantó y por su culpa ya me empezó la migraña, así que ayúdeme a alcanzar mi bolso… porque ya de que empieza…

.

Alán se agacha.

.

ANÉMONA:  ¡Me arranca la mejilla!

ALÁN:    ¡Así no! ¡Así no! ¡Los dos juntos!

.

Al despegarse de las mejillas quedan unidos del pecho.

.

ANÉMONA:  Me los aplasta.

ALÁN:    Es que los tiene bien… bien…

ANÉMONA:  Hasta tartamudo me salió.

ALÁN:    Mis novias siempre los han tenido chiquitos.

ANÉMONA:  Ha de acostumbrar puras anoréxicas. Y deje de moverse, que me excita.

ALÁN:    Yo… yo…

ANÉMONA:  Ni se le ocurra, eh, ni se le ocurra.

ALÁN:    Yo, ¡qué!

ANÉMONA:  Está tratando de pegarme su asqueroso…

ALÁN:    ¿Yooooooo?

ANÉMONA:  Lujurioso.

ALÁN:    Eso quisiera.

ANÉMONA:  Mire que pongo mis manos ahí y cuando se despegue se lo arranco.

ALÁN:    Jale fuerte, ahora.

.

Los pechos quedan libres pero la mano de él queda pegada en el pecho de ella y la de ella en la parte baja de él. Grito de Anémona.

.

ALÁN:     Deje de gritar, histérica, que me rompe los tímpanos.

ANÉMONA:  ¡Un géminis! Sólo un géminis se atrevería a pegarse como muégano mientras piensa cómo se tira a la siguiente. ¡Gemelo, hipócrita, doble, clon, Golum!

ALÁN:    Mi nombre es Alán.

ANÉMONA:  ¡Dios! ¡Dios! ¡otro Alán en mi vida, no!

ALÁN:    ¿En su vida? Primero muerto y podrido y comido por los gusanos.

ANÉMONA:  Pues si no me quita la mano de encima va a morir, pero a patadas.

.

Le lanza una patada, las piernas quedan engarzadas, despegándose las manos.

.

ANÉMONA:   Espérese, espérese, que se espere, Alán, creo que ya sé cómo.

ALÁN:     Yo también.

ANÉMONA:  Sería más fácil si sólo pegáramos…

ALÁN:    Pero de pie va a estar imposible, así que…

.

AL UNÍSONO:  Una, dos y… ahora.

.

Unen las suelas de los zapatos, que quedan encoladas, despegándoselas piernas. Se quitan los zapatos, se observan.

.

ANÉMONA:  Estoy tan contenta que podría abrazarlo y hasta besarlo como despedida.

ALÁN:    No me disgustaría.

.

AL UNÍSONO:  ¡No!

.

ALÁN:    No me toques.

ANÉMONA:  Ni se te ocurra.

ALÁN:    Nos iba a suceder de nuevo.

ANÉMONA:  ¡Qué horror!

.

Recogen sus cosas.

.

ALÁN:    Y si nos tomamos un café… digo, para celebrar el éxito de que ya no…

ANÉMONA:  Pero sin tocarnos.

ALÁN:    Ni loco te tocaría.

ANÉMONA:  ¡Qué tentación!

ALÁN:    Mejor, no.

.

Se alejan sin dejar de mirarse. Se dicen adiós. Se dan la espalda.

.

Anémona gira y lo sigue de puntitas. Alán la ve y huye.

.

Ella lo persigue.

.

Oscuro.

 


Desde los años sesenta, Bea Cármina alternó su trabajo televisivo con la actuación y la
escritura dramática. Primero como actriz, participando en montajes de diversos directores.
Dos de los más significativos fueron el de “A puerta cerrada”, dirigida por Rodolfo
Alcaraz, donde el público era testigo de una puesta en escena dentro de una piscina de
jardín. El observador, al no querer registrar las imágenes fuertes de la propuesta, alzaba la
cabeza y se encontraba con la mirada del otro, premisa fundamental de la obra de Sartre. El
segundo fue el de “Los exaltados”, obra dirigida y actuada por Juan José Gurrola. Este
trabajo dejo honda huella en Bea, debido a su espíritu crítico, la energía compartida en el
escenario y la imaginación desaforada de Gurrola. Quizás por esta experiencia, ella
enfocaría su carrera en la dramaturgia, participando en los talleres de Vicente Leñero y
Jesús González Dávila.
Con más de una treintena de piezas, Bea Cármina ha estrenado sus obras en México y
Estados Unidos. Ha sido beneficiaria del programa IBERESCENA y residente del Lark
Center of Drama de New York.
Su experiencia como directora y productora suma más de 18 años a cargo del Teatro
Popular Universitario, proyecto de teatro callejero sin igual en todo el país.