No
extrañaré
nada,
no
habrá
nada,
qué
extrañar:
si
da
la
casualidad
que
hubiese
algo,
un
cacho
de
cuerpo
óseo
con
entendimiento,
cuerpo
enamorado
entre
dos
chubascos
y
unos
matorrales
de
monte
bajo,
quizás
en
un
seto
de
alheña
y
lagartos
o
un
techo
de
terraza
habanero
con
salamandra
de
ojos
botados
te
extrañaría(de
la
indefensión
sacando
fuerzas
de
flaqueza
contra
la
Imbatible,
la
de
sí
misma
Pagada,
Lechuzona,
Calaca
insustancial)
tal
y
como
Guadalupe
en
vida
te
extrañaba
a
diario
durante
años
en
casa.
DE LO PINTADO A LO REAL
Esa cabeza llena de pájaros, la oía desde que
tengo uso de razón,
y a la defensiva in
mente respondía
(respondo) calandria
a ruiseñor, especie de
responso, monólogo
en parte autista (no
lo soy) alcotanes,
grullas, pelícanos,
el águila real y la
tiñosa, fragatas,
velámenes, zarpar:
transversal. Alejarse
la nave de los locos,
del marinero
inmemorial que le
asestó al albatros,
chotacabras (México)
chotacabras (Humboldt),
avutardas, cuervos para
la muerte, en Cuba
gavilanes (el Kid
Gavilán) marbellas:
la exaspero hasta el
día de hoy, va para
veinte años de su
defunción y todavía
la exaspero.
Una fantasía (aves) otra fantasía (alturas) y dale que
te pego: adentro, me
concentro, vaciar,
vaciarme, entorno
la vista, la cabeza
se me corre,
nomeolvides,
minutisas, celeste
Aída, hortensias
a dos colores,
pérgolas: y
platabandas. Mi
vecindario, en
cada casa un jardín,
portales, un columpio
obliga oscilar el tiempo,
el tiempo se come al
tiempo, fantasía la
aurora boreal, voy
para muerto.
En los pernos a la entrada sombrero de lona, salacot,
sombrero de castor,
son historias
verdaderas, la
Alpujarra, arrozales
de China, Safed y
la judería de Israel:
en la alcándara
donde hubo azores
demudados cuelga
la capa de hule
verde (bilbaína)
para posibles
temporales: siete
objetos en la repisa
de la blanca chimenea,
pecios de una vida
cada uno con su
historia, lo que no
tiene historia soy
Un trompo con
la púa rota, un chino
sentado sobre peana
palo de rosa, un
juguete hindú para
los niños muertos,
qué niño muerto ni
nada eso son
chorradas, dos
platillos para el
saké, los tengo
hace treinta años
por no decir
cuarenta, costaron
99 centavos pieza,
y ahí están (intactos)
les paso a diario
bayeta, de dónde
vendrán: y la rosa de
plástico que tuvo
mamá en un florero
de hojalata, rosa que
hiciera con sus manos
reumáticas qué edad
tendría cuando descubrió
aquella afición, hacer
flores de plástico con
miga de pan, flora que
la sostuvo hasta el
final: aprendió el oficio
en México con la tía
Chiquitica, se tiraban
las tardes haciendo
flores, bordaban,
miraban juntas las
musarañas, no
hablaban, a mí me
remitían a otras
fantasías (propias)
mayores recogimientos.
EL reloj que destronara el tiempo, reloj desorejado,
orín, no tiene mudanza.
Y el pisapapeles comprado en un mercado de
pulgas en España pisa
una resma de poemas
que iba a escribir.
No fueron fantasía los jueves con mi padre almorzar
en Las Maravillas
adonde Rogelio,
no hay mejor
camarero, a mi
padre lo llamaba
don David,
pedíamos siempre
sopa de chícharos
y un filete miñón
encebollado mucha
cebolla Rogelio por
favor: 1957. Y era
que en casa los
jueves se comía
pescado, anatema
para mi padre, y fu
p’al gato, reíamos y
yo, 1960 (Artur
Lunkdvist, “estoy
con los revolucionarios
hasta que ocupan el
poder”): salí por
Rancho Boyeros
a Nueva York, un
matrimonio desastrado
y el cuento de nunca
acabar.
UTOPOS
Llueve a cántaros, una lluvia sedosa al bies, aguas
mansas llaman en casa
a aguas menores, la
vaca no se mueve:
tintinea el cencerro,
ojos de vaca
entornados bajo el
agua, no corre viento,
se lo lleva el agua,
la vaca oye chapotear:
las mujeres desnudas
fregotean sus cuerpos,
la India aprovecha el
momento, hora sin
padecimiento, la
India cuando disfruta
es un festival de olores
colores, chilladeras en
idiomas, en los ojos
abiertos de par en par
de la vaca, esta vaca
tiene entendimiento.
La lluvia, esa constancia del Universo mojaba la vaca
en sus generaciones,
ubres empapadas
segregarán agua de
lluvia en los pechos
inquietos de las
madres, el odre viejo
entre las piernas de
los padres, colgajos
muertos a la
reproducción.
Tres dioses primeros tiene la vaca, veneremos a
Vishnu que es venerar
a la vaca: comparten
los nueve avatares,
consistencia de la
materia visible,
definámosla como real:
lo real. Y todo el aparato
eléctrico, facsímil de la
Nada, todo el pedrisco
y la centella, el susto
humano, la idea del
castigo saltan a la
vista como una
ofrenda a la vaca,
charcos de grumos,
charcos lácteos,
cuajarones entre
sus pies.
Yo por primera vez , ahora que simplifico, soy aprendiz
de hatos y rebaños,
me pliego a lo exterior,
a las generaciones, el
redil y el aprisco
guardados por perros
caballerosos, y la perra
madre que ríe y canta
cuando oye mugir, gañir
(ecos) bramar qué miedo,
los chiquillos reír a
mandíbulas batientes,
balar es reír: funjo de
rabadán y más allá
reconozco un Universo
inexacto, día primero,
Vishnu rige, todo será
reconstruido durante
el décimo avatar en
nombre de la Vaca.
Kali
yuga,
Kali
yuga,
la
vaca
duerme
y
respira
a
un
mismo
tiempo,
qué
tiempo
donde
no
hay
tiempo
me
instalo:
telas
holgadas,
las
recuas
y
los
establos,
un
mugido
corto,
una
casa
donde
se
conversa
en
voz
baja,
el
agua
cae
perpendicular,
se
retira
en
línea
recta,
gota
a
gota
en
los
ojos
de
la
vaca
(nunca
parpadea)
(su
iris
vacío)
damos
a
luz
en
casa
de
la
ingle
izquierda
de
la
madre
(sin
suturas)
a
la
gónada
integral
(genital)
cópula
sin
artimañas
de
las
parejas.
Foto por: Carlos Blackburn.
José Kozer (La Habana, 28 de marzo de 1940) es un poeta prolífico y traductor cubano radicado en los Estados Unidos desde 1960. De padres judíos de Europa Central —él polaco, ella checa—Kozer creció en Cuba, donde alcanzó a estudiar un año en la Universidad de La Habana, pero después de la revolución emigró a Estados Unidos. Hizo una maestría y un doctorado en literatura luso-brasileña y fue codirector de la revista Enlace de Nueva York (1984-1985). Clasificado dentro de la estética neobarroca —fue uno de los editores de Medusario: Muestra de la poesía latinoamericana, Fondo de Cultura Económica, México, 1996—, ha publicado un centenar de libros, la gran mayoría de poesía, aunque entre ellos hay también de prosa. Durante tres décadas fue profesor de literatura hispana en el Queens College de Nueva York (1967-1997); después vivió dos años en España y luego regresó a Estados Unidos; reside con su segunda esposa —española— Guadalupe en Hallandale, Florida. En 2013, obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.