ISSN 2692-3912

1666, de Enrique Escalona: Un viaje a los orígenes del pueblo mexicano

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César Antonio Sotelo

Universidad Autónoma de Chihuahua

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1666, de Enrique Escalona: Un viaje a los orígenes del pueblo mexicano

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Resumen: En el siglo XXI la novela histórica ha evolucionado en sus formas para convertirse en un instrumento de análisis de la problemática socioeconómica y política contemporánea de México. En esta revisión, pocos autores se han enfocado en situar sus ficciones en los tres siglos de virreinato de la Nueva España. En su novela 1666, Enrique Escalona sitúa en dicho momento histórico un relato en el que la novela de aventuras y la ficción histórica se entrelazan con la fantasía y los mitos prehispánicos para dar voz a aquellos pueblos originarios que han sido olvidados en la historia de la colonización del norte del virreinato, como la nación wixárika o wixaritari, dejando de lado el geocentrismo histórico, para mostrar el complejo y largo proceso de formación de la nación mexicana y al mismo tiempo visibilizar a los pueblos nativos olvidados por la historia, que en la actualidad luchan por conservar su identidad.

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El nacimiento de una nación: el Virreinato de la Nueva España.

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Hernán Cortés bautizó con el nombre de Nueva España al territorio en el que se iba a adentrar para enfrentarse al imperio mexica; tal apelativo aparece por primera vez en la segunda carta de relación que el conquistador escribe a Carlos V, aproximadamente un año antes de la caída de Tenochtitlán. Para Camba, Cortés basó su justificación en que:

…el clima era parecido, tanto en las regiones frías como en las más cálidas, y se asemejaba al paisaje del país ibérico. Esto se sumó a que la extensión, la riqueza del suelo y la densidad de población también eran similares… se trataba de equipararla a la “vieja” España y también era un intento por resaltar el carácter extraordinario del sitio que se sumaría a otros reinos pertenecientes a la monarquía hispánica. (Camba, 2022, p. 19)

En su origen, Nueva España no tenía límites territoriales claros: era una inmensidad de tierra con fronteras difusas, poblaciones en distintos grados de civilización y regiones que estaban por descubrirse, algunas de las cuales nunca llegaron a poblarse por los españoles. El proceso de formación de la Nueva España fue lento y la conquista militar de las vastas tierras se dio de la mano con la conquista espiritual. En trescientos años la Nueva España comprendía, además del actual territorio mexicano, el sur de los actuales Estados Unidos (California, Arizona, Nuevo México y Texas) y de ella dependía Centroamérica. Más del doble del territorio nacional actual.

La conquista y colonización de dicha superficie fue, innegablemente, una gesta heroica. Cuando se contempla la Misión Jesuita de San Javier, al sur de la ciudad de Tucson, Arizona, resplandeciente de blancura en medio del desolado desierto, no puede dejar de admirarse la hazaña de estos religiosos, de los hombres y mujeres que desafiaron todos los obstáculos, poniendo en riesgo sus vidas, para poblar unas tierras inhóspitas en las que crearon una nueva forma de vida. Son muchas las historias anónimas, muchos los personajes, conquistadores, religiosos, mujeres, que contribuyeron a la formación y desarrollo de la Nueva España y que han sido que han sido olvidados por la historia.

Al mismo tiempo, fuera de los círculos académicos, poco se conoce sobre la vida, la sociedad, las costumbres del país en esos años. Así lo dice Camba:

Del período que duró trescientos años, de 1521 a 1821, sabemos poco y mal o de plano nada. Nomás nos decían que México antes se llamaba Nueva España. Y acaso había alguna vaga mención a Sor Juana Inés de la Cruz. Un brevísimo relato salpicado de estereotipos y prejuicios visto desde la lente de la experiencia anglosajona de la dominación en América. (Camba, 2022, p. 15)

Dada la importancia que revisten estos tres siglos en la formación del pueblo mexicano, de su cultura y sus instituciones, en las dos primeras décadas del siglo XXI la novela histórica se ha aproximado a estos años de Virreinato o Colonia (Martínez Barac) para intentar explorar, conocer y entender este período novohispano. Esto se relaciona profundamente con una de las tendencias actuales en la narrativa en lengua española, la que busca expresar el todo desde sus partes, como señala Sabogal:

Los mundos totalizadores que explicaban grandes problemas o temas han sido reemplazados por micromundos más personales que contienen el universo. Ese es el no lugar al que ha llegado la novela hispanohablante del siglo XXI, poblado de voces polifónicas nacidas del mestizaje genético, cultural y literario de todos los tiempos y lugares con vocación global y sin prejuicios ni miedos de ninguna naturaleza.

La conquista española ha sido explicada como un todo, olvidando que fueron muchos los mundos que se encontraron cuando los españoles acometieron la empresa de conquistar y colonizar el vasto territorio de lo que sería la Nueva España. Tomando en cuenta tal premisa, Enrique Escalona crea una narración que presenta dos de esos mundos, dos de los muchos grupos humanos que poblaban lo que se denominaría como Aridoamérica, para darles voz y hacer patente su participación en la historia del país.

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1666, de Enrique Escalona: el viaje a los orígenes.

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Si pocas son las novelas publicadas en el siglo XXI que han intentado descifrar el misterio de la época Virreinal de la Nueva España, más pocas son aquellas que se han atrevido a abandonar la visión geocéntrica, esa que, desde el proceso de conquista llevado a cabo por los españoles, sitúa a la ciudad de México, capital del país también desde entonces, como el eje sobre el que ha girado la historia de este vasto territorio que hoy llamamos México. Tanto historiadores como novelistas muchas veces parecen olvidar que el proceso de colonización fue arduo, duró siglos y que tanto en el norte como en el sur del virreinato se desarrollaron eventos fundamentales para la cimentación y formación del pueblo mexicano.

Enrique Escalona narra esas historias de los territorios lejanos del norte del país. Lo hace en su novela 1666, texto que se hizo acreedor al premio Ignacio Solares de Novela Histórica 2022 por sus notables aciertos al retratar una época poco conocida y, sobre todo, porque se aleja del entorno de la ciudad de México para enfocarse en una historia regional, presentando al lector el universo de pueblos originarios tradicionalmente retratados en nuestro imaginario cultural con sus rasgos más superficiales: los grupos llamados chichimecas y los wixárika o wixaritari, más conocidos como el pueblo huichol.

Es esta una historia de aventuras, pues eso fue la colonización de la Nueva España. Dos son sus protagonistas, quienes a la vez son los narradores del texto: Nakawé, una joven wixaritari y Mercurio Tunales un joven mestizo. En su odisea, ambos conocerán a una serie de personajes y vivirán aventuras que retratarán la realidad de la sociedad en el Virreinato de la Nueva España. Las miserias, los prejuicios, la violencia y la crueldad de un mundo que se está formando no impide que los dos protagonistas sueñen con alcanzar una vida mejor, libres, en armonía con la naturaleza.

A través de una trama ágil, que se expresa en un lenguaje sencillo, lleno de colorido costumbrista, Escalona no sólo recrea la vida de la gente del pueblo en el siglo XVII, así como los peligros que implicaba desplazarse de un lugar a otro, sino que además les da voz a dos de los numerosos pueblos que los españoles simplemente designaron con la palabra “chichimecas”. Su novela nos habla de un grupo de hombres y mujeres nómadas que defendieron sus tierras y su derecho a vivir como ellos querían. Por ello, a manera de prefacio de la trama novelesca, introduce un relato: la relación del ataque al pueblo minero de Real de San José, en el actual estado de Guanajuato, el 24 de diciembre de 1555.

Cientos de guerreros se desparramaron desde los cerros con hachas, cuchillos, palos, resorteras, macanas y gritos, sobre todo gritos, alaridos infernales que estremecían y contaban como arma … Venían de varias tribus: guachichiles, guamares, zacatecos, caxcanes, tepecanos, tecuexes, los últimos acaxees y hasta pames, que solían ser pacíficos. Juntos eran los temidos chichimecas. Así les apodaron los mexicas y así les siguieron llamando los españoles. (Escalona 13)

De esta manera queda señalado que fueron muchas las tribus que conformaron lo que se designaba como chichimecas. Pueblos que habitaron las zonas desde la Sierra Gorda hasta Zacatecas. Más al norte, en esos años, aún no se conocía quiénes vivían en las sierras y montañas. Pueblos que, defendiendo su forma de vida, se enfrentaron a los colonizadores, ganándose la fama de salvajes, crueles y asesinos.

Tras el relato introductorio, narrado por una pluma española, inicia la trama, que Escalona estructura en tres partes, jugando con la imagen de un biombo de tres hojas en el que están pintados por una cara la ciudad de México y por la otra, paisajes del territorio novohispanos. Cada capítulo del libro será una hoja de la pintura del biombo y se moverá de la capital hacia las tierras aún poco exploradas en 1666. Nakawé y Mercurio, los protagonistas de esta trama viajera, iniciarán su recorrido desde sus lugares de origen: la travesía de cada uno tiene un sentido, que se relaciona con su identidad, con la sociedad en la que viven y con lo que aspiran a ser.

Ella, parte de la sierra del Nayar en una peregrinación hacia Wirikuta, el espacio sagrado en donde se encuentra el “Cerro Quemado”, lugar en el que salió por vez primera el sol (Tamatsima Wa haa). Su viaje, le explica su abuela, tiene un cometido:

Tu peregrinación servirá para afianzar el universo con un hilo invisible. Es verdad que nosotros, los wixaritari, tenemos una presencia modesta en este mundo, pero servimos para darle certeza. No queremos conquistar, ni destruir los lugares por donde andamos: nosotros nomás admiramos los paisajes y los recorremos para asegurarnos de que ahí siguen. Eso es poco o mucho, según quien lo vea. (Escalona, 24).

Con este diálogo entre dos mujeres, una vieja y otra joven, Escalona nos plantea, desde el primer capítulo de su narración, la dualidad que encierra su trama, igual que el biombo que utiliza como recurso. Por una cara, mostrará las creencias religiosas y la forma de vida de un pueblo que, alejado del centro civilizador mesoamericano y del proceso de aculturación emprendida por los conquistadores, lucha por conservar su esencia, su religión, su relación con la naturaleza que es esencial para su supervivencia. Por la otra cara, la narración nos confronta a los mexicanos del siglo XXI para que reflexionemos sobre lo que nuestra civilización ha hecho con el medio ambiente, una reflexión que hoy más que nunca es actual e indispensable. La profunda relación entre los wixaritari y la naturaleza ha permanecido a través de los siglos, así como su esfuerzo por preservar su cultura; una de las manifestaciones de esta lucha es el grupo Tamatsima Wa haa, conformado por el pueblo Wixárika, apoyado por organizaciones y ciudadanos interesados en sumar esfuerzos en favor de la preservación del sitio sagrado de Wirikuta, la Sierra de Catorce y sus habitantes. Ellos señalan que:

Las rutas de peregrinación que transitan desde tiempos inmemoriales se extienden hacia los cuatro puntos cardinales por otras regiones, llegando por ejemplo, hasta Wirikuta, en el altiplano ubicado en San Luis Potosí y Zacatecas. En el canto ceremonial que los Wixaritari mantienen vivo desde tiempos remotos se nombra y se dialoga con los lugares y energías de los sitios sagrados que visitan y honran con ofrendas, reconociendo la importancia de todos los elementos para la continuidad de la vida.

El capítulo segundo introduce a Mercurio, joven mestizo que quiere abrirse camino en una sociedad cerrada y clasista. Por ello se alista como servidor de un rico aristócrata español, quien busca la riqueza de las regiones aún no colonizadas: su objetivo es encontrar tierras ricas en minerales para explotarlas. Desde su primera aparición, el personaje de Mercurio permite esbozar la realidad de las clases más bajas del virreinato, así como también dar un vistazo a las más encumbradas. Queda claro un sistema de castas que si bien es cierto no funcionaba como una fatalidad, si obstaculizaba la movilidad social, en una sociedad en la que la riqueza era la única forma de cambiar de clase: cuando el conde de Viveros le pinta a Mercurio el panorama del empleo al que aspira, mozo en las cárceles de la Inquisición, éste le espeta: “Ni modo, Yo no tengo la pureza de sangre o el oro para acceder a cargos más nobles y menos desagradables”, a lo que el conde le responde: “Pero tienes la voluntad y lo primero se compra con lo segundo” (Escalona 29).

De esta manera, se establecen los fines que llevan a los protagonistas a emprender su viaje. Ambos atravesarán tierras aún no dominadas por los conquistadores y enfrentarán peligros que, en la trama, llevarán a que los dos jóvenes se encuentren y que mostrarán las múltiples caras que tuvo el proceso de conquista y colonización de los territorios chichimecas. En este juego de dualidades es importante que uno de los narradores y protagonistas sea una mujer. Sin importar la exactitud histórica, la participación de una joven wixárica en la trama no solo permite una relación romántica verosímil para la época, sino que empodera a la mujer, convirtiéndola en protagonista de la acción.

La segunda hoja del biombo, como lo señala la virreina, su propietaria, retrata la esclavitud disfrazada que sufrieron los nativos de esas tierras bajo el sistema de la encomienda. La justificación de tal maltrato se sostenía en la premisa de que los indios eran salvajes a los que se debía someter por la fuerza. Para refutar tal argumento, Escalona hace que el camino de Mercurio se cruce con el de un distinguido sabio de la época: en un mesón un jesuita alegaba que las pirámides encontradas por la zona eran obra de egipcios o sumerios; un joven desconocido, que se hace llamar “el mexicano”, rebate esa declaración: “Padre Arriaga, se equivoca. Las pirámides de Teotihuacán fueron obra de los antepasados de los naturales de estas tierras” (Escalona 76). Para corroborar su argumento, el desconocido joven, que resulta ser el científico y literato criollo Carlos de Sigüenza y Góngora declara: “Digo verdad y voy a demostrarlo. Ahora mismo viajo a tierras chichimecas para aprender más sobre ellos. Demostraré que son un reino nómada con una larga historia…” (Escalona 76). A partir de ese momento, los caminos de Mercurio y Sigüenza se unirán, lo que cambiará el destino del primero.

Nakawé, que ha caído en manos de cazadores de indios que la venden como esclava en Durango, se enfrenta a una triste verdad: la religión católica dice que los indígenas cristianizados no pueden ser hechos esclavos, pero españoles y criollos, aunque son católicos, no atienden esta ordenanza. Así que debe buscar la forma de liberarse para continuar con su peregrinación. Mercurio, mientras tanto, gracias a su relación con Sigüenza y su hermana, aprende que los chichimecas no son como se les ha pintado. El erudito le hace conocer la grandeza de los pueblos prehispánicos cuando le lleva a Tula y admira las gigantescas esculturas que adornan las ruinas. Gracias a los hermanos, conoce a una tribu de nativos que viajan por la Sierra Gorda de Querétaro y descubre su origen:

Dice el jefe Jonás que le recuerdas a alguien –me dice Carlos-. Cuando le dije tu nombre y escuchó tu apellido se emocionó, dice que tú también eres chichimeca. Quiere hablar contigo y que portes el tocado de jefe de la tribu. (Escalona 138)

La tercera hoja de este biombo, que presenta a los personajes de la novela como si fuera un teatro de marionetas manejadas por el destino, cierra las dos historias y vaticina el final de ese mundo que había comenzado hacía 144 años y que 144 años después morirá. El encuentro entre Nawaké y Mercurio culmina en una última aventura, antes de que entiendan que fuerzas superiores están en movimiento decidiendo el destino de esas tierras y nada pueden hacer para detenerlas. Después de terminar juntos la peregrinación a Wirikuta y de hablar con el chamán del Cerro Quemado, ambos emprenden un camino nuevo, un camino propio, que les llevará a tierras lejanas en donde podrán iniciar su nueva vida:

En el camino Mercurio me enseña a leer y yo le doy sus primeras lecciones para lanzar flechas. Cuando pasamos por pueblos de la Nueva España decimos que somos cristianos que van a poblar el norte. Cuando pasamos por los territorios de las tribus Mercurio viste su penacho de Gran Jefe y lo respetan. Así es como sobrevivimos, con dos identidades. A veces en castellano, a veces en mi lengua, a veces santiguándonos frente a los santos y otras suplicando ayuda a los dioses de estas tierras. Avanzamos y cada vez aparece más inmensidad. Cielos vastos, cañones profundísimos, valles sin fin y largos días de fatiga antes de llegar a Nuevo México. (Escalona 200)

Así, en la dualidad identitaria de sus personajes, Escalona refleja la realidad de México: un país que nace de una conquista y que conserva sus hondas raíces nativas, un pueblo que camina en el siglo XXI tratando de entender su pasado, la dualidad de su génesis, para pisar con firmeza en el camino de su futuro.

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Novela histórica y cultura posmoderna en México: 1666 y el respeto a las culturas originarias.

La narrativa histórica en el siglo XXI no ha perdido su esencia, pero ha evolucionado en sus formas. Ya desde las últimas décadas del siglo pasado se habla de una ficción de la historia posmoderna, en la que los moldes tradicionales se rompen y se utilizan estructuras narrativas novedosas y poco usuales en el género. Como explica Ignacio Corona:

El gran potencial experimental de la novela histórica actual y sus alrededores discursivos ha sido explotado con prolijidad e imaginación. Se le ha tratado como a un objeto dúctil, en la mediación epistemológica de los modos de conocimiento y representación, así como de la documentación y organización de las evidencias del pasado.

En dicha evolución, el sentido final de esta narrativa, también ha cambiado: el pasado histórico se encuentra contaminado y condicionado por el presente del autor-narrador, con la clara intención de que la ficción invite a una reflexión sobre las problemáticas del presente. Es en ese sentido que la novela de Escalona se sitúa, como señala Francisco Abad, citado por Corona, en el límite borroso entre dos mundos no diferenciables formalmente: el mundo de lo real acontecido o lo histórico y el de lo posible o literario (Corona), para que en su visión del pasado colonial mexicano se pueda leer un alegato a favor de los valores esenciales del mundo contemporáneo.

Por ello, esta novela histórica que desarrolla su trama como una ficción de aventuras, utilizando la parodia y la ironía como elementos estructurales, nos involucra en la odisea de sus protagonistas, en un periplo que les lleva desde sus lugares de origen a recorrer las tierras de la Gran Chichimeca, esa región olvidada en los libros de historia. Gracias a este recurso, Escalona no solo recrea un momento en la vida de los territorios que los españoles apenas empezaban a colonizar en el siglo XVII, sino que también nos muestra la complejidad de la sociedad que dio origen a la Nueva España y por consiguiente a la nación mexicana. Su trama, llena de peripecias, anagnórisis y giros inesperados, convierte a sus personajes en figuras simbólicas que exponen el choque entre las dos concepciones de la vida que finalmente sustentaron la cultura y la identidad de México. Al mismo tiempo, la denuncia de la crueldad de la esclavitud, de la rígida división en castas, de la violenta explotación del hombre por el hombre, de la visión de la naturaleza que tienen tanto los pueblos nativos como los colonizadores europeos, dialoga con el lector haciéndole patente que el pasado es parte de nuestro presente.

El texto de Enrique Escalona es una reflexión sobre nuestra identidad como mexicanos, una invitación a conocer más sobre las distintas culturas que formaron la compleja esencia de lo mexicano. Porque el respeto a los pueblos originarios de lo que hoy es México, es un valor que en el siglo XXI es imperante incorporar a nuestra conciencia ciudadana. Con tal objetivo, la visión que presenta de la cultura wixárika en relación con la necesaria peregrinación a Wirikuta es fundamental para entender la importancia de una población que ha conservado su cosmogonía, sus tradiciones y sus costumbres a través de los siglos:

La peregrinación huichola que cada año se realiza al Desierto de San Luis Potosí es muy conocida gracias a los estudios etnográficos que versan sobre dicho grupo indígena. Sin embargo los estudiosos del pasado y del presente de San Luis Potosí y, en general, de la Mesa del Norte, no se han ocupado de esta tradición como parte de la herencia cultural de la entidad federativa y de esa región topográfica. (Olguín 369)

La aportación de la cultura wixárika a la herencia cultural regional es uno de los temas esenciales de la ficción de Escalona. Nawaké, protagonista y narradora de su peregrinar, va siguiendo la ruta sagrada, porque eso es lo que debe hacerse, todo debe guiarse por la costumbre, que es la ley de los ancestros, los dioses, como señala Villegas:

La geografía ritual de los huicholes tiene como coordenadas los cinco lugares más importantes resaltados en sus mitos, es decir, en su vida religiosa. Son los siguientes: 1) Haramaratsie: mar de Nayarit, 2) Te’akata: grutas sagradas ubicadas en la sierra huichol, 3) Wirikuta: desierto de Real de Catorce, 4) Hauxamanaka: Cerro Gordo, ubicado en la sierra de Durango, 5) Xapawiyemeta: Isla de los Alacranes, en el lago de Chapala. (12)

Por eso la ruta de la joven wixárika le lleva por una senda sagrada:

  Los cuatro lugares por los que debes peregrinar. ¿Ya conoces el camino?

Lo conozco abuela. Caminaré hacia donde se oculta el sol para dar con el mar, luego seguiré por el sendero que lleva a la gruta que penetra en la tierra, después subiré por las montañas para conocer el punto donde se forma el aire y desde ahí caminaré hacia donde sale el sol para llegar a Wirikuta, el desierto de fuego.
Y en cada sitio encontrarás al mara’akame, el chamán que resguarda los lugares sagrados y se comunica con los dioses creadores. (Escalona 23)

La cosmogonía del pueblo wixárika, misma que hasta la fecha pervive, está profundamente ligada con la naturaleza, con el espacio que habitan, que les protege y les da los medios para sobrevivir. Sus coordenadas rituales, hasta la fecha, delimitan su mundo, al que pertenecen y les pertenece. En dicho espacio:

… habitan los dioses en forma de cerros, ojos de agua, piedras, charcas, plantas y animales. Los dioses son, de igual modo, concebidos como personas de gran edad; representan a los elementos de la naturaleza: el mar, la tierra, el fuego, el sol, la lluvia. Los huicholes se asumen como sus hijos, por tanto, tienen que obedecer lo que sus mayores les dicen, las enseñanzas que les han transmitido. Esa es la razón de que, al formularle preguntas a la gente huichol del tipo ¿por qué ustedes hacen esto de esta manera, por qué bailan alrededor del fuego o matan animales en sacrificio?, la respuesta es, por lo general: “porque así lo quieren nuestros dioses, nuestros ‘antigüeños’. Así nos lo enseñaron. Es nuestra costumbre. (Villegas 12)

Nativos y conquistadores, historia y fantasía, religión y naturaleza, cultura y tradiciones, permanencia y cambio, el biombo de la novela de Escalona, con sus dos caras, señala la dualidad en que, desde sus orígenes, se debate el pueblo mexicano.

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La revisión del pasado, un necesario viaje a los orígenes de México.

Enrique Escalona en 1666 tiene el acierto de crear una novela histórica que borra los límites formales del género y se transforma en relato de aventuras, en la narración de un viaje de descubrimientos para sus protagonistas. Al mismo tiempo, logra que, en sus peripecias, Nawaké y Mercurio evoquen un período histórico fundamental para México, el momento cuando el proceso de colonización, siguiendo la ruta de los metales, explora el inmenso territorio de la Gran Chichimeca, esa tierra de grandes tunales, vastos desiertos y montañas. Sus encuentros con españoles, mestizos y población nativa ponen de manifiesto los conflictos socioculturales que surgieron del choque de dos mundos opuestos: el sedentario urbano y el nómada, libre de ataduras, que vaga por las tierras como forma de vida. De esta manera, las aventuras que la joven pareja vive forjan un cuadro de la historia de la nación mexicana, como en el biombo que sirve de alegoría a la trama: el paisaje de una tierra inhóspita, cuyos pueblos nativos se resisten a perder su identidad. Y ese bosquejo histórico es también un viaje a los orígenes que confronta nuestra escala de valores para que podamos entender que, en este siglo XXI, cuando la sociedad está cambiando aceleradamente, desencantada de las promesas de la modernidad, los mexicanos tenemos el deber de respetar las culturas de los pueblos originarios. Tal vez así aprenderíamos de ellas y lograríamos entender que debemos cambiar nuestra relación con la naturaleza que nos sustenta.

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Obras citadas

Camba Ludlow, U. (2022). Ecos de Nueva España. Los siglos perdidos en la historia de

México. Grijalbo.

Corona, I. (2000). Mercado, posmodernismo y literatura: Aproximaciones a la novela

histórica. https://kb.osu.edu/server/api/core/bitstreams/725a003e-82e2-5de2-a982-348ea24e160d/content

Escalona, E. (2021). 1666. Horson Ediciones Escolares.

Manrique Sabogal, W. (23 de marzo de 2014). La novela en español del siglo XXI. El País.

Cultura. https://elpais.com/cultura/2014/03/22/actualidad/1395525242_662619.html

Martínez Barac, R. (1º. de julio de 2022). “La expresión ‘periodo colonial’ se usa y seguirá

usando, aunque la Nueva España no fue propiamente una colonia de España”. Letras Libres. https://letraslibres.com/revista/la-expresion-periodo-colonial-se-usa-y-seguira-usando-aunque-la-nueva-espana-no-fue-propiamente-una-colonia-de-espana/

Olguín, E. M. (Octubre de 2008). Los huicholes en la Gran Chichimeca. Especulaciones en

torno a las relaciones entre huicholes y guachichiles. Tiempo y región. Estudios históricos y sociales. Volumen II. C.A. Viramontes (coord.). https://www.uaeh.edu.mx/investigacion/ida/LI_ProblemasNodales/olguin_enriqueta/7.pdf

Tamatsima Wa haa. Frente en defensa de Wirikuta. (23 de diciembre de 2011).

http://frenteendefensadewirikuta.org/wirikuta/?page_id=59

Villegas, L. (Enero-junio 2016). Dioses, mitos, templos, símbolos: El universo religioso de

los huicholes. Americania. Revista de Estudios Latinoamericanos de la Universidad

Pablo de Olavide de Sevilla. No. 3.

 


César Antonio Sotelo Gutiérrez es doctor en Filología Hispánica (Universitat de Barcelona), Master of Arts (University of Texas at El Paso) y Licenciado en Letras Españolas (Universidad Autónoma de Chihuahua). Trabajo crítico publicado en: Teatro Mexicano Reciente, Nueve poetas malogrados del Romanticismo Español, Gregorio Torres Quintero. Enseñanza e Historia, Nada es lo que parece. Estudios sobre la novela mexicana, 2000-2009, La sonrisa afilada. Enrique Serna ante la crítica y en artículos en revistas como Plural, Los Universitarios, La Palabra y el Hombre, Revista de la México y Revista de Literatura Mexicana Contemporánea entre otras. Autor de los textos dramáticos: La voz del corazón, El son del corazón, El palpitar de una canción, Réquiem a Federico Chopin, La feria y Van pasando mujeres, Mujeres al alba, Sinatra…la voz y Lucas Lucatero. Fundador y director de la Compañía Teatral Escena Seis 14. Académico Titular en la Licenciatura en Letras Españolas y en la Maestría en Investigación Humanística de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Miembro del Consejo Editorial de la RLMC y de la Revista Metamorfósis y Miembro del Consejo Asesor de Agradecidas Señas. A Journal of Literature, Culture & Critical Essays.