ISSN 2692-3912

Mapas

 
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I

Comencemos por el principio:
La Tierra  no es La Tierra.
El mapa no es el territorio.
El territorio no es el mapa.

Un mapa es una imagen.
Un mapa es un modo de hablar.
Un mapa es un conjunto de recuerdos.
Un mapa es una representación proporcional.

Los cuatro vientos, los cuatro ríos, las cuatro puertas, los
cuatro pilares de la tierra de los que hablan los mitos no
son más que las cuatro esquinas de un mapa.

Todo mapa es una imagen, un cuadro, una metáfora, una
descripción…
Pero no toda descripción, metáfora, imagen o, para el caso, todo
cuadro es –por necesidad– un mapa.
Pero puede llegar a serlo.

 

II

Un mapa no es más que –como lo dijo el pintor Nabi Maurice
Denis de todos los cuadros– un arreglo de formas y
colores sobre una superficie bidimensional.

Si todo el territorio fuera homogéneo, sólo se acotaría en un
mapa el perfil de los límites del territorio.

No crecen árboles en un mapa.

Un mapa del mundo real no es menos imaginario que un mapa
de un mundo imaginario.

@Alberto Blanco

III

Un mapa no es más que una representación bidimensional de un
mundo tridimensional que recorre un fantasma: el tiempo.

Si hemos podido mapear un mundo de tres dimensiones en dos,
ha de ser posible mapear un mundo de cuatro en tres.

Con un mapa holográfico se podría mapear el tiempo.

Así como la Tierra no deja de cambiar con el tiempo, la historia
de los mapas no deja de cambiar con la historia.
Nuestra idea del espacio cambia conforme cambia nuestra idea
del tiempo.

 

IV

Todo mapa comienza con un viaje.
Pero, ¿todo viaje comienza con un mapa?

El mapa es al viaje lo que el mito es al lenguaje.

Los mapas, al principio, fueron relatos de viajes.
Después los mapas fueron paisajes al ras del horizonte:
narraciones visuales.
Finalmente, vistas a vuelo de pájaro: poemas geográficos.

Un mapa es una manifestación artística del miedo a lo    desconocido.

@Alberto Blanco

V

Ver la tierra desde arriba: arrogancia de un dios impostado.

Al principio los mapas de la tierra siempre fueron acompañados
por los mapas del cielo.
Después los mapas se quedaron sin cielo.
De seguir las cosas como van, muy pronto los mapas se
quedarán sin tierra.

La verdad que se puede decir no es la verdad.
Las palabras no son las cosas que designan.
Los mapas de la tierra no son la tierra.
Las cartas estelares no son el cielo.

Un punto es un pueblo.
Una línea es una carretera.
Una superficie coloreada es un país.
Un volumen debe ser un mapa de la historia.

 

VI

Mapas exteriores: geografía.
Mapas interiores: psicografía.
Las puertas son los sentidos.
Los límites son el cuerpo.

La moral que se deduce de los mapas tiene que ver con una
idea de dominio o –en el mejor de los casos– con una idea
de conservación.

Cuando se piensa en la relación directa que existe entre los
mapas, las ganancias, las guerras de conquista y el
dominio del tiempo, no se puede menos que pensar en el
título de aquel poema de Stephen Spender:
Un cronómetro y un mapa de artillería.
Un mapa a la medida de la ambición de un hombre.
La ambición de un hombre a la medida de un sistema de
referencias.

Todos los puntos de referencia en un mapa ven hacia afuera.

@Alberto Blanco

VII

Los mapas son retratos ideales de nuestra madre.

Los mapas nos miran de frente cuando dan cuenta de las
superficies.
Cuando quieren dar cuenta de las profundidades, nos miran de
lado.

En la infancia de la cartografía no era posible –y, tal vez, ni      siquiera
deseable– deslindar los territorios de la vigilia de
los paisajes de los sueños.

¿Qué son los colores en un mapa sino un sueño?
El recuerdo anestesiado de nuestra infancia.
Las ventanas abiertas en el gabinete del cartógrafo.
Una fuente de la más pura y sencilla dicha.

@Alberto Blanco

VIII

Todo mapa es una isla.

Lo que antes era un territorio salvaje, ya es un mapa.

Toda escritura es fragmentaria.
Todo mapa es fragmentario.

En mapas no se ha andado nada.
En poesía no hay nada escrito.

 

Alberto Blanco nació en la ciudad de México en 1951. Estudió química y filosofía, y una Maestría en Estudios Orientales, en el área de China. Es poeta, traductor y ensayista, además de ser bien conocido como artista visual. A partir de la publicación de su primer libro, Giros de faros, en 1979, ha publicado 36 libros de poesía en México y quince más en otros países, además de diez libros con sus traducciones de poesía, otros tantos libros de ensayos sobre artes visuales, así como una poética en tres tomos que le ha valido el premio “Xavier Villaurrutia” en México. Su obra no sólo es extensa, sino muy diversa. En ella ha explorado un sinnúmero de formas poéticas: desde las más arcaicas y tradicionales hasta las estrictamente contemporáneas y experimentales. Sin embargo, el autor insiste en que toda su vida ha estado trabajando sólo en tres libros: un libro de poemas, otro de ensayos sobre artes visuales, y una poética. Sus poemas han sido traducidos a más de una veintena de idiomas. En 2018 fue nombrado Creador Emérito.