Producción y reproducción de narcoficciones
Ainhoa Vásquez Mejías
UNAM
ainhoavasquez@filos.unam.mx
Hace aproximadamente siete años comenzamos con Danilo Santos e Ingrid Urgelles, apoyados por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Chile (FONDECYT), a estudiar e intentar trazar líneas acerca de este fenómeno llamado narcoliteratura. Por asuntos cronológicos, pensando a La virgen de los sicarios (1994) de Fernando Vallejo como una de las primeras novelas, comenzamos por Colombia y la sicaresca antioqueña, como la denominara de manera pionera el académico Héctor Abad Faciolince. En busca de sistematizar un corpus de novelas del tipo conocimos el trabajo académico de Margarita Jácome, Alberto Fonseca, Óscar Osorio, Gabriela Polit, Luz Mary Giraldo y Miguel Cabañas que nos pareció sumamente iluminador para empezar a delinear nuestra propia investigación.
Pronto seguimos con México y comprendimos que esta sicaresca se transmutaba en narcoliteratura, un nuevo boom latinoamericano, tal como lo planteó desde los inicios la académica Diana Palaversich. Nosotros nos sumamos a esta idea, pero, además, agregamos (y apostamos) que estábamos ante un género literario con reglas narratológicas claras y que ya no sólo podíamos decir que ocurría en México y Colombia, sino que ya se había extendido a otras latitudes del continente e, incluso, fuera de él. Fue así que comenzamos extensas y productivas discusiones acerca de la validez del prefijo narco, la narcoliteratura, la existencia como género y sus múltiples alcances internacionales, económicos, sociales y políticos, con reconocidos investigadores como Ramón Gerónimo Olvera, Felipe Oliver, Sayak Valencia, Juan Carlos Ramírez-Pimienta, Cecilia López Badano, Héctor Domínguez Ruvalcaba, Vladimir Guerrero, Mónica Torres-Torija, entre muchas y muchos que se han ido sumando.
A tantos años de haber comenzado esta investigación, seguimos teniendo más dudas que certezas, aunque hemos intentado responder y trazar algunas líneas más concretas: la existencia de un corpus, la tipología narratológica del género y las extensiones a otras tierras, como hemos visto que ha ido ocurriendo y se ha ido incrementando en Chile, nuestro país de origen. Ver el desarrollo y auge de narcoficciones en países conosureños ha permitido reforzar nuestras primeras impresiones acerca de que este boom no sería pasajero y que iría permeando las producciones culturales también de otros países ajenos a la industria del narcotráfico y su violencia real. Chile, Argentina, Perú y Bolivia son algunos de estos países del sur que hoy no sólo tienen amplia narcoliteratura, sino series, películas y música con temática narco que, a la par de emular las narconovelas colombianas y mexicanas, adopta y transforma el género para abordar sus propios problemas nacionales.
Aunque con pocas certezas y un futuro incierto por la gran cantidad de narcoficciones que cada día proliferan, lo que sí estamos seguros es de haber encontrado, en este camino, a académicos comprometidos, rigurosos, inteligentes y solidarios con quienes siempre es maravilloso seguir conversando y debatiendo. Aunque muchas veces no estemos de acuerdo, el intercambio de opiniones nos enriquece y nos da energía para seguir investigando. Este dossier es resultado, justamente, de esa red internacional e interdisciplinaria que hemos creado en estos años y a la que cada vez se suman más en los congresos, coloquios, encuentros, clases o publicaciones que han resultado de este trabajo.
Este dossier consta de dos partes. La primera dedicada a la narcoliteratura busca desmontar prejuicios y demostrar que lo narco como género ya puede encontrarse también en otros lugares fuera de las fronteras originales de Colombia y México. Es por ello que se ordena de sur a norte. El primer artículo: “Nadie era libre ante los ojos de Dios”. Voces hegemónicas en dos novelas chilenas sobre delincuencia y narcotráfico” de Silvana D’Ottone Campana analiza dos narconovelas chilenas: Hijo de traficante de Carlos Leiva y Matadero Franklin de Simón Soto. En el segundo: “Necromercados en la narconovela argentina: Rojo sangre de Rafael Bielsa y Cruz de Nicolás Ferraro”, Alejandro Soifer nos presenta, asimismo, dos novelas argentinas que inauguran el género en Argentina. Llegando a Colombia y México, Ramón Gerónimo Olvera, en su texto: “El zoológico neoliberal en tres novelas con tema narco” nos remite a tres novelas que abordan el narcotráfico desde distintas perspectivas que conforman un problema que es, en esencia, producto del neoliberalismo: las víctimas infantiles que se convirtieron en adultos profundamente dañados en El ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vásquez, el adicto en Cocaína, Manual de Usuario de Julián Herbert y el niño, hijo de un capo, en Fiesta en la madriguera de Juan Pablo Villalobos. Raquel Villalobos, por otra parte, nos muestra los guiños internacionales e intertextuales entre la narcoliteratura y obras de la literatura española universal en su texto: “La reescritura y construcción narratológica binaria y desacralizada en La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo”. Finalmente, Felipe Saavedra y Vladimir Guerrero refieren el dolor ante la violencia y la destrucción de los cuerpos y las vidas, producto del narcotráfico, en el artículo: “La patemización corporal del narcotráfico en Contrabando de Víctor Hugo Rascón Banda”
Así, esta primera parte está dedicada a una narcoliteratura que abarca varios países del continente latinoamericano y establece correspondencias también con Europa. En la segunda parte, que será publicada en el siguiente número de esta revista, abordaremos las transmisiones de este género a otras disciplinas como son el cine, las series de televisión, la música e, incluso, los reality show. Agradecemos profundamente a la revista Agradecidas Señas y a su director Antonio Moreno por acoger esta propuesta, a todos los amigos académicos colaboradores de este número y al Fondecyt 1190745 “Narcorrelatos chilenos a punta de balas y exceso: un código de lectura periférico para visibilizar la marginalidad socioliteraria en la nación triunfalista del siglo XXI”, que nos da el apoyo para seguir investigando y creando estas redes.